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El ABSOLUTISMO

Estudiante: Bruno Abreu.


Profesora: Soledad Rodríguez.
Asignatura: Historia Moderna y Contemporánea.
Grupo: Tercer Año de Historia.
Institución: CeRP del Litoral
1) Según Mousnier, ¿Cuándo existe una monarquía absoluta?
Al respecto de cuándo existe una monarquía absoluta, Mousnier sostiene que, “Existe esta
cuando el rey, encarnando el ideal nacional, posee además, de hecho y derecho, los atributos
de la soberanía: poder de hacer las leyes, de administrar justicia, de percibir impuestos; de
tener un ejército permanente, de nombrar a los funcionarios, de hacer juzgar los atentados
contra el bien público y, en particular, de delegar jurisdicciones de excepción cuando lo
considera conveniente”. 1 Luego agrega que, esta forma de gobierno asimiló las viejas
concepciones de contrato y de costumbre, de manera que estas reglamentaron la relación de
los reyes con sus vasallos y súbditos.
Sin embargo, el autor establece algunas condiciones que deben estar presentes para que exista
una monarquía absoluta. Tales condiciones pueden ser consideradas como elementos
constituyentes de las mismas.
Una de estas condiciones es el patriotismo. Este elemento es fundamental para la existencia
de un sentimiento de pertenencia (por parte de la población) a la base social de los estados
nacionales absolutistas, e implica un sentimiento de fidelidad hacia el príncipe soberano que
gobierna la nación. El patriotismo fue resultado de un largo y complejo proceso que se
consolidó en el auge de las monarquías absolutas. Entre los factores que lo impulsaron
destacan: Las guerras con extranjeros, las nuevas relaciones económicas de la modernidad y
la influencia del Humanismo. Este último aspecto es clave, ya que el Humanismo permitió
conocer y reivindicar la grandeza de las hazañas realizadas por los antepasados de los
distintos pueblos; en el caso de Francia, por ejemplo, se apelaba a las hazañas de los francos,
la conquista de territorios del Imperio Romano, la contención de los musulmanes por Carlos
Martel, etc. Ese pasado glorioso, revitalizado por el Humanismo, terminó por asentar el
sentimiento de pertenencia a una comunidad grandiosa.
Otra condición es el culto al héroe. El resurgimiento del Derecho Romano, trajo consigo la
reaparición de la figura de un príncipe absoluto, que concentrara todos los poderes en su
persona, cuya voluntad fuera ley; y, a su vez, las obras antiguas revitalizaron el ideal del
héroe. Al respecto Mousnier dice: “El héroe es el modelo del ser al que los pueblos tienen
necesidad de entregarse. La doctrina del absolutismo responde a las necesidades dominantes
de estas sociedades y a un deseo del cuerpo social”2.
La lucha entre naciones es para Mousnier uno de los factores que exige la existencia de un
poder fuerte y una autoridad que sea respetada, de manera que los mandatos sean acatados y
fielmente ejecutados. Debido a ello, estas luchas forman parte del conjunto de condiciones.
La presencia de particularismos a nivel interno es otro factor que convierte a un poder fuerte
y autoritario en algo necesario. Estos son también una condición para el autor. Las fuerzas
particularistas, que tienden a la fragmentación, son una constate en el devenir de la Historia.
Esto no podía cambiar en la Modernidad, ya que los estados monárquicos centralizados se

