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‘Hay que acabar con ese elefante llamado

informalidad’: Consejo Gremial


De todos los problemas estructurales que tiene Colombia en la actualidad, el de la informalidad
laboral, que toca al 60 por ciento de la población, es el más grande y el que requiere con urgencia
una solución inmediata, pues le permitiría al país mejorar en temas como el ahorro, la
tributación, la producción y el crecimiento económico, entre otros frentes.
No será una tarea fácil, le dijo a EL TIEMPO Germán Arce, presidente del Consejo Gremial Nacional
(CGN), al advertir que el Gobierno, los empresarios y, en general, todo el país tienen una gran
oportunidad hoy de acabar con este problema, por lo que hizo un llamado para que las
discusiones que comienzan a darse en torno a las reformas sociales tengan el tiempo
suficiente para analizar sus impactos en el largo plazo, discutirlas y debatirlas de cara a todos los
colombianos.

El 2023, un año económicamente


complicado para Colombia
Todas las apuestas están en contra para el año 2023. La economía global bien parece una mala receta, con proyecciones
que apuntan a un desplome de los datos de actividad económica en prácticamente todos los países, altos niveles de
inflación y también de tasas de interés, lo que se trasladará a las agendas de prácticamente todas las naciones.
Aunque a lo largo del 2022 Colombia se ha mostrado como un país dinámico, resiliente tras los embates de la covid-19, y
cerrará el año con un crecimiento alrededor de 8% según la mayoría de los pronósticos, la buena hora que trajo la post
pandemia con una marcada recuperación perderá el impulso en 2023, y el Gobierno de Gustavo Petro,que aún está
puliendo varias de sus políticas para el cuatrienio, no solo tendrá que lidiar con un ambicioso proyecto político -
económico, sino también con un escenario lleno de incertidumbre y desafíos en el panorama.

‘Ralentización’ es una palabra que ha cobrado relevancia en todas las proyecciones, tanto nacionales como
internacionales, pero las perspectivas externas son más benevolentes con el desplome que le espera a Colombia que la
mirada local.
Problemas de la economía y la calidad de vida en
Colombia
El informe de la OCDE mostró que el crecimiento económico no necesariamente
representa mejoras en la vida de las personas, ¿qué hace falta?

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Mundial presentaron sus
diagnósticos sobre la economía colombiana.

Sus recomendaciones son planteadas desde realidades de desarrollo diferente, pero sus diagnósticos suelen ser
imparciales y muy bien formulados. Estos informes son demoledores: el crecimiento económico no se traduce
en una mejora en la calidad de vida en Colombia.

Pero aunque los informes enumeran de manera clara los grandes problemas que debe solucionar el país, no
causan una reacción inmediata de la opinión. Parece haber una apatía frente a los problemas económicos.

Debe plantearse la pregunta de por qué Colombia, considerado como un país de “ingreso medio alto”, tiene esta
realidad social que corresponde a otros niveles de desarrollo.

Los principales hallazgos de la OCDE son:

