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Este documento enfatiza la importancia de la humildad en el servicio a Dios. Sugiere que debemos ver a Jehová como el único Dios poderoso y confiar en él para superar cualquier desafío. También recomienda responder al trato desconsiderado con una sonrisa y profundo respeto, como Jesús, para ablandar a los no receptivos. Finalmente, señala que la humildad ayuda a perseverar en territorio difícil, atrae a otros al mensaje del Reino y, lo más importante, agrada a Dios.
Este documento enfatiza la importancia de la humildad en el servicio a Dios. Sugiere que debemos ver a Jehová como el único Dios poderoso y confiar en él para superar cualquier desafío. También recomienda responder al trato desconsiderado con una sonrisa y profundo respeto, como Jesús, para ablandar a los no receptivos. Finalmente, señala que la humildad ayuda a perseverar en territorio difícil, atrae a otros al mensaje del Reino y, lo más importante, agrada a Dios.
Este documento enfatiza la importancia de la humildad en el servicio a Dios. Sugiere que debemos ver a Jehová como el único Dios poderoso y confiar en él para superar cualquier desafío. También recomienda responder al trato desconsiderado con una sonrisa y profundo respeto, como Jesús, para ablandar a los no receptivos. Finalmente, señala que la humildad ayuda a perseverar en territorio difícil, atrae a otros al mensaje del Reino y, lo más importante, agrada a Dios.
En la actualidad, los siervos de Dios no participamos
en las guerras. Esa época ya pasó (Mateo 26:52). Aun así, hacemos bien en imitar la fe de David. Tenemos que ver a Jehová como una persona real, como el único Dios al que debemos servir y respetar. Tal vez haya momentos en los que los problemas nos parezcan gigantescos, pero desde la perspectiva de Jehová, con su ilimitado poder, nuestros problemas son diminutos. Si decidimos servir a Jehová y confiamos en él, como lo hizo David, no habrá desafío ni dificultad que no podamos superar. No hay nada que el poder de Jehová no pueda vencer. Cómo responder al trato desconsiderado. La humildad nos ayudará a imitar a Jesús cuando nos traten con mala educación (1 Ped. 2:21-23). En cierta ocasión, una señora y su esposo insultaron a una hermana y la echaron de su propiedad. Ella se limitó a sonreír y a decir que tal vez podrían conversar en otro momento. Su reacción impresionó tanto a la pareja, que cuando otra Testigo los visitó, la escucharon y aceptaron su invitación para ir al Salón del Reino. Una vez allí, se encontraron con la hermana a la que habían tratado tan mal, pero ella los saludó y les dio más testimonio. Nosotros también podemos ablandar a quienes no son receptivos mostrando “genio apacible y profundo respeto” (1 Ped. 3:15; Pro. 25:15). Huyamos de la arrogancia. El conocimiento de la Biblia que poseemos no es razón para menospreciar a los demás o referirnos a ellos en términos despectivos (Juan 7:49). Al contrario, la Palabra de Dios nos aconseja ‘no hablar perjudicialmente de nadie’ (Tito 3:2). Cuando somos humildes de corazón, como Jesús, causamos un efecto reanimador en el prójimo y añadimos atractivo a nuestro mensaje (Mat. 11:28, 29). 5 En efecto, la humildad nos ayuda a perseverar en territorio difícil, puede ablandar a los que no son receptivos y atrae a otros al mensaje del Reino. Pero lo más importante de todo es que agrada a Jehová, quien “da bondad inmerecida a los humildes” (1 Ped. 5:5).