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Camilo Maccise
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INTRODUCCIÓN
La referencia correcta, a todas luces, debería ser a Ezequiel 36, 26. Pero, aparte esa
imprecisión, periodísticamente explicable, resulta interesante ver en la primera plana de
un diario del siglo XX una frase de un profeta del s. VI a.C.: ¡los profetas vuelven a
ponerse de moda!
La palabra “profeta” ha entrado −a partir del Concilio Vaticano II− a formar parte del
vocabulario cotidiano dentro de la Iglesia y fuera de ella. Se aplica a todos los que
denuncian las estructuras de poder y dominio; a quienes promueven la lucha por la
justicia y se ponen de parte de los pobres; a aquellos, en fin, que viviendo profundamente
la experiencia de Dios, anuncian el mensaje liberador de Cristo en múltiples y variadas
formas.
Los profetas fueron hombres comprometidos con Dios y con la época en que les tocó
vivir: denunciaron las injusticias, proclamaron el juicio de Dios, anunciaron un futuro
mejor, don de Dios y fruto también de la colaboración del hombre por medio de una
esperanza activa.
Los profetas hablan con imágenes tomadas de la vida diaria y del ambiente en que
viven. Comunican también el mensaje con gestos simbólicos y a partir de situaciones de
su vida personal y familiar. Acompañan los gestos con palabras que sacuden las
conciencias y las enfrentan a sus responsabilidades frente a Dios y al hermano.
Más que predecir el porvenir, el profeta revela la auténtica dimensión del presente que
interpela al hombre y lo compromete en la preparación del futuro que Dios dispone con
bondad y fidelidad pero exigiendo la cooperación humana. Los profetas de Israel
anunciaron al Liberador y Salvador. Cristo vino, pero también vendrá. Toca a los
cristianos, actualizando vivencialmente la esperanza profética, proyectar a los hombres
hacia la segunda venida del Señor.
Por todos estos motivos los profetas son siempre actuales y su vida modelo para todo
creyente que, de la vivencia personal de Dios debe pasar a una praxis coherente con
todas las implicaciones sociopolíticas que necesariamente se derivan de ella. Eso
significa ser “testigo de la resurrección y de la vida del Señor Jesús y una señal del Dios
vivo” (LG. 38): anunciar el mundo nuevo a partir de un compromiso concreto en el
esfuerzo por anticipar, en cierta manera, la igualdad, fraternidad y libertad que Cristo nos
ha traído y que Él mismo consumará y perfeccionará (cf. GS, 39).
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Esta actualidad de los profetas no quiere decir, sin embargo, que ellos nos den las
fórmulas concretas para regular nuestra acción cristiana, ni menos que baste copiar
materialmente sus actitudes y la solución que dieron a los problemas de su época. Ellos
son un ejemplo a imitar, pero a partir de nuestras situaciones vitales. No nos evitan el
esfuerzo que suponen la fidelidad al Dios vivo en la angustia, en la oscuridad, en la
incertidumbre, en la soledad; y la búsqueda, a partir de esa experiencia de fe, de nuestra
respuesta comprometida a los “signos de los tiempos” hoy y aquí.
Nuestro objetivo es lograr, a través de esta iniciación a los profetas de Israel, una mejor
comprensión de su obra, de su vida y de su doctrina, que nos ilumine para cumplir en
forma adecuada la misión profética que nos compete como cristianos (cf. LG, 31) en esta
parte del mundo en que vivimos.
GENERALES
No es nuestra intención dar una bibliografía exhaustiva. Queremos sólo indicar las
obras que juzgamos más importantes. En ellas se encuentran bibliografías más
completas.
2
BRIGHT. J. History of Israel. Philadelphia. 1960. Existe traducción
española: Historia de Israel. Bilbao, Desclée de Brouwer,
1966.
BEGUERIE. Ph., Étude sur les Prophètes d’Israel. París, Ed. du Cerf. 1954.
LECLERCQ. J.,
STEINMANN. J.
GUILLAUME. A., Prophecy and Divination among the Hebrews and other
Semites, 1938.
HEATON, E.W. The Old Testament Prophets. Edinburgh, R & R Clark Ltd.,
1961.
MORIARTY, F.L. The Prophets: Bearers of the Word: The Bridge (vol. 3, New
York, 1958), 54-83.
3
NOTH, M. Geschichte Israels. Göttingen, 2ª ed. 1954. Existe traducción
española: Historia de Israel. Barcelona, Ed. Garriaga, 1966.
_______ Die Propheten Israels zur Zeit des Exils. Köln, -1965-1967.
Existe traducción española de este último: Así habla Yahvé.
Buenos Aires, Ed. Paulinas, 1968.
Hay que tener también en cuenta para la profundización de los temas y para las
grandes síntesis los instrumentos más usuales del trabajo exegético:
- Diccionarios hebreos
- Diccionarios bíblicos
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- Vocabularios de Teología Bíblica (v.gr.: LEON-DUFOUR, BAUER; BOTTERWECK-
RINGGREN, Theologisches Wörterbuch zum Alten Testament, se ha comenzado a
hacer la traducción española en Ediciones Cristiandad a partir de 1973...)
The Interpreter’s Bible. The Holy Scriptures in the King James and Revised Standard
Versions. Ed. Board, New York, 1952-1956.
The Jerome Biblical preparado por R.E. BROWN, J.A. FITZMEYER, R.E.
Commentary MURPHY, London, 1968. Existe traducción española:
Comentario “S. Jerónimo” Madrid, Ed. Cristiandad, 1971, 5
vols.
La Sacra Bibbia Volgata latina e traduzione italiana dai testi originali, illustrato
con note critiche e comentate, sotto la direzione di S.
GAROFALO. Torino. 1947 ss.
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PRIMERA PARTE
I. El problema de la hermenéutica
Bibliografía
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De manera especial, la hermenéutica busca una recta interpretación cuando el objeto
examinado es algo que pertenece al ámbito de la fe. Y esto, porque la fe exige un
compromiso y empeño personal en el campo concreto de la existencia.
“Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano” (Dei Verbum,
n. 12). Esta frase condensa el punto de partida de la hermenéutica bíblica. Si Dios ha
hablado en la fonética humana, ha usado necesariamente categorías, formas de
expresión, lenguaje y cultura propias de una época histórica y de un ambiente geográfico
concreto. Sin embargo, Dios ha hablado para los hombres de todas las épocas y de todos
los lugares: los “libros inspirados conservan para siempre su valor y autoridad” (DV, 14).
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2. Tres corrientes hermenéuticas modernas
Barth afirmó insistentemente que no basta repetir las fórmulas bíblicas, sino que hay
que actualizarlas. Él dio ejemplo de eso cuando, v.gr.: “tradujo” el concepto paulino de Ley
por el de Religión.
Este anuncio perenne y universal está enmarcado en un mundo mítico. Todas las
afirmaciones sobre el mundo, el hombre, la naturaleza, el tiempo y demás realidades
contienen un núcleo mítico. Por eso mismo no pueden ser aceptadas por el hombre
moderno, que ha demostrado que la naturaleza es autónoma en su acción y que desde
ella se puede explicar cualquier acontecimiento por insólito que aparezca.
Con todo, a través de ese lenguaje mítico se nos comunica algo. Ese algo no es
objetivo sino en cuanto que nos ayuda a comprender y concebir la existencia humana. Lo
que me dice la Escritura no es “Historia” (=relación de hechos objetivos) sino “Geschichte”
(=fuerza evocadora que tienen los hechos en orden a mi destino personal y vital).
Insiste en el futuro como meta esencial de los textos cristianos. En el sucederse de las
cosas no tenemos elementos transhistóricos que permanezcan, haciéndonos coincidir con
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épocas anteriores. Lo que revela no es un hecho aislado, sino la historia como
continuidad, que tiene su cumplimiento total en Cristo. Lo que revela no es la palabra sino
el hecho exclusivamente.
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insiste en la revelación por los hechos, excluyendo las palabras, la Constitución conciliar
habla de los hechos y de las palabras como de dos elementos íntimamente relacionados;
completándose mutuamente para darnos en forma clara la revelación:
“La revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas; las obras que
Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las
realidades que las palabras significan; a su vez, las palabras proclaman las obras y
explican su misterio. La verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que
transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la
revelación” (DV, n. 2; cf. nn. 4, 7, 8, 14, 17, 18).
El primer principio hermenéutico parte de la constatación del hecho de que “Dios habla
en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano”. Para poder conocer, por
tanto, lo que Dios quiso comunicar hay que “estudiar con atención lo que los autores
querían decir y lo que Dios quería dar a conocer con dichas palabras.
Como entre el autor sagrado y nosotros existe una distancia de espacio, tiempo y
cultura, es necesario tener en cuenta estas circunstancias −que constituyen el “Sitz im
Leben”− y además los “géneros literarios” en que él se expresó. Éstas son las normas
racionales.
Las normas teológicas proceden de un principio: “Hay que leer la Escritura con el
mismo Espíritu con que fue escrita”. Sólo el Espíritu nos puede ayudar a comprender
plenamente eso que es su obra. Sin su acción la Biblia no es inteligible, ya que no es la
obra de un hombre (cf. 2 Pe 1,20-21). “Por la acción secreta del Paráclito, pues, es por la
que el mensaje de Jesús deja de sernos exterior y extraño, el Espíritu Santo lo interioriza
en nosotros, y nos ayuda a penetrarlo espiritualmente, para descubrir en él una palabra
de vida” (I. DE LA POTTERIE-S. LYONNET. La vida según el Espíritu (Salamanca, 1967,
p. 26).
Para esta lectura “en el Espíritu” hay que tener en cuenta −lo apunta la Constitución
conciliar− el contenido y la unidad de toda la Escritura, la tradición viva de toda la Iglesia y
la analogía de la fe. Éstas son las normas teológicas.
Sólo se podrán percibir y valorar los elementos bíblicos dentro de un contexto de toda
la Escritura, libro único por su contenido y por su autor. Ningún libro bíblico es
independiente. Unos a otros se explican y completan.
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hombre. Sólo se comprenderá la revelación divina en la medida en que se viva la
búsqueda y el empeño existencial.
El estructuralismo, como todo método nuevo, tiende a querer imponerse como el único
método. Pero eso no significa que deba ser rechazado. Usado dentro de ciertos límites
puede enriquecer la hermenéutica existencial, volcada hacia la diacronía, con una
orientación sincrónica que ayude a una mejor comprensión de los textos bíblicos. Porque
“todos podemos ganar de la convivencia de todos diversos, de la discusión y crítica
mutua, de su valor complementario”, pero a condición de que no sucediera que
“empleando todo el tiempo en trazar una teoría del método de andar, nos quedáramos sin
tiempo para dar un paso” (L. ALONSO SCHÖKEL. “Sobre el estudio literario del A.T.”, en
Biblica 53 (1972) p. 556.
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II. El sentido del Antiguo Testamento
Bibliografía
Nuestro curso sobre los Profetas se sitúa en el corazón mismo del Antiguo
Testamento. Necesitamos, por eso, comprender el sentido de éste para colocarnos
realmente en el contexto de los escritos que constituyen la materia de nuestro estudio.
Es verdad que la convicción y la certeza de que “Dios es el que inspira los libros de
ambos Testamentos” (DV, 16) la tenemos los cristianos. Hay, además, en la actualidad un
gran interés por el análisis del Antiguo Testamento. Sin embargo, es un hecho el que no
logramos muchas veces precisar los valores de los escritos de la Antigua Alianza, ni
superar las dificultades que su lectura ofrece. El problema no es de hoy. Ya desde los
tiempos de la composición del Nuevo Testamento se buscaron en el Antiguo valores
cristianos; cosas que se pudieran asimilar en la plenitud de la revelación de Cristo, que no
destruyó sino completó la revelación veterotestamentaria (cf. Mt 5,17).
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puede servir como punto de referencia en la lectura y vivencia de la doctrina del Nuevo
Testamento.
A esta primera dificultad se añade otra, aplicable también al Nuevo Testamento aunque
no en forma tan acentuada: el “Sitz im Leben” del Antiguo Testamento es una cultura
agrícola, precientífica, sacra, mientras que nosotros vivimos, tres mil años después, en
una cultura técnico-científica, urbana y secular. Esa mentalidad diversa, expresada en un
lenguaje incomprensible a veces, poco o nada nos puede decir a los hombres de hoy.
Esto coincide con el problema hermenéutico del que hablamos en el apartado anterior.
En los primeros siglos del cristianismo, más cercanos como cultura y como lenguaje al
ambiente en el que surgió el A.T., la atención se centró en el problema teológico: el de
encontrar el sentido cristiano de los libros de la Antigua Alianza.
La Constitución Dei Verbum nos traza el camino para un enfoque adecuado del A.T.:
“El fin principal de la economía antigua era preparar la venida de Cristo, redentor
universal y de su reino mesiánico, anunciarla proféticamente (cf. Lc 24, 44; Jn 5, 39;
1Pe 1, 10), representarla con diversas imágenes (cf. 1 Cor 10, 11). Los libros del
Antiguo Testamento, según la condición de los hombres antes de la salvación
establecida por Cristo, muestran a todos el conocimiento de Dios y del hombre y el
modo como Dios, justo y misericordioso, trata con los hombres. Estos libros, aunque
contienen elementos imperfectos y pasajeros, nos enseñan la pedagogía divina. Por
eso los cristianos deben recibirlos con devoción, porque expresan un vivo sentido de
Dios, contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca del
hombre, encierran tesoros de oración y esconden el misterio de nuestra salvación”
(DV, n. 15).
El Concilio reconoce también los valores del Antiguo Testamento: su visión de Dios y
del hombre; la acción de ambos en la historia, considerada no en el sentido fatalista de los
griegos, sino como hecha de elección de Dios y decisión libre del hombre.
Al mismo tiempo, el Concilio pone de relieve los límites del Antiguo Testamento: en él
hay cosas provisionales, imperfectas, propias de una revelación que no llega a su plenitud
sino con la venida de Cristo. Es a la luz de esta última y definitiva revelación como se
debe leer aquella realizada “de muchas maneras, por ministerio de los profetas” (Hebr 1,
13
1). Esto se lleva a cabo por medio de una interpretación que, partiendo del sentido pleno,
se refiere el A.T. al misterio de Cristo en sus diversas manifestaciones.
Cuanto a las dificultades de lenguaje, hay que decir que, a pesar de la distancia
cultural que nos separa de estos escritos, hoy más que nunca contamos con los medios
para acercarnos a ellos y poder comprenderlos. Existe además el hecho de que los
escritos del A.T., más que ser expresión de ideas son manifestación de una experiencia
siempre actual: la del encuentro de Dios con los hombres (cdf. DV, n. 14). Los
interrogantes existenciales de esos libros son los nuestros. Los acontecimientos vividos
son semejantes. La exigencia que implican es la misma: el compromiso existencial en la
respuesta a Dios.
14
SEGUNDA PARTE
I. Terminología
Bibliografía
ALBRIGHT, W.F. From the Stone Age to Christianity. New York, 1957, pp. 303-
305. Existe traducción española: De la edad de piedra al
cristianismo, Santander, Ed. Sal Terrae, 1959.
La palabra profeta viene del griego [GRIEGO], derivación [GRIEGO], que no significa
“predecir”, como se cree comúnmente, sino más bien “hablar frente”, o “hablar en nombre
de otro”.
Los LXX tradujeron siempre con esta palabra el término hebreo: [HEBREO] y, en
algunas ocasiones, los términos [HEBREO] (=“el vidente”) y (=el sivisionario, el que tiene
una visión) que generalmente fueron traducidos por [GRIEGO] y [GRIEGO],
respectivamente.
Otra cuestión dice relación entre las tres palabras más usada para designar a los
profetas: [HEBREO] [HEBREO] [HEBREO]. ¿Indican tres tipos de profetas o son
sinónimas?
15
En el libro primero de Samuel, 9, 9, se indica como más antiguo el nombre de
[HEBREO] que el de [HEBREO] para designar a los profetas. Pero más que ser posterior,
el término [HEBREO] se usó primitivamente para designar a los que anunciaban
extáticamente las alabanzas de Dios (cf. 1 Sam 10, 5. 10). Quienes transmitían un oráculo
eran designados con el nombre [HEBREO].
Otros términos hebreos aplicados a los profetas para indicar su misión son: [HEBREO]
(=legado: Ag 1, 13), [HEBREO] (=vigilante: Ez 3, 17), [HEBREO] (=guardián: Is 21, 11-12),
[HEBREO] (=pastor: Zac 10, 2-3), [HEBREO] (=siervo: Jer 7, 25). Estos términos nos
permiten una mayor comprensión del papel que los profetas desempeñaron en la historia
del pueblo de Israel.
Bibliografía
PRITCHARD, J.B. La sabiduría del antiguo oriente, Barcelona, Ed. Garriga, 1966.
16
WALTERS, S.D. “Prophecy in Mari and Israel”. En Journal of Biblical Literature
89, 1970, pp. 78-81.
En el campo concreto del estudio del profetismo israelita, este conocimiento más
preciso del contexto histórico-cultural del Pueblo de Dios ha ayudado a no considerarlo
como un fenómeno aislado, propio de Israel, sino como un fenómeno presente en todos
los pueblos antiguos del Medio Oriente. Es en este ambiente, caracterizado por un vivo
sentido religioso de la vida −que llevaba a conocer la voluntad y la palabra de la divinidad
por medio de personas cuya relación y cercanía con ella se aceptaban como un hecho−
donde Dios hace surgir a los profetas de Israel.
Al querer trazar la historia del profetismo en Israel hay que tener en cuenta “que sus
antepasados conocieron a Babilonia, su imperio, su civilización, que atravesaron el
Mediterráneo, que acamparon en el territorio del rey de Mari, que bajaron a Egipto, donde
permanecieron durante largos años y, finalmente, que cuando se iban a establecer
definitivamente en Palestina, se encontraron con unos vecinos que convivieron durante
largos años a su lado, los cananeos, hermanos de los fenicios y de los sirios de Ugarit, de
Biblos, etc. El pueblo, dotado de un talento creador muy pobre, no tenía más remedio que
sufrir, y de una forma muy marcada, la influencia de los pueblos que hallaba a su paso,
pueblos cuyos recursos de invención se encontraban infinitamente más desarrollados que
los suyos. Así sucedió, por ejemplo, respecto al profetismo, como al sacerdocio o a la
monarquía” (L. MONLOUBOU, o.c., 45).
El sentido religioso de los pueblos vecinos y de aquellos con los cuales, en una u otra
forma, se relacionó Israel, hizo que entre ellos se hallaran muy difundidas la magia y la
adivinación: se pedía a los magos y adivinos la curación de las enfermedades y el que se
retiraran las fuerzas hostiles; los jefes militares los consultaban antes de las batallas; los
videntes mismos transmiten los oráculos de la divinidad. En la Biblia se recuerda, por
ejemplo, la consulta que los filisteos hacen a sus sacerdotes (_________) y a sus adivinos
(_______) sobre lo que deben hacer con el Arca de Yahvé (cf. 1 Sam 6, 2-9); el caso de
Ocozías, que manda consultar sobre su enfermedad a “Baalzebub, dios de Acarón” (cf. 2
Re 1, 1-16).
Entre esas fuentes de la historia del Antiguo Oriente hay que subrayar a este respecto
algunos textos de Mari y de Egipto en los que se hallan puntos de contacto con los
oráculos de los profetas de Israel, sobre todo en la forma y estilo de su presentación.
17
Las cartas de Mari (5,000) y las otras 15,000 tablillas cuneiformes descubiertas en los
años 1935-1938 por André Parrot en el palacio del rey Zimri-Lim (ca. 1730-1700 a.C.) en
Tell el-Hariri, en el Éufrates medio, fueron escritas en su mayoría por amorreos en
babilonio. La cultura de la edad patriarcal se encuentra reflejada en las costumbres que
testimonian. Para el estudio del profetismo en concreto, algunos textos hablan de videntes
que transmitían oráculos del Dios Hadad al rey Zimri-Lim aludiendo a una elección y
alianza. En esos textos se encuentran también un cierto número de fórmulas que
aparecen en los profetas bíblicos: “Así habla el Señor”, “El dios me ha enviado”, “Di a tu
siervo”. Westermann da mucha importancia a estos textos para definir el oráculo profético
como un “mensaje”, transmitido por medio de un “enviado” (cf. o.c. Grundformen…).
