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Curso Breve Ian Hacking Rescribir el alma” *

por Elena Levy Yeyati

Mi curiosidad surge exactamente cuando algo parece inevitable ¿Por qué intereses tan diversos se
agruparon bajo (el nombre) memoria?

Ian Hacking

Dice Miller que decía Lacan que “en verdad, fundado en el discurso analítico, sólo existe el tipo clínico
llamado “histeria”, y que los otros tipos clínicos que conocemos vienen de la psiquiatría...” Hay, sin
embargo, una entidad clínica que, históricamente, se alojó en el campo de la histeria pero por fuera del
discurso analítico: la personalidad múltiple. La investigación de Ian Hacking sobre el tema en Rewriting
the soul constituyó el motivo de un trabajo que hicimos este año bajo la modalidad del Curso Breve en
relación con problemas clínicos que surgen en la interfase psiquiatría- psicoanálisis.

1-Maneras de hacer clases: la creación del trastorno múltiple de personalidad

El historicismo de las clases psicopatológicas en que se fundan las tesis de Hacking permite distinguir
dos momentos de la invención de la multiplicidad: uno en la Europa del siglo XIX y el otro en
Norteamérica en pleno siglo XX. Según el autor, a mediados de 1800, la secularización del alma, hace
que sus asuntos se rescriban en el saber científico como ciencias de la memoria (neurología
localizacionista, psicología experimental, psiquiatría dinámica). Desde entonces una lesión metafórica del
alma es la causa de sus males: el trauma. Las personalidades múltiples- originariamente una variedad
de la histeria-, emergen según Hacking, en la intersección de nuevos saberes sobre el alma, sobre el yo
y sobre la identidad que había dejado de ser única y trascendente. Luego de años de olvido, el sindrome
reapareció en Norteamérica hacia 1980, junto con la promoción oficial de su nombre en el DSM III. El
prototipo que contiene su descripción, sin embargo, difiere respecto de lo que se describió inicialmente
como condition seconde. Otra curiosidad: según Hacking, a partir de los ’80, los psiquiatras comienzan a
hablar de una prevalencia de la enfermedad que, en USA al menos, merece llamarse “epidemia de
múltiples”. ¿Se trata de iatrogenia, de imitación o de lógica? El libro, intentando responder, revelará uno
de los momentos del pensamiento de Hacking acerca de la lógica de clases de comportamientos
humanos.

2-¿Múltiples o casi uno? De la personalidad múltiple al trastorno de identidad

Dentro de una política de algunos psiquiatras que rechazan la reificación de las personalidades múltiples,
se proponen los defensores de una explicación psicopatológica que, en el DSM IV, da origen a un nuevo
nombre, desplazando al anterior: trastornos disociativos de la identidad. La identidad disociada- “menos
que una identidad”, según Spiegel- es otra cosa que la existencia en un mismo cuerpo de 16 o de 100
personalidades. Si bien los cambios de criterios definicionales que aparecen a partir de 1994 se
correlacionan con una caída en la frecuencia con que se hace el diagnóstico, la cuestión de su relativismo
cultural sigue en pie. Hacking llega a afirmar que las personalidades múltiples son un experimento en la
comunidad norteamericana. Hasta los autores del DSM reconocen que tal vez se trate de un sindrome
ligado a la cultura.

En psiquiatría existen corrientes antropológicas que, o bien buscan mecanismos que se repiten en
distintas culturas (psiquiatría transcultural), o bien buscan relativizar convicciones que parecen absolutas
acerca del modo de tratar personas (psiquiatría antropológica). Ambos enfoques no son excluyentes. La
presencia de Damián Berenstein en nuestro curso tuvo que ver con esto. Sus observaciones personales
en una comunidad senegalesa son aportadas como evidencias empíricas para concluir que los modos de
tratar la disociación, así como el modo de concebir al yo, varían con las culturas.

3-Género y sexualidad: la distinción entre causa del sujeto y causas sociales

El abuso infantil en tanto trauma, se plantea actualmente como causa de las personalidades múltiples.
Desde un punto de vista lógico, cuanto más inclusiva sea una clase de personas (la que a su vez puede
incluir muchas clases no discriminadas), por ejemplo el abuso infantil, más afecta el modo (moral) en
que nos concebimos. El efecto es mayor si esa clase está en el lugar de una causa. Graciela Musachi
señaló el significado político que tiene el momento en que se decide que algo funciona como causa. Se
hace evidente, continuó diciendo, que una explicación así (el abuso infantil es la causa de la afección)
responde a una política de los feminismos, de la salud mental, de los opositores al psicoanálisis, etc, que
existe en la cultura norteamericana. De la mano de los movimientos feministas y a partir de los ’80 se
acusa a Freud de haber abandonado la teoría del trauma sexual como causa de la histeria. Las
feministas en lugar de analizar los llamados abusos, se ponen, de un modo complaciente, del lado de las
pacientes, afirmó. El resultado de la reabsorción del sujeto y su causa en causas sociales puede
observarse en la idea de victimización de las mujeres y los niños.

4-Trauma, memoria e identidad: debates en la era de las ciencias de la memoria

Germán García explicó lo que se rechaza de la idea freudiana de trauma y memoria en una clínica del
perjuicio. Respecto de la memoria, si tomamos, por ejemplo, la idea de identidad de percepción en
Freud, podremos advertir la indeterminación que hay en juego allí y que repugna a los discursos de la
victimización. En las huellas mnésicas se trata de lo que se fija, no como una imagen registrada por una
cámara de video, sino por una experiencia de goce que se asocia, mediante una proposición, a un rasgo
del objeto. Por esta razón una alucinación no es nunca como una fotografía del pasado, sino un
momento en que las palabras se convierten en la percepción misma. Respecto del trauma, sostiene, la
oposición fantasía/ trauma es falsa. El factor que Freud subraya allí es la sorpresa. Las discusiones
acerca de la exactitud (o no) de la memoria del trauma, que no son mas que querellas judiciales entre
los defensores de las terapias de recuerdos recuperados y los sostenedores del síndrome de los falsos
recuerdos, se dan, finalmente, en torno a una dicotomía falsa.

Más allá, una conclusión del autor de Rewriting the soul es que en la era de la “memoro-política”,-
término de inspiración foucaultiana -, ni las concepciones de la neurobiología, ni las de la psicología
experimental, han sido tan determinantes, por su impacto político, como las de las concepciones
psicodinámicas en las que se inscribe el psicoanálisis.

Participaron: Damián Berenstein, Germán García, Elena Levy Yeyati y Graciela Musachi.

* Basado en el libro de Ian Hacking Rewriting the soul: multiple personality and the sciences of memory.
Princeton University Press (1995)

Los trastornos de la personalidad desde


un punto de vista construccionista
Buenos Aires
Por Dra Elena Yeyati

Desde hace décadas los psiquiatras, psicólogos, psicoanalistas


sostienen un debate acerca de si las categorías psicopatológicas
son clases naturales o están socialmente construidas. La Dra.
Elena Yeyati hace un análisis de los hoy llamados Trastornos de
la Personalidad y abre algunos interrogantes necesarios. ¿En qué
medida los diagnósticos psicopatológicos cargan valores
morales? ¿Los trastornos de personalidad, reflejan la tendencia
de poner las prácticas "psi" al servicio del orden social?
El malestar frente a los llamados trastornos de la personalidad tiene consenso en el mundo “psi” actual.
Al respecto, D. Healy [5] hace referencia a las lamentaciones de los psiquiatras cuando dicen que tienen
que tratar personas que no les parecen enfermas. Ahora bien, prosigue, si se le mostrara a un lego el
historial de un esquizofrénico y el de un trastornado de la personalidad, este último le resultará el más
enfermo.

Introducción: Ian Hacking y su noción de inventar persona


Es decir que hay clases clínicas que tienen algunas características indiferentes a
una cultura dada, y otras que varían con la cultura. Las variaciones dependen tanto de las
prácticas institucionales que las utilizan en distintos contextos como de los individuos
clasificados.

Hay un debate que atraviesa el problema de las clases psicopatológicas en tanto clases de
comportamientos humanos y que se puede resumir así: ¿las categorías psicopatológicas son clases
naturales o están socialmente construidas? Ian Hacking,- filósofo de la ciencia que se ocupa de estos
asuntos-, es un referente intelectual en la materia, tanto a un lado como al otro del Atlántico, así entre
psiquiatras como entre psicoanalistas. Desde hace varios años se dedica a lo que él llama inventar o
construir gente. Para Hacking [6] las categorías psicopatológicas- en tanto clases de asuntos humanos-
son a la vez reales y construidas. Es decir que hay clases clínicas que tienen algunas características
indiferentes a una cultura dada, y otras que varían con la cultura.

Las variaciones dependen tanto de las prácticas institucionales que las utilizan en distintos contextos
como de los individuos clasificados. En la medida en que asumimos que los pacientes diagnosticados son
agentes concientes de la descripción bajo la que caen se puede concluir que también ellos interactúan con
las clasificaciones (aceptando o rechazando las descripciones, por ejemplo). La interacción resultante
entre clases, personas y prácticas incidirá en sus respectivas transformaciones históricas. A esta
interacción Hacking la denomina efecto bucle clasificatorio. Tal efecto es apreciable en el tiempo, el que
puede comprender décadas o siglos. Así, las enfermedades llamadas mentales son transitorias porque
aparecen y desaparecen en distintas épocas y lugares.

Si bien Hacking no deja de señalar la transitoriedad hasta en los criterios para el diagnóstico de
esquizofrenia (de cuyos fundamentos biológicos es difícil dudar), afirma que la transitoriedad histórica y
geográfica es mucho más notable cuando se trata de la histeria.

La hipótesis de este trabajo es que los trastornos de la personalidad y especialmente los del llamado grupo
B constituyen en buena medida construcciones sociales, relativas a una cultura dada, cuyos fundamentos
biológicos,-si los tuvieran-, permanecen inciertos. Tales trastornos tuvieron, en su origen, una estrecha
vinculación con la histeria.

El surgimiento oficial de la categoría “Trastornos de la personalidad”


La hipótesis de este trabajo es que los trastornos de la personalidad y especialmente los
del llamado grupo B constituyen en buena medida construcciones sociales, relativas a
una cultura dada, cuyos fundamentos biológicos,-si los tuvieran-, permanecen inciertos.

Con la aparición del DSM III se oficializó el diagnóstico de trastorno límite o borderline que se incluyó
como categoría perteneciente al grupo B en un capítulo más amplio denominado “trastornos de la
personalidad”. La aparición de este capítulo en un eje separado y desplazado del resto (el eje II en tanto
diferenciado del I) constituyó una novedad más del tercer manual [4]. Los trastornos de la personalidad a
partir de entonces se dividen en tres grupos: A, B y C. En el DSM IV el grupo B comprende al tipo
antisocial, límite, narcisista e histriónico. Se sabe que la gestión de O. Kernberg y los psicoanalistas de la
psicología del yo en los grupos de trabajo de los comités clasificatorios tuvo un papel decisivo para
producir este resultado. Sin embargo después de 1980, una vez que los trastornos de la personalidad
cobran vida pública y oficial, podemos identificar una historia que acontece en el campo de la psiquiatría
y otra, separada pero paralela, que se da en el seno del psicoanálisis.

Trastorno de la personalidad en psiquiatría: generalizaciones, biología del comportamiento, diagnósticos


cargados de valores morales
Hay una pregunta que a simple vista parece fácil de responder pero que no lo es: ¿qué relación hay entre
el caso de una mujer que consulta por un estado de ánimo depresivo, que tiene problemas con la comida y
que le hace la vida imposible a los que la rodean con el de un varón, detenido por actos delictivos,
consumidor de drogas y violento? Aunque resulte verosímil, que los dos se conocerán durante una
internación psiquiátrica, no es la respuesta más justa. La pregunta se funda en que en la jerga clínica la
categoría “trastorno de la personalidad” se usa para nombrar, indistintamente, a cualquier individuo que
se considere miembro del grupo B (ya sea antisocial, límite, narcisista o histriónico). Evidentemente esa
indistinción borra cualquier matiz que favorezca una clínica diferencial. La aplicación del diagnóstico de
un modo tan inclusivo como el que acabo de señalar se parece más a una forma de juicio moral que a una
herramienta al servicio de la clínica.

La aplicación del diagnóstico de un modo tan inclusivo como el que acabo de señalar se
parece más a una forma de juicio moral que a una herramienta al servicio de la clínica.

Autores como D. Healy [5] o L. Charland [4] tienen razones de tipo epistémico y político para afirmar
que los trastornos de la personalidad constituyen una categoría sin validez científica, aunque nombren
problemas frecuentes. Las razones epistémicas podrían resumirse así: los diagnósticos se hacen por el
reconocimiento de comportamientos y síntomas agrupados en forma aproximativa y no por la
identificación de criterios necesarios y suficientes propios del funcionamiento de los miembros de una
clase exhaustiva. Si bien estas consideraciones podrían aplicarse a cualquier ejercicio diagnóstico en
psiquiatría, en el caso de los trastornos de la personalidad resultan más evidentes. Ante la escasa o nula
validez científica del trastorno, autores como CR.Clonninger (citado por L. Charland [1]) proponen que se
utilice el enfoque dimensional, supuestamente más científico por estar fundado en la evaluación
cuantitativa de factores biológicos reconocibles. Sin embargo nadie está de acuerdo acerca de qué
dimensiones considerar naturales. Además hay fuertes objeciones morales y políticas en relación con un
enfoque cuantitativo. Por un lado, porque si se da un fundamento biológico como causa de un trastorno de
la personalidad podría borrarse la noción de responsabilidad jurídica de los actos delictivos como afirma
C. Elliott [5]. Por el otro, porque una concepción genética del comportamiento violento podría originar
nuevos modos de enchalecamiento químico con la finalidad de ejercer el control social de casi cualquier
cosa, tal como lo denuncia D. Healy [8]

L. Charland [1] sostiene que los trastornos de personalidad no constituyen una categoría médica sino una
clase moral. Desde la época de la antipsiquiatría, se viene señalando que muchos- si no todos- los
diagnósticos psicopatológicos están cargados de valores morales y no constituyen hechos científicamente
validados. Además, en la medida en que esta clase de problemas responde muy pobremente a la
farmacoterapia y a la psicoterapia, L. Charland propone reconsiderar de manera renovada la noción del
tratamiento moral creado por Pinel –ni médico, ni psicoterapéutico, dice-. Si bien no desarrolla esta idea
se puede suponer en ella una referencia a tratamientos reeducativos y/o asilares.

Algunas orientaciones psicoanalíticas en la época del Otro que no existe [3]


JC. Maleval [6] señala que el ascenso de los estados límites tuvo relación con las dificultades surgidas en
la cura tipo fundada en el análisis de las resistencias. En un texto donde quiere demostrar cómo se hace
desaparecer a la histeria del campo “psi” afirma que a partir de los años ’50, y luego del Tratado de
Fenichel, convergen la extensión del campo de la psicosis, la noción de analizabilidad, la quimioterapia y
el concepto borderline. Esto se acompañará, afirma, de una disminución en la importancia que hasta
entonces se le concedió a la histeria y en la rarefacción de las indicaciones del psicoanálisis.
L. Charland sostiene que los trastornos de personalidad no constituyen una categoría
médica sino una clase moral. Desde la época de la antipsiquiatría, se viene señalando que
muchos- si no todos- los diagnósticos psicopatológicos están cargados de valores morales
y no constituyen hechos científicamente validados.

Aquí cabe preguntarse si los border de hoy son las histerias de ayer. Sostengo que en este punto se puede
retener la ambigüedad respondiendo: no y si.

1- Si seguimos la noción de transitoriedad de clases psicopatológicas de I. Hacking se podría decir que la


respuesta es no. La diferencia entre diagnosticar histeria o estado límite es más que un cambio de
etiquetas de moda que uno le pone a las mismas estructuras. La identidad de estructura no puede
mantenerse ya que, lo que se considera relevante en la construcción de una u otra clase, va cambiando con
el tiempo. Entonces, así como los síntomas se desplazan y ya no asumimos que hay síntomas típicos de
una estructura psicopatológica, así también la noción de estado límite desplaza nuestra atención hacia
problemas clínicos muy alejados de los síntomas conversivos típicos de principios de siglo XX.

2- La respuesta es sí cuando afirmamos que en la práctica muchos de los pacientes diagnosticados como
border representan modos actuales del discurso histérico. Es decir: entronización de la división subjetiva;
direccionalidad al amo, para castrarlo; reivindicación de lo vivido por cada uno como nuevo e
incomparable; etc. (Hay que observar, de paso, el deslizamiento que se ha producido de la idea de
estructura histérica a la de discurso histérico).

A lo largo de sus cursos JA. Miller ha puesto reiteradamente el énfasis en la distinción de dos tipos de
orientación de la práctica analítica que se desprenden de la enseñanza de J. Lacan: la orientación por lo
simbólico y la orientación hacia lo real del síntoma. El psicoanálisis orientado por lo simbólico hace
hincapié en las identificaciones del sujeto con los significantes amo de la tradición (el padre de familia;
los ideales de la religión; la maternidad; etc). La orientación por lo real del síntoma según JA.Miller [10]
constituye un esfuerzo por renovar la idea del sentido del síntoma en una época en que el sentido se ha
fugado de lo real.

