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Gentile - La Exclusion y La Escuela El Apartheid Educativo
Gentile - La Exclusion y La Escuela El Apartheid Educativo
Laboratorio de Políticas Públicas (LPP) Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ)
Ponencia presentada el 20 de setiembre en el Paraninfo de la Universidad
Un zapato perdido (o cuando las Teo dijo: “o/, mané, tu hijo perdió la
miradas - saben – mirar) sandalia” Erguí el dedo nuevamente y
sonreí agradeciendo, ya sin tanto
Aquella mañana decidí salir con Mateo, entusiasmo. En el supermercado, los
mi pequeño hijo, a hacer unas compras. llamados de atención continuaron. La
Las necesidades familiares eran, como supuesta pérdida del zapato de Mateo no
casi siempre, eclécticas: pañales, dejaba de generar diferentes muestras de
disquetes, el último libro de Ana Miranda solidaridad y alerta. Llegando a nuestro
y algunas botellas de vino argentino departamento, Joao, el portero, haciendo
difíciles de encontrar a buen precio en gala de su habitual histrionismo, gritó
Río de Janeiro. Luego de algunas cuadras, despertando al niño: “Mateo! tu papá
Teo se durmió plácidamente en su perdió de nuevo el zapato”
cochecito. Mientras él soñaba con alguna
cosa probablemente mágica, percibí que El sol tornaba aquella mañana
uno de sus zapatos estaba desatado y casi especialmente brillante. La preocupación
cayendo. Decidí sacárselo para evitar que, de las personas con el paradero del zapato
en un descuido, se perdiera. Pocos de mi hijo, aunque insistente, le brindaba
segundos después una elegante señora, un toque solidario que la hacía más alegre
me alertó: “cuidado!, su hijo perdió un o, al menos, fraternal. Sin embargo, una
zapatito”, “Gracias – respondí – pero yo vez a resguardo de los llamados de
se lo saqué”. Algunos metros más atención, comenzó a invadirme una
adelante, el portero de un edificio de incómoda sensación de malestar.
garage, de sonrisa tímida y palabra corta,
movió su cabeza en dirección al pié de Río de Janeiro es, como cualquier gran
Mateo, diciendo en tono grave: “el metrópoli latinoamericana, un territorio
zapato”. Levantando el dedo pulgar en de profundos contrastes, donde el lujo y
señal de agradecimiento, continué mi la miseria conviven de forma no siempre
camino. Antes de llegar al supermercado, armoniosa. Mi desazón era, quizás,
doblando la esquina de la Avenida Nossa
Senhora de Copacabana y Rainha.
injustificada: ¿qué hace del pié descalzo
Elizabeth, una surfista igualmente de un niño de clase media motivo de
preocupada con el destino del zapato de atención y circunstancial preocupación en
•
Pablo Gwntili es profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. Autor entre otros, de Poder
económico, ideología y educación (Miño y Dávila, 1994); Cultura, política y currículo. Ensayos sobre la
crisis de la escuela pública (con Tomaz Tadeu da Silva y Michael Apple, Losada, 1997) y A falsificacao do
consenso. Simulacro e imposicao na reforma educacional do neoliberalismo (Vozes, 1998). También ha
publicado en cuadernos de pedagogía: “Escuela, gobierno y mercado”.
una ciudad con centenas de chicos la percepción cotidiana, no sólo como
descalzos, brutalmente descalzos? ¿Por consecuencia de la frivolidad discursiva
qué, en una ciudad con decenas de de los medios de comunicación de masas
familias viviendo a la intemperie, el pié (con su inagotable capacidad de canalizar
superficialmente descalzo de Mateo lo importante y sacralizar lo trivial), sino
llamaba más la atención que otros pies también por la propia fuerza que adquiere
cuya ausencia de zapatos es la marca todo aquello que se torna cotidiano, o sea,
inocultable de la barbarie que supone “normal”.