La semejanza no se limita sólo a la forma. El dios exige que su orden sea comunicada
al rey, aun cuando no le agrade. El profeta no se siente embarazado para criticar la
conducta del rey cuando éste no ha actuado como debía. Aparece igualmente la promesa
vinculada a la obediencia del rey a las órdenes del profeta.
“…Mediante oráculos, Adad, señor de Kalassu, ha hablado en estos términos: ‘¿No soy
yo, Adad, Señor de Kalassu, quien lo he criado sobre mis rodillas y lo he elevado al trono
de la casa de su padre? Desde que lo elevé al trono de la casa de su padre, le he dado
además un lugar de residencia. Ahora, así como lo he elevado al trono de su padre,
puedo en su mano volver a tomar a Nihlatum. Si no da (lo que conviene), yo soy el dueño
del trono, del territorio y de la ciudad: a quien lo he dado, puedo quitárselo. Pero si da (lo
que conviene) según mi deseo, le daré tronos y más tronos, casa y más casas, territorios
y más territorios, ciudades y más ciudades; y le daré el país de levante a poniente. He
aquí lo que han dicho los adivinos cuando bullíamos constantemente (?) en demanda de
oráculos. Todavía el adivino de Adad, Señor de Kalassu, vigila la región de Alahtum por
razón de Nihlatum: ¡sépalo mi Seor!...” (cf. A. LODS, en Studies in OT Prophecy, p. 103-
110; citado en ROBERT, A.-FEUILLET, A., Introducción a la Biblia, vol. I, Barcelona, 1967,
p. 435.
18
expulsado. ¡Alégrese aquel que contemple (esto) y aquel que pueda estar al servicio del
rey!” (J. PRITCHARD, o.c., pp. 298-304).
Este documento data de los principios de la XXI dinastía egipcia (s. XI a.C.). En él
aparece un personaje: Wen-Amón, enviado a Fenicia para negociar la adquisición de
bosques de cedros para construir la barca ceremonial del dios Amón. El rey de Biblos le
intima que abandone la ciudad y se niega −ante la actitud arrogante de Wen-Amón− a
acceder a sus peticiones. Es entonces cuando una manifestación profética de un joven,
de quien “se apoderó y le poseyó el Dios” comenzó a gritar en medio de su éxtasis: ¡“Trae
al Dios! ¡Trae al mensajero que lo lleva consigo! ¡Amón es quien lo envió! ¡Es quien lo
hizo venir! Movido por esto el rey hizo venir a Wen-Amón y le concedió lo que pedía. (cf.
PRITCHARD, o.c., pp.19-28.
No sólo Fenicia, sino toda el Asia Menor conocía un profetismo en el que el frenesí
orgíastico era llevado hasta el delirio. Es probable que este tipo de profetismo floreciera
en regiones más desarrolladas culturalmente, mientras en los ambientes nómadas se
orientó más bien hacia una forma adivinatoria. Una cosa cierta es que todas las formas de
profetismo decían relación con el culto y con los templos. Por ejemplo, en el texto de
Wen-Amón el éxtasis sucede mientras el rey está a punto de ofrecer un sacrificio.
También entre los arameos de Siria existían individuos que “profetizaban”. En una
inscripción aramea: la estela de Zakir, rey de Hamat (s. VIII a.C.), éste nos narra lo que
el dios Baal-Shamáin le dió a conocer por medio de videntes y adivinos cuando su ciudad
se hallaba sitiada por ocho reyes: “No temas, pues yo te he hecho rey y yo estaré contigo
y te libertaré de todos esos reyes que han emprendido el sitio contra ti... yo los rechazaré
(?), y ese muro que han levantado yo lo destruiré (?) y ese foso… (cf. A. ROBERT-A.
FEUILLET, o.c., p. 435).
En el libro de los Números aparece un vidente de Mesopotamia, Balaam (cf. Num. cc.
22-24), que vive en CETUR, junto al Tigris o Éufrates. El rey de Moab, Balac, lo llamó
para que anunciase la ruina de Israel. Balaam rechaza las ofertas del rey y afirma que no
dirá sino “la palabra que Dios ponga en mi boca” (Núm. 22, 38). Eso es lo que sucede: en
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lugar de maldecir a Israel le bendice afirmando la presente y prediciendo la futura
preeminencia Pueblo escogido.
“Si bien es verdad que algunas veces se exageró la importancia atribuida por los
historiadores de las religiones a las instituciones de ciencias ocultas en el antiguo oriente
como caldo de cultivo de la institución profética de Israel, no debería tampoco
subestimárselas en su aspecto religioso. Tienen en su haber, de todos modos, el haber
brindado puntos de enlace a la religión revelada del Antiguo Testamento, a la vez que
haber preparado el terreno para el mensaje de los profetas de la antigua alianza. Con
miras a la aparición de los profetas y la forma verbal de su predicación prepararon los
moldes externos en que podía fundirse la revelación del Antiguo Testamento. Sobre todo,
esas instituciones extra-israelitas habían ya ido perfeccionando los medios de revelación
inherentes a los sueños, los de la “visio” y de la “auditio” y también los géneros literarios
del “oráculo del vidente” y del “oráculo del mensajero”, de todos los cuales se sirvieron,
luego, también, los profetas de Israel.
Bibliografía
20
BACHT, H. Wahres und falsches Prophetentum, en Biblica, 1951, pp. 237-
262.
El profetismo en Israel, a pesar de las semejanzas externas que puede tener con el
profetismo del Antiguo Oriente, aparece ya, desde el principio, diferenciado del mismo por
la fe en Yahvé y todo lo que ella implica: la exaltación de la gloria de Dios, la defensa de
su santidad, la predicación de su justicia y omnipotencia. Y todo esto sin caer en un
espiritualismo desencarnado sino, por el contrario, tomando parte en las actividades y en
la problemática invidual y colectiva de la vida social, nacional y religiosa.
La causa del profetismo hay que buscarla en el contacto que esos hombres tienen con
Yahvé; en la experiencia profunda de su existencia y presencia en la historia y en el
mundo. Las afinidades que se pueden encontrar entre el profetismo israelita y el
extrabílico no son tan profundas como para explicar el origen del primero. “Reflejo de un
fenómeno universal, pero ‘bajo una luz imprevista y nueva’, el profetismo israelita forma
un campo aparte, ‘sin que directa o indirectamente se pruebe la existencia de personajes
proféticos que puedan compararse con los profetas hebreos’. Por mucho que quiera
insistirse en puntos de contacto, ‘nadie hubo fuera de Israel que pueda llamarse profeta
en el sentido en que lo fueron aquellos profetas israelitas, que nada o casi nada tienen en
común con los adivinos babilonios y asirios’” (F. ASENSIO, Introducción a los profetas, en
La Sagrada Escritura. Texto y comentario, vol. V, Madrid, 1970, p. 230.
En el estudio del profetismo en Israel hay que tener presente su evolución. Se suele
distinguir el período de los profetas no escritores del de los que escribieron y que principia
en el s. VIII a. C.
1. El profetismo antiguo
21
En cambio, el título de “profeta” encaja muy bien en el caso de Moisés (Dt 18, 15; 34,
10; Os 12, 14). A él Dios lo llama; percibe su palabra que transmite a otros y, además,
vaticina el futuro (Dt cc. 29-30). Números 12, 6-8 distingue a Moisés de los profetas
porque en la época del autor sagrado “profeta” era el que perdía la conciencia para recibir
el mensaje de Dios.
Aarón recibe el título de “profeta”, pero en relación a Moisés, en cuyo nombre hablaba
(Ex 7, 1).
El hecho de los setenta ancianos sobre los que desciende el espíritu de Moisés e hizo
que se pusieran a profetizar (Num 11, 25) y el caso de María, hermana de Moisés, que es
llamada “profetisa” y danza y canta, indicarían que el danzar y alabar a Yahvé, con cantos
formaban parte de las funciones características de un “profeta”.
También sobre Josué viene el espíritu de Moisés y se pone en sus labios vaticinios
acerca del futuro (Num 27, 18; Jos 23, 1-16).
c. Período de la monarquía
22
En el campo religioso surgen en conexión con Samuel agrupaciones proféticas [HEBREO]
caracterizadas por el “entusiasmo” profético-extático (1 Sam 19; 20-24; 10, 5-7) que, en
ocasiones se contagiaba a otras personas, como acaece con Saúl (1 Sam 19, 20-24; 10,
10-12).
+ Gad, quien da a David un consejo cuando huye de Saúl (1 Sam 22, 5) y, más tarde
pronuncia una sentencia condenatoria de parte de Yahvé por haber emprendido David el
censo (2 Sam 24, 11).
+ Natán. Él es, como Gad, un “profeta de corte”, es decir, un profeta al que David
ocupa como vidente. Éste, a semejanza de Samuel y de los profetas escritores, interviene
no sólo en lo religioso sino también en lo político. Anuncia por igual prosperidad y
desgracia (2 Sam 7, 8-16; 12, 7-12).
+ Semeías. Éste impide temporalmente la guerra entre los reinos del Norte (Israel) y
del Sur (Judá) (1 Re 11, 2-4).
Sobresale, hacia la mitad del s. IX a.C., ELÍAS. Su figura y sus gestas son narradas en
el llamado “Ciclo de Elías”, escrito en excelente hebreo a fines del mismo s. IX e insertado
en el libro de los Reyes (1 Re 17 – 2 Re 1).
23
Allí se nos dan noticias biográficas del Profeta. Éste aparece lleno de celo yahvístico
contra la infidelidad de la dinastía reinante. Lucha contra los profetas de Baal (1 Re 18,
20-40). Perseguido por Jezabel, esposa de Ajab, va al Horeb, lugar de la alianza de Dios
con su pueblo, para repetir la experiencia del éxodo. De su misteriosa desaparición se
concluyó que no había muerto y que volvería (cf. Mal 3, 23-24; Eclo 48, 10; Mc 6,15; 8,
28; 9, 11; Mt 17, 9-13). Cristo indica que la profecía de Malaquías se ve cumplida en Juan,
el Bautista (Mc 9,13; Mt 11, 10. 14; 17, 12). La narración del rapto de Elías no pertenece
al género literario histórico. Es una manera de describir su muerte que sugieren los dos
gestos de Eliseo: el rasgar sus vestiduras y el recoger el manto de su señor (2 Re 2, 12-
14).
Unido al Ciclo de Elías está el Ciclo de Eliseo (2 Re 2, 1-13, 25). Fue compuesto hacia
el año 750 a.C. Es de menor calidad literaria. En él se habla de ELISEO, sucesor de Elías.
Es un profeta que no tiene la personalidad e influencia religiosa de su maestro, aunque
aparece con mayor fuerza taumatúrgica. Provocó la caída de la dinastía de Ajab con la
unción de Jehú (2 Re c. 9).
2. El profetismo nuevo
El profetismo en Israel conoció, como todas las realidad de su historia, una gradual
evolución. Aspectos secundarios del profetismo antiguo fueron superados y se pusieron
de relieve las cosas esenciales y el papel fundamental del mismo.
El paso del profetismo antiguo al nuevo no depende únicamente del hecho de que la
predicación profética comience a ser consignada en escritos; aún sin escribir, las grandes
figuras proféticas del s. IX presentan ya rasgos originales y son el puente entre un pasado
y un futuro del profetismo en Israel. Amós, el primer profeta escritor, declara
categóricamente: “Yo no soy profeta ni hijo de profeta, sino un pastor y cultivador de
sicómoros. Pero Yahvé me tomó detrás del rebaño y me dijo Yahvé: ve y profetiza a mi
pueblo Israel” (Am 7, 14-15).
- Los nuevos profetas no son “profesionales”, sino que comienzan a actuar por un
llamado carismático extraordinario (cf. Am 7, 14-15; Is 6, 1-13; Jer 1, 4-10; Ez 1, 1-
3).
- para entrar en comunicación con Yahvé no necesitan los nuevos profetas del auxilio
de medios naturales: danzas, música, etc., que tanto se usaban en el profetismo
colectivo falso y verdadero (cf. 1 Re 18, 26-29; 1 Sam 19, 20-24; 2 Re 3, 15).
- son grandes místicos: sus relaciones con Dios tienen un carácter personal y
experimental. “A través de la inmediatez de su experiencia interior de Dios (el
profeta) percibía el significado de los acontecimientos de su propia vida y de la de
sus contemporáneos; él veía todas las cosas a la luz de su percepción divina... el
profeta era auténtico en la medida de su experiencia de Dios” (H.H. ROWLWY, “The
nature of Prophecy in the Light of Recent Literature”, en The Harvard Theological
24
Review 38, 1945, pp. 36.38; cit. en ÉTUDES CARMELITAINES, Elie le prophète v.
II, París, 1956, p. 162.
Junto a los profetas auténticos aparecen en la Biblia falsos profetas. En el texto hebreo
se les llama igualmente [HEBREO] pero son presentados como personas interesadas en
la retribución que recibían quienes profetizaban (cf. Jue 13, 17; 1 Sam 9, 7ss; Am 7, 12;
Miq 3, 5) y también como gente que tiene una idea falsa de la alianza de Yahvé y de sus
exigencias (cf. Jer 23, 17. 23). Por este motivo, cuando la palabra [HEBREO] se refiere a
los falsos profetas, la traducción de los LXX usa expresamente el término “pseudo-
profeta”: “[GRIEGO]” (Jer 6, 13).
- la doctrina que él presentaba y la vida que llevaba (Dt 13, 1-5; Jer 28, 7-9).
La actitud de Yahvé frente al falso profeta era una actitud de rechazo (Dt 13, 2-6; Jer
28, 16-17) mientras que promete su asistencia a los verdaderamente enviados por Él (Jer
1, 8).
Bibliografía
25
WANTER. B. The Conscience of Israel, New York, 1961, pp 44-58.
Son muchos los aspectos que constituyen la personalidad del profeta. Nadie acepta
hoy el concepto tradicional de profeta como hombre que anuncia sólo el futuro. El
ministerio profético es más amplio y rico. Su descripción necesita tener presentes varios
elementos. De ellos resulta la imagen del profeta, que podemos caracterizar en los
siguientes asertos:
Llamados por Dios, los profetas tienen una relación inmediata con Él, diversa de la que
tienen los sacerdotes y los reyes. Yahvé revela todo a sus siervos los profetas (cf. Am 3,
7) y éstos no pueden menos de anunciar el mensaje divino (cf. Am. 3, 3-8).
El Espíritu aparece como una fuerza más o menos personalizada que, cayendo sobre
el profeta lo transforma en otro hombre (1 Sam 10, 6. 10). Es una fuerza incontrolable
que, en ocasiones, causa una pérdida −al menos parcial− de los sentidos (1 Sam 19, 23;
2 Re 2, 9. 16).
El profeta es llamado “hombre del espíritu” [HEBREO] (Os 9, 7; Miq 3, 8), si bien no se
trata de indicar el don del espíritu como origen del carisma. Más todavía, los grandes
profetas antes del exilio evitaron hablar del espíritu, en oposición a los falsos profetas que
se gloriaban de poseerlo. Afirmaban los verdaderos profetas que el espíritu ([HEBREO]
que tiene también el significado de viento) sin la palabra ([HEBREO]) es como un viento
([HEBREO]) (Jer 5, 13).
Después del destierro los profetas, para quienes el espíritu tiene un papel mayor en la
inspiración profética, hablan del espíritu como de la iniciativa de una persona sobre ellos y
expresan esa acción con la fórmula: “fue sobre mi la mano de Yahvé” ([HEBREO]) (Ez 3,
22; 8, 1).
26
c. El profeta es el hombre de la palabra ([HEBREO])
El profeta es también el hombre de la palabra (Jer 18, 18). Es la boca de Yahvé (Ex 4,
16; 7, 1). Cuando se iba donde un profeta se decía que se buscaba la palabra ( ) en él (1
Re 14, 5; 22, 5; Jer 37, 17). El profeta no poseía esta palabra de una vez para siempre.
En cada ocasión debía buscarla en Yahvé.
Para los antiguos la palabra es una cosa real que, una vez pronunciada, subsiste y es
eficaz. De ahí que no se puedan revocar las bendiciones (Gen 27, 35-37) y que las
maldiciones se cumplan (cf. Jos 6, 26 con 1 Re 16, 34).
El carácter objetivo de la palabra aparece también a través de los verbos que se usan
para definir su acción. La palabra
- cae (Is 9, 7)
No hay que confundir la visión profética con los sueños contra los que se pronuncian
los verdaderos profetas, negándoles valor de revelación (Jer 23, 25; Dt 13, 2-6), al
polemizar con los falsos profetas que les daban la máxima importancia.
27
En los verdaderos profetas la visión está unida a la palabra, que es el objeto propio de
la profecía. Por este motivo en los escritos proféticos aparece la expresión “ver la
palabra”, que nos puede parecer extraña (Am 1, 1; Miq 1, 1; Is 2, 1).
Las visiones que aparecen en los escritos proféticos podemos agruparlas en tres
clases:
1) Visiones cuyo punto de partida son objetos presentes a los sentidos del
profeta, que se cargan de un contenido nuevo y se revisten de nueva vida
sublimándose (Ex c. 3; Is c. 6).
3) Visiones que son pura creación literaria. A la base de las mismas no hay
ninguna experiencia profética. Son composiciones literarias en el género de
visión para que el mensaje cobrara mayor fuerza. Probablemente pertenecen
a esta categoría las visiones de Jer c. 46; Ez cc. 40-48, y otras.
Estas acciones tienen como finalidad el dar cuerpo delante del público a las
afirmaciones que se pronuncian sorprendiendo y forzando la atención (Jer 19, 1-3); 1 Re
11, 29-39; 2 Re 13, 14-19; Neh 5, 12-13; en el N.T. He 21, 10-13).
Algunos profetas se convierten en signos y símbolos del porvenir que anuncian por
medio de su propia vida (Os cc. 1-3; Jer 16, 1-9). Isaías 8, 18: “Aquí estamos yo y los
hijos que me ha dado Yahvé como señales y pruebas en Israel”. La comunicación del
mensaje profético empeña la vida entera del profeta.
Con todo, esta palabra concreta del profeta en un momento determinado se percibió en
su significado permanente, en su sentido teológico. De ahí que se fijara por escrito. Más
aún, por ese carácter vivo de la palabra profética ésta se pudo aplicar a otras
circunstancias y adaptar a las mismas en reactualización posterior. Así, por ejemplo, la
predicación de Amós tenida en el reino del norte se aplicó más tarde al reino del sur (Am
9, 11-12; 2, 4-5).
Los profetas son defensores del Yahvismo, pero no de un Yahvismo teórico, sino
práctico: un Yahvismo con sus exigencias en la vida concreta.
28
Dios, al establecer la alianza con Israel, dio una ley centrada en el amor a Él y al
prójimo. La historia del pueblo judío es la historia de las infidelidades a la alianza: en las
relaciones con Dios se invirtieron muchas veces los valores. El culto se absolutizó y, al
mismo tiempo, se falseó y corrompió con la superstición y la magia y padeció el influjo de
las prácticas de la religión cananea. Por otra parte, en las relaciones humanas se olvidó
que Yahvé se interesaba por el hombre, y ésto trajo consigo la injusticia y opresión en las
relaciones sociales.
En relación con el culto ellos critican el hecho de que se haya convertido en algo
mágico; en algo que daba la tranquilidad de haber cumplido con Yahvé a pesar de las
injusticias en las relaciones humanas y la desobediencia a las exigencias de la alianza.
En una palabra, los profetas atacan un culto vacío como fuente de seguridad cuando
se olvida del encuentro personal con Dios, hecho de amor y conocimiento de Yahvé
(=cumplimiento de sus exigencias en relación con el prójimo) (Os 6, 6); de conversión
continua (Jer c.3) y fe confiada (Is 30, 15).
Bibliografía
EISSFELDT, O. “The Prophetic Literature”, en: The Old Testament and Modern
Study, Oxford, 1951, pp 115-161.
29
WESTERMANN, C. Grundformen der prophetischen Rede, München, 1960.
Los Profetas son enviados de Dios, mensajeros de Yahvé. La palabra profética −como
lo ha puesto de relieve C. Westermann− es una palabra de mensajero (Botenwort).