M. Zafiropoulos [11], quien se dedica en París al psicoanálisis y las ciencias sociales, aborda las teorías
de causalidad y tratamiento de las nuevas patologías, propuestas por distintas corrientes psicoanalíticas.
Anorexia, suicidio, toxicomanías, perturbaciones narcisistas, estados límites y violencia social
constituyen el grupo de problemas clínicos que con mayor frecuencia preocupa a los clínicos en el
presente. Zafiropoulos analiza y critica la visión sociológica que habita entre los psicoanalistas que
sugieren que el malestar en la modernidad está causado por la declinación de la imago paterna. La idea de
la declinación paterna, que muy tempranamente había sido adoptada por Lacan mismo en su artículo “La
familia”, también fue abandonada por él en la medida en que su investigación se distanciaba de la
supremacía de lo simbólico. Zafiropoulos subraya la letanía sociológica que se escucha hoy en cierto
medio psicoanalítico: “Un padre está decayendo” y esto se refleja en “la degradación de las capacidades
identificatorias de las familias, induciendo a la violencia y los estados límites”. [11]

La crítica de Zafiropoulos, como la de Miller, se dirige a lo que este último llamó los fundamentalismos
freudianos o, incluso, el psicoanálisis reaccionario. Para Miller este enfoque constituye “la exaltación de
lo simbólico vehiculizado por la tradición”. Así el psicoanalista de lo simbólico es el que propone una
suerte de tratamiento moral: “re parentalizar”, “poner límites”, “encerrar” o “cristianizar” a los más
jóvenes.

Presento estos comentarios como evidencia de que la actitud que consiste en organizar clases clínicas
según sospechosas causas “teóricas” entroniza posiciones claramente ideológicas y morales.

Puntuaciones finales
a-La mayoría de los clínicos citados más arriba, cuando hablan de estados límites o trastornos de la
personalidad, se refieren a casos que tienen relación con la violencia urbana, la xenofobia y la
inseguridad. Sólo dejaré señalado que la problemática de la revuelta de los hijos de inmigrantes
musulmanes en Francia, por ejemplo, está incluida en el conjunto de problemas clínicos a los que estoy
haciendo referencia.
Esto vale como indicación de tendencias, siempre presentes, de poner las prácticas “psi” al
servicio del orden social, de un discurso amo, o de ideales perdidos.

b-En la Argentina, por el contrario, los casos comprendidos bajo la denominación de trastornos de la
personalidad tienen una relación más marcada con los comportamientos suicidas o las toxicomanías.
Aparentemente- la epidemiología es problemática en el campo “psi”- la violencia urbana analizada desde
el lado del agresor no parece haber sido (¿aún?) medicalizada, y pertenece al campo jurídico.

c-Más allá de las pobres y a la vez opresivas incursiones de la psiquiatría biológica en un campo que la
excede, la consideración de un renovado tratamiento moral propuesta por algunos psiquiatras guarda
relación con el psicoanálisis de orientación reeducativa y simbólica que mencioné más arriba. Esto vale
como indicación de tendencias, siempre presentes, de poner las prácticas “psi” al servicio del orden
social, de un discurso amo, o de ideales perdidos.
d- Si se parte de la distinción concebida por Lacan entre el Ideal del yo y el objeto a, comparto la óptica
de los psicoanalistas que se aplican a la investigación de nuevas formas clínicas del malestar proponiendo
para ello lo que el síntoma (toxicomanías, anorexia, tendencias suicidas, etc) permite cernir en torno al
objeto de goce, sin por ello pretender, como medio para la cura, la rehabilitación de algún tipo de ideal o
moral de vida.
Ésta es una versión modificada del artículo "Consideraciones críticas sobre los trastornos de la personalidad" publicado en Acta
Psiquiátrica y Psicológica de América Latina 2007, 53 [1]: 41-45.

[3] El Otro que no existe y sus comités de ética es el nombre de un Seminario dictado por J A Miller en colaboración con E Laurent
publicado por Ed. Paidós, Buenos Aires, en 2005. Ese seminario tiene una importante vinculación con el auge de los enfoques
construccionistas aplicados a la salud mental.

Bibliografía
[4] CHARLAND, L. Character: Moral treatment and the personality disorders. En J. RADDEN (Edit) The philosophy of psychiatry.
A companion New York: Oxford University Press, 2004.
[5] ELLIOTT, C. "Criminal Responsibility"Philosophy, Psychiatry, & Psychology 1996, 3 [4]: 305-307.
[6] HACKING, I. (1999) ¿La construcción social de qué?. Barcelona: Paidós, 2001.
[7] HALES, R.; JUDOFSKY,S; TALBOTT, J. (Edit) Textbook of Psychiatry. 3rd Edition Washington, DC; London: American
Psychiatric Press, 1999.
[8] HEALY,D. The creation of psychopharmacology England: Harvard University Press, 2002.
[9] MALEVAL, J.C. "Cómo desembarazarse de la histeria o la histeria en el siglo XX". Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq.1994, 14 (49):
269-290.
[10] MILLER, J.A. Una fantasía. Lacaniana.2005, 3 (3): 9-19.
[11] ZAFIROPOULOS, M. (2004) Para una clínica freudiana de la violencia. La ignorancia de lo sociológico como sin salida
psicoanalítico. En P. LAURENT-ASSOUN & M. ZAFIROPOULOS (Edit) Lógicas del síntoma. Lógica pluridisciplinaria. Buenos
Aires: Nueva Visión, 2006.
Médica especialista en psiquiatría. Médica especialista en guardia del Hospital de Emergencias Psiquiátricas
"Torcuato de Alvear". Miembro del Centro Descartes y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Buenos Aires.

ELENA LEVY YEYATI

“Considero que Freud, en materia de


psicopatlogía, es insuperable”
En El DSM en cuestión, la psicoanalista y psiquiatra Elena Levy Yeyati disecciona el sistema
de categorías diagnósticas que organiza las últimas versiones del manual, sin caer en una
crítica exclusivamente política (pero sin evitarla) mostrando su asombro por la indiferencia
que la historia sociocultural de la psiquiatría tiene entre nosotros.

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El libro, publicado por la editorial Polemos, lleva por subtítulo Una crítica de la
categoría de estrés postraumático, justamente uno de los núcleos duros de este
ejemplar volumen de doctorado.

Levy Yeyati es doctora por la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires


(UBA); psicoanalista y psiquiatra; miembro de la Fundación Descartes, de la Escuela
de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : El DSM en cuestión. ¿Cuál es la cuestión que te preocupa particularmente en


este trabajo, al punto de poner a ese sistema en cuestión?
LY : En este trabajo cuestiono el sistema de categorías diagnósticas del DSM
basándome en el estudio del estrés postraumático. Me preocupa que el diagnóstico se
siga tomando como un constructo científico cuando la importante colaboración de
factores sociales y políticos en la creación del mismo en 1980 ya ha sido demostrada.
Al investigar la recepción del diagnóstico en nuestro país advertí que a pesar de las
fuertes corrientes de oposición a la asimilación del manual, sucedía algo curioso.

Hasta los primero años de la década del 90, el loquito de Vietnam, devastado por unos
flashbacks inverosímiles, era considerado un personaje de película norteamericana.
Pero a partir de los atentados terroristas contra la Embajada de Israel y más
claramente, contra la AMIA, el diagnóstico fue tomado en serio en la Argentina de
buenas a primeras. Luego, se ensayó su eficacia clínica, fue tema de publicaciones
especializadas y finalmente, en 1996 se lo incluyó en la tabla de incapacidades
empleadas por el Cuerpo Médico Forense.

Un ejemplo claro de este súbito proceso de incorporación fue el re-diagnóstico de


excombatientes, que luego de 15 años de finalizada Malvinas pudieron reclamar
resarcimiento por sufrir una nueva enfermedad definida según criterios estandarizados
internacionalmente. En lengua inglesa hay muchas investigaciones historiográficas,
poco difundidas entre nosotros, sobre la genealogía que va de las neurosis
traumáticas de ferrocarril y de guerra del siglo XIX hasta el estrés postraumático de
1980.

A lo largo de ese material se cuentan innumerables evidencias del modo en que los
intereses del Estado afectaron (y afectan) directamente la vida de las personas
diagnosticadas. Lo que me importa es abatir la extraña indiferencia con que
todavía hoy se rechaza entre nosotros la investigación de la historia
sociocultural de los diagnósticos en psiquiatría. Parto de la hipótesis de que de
que esa indolencia, lejos de provocar una independencia mental respecto de
paradigmas dominantes, favorece la cristalización de diagnósticos de dudosa utilidad
clínica como si fueran constructos científicos probados.

T : Es un lugar común, creo, decir que el protocolo que organiza la última


versión del DSM, no sólo tabula sino que también amplía los males (el malestar),
al punto que pocos de nosotros quedaríamos afuera de esa clasificación. ¿Es
así? ¿Se trata, como pensaba William Burroughs, de estigmatizar el desvío de
ciertas normas y fortalecer el poder represivo de las neurociencias, los
laboratorios, la policía?
LY : Así es. Aunque no en el sentido en que Freud y Lacan decían que todos somos
neuróticos o deliramos. Según el manual estamos todos trastornados y se van
catalogando todos los desvíos pero ¿quién hace el catálogo?, ¿quién lo quiere?
Por poner el ejemplo más escandaloso, es un asunto muy conocido como la
industria farmacéutica se benefició de la simplificación diagnóstica de los
DSM. En 2008 una investigación del Senado de los Estados Unidos mostró la
existencia de serios conflictos de interés no declarados de prestigiosos miembros de la
Asociación de Psiquiatría Norteamericana (APA): se trataba de investigadores que
recibían millones de dólares de la industria mientras a su vez trabajaban en la
confección del manual. Pero hay otros modos en que se ejerce el poder de
nominación. A través de la investigación del surgimiento de ciertos diagnósticos
podemos ver que además de asociaciones científicas colaboran en su confección
numerosas asociaciones civiles.

El DSM es como un muestrario de la sociedad norteamericana. Allí dejan su impronta


grupos de familiares y enfermos llamados mentales (que no quieren que se pierda un
determinado diagnóstico porque a través de él reciben subsidios y pensiones);
organizaciones trans-gay-lésbicas (para que quienes obtengan, por ejemplo, el
diagnóstico de disforia de género, en lugar de trastorno de la identidad sexual, puedan
acceder a cirugías de reasignación de sexo); organizaciones militares y de veteranos
(que en 1980 desempañaron una militancia activa para que se reconociera de algún
modo el vergonzoso papel que desempeñaron en Vietnam, al menos a través del
establecimiento de un diagnóstico exculpatorio como el estrés postraumático);
etcétera. Vale decir, el ejercicio del poder de nominación a través de las etiquetas
diagnósticas no sólo se ejerce desde los que detentan el poder de policía o el
poder económico-desde arriba hacia abajo, por así decir-, sino también desde
abajo hacia arriba, desde los movimientos sociales hacia los dispositivos a
través de los que el Estado gestiona las vidas de las personas. En este caso, es
como un camino en busca de legitimación, que se juega mucho más en el
terreno jurídico-administrativo que en el campo clínico.

T : El tuyo es un trabajo académico, que incorpora aportes y críticas, y que lee al


DSM desde una perspectiva psicoanalítica. ¿Podrías desplegar esa idea?
LY : Cuando estallaba la Gran Guerra y la neurosis traumática crecía epidémicamente,
Freud escribía a propósito de la psiquiatría y el psicoanálisis algunas de sus
Conferencias introductorias. Distinguió los síntomas típicos, aquellos con los que se
hace el diagnóstico psiquiátrico, de los síntomas individuales, que para él son una
variación singularizada de los típicos, más fáciles de reconducir a la biografía de cada
uno mediante el análisis.

Lacan, a su vez, reconoció la existencia de tipos de síntomas, lo que se llama una


clínica, que es anterior al discurso analítico. Es decir, que lo que contaba para la
psiquiatría como rasgos descriptivos para formar clases clínicas y diagnosticar no fue
descartado por el psicoanálisis -hay homonimias-, pero los diagnósticos sufren, por el
advenimiento del discurso analítico, una transformación. A partir de entonces se busca
el sentido, la función de los síntomas, tanto a nivel general como individual. Entre los
psi, es común decir que hay que enriquecer la psicopatología empobrecida del DSM
retornando a los clásicos. Eso da por supuesto que los clásicos son los psiquiatras
clásicos (Falret, Kraepelin, Bleuler, etcétera) anteriores al psicoanálisis. Yo considero
que Freud es el clásico al que hay que volver, que en materia de psicopatología
es insuperable.

T : Las consideraciones políticas parecen ausentes del libro, si se lo lee - dirás si


estoy equivocado - desde una mirada antipsiquiátrica,contracultural, hasta
foucaultiana. ¿Cuál es tu opinión?
LY : Estás y no estás equivocado. En efecto, mi trabajo no tiene un punto de vista
antipsiquiátrico, que en un sentido estricto, es el que afirma que la enfermedad mental
no existe y que el mundo estaría mejor sin esa idea. Pienso que si atendemos
personas debe haber un discurso que oriente a los clínicos para juzgar, tomar
decisiones, disponer de algunas claves para la interpretación de los casos Por otra
parte, en el trabajo me propongo abrir un enfoque conceptual que permita entender
cuestiones cruciales de la clínica basándome en algunas ideas del psicoanálisis y de
Ian Hacking, que es un filósofo canadiense que ha tenido una importancia decisiva en
la recepción de Foucault en el mundo angloparlante desde hace más de 40 años. El
problema que quiero cernir es de qué modo se puede tener en cuenta la
construcción social de un diagnóstico y a la vez conservar un punto de vista
clínico.

T : Según la OMS, habrá más depresiones, más soledad, más obesidad, entre
otras manifestaciones. Un libro sobre el DSM, ¿en qué puede ayudar a cambiar
este, digámoslo así también, lugar común?
LY : Una crítica, como un análisis, ya es un trabajo de deconstrucción de lugares
comunes. Además, hay que hacer algunas distinciones. Mientras que la OMS tiene un
enfoque político-sanitario, entiende la enfermedad o la infelicidad como un factor que
se traduce en gestión de recursos, donde el que gestiona está afuera. Mi libro sobre el
DSM tiene un enfoque clínico y si bien reconoce que la clínica de lo traumático tiene
una notoria significación política, se propone mostrar como el practicante forma parte
del mal que diagnostica. Eso nos vuelve mucho más responsables de lo que decimos.
¿En qué puede un libro sobre el DSM ayudar a cambiar el panorama que da la OMS?
No sé, hay muchos libros sobre el tema, habría que calibrar si tienen o no
consecuencias.

T : Finalmente. Enfrentados a lo real de la época, fuera de cualquier


cosmovisión, ¿qué puede decir un psicoanalista cuando dios ha muerto, las
religiones no alcanzan, los placebos se multiplican, etcétera, y nada de eso está
o parece estar en los genes o en las disposiciones innatas pero sucede de
manera violenta o muy violenta, en una sociedad que ha elevado
el Espectáculo a la dignidad de la Cosa?
LY : Parafraseando a Wittgenstein diría que el juego del lenguaje en la sociedad del
espectáculo en el que se participa no es el de expresarse con sinceridad como entre
amantes, se puede mentir o callar y nadie estará seguro de lo que pienso. La imagen y
el semblante reinan. Pero el diálogo con el analista es íntimo, está más próximo al
juego de lenguaje de los amantes que a la dimensión espectacular. A pesar del uso
que pueda hacerse de ellos, los semblantes tambalean. El analista es el que sigue
afirmando que se defina como se quiera la época en que vivimos, si se da el encuentro
que conviene, ese juego del lenguaje es posible siempre que dos personas hablen
sin consentir a la relación sexual.

Una operación política: hacer de un sujeto que sufre un objeto a controlar.

Marité Colovini[1]

1- El muro

Hay un muro que tomó mayor consistencia a partir de cierta operación del nazismo. Y ese muro aún no ha
caído. Es más, es un muro que conmemora la victoria hitleriana a pesar de “la caída” de Hitler.
Este muro continúa edificándose cada vez con mayor precisión, y sus consecuencias merecen la reflexión de
quienes, como los psicoanalistas, sólo usamos la palabra para nuestra práctica.
La función “muro” del lenguaje, esa función objetivadora que se añade a la maquinaria de la ciencia dando
por resultado que ya casi nadie hable porque se les ha cerrado el pico, como a los planetas desde Newton, es
el muro que no sólo no ha caído sino que se agiganta cada vez más.
En el seminario II, Lacan sitúa dos funciones del lenguaje: una objetivadora y la otra subjetivante.[2] Allí
acuña la expresión “el muro del lenguaje”. Y responde a la pregunta de por qué no hablan los planetas,
señalando las consecuencias de la operación de la ciencia al convertirlos en objetos de conocimiento.

Hace muchos años, utilicé la cita de Lacan para explicar por qué en los manicomios se hablaba tan poco: a los
locos la psiquiatría también les había cerrado el pico. No imaginaba por aquella época que asistiría a la mudez
generalizada, consecuencia del empleo a escala planetaria del manual llamado DSM IV.
Ataques de pánico, síndrome de fatiga crónica, estrés y etc…que convierten a los humanos en “panicosos”,
“fatigados”, “estresados”…seres humanos objetalizados que caminan, trabajan y viven, pero ya casi no hablan
y por consiguiente quedan excluidos de realizar una demanda de análisis. Para cada uno hay una “pastilla
salvadora”, ya que aquello de lo que padecen puede explicarse por “disfunciones neuroquímicas” y siguiendo
una simple teoría del equilibrio se cura con equivalentes químicos, resultado de algunos cálculos.

¿Pueden persistir las inhibiciones, los síntomas y las angustias cuando el discurso dominante, nos empuja a
confiar en una nueva creencia que se instala ignorando ella misma lo que constituye?
“La ciencia sabe muchas cosas, pero ignora su propio papel religioso que da lugar a una fe”, dice Gerard
Pommier en Los cuerpos angélicos de la posmodernidad.[3]

2- ¿Ruptura del lazo social?