1 MOUSNIER, Ronald, “Los siglos XVI y XVI”, página (142).


2 MOUSNIER, Ronald, “Los siglos XVI y XVII”, página (146).
habían constituido al integrar (por diversos medios) países, provincias y comunidades
territoriales; así como también, albergaban en su interior distintos sectores sociales con
intereses en pugna.
Perry Anderson, al referirse al Estado Absolutista, sostiene que “fue el nuevo caparazón
político de una nobleza amenazada”3. Para él se trata de un aparato reorganizado y
potenciado de dominación feudal, en el que el sector dominante a nivel social sigue siendo la
nobleza. Estas sociedades cabalgan entre dos épocas, y debido a ello mantienen costumbres
Medievales, entre ellas las rivalidades y luchas señoriales. Para Mousiner, estas rivalidades
son una condición más del absolutismo, y sostiene que “el rey encuentra clanes alrededor de
las grandes familias, y, a la vez, posee su clientela de fieles y devotos” 4.
Mousinier asegura que “la monarquía absoluta es un resultado, también, de la rivalidad de
dos clases: burguesía y nobleza”5. Esta es la última condición que establece. El monarca
absoluto, en la cúspide de la jerarquía social, se sirve de la lucha entre esas clases y de las
aspiraciones de ambas, para fortalecer su poder. Se sirve de una burguesía que recurre a él
para obtener beneficios (títulos de nobleza, monopolios de explotación, protección contra las
leyes de la iglesia, etc.) y ascender en la escala social; y de una nobleza que ha vendido su
alma a las costumbres burguesas, que no cuenta con los elementos para sostener su nuevo
estilo de vida, su estatus, y que recurre a él para mantener su rango social (por medio de
obispados, gobierno de provincias, cargos de importancia, etc.).
2) ¿Qué características presenta el poder del monarca?
Bossuet distingue cuatro características esenciales de la autoridad monárquica: La autoridad
real es sagrada, paternal, absoluta y sujeta a la razón.
La autoridad del rey es sagrada debido a que se considera que Dios es quien lo ha establecido
en su posición y gobierna a través de él. El rey es un ministro de Dios en la tierra y su trono
no debe ser visto como el de un hombre, sino como el trono de Dios, por lo tanto, la persona
del Rey es Sagrada.
Bossuet sostiene que “por su condición, el príncipe es padre del pueblo”. Así como Dios es
padre del pueblo y busca velar por el bien común, el monarca en condición de ministro divino
debe buscar lo mismo. En ello reside la calidad de paternidad del poder monárquico.
Su poder, en tanto que proviene de Dios, es la herramienta para cumplir la voluntad divina de
hacer el bien y reprimir el mal, por lo tanto, debe ser absoluto e incuestionable. “Sin
autoridad absoluta, el rey no podría hacer el bien ni reprimir el mal. Es preciso que su poder

3 ANDERSON, Perry, “El Estado Absolutista”, Editorial “siglo veintiuno editores”, Madrid, España, página (12).

4 MOUSNIER, Ronald, “Los siglos XVI y XVI”, página (147).

5 MOUSNIER, Ronald, “Los siglos XVI y XVI”, página (147 y 148).


sea tal que nadie pueda escapar a él (…) Cuándo el príncipe ha juzgado ya no hay otro juicio.
Los juicios soberanos se atribuyen a Dios mismo” (Bossuet).
La autoridad del monarca está además sujeta a la razón, así como aceptar a Dios, seguir su
camino y obedecer, debe ser un acto consciente. Bossuet justifica estas afirmaciones citando
a San Pablo: “es necesario que les estés sujetos, no solo por temor a su ira, sino por vuestra
conciencia”.
3) ¿Qué elementos propios del Renacimiento se vinculan a la conformación de las
monarquías absolutas europeas? Expliquen qué aporta cada uno de ellos.
Uno de los elementos propios del Renacimiento que se vincula enormemente a la
conformación de las monarquías absolutas europeas, es el resurgimiento del Derecho
Romano.
Las trasformaciones de la sociedad y la economía, que se venían gestado desde la Baja Edad
Media, demostraron en el Renacimiento, que el Derecho Consuetudinario no daba las
respuestas necesarias a los fenómenos socio-económicos. Era necesario adecuar las
reglamentaciones jurídicas al contexto de una economía en transición, caracterizada por el
creciente intercambio mercantil. Las respuestas a estos problemas fueron dadas por el
Derecho Romano, que había sido estudiado sistemáticamente en Italia, durante la Baja Edad
Media, y que había irradiado en los siglos siguientes a toda Europa. El Derecho Romano
impuso nuevas concepciones sobre la propiedad, que se ajustaban al desarrollo del
capitalismo mercantil; pero también introdujo nuevas concepciones sobre el poder, que
cayeron como anillo al dedo de los príncipes interesados en centralizar el poder y la
administración. Perry Anderson, quien considera al aparato del Estado Absolutista como una
herramienta reaccionaria de la clase aristocrática frente a las transformaciones socio-
económicas del período, sostiene: “Los estados absolutistas de occidente apoyaron sus
nuevos fines en precedentes clásicos: el Derecho Romano era el arma intelectual más
poderosa que tenían a su disposición para sus característicos programas de integración
territorial y centralismo administrativo” 6.
Mousnier, en su análisis de las condiciones de la monarquía absoluta refleja claramente las
nuevas concepciones del poder: “El progreso de la monarquía absoluta no se debió solamente
al deseo natural de los reyes de aumentar su poder. El renacimiento del Derecho Romano ya
había difundido en el siglo XIII, la idea de un príncipe absoluto, que concentra todos los
poderes en su persona y cuya voluntad es ley. La moda de la Antigüedad dio, en el siglo XVI,
un nuevo impulso al Derecho Romano, al que añadió la idea clásica del "héroe", del semidiós
dominador y bienhechor”7. El Humanismo aportaba otros elementos que eran deseables en el
rey inspirándose en la Antigüedad: Amante de la gloria y protector de las letras como
Augusto, de la Iglesia como Constantino, legislador como Justiniano y con una predilección
por las armas (debía tener la cualidad de conquistador).