1. La actividad económica ha tenido un sólido repunte, pero los puestos de trabajo no se han recuperado de
la misma forma.
2. Los ingresos fiscales son insuficientes para resolver las demandas sociales y cubrir la inversión pública.
3. El sistema fiscal contribuye poco a reducir las desigualdades con un sistema tributario que se nutre más
de impuestos a sociedades que de impuestos a la renta de las personas naturales.
4. El 60 % de los trabajadores son informales y están excluidos de los sistemas de seguridad social, algo
que implica una baja productividad.
5. Hay excesivas cargas sociales sobre el trabajo. Esto frena la contratación formal y mantiene elevada la
informalidad.
Claramente, estos problemas están relacionados con la baja capacidad redistributiva de la economía
colombiana.
Exministros de Salud de Colombia piden explicaciones
sobre reforma al sector
bogotá, 8 feb (EFE).- Un grupo de exministros de Salud de Colombia presentó un derecho de petición
a la ministra de la cartera, Carolina Corcho, para conocer a fondo el proyecto de ley que se tramitará
en el Congreso para reformar el sistema sanitario.
En el documento, firmado por Fernando Ruiz, Jaime Arias, Augusto Galán, Gabriel Riveros y Beatriz
Londoño, entre otros, tiene el objetivo de aportar, para mejorar y tener el «goce del derecho
fundamental de la salud de todos los colombianos».
Los exministros reconocen que «hay problemas por resolver y situaciones por mejorar, en especial,
sobre la fragmentación de la atención, la oportunidad en algunos servicios especializados, las
dificultades de acceso en zonas de alta ruralidad, los regímenes de contratación de los recursos
humanos y, en general, la sostenibilidad financiera del sistema».
El grupo afirma no ser opositor del Gobierno del presidente colombiano, Gustavo Petro, ni partidista,
ni electoral, ni obedecer a la agenda política de ningún partido ni grupo.
El anuncio de Petro sobre la reforma sanitaria, que elimina la intermediación de las actuales
Empresas Prestadoras de Salud (EPS), ha tenido una fuerte oposición de sectores políticos y
económicos que la consideran un retroceso en la calidad de la atención de los pacientes.
Petro, quien se ha mostrado partidario de una mayor intervención del Estado en los servicios que
reciben los ciudadanos, ha dicho que un sistema preventivo como el que se propone, existe en la
mayor parte del mundo.
PIDEN ESPACIO PARA LA DISCUSIÓN
El documento presentado por los exministros de Salud hace 15 planteamientos generales que
aborda cinco aspectos básicos: participación en el proceso de consideración, deliberación y
aprobación de la reforma, cumplimiento de mínimos constitucionales de la política pública,
razonabilidad, proporcionalidad y progresividad de las medidas propuestas; el régimen de transición
y la sostenibilidad de la reforma.
En el derecho de petición se cuestiona el hecho de que el Gobierno no decida «abrir espacios de
diálogo y concertación previos a la presentación de la reforma y mantener en secreto su texto», y que
solo se conocerá cuando se radique en el Congreso, para lo cual todavía no hay fecha.
«Consideramos que esta decisión (de tener en secreto el texto) afecta los derechos fundamentales
de participación democrática amplia, abierta y temprana que deberían respetarse, protegerse y
garantizarse», aseguran.
Igualmente, argumentan que una de las razones del derecho de petición es proporcionar un debate
técnico y amplio que «estimule un sólido consenso alrededor de la toma de decisiones, que
involucran a un derecho constitucional como lo es la salud».
La ministra de Salud, Carolina Corcho, ha sido duramente criticada por diversos sectores que la
señalan de no abrir espacios para discutir el proyecto de reforma, del cual no se conoce su
articulado.
A propósito de la reforma, el lunes pasado llegó a Colombia una misión de la Organización Mundial
de la Salud (OMS) y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para brindar asistencia
técnica al Gobierno en su propuesta de reforma a la salud. EFE
Las críticas a la Federación de Cafeteros en plena
búsqueda de una nueva cabeza para el café
colombiano
Media docena de caficultores de diferentes regiones abre el debate sobre un sector dominado por
un gremio que demanda una modernización urgente

Dedicarse en Colombia al negocio del café por fuera de los canales tradicionales
de la Federación Nacional de Cafeteros, el poderoso gremio privado, es una labor
improbable. La Federación tiene 350.000 agremiados y la tarea de trazar, junto al
Gobierno, la política cafetera del país, con todo el poder que aquello acarrea. Los
cambios de rumbo no son un rasgo consustancial de su organización.
Seis pequeños y medianos caficultores y empresarios del café con posturas
independientes explican en EL PAÍS sus críticas al conglomerado y sus
propuestas para enderezar el rumbo del otrora gran motor y símbolo de la
economía colombiana, hoy agobiado por serios desafíos económicos y
administrativos.
A lo largo de este mes, precisamente, se definirá la terna de candidatos para
elegir al reemplazo de Roberto Vélez, un pereirano de 62 años que estuvo al
frente de la gerencia hasta finales de diciembre. Alexander Taborda, de 31 años,
es representante de los cafeteros en el departamento de Antioquia (noroeste), uno
de los bastiones tradicionales del cultivo del grano. El agricultor explica que este
es el momento justo para hacer un balance del papel de la Federación en el
último medio siglo.