La fuerza del lazo social reside en compartir las mismas creencias, continúa diciendo Pommier. Para situar
que, en estos tiempos posmodernos ya no compartimos eso en lo que creemos, sino que flotamos tomados por
el ángel salvador, el de la guarda y así dejamos de distinguir lo real de lo virtual. El ángel: “ese otro como
nosotros, el que nos protege de nuestro inconsciente y nos promete la eternidad”. La operación hace
entonces, que nosotros, posmodernos, volvamos a nuestra naturaleza angélica, abandonando el campo del
deseo, durmiendo eternizados en el mundo de la inocencia. El lazo social se rompe ya que cada uno es Uno
con su ángel. [4]

En estos tiempos, en los que la desmetaforización de la Ley[5]amenaza al mundo entero con dejar a la
humanidad presa de las mallas de la tecnociencia que rebaja el principio mismo de la paternidad a una
concepción "carnicera" de la misma; en el que la cadena infernal de desubjetivización de las masas se anuncia
con formas nuevas de muerte de los hijos[6]; los actos locos y por ende la locura se presenta como síntoma
social.[7]
Por lo tanto: ¿podremos considerar al psicoanálisis mismo como suplencia de la enfermedad posmoderna?

3- El sujeto en la actualidad.

El término sujeto ha devenido un término que tiene “buena prensa”. Es evidente que su utilización pareciera
dispensar de fundamentación y casi diríamos que adquiere el peso de un shiblolett, colocando a quien lo
utiliza dentro del marco “políticamente correcto”.
Pero de ninguna manera es unívoco, por lo que se impone leer el modo en que cada discurso, cada práctica,
inscribe a su “sujeto”.

Para la ciencia convertida en nuestra religión posmoderna el sujeto es calculable.


Quetelet[8] inaugura al hombre sin cualidades cuando produce a través del cálculo estadístico al “hombre
medio”.
Hombre-medio como construcción abstracta de un individuo inexistente, que resulta del promedio de los
atributos de los hombres. Este estadístico francés puede ser considerado el fundador de la biometría, que
permitió elaborar la noción de que las características humanas pueden ser medidas y establecidas, de una vez
y para siempre mediante un artificio matemático, como características normales del hombre.
Desde el punto de vista estadístico, un sujeto es un valor, que puede ser considerado normal por la ubicación
que tiene dentro de un intervalo, donde están la mayoría de las observaciones realizadas. Este intervalo se
grafica en lo que se denomina “Curva de Bell” o “Campana de Gauss”, que comprende, por ejemplo al 95% de
las personas de ese universo, estableciendo los „umbrales de normalidad‟ y la noción de „desvío‟.
Otra versión del sujeto calculable es el sujeto del cálculo de las estrategias, operada a partir de la teoría
matemática de Von Neuman y Morgenstern [9]. Este sujeto sabe lo que quiere y quiere su bien, conoce las
reglas y jamás olvida, mientras juega, nada del juego.

4- El DSM IV en el marco de la cientificidad actual.

Las clasificaciones son tan antiguas como la medicina, y a lo largo de su historia podemos leer el modo en que
fueron cambiando los sistemas nosológicos, a medida en que cambiaban diferentes nociones: de enfermedad,
de causalidad, de cura.
En el campo de la salud mental, podemos resaltar la importancia que adquieren las diferentes clasificaciones,
en tanto se conoce como origen de la disciplina Psiquiátrica la intervención de Pinel, quien al instituir para la
locura la clínica de la observación y el análisis sistemático de sus fenómenos perceptibles puede construir una
nosografía.
La historia de la Psiquiatría está jalonada por los debates nosográficos, que evidencian debates en torno al
concepto mismo de enfermedad mental, práctica terapéutica y por ende, causalidad del sufrimiento mental.
Llegados al siglo XIX, observamos que se trata de nombrar las grandes especies de la locura: manía, paranoia,
demencia precoz; tratándose de desentrañar su esencia y los modos conexos en que se presentan, pero
habiéndose abandonado la idea de Pinel de abarcar con la nosografía la totalidad del campo de lo patológico.
La clínica que pregunta y observa al sujeto loco comienza su declinación, y asciende un espíritu “positivo” en
desmedro del posicionamiento crítico del trabajo clínico. Es Kraepelin quien intenta coherentizar la clínica
psiquiátrica, en una vasta clasificación nosográfica que no cesa de modificar y ampliar. Aún sobre él, se
observa el aplastamiento que el positivismo produce y que el contacto de la psiquiatría con otros discursos
como la filosofía, la psicología, el psicoanálisis o las ciencias sociales no logra modificar.
A mediados del siglo XX a partir de la inmensa proliferación de clasificaciones, que inundan el campo de la
Salud Mental, la intención totalizante hace lugar a la aparición en 1952, del primer “Manual diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales", el DSM I. Desde los EEUU, se aúnan el empirismo, el positivismo y una
intención política de globalizar y homogeneizar las prácticas respecto a la locura, sumando a las diferentes
ediciones del mencionado Manual cada vez más superficialidad e imprecisión.
Como prueba de ésta falta de rigor y vaciamiento de la clínica, ubiquemos que este instrumento, que aspira a
ser de utilización universal, no logra definir justamente aquello que clasifica: el trastorno mental.
A pesar de ello, la OMS consensúa su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) con el DSM, y con ello,
se valida la universalización de la utilización del DSM como el único modo “científico” para el diagnóstico en
el campo de la Salud Mental. Comienzan a aparecer en el mundo académico instrumentos para la investigación
que toman su base en éste sistema clasificatorio, se incluye en los planes de estudios de distintas
universidades del mundo, se exige en los establecimientos asistenciales públicos y privados, se amplía al
campo de la Justicia y las Ciencias Sociales el uso del sistema como criterio válido.

5- ¿Qué les hacen las clasificaciones a las personas?

Recientemente Ian Hacking, ha planteado el modo en que las clasificaciones “inventan/construyen gente”.
Reseñando su nuevo libro, Make up people, insiste en diferenciar las clasificaciones de cosas de las
clasificaciones de personas.
“Por encima de todo, me interesa cómo nuevas clasificaciones de personas crean nuevas posibilidades de
elección y acción, de quién o qué es uno y qué puede uno hacer; lo que las nuevas clasificaciones les hacen a
las personas clasificadas, y cómo cambian por ser así clasificadas; cómo esos mismos cambios en las personas
cambian nuestras teorías de las clasificaciones. Esto es lo que yo llamo un efecto de bucle. “[10]

Es interesante pensar en que al clasificar, se “inventa” a quienes caen bajo cada categoría. Y lo digo pensando
en el “suplemento de ser” que se otorga al nominar en psiquiatría. “Toxicómano”, “TOC”, “Bipolar”, “ADD” y
muchos otros, son esos suplementos ortorgados por los practicantes, nombrando así de manera “científica” el
síntoma de quien consulta y haciendo que el mismo pase a constituir el ser del consultante. Un ser que no
singulariza, un ser que colectiviza, anonimizando y homogeneizando al sujeto que sufre, y ubicando su
sufrimiento en un campo evaluable, predecible, pronosticable, y por consecuencia más o menos curable.
Varias operaciones entonces, que se encadenan bajo el validamiento “científico” del uso de un instrumento de
diagnóstico que justamente se elabora a partir de la terapéutica, como corresponde a su tradición pragmática
y empirista.

El DSM IV, convierte al sufrimiento subjetivo en “entidades” que se pretenden naturales, entificando así al
sujeto de ese sufrimiento en un objeto natural, clasificable, ubicado en clases y por lo tanto controlable,
instrumentable.

Haber pasado del campo de las Ciencias de la Naturaleza al campo de la Subjetividad sin mediación, suturando
la hiancia que se abre entre Naturaleza y Cultura, es una operación eminentemente política, que culmina
adjudicando un número y una letra[11] en un cifrado que recuerda a aquellos que se tatuaban en los campos
de concentración. Además, al utilizar numeración correlativa y sucesiva, se instala la operación matemática
llamada recurrencia[12], que crea la ilusión de una serie, en la cual se ubicarían objetos homogéneos hasta la
totalización.

Entonces, e interrogando rigurosamente los efectos del uso de éstas clasificaciones, cuando se trata de
personas y no de cosas, la clasificación no es inocente, no es inocua, y produce efectos tanto en el clasificado
como en el clasificador. El biopoder alcanza tanto a los sujetos de una práctica como a los mismos
practicantes.

6- ¿Y entonces?

Constatar lo que resulta de los discursos dominantes en nuestra actualidad no pretende ser un lamento
nostálgico de los tiempos pasados, ni una solicitud al retorno del Padre potente, que no es más que un
llamado que se responde con figuras totalitarias.
Constatarlo supone un llamado a la reflexión sobre las condiciones contemporáneas de la subjetividad y por
ende, de las condiciones en las que se desenvuelve nuestra práctica.

El psicoanálisis continúa pudiendo ser posible hoy, a condición de desprenderse de los imperativos de cierto
“superyo cultural psi” y a condición de reconocer cuánto los mismos psicoanalistas resistimos al psicoanálisis
con el psicoanálisis mismo.
Supone también que sostener la lógica del No-Todo, que limita la tendencia universalizante y global;
constituye hoy en día la condición de posibilidad de la práctica del discurso del psicoanálisis.

Si el deseo del analista tiene como objeto el análisis y en cuanto tal se diferencia de cualquier otro: de saber,
de curar o de felicidad; hay que sopesar en su justo término la indicación de Lacan de que se trata del deseo
de la diferencia absoluta.
Este deseo no es gratis, y el precio a pagar por él es el “agravamiento de las dificultades naturales entre los
sexos”[13]. No hay relación sexual, es imposible escribir esta relación, éste es el enunciado en el que el deseo
del analista se halla fuertemente comprometido. Si es deseo de la diferencia absoluta, no se trata de aportar
ninguna solución al “No hay”.Ninguna reconciliación de contrarios, ninguna síntesis final.
Creo que la diferencia absoluta[14] es un más allá de la diferencia de sexos.

Una clínica lacaniana, que no por ello deja de ser freudiana, pero que se fundamenta en la lógica que Lacan
nos lega para leer a Freud, plantea que hay algo de equivocación en el sostenimiento del Sujeto Supuesto al
Saber, revelando el des-ser de ese mismo SSS, que es el asidero de un deseo. El analista paga con su persona y
con su nombre reducidos al significante cualquiera por éste atravesamiento.

Por lo tanto, en la actualidad, es el psicoanálisis quien aún sostiene la dignidad del sujeto, del sujeto que no
es Uno, del sujeto que nace dividido, y es el discurso del analista el discurso de la alteridad por excelencia.

Para el psicoanálisis, entonces, si hay Uno es un “uno que dice no”, expresión que recordamos, preside las
fórmulas de la sexuación. Estas fórmulas son una manera de tratar la diferencia ya no en términos valorativos,
ni imaginarios, sino en términos lógicos. Es una escritura para inventar lo real allí donde lo real no deja de no
escribirse.

Podemos situar que la dignidad otorgada al sujeto en la práctica del psicoanálisis, no puede disociarse de su
responsabilidad, es decir: que es el psicoanálisis uno de los últimos discursos que no dimite sobre la
responsabilidad del sujeto.
Decía antes que podemos hablar de una clínica lacaniana, y lo refrendo en éste mismo punto, ya que es a
partir de Lacan que podemos decir que: “el analista no se autoriza más que de él mismo, y ante algunos otros”
pero también que “el ser sexuado no se autoriza más que de él mismo, ante algunos otros”.

Dos cuestiones, entonces: advenir analista y advenir un ser sexuado, en las que Lacan sostiene que no se trata
del reconocimiento del Otro, preservando la iniciativa del sujeto. Pero que, si bien son sin el Otro, es
menester hacerlas públicas. O sea: No sin los otros.
Se trata del modo en que el sujeto accede a su singular dignidad, esa que surge del “saber que existe un saber
articulado y que cada cual, a su manera y en un punto exclusivamente local, es el efecto”. [15]

Por lo tanto: la dignidad del sujeto en la experiencia analítica, no es más que su ser de objeto. Objeto del que
ha hecho el duelo al revelársele que no hay ninguno que valga más que los otros. Objeto que es pura ausencia,
falta, antecedencia, que opera como causa.
“El sujeto está siempre a una cierta distancia de su ser y ese ser no viene a reunirse jamás con él, y por ello
no puede hacer otra cosa que alcanzar a su ser en esa metonimia del ser en el sujeto que es el deseo”[16]
La razón del deseo, del deseo del Otro, es una razón de resto, de irracionalidad, es una razón que sitúa una
pura alteridad.

Este objeto, resto irreductible, no es un objeto que puede evaluarse, medirse, nombrarse.
Este objeto opera como causa del vector del deseo que anima la existencia de un sujeto que es respuesta de
lo real.

Esto llevará a que el sujeto, al desengañarse del SSS, pueda creer allí, en el Inconsciente, donde se le ha
revelado el verdadero agujero. Un análisis produce un sujeto que ya no cree más en el Otro/Dios/ El Padre
sino que cree en su acto. Un sujeto digno de su acto.

Septiembre de 2008.

[1] maritecolovini@gmail.com. La autora es la directora del Proyecto de Investigación:” Efectos sociales de la


globalización del DSM IV”. (2007/2011) Facultad de Psicología UNR.
[2] Lacan, J. Seminario II. Paidós. Buenos Aires, 1986.pag 360, 361.
[3] Pommier, G. Los cuerpos angélicos de la posmodernidad. Nueva Visión. Buenos Aires. 2002,pag 11
[4] El planteo de Pommier es interesante ya que metaforiza lo que por ruptura del lazo se ha desmetaforizado.
[5] Legendre, P. El crimen del cabo Lortie. Siglo XXI. Buenos Aires 1994. pag 11 y 12.
[6] Ya sea que se trate de homicidios sin cadáver (anonadamientos subjetivos) homicidios colectivos (guerras)
o que esos hijos encuentren una salida en la regimentación terrorista
[7] Alvarez, A; Colovini, M. Discurso capitalista y clínica actual. Inédito. Presentado en las IVJornadas de
Investigación. Facultad de Psicología. UNR, 27 y 28 de septiembre de 2001.
[8] Adolphe Quetelet (Gante, 1796-Bruselas, 1874) Matemático belga. Profesor en las universidades de Gante y
de Bruselas y director del Observatorio de Bruselas, se especializó en estadística y astronomía. Aplicó el
método estadístico al estudio de la sociología. Destacan sus obras Sobre el hombre y el desarrollo de las
facultades humanas: Ensayo sobre física social (1835) y La antropometría, o medida de las diferentes
facultades del hombre (1871).
[9] En 1944, en un texto escrito con Oskar Morgenstern, plantea la teoría del juego Theory of Games and
Economic Behaviour.
[10] Entrevista a Ian Hacking, realizada por Asunción Álvarez Rodríguez, publicada en la edición digital de la
revista Cuadernos de materiales en 2007.
[11] Los diferentes Trastornos mentales están codificados tanto en el DSM como en el CIE con letras y
números.
[12] Propiedad de las secuencias en las que cualquier término se puede calcular conociendo los precedentes.
[13] Safouan, M. Jacques Lacan y la cuestión de la formación de los analistas. Buenos Aires, Paidos, 1984.pag
56.
[14] Kieerkegard planteó la diferencia absoluta en su debate con la reconciliación de los contrarios de Hegel.
[15] Lacan, J. Sobre la experiencia del pase. Ornicar 1. Publicación periódica del Champ Freudien. España.
1984. Pag 37
[16] Lacan, J. Seminario: El deseo y su interpretación. Inédito.
Síntomas actuales en la esquizofrenia
Escrito por Emilio Vaschetto .
Bajo este título, un tanto provocativo por cierto, es que me propuse a hablar de cuestiones que tienen que
ver con los hechos clínicos. Hechos clínicos que hacen que muchos de los sujetos que vienen a la
consulta concurran diagnosticados y tratados, sino por ellos mismos, por algún efector de la salud que
responde con prisa a la farmacoterapia sin tenerse en cuenta una orientación verdadera en el
tratamiento.

Mediante la aparición de los manuales estadísticos y diagnósticos, en virtud de los convenios


internacionales, se ha dado un efecto llamativo: la confluencia salud mental - psiquiatría, mediante un
acuerdo de regulación y prácticas sobre los individuos [1] . Por tanto se produjo una suerte de
desvanecimiento del llamado por Lanteri-Laura: "paradigma de las grandes estructuras
psicopatológicas"[2] , para darle lugar al peso "nominalista" propuesto por la clínica pragmática actual;
notables ejemplos destilan el manual DSM con la infinitización de los diagnósticos.

Las presentaciones actuales, beben de la fuente ya erosionada de los discursos hegemónicos donde la
regla es el trauma generalizado, el miedo que toma la cultura y nutre un presente de incertidumbre
fabricada. En los hospitales se perfila una nueva categoría clínica: la urgencia.

Estos síntomas actuales (puedo empezar a enumerar algunos): la fobia social, el trastorno de pánico, el
trastorno obsesivo compulsivo...tienen la particularidad, por su diagramación en tanto fuera de una
psicopatología, de tomar una dimensión transestructural.

A este respecto vamos a considerar desde el psicoanálisis, el caso de algunos pacientes esquizofrénicos
que aparecen frecuentemente bajo estas características, y que toman de dicho discurso cierta
consistencia que lo sustraiga de la significación enigmática en la cual están sumergidos luego de la
eclosión de su psicosis.