6 ANDERSON, Perry, “El Estado Absolutista”, Editorial “siglo veintiuno editores”, Madrid, España, página (22).

7 MOUSNIER, Ronald, “Los siglos XVI y XVI”, página (146).


Otro elemento es el individualismo. Este sentimiento propio de los hombres renacentistas,
que buscaban sus intereses propios, la gloria, la riqueza y conseguir un reconocimiento en la
Historia; visto en hombres como Colón y Cortés, tiene su correlato en la conformación
política de Europa. Según Mousnier, “el individualismo del Renacimiento se manifiesta, en
política, por la organización de Europa en un sistema de Estados, en función del equilibrio de
las naciones correspondientes”8. Este panorama político es muy distinto a la concepción de
unidad de la cristiandad, propia del Medievo. Las políticas mercantilistas de los estados
absolutistas, la exaltación patriótica, la búsqueda de riquezas para la nación, el empleo de la
guerra como un medio para este fin y la conquista de territorios vista como algo glorioso, son
un claro reflejo de este individualismo.
4) ¿Cuáles son los límites del absolutismo? ¿Qué reflexión les merece este punto?
Mousnier destaca varias limitaciones del absolutismo monárquico, entre ellas: la ley divina
cristiana, las leyes fundamentales del reino, las leyes del derecho de gentes, los contratos y
costumbres de los pueblos gobernados, el pequeño número de funcionarios, la dificultad de
las comunicaciones; la imposibilidad de un ejercicio del poder continuo y eficaz por parte del
gobierno central.
Javier paredes, al abordar el mismo tema destaca las siguientes limitantes: La pervivencia del
poder feudal en algunas áreas (que escapaba al control del monarca), las libertades y fueros
concedidas por el monarca (que le obligaban respetar lo pactado), el desconocimiento del
número de súbditos, la imposibilidad de tener una autoridad absoluta sobre los funcionarios
(que en muchas ocasiones compraban los cargos), la escasez de dinero existente en las arcas
reales, y, el favorecimiento de los estamentos más poderosos (quienes no pagaban impuestos)
frente al ahogo impositivo de la población más pobre.
Está claro que cada uno de los autores aportaron reflexiones muy completas que se
complementan. Han reflejado las grandes diferencias que históricamente se ha manifestado
en la contrastación entre la teoría y la práctica. Sin embargo, se pueden acrecentar algunas
apreciaciones sobre el tema, sin reiterar lo que se ha planteado por los autores.
En teoría el monarca era ministro de Dios, una personalidad sagrada que tenía el completo
dominio sobre el reino para hacer cumplir la voluntad divina. No debería rendirle cuentas a
nadie más que a Dios por sus acciones, pues su poder era absoluto. Sin embargo, en la
práctica, el rey era una sola persona, sin las posibilidades reales de hacer cumplir su voluntad
sin intermediarios. Debía servirse de funcionarios rentados para hacer valer su autoridad, por
lo que estaba siempre sometido a sus capacidades económicas; y de igual manera, las
ambiciones de sus funcionarios eran siempre peligrosas. Tenía que hacer frente a poderes
particularistas, a luchas entre clases, defender la nación de poderes extranjeros, legislar,
juzgar y administrar. Cuando tenemos en frente a este panorama y pensamos en la
complejidad y dinamismo que implica la vida social, económica y política dentro de reinos
tan grandes, podemos concluir que el poder del monarca no estaba a merced de su voluntad;
la realidad le mostraba su vulnerabilidad y le exigía que sus acciones fueran siempre
minuciosas, deliberadas y prudentes, para que fuera posible mantenerse en el poder sin
sucumbir frente a los intereses de los distintos sectores sociales. Aquellos que no tuvieron el