negar los más elementales derechos
humanos a millares de individuos? Expresado sin tantos rodeos, lo que
pretendo decir es que, hoy, en nuestras
La pregunta me parecía trivial. Sin sociedades dualizadas, la exclusión es
embargo, de a poco, fui percibiendo que invisible a los ojos. Ciertamente, la
aquel acontecimiento encerraba algunas invisibilidad es la marca más vis ible de
de las cuestiones centrale s sobre las los procesos de exclusión en este milenio
nuevas (y no tan nuevas) formas de que comienza. La exclusión y sus efectos
exclusión social y educativa vividas hoy están ahí. Son evidencias crueles y
en América Latina. Y esta sensación, brutales que nos enseñan las esquinas,
lejos de tranquilizarme, me perturbó que comentan los diarios, que exhiben las
todavía más. pantallas. Sin embargo, la exclusión
parece haber perdido poder para producir
Traté de ordenar, en vano, mis ideas. espanto e indignación en una buena parte
de la sociedad. En los "“otros" y en
La posibilidad de reconocer o percibir "nosotros"
acontecimientos es una forma de definir
los límites siempre arbitrarios entre lo La selectividad de la mirada cotidiana es
“normal” y lo “anormal”, lo aceptado y lo implacable: dos pies descalzos no son dos
rechazado, lo permitido y lo prohibido. pies descalzos. Uno es un pié que perdió
De allí que, mientras es “anormal” fque el zapato. El otro es un pié que,
un niño de clase media ande descalzo, es simplemente, no existe. Nunca existió ni
absolutamente “normal” que centenas de existirá. Uno es el pié de un niño. El otro
chicos de la calle anden sin zapatos y es el pié de nadie.
deambulando por las calles de
Copacabana pidiendo limosnas. La exclusión se normaliza y, al hacerlo,
se naturaliza. Desaparece como
La “anormalidad” vuelve los “problema” para volverse sólo un “dato”.
acontecimientos visibles, al mismo Un dato que, en su trivialidad, nos
tiempo en que la “normalidad” suele tener acostumbra a su presencia. Dato que nos
la facultad de ocultarlos. Lo “normal” se produce una indignación tan efímera
vuelve cotidiano. Y la visibilidad de lo como lo es el recuerdo de la estadística
cotidiano se desvanece (insensible o que informa el porcentaje de individuos
indiferente) como producto de su que viven por debajo de la “línea de
tendencial naturalización. pobreza”. (En Brasil, hoy, casi un tercio
de la población, cerca de 50 millones de
En nuestras sociedades fragmentadas, los personas, vive en la indigencia, tiene un
efectos de la concentración de riquezas y ingreso mensual inferior a 32 dólares y no
la ampliación de miserias, se diluyen ante consume el mínimo de calorías diarias
recomendada por la Organización Una violencia cuya vocación es ocultarse,
Mundial de la Salud. Según datos volverse invisible a los ojos de los que la
recientes de la Cepal (2000), en América sufren, o presentarse de forma edulcorada
Latina, existen 220 millones de pobres, en los discursos de la élite que la produce
más de la mitad de ellos son niños, niñas (Pinheiro, 1998)
y jóvenes. Peor aún, más de la mitad del
total de niños, niñas y jóvenes existentes La selectividad de la mirada
en la región son pobres. De tal forma, desmemoriada es implacable: dos pies
tener menos de 12 años y no ser pobre, en descalzos no son dos pies descalzos, en
América Latina, es una cuestión de Río de Janeiro. Uno es el pié de un niño.
suerte: casi el 60% de la población en ese El otro, es un obstáculo.