Encontramos en los escritos proféticos las más variadas formas literarias: sermones
(Ez 20), poemas de todas clases (Am 5, 1-2; Os 6, 1-3; Is 37, 22-29; 22, 13); parenésis
(Am 5, 4-6); visiones (Ez 37); oraciones (Jer 32, 16-25); “confesiones” (Jer 20, 7-9; Miq 7,
7); cartas (Jer 29), y otros más. Por lo general, estas formas literarias no se encuentran en
estado puro en los libros proféticos.
En este apartado nos ocuparemos solamente de las típicas formas proféticas: oráculos,
relatos autobiográficos (Ich-Berichten). Relatos biográficos (Er-Berichten), el género lírico
y la reflexión sapiencial.
A. Presupuestos generales
1) “Para comprender exactamente lo que el autor propone en sus escritos, hay que
tener muy en cuenta el modo de pensar, de expresarse, de narrar que se usaba en tiempo
del escritor, y también las expresiones que entonces más se usaban en la conversación
ordinaria” (Dei Verbum, 12).
2) La producción profética, como las antiguas literaturas orientales presenta una cierta
fijeza de formas y de expresión. El escritor estaba atado a ciertos esquemas. Su
personalidad se manifestaba en el contenido, en el pensamiento que vertía en esos
moldes tradicionales.
3) Gran parte de los escritos proféticos están redactados en poesía. Los textos más
antiguos en su totalidad. Después se va introduciendo la prosa (algo en Isaías; más en
Jeremías y Ezequiel). La prosa prevalece después (Ageo, Zacarías 1-8). sin suplantar
totalmente el género poético (Zacarías 9-14, Malaquías).
4) No existe unanimidad en cuanto a las leyes rítmicas de la poesía hebrea: para unos
su música verbal depende de la cuantidad de las sílabas; para otros, en cambio, del
número de las sílabas y, según algunos, del acento de las mismas.
30
paralelismo sintético: el primer miembro es desarrollado y completado en el segundo (Jer
14, 9. 10); paralelismo antitético: el segundo miembro hace resaltar el primero con un
pensamiento contrario. Se usa, sobre todo, en la literatura sapiencial (Prov 10, 1. 4).
6) Hay que tener presente la evolución en las formas literarias: de las formas más
simples se pasó a las más complejas.
7) Los profetas fueron predicadores antes y más que escritores. Eso explica muchas
de sus fórmulas (Escuchad... Venid...) Eran fórmulas dirigidas a un auditorio realmente
presente. Para comprenderlas mejor hay que colocarlas en ese contexto vital.
- transmisión oral
- consignación por escrito de algunas partes
- compilación final dentro de los círculos de los discípulos de los profetas.
- reactualizaciones posteriores hasta el texto definitivo.
1) Oráculos
- Hay oráculos de presente y de futuro. Los primeros interpretan un hecho actual; los
segundos hablan de un suceso futuro (cf. Is 22. 1-7; scf. c. 2).
- Hay oráculos de amenaza (Is. 5 11-13) y de promesa (Os 7, 11; 14, 2-10); de
reprensión (Is c. 22) de monición o aviso (Jer 7, 1-7).
Frecuentemente los oráculos tienen como fórmula de introducción: “Así dice Yahvé”, y
no es raro que concluyan con “oráculo de Yahvé”. Las fórmulas en hebreo son: [HEBREO]
y [HEBREO]
Son las relaciones del mismo profeta sobre un hecho personal que está íntimamente
relacionado con su misión (1 Re 22, 17-21; Is c. 6; Jer c. 1; Ez. 1, 4-28).
Dentro de estas narraciones están las llamadas “confesiones” o “reflexiones” (Jer 20, 7-
9; Am 8, 3; Miq 7, 7). También los relatos de vocación o llamada de los profetas.
Recientemente W. VOGELS (art. cit. en bibliografía) los ha analizado distinguiendo cuatro
tipos según la estructura de la narración:
31
- tipo: “Rey-Consejero”: consejo divino-petición de un voluntario-ofrecimiento
de uno-diálogo-orden de misión (1 Re 22, 19-22; Is c.6).
Son narraciones biográficas sobre hechos externos del apostolado profético, hechas en
tercera persona (Jonás; Os 1; Is 7; Am 7, 10-17).
4) Género lírico
La presencia de este género lírico en los profetas sería para algunos la prueba de su
conexión con los medios cultuales.
5) Reflexiones sapienciales
Se trata del desarrollo de un proverbio a través de una profundización en él, tal y como
sucede en la literatura sapiencial (Is 5, 21-22; Jer 9, 22-23; 17, 5-11; Ag 2, 15-19).
32
TERCERA PARTE
Bibliografía
PRITCHARD, J.B. The Ancient Near East in Pictures Relating to the Old
Testament, Princeton University Press, 1954.
_______ Ancient Near East Texts Relating to the Old Testament, 2ª ed.,
Princeton University Press, 1955. Traducción española: La
sabiduría del Antiguo Oriente, Barcelona, Ed. Garriga, 1966.
Para una mejor comprensión de los profetas es necesario recordar, en una breve
síntesis, las principales etapas de la historia de Israel, y situar cronológicamente a esos
enviados de Dios.
33
1. Los antepasados de Israel
- Los judíos tienen conciencia de venir de Mesopotamia (Gen 11, 32; Dt 26, 5).
- Existen dos tradiciones en la Biblia sobre el lugar preciso. La sacerdotal (P) habla de
Jarán, en la alta Mesopotamia (Gen 11, 32; 12, 5). Otra tradición habla de Ur
Casdim (Gen 15, 7).
- Antes de tener ciertas experiencias personales que los relacionaran con Yahvé, los
patriarcas eran paganos (Jos 24, 2-14).
- No sabemos la experiencia que tuvo Abraham, pero ella fue la causa de su salida de
Mesopotamia mediante un acto de fe.
- Los israelitas fueron una mezcla de varias estirpes. La Biblia acentúa el parentesco
con Moab, Amón y Edom (cf. Gen 19, 30-38; 36) y con las tribus árabes de Madián
(Gen 25, 1-5. 12-18).
Hay que tener en cuenta que las cosas fueron más complicadas de cómo las presenta
la narración bíblica.
El Éxodo
34
+ Moab y Edom, alrededor de los cuales marchó Israel para entrar en Palestina
(Num cc 20-21) no se constituyeron sino hasta el s. XIII.
- Libro de los Jueces: da a entender que la conquista fue un largo proceso. Esta
narración es más realista. De hecho hubo ciudades que no fueron ocupadas sino
hasta el tiempo de la monarquía, como Jerusalem en tiempo de David (cf. 2 Sam 5,
6-10).
Esta diversidad de presentación no significa que hay que considerar las narraciones
como narraciones escatológicas. Los descubrimientos arqueológicos las apoyan. Por
ejemplo, consta que Betel fue destruida en el s. XIII a.C., y precisamente en su segunda
mitad, por un incendio terrible, que dejó capas de ceniza y restos de varios metros de
profundidad. Lo mismo consta de varios otros lugares del sur de Palestina, de los que se
nos dice en la Biblia que fueron destruidos por Israel, v.gr.: Debir, Lakish (cf. Jos 11, 10).
Es cierto, por tanto, que en el siglo XIII a.C. hubo una violenta irrupción en Palestina,
aunque no todos los detalles de las narraciones bíblicas tengan que ser admitidos.
- Idea tradicional: Jacob tuvo 12 hijos, que con sus familias bajaron a Egipto. Allí se
multiplicaron. Después salieron y conquistaron Palestina.
- Idea más realista: las cosas no fueron tan simples. Israel es más bien el resultado
de una reunión de grupos de origen diverso, algunos de los cuales no procedían ni de
Egipto, ni del Sinaí.
Algunas pruebas:
- dos formas de la tradición de las doce tribus: Gen 29, 31-30, 24 y Gen 49, 1-27
(1ª); Num 26, 4-51 (2ª), en esta última está ausente Leví (dejó de ser tribu “profana” y
José se divide en Manasés y Efraim.
35
- Cuando los judíos salieron de Egipto “subía con ellos una gran muchedumbre de
toda suerte de gentes” (Ex 12, 38; cf. Num 11, 4).
En cuanto a la forma de la alianza con Yahvé hay que decir que tiene grandes
semejanzas con algunos pactos de soberanía (tratados del rey con sus súbditos) de la
época mosaica: preámbulo con título del rey (Ex 20, 2); prólogo, en el que se recuerdan
los beneficios que él ha hecho (ib.); cláusulas de obligaciones (ib.) Los súbditos deben
presentarse anualmente ante el rey para pagar el tributo (Ex 23, 17; Dt 26, 5-10) y
someter a él las controversias (Dt 17, 8-13); las sanciones para los transgresores de la
alianza son maldiciones, mientras hay bendiciones para quienes la cumplen con fidelidad
(Dt cc. 27-28). Finalmente, el tratado se deposita en el santuario local y se debe leer
periódicamente (Dt 31, 9-13). En el documento de la alianza de Israel con Yahvé no se
invocan dioses como testigos, sino que el pueblo y las piedras consagradas son los
testigos (Jos 24, 22. 27).
36
- La ley. La base de la anfictionía fue la alianza con Yahvé, y esta alianza tenía su ley.
Existían dos tipos de leyes: apodícticas (“haz esto”, “no hagas esto”) y casuísticas
(“en caso de que…”, “si una persona…”). Los ancianos administraban
ordinariamente la justicia. Los sacerdotes, en los casos más difíciles, usaban el
oráculo y la ordalía (cf. Num. 5, 11-31; Dt 17, 8-11; Num 26, 55-56). En la ley hay
muchas semejanzas con leyes contemporáneas (Hamurabi, etc.). El núcleo legal
mosaico se fue modificando de acuerdo con las épocas y sus necesidades.
La liga tribal en tiempo de los Jueces está ilustrada por el libro homónimo. De su
lectura aparece:
+ En el centro (de norte a sur): Manasés, Efraim, Dan (fue arrojado de allí y, por
eso, fue al norte (cf. Jue 18, 1-29), Benjamín, Gad (en Transjordania; al norte de
Gad había también una parte de Manasés).
37
4. La Monarquía (1010-587)
Este período de la historia de Israel está mejor documentado que cualquier otro.
Tenemos, en efecto, varios libros del A.T. que lo ilustran con precisión y fidelidad, puesto
que usan documentos contemporáneos a los sucesos narrados. Estos libros son:
- Causas:
+ la terrible amenaza filistea, que culminó con la derrota total que inflingieron en
Israel en Afec (al NE del Carmelo) hacia 1048 a.C. (cf. 1 Sam c. 4). Con esta
derrota Israel estuvo bajo el dominio filisteo, aunque los filisteos no ocuparon
ciertamente todo el país.
+ la monarquía era una institución extraña a la tradición de Israel. Por eso muchos
se oponían a ella cuando se decidió instituirla.
+ la elección de Saúl se tuvo por designación profética (1 Sam 10, 1-16) y por
aclamación popular (1 Sam 11, 14-15).
38
+ La decadencia de Saúl comenzó con su rompimiento con Samuel. Entre las
causas de este rompimiento están la usurpación del sacerdocio (1 Sam 13, 5-15)
y el no haber cumplido el anatema ([HEBREO]) contra Amalec.
+ Con la aparición de David fue perdiendo popularidad. Por este motivo lo persiguió
tenazmente. David se refugió con los filisteos.
+ La muerte de Saúl tuvo lugar en la llanura de Esdrelón, al pie del monte Gelboé
(cf. 1 Sam 31, 4). Él mismo se suicidó tras su derrota frente a los filisteos.
- A petición de todas las tribus de Israel, David comenzó a reinar sobre todas (cf. 2 Sam
5, 1-5).
- David “reinó cuarenta años. Reinó en Hebrón, sobre Judá, siete años y seis meses, y
treinta y tres años en Jerusalem sobre todo Israel y Judá” (2 Sam 5, 4-5).
- David consolidó el reino venciendo a los filisteos (2 Sam 5, 17-25; 8,1). Después
aseguró la administración interna, conquistando Jerusalem y estableciéndola como
capital, adonde trasladó el Arca de la Alianza (cf. 2 Sam cc. 6-7). El tercer paso fue la
extensión de su imperio (2 Sam 8, 2. 13 ss.; c. 10). De esta manera transformó a Israel
en la principal potencia de Palestina y Siria.
- La administración del Estado no tenía todavía una organización compleja (cf. 2 Sam 8,
15-18; 20, 23-26). Los gastos del Estado los sufragaba en parte con los tributos de los
pueblos vasallos. Con todo, el censo (c. 24) hace suponer un intento de organización
de impuestos sobre Israel, al igual que de reclutamiento militar.
39
- Construyó un suntuoso palacio (1 Re. C. 7) y el templo, como santuario nacional de
Israel (1 Re cc. 6-8).
Desde el c. 12 del primer libro de los Reyes hasta el final del segundo libro tenemos la
descripción de los reyes de Israel y Judá y la narración de los sucesos más importantes
de sus reinados.
A. La conquista asiria
El Reino del Norte se fue gradualmente debilitando desde el punto de vista político. A
la muerte de Jeroboam II (753 a.C.) se tuvieron frecuentes luchas por el poder. Zacarías
reinó sólo 6 meses y Solum un mes. Dos partidos se disputaban el trono. Uno buscaba
apoyo en Egipto; el otro, favorecía una sumisión a Asiria que, con Teglat-Falasar III (745-
727) volvió a aparecer en escena.
En 734 se hace un intento de una alianza antiasiria entre Damasco, Tiro, Gaza e Israel.
Invitaron también a Ajaz, rey de Judá. Al no aceptar esto, tratan de destronarlo. Ajaz,
desoyendo los consejos del profeta Isaías (Is c. 7), reclama la ayuda de Teglat-Falasar II,
del que se reconoce vasallo (2 Re c. 16). Obtiene el socorro solicitado. Cae Damasco
(732). Son deportados ocho mil de sus habitantes y el norte de Israel es desolado y sus
habitantes llevados a la cautividad (2 Re 15, 29). Pecaj, rey de Israel, es asesinado por
Oseas, que reina en su lugar como último rey de Israel.
40
En 727, a la muerte de Teglat-Falasar III, sube al trono de Asiria Salmanasar V. En
724, Siria e Israel hacen alianza con Egipto para librarse del dominio asirio. Salmanasar
se presenta ante Samaria para bloquearla. La ciudad resiste tres años. Al fin capitula en
diciembre de 722. Salmanasar acababa de morir. Le había sucedido Sargón II. El
anexionó toda la comarca a su imperio, nombró en ella un gobernador asirio y deportó a
27,290 habitantes, lo más selecto de la población y los sustituyó por colonos venidos de
Mesopotamia (2 Re 17, 3-6. 24). Así terminó el Reino del Norte.
B. La conquista babilónica
A pesar de la destrucción del reino del Norte y de los avisos de los profetas, también el
reino del Sur fue infiel y traicionó la alianza continuamente por medio de injusticias,
desenfrenos, cultos idólatras a Baal y Astarté, sacrificios de niños (2 Re 16, 3), etc. Dios
anuncia el castigo por medio de los Profetas (cf. Jer c. 7).
6. EI exilio (587-538)
+ Deportación
A la caída de Jerusalem se tuvo una nueva deportación, mayor quizás que la de 597 y
de una tercera en 582. Jeremías nos da en su libro el número de deportados. En total son
4,600. Probablemente cuenta sólo a los varones adultos llevados a Babilonia (cf. Jer 52,
28-30). En 2 Re 24, 14-16 se dice que en la deportación de 597 fueron llevados a
Babilonia 18,000. Hay autores que hablan de 40, 50, y 70 mil deportados. Además de los
deportados, que abandonaron Judá por la fuerza, hubo muchos otros judíos que, ante el
ejército babilonio, huyeron a Edom, Moab, Ammón y otras regiones limítrofes (Jer 40, 11).
Nos consta igualmente de un grupo que huyó a Egipto (Jer cc. 42-44). Judá, que tendría
41
en aquel entonces unos 200,000 habitantes, quedó reducida a una población de unos
25,000, ya que los babilonios no enviaron, como los asirios, nuevos colonos a Palestina.
Muy probablemente, cuando la situación mejoró un poco, muchos de los que habían
huído volvieron (cf. Jer 40, 11-12). Los cincuenta años que duró el exilio la vida en Judá
no fue nada agradable (cf. Lam 5, 1-18).
+ La vida en el exilio
- Forma de vida: constituían colonias judías. No se mezclaban con los demás y podían
organizar su vida como en su patria, en cuanto las circunstancias lo permitían. Estaban
obligados a pagar tributos. Estaban bajo la vigilancia de los babilonios, pero gozaban de
libertad. No estaban en campos de concentración.
Sin embargo, era muy dura la cautividad. El clima era más cálido. No podían
ciertamente construir sus casas como en su propia patria, y los que en Judá llevaban una
vida fácil, aquí tenían que cultivar la tierra. Podían rendir culto a Dios. No ofrecían, con
todo, sacrificios porque esto no estaba permitido fuera del templo de Jerusalem. Esto
hacía que sintieran una nostalgia profunda del templo, lugar de la presencia de Dios. Se
juntaban junto al río para orar, entonar salmos y leer los libros sagrados. Tenían la
esperanza de una próxima liberación. Esto lo fomentaban pseudo-profetas (Jer 28, 1-4).
- Crisis de fe. La calamidad del exilio puso a prueba a Israel. Se acabó su seguridad,
basada en la elección de Sión como lugar de la presencia de Dios para siempre. El triunfo
de Babilonia sugería el poder de sus dioses. Por eso, el Deutero-Isaías insiste en la
vanidad de los ídolos (cf. Is 44, 6-28). Los profetas explicaron el motivo de esa calamidad:
las infidelidades del Pueblo. Al mismo tiempo exhortaron a la conversión, que prepararía
la restauración. Se escribió el Código sacerdotal (P) para preservar las tradiciones y estar
listos para el futuro. El pueblo, purificado por las pruebas, dio lugar a que aparecieran los
“pobres de Yahvé” [HEBREO], identificados con el “resto” [HEBREO] fiel. Así la catástrofe
del destierro fue una ocasión para un renacimiento profundo de la fe de Israel.
7. Restauración (538-420)
La restauración de Israel se tuvo con la caída del imperio babilónico y el principio del
persa. Ciro, tolerante en materia religiosa, se granjea la simpatía de todos protegiendo
oficialmente en cada parte del imperio la religión que le es propia.
Desde el primer año de su reinado en Babilonia, Ciro ordena que se devuelvan a los
judíos los despojos arrancados al templo de Jerusalem y los autoriza para que restauren
su santuario. (Esd 1, 1-4; 6, 1-5). Es el año 538 a.C.
Los que volvieron a Palestina se encontraron con un territorio de Judá que estaba bajo
el dominio de la provincia de Samaria. Tuvieron, por eso, que soportar muchas
inseguridades, privaciones y dificultades; incluso opresión. Además tuvieron muchos años
42
de sequía con consecuencias desastrosas para la agricultura (Ag 1, 9-11; 2, 15-17).
Esperaban una repentina restauración de Judá; sin embargo, la realidad no hacía prever
una recuperación y un esplendor inminentes. Carecían de recursos y las dificultades eran
enormes. Hay que leer en este contexto las profecías del Deutero-Isaías, de Ageo y de
Zacarías. Hablaron de esperanza a un pueblo desilusionado por una realidad muy distinta
de sus sueños.
Durante el dominio tolomeo muchos judíos emigraron a Egipto. Allí adoptaron como
lengua el griego y, por este motivo, se comenzó a traducir al griego la Escritura
(traducción de los LXX). Esta traducción hacía posible el acceso de los gentiles a los
libros inspirados y, al mismo tiempo, un influjo del pensamiento griego en la mentalidad
judía.
43
Durante el dominio seléucida la cultura griega comenzó a imponerse en todo el mundo
civilizado. El griego se convirtió en lengua común. Esto dió origen a una tensión entre los
judíos, divididos en dos facciones: la que era entusiasta de la cultura griega y la adoptaba
aun contra las leyes del judaísmo, y los fieles, que la rechazaban por completo (1 Mac cc.
1-2; 2 Mac c. 4). Antíoco IV Epifanes (175-163) hizo una tentativa de sincretismo religioso
en todo su imperio. Al querer acabar con el particularismo de los judíos hizo estallar la
rebelión macabea. En este contexto hay que leer el libro de Daniel. La independencia
macabea duró un siglo. Terminó el año 63 a.C. con la toma de Jerusalem por Pompeyo.