Por otra parte, esto suele tener, en el caso por caso, incidencias clínicas ostensibles; observamos muchas
veces que un sujeto diagnosticado como fóbico social (y medicado como tal) por no haberse hecho un
correcto diagnóstico estructural ha perpetuado su sufrimiento ante la emergencia del objeto mirada.

En el universo psiquiátrico de la época se encuentra debidamente registrado que, en el caso de pacientes


que presentan diagnóstico de esquizofrenia y TOC, evolucionan con mejor pronóstico que aquellos
esquizofrénicos a los que no se les añade dicho trastorno. Vale decir, que debemos estar advertidos de la
función de suplencia que se genera en muchos de los casos.

Heterogeneidad de la esquizofrenia

Con el apoyo de la hipótesis dopaminérgica, en los años 80 surgieron dos modelos tendientes a dividir
dicha patología. T. Crow fue el primero en proponer la división en dos tipos dentro de la misma
enfermedad. Una, con perturbación de la transmisión dopaminérgica, y la otra con síntomas deficitarios
que corresponden a una pérdida celular en las estructuras cerebrales; fue seguido por N. Andreasen en la
bipatición de síntomas positivos y negativos con anclaje en un criterio evolutivo de fuerte filiación
kraepeliniana y neojackosniana. Como bien sabemos el gran clínico de Heildelberg aunó bajo el término
de demencia precoz un conjunto dispar de cuadros clínicos cuyo denominador común era el
debilitamiento psíquico (Verblödung). El mismo que también tuvo que matizar su posición , hasta incluso
ironizar, respecto de la noticia de la publicación de Bleuler La demencia precoz y el grupo de las
esquizofrenias en 1911[3] . A propósito de esto E. Bleuler fue quien incorporó a ese conjunto heterogéneo
llamado esquizofrenia una forma imperceptible que la denominó "esquizofrenia latente", cuyo uso
excesivo en la Unión Soviética sirvió de mordaza para los opositores al régimen comunista. [4]
En cuanto al panorama actual, coincidimos con la critica que hace José María Alvarez quien dice: "Se
ignore o no intuya, se admita abiertamente o se silencie, la tendencia actual de la psiquiatría anglosajona
a considerar que la esquizofrenia no es una única enfermedad, a tratar de teorizar la oposición entre las
esquizofrenias tipo I y tipo II, entre unas formas propiamente demenciales y otras productivas, no es otra
cosa que volver a tropezar en la misma equivocación que cometió E. Kraepelin al intentar formalizar una
reunión de hechos tan heterogéneos como los comprendidos en la hebefrenia y en la paranoia antigua" .
[5]

A su vez en la intimidad misma de la esquizofrenia hay una lejanía clínica evidente entre el polo deficitario
de la hebefrenia y el polo productivo delirante, "...su reunión en una misma categoría autónoma resulta
improcedente, por el contrario aquellos que la defienden se topan permanentemente con la problemática
que toda heterogeneidad destila, tratando de paliarla con ligeros reajustes superficiales basados en los
datos que aportan nuevas tecnologías".

Al poco tiempo sabemos que Crow debió matizar su bipartición y considerar que ambos procesos eran
relativamente independientes, por contragolpe, tuvo que añadirse a la escala de cuantificación de
síntomas positivos y negativos de Andreasen un tercer registro: la escala de psicopatología general (The
positive and negative syndrome scale PANSS for schizophrenie).

Pensar, clasificar

La expresión esquizofrenia, ¿podemos pensar que sea un conjunto unitario de fenómenos?, ¿una
categoría inmanente que se desplaza a través de los tiempos?, ¿el casillero vacío ocupado por la escisión
y parademencia que otrora ocupara las teatralidades de la histeria? [6]

Hace algunos decenios se pensó desde otras posiciones teóricas y disciplinarias, que estas
enfermedades eran puros constructos sociales (ejemplo la antipsiquiatría). Hoy poco se discute acerca de
una enfermedad que ha acompañado a la raza humana al menos desde el momento en que tuvo que
pagar el precio por la adquisición del lenguaje.

En el libro del filósofo Ian Hacking, ¿La construcción social de qué?, en una visión crítica hacia la postura
construccionista neta, plantea para las clasificaciones la idea de "clase interactiva": "es un concepto
unitario -dice- que no se aplica a la gente sino a las clasificaciones, a clases, a las clases que pueden
influir en lo que se clasifica. Y debido a que las clases pueden interactuar con lo que se clasifica, la misma
clasificación puede ser modificada o reemplazada". [7]

Esta interacción ocurre en una matriz amplia de instituciones y prácticas que rodean esta clasificación, de
tal manera que cuando las clasificaciones son conocidas por las personas o quienes están a su alrededor
y usadas en instituciones, cambian las formas en que los individuos tienen experiencia de sí mismos.

Podríamos graficarlo de la siguiente manera:

Por otra parte, hay clases indiferentes, los famosos quarks por ejemplo, los cuales no tienen conocimiento
de sí, no son autoconcientes; ellos pueden ser afectados por lo que los científicos les hacen en los
aceleradores pero llamar quark a un quark no da lugar a ninguna diferencia en éste.

Algo muy diferente pasa con la psicopatología, que para Hacking contiene una clase interactiva y una
clase indiferente (la cual no necesariamente es natural, esto englobaría todo el problema de la causalidad
lo cual supera los límites de este sumario escrito). Aquél que adopta un modelo psicológico considera de
algún modo a la enfermedad mental como interactiva, mientras que el que adopta un modelo biológico la
considera como indiferente (con las propiedades que ejemplificamos con el quark).

"No es necesario, refiere el autor, abrazar la antipsiquiatría para constatar que la clasificación como
esquizofrénico, así como las habituales actitudes hacia los esquizofrénicos y también los tratamientos a
que se les somete, son asuntos que los pacientes conocen intensamente, pese a todas sus pérdidas de
lógica y sentido de la realidad". "La clasificación como esquizofrénico -continúa más adelante- afecta de
muchas maneras a las sensibilidades de los clasificados" . [8]

Por ende, el modo en que un individuo diagnosticado como esquizofrénico describe sus alucinaciones ha
cambiado. Si nos remitimos al papel que éstas tenían para el diagnóstico en la época de Kraepelin donde
se privilegiaba el empobrecimiento afectivo y volitivo, o en Bleuler quien recalcaba ante todo los síntomas
fundamentales como expresión psicopatológica de la spaltung de las funciones psíquicas, había muchas
otras enfermedades que podían estar acompañadas de alucinaciones. Luego con la psicopatología de
Kurt Schneider, las alucinaciones auditivas pasaron a síntoma de primer rango y a dominar el área de
diagnóstico; es así que se convirtieron en esquizofrénicos mucha más gente de la que nunca lo había
hecho.

Eugen Bleuler por su lado, con su psicopatología permitía la libre expresión de las alucinaciones
auditivas, pues para él eran relativamente importantes, formaban parte de los síntomas accesorios. Las
alucinaciones llegaron a ser permitidas, tan poco problemáticas que los esquizofrénicos dijeron que las
tenían. "Después, cito al autor, a medida que la esquizofrenia pasó de ser un trastorno que estaba hasta
cierto punto de moda, a un pronóstico que no se deseaba, volvió el afecto plano, y las alucinaciones en
los manuales de diagnóstico más recientes ya no son la clave. El esquizofrénico como una clase de
persona es un objetivo cambiante y la clasificación es una clase interactiva".[9]

Desde esta otra óptica, el problema dado a la noción de heterogeneidad de la esquizofrenia y el problema
de las clasificaciones "es más un problema lógico que médico clínico" . [10]

Daniel, concurre derivado por un psiquiatra quien luego del alta de una clínica psiquiátrica le sugiere un
tratamiento analítico. Llega a su consulta con el diagnóstico de Trastorno obsesivo compulsivo y el
antecedente de ideas suicidas. El mismo reconoce tener ideas obsesivas que se le ponen en la cabeza.
Relata que luego de una indemnización como secretario de un médico, comienza a tener la obsesión de
que ese dinero no le corresponde, que ha sido robado por él. A su vez reconoce lo absurdo de tales
pensamientos y lo opuesto a toda realidad efectiva; le generan una marcada ansiedad y un malestar
persistente. Esto no condice con su ideología, el es músico y posee inclinaciones políticas de izquierda. A
pesar de su lucha, Daniel no puede erradicar las ideas obsesivas de su cabeza, machacan
repetitivamente y sólo algún que otro ritual mitiga en parte estos fenómenos. En aquél trabajo refiere que
no sentía que trabajase, "era un chanta" -dice. "Sin embargo -continúa- todo eso podía seguir existiendo
con un límite: no cobrar la indemnización. Por eso al cobrar la indemnización se me hizo carne".

Hasta aquí, podríamos decir, el diagnóstico de manual combina con la entidad enunciada anteriormente.

Promediando la hora y media de entrevista, se verificó la frase "la indemnización se me hizo carne", como
un punto de localización del goce inicialmente desregulado en el mentismo de su pensamiento, que al
desordenar el mundo imaginario del sujeto, desencadenó las ideas suicidas y la posterior internación.
Daniel expresa que en este tiempo se dio cuenta que las ideas "provienen del costado izquierdo del
cuerpo" ("el peso de los 2200 pesos" -ríe), punto de anclaje hipocondríaco que suple en la actualidad la
ausencia del nombre del padre. Esta localidad lo apacigua y le permite andar por el mundo: "por lo menos
sé que tienen un lugar preciso, lo paradójico es que no sé qué haría si no tuviera estas ideas". "Dinero
recibido por izquierda", "padre militante de la izquierda", "algo de lo ideológico", son sintagmas que
deyectados del Otro confluyen en ese agujero de su ser.-

Para concluir, al hablar de heterogeneidad de la esquizofrenia y el problema de las clasificaciones se


intentó plantear tres niveles: I S R
1- Nivel general (I): de cómo las conceptualizaciones actuales remedan viejos
errores del pasado con la ilusión de hallar el preciado sustrato
anatomopatológico y de qué manera esto disuelve el horizonte clasificatorio
mismo en una continuidad. En este mismo estrato la clasificación misma,
cómo interactúa con el individuo clasificado y éste a su vez con la clasificación
en tanto hace lazos de sentido.

2- Nivel particular (S): el pensamiento estructural, el realismo de las


estructuras argumentado por C. Levis Strauss en la lógica de las
clasificaciones totémicas. El pensamiento humano responde a las leyes
significantes por tanto organiza el universo en pares antinómicos. En la
cabeza del psicopatólogo la organización de síntomas y la existencia en una
estructura, en el psicoanálisis el fenómeno articulado a la estructura y la
clasificación organizada en torno a un elemento faltante (a). El modo en que el
practicante organiza su escucha, una acción estructurada en torno a una
ausencia y un sujeto de la experiencia. [11]

3- Lo singular (R): lo invariante del vacío fundamental y la emergencia del


fenómeno elemental como trastorno generalizado del aparato significante, lo
inclasificable, el sujeto como respuesta a lo real.-

Notas

[1] Belaga, Guillermo, Lo inclasificable. El psicoanálisis, entre la psiquiatría y


la salud mental, Rev. El murciélago N°8, Buenos Aires, Abril/Julio, 1998: 26-
27.

[2] Ver: Lantéri-Laura, Georges, Essai sur les paradigmes de la psychiatrie


moderne, París, editorial du temps, 1998.

[3] Desde entonces se ha descubierto que las suposiciones sobre las que
descansaba el nombre elegido, son, al menos, dudosas. Como tendrá que ser
explicado en detalle más adelante, no se puede discutir la posibilidad en el
presente estado de nuestro conocimiento, de que cierto número de casos no
alcancen una completa y permanente recuperación, y, por otro lado, la
relación con el periodo de la juventud no parece darse sin excepción (...) Si, por
consiguiente el nombre que está en discusión, aún cuando ya ha sido adoptado
en general, tiene que ser reemplazado por otro, es de esperar que no comparta
demasiado pronto el destino de tantos nombres por el estilo y terminar por dar
una naturaleza de la enfermedad, que resultará luego dudosa e incorrecta (...)
sería preferible, en lo posible, un nombre que no dijese nada, como el de
"disfrenia". Kraepelin, Emil, La demencia precoz 1ª. Parte, 1ª. Edición en
castellano, Polemos, Buenos Aires, 1996: 4.

[4] Ver: Garrabé, Jean, La noche oscura del ser. Una historia de la
esquizofrenia, México, editorial Fondo de cultura económica, 1996: 243-276.
[5] Alvarez, José María, La invención de las enfermedades mentales, Madrid,
editorial DOR, 1998: 442.

[6] Colodrón, Antonio, Cinco conferencias sobre esquizofrenia, Madrid,


editorial Triacastela, 1999: 32.

[7] Hacking, Ian, ¿La construcción social de qué?, Buenos Aires, editorial
Paidós, 2001: 173.

[8] Ibid, 189.

[9] Ibid, 190.

[10] Ibid, 204.

[11] Ver: Miller, J-Alain, Acción de la estructura, en Matemas I, Buenos Aires,


editorial Manantial, 1987: 7-23.

Subjetividad y
paradigma
Por Silvia Szwarc

Partiendo de que los imperativos actuales de la


ciencia son acordes con la tendencia de los
dispositivos de clasificación y control de una
sociedad (I. Hacking), en este trabajo se exponen
y analizan, en particular, investigaciones en
neurobiología (Damasio, Kandel) que van en este
sentido. A partir de ello se demuestra que estos
estudios no solo están atravesados por problemas
teóricos sino tambien por problemas éticos y
políticos, en tanto, por responder al paradigma
continuista, tienden a excluir la dimensión
subjetiva. Además, con ellos se pretende validar
En tanto la
clasificación actúa
hipótesis de las terapias cognitivo-
sobre aquello mismo comportamentales, reservándole al psicoanálisis
que nomina y organiza
en clases es que se
un lugar tal que afecta sus fundamentos, pero
pueden llegar a contando con el apoyo de cierta pretendida
construir modelos a
partir de los que se
corriente del mismo. Por último, establece la
define lo normal y lo función y el lugar reservado al síntoma en el
patológico.
psicoanálisis lacaniano.

Los husos [1] actuales de la


subjetividad
Ian Hacking desde su cátedra del College de France y
en los libros que ha ido publicando, centra su
investigación en lo que ha denominado "maneras de
fabricar gente".

Los ejemplos históricos que trabaja y sus contextos, de


los cuales extrae ciertas coordenadas- nos sugieren la
siguiente hipótesis: esas "maneras de fabricar gente" es
encontrar los dispositivos a través de los cuales una
época teje y organiza los hilos de la subjetividad.

Encuentra que las clasificaciones de las personas y sus


Alrededor de las
clasificaciones surgen comportamientos son dinámicas, esto es que entre las
recursos e cosas clasificadas y lo que subsume bajo ellas se
instituciones que
cumplen los que él produce una interacción, que llama efecto "bucle", por
denomina los el que se puede llegar a una modificación de los
imperativos actuales
en ciencia:
sentimientos y los comportamientos de las personas
medicalizar, que han sido evaluadas lo que a su vez, repercute en
establecer el origen
genético, transformar
las clasificaciones.
calidad en cantidad,
biologización y
normativización. En tanto la clasificación actúa sobre aquello mismo que
nomina y organiza en clases es que se pueden llegar a
construir modelos a partir de los que se define lo normal
y lo patológico.

Este es el hilo que organiza su investigación sobre los


diferentes modos por los que una sociedad logra dar
consistencia a los nombres que produce, que no son
ajenos a los intereses políticos y económicos que
sostiene.

"Así cuando se trata de seres humanos clasificar puede


ser una manera de construir gente".

La pregunta que organiza su investigación en este punto


es si las llamadas enfermedades mentales transitorias,
es decir aquellas que se manifiestan en un determinado
momento y luego desaparecen, son reales o
socialmente construidas.

En una amplia investigación sobre diferentes patologías,


en Salud Mental, pone en evidencia, cuatro elementos
clasificaciones, lo subsumido en la clasificación, los
conocimientos e instituciones y las categorías
administrativas que distribuyen las clasificaciones

Alrededor de las clasificaciones surgen recursos e


instituciones que cumplen los que él denomina los
imperativos actuales en ciencia: medicalizar, establecer
el origen genético, transformar calidad en cantidad,
biologización y normativización. Esta última consiste en
hacer que las personas que entran dentro de una
categoría, no se desvíen de la norma, para que la
categoría funcione.

Estos imperativos que Hacking aísla son fácilmente


localizables en la neurobiología que sostienen E. Kandel
y Antonio Damasio en los que- la moral, la racionalidad,
la memoria y el aprendizaje tienen su sede anatómica
en circuitos neuronales específicos, objeto de la
investigación actual a partir de la potente tecnología de
las neuroimágenes: resonancia magnética, Spect, etc.

Ilustremos a partir de los cinco paradigmas del premio


Nóbel de Medicina del año 2000, E. Kandel de qué modo
un problema de conducta se transforma en problema
médico, se establece y modifica el componente
genético, una manifestación de miedo o de angustia se
transforma en déficit de serotonina [2] y se restauran
los niveles óptimos con una molécula (un fármaco)

Es crucial señalar la desaparición del psiquismo a este


nivel

Creemos que estos principios se constituyen en la


encarnación misma del paradigma continuista

1er. Principio:…los problemas de comportamientos


que caracterizan las enfermedades psiquiátricas son
problemas de la función cerebral aún en los casos donde
las causas de estos desórdenes son decididamente de
origen ambiental.

2º. Principio:… uno de los componentes que


contribuye al desarrollo de las enfermedades mentales
es genético.