grupo de edad, lo es. El mapa de la
pobreza latinoamericana contrasta con La mirada normalizadora
una brutal concentración de la riqueza
que hacen de ésta, la región más injusta De cierta forma, la normalización de la
del planeta... Datos que, en rigor, a todos exclusión comienza a producirse cuando
le importan, pero que casi nadie recuerda. descubrimos que, al final de cuentas, en
Datos que a todos indignan, pero que una buena parte del mundo, hay más
rápido se desvanecen) excluidos que incluidos. En materia
teórica, esto trae consigo un sinnúmero de
En nuestras sociedades fragmentadas, los problemas analíticos. Ningún concepto es
excluidos deben acostumbrarse a la bueno cuando se lo usa para definir tantas
exclusión. Los no excluidos también. Así, cosas al mismo tiempo, “excluidos los
la exclusión se desvanece en el silencio hay y por todas partes: pobres,
de los que la sufren y en de los que la desamparados, inempleables, sin –techo,
ignoran... o la temen. De cierta forma, mujeres, jóvenes, sin - tierra, ancianos/as,
debemos al miedo el mérito de negros/as, personas con necesidades
recordarnos diariamente la existencia de especiales, inmigrantes, analfabetos/as,
la exclusión. El miedo a los efectos de la indios/as, niños/as de la calle. La suma de
pobreza, de la marginalidad. El miedo a las minorías acaba siendo la inmensa
los efectos que produce el hambre, la mayoría. Y ser mayoría tiene su costo: la
desesperación o, simplemente, el transparencia. La sociología de la
desencanto. exclusión acaba consagrando tantas
situaciones bajo su óptica que, lo que va
La selectividad de la mirada temerosa es quedando – excluido- del concepto
implacable: dos pies descalzos no son dos exclusión es, hoy en día un sector
pies descalzos. Uno es el pie de un niño. bastante reducido de la población.
El otro es el pié de una amenaza. (La
mirada insegura es blanca. El pié de Tal como afirma el sociólogo franc és
nadie, el que amenaza, negro) Robert Castel (1997), podemos reconocer
tres formas cualitativamente diferenciadas
Sin embargo, el miedo no nos hace “ver” de exclusión.
la exclusión. El miedo sólo nos conduce a
temerla. Y el temor es siempre, de una u Por un lado, la supresión completa de una
otra forma, aliado del olvido, del silencio. comunidad mediante prácticas de
El miedo “aquí en el Sur” es, casi expulsión o exterminio. Es el caso de la
siempre, un subproducto de la violencia. colonización española y portuguesa en
América, del Holocausto perpetrado por activa y plena en los asuntos de la
el Régimen Nazi y de las luchas comunidad.
interétnicas que acaban con la vida de
millares de personas en el continente Es obvio que así como las dos primeras
africano. También, la marca imborrable formas de exclusión no han desaparecido,
de una historia de desapariciones, la tercera ha ido creciendo y ampliándose
impunidad y olvido jurídicamente con fuerza temeraria (Castel, 1997).
decretado que nos han impuesto Podríamos decir que, en nuestras
dictaduras bestiales y gobiernos civiles sociedades fragmentadas, ésta es la forma
irresponsables estas, al parecer, “normal” de excluir. Y siendo “normal”
insignificantes republiquetas del Sur. es la forma transparente, invisible de
Por otro, la exclusión como mecanismo excluir.
de confinamiento o reclusión. Es el
destino asignado antiguamente a los Conviene asimismo aclarar que esta
leprosos y, en nuestras sociedades transparencia no se produce de forma
modernas, a los niños delincuentes, a los pasiva sino mediante la aceptación, en
indigentes y a los locos confinados en gran medida activa, de los propios
asilos, a los “deficientes” escondidos en “incluidos”. La naturalización del
instituc iones “especiales” o a los ancianos infortunio vivida por muchos, nunca es
recluidos en hogares geriátricos de producto de causas naturales. Se trata de
dudoso origen y tenebroso destino. Las una construcción histórica, ideológica,
prisiones son también un buen ejemplo de discursiva, moral. Una construcción que
este tipo de dispositivo de exclusión. tiende a imbricarse en la mirada cotidiana
tornando los acontecimientos pasibles de
Finalmente, la tercera modalidad de una invisibilidad artificial, aunque no por
práctica excluyente consiste en segregar eso menos poderosa. Nadie ve nada,
incluyendo, esto es, atribuir un status nadie tiene que ver con nada, nadie sabe
especial a determinada clase de nada. El silencio todo lo invade.