Así comenzó el dominio romano.
EN EL REINO DE ISRAEL
EN EL REINO DE JUDÁ
I ISAÍAS s. VIII 740-700
MIQUEAS s. VIII 740-690
44
II. Los escritos proféticos
(Autor, composición, características, mensaje central, exégesis selecta)
1. AMÓS
Bibliografía
A. Ambiente histórico
Cuando Amós empieza su predicación reina en Israel, desde hace treinta años,
Jeroboam II. La situación política es próspera. Las fronteras se hallan seguras: al sur,
Judá no puede amenazar porque Amasías había sido derrotado por Joás, padre de
Jeroboam (cf. 2 Re c. 14; 2 Cron c. 25); al norte, Asiria no se encuentra en un período de
máximo poderío y Damasco no hace mucho que fue vencida por el mismo Joás (cf. 2 Re.
13, 25); al este, Moab ha sido sometido y las ciudades de Lodebar y Qarnaim
reconquistadas.
Por otra parte el largo reinado de Jeroboam II ha hecho posible con su estabilidad una
grandeza que recuerda la del reinado de Salomón: Israel aumenta sus fronteras; ejerce el
control sobre las vías comerciales de la época. Con ello se incrementa la prosperidad
comercial y surge lo que hoy se llamaría una clase burguesa: la de los mercaderes. Ellos
expresan el desarrollo económico y gozan de la riqueza al lado de los nobles.
45
Este bienestar material beneficia a pocos. Más todavía es ocasión de muchas
injusticias: la rapacidad de los ricos, ansiosos de poder y de aumentar sus posesiones, los
lleva a despojar de sus tierras a los pequenos propietarios. Éstos, agobiados primero por
las guerras, se encuentran ahora indefensos y caen en la miseria, mientras los latifundios
se extienden a sus expensas (cf. Is 5, 8). El Levítico establecía que “las tierras no se
venderán a perpetuidad, porque la tierra es mía y vosotros sois en lo mío peregrinos y
extranjeros” (25, 23). Esta idea que afirmaba que a Yahvé pertenecían los bienes raíces
motivó la ley de la recuperación de la propiedad (cf. Lev c. 25). Por otra parte eso era la
mejor garantía para evitar la acumulación injusta de bienes y mantener a los judíos en la
condición de hombres libres. Todo eso es pisoteado en la nueva situación de abundancia
y fortuna. Más aún, el curso favorable de las cosas es interpretado por los ciudadanos
prósperos como una bendición de Dios y un augurio de tiempos llenos de paz y
felicidad. Visitan los santuarios de Bethel y Gilgal para garantizar con sus dones y
ofrendas la benevolencia de Yahvé y hacer callar a los sacerdotes, ministros de un culto
que, gracias a ellos, les acarreaba beneficios económicos. No se atreverían así a
denunciar las injusticias.
Amós, en cambio, se indigna y alza su voz para denunciar y amenazar (cf. Am. 3, 13-
15; 6, 4-6; 2, 6-8; 8, 4-8).
[HEBREO] es una abreviación de [HEBREO] que significa “Yahvé sostiene, lleva una
carga” (raíz: [HEBREO] = cargar, llevar un peso). Las noticias biográficas que nos dan a
conocer su personalidad provienen todas de su libro. Es natural de Teqoa, pueblo situado
a unos 20 kilómetros al sur de Jerusalem, en una zona montañosa y desértica. Era
ganadero-granjero: (Am. 1, 1; 7, 14) tenía rebaños y cultivaba higos.
Se ignora por completo la fecha de ese terremoto. Eso nos impide poder precisar más
la época de la predicación de Amós. Jeroboam II gobernó de 792-752. Es hacia el final de
su reinado que se suele colocar la intervención profética del Pastor de Teqoa.
46
formarían parte de un himno que se dividió para ser colocado adecuadamente, y que
servirían para la lectura litúrgica; el epílogo (9, 8b-15) donde algunos ven una alusión a la
destrucción de Judá: “la choza caída de David” [HEBREO]. El trabajo de compilación es
tal vez, posterior al exilio.
I. Juicio de las naciones limítrofes de Israel y del mismo Israel: 1, 3-2, 16.
G. Rinaldi (cf. I Profeti Minori, Torino, 1953, p. 128) propone una división bipartita,
como sigue:
l. Título (1, 1), tema profético (1, 2) canto de juicio de los pueblos (1, 3-2, 7b), con
particular desarrollo del juicio contra Israel (2, 7c-16), cinco colecciones de oráculos: tres
con la fórmula: “Escuchad” (3, 1; 4, 1; 5, 1) y dos con la fórmula: “¡Ay!” (5, 18; 6, 1).
II. (cc. 6-9), de formación más complicada y ampliada con “extravagantes”: cinco
visiones, cuya serie es interrumpida por la narración de Bethel (después de la III visión: 7,
10-17) y una nueva colección de oráculos (después de la IV visión: 8,4); la V visión se
cierra con algunas ampliaciones y, al final, dos oráculos mesiánicos (9, 11-15).
D. Estilo
E. El mensaje
- Yahvé es el Dios de Israel. Un Dios que no da importancia a los ritos externos sino a
una praxis religioso-moral conforme con una alianza que exige la respuesta libre y
sincera del hombre.
- El pueblo comete injusticias por haber rechazado a Yahvé, Dios santo y justo, que
exige de su pueblo santidad y justicia.
47
- Yahvé es no sólo Dios de Israel, sino de todos los pueblos (cf. 4, 13). Por eso puede
castigar los crímenes de las demás naciones (cf. 1, 3-2, 3).
- Isráel será en verdad una nación en alianza con Dios solamente si las relaciones entre
los hombres se basan en la justicia y el derecho: [HEBREO].
2. OSEAS
Bibliografía
G.M. BEHLER “Divini Amoris suprema revelatio in antiquo feedere data (Os.
c. 11)”, en Angelicum 20, 1943, pp. 102-116.
48
A. Ambiente histórico
- el culto a los baales [HEBREO] ídolos de la fertilidad, que controlaban los procesos
de la naturaleza y la fecundidad en los campos, ganados y familias;
Existía, igualmente, una especie de superstición, según la cual una mujer que deseaba
la maternidad en su futuro matrimonio debía hacer el sacrificio de su virginidad en un
santuario, ofreciéndose a un peregrino.
[HEBREO] es una abreviacicón de [HEBREO] que significa “Yahvé salva, ayuda” (raíz:
[HEBREO = salvar). Es hijo de Beerí. Puesto que predica en el reino de Israel se le
considera nacido allí (1, 1). Perteneció probablemente a la tribu de Benjamín, cuyas
ciudades nombra con frecuencia (cf. 5, 8; 9, 9; 10, 9; 11, 8). Además conoce muy bien las
circunstancias políticas y religiosas del reino del norte.
1) se trata de un sueño profético o visión: así los intérpretes judíos de la Edad Media.
49
finalidad de toda la narración: describir la infidelidad de Israel (cf. HOONACKER, A. van,
Les deuze petits prophètes, París, 1908).
- Gómer era realmente una prostituta. Oseas la amó y se casó con ella a pesar de
prever que le sería infiel. Lo hizo impelido por ese amor, pensando que sus
previsiones no se cumplirían, o bien, impelido por Yahvé para simbolizar las
relaciones entre Él y su pueblo.
“La explicación mejor es que se trata de una proyección posterior, bajo la impresión de
la infidelidad de la esposa. Es decir, el profeta ha experimentado realmente la infidelidad
de su mujer. En esta experiencia ha comprendido el amor divino ofendido por los
hombres; esta inteligencia le hace ver el sentido Providencial de estas bodas; y para
subrayar este sentido providencial dice que el Señor le mandó tomar a aquella mujer por
esposa” (Doce Profetas Menores. Traducción, introducción y notas de L. ALONSO
SCHÖKEL, Madrid, 1966, p. 13).
Un análisis del libro muestra la triple repetición del mismo esquema: acusación,
amenaza de castigo y promesa de salvación: 1, 2-3, 5; 4, 1-11, 11 y 12, 1-14, 9. Esto hace
pensar en la existencia de tres colecciones que un redactor uniría, añadiendo el título:
“Palabra del Señor que recibió Oseas Ben-Beorí durante los reinados de Ozías, Yotam,
Ajaz y Ezequías en Judá, y de Jeroboam Ben-Joás en Israel”. Título inexacto, porque
Oseas no describe la ruina de Samaria como testigo y, por consiguiente, no vivió en
tiempo de Ezequías. Además el título es imitación del que aparece en Is 1, 1.
Ciertos textos que aparecen como una actualización para el reino del Sur (1, 7; 4, 15;
5, 5; 12, 3; 6, 11) parecen confirmar la hipótesis de que fue en Judá donde se tuvo la
última redacción de la profecía de Oseas.
50
reino del sur. Como ejemplo de diversidad en las traducciones léanse en algunas Os 4,19;
6, 11; 7, 1.
D. El estilo
De Oseas escribe san Jerónimo: “Oseas commaticus est, et quasi per sententias
loquens” (Praef., in XII Prophet.; PL 28, 1015).
E. El mensaje
- El hecho de enfocar las cosas desde la perspectiva de las relaciones de Yahvé con
su Pueblo.
51
- Yahvé es santo. Por eso exige del pueblo santidad y pureza. Para eso lo hace
volver al desierto, lugar de prueba y purificación (2, 5) y, al mismo tiempo, época de
la primera unión de Yahvé con Israel (2, 16).
3. ISAÍAS
En este apartado hablaremos por separado del Primer Isalas, del Segundo y del
Tercero. Por pertenecer cada uno de ellos a diversas épocas y tener diversas
características. La bibliografía, en cambio, preferimos indicarla conjuntamente.
Bibliografía
BONNARD, P.E. Le Second Isaie: son disciple et leurs éditeurs, Isaie 40-66.
Paris, Gabalda, 1972.
ElLIGER, K. Die Einheit des Tritojesaja, Stuttgart, 1928 (BWANT III, 9).
52
KNIGHT. G. Deutero-Isaiah; A Theological Commentary on Isaiah 40-55,
New York, Abingdon, 1965.
McKENZIE, J.l. Second Isaiah. Introduction, Translation and Notes, New York,
Doubleday, 1973. (The Anchor Bible, 20).
PLOEG, J. van der Les Chants du Serviteur de Jahvé, París, Gabalda, 1936.
a. Ambiente histórico
El cap. 1, 1 del libro de Isaías nos precisa: “Visión de Isaías hijo de Amós acerca de
Judá y de Jerusalén en tiempo de Ozías, de Yotán, de Acaz y de Ezequías, reyes de
Judá”; y el cap. 6, 1: “El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un
53
trono alto y excelso”. Ozías muere el año 740 y es cuando Isaías tiene la visión en la que
recibe su misión profética. La ejercerá hasta la muerte de Ezequías (698).
734-733: el reino del Norte se une con el reino de Damasco y otros reinos de Siria
para atacar a Asiria. Le piden a Acaz que haga alianza con ellos. Éste se
resiste. Entonces las fuerzas siro-efraimíticas atacan Judá. El rey Acaz es
presa del pánico ante la superioridad de sus enemigos. Isaías anuncia la
asistencia de Yahvé (Libro del Emmanuel: cc. 7-12).
716-711: Judá intenta rebelarse contra Asiria. Entonces Isaías exhorta a la sensatez
y a no aliarse con Egipto (cc. 30-31).
701: Ezequías se subleva contra Asiria y se une con Egipto. Senaquerib asedia
Jerusalem. El profeta predice que no entrará a la Ciudad Santa (cc. 36-38).
[HEBREO] significa “Dios salva”, “Dios es salvación” (raíz hebrea: [HEBREO] = salvar).
Como indicábamos en el apartado anterior, Isaías ejerció su ministerio profético entre
740-698. Eso quiere decir que nació entre 770-760. Sabemos que su padre se llamó
Amós (en hebreo [HEBREO] diverso de [HEBREO]). Se ha querido deducir del elegante
estilo literario del libro de Isaías su pertenencia a la nobleza, que confirmaría la facilidad
con la que se presenta en la corte real de Judá. Incluso tradiciones rabínicas llegaron a
afirmar que su padre era hermano del rey Amasías (796-767; 2 Re 14, 1). El año 701,
cuando la amenaza de Senaquerib, realiza la última intervención de que tenemos noticia.
Después no se vuelve a hablar de él. Según una tradición judía, aceptada por los padres
de la Iglesia, murió aserrado por orden del impío rey Manasés (698-644): “Manasse, a quo
impio rege propheta ISAÍAS perhibetur occisus” (SAN AGUSTIN, De civ. Dei; PL 41, 582);
“His patientiae viribus secatur ISAÍAS et de Domino non tacet” (TERTULIANO, De
patientia; PL 1, 1282).
El tema de los cc. 1-39 del libro de Isaías es el juicio de Dios sobre su pueblo y sobre
las naciones por su infidelidad y rebelión contra las exigencias de Dios. Concluye con el
anuncio de la restauración acompañada de la paz y la justicia.
En cuanto al texto hay que notar las diferencias que existen entre la recensión
masorética y la de los LXX. Un ejemplo puede ilustrar esta afirmación que nos hace ver
que los LXX no sólo tuvieron delante un texto diverso del masorético sino que
interpretaron y adaptaron a Isaías en una relectura. Se trata de Is 25, 2-3.
54
Téxto masorético Texto dé los LXX
[HEBREO] [GRIEGO]
(cf. COSTE. “Le text grec d’Isaie XXV”, en Revue Biblique 61, 1954, pp. 36-66.
Introducción 1, 1
d. Estilo
e. El mensaje
Es difícil sintetizar el rico mensaje del Primer Isaías. Podemos, sin embargo, varios de
los puntos sal ientes de su doctrina:
- Yahvé es él único Dios, santo y creador del mundo (c.6). Los dioses son nada: obra
de las manos de los hombres (Is 2, 8.18, 20-21; 37, 19).
55
- La santidad de Dios se manifiesta en el juicio sobre el pecado de los hombres, que
es una rebelión contra Él. Todos han pecado (1, 2-15). Los sacrificios no son un remedio
contra el pecado. Lo es, en cambio, la conversión (ib.), unida a la fe en Yahvé. Sin ella no
se puede subsistir (7, 9).
- El juicio del Señor, “su día” vendrá sobre todos los pueblos (2, 6-22). Al juicio
seguirá la instauración de un reino de paz, primero sobre Israel y después sobre todas las
naciones (4, 2-5; 9, 1-7; 11, 10-16).
- La base de ese reino será un resto (6, 13, 7, 3; 10, 17-22; 11, 6-8).
f. Exégesis selecta
Capítulo VII
Se le pide a Ajaz que ponga su confianza en Yahvé y que, al mismo tiempo que no
debe temer a los reyes de Israel y Siria, no se apoye en Teglat-falasar III. Por 2 Re 16, 5-
15, sabemos que Ajaz acudió a este rey: “Ajaz envió mensajeros a Teglat-falasar, rey de
Asiria, diciendo: “Soy tu siervo y tu hijo. Sube, pues, y sálvame de manos del rey de Aram
y de manos del rey de Israel que se han levantado contra mí. Y tomó Ajaz la plata y el oro
que había en la casa de Yahvé y en los tesoros de la casa del rey y lo envió al rey de
Asiria como presente. El rey de Asiria le escuchó y subió contra Damasco, la conquistó,
les deportó a Quir y mató a Rasén” (2 Re 16, 7-9).
v. 1: Coinciden estas indicaciones históricas con las que se dan en 2 Re 16, 5. Aquí
mismo se indica −es algo que se añadió posteriormente− que “no pudieron
tomarla (a Jerusalem)”.
v. 2: Los arameos han llegado ya a Efraim, frontera norte de Judá. Este reino acababa
de sufrir reveses frente a los edomitas y los filisteos (cf. 2 Re 16, 6 y 2 Cron 28,
17-18) y se hallaba débil. De ahí el miedo que se apoderó del rey y del pueblo.
v. 3: Dios quiere entonces que intervenga Isaías junto con su hijo Sear-Yashub
([HEBREO]) “un resto volverá (se convertirá)”. El nombre del hijo de Isaías es, al
mismo tiempo, signo de esperanza y amenaza de disminución. Esta escena tiene
lugar en las afueras de Jerusalem donde el rey, previendo el asedio de la ciudad,
revisa las fortificaciones y la fuente de agua, situada fuera de las murallas. Más
56
tarde, Ezequías, su hijo, construyó un túnel para asegurar el suministro de agua a
Jerusalem aun en caso de sitio (2 Cron 32, 30).
vv. 4-7: El profeta pide al rey que tenga calma. Por 2 Re 16, 7-9 y 2 Cron 28, 16,
sabemos que Ajaz mandó pedir ayuda al rey de Asiria. Isaías pide que no se
acuda sino a Yahvé. Preveía el peligro de caer bajo el dominio más fuerte de
Teglat-falasar y ser sometidos a un tributo pesado. Compara a los reyes de
Damasco e Israel con tizones humeantes, que aunque molestan por el humo que
despiden, ya están apagados y no pueden causar ningún daño.
Las intenciones de Rasón y de Pecaj eran las de sustituir la dinastía davídica por
alguien más de acuerdo con su política antiasiria. Se ignora quién es el “hijo de
Tabel”. Éste es un nombre arameo. Se trataba probablemente de un hijo de
Jotam (padre de Ajaz) y de una princesa de la región de Tabal, que algunos
sitúan al noroeste de Palestina.
vv. 8-9: Parece más lógico −y así lo hacen algunas traducciones− colocar el v. 8b
después del 9a. También muchos corrigen la cifra el texto 8b: [HEBREO] =
sesenta y cinco, por “seis o cinco” [HEBREO], aunque todos los manuscritos
hebreos tengan la primera. Lo hacen para que así se pueda aplicar a la
destrucción de Damasco y Samaría.
No existe comparación entre las capitales de esos dos reinos y la capital de Judá,
Jerusalem, lugar de la presencia de Yahvé.
Por segunda vez es enviado Isaías a Ajaz. No se precisa el lugar de ese encuentro.
Esta vez se le ofrece una señal que le haga conocer que Yahvé habla por medio de Isaías
y que le dé la seguridad que Dios cumplirá su promesa de auxilio y que destruirá a sus
enemigos. El rey tiene la posibilidad de pedir el signo.
vv. 10-12: Yahvé exige un acto de fe y confianza: que Ajaz pida una señal “en lo hondo
del abismo o en lo alto del cielo”: el cielo y el sélo eran en la cosmogonía judía
lugares que estaban más allá del control humano.
57
v. 14: [HEBREO]
“Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: mirad: la joven está encinta
y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Dios con nosotros”.
Este texto es uno de los más discutidos del A.T. La cuestión puede formularse así:
¿quién es el niño y quién su madre? También podría presentarse la pregunta orientada al
sentido mesiánico del versículo: ¿es literalmente interpretado un texto mesiánico o sólo en
sentido pleno?
Para responder a la pregunta es necesario explicar los dos términos que dan origen a
la discusión:
- [HEBREO] es un nombre simbólico para indicar el auxilio que Dios ofrece. Así se
formulaba tradicionalmente la asistencia que Yahvé brindaba a sus enviados o
elegidos (cf. Jue 6, 12; Jer 1, 8; Ex 3, 12; Ag 1, 13…).
Otro punto es el de las interpretaciones que se han dado al texto. Las podemos reducir
a las siguientes:
58
El texto directamente hablaría del hijo de Ajaz y de su esposa. Exequias sería
entonces tipo, figura de Cristo. La virginidad del parto no se afirma en el texto
hebreo de Isaías y la aplicación que de él hace Mateo bien podría ser una
aplicación en sentido típico.
Mejor todavía, hay que hablar de un sentido pleno en relación con el mesianismo:
“Este oráculo tiene un horizonte profético profundo, que se va haciendo patente a
las generaciones sucesivas: la garantía de la continuidad dinástica tiene su razón
de ser en el heredero mesiánico; la salvación sigue gravitando hacia “el
Salvador”; las bendiciones de la tierra adelantan la gran bendición del redentor;
“Dios con nosotros está realmente en Cristo” (L. ALONSO SCHÖKEL, Isaías,
traducción y comentario (Madrid, 1968, p. 54). En esa mayor comprensión del
sentido pleno se explicaría el que los LXX tradujeran [HEBREO] por [GRIEGO],
que significa virgen en sentido estricto, en lugar de usar la palabra griega
[GRIEGO] que utilizan de ordinario para traducir la hebrea [HEBREO].