8 MOUSNIER, Ronald, “Los siglos XVI y XVI”, página (140).


ingenio político, la personalidad, la inteligencia y el carácter suficiente, terminaron siendo
marionetas de grandes funcionarios o cayeron frente al particularismo. El rey no podía hacer
lo que quería, sino que debía ser la cabeza de un sistema complejo, buscando permanecer en
el poder; pues su voluntad no sería respetada por los súbditos debido a su condición en la
teoría, sino que por sus artimañas en la práctica.
Por lo tanto, podemos agregar, como una limitante clave del absolutismo, a la persona del
rey, con todo lo que ella implica: capacidad política, personalidad, carácter, inteligencia,
conocimiento, etc. Pues reyes fuertes, con sus dotes de gobierno, lograrían inclusive pasar por
encima de las limitantes que plantean los autores: las leyes del reino, las costumbres y
tradiciones locales, el derecho de gentes y las dificultades administrativas.
5) ¿De qué manera se justificó la existencia del Absolutismo? Cite ejemplos. Identifique
discrepancias y coincidencias entre quienes elaboraron dichas justificaciones.
En toda formulación política concreta, de algún período histórico, subyace un conjunto de
fundamentos teóricos e ideológicos que la sostienen y legitiman. En la Modernidad, el
modelo que se impuso fue el del absolutismo. Algunos pensadores de estos siglos realizaron
la justificación teórica e ideológica del régimen, como Hobbes, Bossuet y Jean Bodin; sus
fundamentaciones estaban en consonancia con las nuevas concepciones del poder que el
Renacimiento y el Humanismo introdujeron.
Los tres pensadores mencionados anteriormente coincidían en que el poder debía estar
concentrado en manos de un hombre. Bossuet sostiene: “No hay mejor que dejar todo el
poder del Estado a aquel que tiene más interés en la conservación y en la grandeza del propio
Estado (…) Así es como, a favor del bienestar de un Estado, se deposita en una misma mano
todo el poder”. A su vez, Hobbes, sostiene: “El único camino es erigir un poder común (…)
Es conferir todo su poder y fortaleza en un hombre” (el rey). Jean Bodin afirmaba que
“después de Dios, nada hay mayor sobre la tierra que los príncipes soberanos, instituidos por
él como sus lugartenientes para mandar a los demás hombres”; claramente no se refería a otra
forma de gobierno que no fuera la unipersonal.
Otra coincidencia entre los pensadores es la idea de un poder absoluto por parte de los
hombres en los que se ha depositado el poder. Bossuet afirma: “Sin autoridad absoluta el rey
no podría hacer el bien ni reprimir el mal. Es preciso que su poder sea tal que nadie pueda
escapar de él”. Javier Paredes, al analizar las tesis que se defienden en el Leviatán dice: “Del
soberano, en fin, emanan todas las leyes, a las que en ningún modo él está sometido. El rey
está absuelto de la ley, y de aquí el término absolutismo. El monarca absoluto, origen del
Derecho, establece con su decisión, mediante la ley, lo que es justo y lo que no lo es. A su
poder, por tanto, se someten todos los aspectos de la vida civil y religiosa de sus súbditos”9.
Jean Bodin, en los Seis libros de la República, sostiene: “La soberanía es el poder absoluto y
perpetuo de la República (…) La soberanía no es limitada, ni en poder, ni en responsabilidad,

9PAREDES, Javier, “Historia Universal Contemporánea, de las Revoluciones liberales a la Primera Guerra Mundial”,
Editorial Ariel, página (12).
ni en tiempo (…) es necesario que quienes son soberanos no estén de ningún modo sometidos
al imperio de otro”.
Otra coincidencia clara, que se puede extraer de los discursos de Hobbes y Bossuet, es la
concepción de que la paz y el orden público no serían posibles sin la existencia de un poder
común centralizado. Bossuet afirma que “desperdigar dicho poder es dividir el Estado; es dar
al traste con la paz pública”; implícitamente lo que expresa es que la paz solo sería posible si
existe un poder centralizado que rija sobre todos, de manera que, si existe poder fuera de la
personalidad del príncipe, no habría paz; esta apreciación se ratifica en la siguiente frase del
mismo pensador: “En un Estado solo el príncipe debe estar armado. De otro modo, todo
estaría en confusión y el Estado cae en la anarquía”. Por su parte, Hobbes, al describir el
estado de naturaleza del hombre sostiene que “la condición del hombre es la de guerra de
todos contra todos”, y luego afirma que “si persiste ese derecho natural de cada uno respecto
a todas las cosas, no puede haber seguridad para nadie”.
A pesar de estas coincidencias está claro que existen diferencias entre las preposiciones de los
pensadores, quienes parten de distintos enfoques y conceptos. Una diferencia bien
identificable en el discurso de los pensadores es la importancia y el papel que le atribuyen a
Dios en su concepción del poder. Mientras Bodin y Bossuet enfatizan en la figura sagrada del
príncipe, en su condición de lugarteniente o ministro de Dios, Hobbes hace alusión a pactos
entre individuos y a elementos que garanticen constantemente estos pactos.
6) Identifique los obstáculos y las ventajas que caracterizaron el proceso de
centralización del poder en Francia.
Al analizar el proceso de centralización del poder en Francia, podemos identificar ciertos
factores que lo dificultaron, pero también ventajas que surgen de la comparación con el
proceso en otros países.
Una de las claras ventajas fue la forma en que se dio el proceso. Mientras que, en países
como España, la centralización se realizó en un período de tiempo relativamente corto, en
Francia el proceso duró varios siglos y fue absolutamente gradual.
Justamente del carácter gradual del proceso, deriva otra ventaja y Perry Anderson la expresa
claramente: “Por otra parte, tampoco tuvo que enfrentarse en el interior a los permanentes
problemas estructurales de unir reinos dispares, con legados políticos y culturales
radicalmente opuestos”10.
Otra ventaja es el bajo número (en comparación con otros procesos) de reinos territoriales en
el interior del territorio que se unificaría. A su vez, los lejanos ducados y condados de Francia
siempre habían prestado lealtad nominal a la dinastía central, lo que permitió la existencia de
una jerarquía jurídica que facilitaría más adelante la integración política. Perry Anderson al