3º. Principio:…el aprendizaje, comprendido allí el que


resulta de un comportamiento anómalo produce
modificaciones de la expresión genética. Así todo lo que
concierne a la "cultura" está finalmente expresado como
de la "naturaleza"

4º. Principio:…las modificaciones de la expresión


genética producidas por el aprendizaje, inducen cambios
en las formas de las conexiones neuronales. Estos
cambios no inciden sólo en la base biológica de la
individualidad sino son probablemente responsables de
la iniciación y del mantenimiento de anomalías del
comportamiento inducidas por las contingencias sociales

5º. Principio:….porque la psicoterapia o el consejo


tienen un efecto real y produce cambios a mediano
plazo en el comportamiento, lo hace probablemente a
través del aprendizaje, produciendo transformaciones
en la expresión genética que modifican la fuerza de las
conexiones neuronales e inducen modificaciones
estructurales de la forma anatómica de las
interconexiones de las células nerviosas en el cerebro.
Como la resolución de las neuroimágenes mejora
permanentemente, podría eventualmente hacer posible
una evaluación cuantitativa de los efectos de la
psicoterapia. [3] [4]

En el último principio queda claramente formulado el


lugar donde actuarían las psicoterapias, afectando
directamente el real de la ciencia: los circuitos
neuronales y sus conexiones. A este nivel el psiquismo
ha desaparecido. Las terapias cognitivos conductuales
se sitúan dentro del paradigma continuista. Son
efectivas y pueden evaluar sus resultados, por las
modificaciones obtenidas a nivel del trastorno específico
que hay que reducir.

"Las TCC, en cuanto a ellas, se sitúan en un plano que


se pretende infra-psíquico, o desprovisto del registro
psíquico, apelando al aparato nervioso, el cerebro, etc.
Ellas desvían el psiquismo como tal y vemos esto
entonces, son prácticas infra- discursivas, incluso si
hacen uso de la palabra como útil de comunicación,
pretenden tocar directamente lo real" [5]

El DSM IV instrumento privilegiado de diagnóstico,


pronóstico y tratamiento ha determinado el perfil de
una nueva clínica

En la misma se trata de hacer desaparecer el síntoma,


nombrado como trastorno de manera difusa; el
psiquismo desaparece ya que lo que está en juego es lo
neurobiología.

Antonio Damasio o la abolición de la


alteridad
Damasio intenta construir una neurobiología de la
racionalidad. Es a partir de allí que escribe El error de
Descartes que consistiría, según Damasio en separar el
cuerpo del pensamiento mientras que –para su
elaboración- el pensamiento es el resultado de la
complejidad de los circuitos neuronales productos de la
evolución. Luego "el error de Descartes" es haber
sostenido "Pienso, luego soy" cuando en realidad, de lo
que se trata es que primero está el ser (y su
La concepción de
complejidad evolutiva) que hace posible pensar.
Damasio, es la de un
organismo solitario,
profundamente
autista, centrado
El sistema Damasio
sobre una
autorregulación
Un organismo viviente es una máquina homeostática,
homeostática puesta a que mantiene un medio interno y una barrera
punto en el curso de
la evolución.
protectora contra el exterior que garantizan su
supervivencia. Estos mecanismos se encuentran a lo
largo de la escala evolutiva desde los más simples a los
más complejos y su adquisición es genética.
Lo que nos interesa
subrayar es la
inversión del orden de Un estímulo proveniente del medio externo o interno
causalidad: si por desencadena una serie de reacciones que llegan hasta
ciertos signos, el
grupo lo considera el cerebro movilizando los recursos del organismo.
muerto Spinoza, recuerda Damasio denomina"conatus" a la
simbólicamente, lo
que sobreviene es la tendencia propia de la vida de los organismos de
muerte física ya que perseverar en su ser. "Bueno" en este contexto, es todo
no hay regulación
posible de los
aquello que vaya en ese sentido y "malo", lo que atente
procesos que se contra ello.
generan en el sistema
nervioso simpático y
parasimpático.
Los mapas emocionales y el
cognitivismo emocional
A mayor complejidad evolutiva fueron apareciendo
órganos especializados- los sistemas nerviosos,
controladores de la homeostasis y en el
desencadenamiento de acciones reparadoras. Para ello,
los cerebros poseen cartas corporales que permiten la
síntesis de las señales provenientes del cuerpo.

Cuando los trastornos Las nuevas protagonistas en la neurología se llaman:


dependen de la células spindles, ínsulas, cingulate anterior y la corteza
bioquímica cerebral,
que produce la frontoinsular [6]
proliferación de los
más diversos síntomas
cuya normalización Las emociones-cambios físico-químicos a nivel visceral,
depende de la ingesta en un nivel superior se convierten en sensaciones y se
de un fármaco, el
pasaje al acto como traducen como cambios corporales.
respuesta encuentra
en el trauma
generalizado su Son estas modificaciones las que el cerebro puede leer
correlato.
como señales y actuar en consecuencia para evitar la
desestabilización.

El paradigma del cognitivismo emocional encuentra aquí


su fundamento.

Se trata de un proceso no verbal: el lenguaje no es un


prerrequisito para la conciencia

La conciencia no es un epifenómeno sino lo que permite


organizar una cierta cantidad de información
indispensable para la supervivencia y la toma de
decisiones.

Cada individuo es su propio productor de


representaciones (el cine de la mente) en función la
actividad de su sistema de emociones y de sentimientos
y, en último plano, en función de la constancia de sus
equilibrios internos. No es accesible a cualquier
pensamiento o idea que podría sugerirle la sociedad.

Para entender a Damasio, señala Hacking, como


anatomista y fisiólogo del cerebro hace de la emoción,
del cerebro y aún el sí mismo –los ingredientes de un
sistema homeostático. La concepción de Damasio, es la
Nos hallamos ante la de un organismo solitario, profundamente autista,
paradoja de que la
opacidad que centrado sobre una autorregulación homeostática
caracteriza al síntoma- puesta a punto en el curso de la evolución. "Los
antinómico a la
comunicación por su sentimientos y las emociones forman parte del lenguaje
carácter autista, se de las personas, para expresarse y para describir a los
constituye no sin el
extrañamiento del otros. Pero, Damasio propone algo diferente: una
valor de goce singular identificación anatómica instauradora de las
que tiene para cada
quien, en aquello que emociones (….) Damasio va seguramente a continuar
como común haciendo lobby para la identificación del lenguaje con
denominador los
agrupa, y les permite
conjeturas anatómicas actuales" [7]
nombrarse.

La experiencia, la rata y el ser


hablante
Es en este punto que recordamos los trabajos de
Cannon, que Claude Levi- Strauss trabajara en La
Antropología estructural, al considerar la muerte por
vudú: los complejos procesos fisiológicos concomitantes
a la pérdida de referencias en el marco simbólico,
podían llevar a un individuo a la muerte sin que hubiera
intervenido otro factor. Y culminaba ese punto del gran
capítulo (El hechicero y su magia) con la afirmación de
que "la disolución de la personalidad física seguía a la
disolución de la personalidad social".

Lo que nos interesa subrayar es la inversión del orden


de causalidad: si por ciertos signos, el grupo lo
considera muerto simbólicamente, lo que sobreviene es
la muerte física ya que no hay regulación posible de los
procesos que se generan en el sistema nervioso
simpático y parasimpático.

Más cerca de la experiencia psicoanalítica, estamos


hablando de acontecimientos del cuerpo en tanto el
significante es causa de goce.

Pero, hablar de cuerpo como aquello de lo que se goza,


y de un inconsciente que cifra goce, es hablar del ser
hablante y de las marcas de goce que el lenguaje
produce y de la posibilidad de hacer la experiencia por
donde reconocer sus marcas.

Al nivel del organismo, de los circuitos neuronales y de


los niveles de serotonina, el psiquismo ha desaparecido
y, la experiencia también.

Es de la unidad ratera de lo que se habla y de la


continuidad de la escala animal de complejidad
creciente como producto de la evolución, desde el
molusco investigado por E. Kandel a las ratas de los
laboratorios, y de allí al hombre [8].

Cuando los trastornos dependen de la bioquímica


cerebral, que produce la proliferación de los más
diversos síntomas cuya normalización depende de la
ingesta de un fármaco, el pasaje al acto como respuesta
encuentra en el trauma generalizado su correlato.

Asistimos en acto a que la ciencia, más que sostenerse


de un discurso, es lo que "hace estallar a todos los otros
discursos" [9]

Pero la transmisión se efectúa a partir de los


dispositivos que cuenta la sociedad, los medios de
divulgación masiva. La sociedad del espectáculo,
entonces, señalaba E. Laurent [10], es el nombre del
dispositivo que permite que los cuerpos librados a sí
mismos se emparejen con los nombres que oferta.

Podemos ubicar también la disyunción producida entre


el síntoma y el sentido y de qué modo el síntoma pierde
a partir del discurso científico su función de verdad
mentirosa[11].

Una política de los síntomas que los considera como


trastornos a erradicar al mismo tiempo que promueve el
grupo monosintomático como lugar de identificación en
el que el empuje a la confesión, la humillación pública
crea lazos solidarios en la tarea común que se
emprende con total exclusión de un saber del lazo
singular que cada cual tiene con su síntoma.

Lo dicho nos permite ilustrar los modos por los cuales el


empuje a la normativización se lleva a cabo en ellos: se
normaliza una categoría a partir de una norma para la
categoría y se normaliza al individuo en el seno de una
categoría esforzando su aproximación a la norma

Nos hallamos ante la paradoja de que la opacidad que


caracteriza al síntoma- antinómico a la comunicación
por su carácter autista, se constituye no sin el
extrañamiento del valor de goce singular que tiene para
cada quien, en aquello que como común denominador
los agrupa, y les permite nombrarse.

Comunidad imaginaria que los vuelve homogéneos a


partir del desconocimiento por el cual se agrupan, se
mimetizan, se reconocen. Lo que constituye una
verdadera elección ética, es el no querer saber del
Allí donde del exilio en el cual se instalan.
inconsciente ni
rastros, la teoría del
afecto ocupa un lugar
La culpa concomitante al desconocimiento del deseo
privilegiado en el
diálogo emprendido produce lo que J. Lacan en La tercera, denominó
con las neurociencias. "síntoma social" [12].

Podríamos añadir que, las investigaciones que Ian


Hacking ha realizado sobre "los locos viajeros" y "la
epidemia de personalidades múltiples" como ejemplos
concretos de enfermedades transitorias, ilustran de qué
modo una época, ofrece semblantes donde síntomas
multiformes van a alojarse constituyendo verdaderas
epidemias.

Es el carácter epidémico lo que nos interroga.

Creemos que este filósofo de la ciencia que se reconoce


tributario en parte del pensamiento y de la metodología
foucaltiana, nos permite leer sintomáticamente el
descrédito de la clínica: si las clasificaciones son
transitorias ¿es por causa de su precariedad o por qué
las enfermedades al ser nombradas se volatilizan
después de un período de gloria? Es el carácter
absolutamente contingente de lo que se recorta y de
cómo se lo nombra lo que lo vuelve prescindible. ¿Qué
real está en juego?

El nominalismo dinámico reconoce la volatilización del


semblante, del cual el nombre no sería sino una
consecuencia. Logra establecer el "nicho" que una época
determinada ofrece para determinada patología,
describe la extensión que adquiere la novedad que se
extiende como epidemia. Establece los falsos recuerdos
que es posible provocar en cascada a partir de la
sugestionabilidad de los pacientes por el entusiasmo de
los profesionales descubridores de una nueva patología.

Su proliferación, ¿no sería un modo de ilustrar las


consecuencias de lo que J. Lacan denominaba-
alimentar al síntoma de sentido?

Nos parece encontrar allí un hilo, o más aún, una


verdadera madeja de recursos en relación a lo que
señalaba como tarea para los psicoanalistas: "estar a la
altura de la subjetividad de la época".

No se trata de un problema exclusivamente teórico, sino


a la vez, ético y político. Los modos de nombrar
implican distribución de recursos, instituciones, de
instancias burocráticas que lo administran, que
detentan el poder del saber, ubicando gente según las
clases donde van a ser incluidas y por lo tanto
modificándolas y transformando su abanico de
posibilidades.

Es lo que Foucault denominó la bíopolítica y Hacking


"Maneras de fabricar gente". Estos modos de "hacer
gente" son los modos de construir subjetividad acorde
al discurso capitalista y manifestaciones del síntoma
social, de "la época de la inexistencia del Otro y la
llegada al cenit del objeto a." [13]

El Psicoanálisis cognitivista y su
alineación con las neurociencias
A partir de las neuroimágenes cognitivas se sueña con
desactivar la memoria, borrar los recuerdos
traumáticos, se proyectan sujetos sin memoria y por
ende, sin trauma.

El Proyecto de una psicología para neurólogos es el


punto de partida por donde importantes sectores del
psicoanálisis de la IPA, está dispuesto a reformatear al
psicoanálisis y convertirlo al cognitivismo. [14] El
Psicoanálisis corre peligro de disolverse en una
psicología del trauma generalizado [15].

Si seguimos las investigaciones que se llevan a cabo en


el campo de las neurociencias y a las que se suma un
sector importante del psicoanálisis que postula nuevos
"modelos integradores" [16] y se sostenga en el mismo,
que "el trastorno de estrés postraumático [17] se
convierte en un campo aún en desarrollo incipiente,
pero que muestra la complejidad de la articulación
psiquismo/cerebro" que encuentra su referente en
Freud.
Siguiendo esta articulación, podríamos preguntarnos si
el "psiquismo" no sería sino un epifenómeno del
cerebro, tal como el órgano-dinamismo solía enunciarlo
en el siglo pasado.

Encontramos en la misma revista, pero en la


correspondiente a Abril 2001, No.7 consagrada a la
presentación del primer número de la revista Neuro-
Psychoanalysis: An Interdisciplinary Journal for
Psicoanálisis and the Neurosciences. Volume 1, No. 1,
1999. Internacional University Press, la presentación del
espíritu que anima esta colaboración interdisciplinaria
por parte de sus directores: "El objetivo de esta nueva
revista es crear un diálogo abierto con la intención
de reconciliar las perspectivas de la mente del
psicoanálisis y la neurociencia…Si ambas disciplinas
están empeñadas en la misma tarea
fundamental…."

Del inconsciente ni rastros. Señalan los autores que,


"simplificando, el psicoanálisis puede aportar la
sofisticación en la comprensión y elaboración de
constructos sobre los mecanismos de funcionamiento de
la psique, y la neurociencia un método de evaluación
externo, científico, con el que perfilar, modificar
(¿sustituir?) [18] y validar dichos constructos. Intento de
integración, nos señalan, que ya tiene lugar en otras
ramas de la psicología (Windmann, 1998, sobre los
trastornos del pánico integrando la teoría cognitivo-
conductual con los datos provenientes de la
neurociencia) en la búsqueda de ser más
específicas.

Allí donde del inconsciente ni rastros, la teoría del afecto


ocupa un lugar privilegiado en el diálogo emprendido
con las neurociencias: "se intenta clarificar los
correlatos anatómicos y fisiológicos de las ideas básicas
y los conceptos más generales del psicoanálisis"

En un "resumen didáctico" de la teoría freudiana de los


afectos, el aparato mental sirve al propósito
biológico de atender las imperiosas necesidades
internas del sujeto… Estas necesidades se
expresan a través de las "pulsiones". Podemos
observar una deformación constante del lenguaje
empleado que permitirá la intersección del psicoanálisis
y la neurociencia, al precio de la desaparición misma del
psicoanálisis.

El Psicoanálisis y el síntoma
Síntoma es el nombre clínico de la verdad cuando esta
nos perturba.

Pero el inconsciente miente, como le muestra la joven


homosexual. Su estatuto es simbólico e imaginario. Si el
inconsciente miente, la angustia es lo que no engaña.
Hacer la experiencia de la angustia es lo que permite un
psicoanálisis, es la ruptura de la homeostasis, es el
encuentro con lo hétero, es la ruptura de la monada de
goce que pregona e intenta sostener a toda costa a
través de los medios de divulgación masiva el
paradigma continuista que no es otra cosa que el
discurso capitalista.

¿Entonces?

Si el psicoanálisis es permanentemente absorbido por la


cultura, sus producciones, el Edipo, la interpretación cae
en el desencanto…

Este es el punto particular sobre el cual K. Popper


denostaba al Psicoanálisis; cuestionaba la creencia de
Freud respecto al saber en lo real del que se sostenía
toda su construcción.

Es la verdad variable, el régimen de la verdad de la que


el inconsciente es isomorfo. El fin de un análisis no es la
identificación al inconsciente, ya que "el inconsciente
resta Otro" [19], pero un análisis sólo es posible a partir
de su emergencia. El inconsciente es llamado en
interconsulta. De allí que, la experiencia de un análisis
le da al sujeto el sentido de sus síntomas [20].

Los síntomas no son trastornos, son síntomas de la no


relación sexual. En el agujero de la no- relación sexual,
lo que hay es el síntoma. Pretender eliminar el síntoma
es también eliminar a su sujeto para crear un cyborg,
un autómata, una civilización sin malestar, lo que es,
después de Freud, imposible.

No se trata de curarse del síntoma sino de


encontrarle una función. Allí está el arte.

Y si la evaluación es extraer algo de la


indiferencia [21] no es sin el acto analítico; no es sin una
presencia viva capaz de ir contra lo inercial, contra la
nebulosa que todo lo absorbe y lo iguala, contra el
empuje de la pulsión de muerte capaz de cosechar
tantos adeptos cada día.