Esta última interpretación nos parece la que mejor respeta el contexto histórico
del anuncio y pone de relieve la ulterior comprensión del mismo.
La interpretación más correcta podría ser: antes de que el niño llegue al uso
de razón tendrá alimento suficiente a pesar de la guerra con la que Siria e
Israel amenazan a Judá.
v. 16: También aquí hay quien habla de la destrucción de Judá y quien, traduciendo
el texto, “quedará abandonada la tierra de los dos reyes que te hacen temer”,
aplica esa amenaza a Samaria y Siria. De hecho Damasco fue destruida en
732 y en ese año el reino del norte fue despojado de sus territorios del este y
del norte, preludio de su total destrucción en 722.
59
vv. 18-19: Egipto y Asiria, comparados con insectos, atacarán a Judá, uno al occidente,
el otro al oriente.
v. 20: La cabellera, la barba y el vello del cuerpo eran para un semita un signo de
virilidad. Afeitarlas era una grande injuria y humillación. La comparación
expresa el abatimiento y la humillación de Judá, herida en su orgullo de nación
fuerte y libre por la victoria de los asirios.
vv. 21-22: La guerra acabará con la agricultura y apenas se podrá conseguir el alimento
de los nómadas.
vv. 23-25: Se trata de un oráculo de amenaza. Llegará la devastación con la guerra y los
terrenos prósperos y fecundos serán invadidos por abrojos, espinas y
animales.
Estos dos versículos del capítulo 11, a través de la traducción de los LXX y la Vulgata,
que la primera vez que aparece “el temor de Yahvé” [HEBREO] lo vierten por “piedad”
([GRIEGO] pietas) y la segunda por “temor de Yahvé” dieron pie, desde la antigüedad, a
la doctrina teológica del número septenario de los “dones del Espíritu Santo”. Por este
motivo hacemos una breve exégesis de los mismos.
Esta imagen influirá en Jer 23, 5; Rom 15, 12; Apoc 22, 16.
60
espíritu del Señor” −como la parte central del candelero de los siete brazos−
son fruto de una exégesis condicionada por la doctrina teológica tradicional al
respecto y no un acercamiento libre de prejuicios al texto isaiano.
a. Ambiente histórico
Hasta fines del s. XVIII nadie había hablado de un Segundo Isaías. Doderlein y
Eichhorn introdujeron la hipótesis de un autor más reciente que el Primer Isaías a quien
se debía el libro a partir del capítulo 40. Argumentos literarios, históricos y doctrinales
profundizados cada vez más, han hecho que la hipótesis se haya convertido en opinión
admitida generalmente.
De la persona y vida de este profeta de Israel nada sabemos fuera de las cualidades
de teólogo y poeta que su escrito nos manifiesta, y del hecho de haber escrito en los
últimos años del exilio: 550-540.
Estos 16 capítulos que tienen como tema la próxima liberación de Israel del destierro,
concebida como un nuevo éxodo, suele dividirse en dos partes: la primera: cc. 40-48, que
considera a Israel en Babilonia; la segunda, cc. 49-55, que se centra en la restauración de
Sión. Abren y cierran estos capítulos una introducción y una conclusión en las que se
pone de relieve la fuerza de la Palabra de Yahvé.
Aunque la constatación de estas dos partes haya llevado a algunos a proponer dos
autores o, por lo menos, dos lugares y dos fechas diversas para la composición de cada
una, los argumentos a favor de una composición unitaria son mayores.
Dentro de esta parte del libro de Isaías están los llamados Cánticos del Siervo de
Yahvé: 42, 1-4; 49, 1-6; 50, 4-9; 52, 13-53, 12. Duhm, en 1892, insistió en la unidad de
estos cánticos y en la diferencia con el resto de los capítulos 40-55. Habló de un autor
diverso. Hoy las opiniones se hallan divididas. Prevalece la que pone de relieve la unidad
de estilo de estos cánticos y del resto del Libro de la Consolación, nombre con el que se
conocen también los cc. 40-55. Al mismo tiempo se prefiere hablar de un autor aparte
para los cánticos.
61
3. Elección de Ciro y destrucción de Babilonia 44, 24-48, 22.
El estilo del Segundo Isaías no es conciso como el del Primero. Se caracteriza más
bien por el lenguaje redundante, por su solemnidad y lirismo. El autor es un gran poeta.
d. El Mensaje
- La presentación conjunta de la creación del mundo y del destino de Israel como dos
obras divinas. La actividad creadora y salvífica de Yahvé aparecen íntimamente
unidas (cf. 42, 5-6; 44, 24-28; 45, 12-13; 51, 9-10).
- Yahvé lo es todo. Los ídolos son nada (42, 8; 45, 20; 46, 5. 9; 44, 9-20). Yahvé es
grande y glorioso (40, 15 - 17, 28). Es creador (40, 12. 21-22. 26. 28; 42, 5; 43, 7;
45, 9. 11-12; 18…). Es potente (40, 10; 51, 9). Es, omnisciente (40, 13-14. 28). Es
eterno (43, 10. 12; 4,4; 44, 6; 48, 12).
- El tema de Israel como Siervo, y junto a él un personaje: el justo que sufre (42, 1-9;
49, 1-7; 50, 4-9; 52, 13-53, 12) Y que, a través de su sufrimiento establecerá una
alianza con la humanidad entera (53,11).
Tema central en los cc. 40-55, el Nuevo Éxodo de Israel se comprende mejor si lo
enmarcamos entre el primero y el tercero: el de Egipto y el de Cristo y el pueblo del N.T.
Bibliografía
62
BEAUDET, R. “La typologie de l’exode dans le Second Isaïe”, en Laval
Théologique et Philosophique 19, 1963, p. 1221.
ENZ, J.J. “The Book of Exodus as a Literary Type for the Gospel of
John”, en Journal of Biblical Literature 76, 1957, pp. 208-215.
63
La Biblia nos habla de tres éxodos: la salida de Egipto; la vuelta del destierro; el paso
de Cristo de este mundo al Padre, paso en el que lleva a todo el Pueblo de Dios.
Una verdad básica en el Antiguo Testamento es afirmación de que Yahvé sacó a Israel
de Egipto. Aparece desde el libro del Éxodo hasta el libro de Daniel (cf. 9, 15), y continúa
en el Nuevo Testamento, revistiendo una nueva perspectiva escatológica (cf. Apoc 15, 3;
Hebr 4, 3-11).
1) El primer Éxodo
Tipo del segundo y tercer Éxodo, el primero nos ayuda a comprenderlos mejor.
Diremos dos palabras sobre el hecho en la vida religiosa de Israel, sobre la presencia del
mismo en los escritos del Antiguo Testamento y sobre los elementos que lo constituyen.
Tres tradiciones diversas: la yahvista (J), la elohista (E) y la sacerdotal (P) se mezclan
en varias narraciones referentes al Éxodo. A pesar de las discrepancias y contradicciones
en los detalles, las tres tradiciones coinciden en afirmar el hecho de la liberación a
través del paso del mar. Parten de una situación de muerte (pueblo esclavizado y
oprimido); de esa situación, con la ayuda de Dios y su iniciativa, brota la vida: un pueblo
que pasa de la servidumbre al servicio.
Los judíos, a raíz del Éxodo, les dieron un nuevo sentido: la Pascua pasó a significar el
recuerdo del paso de Yahvé, que mató a los primogénitos de los egipcios y salvó a los de
los hebreos; los Ácimos se explicaron como símbolo de la prisa del pueblo en la salida de
Egipto, que les impidió preparar pan con levadura, pues ésta, por la premura, no pudo
fermentar (cf. Ex. 12, 39). Estas dos fechas se unieron para convertirse en una especie de
sacramento de la liberación.
64
Cuando el pueblo entra en la Tierra Prometida celebra en Galgala una Pascua (Jos 5,
10-12), Así se da testimonio del cumplimiento de la promesa de Yahvé.
Hay que recordar, por último, que el primer encuentro religioso después del regreso del
exilio se tiene la solemnidad de la Pascua (Esdr 6, 19-22). El pueblo, duramente probado
a través de las calamidades del destierro y purificado en ellas, se encontraba nuevamente
a los principios.
La fiesta de los tabernáculos: era una fiesta agrícola natural para celebrar el fin de la
cosecha. En Israel se relacionó con el éxodo para recordar la permanencia en el desierto,
donde se habitaba en tiendas.
La consagración del primogénito (Ex 13, 11-16) Se relaciona con el hecho del éxodo,
cuando se salvaron los primogénitos judíos y perecieron los egipcios.
La ofrenda de las primicias (Num 15, 17-21; Lev 23, 9-14; Dt. 26, 5-10). Al realizarla se
hacía una profesión de fe, el “credo histórico” de Israel, y se relacionaba la ofrenda con el
éxodo.
En las leyes morales, religiosas y rituales son constantes las alusiones al motivo de la
liberación de la esclavitud de Egipto para inculcar la observancia de las mismas (cf. Lev
19, 36; 26, 3-13; Dt. 15, 12-15; 13, 6-11; 20, 1). En las enseñanzas catequísticas que los
65
padres daban a sus hijos, el hecho del éxodo es la respuesta a los por qué de las
prescripciones, ritos, tradiciones (cf. Ex 12, 26-27; Jos 4, 22-23).
En los demás escritos del Antiguo Testamento aparece, de una u otra forma, la alusión
al éxodo. Sobresalen: el libro de la Sabiduría, “midrash” o reflexión sobre hechos
presentes a la luz de hechos pasados de la historia de la salvación, toma el hecho del
éxodo como motivo de esperanza y confianza en las circunstancias en que se escribe (cf.
Sab 10, 18-19; 19, 1-17).
Los Profetas aluden continuamente al éxodo para recordar la obligación de ser fieles a
Yahvé y, al mismo tiempo, para anunciar un nuevo éxodo (cf. Am 2, 10-11; 3, 1; Os 2, 16-
17; 11, 1. 5; 12, 10; 13, 4; Miq 6, 1-8; Is 10, 24-27; 11, 11. 15-16; 43, 14-21; 51, 9-11; Jer
2, 5-6; 16, 4; 23, 7-8; 31, 31-32; Ez c. 20; Dan 9, 15).
El tema del éxodo aparece también en la poesía religiosa bíblica: Ex 15, 21; Dt 32, 1
ss; Sal 66, 6; 77, 20 ss; 78, 52; 105, 77; 106, 8-11; 136, 10-15; 81, 11; 114.
- el salir: [HEBREO]
- el entrar: [HEBREO]
- el camino: [HEBREO]
SALIR: [HEBREO]
El salir está relacionado con el nacer (“salir del seno materno”), cf. Gen 25, 25-26: “Y
salió el primero… Después salió su hermano”:
[HEBREO]
Al mismo tiempo, con la expresión “salir y entrar” [HEBREO] (cf. Dt 31,2), se describe
la totalidad del hacer humano.
Salir [HEBREO] indica igualmente cambio de residencia (Gen 10, 22: “De esta tierra
salió para Asur…”
[HEBREO]
66
En el caso del éxodo lo especial consiste en que es Dios quien hace salir: Ex 20, 2: “Yo
soy Yahvé, tu Dios, que te ha sacado”: [HEBREO]
Yahvé presenta también a Egipto como un castigo: si el pueblo es infiel lo hará volver a
Egipto (cf. Dt 28, 18; Os 8, 13; 11, 5). Esto equivale a cancelar la precedente historia de
salvación.
Se sale del trabajo forzado [HEBREO], sin descanso, al servicio libre de Yahvé (Ex 5,
1).
ENTRAR: [HEBREO]
Se sale para entrar: “nos sacó [HEBREO] de allí para [HEBREO] introducirnos
[HEBREO] y para darnos la tierra que había prometido a nuestros padres” (Dt 6, 23).
El pueblo tendrá como tarea en la tierra el cumplir los mandamientos de Yahvé (Dt 5,
28 ss.). Dos peligros entraña la tierra: el olvido de Yahvé, (Dt 6, 12; 11, 16) y la idolatría
(Dt 6, 14-15).
67
- un vivir en un lugar árido, inhóspito, solitario (Sal 107, 4-5).
- un camino en el cual Dios es compañero de viaje (Ex 15, 13; Dt. 8, 2. 15).
+ internos: el pueblo que protesta continuamente (Ex 16, 2-3); que interpreta el
camino de salvación como un camino de perdición (Ex 14, 11-12;
Num 14, 2-4).
La época del exilio (586-538) dio lugar a una nueva situación de éxodo, precedida por
una situación dolorosa. El anuncio y descripción de este nuevo éxodo constituye −como
decíamos al principio de este apartado− el tema central del Libro de la Consolación del
Segundo Isaías.
Símbolo del segundo éxodo lo es el de Egipto: juicio de victoria de Dios sobre el faraón
y sus ídolos; presencia activa de un mediador, que es portador de la palabra, guía,
legislador. Estos elementos, con algunos cambios parciales y con la transformación
central, es lo que canta el Segundo Isaías. Su poema está dominado por la Palabra con
su contenido de libertad, de gozo, con su eficacia infalible; con la certeza del cumplimiento
(Is 40, 78; 55, 10-11).
La palabra de Yahvé permanece para siempre: [HEBREO] (Is 40, 8), pero encuentra la
incredulidad de los exiliados, que debe vencer.
+ Salida de Babilonia
La transformación del desierto presenta además al Pueblo que camina como en una
peregrinación litúrgica al monte Sión. Esto lo encontramos en el capítulo 35 de Isaías que
tienen en forma evidente el estilo del Segundo Isaías: “Lo cruzará una calzada que
llamaran Vía Sacra... caminarán los redimidos y volverán por ella los rescatados del
Señor. Vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua, siguiéndolos gozo y
alegría. Pena y aflicción se alejarán” (Is 35, 8-10).
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Entrada en Sión: en lugar de la tierra prometida: Jerusalem y Sión, que suponen la
tradición teológica de David, la dinastía y el templo. En 49, 14-23 se presenta una imagen
materna: Jerusalem es la hija ya casada, madre fecunda, que recupera los hijos perdidos.
El capítulo 54 une al aspecto de maternidad el de reconstrucción.
Babilonia: Dios la destruye por medio de Ciro, su “ungido” ([HEBREO]) (45, 1-8). Por
vez primera un rey extranjero es llamado en un oráculo profético “ungido”. La elecclón
cobra una dimensión universal. En 48,14 Ciro recibe el titulo de “amigo” ([HEBREO]) que
se da a Abraham en 41, 8.
Los ídolos de Babilonia. Son nada, al igual que sus obras (41, 21-29). “Todos juntos
eran nada”… [HEBREO]. En 46, 1-7 se contrapone la relación de los dioses con Babilonía
y la del Senor con su pueblo. La palbra clave es [HEBREO] levantar, alzar, llevar, cargar.
En las procesiones babilónicas los dioses eran llevados. Aquí, Dios es el que lleva.
El pueblo: también aquí, como en el primer éxodo, la resistencia mayor proviene del
pueblo. Si no transforma su desconfianza y desaliento en fe, no podrá ser salvado. El
pueblo se lamenta e interpreta el destierro como infidelidad de Dios. Él les da a conocer
los verdaderos motivos: el pecado del pueblo (42, 24; 43, 22-28; 50, 1). Dios les recuerda
igualmente que sigue siendo fiel a su pueblo elegido (41, 8-16). Gracias a esta elección
cada uno puede tatuarse la señal de pertenencia a Dios (44, 1-5). El pueblo diezmado
debe pensar en Abraham, ejemplo de fecundidad (51, 2); debe pensar en la tierra
prometida, en su salvación (51, 3-8). El pueblo ciego no comprende el sentido de la
historia; es sordo, no comprende el sentido de las palabras. Con todo, se convertirá y será
signo y testigo de Dios en la historia (43, 10-13).
+ El Mediador
- Primer éxodo: Dios saca al Pueblo. La palabra de Dios anuncia, anticipa y manda.
- Segundo éxodo: Dios sale como soldado (42, 13), saca a los ejércitos hostiles (43,
17), saca al ejército celestial (40, 26). Aparece un siervo, un elegido, Ciro, mediador,
Dios está con él.
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- Segundo éxodo: liberación de la esclavitud y de otras formas de opresión: cautividad
(52, 2); cárcel (42, 7; 43, 14; 51, 14); venta (50, 1); conscripción militar (40, 1);
opresión (52, 4; 47, 6; 54, 14). Estas palabras expresan ideas que más adelante se
desarrollaron en el Nuevo Testamento y en la espiritualidad cristiana.
- Segundo éxodo: Dios y su siervo trabajan para llevar al pueblo a la salvación. Los
dioses babilonios eran llevados en andas por sus fieles (46, 7; 43, 24; 53, 11).
Yahvé, en cambio, no necesita ser llevado sino que Él lleva y sostiene a su pueblo
(46, 4).
- Primer éxodo: Dios saca al pueblo y lo introduce; el pueblo sale de Egipto y entra en
la tierra prometida.
- Segundo éxodo: Yahvé viene y regresa (40, 10; 52, 8). El pueblo vuelve. En eso
consiste la segunda liberación, en la conversión a Yahvé: “vuelve a mí, que soy tu
redentor” (44, 22).
Yahvé conduce al pueblo (49, 5-6). Más todavía, “así dice el Señor: Mira, con la
mano hago seña a las naciones, alzo mi estandarte para los pueblos: traerán a tus
hijos en brazos, a tus hijas las llevarán al hombro” (49, 22). Es así como el pueblo
regresa (49, 18; 51, 11).
“El segundo éxodo, antes que vivido como experiencia histórica, es cantado en un
admirable poema fluvial. El nuevo cantor −con algo de Moisés, con mucho de profeta, con
el nombre nuevo de “evangelista”− anuncia los hechos, no en forma puntual y
circunstanciada, sino con arrebato poético, con imágenes y símbolos gloriosos, con
horizonte ilimitado. Su profecía desborda los hechos inmediatos, porque dice en símbolos
espléndidos la gloria del nuevo éxodo; los símbolos acogen la realidad próxima,
desbordándola; porque apuntan a una realidad superior, suprema, que será la liberación
auténtica, que las otras sólo preparan y prefiguran.
70
3) El Tercer Éxodo
El tema del éxodo continúa en el N.T. Aquí el personaje central es Cristo, quien sale
llevando consigo al Nuevo Pueblo de Dios.
Un breve recorrido por los escritos del Nuevo Testamento nos hará descubrir la
presencia del tema en ellos y, al mismo tiempo, nos dará la total comprensión del primer
éxodo y del anunciado por el Segundo Isaías.
- San Mateo presenta a Cristo como el Nuevo Moisés: la huída a Egipto (Mt 2, 13-16)
hace pensar en la huída de Moisés a la tierra de Madián (Ex 2, 15); el regreso (Mt 2, 19-
23) es descrito con frases semejantes a las del regreso de Moisés (Ex 4, 19-20).
La matanza de los inocentes trae a la memoria los episodios del Éxodo y cómo Moisés
escapa a la muerte cuando niño (Ex 2, 1-10). Como Moisés da la Ley, Cristo promulga la
suya en el Sermón de la Montaña (Mt cc. 5-7). En los diez milagros narrados por Mateo
en los cc. 8-9 se puede ver una antítesis de las diez plagas de Egipto. Los cinco episodios
de que está compuesto el Evangelio de la Infancia en Mateo, bien podrían ser una alusión
indirecta al Pentateuco mosaico.
- También en san Mateo, Jesús aparece como el Nuevo Israel: volviendo de Egipto,
Jesús pasa a través del desierto y comienza su vida pública después de haber sido
tentado (Mt 4, 1-11) con las mismas tentaciones con las que fue tentado el pueblo en el
desierto. El pueblo permaneció cuarenta años en él; Cristo cuarenta días (esto podría
también relacionarse con los cuarenta días de Moisés antes de promulgar la ley).
Finalmente, como el pueblo, Jesús cruzó el Jordán para iniciar su vida pública (Mt 3,13-
17).
- Para describir la misión del Bautista, Marcos cita a Mal 3, 1, texto que contiene una
alusión clarísima a Ex 23, 20, donde Dios promete a Israel un ángel que lo guiará en el
camino que va a emprender.