10 ANDERSON, Perry, “El Estado Absolutista”, Editorial “siglo veintiuno editores”, Madrid, España, página (81).
respecto del poder central sostiene: “Nunca tuvo que luchar con ningún otro reino territorial
de un rango feudal comparable dentro de Francia” 11.
Una de las dificultades que enfrentó la realeza para centralizar el poder del Estado, fue la
diferencia lingüística entre el norte y el sur del territorio, que era menos complicada que en
España (por ejemplo) pero muy notoria y persistente a lo largo del proceso.
Como todo proceso de centralización del poder, en Francia, también fue una dificultad la
existencia de particularismos. En el caso francés, el sur del territorio demostraba una gran
cantidad de fuerzas particularistas. Sin embargo, el peligro más grande provenía de la Casa de
Borgoña, un ducado del norte cuya dinastía rivalizaba abiertamente con la dinastía central de
los Capeto; estos nobles fueron capaces de aliarse a fuerzas inglesas para conquistar
territorios franceses. Durante el proceso de centralización, será un factor muy negativo las
recaídas particularistas que aspiraban a la desintegración.
El volumen de población de Francia, muy superior al de los demás países europeos, fue un
factor que dificultó enormemente la unificación administrativa necesaria para una efectiva
centralización. A ese problema, se añadió la enorme extensión de territorios de lo que más
adelante sería el Estado Absolutista de Francia.
Fueron también un obstáculo, ciertos acontecimientos intermedios, como la Guerra de los
Cien Años (S. XV), las guerras de religión (S.XVI) y la Fonda (S.XVII). No obstante,
algunas tuvieron consecuencias positivas que aceleraron en ocasiones al proceso, por
ejemplo: La Guerra de los Cien Años proporcionó a la monarquía francesa un ejército regular
y el cobro de un impuesto fiscal directo, que no estaba sujeto a control representativo; esto
debido a la deficiencia que mostraban los ejércitos señoriales frente a las fuerzas Anglo-
Borgoñas.
7) Identifique los principales hitos en el ascenso y permanencia en el poder de Luis XIV.
Existe una enorme cantidad de momentos que pueden ser considerados como hitos en el
proceso de ascenso y permanencia de Luis XIV en el trono de Francia. Estos pueden variar
según el enfoque que se le dé al proceso. La obra de Burke, por ejemplo, está más enfocada
en las representaciones simbólicas de la vida del rey y su impacto en la percepción de la
población de aquel entonces; no es este el caso del presente trabajo. El objetivo es señalar los
momentos importantes en cuanto a las medidas que ha tomado el rey para la consolidación de
su poder absoluto.
Luis XIV debe ocupar el trono en Francia a partir de 1643, tras la muerte de su padre (Luis
XIII), cuando apenas cumpliría 5 años. Sin condiciones de reinar, por ser demasiado joven,
ocupó el poder como regente su madre, Ana de Austria, cuyo reinado llevó a cabo el
Cardenal Mazarino.