1- Utilizo expresamente "huso" ya que se trata de un instrumento


que sirve para tejer, retorcer los hilos, con los que se construye
una trama . S.S.
2- Al parecer, el principal mecanismo implicado es la disminución de
aminas biogénicas (noradrenalina, serotonina y dopamina) y los
efectos que tal disminución conlleva a nivel de las neuronas
postsinápticas, quienes por carecer de un estímulo adecuado, no
conducen a la activación necesaria de enzimas y genes que
garantizan un estado eutímico. Las neuronas serotoninérgicas
parten del rafe medio y las noradrenérgicas del locus coeruleus a
nivel del tallo cerebral, proyectándose a diferentes estructuras
del cerebro anterior, amígdala, hipocampo, hipotálamo, cuerpos
mamilares, núcleo accumbens y corteza cerebral; esto explicaría
los síntomas asociados a la depresión como pérdida del apetito,
insomnio, pérdida del interés, disminución de la concentración y
comportamiento o ideación suicida, cuando se comprometen
tales proyecciones neuronales (Kleinman & Hyde,
1993). A pesar de ello aún no se ha podido demostrar,
después de más de tres décadas, que la deficiencia o
exceso de tales aminas biogénicas sea necesario o
suficiente para la presentación de los trastornos del
estado de ánimo (Akiskal, 1995).Las negritas son
nuestrashttp://www.psicofarmacologia.bizland.com/TDM.html
3- E. Kandel, 1998. Trad. Francesa 2002.
4-
5- J.A.M. Seminario de la Orientación Lacaniana, inédito, clase del 3
de marzo del 2004 . Intervención de J.F.Cottes.
6- "Estas neuronas que forman estos circuitos aparecieron
probablemente hace unos 10 a 15 millones de años en un
ancestro común de los simios y los humanos. Creemos que
dieron un salto evolutivo hace 100,000 años y que han
desarrollado mapas emocionales para el cerebro sentimental del
ser humano. El cingulate anterior, por ejemplo, que es el área
más antigua, es un sistema de enseñanza que toma toda la
información de los circuitos emocionales humanos y luego las
envía a todas partes de la corteza cerebral para que el cerebro
decida que acción tomará", explicó Antonio Damasio, neurólogo
del Centro Médico de Iowa y autor del libro "Buscando a Spinoza:
alegría, pena y el cerebro sentimental".
7- Hacking, Ian, "Minding the brain", The New York Review of
Books, June 24, 2004, pp.32-33.
8- SORIA CARLOS. Estrés, Ansiedad, Depresión: Una secuencia
clínica progresiva. La personalidad como target farmacológico
"Desde la neurofisiología observamos que, en reposo, estos
pacientes no son distintos de las personas normales. No varía la
conductancia cutánea, la respiración, la tensión arterial, la
variabilidad del índice cardíaco; pero, en condiciones de estrés,
por esa falta de reactividad, por esa falta de plasticidad que
"viene de fábrica", , no responden adecuadamente, es decir, que
presentan una menor flexibilidad autonómica. Entonces se amplió
nuestra comprensión de algunos mecanismos al observar que,
según la dosis, podíamos incidir sobre distintas vías y ser
eficientes en una gran cantidad de cuadros. Pasamos de drogas
de hallazgo a drogas de diseño y de éstas a drogas
transnosológicas, comprobando que una disfunción en la base
serotoninérgica podía verse en la clínica –merced a los niveles de
asociación del cerebro– con rostros tan distintos como trastornos
fóbicos, afectivos, psicóticos, del control de los impulsos, etc. De
manera que la difusión de una disfunción puede surgir en la
clínica de modos muy diversos y todos ellos pueden ser
manejables con un control de las vías Nosotros estamos logrando
transformar desde el nivel molecular, elementos que se van a
traducir en la personalidad, en el hacer conductual y social de un
sujeto. El concepto de vulnerabilidad tiene un par
complementario que es el concepto de resiliencia. La resiliencia
alude a la capacidad de superar la adversidad y salir fortalecido
de ella. Quizás nuestras próximas reuniones puedan girar en
torno a este tema ¿Por qué determinados sujetos tienen, como
dicen los norteamericanos, la capacidad de rebotar y
recuperarse? Eso tiene también un fundamento psicológico,
evolutivo y biológico. Ante todos estos conceptos, y para
terminar, quisiera recordar una frase de Eric Kandel –nuestro
reciente Premio Nóbel– quien decía que: "Cuando los
historiadores estudien la segunda mitad del siglo XX,
probablemente reconocerán que buena parte de los
conocimientos más interesantes de la cultura moderna y de los
discernimientos más profundos sobre la mente no habrán sido el
resultado de la filosofía, de la literatura o de las artes plásticas,
ni tampoco del psicoanálisis o la psicología, disciplinas que
tradicionalmente están relacionadas con la cultura y la mente,
sino de la biología"
Médico psicoanalista y Especialista en Psiquiatría y Farmacología.
Profesor Autorizado de Clínica Psiquiátrica, FAC. de Medicina,
Univ. Católica de Córdoba. Presidente del Colegio Argentino de
Neuropsicofarmacología.
9- J.A.M. Seminario inédito « Le lieu et le lien ».
10- E.Laurent. El reverso del síntoma histérico, en Síntoma y
nominación. Editorial Tres Haches, Buenos Aires, 2004.
11- Cf. JAM. Discurso en el IV Congreso de la AMP, Comandatuba,
2004.
12- LACAN J. La tercera: "Síntoma social hay sólo uno, en donde
cada uno es un proletario ya que no hay lazo social con el que
hacer semblante".
13- En el hospital Melchor Romero, (de Buenos Aires) Genset, una
sociedad consagrada a la investigación del genoma, cuya sede se
encuentra en la rue Royale del 8o arrondissement de Paris y cuyo
negocio es "extraer genoma de las informaciones que
permiten a los laboratorios farmacéuticos concebir nuevos
medicamentos", explica el director del departamento de
bioinformática. Genset quiere descubrir genes ligados a los
trastornos bipolares, y conduce estudios al nivel mundial, el
hospital (Melchor) Romero incluido. Se toman muestras de saliva
de los pacientes que sufren trastornos bipolares y sobre otros
que no lo padecen. Esas muestras son enviadas a Paris por avión
donde Genset dispone de la tecnología industrial más avanzada
del mundo en investigación genética. En el servicio de
psicopatología del hospital Romero, el diagnóstico de este
trastorno no se practica. Los psiquiatras en Romero deben
adaptar esta clasificación de los pacientes a las exigencias de la
administración del hospital, que ha obtenido un financiamiento
de Genset por participar de sus estudios.
Esta información la obtiene de un libro que le hacen llegar, a
punto de publicarse "La Raison pharmaceutique", un libro de
antropología- nos dice- un estudio apasionante sobre el pequeño
mundo del hospital y el gran mundo de la investigación genética.
Su tema principal el trastorno bipolar, antiguamente enfermedad
maníaco- depresiva, aún más atrás en el tiempo "la locura
circular". El lugar de investigación, el hospital Romero, en un
barrio de Buenos Aires....
El autor del libro es Andrew Lakoff
Lo que Hacking destaca es el empuje a la mundialización tanto
de las clasificaciones como de los fármacos que las tratan.
http://www.college-de-
france.fr/media/phi_his/UPL52820_cours7ih.pdf
14- Revista Apertura Psicoanalítica .Hacia modelos integradores
http://www.aperturas.org/temariogeneral.html
15- LAURENT E. Lettre mensuelle, abril 2005.
16- APERTURAS PSICOANALITICAS. Hacia modelos integradores.
Revista de Psicoanálisis. Noviembre 2000. No.6: Neurobiología
del trastorno de estrés postraumático.
17- Disminución del volumen del hipocampo, sitio relacionado con la
regulación de la memoria y que interviene en la extinción de los
condicionamientos, por lo cual la hipotrofia del hipocampo dejaría
al sujeto con menor capacidad para la extinción de las respuestas
condicionadas que hacen que cualquier estímulo que se asocie al
trauma desencadene el recuerdo del mismo.
18- Sic (revista mencionada en nota 11).
19- J.LACAN , seminario inédito L’insu.
20- NEPOMIACHI R. En Clínica del final de análisis. Sentido y fin de
análisis, EOL, Conferencia del 17 de noviembre 2004.
21- BARTHES R., La música, la voz, la lengua, en Lo obvio y lo
obtuso , Paidós, 1992(referencia proporcionada por Graciela
Esperanza).

Dalila Arpin
Psicoanalista. Miembro de la ECF y de LATIGO
Paris - Francia

En este tercer número de Latigazo, encontraran la primera parte de un texto de Eric Laurent de gran actualidad: la crisis del
DSM. Él nos libra los resultados de una profunda investigación que llevó a cabo tanto del lado de los “iniciados” –
especialistas que contribuyeron a la elaboración de este manual de diagnóstico- como de epistemólogos, con respecto al
DSM. Los primeros dan cuenta de las condiciones objetivas que han rodeado los estudios científicos y la redacción del
documento, siendo que los segundos, develan tanto los fundamentos filosóficos y la lógica oculta de la DSM como los
resortes de su crisis: What went wrong ?
De su lectura de los trabajos de Allen Frances, que, como el texto lo recuerda, se formó como psicoanalista en el seno del
Columbia Institut, Eric Laurent destaca al mismo tiempo un síntoma contemporáneo: "A medida que nuestro mundo
está cada vez más globalizado y homogeneizado, también disminuye nuestra tolerancia respecto a la excentricidad o la
diferencia, que de repente tendemos a medicalizar. Esta tendencia hacia la normalización de la conducta no significa que
estemos más enfermos que antaño." Intolerancia que puede tomar otras formas, como el racismo, por ejemplo. Esto resuena
en forma particular en nuestros días, en que una polémica ha sido objeto de debate en torno a los espectáculos del humorista
Dieudonné, virulentamente antisemita, prohibidos recientemente por el Ministro del Interior, Manuel Valls [1].

Leerán luego en este número la reflexión de Carlos Motta, psicoanalista de la EOL y miembro de Látigo, sobre un film
documental de Louis Malle, citado por Lacan. El realizador, al filmar los fragmentos de real en Calcutta, “da en el blanco”,
como dice Lacan. En efecto, cuando se va a la India, uno no puede dejar de sorprenderse por el impacto de ciertas
situaciones: gente que, no solamente vive en la calle, sino que se hacen arrancar dientes, niños mutilados a propósito para
obtener una limosna, discapacitados de todas clases que recorren las calles, hambrientos, en busca de algunas rupias,
constituyendo verdaderas encarnaciones de la “miseria humana”. La gestión de Louis Malle se ubica, de este modo, lo más
cerca posible de lo real y, en este sentido, está en línea directa con lo real en el siglo XXI, el tema del Congreso de la AMP,
de este año. Esta nos recuerda, como lo dice Carlos Motta, que a lo real hay que hacerse, soportarlo y podríamos agregar,
habituarse, como dice Lacan[2]. Carlos Motta postula que lo simbólico puede circunscribir el triunfo de lo imaginario. En

tanto que psicoanalistas, estamos entonces concernidos por las manifestaciones de los fragmentos de lo real, que van del
hambre a la privación de la libertad. Es así que encontraran, para terminar, la entrevista realizada por Raquel Cors y Heidi
Gehler, miembros de Látigo, a Samuel Doria Medina, hombre político y empresario boliviano, secuestrado por el
Movimiento Túpac Katari de Liberación (MRTKL) en 1995, durante un mes y medio.
Samuel Doria Medina habla de un tema tabú: la negociación con los secuestradores y la manera de servirse de esta gestión
para desalentar los secuestros. Su testimonio rinde cuenta, igualmente, de un punto preciso : aceptar la muerte, luego de
haber sido secuestrado, le permitió restablecer “la juntura más intima del sentimiento de la vida”[3].

A ustedes, lectores de Latigazo, de descubrir este número apasionante que aparece para festejar el primer cumpleaños de
Látigo !
***

La crisis post-DSM y el psicoanálisis


Eric Laurent

Quisiera comenzar, para estas reflexiones sobre la crisis de las nuevas normas clínicas, por los debates animados que
acompañaron la publicación del último DSM. Estos debates atestiguan sobre la vitalidad, la potencia y la diversidad de las
universidades americanas. Su carácter multipolar contrasta con la discreción de las universidades francesas y europeas sobre
las cuestiones fundamentales de lo que está en juego acerca del lugar de la psiquiatría en nuestra sociedad. Los sistemas
europeos, centralizados, dominados por las instancias reguladoras de las burocracias sanitarias producen falsos consensos,
obtenidos en negociaciones tras las puertas de comités eclécticos. Gracias a estos debates norteamericanos, disponemos
ahora de una serie de respuestas a la pregunta sobre “aquello que salió mal con el DSM-5” (“What went wrong with the
DSM-5”),también de parte de aquellos que siguen globalmente favorables a la empresa DSM, que de aquellos que se oponen
radicalmente. Un acuerdo se vislumbra sobre la ruptura operada por la última edición del manual sin que haya un acuerdo
sobre la naturaleza exacta del franqueamiento de esta ruptura.
La crisis vista por los iniciados
Los debates han tenido la particularidad de incluir puntos de vista críticos formulados por los antiguos responsables de alto
nivel de las ediciones precedentes. Ya sea el fundador de la totalidad del proyecto DSM, Robert Spitzer, o bien una de las
ocho personas que hicieron el DSM III como Nancy Andreasen - quien fue invitada recientemente a Paris por la Association
Franco-Argentine de Psychiatrie, para escuchar sus posiciones actuales, o incluso Allen Frances, responsable del DSM IV.
Dejemos de lado, por el momento, las críticas de Spitzer que tocan sobre todo los procesos burocráticos de la elaboración
del DSM-5, los secretos, cláusulas de confidencialidad, hermetismo de los comités, retrasos en los ensayos clínicos (field
trials) etc…
Para Nancy Andreasen[4], el mal esencial viene de que el DSM ha sido aceptado como una referencia de manera

dominante que el manual ha eliminado todos los otros abordajes en Psicopatología. Un monopolio se instauró con los
efectos perversos de los monopolios. Ella constata que ya no hay otras investigaciones en el campo de la psicopatología en
los E.E.U.U. Sólo subsiste la movilización de los mejores especialistas de los campos diversos para establecer los criterios y
los items que van a definir la lengua empírica y positiva perfecta soñada por aquellos que concibieron el manual. Es esto lo
que ha mostrado la muy laboriosa puesta a punto del DSM 5, teniendo en cuenta las interminables horas de reuniones de
miles de especialistas. Esta empresa devorante es, para Nancy Andreasen, tal vez demasiado ambiciosa con los ideales mal
definidos, “lofty ideals”, pero era necesaria para corregir las desviaciones propiamente americanas de los años setenta,
debidas a las tentativas de construir un sistema psicopatológico a partir de la egopsychology psicoanalítica. El acento puesto
por esta corriente psicoanalítica sobre los “mecanismos de defensa” del Yo provocaba una cierta desconfianza en relación al
síntoma, alejando la clasificación americana de las psicopatologías clásicas. Un cierto nombre de especialistas clínicos
reaccionó queriendo unirse a la epidemiología internacional del momento, todavía no globalizada, dominada por Inglaterra y
su entonces nuevo sistema de salud pública, el NHS[5]. Para la primera Task-Force del DSM, el establecimiento de un

sistema de referencia transatlántico era el objetivo central. Ahora este proyecto ha logrado demasiado bien su objetivo,
imponiendo el monopolio de su sistema, destruyendo la eco-esfera de la investigación en psicopatología.
La solución propuesta por Nancy Andreasen es de revitalizar el proyecto fenomenológico en la psiquiatría. Ella propone un
retorno al sentido. Ella utiliza la fórmula destacada de un “plan Marshall invertido” donde la fenomenología, en el sentido
americano del término, o sea una fidelidad a la descripción del síntoma haciéndole un lugar al sentido, debería remediar los
estragos causados por el desierto de la lengua del DSM. El proyecto es bello, pero no es seguro que dispongamos de un
economista del sentido de tal modo prevenido como lo era el Secretario de estado Marshall sobre la economía, ni que
Harvard comparta, esta vez esta opinión, y administre con tanta alegría el regreso del sentido como el plan permitió el
regreso del crecimiento en una Europa devastada por su auto-devoración funesta. De todas formas, la referencia a la
posguerra tiene el mérito de recordarnos la urgencia de los desafíos de una actitud voluntarista frente al desastre.
Allen Frances ha dedicado todo un libro reciente[6], al examen de las razones por las cuales esta situación de monopolio se

había impuesto y las consecuencias en todo el campo de la psicopatología. Para Frances, el proyecto DSM era crucial y
salvó la psiquiatría en los años 80, liberándola de las confusiones y ambigüedades en el seno del modelo psicoanalítico. Él
observa acertadamente que la dificultad del psicoanálisis de inspirar clasificaciones estables no está ligada a una impotencia
contingente o a un sesgo nefasto[7]. Ella es consubstancial a su discurso. Es una imposibilidad lógicamente inscrita desde

el comienzo. Él dice que este problema epistemológico en su modo discreto,low key; “El modelo psicoanalítico tenía la
tendencia de querer ser un poco un comodín, con una notable excepción: lo normal no encontraba en ello su lugar… Para
Freud nadie es nunca totalmente normal, todos somos más o menos neuróticos”[8]. Esto es lo que Lacan radicalizó con su