En tiempos de redes digitales y emprendimientos, casi todas las fuentes


consultadas plantean la posibilidad de alivianar una estructura burocrática tan
pesada y difícil de mover como un portaaviones. Sus inquietudes, mucho más
que críticas avinagradas, nacen del reconocimiento hacia el trabajo de una
Federación que ha marcado sus vidas. El objetivo es que ese impacto positivo se
mantenga en una realidad diferente.

“El mundo ha cambiado tanto en los últimos años”, sostiene Taborda, “como el
comercio global y el negocio de la caficultura. Sin embargo, las necesidades de
los productores siguen siendo muy similares”. Pedro Miguel Echavarría,
empresario paisa de 36 años, advierte en la misma línea que en Colombia
siempre se ha dado por sentado que va a haber café para toda la vida, sin
reflexionar en los problemas demográficos que amenazan su subsistencia.
El campesinado envejece a un ritmo acelerado, según las cifras oficiales,
mientras las generaciones más jóvenes prefieren emigrar hacia la ciudad en lugar
de seguir en un negocio que no resulta rentable ni los cautiva.

La tiranía del mérito y el sistema educativo en Colombia


El profesor de filosofía política de la Universidad de Harvard Michael Sandel en una de sus mas recientes publicaciones La
tiranía del mérito, aborda los aspectos morales de la meritocracia, cuestionando ideas modernas acerca del éxito, el ascenso
social y el bien común. En el libro, Sandel se refiere al credencialismo como uno de los últimos prejuicios aceptables,
mostrando cómo las credenciales académicas con el poder que confieren y el sesgo de autoridad que imprimen, pueden
convertir al mérito en una suerte de tiranía. Esta idea del mérito académico que ha tendido a convertirse en un símbolo de
estatus en algunos círculos puede generar distorsiones en la visión real acerca del éxito y del bien común, generando, además,
impactos negativos sobre el sistema educativo y desenfocando las políticas públicas.
En los últimos años en Colombia, la idea meritocrática del éxito económico o académico viene generando discusiones alrededor
de las razones de la pobreza y de la riqueza, los problemas de la desigualdad y el sueño de la movilidad social. Estas discusiones
tienen diferentes aproximaciones, una de las más aceptadas tiene que ver con la igualdad de oportunidades, buscando equilibrar
de alguna manera las condiciones en las que las personas inician la carrera de la vida. Si bien sigue siendo un concepto utópico,
la idea de brindar oportunidades a todos los niños, de acceder a una educación de calidad y sin grandes diferencias entre los
sistemas público y privado, puede contribuir a la aspiración noble de la igualdad de oportunidades.
Es natural pensar que la garantía de una educación de calidad es el antídoto a la inmovilidad social, pero deja de lado aspectos
clave como los activos sociales y la promesa incumplida de la educación, que llevan a situaciones que tienden a perpetuar la
desigualdad. Por un lado, los activos sociales, esos intangibles que contribuyen a mejores resultados en el juego de la vida para
quienes los poseen, esto es, relacionamiento y herencia cultural, entre otros. Y, por otro lado, la idea de estatus dada por los
títulos académicos que de alguna manera desincentiva la formación técnica y tecnológica tan importante en el mundo de hoy y
con el potencial de transformar realidades que este tipo de formación ofrece.
En su texto, Sandel se refiere al libro La Epopeya de América del autor James Truslow Adams. En este Adams se refería a una
tierra mejor, mas rica y que brinde oportunidades a sus ciudadanos y decía: “No es un simple sueño hecho de automóviles y
buenos sueldos, sino uno de un orden social en el que cada hombre y cada mujer puedan materializar el máximo aquello de lo
que sean innatamente capaces y puedan ser reconocidos por los demás por aquello que son, con independencia de las fortuitas
circunstancias de donde hayan nacido o de cual fuera su posición de origen”.

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