11 ANDERSON, Perry, “El Estado Absolutista”, Editorial “siglo veintiuno editores”, Madrid, España, página (81).
En 1661, tras la muerte de Mazarino, Luis asume efectivamente el control del aparato estatal.
Este momento es sumamente importante, porque las primeras medidas del joven monarca,
demostrarían rupturas con el período anterior y reflejarían sus objetivos para todo su
gobierno.
Burke, al respecto de este importante momento, dice: “Tras la muerte del Cardenal, en marzo
de 1661, Luis declaró su intención de gobernar sin primer ministro. Quería ejercer un poder
absoluto, en otras palabras, un poder no compartido con otros” 12.
Mousnier nos brinda un panorama más amplio de la significación de esta decisión del rey:
“Luis XIV opera una revolución. Descarta del Conseil d´en Haut a todas las gentes que
podían pretender un poder político en virtud del nacimiento, un título o una función. En
primer lugar, a su madre, su hermano y los príncipes de sangre: el gobierno deja de ser
familiar y se convierte en verdaderamente personal” 13.
El Rey luego procede a convertir los cargos de ministros en algo sometido a la voluntad real.
Elimina a las cartas patentes y títulos de nombramientos, terminando con la venalidad y el
carácter hereditario de estos cargos. Se es ministro, y se deja de serlo, cuando el Rey lo
decide.
Otra medida sumamente importante fue la conversión de los múltiples consejos
administrativos (creados en la etapa ministerial para asegurar la administración) en algo
regular. Estos organismos pierden su cuota de autonomía y participación, ya que el rey toma
las decisiones con sus secretarios de Estados y estas solo pasan a los consejos para ser
cumplidas. Es decir, los consejos solamente se encargarán de ejecutar los mandatos.
Luis XIV desconfía también de sus funcionarios más próximos y debido a ello toma ciertas
medidas con respecto al trabajo de los secretarios de Estado. Opta por una importante
división del trabajo, de manera que cada uno de los secretarios posee conocimientos solo de
su área, sin tener acceso al trabajo de los demás. De esta forma, el Rey se asegura que
ninguno de sus funcionarios sepa lo suficiente como para intervenir en su voluntad. Para ello,
trabaja con cada uno de ellos de forma independiente.
Un elemento sumamente innovador fue el empleo de las letteres de cachet (Cartas u órdenes
selladas por un secretario de Estado). Mediante ellas, el rey transmitía directamente su
voluntad hacia los particulares y corporaciones. Tendió un puente eficaz que no permitía que
su voluntad se perdiera en el tránsito burocrático, en donde se podía alterar sus mandatos.
En 1763, el rey impuso sobre los tribunales soberanos el inmediato registro de los edictos,
quitándoles la posibilidad de administrar justicia. De esta manera aseguró su pleno poder
legislativo y por consiguiente su poder de decretar impuestos a voluntad. Podría utilizar las

12 BURKE, Peter, “La fabricación de Luis XIV”, Editorial “Nerea”, Traducción de Manuel Sáez de Heredia, página (55).

13 MOUSNIER, Ronald, “Los siglos XVI y XVI”, página (388).


recaudaciones sin rendición de cuentas y otorgar fuerza legal a sus decisiones sin ningún
control representativo.
En el gobierno de Luis XIV, el Estado francés se convirtió en una auténtica máquina
coactiva. En 1667 se creó una fuerza de policía permanente en París, con el objetivo de
establecer el orden y reprimir. Entre 1698 y 1699 esta fuerza se extendió a toda Francia.
A su vez, el Ejército fue enormemente incrementado. Segú Perry Anderson, de unos 30 o 50
mil, a unos 300 mil hombres. Las fuerzas fueron remuneradas, uniformadas y entrenadas. Los
soldados empleados fueron, en su gran mayoría, mercenarios extranjeros. De esta forma se
llegó al desarme provincial de la nobleza, clave para someter al particularismo. El mundo de
las ciudades fortificadas, en las regiones fronterizas, fue sometido a una cuidadosa rotación, y
en las zonas municipales se instalaron guarniciones militares.
Es importante aclarar, que debido a las exigencias financieras de las guerras en las que Luis
XIV llevó a Francia, muchas de estas medidas sufrieron un enorme retroceso. La venalidad
de los cargos, por ejemplo, se volvió común nuevamente.
8) Establezca las relaciones de la monarquía con la nobleza y la burguesía
respectivamente.
Las relaciones que establece la monarquía con la burguesía y la nobleza, deben ser entendidas
en el marco de un complejo sistema de relaciones que tiene como fin la perduración del poder
monárquico central. Ese sistema puede servir como una matriz a través de la cual entender las
relaciones.
Dicho sistema de relaciones, consiste en una majestuosa obra de la monarquía para arbitrar la
enorme diversidad de fuerzas que existen en la sociedad. Implica conceder beneficios a cada
uno de los sectores en pugna, con el fin de amenizar sus impulsos; y a su vez, tener a cambio
una cuota de su apoyo, para hacer frente a la potencial rebeldía de alguno de ellos. Implica,
además, actuar como fuerza que logre equilibrar las disputas internas, de manera que los
distintos intereses no lleven a guerras civiles. Esta trama de relaciones sociales, políticas y
económicas, entretejidas por el poder central, busca convertir al mismo, en algo sumamente
necesario para la nación.
En cuanto a la Burguesía, Mousnier asegura que: “El rey, que necesita a los burgueses para
sus finanzas y sus cuerpos de funcionarios, así como para resistir la presión de los señores
feudales, obtiene fácilmente su obediencia y apoyo” 14. El sector burgués, durante siglos, se
había caracterizado por su instrucción, por ser un sector letrado, y de esa manera era
sumamente útil para la estructura administrativa del Estado monárquico. Pero más
característica era su opulencia económica, que encontraba límites en una sociedad estamental
que no la favorecía; es de esta manera, que los burgueses se convierten en una importante
fuente de ingresos para la las arcas reales, mientras obtienen a cambio una serie de
beneficios: títulos de nobleza, cargos importantes en el gobierno, monopolios de explotación,