“todo el mundo está loco, es decir delirante”. Para Frances, es ésta vocación a la agitación de las normas que había
contaminado a la psiquiatría hasta el punto que ella necesitaba ser salvada. “Sin la intervención de Robert Spitzer, la
psiquiatría no habría podido recuperarse y se habría sumergido en su obscuridad de la preguerra [9]”. Frances hace énfasis

en las personas allá donde Nancy Andreasen nos habla más bien de una escuela de pensamiento, que reagrupaba varias
universidades, “los Mid-Atlantics[10]”, inspirados por Inglaterra, reaccionando a las confusiones de los años 60 y a los

peligros del alejamiento del sistema americano del mainstream. Sin embargo, los dos autores describen la misma báscula
hacia la preocupación del diagnóstico y la adopción de un “método fundado sobre la utilización de una serie de criterios
explícitos para gestionar la disposición desde los síntomas hasta los síndromes”. Entonces, el proyecto DSM es para Frances
no sólo necesario sino salvador. Como director del DSM-IV él se considera, por otra parte, el continuador de Spitzer, siendo
un “conservador, inteligente y abierto”.
Sin embargo, el DSM-IV no ha impedido el desencadenamiento de una espiral de aumento de los diagnósticos distribuidos
por los médicos, psiquiatras y médicos generales reunidos, desembocando en aquello que él llama “las burbujas de la
inflación del diagnóstico”, un sobre-diagnóstico y una sobre-medicalización. ¿Por qué? “What went wrong?” La culpa no la
tiene el texto, sino el “contexto”, que ha cambiado de una forma decisiva, modificando las consecuencias de la aplicación de
las directivas del DSM. Son múltiples los cambios en el contexto, pero Frances pone en relieve el hecho que tres años
después del DSM-IV, en 1997, “los lobbys de los laboratorios farmacéuticos ganaron una gran victoria sobre el sentido
común: los E.E.U.U. se volvieron el único país en el mundo que autorizó la publicidad directa de sus productos a los
consumidores”. A partir de esta fecha, ya no hubo límite al marketing dirigido a los médicos y a los consumidores de malas
metáforas inventadas por los publicistas de la salud, nuestros Mad Mencontemporáneos. El éxito del “desequilibro químico”,
metáfora epónima de aquellos slogans simplificadores, no tendrá más límites. El rol del Big Pharma en la sobre-
medicacióny la promoción de la medicación de la vida es central para Frances. A esto el suma el peso de las Asociaciones de
Padres que quieren tener acceso a servicios apropiados para sus hijos, acceso al cual sólo el diagnóstico otorga el derecho, y
el rol de las asociaciones de consumidores que buscan sumar cada vez más adherentes. El peso respectivo de estos diferentes
factores de “contexto” no es obvio pero el resultado final lo es. “Durante los últimos quince años, cuatro grandes epidemias
de trastornos mentales han hecho explosión repentinamente, el número de niños bipolares ha aumentado extrañamente en un
40%, los autistas en 30%, los hiperactivos con déficit de atención se han triplicado, mientras que la proporción de adultos
candidatos a un diagnóstico de bipolaridad se ha duplicado”.[11]

El rol del Big Pharma está a veces ubicado por Frances con una especie de marxismo mecanicista que es sin lugar a dudas
demasiado directo: “Con un presupuesto de 60 millones de dólares anuales, uno puede ir muy lejos en lo que respecta a
vender productos y comprar responsables políticos”.[12] De acuerdo, pero nosotros no estamos en Wall Street y greed, la

concupiscencia, no lo explica todo. Por otra parte, él rechaza formalmente las explicaciones del mismo estilo como los
expertos comprados, que podrían rendir cuentas sobre las ambigüedades y extensiones indebidas en la redacción misma del
texto del DSM. Él, no acepta la explicación de colusiones y conflictos de intereses entre los psiquiatras expertos del DSM y
el Big Pharma en favor de la competencia universitaria de intereses intelectuales entre expertos, cada uno queriendo hacer
avanzar su campo de interés en detrimento de los otros.
Para Frances, es el cambio de contexto que ha producido la hiperinflación diagnóstica. El laxismo de los responsables
actuales del DSM-5 ha hecho el resto y ha mostrado la impotencia de la APA para administrar el proyecto DSM. Él solicita
entonces la destitución de la Asociación Americana de Psiquiatría de su rol de garante de la circulación de las etiquetas
diagnósticas. Él hace voto solitario de la construcción de una instancia de una nueva regulación, que sabría ser realmente
responsable de la moneda epidemiológica. Esta burocracia de un nuevo tipo, vasta maraña sanitaria debería regular todo con
un autoritarismo decidido. Este proyecto utópico sueña con combinar las mejores virtudes de los sistemas centralizados
europeos con una regulación jurídica a la americana[13].

Sin embargo, más allá de culpar a Big Pharma, Frances percibe un fenómeno de civilización, fundamento global de la
deriva, y que no puede ser resuelto por un decreto regulador de una burocracia providencial. "A medida que nuestro mundo
está cada vez más globalizado y homogeneizado, también disminuye nuestra tolerancia respecto a la excentricidad o la
diferencia, que de repente tendemos a medicalizar. Esta tendencia hacia la normalización de la conducta no significa que
estemos más enfermos que antaño”[14]. Queda por determinar el porqué de este gusto, esta elección forzada hacia la

medicalización como la única salida.


En términos lacanianos más cercanos, digamos que la mezcla de los goces operada por el estilo de vida globalizado por la
ciencia[15] provoca un malestar particular que empuja a una nominación imposible por unas instancias biopolíticas

enloquecidas. Es este movimiento de la civilización que Michel Foucault había percibido y había nombrado como “El
nacimiento de la biopolítica” como modo dominante de la gestión de las poblaciones, remplazando al antiguo proyecto
“clínico” de la descripción de las enfermedades del cuerpo social. Este movimiento hacia la gestión medical de la vida de los
ciudadanos es aún más pronunciado en Europa que ésta, con sus sistemas de salud centralizados y redistribuidores, ha
escogido un pacifismo que le prohíbe la antigua gestión de las identificaciones fuertes que autorizaban el derecho a “hacer
morir” de los estados o de los regímenes autoritarios y de las democracias en guerra. Pero dejemos el examen de las causas
lejanas, que retomaremos para redirigirnos a otro tipo de comentarios de las fallas del DSM. Ya no aquellas causas cercanas,
identificadas por nuestros dos psiquiatras, expertos calificados si los hay, Nancy Andreasen y Allen Frances, que
participaron en el proceso de elaboración del DSM, sino las respuestas dadas al “What went wrong?”, por dos
epistemólogos, no psiquiatras, Steeves Demazeux y Ian Hacking.
La crisis vista por los epistemólogos
Para Steeves Demazeux[16], el proyecto del DSM, puesto en marcha por Spitzer, y mantenido a lo largo de treinta años de

existencia es un proyecto filosóficamente anclado en una corriente lógico-positivista muy influyente en la filosofía
americana de la posguerra. Es un proyecto perfectamente coherente desde este punto de vista. Se trataba de inventar una
lengua transparente y perfecta, donde la cuestión de la referencia estaba remplazada por significados empíricos de criterios
perfectamente definidos. Se trataba de definir una lengua artificial, imponiéndose a los clínicos, eliminando toda
imprecisión, desliz o malentendido. La clasificación apuntaba antes que todo a corregir las imprecisiones de la Babel de las
tradiciones clínicas, en plural, en favor de una lengua que designa de una forma rígida unas categorías clínicas soñadas como
perfectamente distintas cualquiera fuere en los hechos la “comorbilidad” que no puede ser absorbida. El objetivo de la
univocidad de la lengua clínica estaría realizado por definiciones clínicas dichas “operacionales”.[17] El proyecto DSM III

de Spitzer se inspira, en los años 70, en los refinamientos estadísticos de la psicología universitaria americana, que nunca
había renunciado a los proyectos de las grandes clasificaciones caracterológicas, para poner la clínica psiquiátrica al nivel de
las exigencias estadísticas más recientes. El énfasis estará puesto en las técnicas que permiten asegurar la “fiabilidad inter-
jueces”, el hecho que no haya ninguna variación posible en la descripción de los fenómenos observados. La clasificación “a-
teórica” del DSM se revelaría como cada vez más anclada sobre una teoría de la estadística. Las preguntas clínicas como
tales serían ahogadas prontamente dentro de preguntas de técnica estadística como tal [18].

La forma lógica escogida por el DSM es la de un árbol formal clasificando las enfermedades en un modelo “botánico” de
géneros, de especies y de subespecies, primero presentado por Lineo en su “sistema de la naturaleza” y después adoptado
por Darwin. Lo que resultó mal es que con el DSM-5, por un lado nuevas palabras penetraron la lengua sin tener una
significación fiable inter-jueces y, más profundamente, la lengua perfecta es confrontada a lo siguiente que ella no reenvía a
ninguna referencia. Su validez es cuestionada. Nuestro epistemólogo, que considera el proyecto DSM como “globalmente
positivo”, constata sin embargo que el proyecto lógico-positivista encontró su límite y no puede continuar a recurrir a los
remedios habituales: un llamado a una mayor descripción y a un mayor empirismo. Él propone como solución una revisión
de los presupuestos lógico-positivistas sirviéndose de los aportes lógicos de Quine para pensar nuevamente y desde el inicio
sobre la clasificación de las “especies naturales” (natural kinds) y aceptar una clasificación que pueda incluir las “especies
naturales” y otras que no lo sean. Se trata de salvar el proyecto DSM separándolo de su fundamento epistemológico. El
DSM debería entonces distinguir explícitamente, sabiéndolo, tanto unas categorías con una validez “científica” limitada y
otras categorías que no se presenten sino como artefactos más o menos bien construidos. Esto supondría retirar la hipótesis
según la cual sería suficiente que una clasificación esté bien hecha para que ella reenvíe a alguna cosa.
El epistemólogo inglés Ian Hacking es más radical. Él considera que el proyecto DSM está basado en un error
epistemológico más profundo[19]. En su ilustre libro sobre la “Historia de la locura”, Foucault había dedicado un capítulo
luminoso sobre “el loco en el jardín de las especies[20]”. Él resaltaba el proyecto de dos grandes médicos del siglo XVIII,

el francés Boissier de Sauvages y el inglés Sydenham. Para Sauvages, como para el DSM, “la definición de una enfermedad
es la enumeración de los síntomas que sirven para reconocer su género y su especie, para distinguirla de todas las otras.”
Pero hay todavía más, nota Foucault, “la gran preocupación de los clasificadores del siglo XVIII está impulsada por una
metáfora constante que tiene el grado y la obstinación de un mito: es la transferencia de los desórdenes de la enfermedad al
orden de la vegetación. Es obligatorio reducir, ya decía Syndeman, “todas las enfermedades a unas especies precisas con el
mismo cuidado y la misma exactitud que los botánicos han hecho en el Tratado sobre las plantas[21]”.”En este sentido,

nota Hacking, el proyecto DSM sigue siendo en el mismo sentido botánico, renovado por el proyecto lógico-positivista. Es
una clasificación por género, especie y subespecie, una clasificación basada en el modelo del árbol vegetal de la botánica.
Hacking concluye con una fórmula devastadora. “Puede ser que, al cabo, el DSM sea considerado como la reductio ad
absurdum del proyecto botánico en el campo de la locura. No digo esto porque crea que la mayoría de la psiquiatría estará
un día reducida a las neurociencias, a la bioquímica y la genética. No tomo partido al respecto. Yo me apoyo sobre la lógica
más que sobre la medicina. El sueño de Sauvages de clasificar las enfermedades mentales siguiendo el modelo de la
botánica está tan perdido como el de querer clasificar los elementos constitutivos de la química basados en el modelo de la
botánica. Hay una organización profunda de los elementos – la tabla periódica – pero ésta difiere profundamente de la
organización de las plantas que viene de la reproducción. Las tablas de los elementos lineares (ha habido muchas) no
representan la naturaleza”.[22]

La objeción de Hacking es radical porque ella hace de todo el proyecto DSM un verdadero obstáculo epistemológico, en el
sentido de la epistemología francesa, para la inteligibilidad de los fenómenos. Es necesario notar que es una objeción que
escapa totalmente a Allen Frances quien cita en su libro el proyecto de Lineo y el de Mendeleiev como dos éxitos del
proyecto de la descripción de las especies, sin ver su profunda incompatibilidad epistemológica.
Desde el punto de vista del epistemólogo, la objeción al DSM no es contingente ni ligada a los errores, torpezas, y pesadeces
burocráticas incontestables que se deslizaron en el proceso de la fabricación del DSM 5. Se trata de una falla desde el inicio,
de concepción, que ha terminado por no poder ser obscurecida por el poder de la Asociación Americana de Psiquiatría y las
seducciones que ella ejercía sobre el poder y la burocracia sanitaria del NIMH[23].

El supuesto a-teorismo del proyecto aseguró inmediatamente el poder de los técnicos de estadística en biología sobre los
especialistas clínicos. Luego, este poder se afirmó cada vez más a expensas de los clínicos, cada vez más enmarcados por
protocolos con aspiraciones universalizantes y limitantes en la práctica de la Evidence Based Medicine. Se ha llegado a
proponer como modelo para la psiquiatría, así como para la industria médica en su conjunto, el modelo de la aeronáutica, en
el cual el piloto es concebido como auxiliar del computador. El proyecto DSM está en este sentido marcado por una toma
del poder de los investigadores sobre los practicantes del campo de la clínica. Esta influencia se consolidó cada vez más en
el curso de los treinta años en los que se ha desplegado el proyecto. Los investigadores, en la búsqueda de una lengua
perfecta, han querido corregir todas las malas costumbres de la comunidad de los practicantes. Se puede decir que al final
del proceso, con el DSM 5, la ruptura es total entre la investigación y los clínicos.(Continuará...)
Traducción : Mauricio Rugeles
Establecimiento del texto : Dalila Arpin y Raquel Cors

Lo real se llama Calcutta


Carlos Gustavo Motta
Psicoanalista. Miembro de la EOL y de LATIGO
Buenos Aires - Argentina
Jacques Lacan en el Seminario 16, De un Otro al otro escribe: “Seamos directos, seamos expeditivos, y ubiquemos en
alguna parte lo que llamé hace poco lo real. Tal como lo describí, es evidente que interesa. Todavía no la vi, pero parece que
hay una película de Louis Malle sobre Calcuta donde se ve una gran cantidad de gente que muere de hambre. Eso es lo real.
Donde la gente muere de hambre, muere de hambre. Nada falta. ¿Por qué se empieza a hablar de la falta? Porque ellos han
formado parte de un imperio. Sin las necesidades de este imperio, ni siquiera habría Calcuta, no habría habido aglomeración
en ese lugar. No soy lo suficientemente historiador para saberlo, pero lo acepto porque nos lo dicen”.
Louis Malle se dedicó a la realización mencionada entre los años 1968 y 1974. Calcutta es un documental filmado durante
dieciocho jornadas de trabajo a partir de febrero de 1968 y en el transcurso de un viaje del cineasta a India contratado por la
televisión francesa para una serie televisiva de siete películas de cincuenta y dos minutos cada una, La India fantasma:
reflexiones sobre un viaje.
Louis Malle evita todo efecto de edición, con extensos planos secuencias muestra escenas insoportables: un registro de
muerte en las calles, con los rituales de los pobladores sobre el río sagrado Ganges donde la cámara se transforma en testigo
que capta la insoslayable realidad de un cuerpo social atravesado por la miseria. Hoy Calcutta tiene casi 16 millones de
habitantes. Desde el 2000 la ciudad retomó su antiguo nombra, Kolkata que es una derivación de un término que la designa
como la tierra de Kali, la diosa del hinduismo que se venera.
Basura que se acumula en las esquinas, miles de personas durmiendo en las calles y avenidas, forman parte del paisaje que
incluye a millones de vendedores que deambulan a toda hora. La gente duerme, come, se baña y vive a la intemperie. Su
pobreza estruja el alma. El río que parte en dos a esta megaciudad no es el Ganges, es un afluente, pero para los bengalíes
que aquí habitan esta agua resulta sagrada. En sus márgenes se agolpan peregrinos que sólo quieren bañarse, purificar sus
cuerpos, dejar ofrendas de todo tipo o realizar ritos funerarios y que Louis Malle detalla minuciosamente a través de la
utilización de la imagen. Hambre, aglomeración, restos de un Imperio:
“Los imperios modernos dejan irrumpir su parte de falta justamente porque el saber alcanzó en ellos un crecimiento sin duda
desmedido respecto de los efectos de poder. El imperio moderno tiene la propiedad de que, dondequiera que extienda su ala,
lo acompaña esta disyunción en cuyo nombre se nos puede hacer del hambre en la India un motivo que nos incite a una
subversión o revisión universal, a hacer algo real, vamos!” (Jacques Lacan, Sem. 16)
Jacques Lacan publicó en Le Noveul Observateur (29 de marzo de 1976) una opinión acerca del film del realizador Jacquot
Benoit “L’assassin musical”. En aquella nota afirmó que el cine es un arte concebido para gustar, pero tiene una
particularidad que lo convierte en fundamental: el cine tiene la capacidad de ser convincente y si existe talento además, por
parte del realizador, es un plus que Lacan lo señala como dar en el blanco.
Lo real da en el blanco. Apunta al detalle íntimo que provoca en la lógica temporal, un antes y un después. Pero la presencia
de lo real conmueve a la estructura subjetiva en un amplio espectro, variables expresadas en la inhibición o en la capacidad
de gestión sólo como ejemplos posibles. Jacques-Alain Miller en su curso del 13 de enero de 1999 se interroga si uno puede
servirse de lo real y acuerda con Lacan: nos arreglamos y podemos soportar lo real. No embrollarnos con él.
La presencia de lo real nos recuerda a gritos que lo simbólico puede circunscribir al triunfo de lo imaginario. Desde el
hambre en el mundo a episodios de privación individual de la libertad (como ocurrió recientemente en el caso Mitra) nos
puede reunir, no sólo a los psicoanalistas sino a todos quienes nos comprometemos con un lazo extendido a una sociedad
que se encuentra a la deriva. LATIGO puede proponerse como respuesta a lo real parafraseando la carta escrita por Freud a
Einstein donde a la reflexión del científico expresada de manera poética “hasta la más pequeña gota de rocío caída del pétalo
de una rosa al suelo, repercute en la estrella más lejana” recibe como respuesta del genio vienés, tener el derecho a decirnos
que todo lo que promueva el desarrollo de la cultura trabaja además contra la expresión de lo real.
Referencias Bibliográficas
S. Freud. Obras Completas. Tomo XXII “Por qué la guerra?” (Einstein y Freud 1932/1933). Ed. Amorrortu.
J. Lacan. Seminario 16. De otro al otro. Ed. Paidós. 2008.
J.A.Miller. La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Ed. Paidós. 2003.
C.G.Motta. Las películas que Lacan vio y aplicó al psicoanálisis. Ed. Paidós. 2013.