- Otra cita, a propósito del Bautista, es la de Isaías 40, 3 (Mc 1, 3) en la que el profeta
habla del segundo éxodo y anuncia el definitivo. Al poner aquí ese texto. Marcos está
indicando que en Jesús se inicia ese éxodo escatológico.
- Una alusión al Éxodo podría estar también en el uso de la palabra griega [GRIEGO]
(= subir) que Marcos usa en 1, 10 para indicar la salida de Jesús del agua después de
haber sido bautizado, y que es la misma palabra que usan los LXX para indicar el éxodo
de Egipto (Ex 13, 18): [GRIEGO] y la entrada a la Tierra Prometida (Dt 1, 21): “…
[GRIEGO]…”
71
- Este éxodo se realizará a través de la muerte y resurrección. Ellas son un nuevo y
definitivo éxodo. Por ello Cristo las explica a los discípulos de Emaús, por medio de las
escrituras “comenzando por Moisés” ([GRIEGO]), es decir, a partir del primer éxodo.
+ El maná (Jn 6, 50); el agua (Jn 7, 37); la luz (Jn 8, 12) que precede y acompaña
al Nuevo Israel como la “columna de fuego” al Antiguo (Ex 13, 22); el Cordero
Pascual.
- En el monte Horeb Dios se reveló a Moisés como “Yo soy el que soy” (Ex 3, 14:
[HEBREO]). En Juan aparece muchísimas veces la fórmula “Yo soy” en labios de Cristo
([HEBREO]) (Jn 4, 26; 6, 20…). Como Yahvé, Jesus se presenta actuando y liberando (cf.
Is 43, 2 y Jn 8, 12).
- Para Pablo la vida cristiana es una nueva vida pascual, un paso de las tinieblas a la
luz; una liberación (1 Cor 5, 7-8; Ef 5, 8).
72
+ El tema del Éxodo en el Apocalipsis
+ La mujer, símbolo del Nuevo Israel, recibe dos alas para volar al lugar seguro del
desierto (Ap 12, 14-16). Esto recuerda lo que Yahvé hizo con el pueblo para
llevarlo a la seguridad del desierto (cf. Ex 19, 4; Dt 32, 11).
+ Al final, después de la victoria, sobre “el mar de vidrio” cantarán los elegidos “el
cántico de Moisés, siervo de Dios y el cántico del Cordero” (Ap 15, 2-3).
Es así como el tercer éxodo, el de Cristo, aparece como la consumación de los otros.
Toda la historia de lsrael a partir de la salida de Egipto y el paso del Mar Rojo, es
solamente una visión anticipada de lo que Cristo trae y realiza: la liberación de la
esclavitud del pecado y de toda esclavitud a través de su Misterio Pascual, en el cual nos
arrastra a todos.
Con el nombre de “Canticos del Siervo de Yahvé” se designan cuatro pasajes del libro
del Segundo Isaías; 42, 1-4; 49, 1-6; 50, 4-9; 52, 13-53, 12.
El primero que distinguió estos textos separándolos del resto del escrito del Segundo
Isaías fue, como dijimos en la p. 71, Bernhard Duhm, en 1892. Él opinó también que el
autor de esos pasajes no era el Segundo Isaías sino otro posterior a él.
La mayor parte de los exégetas modernos aceptan que existe una unidad literaria entre
los cuatro cánticos, pero no se ponen de acuerdo en muchas otras cuestiones:
Lo más probable respecto del origen de esos poemas es que su autor fue un discípulo
del Segundo Isaías.
73
La identificación del “siervo” ([HEBREO]) es todavía más difícil. En el Segundo Isaías
se aplica el título a Israel, y en otros lugares del A.T. a Moisés, a reyes, asorofetas.
Muchas opiniones se han formulado sobre el “siervo” de los cuatro cánticos. Pueden
ser agrupadas así:
+ Interpretaciones individuales:
Nos inclinamos por esta última opinión. En ella no se insiste en una “predicción”
cristológica directa, aunque Cristo esté al final de la reflexión, puesto que realiza en forma
perfecta la figura del “Siervo de Yahvé”; él es el Verdadero Israel y el Profeta por
excelencia.
Cántico I (42, 1-4): Yahvé escoge a su Siervo y le da su espíritu para que pueda
enseñar a las naciones y juzgarlas; esto lo realizará con suavidad y mansedumbre.
Cántico II (49, 1-6): Yahvé ha escogido a su Siervo para que renueve a Israel y lleve la
luz y la salvación a todos los pueblos.
Cántico III (50, 4-9): el Siervo encuentra oposición en el desarrollo de su misión, pero
está con él.
a. Ambiente histórico
El Tercer Isaías actúa en el ambiente de los primeros años después del regreso del
exilio. En la p. 49 describimos brevemente esta época de la restauración en Judá.
74
b. La persona del profeta
Sea que se admita la unidad o pluralidad de autores, es un hecho el que los cc. 56-66
de lsaías surgen en el ámbito de la escuela isaiana.
Podemos agrupar los diversos oráculos de estos capítulos en cuatro grandes temas:
Del estilo hay que poner de relieve la semejanza con el del Segundo Isaías, en cuanto
a la construcción y amplitud. Esto no excluye diferencias literarias y, sobre todo,
doctrinales.
d. El Mensaje
El mensaje del Tercer Isaías no tiene la unidad que aparece en el Segundo. Podemos,
con todo, caracterizarlo como una mezcla de ideas de Ezequiel y del Segundo Isaías. El
trasfondo de Ezequiel aparece en las insistencias en lo cúltico; el del autor del Libro de la
Consolación en la insistencia en la actitud interna como la única capaz de vivificar la
religión exterior y en el universalismo, un tanto mitigado. En síntesis:
- Jerusalem será el centro y la luz para todos los Pueblos (60, 2-4).
- los nuevos convertidos deberán, con todo, practicar ley mosaica, especialmente la
observancia del sábado (56, 1-8; 58, 13-14).
- La salvación es una gracia que se otorgará a los pobres y humildes. “al abatido que
se estremece ante mis palabras” (66, 2).
75
4. MIQUEAS
Bibliografía
SQUILLACI, D. “Il mistero di Betlem nel Profeta Michea (5, 2-5), en Palestra
del Clero 41, 1962, pp. 763-766.
A. Ambiente histórico
76
C. Composición del libro
Una lectura del texto a profundidad hace descubrir relecturas (1, 5c; 5, 8. 14; 7, 13)
para adaptar el texto a épocas posteriores. También se distinguen añadidos litúrgicos (4,
5; 7, 14-18. 20 y reflexiones didácticas 1, 13b; 3, 8a; 5, 9a). Otra adición posterior que
merece ser notada es la de 4, 1-5, que se encuentra casi a la letra en Is 2, 2-5 y que
procedería del círculo del Segundo Isaías por la idea de la conversión y reunión de todos
los pueblos en Sión. También es importante 7, 8-20 porque pertenece a la época posterior
al exilio: se menciona la alegría de los edomitas por la destrucción de Jerusalem y se
habla igualmente de la reedificación de los muros de Jerusalem.
De todo esto podemos concluir que la última redacción del libro es posterior con mucho
al profeta.
Introducción: 1, 1
1. Juicio de condenación: 1, 2 - 3, 12
Miqueas tiene un estilo fuerte y vigoroso, vivo y dramático, sobre todo cuando ataca y
reprende. Imita un poco también el estilo del Primer lsaías.
D. El Mensaje
“Te ha explicado, hombre, el bien, lo que Dios desea de ti; simplemente que respetes
el derecho, que ames la misericordia y que andes humilde con tu Dios” [HEBREO]
77
- Insiste en que la salvación llegará a través de un “resto” (2, 12, 4, 6-7).
Entre los oráculos de Miqueas hay que recordar 5, 1-3: profecía del nacimiento del
Mesías en Belén. También la querella de Yahvé contra Israel (6, 1-5) que la liturgia del
Viernes Santo recoge y desarrolla.
5. SOFONÍAS
Bibliografía
A. Ambiente histórico
Sofonías [HEBREO] (=Dios protege, esconde) sería para algunos, que se apoyan en la
introducción de su profecía (1, 1) descendiente del rey Exequias. No es, con todo, cierta la
identificación del Ezequías que aparece al principio del libro de Sofonías. Lo que sí es
seguro es que el profeta parece conocer bien la ciudad de Jerusalem (1, 10-11) y las
costumbres de la aristocracia (1, 8-9; 3, 3). Ejercita su ministerio un poco antes que
Jeremías (627); probablemente durante la regencia de Josías (640-630).
78
C. Composición del libro
- promesa de salvación
A pesar de ser un libro pequeño tiene también partes que pertenecen a una redacción
posterior. En concreto: las fórmulas introductorias (1, 8. 10. 12; 3, 16); los oráculos
conclusivos (3, 18-20) que suponen el exilio, y dos pasajes de claro cuño
deuteroisaiano: 2, 11 y 3, 9-10. Muy probablemente la última redacción es posterior al
exilio.
Sofonías tiene un estilo fuerte y brillante que aparece sobre todo en la descripción que
hace del “día de Yahvé” (1, 14-18).
D. El Mensaje
Vale la pena recordar que el famoso himno litúrgico medieval de Tomas de Celano:
“Dies irae, dies illa”, toma su inspiración de Sofonías, 1, 15-18.
79
Por último, hay que tener presente que Sofonías, con su doctrina sobre la pobreza
([HEBREO]) tiende el puente entre la predicación moral y nacional de los profetas del
s. VIII y la más espiritual de los del s. VII.
6. JEREMÍAS
Bibliografía
BRIGHT, J. “The Book of Jeremiah. Its structure, its problems, and their
significance for the interpreter”, en Interpretation 69, 1955, pp.
259-278.
WELCH, A.C. Jeremiah. His Time and His Work, Oxford, Blackwell, 1951.
80
HELEWA, J. “Alliance mosaïque et liberté d’Israel”, en Ephemerides
Carmeliticae 16, 1965, pp. 3-40.
La vida de Jeremías, su biografía, está íntimamente unida a su libro profético. Por este
motivo trataremos en un solo apartado su personalidad y el ambiente histórico en que se
desarrolló su predicación. [HEBREO] (= Yahvé exalta) es hijo de Helcías, sacerdote de
Anatot, pequeño pueblo situado 6 kilómetros al norte de Jerusalem (Jer 1, 1; 11, 21; 32, 6-
12). Nace hacia 650 a.C., durante los últimos años del reinado del impío rey Manasés.
Jeremías es llamado al ministerio profético el año 627, el 13 del reinado de Josías (1,
2; 25, 3). Josías realizó la reforma externa (2 Cron cc. 34-35); Jeremías insistió en la
necesidad de una reforma interior.
En junio de 609 muere Josías en Meguido, cuando trata de impedir el paso del Faraón
Necao a Babilonia (2 Re 23, 29). El pueblo lloró la muerte de ese piadoso rey y “Jeremías
compuso una lamentación sobre Josías” (2 Cron 35, 24-25). Más adelante, el mismo
profeta celebrará la derrota de los egipcios en Karkemis, en 605, como una victoria de
Yahvé contra quienes habían matado a Josías (46, 2-12).
81
Es en estas circunstancias cuando se hace necesaria nuevamente la intervención
profética de Jeremías porque:
+ El discurso en el templo que sucita la ira de los sacerdotes y profetas por haber
profetizado contra Jerusalem y el templo. Es juzgado reo de muerte y sólo la
intervención de algunos príncipes del pueblo lo libran de esa sentencia (7, 1-15;
c. 26).
Joaquín gobierna sólo tres meses (2 Re 24, 8; 2 Cron 36, 9). Le sucede Sedecías. Éste
no era malo, pero sí débil y además estaba rodeado de ministros inexpertos y ambiciosos
(37, 1-2). Ellos despreciaban a los que habían sido llevados a la cautividad porque los
consideraban castigados por Yahvé a causa de su culpabilidad. Jeremías hace ver, por el
contrario, que son los deportados y no los que se han quedado en Jerusalem los que
están llamados, después de esa purificación, a continuar la historia de la salvación en el
pueblo de Dios (24, 1-10).
En 593, Sedecías está a punto de unirse con Tiro, Sidón, Moab, Edom y Amón en una
liga antibabilónica (27, 3). Jeremías lo convence de que no haga esta alianza (24, 7-22).
Sedecías envía una delegación a Nabucodonosor. Jeremías aprovecha a los legados
para enviar una carta a los desterrados. En ella les hace ver que, a pesar de las
esperanzas que alimentaban falsos profetas (28, 1-17) la vuelta del destierro tardará
mucho: “Construid casa y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos; tomad esposas
y engendrad hijos e hijas… buscad la prosperidad del país adonde os he deportado y
rogad por él al Señor, porque su prosperidad será la vuestra” (29, 5-6).
82
En 588 Sedecías se rebela contra Nabucodonosor. Éste viene y sitia Jerusalem (52, 4-
5; 39, 1). Sedecías tiene la esperanza de que el Faraón venga en su auxilio y haga
levantar el asedio. Jeremías le anuncia que eso no sucederá (34, 1-7). Poco después el
profeta es acusado de traición y encarcelado (Jer 37, 11-16). Liberado (38, 1-13) aconseja
al rey que se rinda para evitar la destrucción. Sedecías no se decide y la caída de la
ciudad llega (38, 14-28).
Nabucodonosor nombró gobernador de Judá (40, 5). Éste hizo cobrar esperanzas a los
judíos que habían huido a las regiones limítrofes de Moab, Amón, Edom y otras (40, 11).
Muchos regresaron. Pero sólo dos meses después Godolías es asesinado y con su
muerte desaparece la esperanza. Muchos huyen entonces a Egipto. Otros se quedan en
las cercanías de Belén (43, 1-3). Estando allí, Jeremías los invita a que se queden en
Judá. Ellos no le hacen caso y van a Egipto y allí se instalan en Tafne. Jeremías y Baruc
los acompañan (42, 1-43, 7). Es en Tafne donde Jeremías anuncia la expedición punitiva
que realizará Nabucodonosor contra Egipto, y que tuvo lugar en 568 (43, 8-13). Es
también en Egipto donde pronuncia su último oráculo: los que fueron a Egipto no volverán
a Jerusalem; no existirá un nuevo éxodo de Egipto; el Faraón será entregado en manos
de sus enemigos (44, 1-30).
Después de este último oráculo Jeremías desaparece del escenario histórico. Según
san Jerónimo y Tertuliano (PL 2, 137; 23, 335) fue lapidado en Egipto por sus
compatriotas. Otra tradición habla, en cambio, de su traslado a Babilonia por
Nabucodonosor en 566.
El libro de Jeremías, como el de casi todos los profetas, no fue compuesto ni en una
sola época ni por una sola mano. Esta afirmación se ve confirmada sobre todo por el
hecho de que el texto de los LXX es casi un octavo más breve que el TM. También existe
un orden diverso en la presentación de la materia: los LXX colocan los oráculos de los cc.
46-51 inmediatamente después de 25, 13ª, además en diferente posición.
Lo que falta en los LXX no toca la sustancia del escrito de Jeremías. Se trata, por lo
general, de fórmulas o de epítetos dados a Yahvé. Algunas veces los párrafos son más
largos: 29, 16-20; 33, 14-20; 39, 4-13…
- Existían dos redacciones, una breve y una más larga. Los LXX habrían traducido la
primera.
- Al texto hebreo antiguo −traducido por los LXX− se habrían añadido posteriormente
algunas cosas.
Baruc, el secretario de Jeremías, escribió por indicación de éste: “todas las palabras
que te he dicho sobre Judá y Jerusalem desde el día en que comencé a hablarte, siendo
rey Josías, hasta hoy” (36, 2). Es decir, sustancialmente, escribió lo que se tiene en los
83
cc. 1-25 y 46-49. También a él se deben en su núcleo central las narraciones biográficas
del profeta: cc. 26-29; 34-45.
En cambio, los poemas de consolación (3, 14-18; 5, 18; 16, 14-15. 19-21; cc, 30-33)
fueron compuestos más bien en vísperas de la destrucción de Jerusalem.
Ya en el exilio se añadieron cosas útiles para los desterrados (10, 1-16; 33, 14-26; 50,
1-51. 58; c. 52).
1. En tiempo de Josías: 2, 1 – 6, 30
II. Actividad profética de Jeremías desde el principio del reino de Joaquim hasta la
destrucción de Jerusalem (608-586): 26, 1 – 45,5
III. Oráculos contra las naciones: 25, 13b-38 – 46, 1 – 51, 64.
Con san Jerónimo podemos afirmar que el estilo literario de Jeremías es “simple y
propio de alguien que no está habituado a la elegancia citadina y literaria, como es el caso
de Isaías” (In Hier, prologus; ML 28, 903). Sabe poner de relieve los contrastes con pocos
trazos, si bien carece de la fuerza de expresión de Isaías. Pero “ningún profeta ha puesto
tanto de su vida en el libro” (L.A. SCHÖKEL. Jeremías. Trad. introd. y notas, Madrid,
1967, p. 15).
84
C. El mensaje
- Más que añadir cosas nuevas a la teología de los profetas que le habían precedido:
Amós, Oseas, Isaías, profundizó los principales puntos doctrinales de los mismos:
Estos cuatro versículos de Jeremías pueden contarse entre los principales de toda la
revelación bíblica. Para comprender el texto es necesario tener presentes las ideas claves
sobre la alianza. En el A.T. se ponen de relieve la alianza de Yahvé con Abraham y la
alianza del Sinaí.
Esta alianza-contrato tuvo sus ventajas y desventajas. Entre las primeras está el hecho
de que el cumplimiento de la ley educaba al pueblo y lo hacía colaborador de Yahvé en la
historia de la salvación; además, las bendiciones y maldiciones eran un estímulo para su
cumplimiento. Sin embargo, los aspectos negativos predominaron; el legalismo que llevó
85
a la deformación religiosa y al apego a las obras. Por otra parte, la alianza no daba un
principio interno que capacitase para su cumplimiento, y las infidelidades del pueblo
echaban por tierra todo.
- Ser transitoria. Para garantizar el plan de Dios se requería una alianza en la línea de
la alianza-promesa hecha a Abraham; una alianza de gracia y perdón.
La Nueva Alianza fue intuida por los profetas ante la constatación de la revocación de
la alianza sinaítica causada por las infidelidades incesantes del pueblo (Is 24, 5; Jer 11,
10; Ez 16, 59; Os 8, 1). Israel se ve privado de su dignidad de pueblo de Dios: “No-es-mi-
pueblo” (cf. Os 1, 2-9; 2, 4) y experimenta las maldiciones de la violación de la alianza (Jer
5, 7-17). La intuicion profética coloca la renovación de la historia de la salvación el nuevo
impulso, en la línea de la alianza con Abraham (Os 2, 16-17; Jer 3, 3. 31-34; 32, 28. 40;
Ez 16, 60; 34, 35; 36, 25-28; 37, 26; Is 42, 6; 49,8; Mal 3, 1…). Lo principal en esta alianza
será el principio interno que hará al hombre capaz de observarla fielmente. Por la alianza
del Sinaí, el hombre comprendió su incapacidad y así pudo abrirse a un nuevo don de
Dios.
El texto de Jeremías 31, 31-34 anuncia por primera vez en forma explícita la nueva
alianza que sutituirá a la del Sinaí y constituirá un tercer momento en la larga historia de la
salvación.
En el N.T., Cristo alude a este texto en la institución de la Eucaristía (1 Cor 11, 25; Lc
22, 20). La carta a los Hebreos lo transcribe: 8, 8-12; 10, 16-17.
v. 31: Mirad que llegan días −oráculo del Señor− en que haré con la casa de Israel y la
casa de Judá una alianza nueva.
[HEBREO]
v. 32: No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para
sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era Su Señor
−oráculo del Señor.
[HEBREO]
Se afirma que la alianza del Sinaí será sustituida por una alianza opuesta a ella,
diversa de ella. Como razón de esa sustitución y cambio se indica la infidelidad de Israel a
la alianza sinaítica. Eso manifestó lo frágil e imperfecto de ella. Se tendrá un nuevo
principio. Será una alianza que valdrá siempre porque será intrínsecamente perenne (cf.
Jer 32, 40).
86
v. 33: Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días
−oráculo del Señor−: meteré mi ley en su pecho. La escribiré en sus corazones;
yo sére su Dios, y ellos serán mi pueblo.