14 MOUSNIER, Ronald, “Los siglos XVI y XVI”, página (148).


protección contra las leyes de la Iglesia y las barreras feudales. El rey contribuye a la riqueza
de la burguesía y la burguesía contribuye al cuerpo de funcionarios y las finanzas reales.
En cuanto a la nobleza, por haberse aburguesado, había iniciado un proceso de
autodestrucción. Contaba con sus tierras, y con su rango social privilegiado, pero veía como
un sector comercial y mercantil lentamente estaba obteniendo mayores prerrogativas al
amparo del poder central. La burguesía ocupaba cargos importantes, tenía poder económico y
había conseguido, en muchos casos, obtener el estatus noble; lo que le permitió ejercer el
oficio de las armas, antes exclusivo del sector nobiliario. La nobleza, al adquirir costumbres
burguesas y competir en extravagancia, adoptando un estilo de vida semejante, no pudo
sostener tal fachada. La única salida que tenía frente al riesgo inminente de la pérdida de su
preponderancia social y política, fue la dependencia con respecto al rey. Recurrían hacia el
poder central para adquirir cargos importantes (civiles y eclesiásticos), que les permitan
mantener su rango social y estilo de vida. Al respecto Mousnier sostiene: “La nobleza solo
puede defenderse contra la burguesía por el favor del rey”15. La monarquía, a su vez, se
servía de la dependencia de los nobles para incrementar su poder y contar con su apoyo
(sobre todo el militar) frente a la rebeldía de algún grupo social.
9) ¿Cuáles son y cómo construye el monarca los símbolos y atributos de su poder?
Los símbolos y atributos del poder monárquico en la Francia absolutista son múltiples y muy
variados. Son también producto de largas tradiciones y del aporte de los distintos monarcas
en el proceso de construcción de un poder central absoluto. Hacia la llegada al trono de Luis
XIV, ya existía una compleja trama de elementos simbólicos que representaban el poder de la
monarquía; desde liturgias civiles y cortesanas, a ciertos objetos emblemáticos, como la
corona, el bastón y la espada (símbolos máximos del poder monárquico, heredados de una
larga tradición).
Sin embargo, el ascenso de Luis XIV, significó la llegada de un período en el que la
simbología del poder iba a adquirir grandes magnitudes y una importancia clave para la
consolidación del absolutismo. La herramienta por excelencia, empleada por el Rey y sus
consejeros para construir un gran sistema simbólico que representara al poder de la
monarquía, fue el arte.
Colbert, el famoso consejero del rey, muy interesado en glorificar la imagen del mismo,
recibió un informe de Chapelain (Poeta y crítico) en el cual se resaltaba la importancia de las
artes como medio de fortalecer el poder real. El comentario de Burke, al respecto del
contenido de este informe, permite ver la gran diversidad y versatilidad del sistema simbólico
que se organizaría en los años siguientes: “El informe se centra fundamentalmente en la
literatura, especialmente la poesía, la historia y el panegírico, y en él se enumera las virtudes
y flaquezas de noventa hombres de letras contemporáneos y su aptitud para el servicio real.
Sin embargo, Chapelai hace también referencia a otros medios y géneros: medallas, tapices,
frescos, grabados y, por último, diversos tipos de monumentos como pirámides, columnas,