individuos, los cuales no son ni Y cuando las cosas se ven, cuando se
exterminados físicamente ni recluidos en tornan inexcusables, cuando todos saben
instituciones especiales. Es el caso de los todo y nadie dice nada, la mirada
sin - techo, de los “inempleados”, de los cotidiana las vuelve ajenas, las aliena:
niños que deambulan abandonados por “problema de ellos”, “se lo merecen”,
nuestras ciudades, de una buena parte de “algo habrán hecho ”.
la población negra y de los inmigrantes
clandestinos. Esta forma de exclusión Estos procesos también operan en las
significa aceptar que determinados otras formas de exclusión cuando ellas se
individuos están dotados de las generalizan. Un análisis brillante y al
condiciones necesarias como para mismo tiempo doloroso de la tendencia es
convivir con los incluidos, sólo que en el libro de Daniel Jonah Goldhagen, Los
verdugos voluntarios de Hitler (1997).
una condición inferiorizada, subalterna,
desjerarquizada. Son los sub-ciudadanos, Los perpetradores de la Solución Final
los que participan de la vida social sin los aplicada en la Alemania nazi no han sido
derechos de aquellos que sí poseen las ajenos a la construcción social de
cualidades necesarias para una vivencia determinada moralidad, valores y
creencias aceptadas por una buena parte
del pueblo alemán como siendo disminución progresiva (y
necesarias e imperiosas. Se silencia tendencialmente total) de los índices de
aquello que, arbitrariamente, se convierte exclusión educativa.
en algo “inevitable”. Dura lección que
aprendimos también aquí, en estas Resulta evidente que el incremento en la
silenciosas colonias del Sur. tasa de escolarización, el aumento en el
promedio de años de obligatoriedad
De cierta forma, es posible reconocer que escolar (que, en la región, pasó de un
lo que distingue lo visible de lo invisible poco más de ocho años promedio, durante
es una determinada jerarquía de valores, la década del 80, a casi diez a fines de los
una cierta organización de sentidos. La 90), así como la disminución del índice
mirada cotidiana opera movida por la de analfabetismo absoluto y de las tasas
selectividad de la conciencia moral. de deserción y repetición escolar, no han
Determinados acontecimientos se tornan sido mérito exclusivo de los gobiernos
chocantes, agradables, indignantes o neoliberales y conservadores que
placenteros, cuando entran en conflicto o gobernaron buena parte de América
van al encuentro de valores instituidos Latina durante los últimos veinte años.
social y subjetivamente. Los sectores populares, con sus demandas
y estrategias de lucha, orientaron acciones
En la historia del zapato de Mateo, lo que que permiten comprender cómo estos
distingue dos pies descalzos es el diverso procesos de democratización, más que
contenido moral atribuido a las generosas dádivas, fueron producto de
respectivas ausencias. Los llamados de conflictos y resistencias sociales a las
atención (a veces solidarios, a veces políticas de exclusión promovidas desde
represivos) ante la supuesta pérdida del dentro y fuera del Estado. Como quiera
zapatito, se contraponen a la ausencia de que sea, dos décadas de ajuste, permite
llamados de atención (indignados o reconocer que, aunque los grandes
solidarios) ante la pobreza de aquel cuyo problemas subsisten, los sistemas
pié descalzo es, lejos de un descuido, la educativos son hoy, en América Latina,
marca inocultable de la relación social un poco menos excluyentes que algunos
que lo convierte en un niño abandonado. años atrás.
Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la La cuestión, mientras tanto, parece más
escuela? compleja.