[HEBREO]
Aquí se explica en qué consiste esa alianza: una nueva relación entre Dios y el
hombre, que parte de un don de Dios: un principio interno que transforma el corazón y le
hace dócil a las exigencias de Dios. La Ley del Sinaí permanece pero ya no más como
algo meramente externo, sino como algo que penetra en el interior del hombre.
En el pacto sinaítico se recibió la ley en forma externa. Hubo una teofanía de la que los
judíos fueron simples espectadores y oyentes (Ex 19, 16); vieron la gloria de Yahvé y
oyeron su voz (Dt 5, 5). La nueva alianza traerá una ley que no se propondrá al hombre
sino que se pondrá dentro de él mediante una acción divina íntima y eficaz.
La ley se escribe en el corazón en oposición a la ley “escrita en piedras” (cf. Ex 24, 12;
32, 15-19). El corazón es la parte más noble del hombre en la mentalidad semítica y es
sede del entendimiento y la voluntad, y a través de ellos, de toda la actividad humana. La
ley será connatural al hombre no porque ella cambie, sino porque el hombre se
transforma. Por este motivo esa ley no se revocará ni será violada como la anterior (Jer 9,
12-13). Esta transformación del hombre es como una “nueva creación” que sólo Yahvé
puede realizar.
[HEBREO]
87
7. LAS LAMENTACIONES
Bibliografía
HILLERS. D.R. Lamentations, New York, Doubleday, 1972. (The Anchor Bible,
7A).
A. Nombre y finalidad
88
- Tienen tantas estrofas como letras del alfabeto hebreo.
El estilo de estas elegías es el propio del género poético al que pertenecen: poseen un
profundo lirismo expresado en bellísimas y variadas imágenes.
1) Tristeza de la desolación.
D. El autor
Los LXX ponen una nota introductoria a las Lamentaciones en la que señalan como
autor a Jeremías:
[GRIEGO]
Ésta fue la opinión tradicional hasta el s. XVIII en que se negó la tesis. Los principales
argumentos aducidos para no aceptar la paternidad de Jeremías sobre las Lamentaciones
son:
89
- Doctrina diversa, v.gr.: sobre la responsabilidad individual (Jer 31, 29 y Lam 5, 7).
E. El mensaje
Las Lamentaciones:
8. BARUC
Bibliografía
WAMBACQ, B.N. “L’unité du livre de Baruch”, en Biblica 47, 1966, pp. 574-576.
A. Ambiente histórico
[HEBREO] (= bendito) fue secretario de Jeremías. Era hijo de Nerías (1,1). Acompañó
a Jeremías a Egipto después de la destrucción de Jerusalem (Jer 43, 6 ss.). Aunque una
tradición habla de que murió en Egipto, tal parece que hacia 582 fue trasladado a
Babilonia (1, 2-4). Allí se sitúa la predicación que el libro atribuido a él contiene. Sin
embargo, lo más probable es que el libro sea un seudo-epígrafo y que, por consiguiente,
90
la atribución a Baruc sea sólo un recurso, frecuente y admitido en el ambiente judío, sobre
todo a partir del s. III a.C.
Sólo se conserva el texto griego. Nos consta, sin embargo, que existió un texto hebreo,
por la edición de Orígenes; por la traducción siro-hexaplar que hace notar en 1, 17 y 2, 3:
“Esto no se encuentra en hebreo”; por los muchos hebraísmos y confusión de palabras
hebreas parecidas que han sido mal traducidas.
El libro presenta tres géneros literarios diversos: la oración sálmica (1, 15-3, 8), poema
sapiencial (3, 9-4, 4), discurso profético (4, 5-37).
Hay que hacer notar como una confirmación de lo que hemos dicho en este apartado
que si los autores de estos escritos (Baruc y la Carta de Jeremías) hubieran sido
Jeremías y Baruc ciertamente no se hubiera descuidado en la tradición hebrea el texto
original que se ha perdido.
Inscripción: 1, 1-2
91
D. El mensaje
Tres son las ideas más importantes del libro de Baruc. A ellas hay que añadir el tema
de la “Carta de Jeremías”:
9. HABACUC
Bibliografía
A. Ambiente histórico
92
B. La persona del profeta
D. El mensaje
- Dios es el Señor de la historia y por eso, a su debido tiempo, suscita el castigo para
el impío.
- Al problema del mal −tantas veces incomprensible− hay que enfrentarse con la fe.
Sólo ella puede salvar (2, 4; cf. Rom 1, 17; Gal 3, 11).
93
10. NAHUM
Bibliografía
TOURNAY, R. “Le Psaume de Nahum”, en Revue Biblique 65, 1958, pp. 328-
335.
A. Ambiente histórico
En el libro de Nahum hay una serie de datos que nos permiten llegar a esa conclusión:
Israel no existe más (2, 2); Judá se encuentra bajo el dominio de Asiria (1, 12; 3, 1); ya
tuvo lugar la conquista de No-Amón (=Tebas egipcia), que se realizó el 663 bajo
Asurbanipal, rey asirio (3, 8-10). Asiria comienza a ser atacada (3, 12-15) y eso sucedió a
la muerte de Asurbanipal, en 629. Finalmente, la destrucción de Nínive se presenta como
algo inminente y sabemos que tuvo lugar en 612. Luego, podemos concluir que la
predicación de Nahum se tiene entre los años 620-612.
Título: 1, 1
94
II. Amenaza y descripción profética de la caída de Nínive: 1, 9 - 2, 13.
D. El mensaje
El mensaje de Nahum puede sintetizarse así: Dios aparece en la ruina de Nínive como
Señor de la historia (2, 14), fiel a su pueblo (2, 3) y justo al condenar al opresor (3, 18-19).
11. EZEQUIEL
Bibliografía
OUBARLE, A.M. “Le don du coeur nouveau”, en Bible et Vie Chrétienne 14,
1956, pp. 57-66.
FERNÁNDEZ, A. “El castigo de los hijos por los pecados de los padres”, en
Estudios Eclesiásticos 2, 1923, pp. 419-426.
95
FOHRER, G. Die Hautprobleme des Buchos Ezechiel, Berlín, 1952.
BLUMRICH, J. Da tat sich der Himmel auf, Econ Verlag, 1973. Existe
traducción inglesa: The Spaceships of Ezekiel, New York,
Bantam Books, 1973. Quiere demostrar que los carros de las
visiones de Ezequiel no son otra cosa que naves de otros
planetas!!!!
A. El ambiente histórico
96
B. La persona del profeta
[HEBREO] (= Yahvé confirma, fortalece) nació hacia 630-620 a.C. Era hijo del
sacerdote Buzi (1, 3). Creció, pues, en una familia religiosa y distinguida. En su libro
aparece como un hombre de amplia cultura: conoce bien las tradiciones de Israel y la
historia de la ciudad de Jerusalem; está informado de la historia y costumbres de los
pueblos vecinos (cf. c. 27); está enterado de las mitologías de los pueblos. Aparece
igualmente como perfecto conocedor de las tradiciones de la teología sacerdotal: la
doctrina de la presencia de Dios en el templo, de la que brota su interés por él (cf. cc.
8.10; 40-42); la doctrina de la pureza necesaria para acercarse al culto; la concepción
estática de la historia.
Era quizás un poco tímido (cf. 2, 6) y rígido. No sabemos cuando se casó, pero por lo
que se dice en 24, 16-18 amaba tiernamente a su esposa.
En 597 fue llevado a la cautividad. En 593, “quinto de la deportación del rey Joaquín”
91, 1, es llamado por Dios al ministerio profético. La última indicación cronológica en su
libro es la de 29, 17: “El año veintisiete, el uno del primer mes, me vino esta palabra del
Señor...” Estamos en 571 a.C. Del resto de su vida nada sabemos.
El libro de Ezequiel refleja la actividad profética de él, pero a lo largo del tiempo, dentro
de una escuela que, parte del profeta, recibió adiciones: glosas, comentarios, reflexiones
teológicas, aclaraciones, trozos legislativos. Un editor posterior le dio la unidad final
completando, actualizando, amplificando el material ezequieliano.
“El libro se puede leer como unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien
armonizadas; algo así como una catedral de tres naves góticas, en la que se han abierto
capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas. En la
lectura debemos sorpender sobre todo el dinamismo admirable de una palabra que
interpreta historia para crear nueva historia, el dinamismo de una acción divina que a
través de la cruz merecida de su pueblo va a sacar un puro don de resurrección” (L.A.
SCHÖKEL, Ezequiel. Trad. y comentario, Madrid, 1971, p. 13.
El complejo material del libro de Ezequiel puede dividirse agrupándolo en tres grandes
bloques:
III. Promesa de la restauración y descripción del reino teocrático: 33, 1 – 48, 35.
97
El estilo del libro es un estilo un tanto monótono e intelectualista. Carece de la
espontaneidad de otros profetas anteriores: las visiones aparecen muy elaboradas.
Abundan las descripciones de tipo apocalíptico.
D. El mensaje
El mensaje de Ezequiel “el primer dogmático del judaísmo” (Lods), al mismo tiempo
que está enraizado en la predicación profética anterior a él, influye decisivamente en
escritos bíblicos posteriores. Ezequiel depende en buena parte de Jeremías y de las ideas
deuteronómicas; influye en el II Isaías, en Zacarías, Daniel (conceptos de santidad de
Dios, culto del templo, horror por la contaminación, etcétera).
- Yahvé, cuya gloria es inmensa y cuyo nombre es santo (cf. 1, 4-28; 10, 1-22; 37, 1-
14), siendo un Dios trascendente actúa en la historia para salvar a su pueblo “por el honor
de su nombre” (cf. 20, 9. 14. 22. 38. 41. 44; 36, 16-23; 37, 14. 28).
E. Exégesis de Ez 36, 25-28: la renovación del corazón y el don del Espíritu de Yahvé
Unos veinte años después de Jeremías, pronuncia Ezequiel esta profecía. En ella, no
sólo anuncia la misma realidad que el Profeta de Anatot en el texto 31, 31-34 de su libro,
que ya estudiamos (cf. pp. ), sino que da un paso adelante al precisar en qué consistirá
la Nueva Ley.
v. 25: Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras
inmundicias e idolatrías os he de purificar.
[HEBREO]
Coincide esta enseñanza con la de Jeremías en 31, 34. Sólo que, mientras éste decía
“perdonaré sus crímenes”, Ezequiel, más gráficamente habla de aguas puras que
purificarán y liberarán del mal esclavizante. En ambos casos se trata de una intervención
que procede de la iniciativa de Dios.
[HEBREO]
98
El corazón, sede de las facultades operativas del hombre, será creado nuevamente. En
lugar de dureza tendrá docilidad. Al igual que Jeremías se anuncia una nueva humanidad,
un nuevo Pueblo de Dios que surgirá de “una acción renovadora y creadora de Yahvé,
quien comunica otro corazón y otro espíritu.
v. 27: Os infundiré mi espíritu y haré que caminéis según mis preceptos y que pongáis
por obra mis mandamientos.
[HEBREO]
[HEBREO]
Una vez renovado por el Espíritu de Yahvé, Israel será reintegrado en su dignidad de
“pueblo de Dios”. Esta relación con Dios será perfecta porque el principio del que
procederá será más perfecto.
12. AGEO
Bibliografía
CHARY. TH. Les prophètes et le culte a partir de l’Exil, París, 1955, pp.
118-159.
NORTH, F.S. “Critical Analysis of the Book of Haggai”, en Zeitschrift fur die
Alttestamentliche Wissenschaft 68, 1956, pp 25-46.
99
STEINMANN, J. Le Livre de la Consolation d’Israel et les prophétes du retour
de l’Exil, París, 1960 (Lectio Divina 28).
A. Ambiente histórico
Es el ambiente del regreso del exilio y los primeros años de la restauración, descrito en
la p.49
Algunos opinan que Ageo era un anciano cuando inició su predicación profética
centrada en el Templo y su reconstrucción: desearía la restauración del Santuario de
Yahvé que habría conocido de niño o joven. Por la misma razón de su insistencia en el
templo se quiere concluir que era un profeta al servicio del culto.
Compuesto por él o por un discípulo −hay que notar que, se narra en forma biográfica:
“Er-Berichten”− tiene como argumento central la reedificación del templo. Con ella se
tendrá la restauración social y religiosa que el pueblo anhelaba.
Introducción: 1.1
Su estilo no tiene nada de notablemente particular. Es una prosa sin mayor relieve.
100
D. El mensaje
- El templo debe ser el centro de mayor interés de la comunidad por ser el lugar de la
presencia de Yahvé (cf. Ezequiel). Por no haberlo restaurado se tienen las calamidades
que desconciertan.
13. ZACARÍAS
Aunque en este apartado hablaremos por separado del Primero y Segundo Zacarías,
preferimos indicar conjuntamente la bibliografía.
Bibliografía
101
SIEBENECK, R.T. “The Messianism of Aggeus and Proto-Zacharias”, en Catholic
Biblical Quarterly 19, 1957, pp. 312-328.
A. Ambiente histórico
El hecho de que en la traducción de los LXX se le atribuyan los salmos 137 (138) 145-
149 (146-149) está a demostrar que en la tradición se le consideró hombre de dotes
poéticas.
El tema del Primer Zacarías es parecido al de Ageo: la reconstrucción del templo que
preparara la conversión, en una perspectiva escatológica en la que Jerusalem aparece
con un nuevo nombre (8, 3): “Ciudad Fiel”: [HEBREO]
El núcleo central del libro recibió con el pasar del tiempo glosas y adiciones o bien para
su uso litúrgico (4, 8; 6, 9-10; 7,8), o bien por otros motivos (1, 7. 8; 3, 8, etcétera).
Ocho visiones nocturnas y unos oráculos mesiánicos son el material de los ocho
capítulos del Primer Zacarías. A causa de las visiones fue calificado por san Jerónimo
como “obscurissimus” (cf. ML, 25, cols. 1417. 1453. 1497).
Título: 1, 1
102
I. Visiones nocturnas: restauración de la salvación: 1, 7 – 6, 8.
D. El mensaje
Más en concreto se esgrimían los siguientes argumentos para apoyar esa distinción
hoy admitida por casi todos los exégetas: el Segundo Zacarías no habla de la
reconstrucción del templo sino que da a entender que ya está reconstruido (11, 13, 14,
16); el salvador ya no es Zorobabel, sino el Mesías: Yahvé mismo vendrá (14, 9); usa
términos desconocidos en la primera parte como: pastor, ovejas, y al “resto” no le llaman
[HEBREO] sino [HEBREO] (14, 2); desaparecen las visiones; el estilo es diverso, diferente
es también el contexto histórico.
A. Ambiente histórico
Existen varias opiniones en relación con la época en que pudo escribirse Zac 9-14:
103
+ c. 14: en el s. III a.C.
+ cc. 9-11: hacia 721, por las alusiones que se hacen a Asur, Efraim y Egipto (9,
10. 13; 10, 6-7,10. 11).
- Todo después del exilio: entre siglos IV-II. Se habla del exilio (9, 11-12), se
menciona a los griegos (9, 1-8. 11-17), los judíos están dispersos por todo el mundo
(10, 9). Lo más probable es que haya sido escrito a finales del s. IV a.C.
Del estilo hay que decir que usa imágenes de profetas anteriores aunque presentadas
con originalidad. Parte de estos capítulos está escrita en prosa.
D. El mensaje
Este mensaje del II Zacarías aparece de inmediato relacionado con el del II Isaías (cf.
52, 1; 66, 23: sobre universalidad; cc. 52-53: sobre el Siervo de Yahvé, con las mismas
características del Rey-Pastor).
104
En las narraciones de la pasión, Zacarías 9-14 es citado varias veces:
Zac. 13,7: para predecir la conducta de los discípulos durante la pasión (Mt 26, 17).
Zac. 12, 10 -13, 1: para la transfixión de Cristo y la purificación de los pecados que trae
la pasión (Jn 19, 37).
14. MALAQUÍAS
Bibliografía
BOTTERWECK, G.J. “Ideal und Wirklichkeit der Jerusalemer Priester (Mal 1,6-10; 2,
1-9)”, en Bibel und Leben 1, 1960, pp. 100-109.
CHARY, TH. Les prophètes et le culte a partir de l’Exil, París, 1955, pp.
160-189.
A. Ambiente histórico
Indicios internos nos ayudan a precisar el ambiente histórico en el que surge este libro
profético: el período postexílico y, más precisamente entre 515 y 450. Los principales
datos que sustentan esta conclusión son:
105
- Abundan los matrimonios mixtos (2, 10-16).
- Se hace alusión al péjah ([HEBREO]), título que se daba en tiempo del dominio
persa a los gobernadores de Judea (1, 8; cf. Neh 5, 14-15; 12, 16).
- Existe la identificación entre sacerdotes y levitas, luego estamos antes que Esdras
promulgue el Código Sacerdotal que tiene, en cambio, esa distinción y que es promulgado
en tiempo de Esdras (cf. Neh c. 8).
El libro de Malaquías sería, por tanto, una colección de oráculos anónimos que
terminaron atribuyéndose a [HEBREO] (entendido como nombre propio) para completar el
número 12 en los profetas menores.
Malaquías acusa a:
- los sacerdotes de su culto indigno (1, 6-14) y de su falsa enseñanza (2, 1-9).
- la comunidad del pueblo de los matrimonios mixtos (2, 1-12) y de los divorcios (2,
13-16).
Título: 1, 1
106
Desde el punto de vista crítico, 2, 11-12 parece ser algo añadido después porque
restringe el castigo de todo el pueblo a una parte (2, 10), y también hay que decir lo
mismo de 3, 23-24 añadido para identificar “mi ángel” de 3, 1 con Elías.
El estilo del libro es claro, simple, directo. Usa el esquema dialéctico: principio, objeción
real o imaginada, defensa del principio.
D. El Mensaje
- Insiste en el amor de Dios por Israel; amor fiel, que, sin embargo, ante la infidelidad
del pueblo rechaza sus sacrificios para aceptar sacrificios puros ofrecidos a Él fuera del
templo de Jerusalem (1, 10-11). Hay que notar que este texto, aunque puede
interpretarse en un sentido pleno refiriéndolo al sacrificio de la Misa, sin embargo,
literalmente el autor habla sólo de un culto futuro renovado y universal. A este respecto es
útil notar que Cristo no citó a Malaquías en el anuncio de la Eucaristía y que tampoco el
autor de la Carta a los Hebreos lo aprovechó al tratar de la superioridad del culto cristiano.
- Por el N.T. sabemos que la profecía del mensajero (3, 1. 23-24) se cumplió con el
ministerio del Bautista (Mc 1, 2; Mt 17, 10-17).
15. ABDÍAS
Bibliografía
RINALDI, G. “In librum Abdiae”, en Verbum Domini 19, 1939, pp. 148-158;
174-179; 201-206.
107
A. Ambiente histórico
- Es el ambiente del tiempo de Joram (848-841), rey de Judá. Como prueba se aduce
el hecho de que en ese tiempo los árabes y filisteos devastaban la tierra de Judá
(Abd. 11 y 2 Cron 21, 16). Edom se habría alegrado de ello. Además Abd 1-9. 18
habrían influido en Jer 49, 7-22.
- Otra parte (Abd 11-21), en cambio, habría sido escrita después de la destrucción de
Jerusalem (586).
- Es el ambiente posterior al exilio: entre 500 y 450, más bien hacia el 500. Pruebas:
Los judíos ya regresaron del exilio, pero todavía no ocupan todas las regiones de
Israel (cf. Abd 16. 19-20).
Título: 1, 1a
- será destruido 1b – 10
108
D. El Mensaje
- Fe en la fidelidad de Dios.
- Yahvé castiga el mal moral, por eso manda la destrucción a Edom. Este deseo de
Abdías de que se cumpla la justicia divina suaviza un poco el tono excesivamente
nacionalista de su profecía.
16. JOEL
Bibliografía
BOURKE, J. “Le tour de Yahvé dans Joël”, en Revue Biblique 66, 1959, pp.
5-31; 191-212.
A. El ambiente histórico
Aunque hay quien coloque la profecía de Joel en el s. VIII porque en el canon hebreo
se coloca su libro entre el de Oseas y el de Amós, preferimos como más probable la
opinión que habla de la época posterior al exilio y más precisamente de los años 400-350.