15 MOUSNIER, Ronald, “Los siglos XVI y XVI”, página (149).


estatuas ecuestres, colosos, arcos triunfales, bustos de mármol y de bronce” 16. Todos los
medios nombrados en el informe fueron empleados, sin excepción alguna.
Las representaciones de la realeza variaron durante el gobierno de Luis XIV, de acuerdo a los
acontecimientos y hazañas que se deseaba transmitir.
Se recurría a la asociación del rey con figuras prominentes de la historia de Francia, como
Clodoveo y Carlomagno. Así como también, se lo asociaba a dioses, héroes y personalidades
históricamente relevantes de la Antigüedad, como Alejandro Magno, el dios Apolo, e incluso
a Cristo (se representó al rey como el buen pastor). Todo esto con el fin de fortalecer su
carácter sagrado y su grandeza, “equiparable a la de estas figuras”. El rey se empeñó en que
su símbolo por excelencia fuera el sol (históricamente vinculado a la monarquía), a tal punto
que fue identificado como “el rey sol”.
Los símbolos del poder real, por excelencia eran: “La espada de Carlomagno”, el cetro de
mando, la “corona de Carlomagno”, las espuelas y el anillo (representaba el compromiso del
rey con la nación). La armadura, fue también un atributo del poder real y simbolizaba el
poderío militar que se esperaba de los reyes. Cada uno de ellos, aparecía frecuentemente
representado en las mencionadas manifestaciones artísticas.
Estos elementos representados en el ámbito artístico, se combinaron con una vida cargada de
ceremonias y rituales, tanto a nivel público como en la corte. Inclusive los aspectos más
simples de la vida del rey fuero objeto de rituales y ceremonias.
10) Analice la política económica del absolutismo francés.
La política económica desarrollada por el absolutismo francés, fue acorde a las tendencias
económicas de los estados europeos en ese período. El monarca buscó dirigir todas las
manifestaciones de la economía y apostó enormemente al comercio. Se lanzó un ambicioso
programa mercantilista que implicó el apoyo del Estado a la aceleración del desarrollo
manufacturero y comercial. El Estado fundó nuevas industrias, como los paños, tapicería,
cristal y objetos de hierro. Se crearon compañías de privilegio con el fin de explotar el
comercio con Oriente y las Indias Occidentales. El Estado adoptó una política proteccionista
y empleó un sistema de aranceles, buscando defender los ingresos del comercio mediante
restricciones a las importaciones.
11) ¿Cuál fue la relación entre la monarquía y la Iglesia católica?
El absolutismo francés desarrolló una relación bien particular entre la monarquía y la Iglesia,
caracterizada por la supremacía del poder monárquico sobre todo el aparato eclesiástico, algo
que no se dio de manera semejante en ningún otro estado. Mousnier dice: “Gracias a sus
medios de acción, la autoridad real se impuso a la de la Iglesia, los obispos y abades fueron
considerados como vasallos del rey y debían acudir en su defensa. El rey era el jefe temporal
de la Iglesia. Sancionaba las leyes eclesiásticas y sólo él podía, convocar o autorizar los

16 BURKE, Peter, “La fabricación de Luis XIV”, Editorial “Nerea”, Traducción de Manuel Sáez de Heredia, página (56).
concilios y custodiaba los bienes de la Iglesia” 17. A su vez, la monarquía adquirió la
capacidad de designar a los obispos y abades, obligó a la iglesia a contribuir con las cargas
del reino, eliminó las facultades jurídicas de la misma, y, sometió su administración al
Consejo Real y los parlamentos. El grado de poder de la monarquía en Francia fue tan grande
que incluso el poder religioso o escapaba del rey.

BIBLIOGRAFÍA:
MOUSNIER, Ronald, “Los siglos XVI y XVI”.
ANDERSON, Perry, “El Estado Absolutista”, Editorial “siglo veintiuno editores”, Madrid,
España.
BURKE, Peter, “La fabricación de Luis XIV”, Editorial “Nerea”, Traducción de Manuel Sáez
de Heredia.
PAREDES, Javier, “Historia Universal Contemporánea, de las Revoluciones liberales a la
Primera Guerra Mundial”, Editorial Ariel.
WEBGRAFÍA: https://www.youtube.com/watch?v=sNA7lzvGrX8&t=3s

17 MOUSNIER, Ronald, “Los siglos XVI y XVI”, página (152-153).

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