***

Entrevista Samuel Doria Medina


Varias veces candidato a presidente de Bolivia, empresario de la Industria cementera y de alimentación, fue ministro de
economía, gobernador del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, además de consultor de UNICEF.
Doria Medina estuvo secuestrado por el Movimiento Túpac Katari de Liberación (MRTKL) en 1995 y liberado 45 días
después. Samuel manifestó su apoyo por la liberación de la psicoanalista Rafah Nached. Esta entrevista fue realizada en
Bolivia.
Heidi Gehler.: Samuel, han transcurrido casi 20 años desde aquel momento en que fuiste interceptado en un avenida de la
ciudad de La Paz y perdiste tu libertad. ¿Qué nos puedes decir hoy sobre aquella experiencia?
Samuel Doria Medina.: Sí, han pasado varios años, pero es una experiencia que uno y la familia no olvida. Veo con
preocupación que se trata de un sufrimiento que afecta a muchas personas en varios países. Creo que es importante darle
más atención a este tema, a prevenir en lo posible, para que ya no sucedan más este tipo de casos, porque realmente debe ser
uno de los crímenes más duros de sobrellevar, de aceptar: la incertidumbre que genera si una persona está muerta o viva o lo
que pasará con ella… Imagino que por eso ha sido calificada por las Naciones Unidas como un crimen de lesa humanidad,
sin embargo veo con preocupación que en lugar de disminuir está aumentando.
Raquel Cors.: Recuerdo que cuando fuiste privado de tu libertad, tu nombre propio estuvo presente cada día y cada noche en
los medios de comunicación, en las instituciones y en las familias bolivianas, así como en el extranjero. ¿Qué nos puedes
decir de esa presencia de tu nombre propio?
S.D-M.: Bueno, si algo ayudó a mi familia a sobrellevar esta terrible experiencia, fue la gran solidaridad que se generó de
parte de diversos sectores de todos los confines de Bolivia, que estaban orando, que estaban preguntando, es decir que
estaban dando una voz de aliento. Cuando salí del secuestro, pude leer cientos de cartas, tarjetas y todo un cuaderno entero
que se había llenado con las llamadas de las personas que manifestaban su solidaridad. Entiendo que esa solidaridad fue la
que ayudó a que no se pierda la esperanza y se pueda sobrellevar una situación tan difícil como el secuestro.
H.G.: ¿Cuáles fueron las consecuencias más importantes para ti, para tu vida, luego de lo que implicó ese tiempo?
S.D-M.: No hay duda que es una experiencia con un impacto que cambia la vida. Desde el secuestro, por recomendación de
los expertos en seguridad, vivo con seguridad 24 horas al día. Si bien uno se acostumbra, no deja de poner ciertas
limitaciones al accionar. Se trata del tema de la seguridad, la seguridad ciudadana que obviamente ha cambiado para mí.
Hay un antes del secuestro y un después que es completamente diferente, por supuesto tanto mi familia como la gente que
trabaja conmigo han tenido que cambiar una serie de acciones cotidianas debido a la percepción de inseguridad que antes
no percibíamos.
R.C.: Samuel, qué te hizo aceptar mi repentina solicitud de firmar por la libertad de una colega siria, Rafah Nached, ya que
si bien se trataba de un llamado internacional, de un movimiento de psicoanalistas y amigos del psicoanálisis, de una fuerza
política por las libertades, tu no conocías a la psicoanalista retenida?

S.D-M.: Bueno, como mi secuestro fue conocido y difundido, desde hace 19 años que recibo llamadas de familias de
personas que han sido secuestradas o desaparecidas. Llaman para pedir ayuda o algún tipo de consejo, y obviamente después
de haber tenido una experiencia como la que tuve, no niego mi colaboración a personas que tienen un caso así, e inclusive
parte de mi equipo de seguridad se ha vuelto experto en colaborar esos casos. En mi caso particular, sea la hora que sea, doy
mi apoyo a familias afectadas por un secuestro.
Te diría que el 99% de esos casos son de personas que no conozco, pero sé que están viviendo el mismo calvario que he
vivido, entonces no es necesario que conozcas previamente a alguien para que nazca en vos la solidaridad, ella nace por el
hecho que están viviendo pesadillas.
H.G.: ¿Crees que hoy, como están las condiciones en el mundo, es posible hablar de Libertad y Derechos Humanos?
S.D-M.: Si bien todos estamos buscando que en el mundo mejoren las condiciones, el respeto a los derechos humanos y la
libertad; sabemos que hay muchos lugares en el mundo que no es tan así, especialmente donde las mujeres viven en
condiciones de desventaja y no se respetan sus derechos; o en lugares donde hay conflictos armados y millones de personas
tienen que huir de su país para vivir como refugiados en difíciles condiciones. Entonces si bien en cierto sentido la
globalización nos permite apoyar y conocer cuando hay problemas, falta mucho aún por hacer, especialmente en el caso de
las mujeres.
H.G.: ¿Es posible para ti, hablar de un antes y un después, luego de haber vivido esa particular experiencia?
S.D-M.: Sin lugar a dudas esa es mi realidad: un antes y un después del secuestro, ya sea por la forma en que tengo que
organizarme y moverme, pero además, habiendo estado cerca de la muerte, uno se da cuenta que en esta vida… como alguna
vez hablaba con un amigo, todos estamos haciendo fila para entrar al otro mundo, para entrar a la muerte. Y en mi caso, me
han sucedido varios eventos por los cuales, algunas personas se han puesto en mi lugar, delante de la fila... Todos sabemos
que al final vamos a llegar ahí y creo que estas experiencias traumáticas te permiten ver la vida de manera más clara, ver qué
es lo importante y qué no lo es, y por lo tanto no hay que perder tiempo en minucias sino ocuparse de lo importante en vida.
R.C.: ¿Cómo haces para continuar con tus proyectos y tu deseo de vivir, cuando hoy tu libertad sigue retenida, esta vez
políticamente? Tengo entendido que actualmente estas arraigado.
S.D-M.: Después de haber pasado varias experiencias traumáticas tengo claro que sigo trabajando por un objetivo que
considero mi misión en la vida, en mi país. Si bien hay obstáculos, no pierdo la esperanza, sigo adelante saltando esos
obstáculos. Actualmente en Bolivia se sufre una persecución judicial. No solamente que tengo que hacer un trámite que dura
un mes para viajar, porque estoy arraigado, sino que tengo que firmar todos los primeros de mes en la ciudad de Sucre y
todos los quince de mes en la ciudad de La Paz. Así, me ponen una serie de obstáculos, pero no me voy a cansar, no me voy
a ir del país, voy a seguir trabajando en mi objetivo porque sé que estas injusticias son pasajeras y cuanto más injustos son,
más efímeros son estos regímenes.
H.G.: ¿Qué podrías decirnos de las repercusiones y la experiencia en tu entorno más cercano, durante el tiempo que estuviste
lejos y sin poder comunicarte con él?
S.D-M.: El impacto más fuerte fue para mis padres, ellos ya han fallecido. Pero no hay duda que durante el secuestro, en
esos 45 días envejecieron muchos años y eso fue irreversible. Para el resto de la familia, en los más jóvenes, mi esposa supo
manejar muy bien el tema, ella empezó a vivir sin que yo esté presente y mis hijos siguieron sus actividades, se acordaban
de mí pero su vida siguió adelante. En ellos no ha quedado mayor secuela, pero es un tema que obviamente es muy sensible
para la familia.
R.C.: ¿Cómo se negocia con secuestradores? Según tu experiencia, ¿qué tipo de valor/pérdida se juega?
S.D-M.: Se siguen muchas reglas de negociación y mi familia tuvo el asesoramiento de expertos que resolvieron también
varios casos de secuestros en otros países. Ellos daban una serie de reglas para llevar adelante. He sabido de varios
secuestros con mal término, eso es una preocupación: en muchos casos han pagado lo que pedían rápidamente, en Colombia
por ejemplo, secuestraron a un señor y le pidieron a la esposa una alta cifra de dólares, ella sin pensar en nada, vendió la
casa, consiguió el dinero y lo llevó al día siguiente. Le dijeron: “Ah! tan fácil... entonces le devolvemos a su esposo pero se
queda usted y él consigue otros miles más”. Entonces, según entiendo, hay una regla que consiste en pagar el 20 o 25%
como máximo de lo que piden porque si uno paga más, incentiva a que haya más secuestros, y es de nunca acabar. Entonces,
si a alguien le ocurre una tragedia así, es importante que no se precipite. Hay que buscar el consejo de los expertos, pues de
lo contrario uno piensa que está ayudando y en vez puede estar perjudicando.
R.C.: Leí una entrevista que te hicieron para un medio norteamericano donde haces referencia a tu secuestro, y explicas que
ahí “asumiste el fin de tu vida, aceptaste que enfrentabas la muerte, y que eso fue -para ti- un alivio.”
S.D-M.: Efectivamente, cuando volví me preguntaron los expertos asesores en secuestros, qué preocupaciones, qué temores
tenía, y yo manifesté que estaba contento de volver sano y salvo. Me hicieron muchas preguntas, pero yo les comenté que a
los pocos minutos que me secuestraron, asumí que iba a morir; por lo tanto hice un balance de mi vida y acepté la
muerte. Curiosamente eso en lugar de amargarme más, me liberó. Después entendí ese proceso, cuando leí el libro de García
Márquez “Noticia de un secuestro”, donde una señora en Colombia, creo que era ministra de educación, fue secuestrada y
además custodiada por varios hombres que ella temía que la podían violar. Una noche ella decidió despedirse, aceptar la
muerte, rezó, hizo un balance de su vida, pensó en sus familiares y curiosamente, una vez que estaba lista para morir, en
lugar de sentirse mal, empezó a sentirse mejor, porque todo lo que tenía adicionalmente de vida, era extra, eso ayuda a
liberarse del problema. A mí me sirvió ese hecho, que de manera intuitiva acepté que iba a morir.
R.C.: Me gustaría que por último nos comentes lo que sentiste cuando escribiste ese twitt el día de la liberación de Rafah. Tu
twitt decía lo siguiente: “@rcu71 que buena noticia das, que disfrute su libertad, las primeras horas son fascinantes,
recuerdo cuando fui liberado de mi secuestro.”

S.D-M.: Cuando escuché la noticia de que la habían liberado, estaba consciente de su situación, y escribí esto porque
recuerdo que las primeras horas después de recobrar mi libertad, fueron realmente inolvidables. El reencuentro con la
familia, la primera salida, el solo hecho de mirar mi jardín, de ver los colores fuertes de la naturaleza era algo nuevo. Estuve
45 días prácticamente a oscuras, muy pocas horas al día con luz, mi vida era color sepia. Entonces la felicidad, la posibilidad
de ver los colores de la naturaleza, me impresionaba… y obviamente el primer contacto con la familia, con los amigos, la
primera salida a la calle, en fin, es algo que nunca voy a olvidar.
R.C.: Junto a Heidi te agradecemos por esta entrevista para Lacanian Transatlántica de Investigación (LATIGO)
S.D-M: Con mucho gusto.

Responsables:
Raquel Cors Ulloa & Dalila Arpin
www.latigolacaniano.com
Dalila ARPIN-Raquel CORS ULLOA-Florencia SHANAHAN-Francisco PISANI-Paulina SALINAS-Laura PETROSINO-
Damasia AMADEO-Carlos G. MOTTA-Gleuza SALOMON-Ana VIGANO-Neus CARBONELL CAMOS-Gabriel GEORGES-
Gabriela PAZMINO-Soledad PENAFEL-Mauricio RUGELES-Marta PORTUGAL-Cristian FIGUEREDO-Mariela VITTO-
Eugenia VARELA-Elvira DIANNO-Alejandra BREGLIA-Andrea BRUNSTEIN-Liliana MAUAS-Gabriela GRINBAUM-
Marlene VALENZUELA-Cecilia RUBINETTI-Patricia MORAGA-Mariana ALBA DE LUNA-Paula SZABO-Esteban
KLAINER-Perla DRECHSLER-Manuel ZLOTNIK-Patricio ALVAREZ-Marie - Christine GIUST-Juan José SCORZELLI-
Silvia TENDLARZ-Joaquín CARETTI-Andrés BORDERIAS-Iván RUIZ ACERO-Heidi GEHLER-María Elena LORA-María
Cristina GIRALDO-Analía TRACHTER-Liliana SZAPIRO-Letizia Soledad PEREZ-Mónica SALVADOR-Carlos ROSSI-
Celeste VIÑAL-Claudio STEINMEYER-Silvia BENVENUTO-David IRIGOYEN-Paola GONZALES CASTRO-Solenne
ALBERT-Sergio MYSZKIN-Lorena OBERLIN RIPPSTEIN-Angélica María TORO CARDONA-Mario GOLDENBERG-
Concha LECHON-Mónica BIAGGIO-Guido COLL MOYA-Luciana FRACCHIA-Leticia SAGUAN-Ruzanna HAKOBYAN-
Gabriela URRIOLAGOITIA-Ricardo TORREJON-Josefina AYERZA-Gabriela VAN DEN HOVEN-Juan Pablo ZITO
CARRO-Mariana SANTONI .

[1] Encontraran un análisis del fenómeno del racismo y su arraigo en la civilización por parte de
Lacan, en Laurent, E., « Racismo 2.0 », Lacan Quotidien, n° 371.
[2] Lacan, J., Le Triomphe de la religion, Paris, Seuil, 2005, coll. Champ Freudien, dirigée par Jacques-
Alain Miller, p. 93.
[3] Lacan, J., Escritos 2., Ed. Siglo XXI., México., 1995., p. 540.
[4] Andreasen N., “DSM 5 and the Ongoing Death of Phenomenology”, ponencia presentada durante la Jornada
“¿Quién teme al DSM 5?” (La Journée “Qui a peur du DSM 5?”) organizadas por la Association Franco-
Argentine de Psychiatrie et de la Santé Mentale, en Paris el 12 de octubre del 2013.
[5] National Health System.
[6] Frances A., Sommes-nous tous des malades mentaux ? Le normal et le pathologique, Odile Jacob,
2013. (Saving normal : An Insider's Revolt Against Out-of-Control Psychiatric Diagnosis, DSM-5, Big
Pharma, and the Medicalization of Ordinary Life, ed. William Morrow, 2013)
[7] Es necesario notar que Allen Frances se ha formado como psicoanalista en el Columbia Institute.
[8] Frances A., op.cit., p. 48.
[9] Ibidem, p. 115.
[10] Andreasen N., Op. Cit.
[11] Frances A., op. cit., p. 174
[12] Ibid., p. 158
[13] Ibid., p. 319
[14] Ibid., p. 144
[15] «Los hombres están inmersos en un tiempo que llamamos planetario, en el que se informarán a cerca
de ese algo que surge de la destrucción de un antiguo orden social... : ¿cómo hacer para que masas
humanas, condenadas al mismo espacio, no solamente geográfico, sino en esta ocasión familiar,
permanezcan separadas ? » Alocución sobre las psicosis del niño, en Otros Escritos, Paidós, 2012, p. 383.
[16] Qu’est ce que le DSM ? Editions d’Ithaque, Paris 2013
[17] Ya Lacan en “La cosa freudiana” en 1955 se burlaba del uso de la palabra “o-pe-ra-cio-nal” para
deshacerse de lo racional, especialmente el uso de criterio operacionales por el cual
la egopsychcology quería sumarse a la psicología general. Lacan J., La Chose freudienne (1955)
in Ecrits, Seuil, 1966, p. 421. En español: Lacan J., La cosa freudiana (1955) en Escritos, Siglo XXI
Editores, 2007, p.404.
[18] Como lo ha bien remarcado, desde 1992, la obra de Stuart Kirk y Herb Kutchins publicada bajo el
título de The selling of the DSM. The Rhetoric of science in psychiatry, mal traducido en francés en 1998 bajo
el título de Aimez-vous le DSM ? Le triomphe de la psychiatrie américaine. (S. Kirk & H. Kutchins, Aimez-vous le
DSM ?, Le Plessis Robinson, Institut Synthélabo, 1998.)
[19] Hacking I., « Lost in the Forest », London Review of Books, 8 august 2013.
[20] Foucault M., Historia de la locura en la época clásica, Fondo de cultura económica de España SL,
2006. Foucault M., Histoire de la folie à l’âge classique,Gallimard, 1972, pp. 193-225.
[21] Ibid. pp. 206-207.
[22] Hacking I., op. cit.
[23] National Institut of Mental Health

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