Los argumentos que aduce esa opinión nos parecen bastante válidos:
109
- Parece existir una dependencia de profetas anteriores en algunas ideas de Joel, por
ejemplo, cf. Am 1, 2 y Joel 3, 16; Is 13, 6 y Joel 1, 15; Mal 3, 2. 23 y Joel 2, 11; Ez 30, 2 y
Joel 1, 15; Abd 17 y Joel 2, 32.
El único dato que tenemos de Joel ([HEBREO] = Yahvé es Dios) es que su padre se
llamó Petuel (1, 1).
El libro está formado por dos partes distintas en cuanto al argumento y al género
literario. En la primera se habla de una invasión de langostas y se pide un acto religioso
de expiación; después de describir −en la segunda parte− “el día de Yahvé”. Más en
concreto:
Título: 1,1
D. El mensaje
- Cuando llegue el “día de Yahvé” su Espíritu será derramado sobre todos (Joel 3, 1-
2). Esa universalidad de la efusión del Espíritu constituye un paso adelante en
relación con la profecía de Ez 36, 20-27, donde se menciona sólo al pueblo judío.
Pedro citará a Joel en Pentecostés (He 2, 1-21) y la doctrina de Pablo acerca de
que “no hay ya judío o griego, no hay siervo o libre, no hay varón o hembra, porque
todos sois uno en Cristo” (Gal 3, 27; cf. Col 3, 11) será un eco del “también sobre
siervos y siervas derramaré mi espíritu aquel día” (Joel 3, 2).
110
17. JONÁS
Bibliografía
DUPONT, J. “Ressucité ‘le troisième jour’”, en Biblica 40, 1959, pp. 742-
761.
DELL’OCA, R. “El libro de Jonás”, en Revista Bíblica 26, 1964, pp. 129-139.
FEUILLET, A. “Le sens du livre de Jonas”, en Revue Biblique 54, 1947, pp.
340-361.
A. Ambiente histórico
111
- Cuando se escribe en el s. III el Eclesiástico, ya se considera formado el grupo de
los doce profetas menores (Eclo 49, 10 (12)) y, según algunos manuscritos, sería
citado en Tobías 14, 4, escrito también en el s. IV-III.
Está claro que este profeta Jonás no fue el autor del libro.
A pesar de estar entre los libros proféticos, el libro de Jonás tiene un estilo diverso: es
un relato con un solo oráculo (3, 4).
Se ha discutido mucho acerca del género literario de este escrito. Las diversas
opiniones las podemos agrupar en tres tipos:
- género histórico
- género didáctico
- El parecido del libro de Jonás con otros libros de ese género didáctico: Job, Tobías,
Judit, Ester.
- El hecho de que en el libro aparecen elementos de otros libros bíblicos (cf. v.gr.: Jon
4, 2-4. 6-9 con 1 Re 19, 4. 9. 13; Jon 3, 8-10 con Jer 18, 7-8; Jon 1, 4-5 y 2, 4 con
Ez c. 27).
El que Cristo haya citado el episodio de Jonás en el vientre de la ballena (cf. Mt 12, 39-
41) no constituye un argumento a favor de la historicidad del libro de Jonás. La alusión de
Cristo tiene igual valor aunque sea sólo una referencia a la realidad literaria de la
narración.
112
III. La misericordia de Yahvé es universal: 4, 1-11.
D. El mensaje
18. DANIEL
Bibliografía
113
SCHEIFLER, J.R. “El hijo del hombre en Daniel”, en Estudios Eclesiásticos 34,
1960, pp. 789-804.
A. Ambiente histórico
Actualmente, aunque aún existen diversas opiniones, la cuestión del ambiente histórico
en el que se compuso el libro se resuelve así:
Un autor desconocido unió ambas partes en esta misma época de los Macabeos.
Las partes deuterocanónicas (3, 24-90; cc. 13-14) fueron añadidas posteriormente.
Sólo se conserva el texto griego de estas narraciones y además, por su estilo y
vocabulario, difieren del resto del libro.
114
Daniel ([HEBREO] = mi juez es Dios) ha querido relacionarse con Danel ([HEBREO])
un justo fenicio cuya sabiduría y justicia son ensalzadas en los poemas de Ras-Shamra
(Ugarit). Este justo era probablemente conocido en la tradición judía y al él parece aludir
Ez 14, 14. 20. 28; 28, 3. Esta relación no parece absurda y no repugna históricamente
porque los judíos de la dispersión conocían ciertamente la literatura cananea.
I. Sección narrativa: 1, 1 – 6, 28
115
- Arameo: 2, 4b – 7, 28
De la diversidad de lenguas en el mismo escrito muchos han concluido que el libro tuvo
diversos autores. Otros, más probablemente, han hecho notar que el autor trabajó sobre
narraciones independientes y respetó la primera parte escrita en arameo, o bien que él
mismo usó el arameo −lengua popular− para las partes narrativas y el hebreo para las
más difíciles de entender −las apocalípticas− porque el hebreo lo sabían sólo personas
cultas.
En cuanto al griego de las partes deuterocanónicas, hay que decir que consta por las
traducciones de Teodoción y Símaco, que estuvieron escritas en hebreo o arameo.
D. El mensaje
Antes de dar la síntesis del mensaje del libro de Daniel, anotaremos el de cada capítulo
con alguna anotación cuando ésta sea necesaria.
c. 1: Hace resaltar la fidelidad a la ley en medio del ambiente más difícil: una corte
pagana. Dios premia esa fidelidad.
c. 3: Yahvé es el verdadero Dios que libera y protege a quienes le sirven con fidelidad.
c. 4: Dios es dueño de los reinos y puede humillar a sus reyes por su soberbia.
c. 7: Los imperios babilónico, medo, persa y griego son símbolizados por las bestias de la
visión. En el v. 13 aparece “uno como hijo de hombre” [HEBREO].
En el N.T. la expresión “hijo del hombre” cuando Cristo se la aplica y cuando le viene
aplicada tiene como trasfondo este personaje de Daniel.
116
+ Interpretación directamente mesiánica. No es admisible pues la cifra es simbólica
y no permite los cálculos para llegar matemáticamente a Cristo.
c.10: -
c.11: Se anuncian las luchas, el castigo y fin del perseguidor.
c.12: El pueblo elegido triunfará y habrá una resurrección para la vida o para el oprobio
(12, 1-3).
c.14: Los ídolos son nada. No hay otro Dios fuera de Yahvé (14, 41).
117
CUARTA PARTE
No es una tarea fácil: los profetas son diferentes y, además, vivieron en circunstancias
distintas. No todos piensan igual en algunos puntos. De uno a otro se percibe un avance
en la comprensión de algunos temas.
Por otra parte, los profetas vivieron situaciones particulares. Es en ellas y a través de
ellas de donde hay que sacar los principios generales.
A estas dificultades hay que añadir la que acecha a todo trabajo de interpretación: las
ideas preconcebidas que llevan a querer encontrar en los escritos de otros una
confirmación para el propio pensamiento. En otras palabras: el peligro de la subjetividad
está siempre presente en el esfuerzo de síntesis del pensamiento ajeno.
Con todo, pensamos que es posible hacer una síntesis −aunque no sea totalmente
perfecta− de los grandes temas de la predicación profética. A pesar de que, como
señalábamos, ellos vivieron en circunstancias particulares, las supieron iluminar e
interpretar a la luz de principios generales. Estos principios, además, no constituyeron
sólo una respuesta a su “hoy y aquí” sino que tienen en sí el germen de la universalidad
en el tiempo y en el espacio: van más allá de esas situaciones y conservan −como
Palabra de Dios− un valor permanente.
Poseídos por la Palabra (cf. Am 3, 8; Jer 20, 8-9) se sienten arrastrados por ella en sus
realizaciones; participan en ellas: anuncios de ruina, amenazas, castigos, llamados al
arrepentimiento, perspectivas de restauración. Unen a la palabra las acciones simbólicas,
requerimiento de ella; eficaces tanto o más que ella.
118
caminaron a tientas hacia Cristo, término de la historia y perfección que sólo podían
entrever. Se remontaron a las fuentes de la moralidad, mostraron que la moral era asunto
del corazón... Creyeron en el triunfo de la justicia y de la moralidad en este mundo, porque
tal es el designio de Dios y porque tiene poder para hacerlo triunfar, y ellos comenzaron a
realizar en sí mismos este ideal” (A. ROBERT - A. FEUlLLET, Introducción a la Biblia, vol.
I, Barcelona, 1967, pp. 446-447.
2. Dios y el hombre
4. Dios y el mundo
A la base de la doctrina de los profetas está la idea que ellos tuvieron de Dios:
- Afirman la unicidad de Dios cuando hablan de su dominio sobre todos los pueblos
(Am 9, 7) y de su poder creador (Am 5, 8; Is 41, 4; 44, 6; 48, 12-13).
- Yahvé es el Dios viviente (Is 40, 28; 44, 6-24; Jer 2, 12-13) y santo ([HEBREO]) Am
2, 7; 4, 2; Hab 1, 12; Os 11, 9; Is 6, 27). Unido a la santidad de Dios está el hecho de que
El no “cede a nadie su gloria”, es un Dios “celoso” (Is 48, 11; Ez 5, 13; 16, 42).
- Yahvé es un Dios lleno de misericordia ([HEBREO]) (Os 11, 8-9; 2, 3; Jer 31, 20; Is
49, 14; 54, 7; Ez 33, 11; 39, 25; Is 14, 1; 55, 7; Jer 3, 12-13) no sólo con su pueblo sino
con todas las naciones (Jon 4, 2).
- Yahvé es un Dios fiel y verdadero ([HEBREO]), sus palabras no pasan (Is 40, 8), su
designio se ejecuta (Is 25, 1; 55, 11) no varía (Mal 3, 6; Os 2, 22).
- Yahvé es un Dios justo ([HEBREO]): libera al que tiene derecho (Jer 9, 23; 11, 20;
23, 6); castiga el mal y el pecado (Am 5, 24; Is 5, 16; 10, 22; Dan 9, 5-11; Bar 1, 15; 2, 6) y
así revela su justicia.
119
- Yahvé es un Dios omnipotente. Se le descubre en los hechos históricos en los que
Él interviene (Is 7, 18; 9, 10-11; 40, 26; 55, 11). Es omnisciente (Is 42,9; 55.8-9; Dan 2,
20-23); inmutable (Mal 3, 6; Jer 4, 28); omnipresente (Am 9, 2-4; Is 66, 1; Jer 23, 23).
2. Dios y el hombre
A. Dios e Israel
a. El Éxodo
b. Elección-Alianza
El Éxodo es una expresión de la elección que Yahvé hace del pueblo. Se expresa con
varios verbos: [HEBREO] = escoger, preferir un objeto entre muchos posibles; [HEBREO]
= llamar; [HEBREO]= comprar, adquirir; [HEBREO] = separar; [HEBREO] = colocar
aparte; [HEBREO] = conocer.
Aunque la palabra [HEBREO] = alianza aparece pocas veces en los profetas (tal vez
para evitar un nacionalismo cerrado y exclusivo), la noción de alianza está continuamente
presente como una extensión y consecuencia de la elección: las responsabilidades que
asume el que elige y las obligaciones que libremente acepta el elegido.
+ esposo/esposa (Os passim; Is 50, 1; 54, 5; 62, 4-5; Jer 2, 1-7; 3, 11-22; Ez 16, 23).
120
la salida de Egipto (elección) y del compromiso del Sinaí (alianza). Ellos hablan siempre
en este contexto.
Dos grandes tradiciones aparecen en los profetas, unidas al tema del éxodo: la
elección de Jerusalem o Sión y la promesa hecha a David.
La elección de Sión aparece dentro de su significado pero con una proyección al futuro,
a la plenitud.
El castigo llega. La “hija de Sión” confiesa su culpa (cf. Lam 1-2). Al mismo tiempo que
anuncian los castigos, los profetas hablan de otra Jerusalem, hecha de nuevo ciudad de
justicia y fiel (Is 1, 26; Zac 8, 3), donde habitará Yahvé (Is 1, 26-27; Jer 31, 6-12; Ez cc.
40-46; 48, 35). Verá multiplicarse sus hijos (Is 49, 14-26; 54, 1-17). Sión dará a luz a un
nuevo pueblo (Is 66, 6-14). Ella será el lugar del juicio escatológico; de la liberación y
transfiguración final para todos los pueblos (Is 25, 6-12; Joel 4, 9-17; Zac cc. 12, 14; Is 2,
15).
Por eso, los profetas, al evocar la promesa hecha a David, quieren afirmar el amor de
Dios por su pueblo (Is. 9, 6-8); su fidelidad a la alianza (Jer 33, 20-26; 30, 9; Os 3, 5; Ez
34, 23-24; Is. 55, 3).
d. La Ley
La alianza trae consigo el don de la Ley. Los Profetas se refieren continuamente a ella.
La torah ([HEBREO]) es la instrucción de Dios. No es sólo una serie de preceptos sino
también una serie de verdades sobre Dios y su acción. Para los profetas la Ley de Dios
no era un libro. No hacen referencia a Moisés como legislador, fuera de Malaquías (3, 22).
121
La relación de la alianza se expresa en la ley y es mantenida por ella. La ley es la
instrucción espiritual y moral que ofrece la revelación. Desobedecerla es violar la alianza.
La ley y la justicia que predican los profetas la aprendieron de su experiencia personal de
Dios.
Los profetas conciben la ley como una revelación perenne de Dios, algo siempre igual
por ser la expresión de un Dios vivo y en constante actividad. Por eso es universal.
Cuando los profetas hablan de la “ley de Dios” significan las exigencias morales de esa
revelación de Dios. Esas exigencias no son arbitrarias sino que brotan de la naturaleza de
Dios y son manifestaciones de su amor y su justicia. La ley es expresión de los atributos
de Dios, de ahí que el cumplirla conserve al hombre en una relación íntima con Dios.
Los profetas reprochan a Israel las transgresiones de la ley (Jer 11, 1-12; Os 9, 12; 4,
1-2; Ez 22, 1-16), y anuncian la nueva ley escrita en el corazón (Jer 31, 31-34; Ez 36, 25-
27). Esa ley será enseñada a todos los pueblos (Is 2, 3).
e. Desviaciones e infidelidades
Para los profetas, el obstáculo por excelencia, el único para la realización del plan de
Dios en el pueblo es el pecado. Éste cava un abismo entre Dios y el hombre considerado
en su aspecto personal y comunitario (Is 59, 1-2).
Los profetas denuncian el pecado de los que rigen los destinos del pueblo (Jer 22, 13).
Ennumeran los pecados que se cometen y que van contra las exigencias de Dios (Ez 18,
5-9; 32, 25-26; Is 59, 38; 65, 6-7; Am 4, 1; 5, 7-15; Miq 2, 1-2).
El pecado, ofensa de Dios es más bien autodestrucción para el pecador (Jer 7, 19).
El pecado es una infidelidad al Dios de amor que se revela como padre, esposo, pastor
de Israel (Jer 2, 11-13; Is 64, 7; Jer 3, 7-12; Ez c.16, 23). El remedio para el pecado es la
conversión (Os 2, 8-9; Ez 14, 11). Dios mismo se acerca y busca (Lam 5, 21, Ez c. 34).
Al pecar, el hombre se aleja de Dios. Esto sucede a todos los hombres y a todos los
pueblos, pero cuando acaece a Israel el hecho es más grave porque él ha sido elegido.
+ El falso culto
- monoteísmo
122
- práctica de la justicia
Los sacrificios son condenados porque se realizan para tener una satisfacción
sensible y emocional, sin repercusión en la vida práctica: fe, justicia, misericordia,
derecho (Am 5, 24).
- El formalismo que lleva a una actitud mágica. Para quitar esa mentalidad, Jeremías,
cuando anuncia la restauración, habla de que el Arca misma será olvidada (Jer 3,
6).
Si algunos profetas dan valor a los ritos es porque éstos pueden favorecer y ayudar
a la conciencia religiosa, con tal de no multiplicarse demasiado y absolutizarse.
La verdadera religión debe trabajar por crear una sociedad justa, como lo exige Dios.
De ahí que los profetas −hombres de su tiempo− trataran de reformar el sistema social
agrícola de su tiempo para que se practicara en él la justicia.
+ Injusticia
Ante las incesantes injusticias miran hacia el futuro y anuncian al Mesías como el que
administrará la justicia íntegramente (Is 9, 6; 11, 4-5; Jer 23, 5).
f. El Juicio
123
Este juicio de Yahvé no se realiza únicamente en relación con el pueblo. Llega a los
individuos. Él “sondea las entrañas y los corazones” (Jer 11, 20; 17, 10) y conoce a los
justos y a los culpables.
g. Misericordia compasiva
Los castigos de Dios tienen como finalidad la conversión del pueblo. Son dictados por
la bondad de Dios ([HEBREO]): os castigué “pero no os convertisteis a mí” (Am 4 ,6-11).
Más todavía, cuando Yahvé decide castigar su corazón se revuelve dentro de él (cf. Os
11, 8-9; Jer 31, 20).
La primitiva alianza con Israel era una alianza con misericordia. Yahvé anuncia que
conducirá a su pueblo al desierto para hablarle al corazón (cf. Os 2, 16) y renovar la
alianza en la misericordia (Jer 3, 12; Is 54, 7-8). Con su firme y constante fidelidad
Yahvé no aparte su Hésed: ([HEBREO]) ni del pueblo ni de los individuos (Is 54, 10; Jer
31, 3; Is 55, 7).
Después del exilio el regreso a la tierra simboliza el regreso a Yahvé y con él a la vida
(Jer 12, 15; 33, 26; Ez 33, 11; 39, 25; Is 14, 1; 49, 13).
+ Conocimiento de Yahvé
+ Fe
Los profetas invitan a tener fe en Yahvé (Os 13, 6; Jer 17, 7). Su importancia de la fe
aparece en la frase de Habacuc: “el justo vivirá por su fe” (2, 4). La fe quiere decir
confianza en Dios y fidelidad a Él; esperanza en Yahvé y lealtad a Él (Is 7, 9; 28, 16).
124
purificada exhortarán al pueblo a la fe confiada en Yahvé en todas las circunstancias (Is
40, 31; 49, 23).
+ Bondad [HEBREO]
Con el término [HEBREO] se indica, además de la actitud de Dios hacia los hombres,
la que éstos deben tener hacia los demás y hacia el mismo Dios. La [HEBREO] hacia
Dios significa devoción amorosa y fiel; hacia los semejantes quiere decir amor y bondad
(Jer 2, 2; Os 4, 1; 10, 12; 12, 7; Is 16, 5; Miq 6, 8).
+ Derecho [HEBREO]
[HEBREO] tiene diversos significados, que van desde un fallo de un tribunal al conjunto
de leyes que Dios ha dado como dueño del universo. Como la ley de Dios manifiesta su
justicia [HEBREO], pasó a significar una ley o juicio justos y, más adelante, derecho. En
este sentido de decisiones justas de los jueces, leyes justas de los gobernantes,
trato justo a los otros se aplica a las relaciones entre los hombres, que deben expresar
la actitud de Yahvé (Am. 5, 24).
+ Justicia [HEBREO]
+ La religión interior
125
B. Dios y los demás pueblos
a. Universalismo
No sólo la historia de Israel está bajo los designios de Yahvé y su gobierno sino que
también lo están las de todos los pueblos (Am 9, 7). Yahvé no es un dios exclusivamente
nacional. Él juzga la conducta de todas las naciones. De ahí los oráculos que los profetas
pronuncian contra ellas (Am 1, 3-2, 3; Nah 3, 4-9; Is 10, 5-19; 15, 5; 16, 4. 9. 11; 23, 9; 37,
26).
A través de su propio sufrimiento y sostenidos por la fe, los profetas van descubriendo
que es una pena por el pecado (Is 3, 11), pero también que tiene un valor purificador (Jer
9, 6) y de intercesión y redención, como aparece en el Siervo de Yahvé (Is 52, 13-53, 12).
c. El Juicio
La salvación que llegará a todos los hombres y naciones tiene como preludio ese juicio
que los profetas postexílicos describen con lenguaje apocalíptico (Is 66, 16; Joel 4, 12-
16). Con ese juicio se cerrará la historia humana y comenzará el reinado eterno del Hijo
del hombre (Dan 7, 9-12. 26).
a. Solidaridad y personalismo
Los profetas afirmaban que la práctica del bien acarreaba al hombre la felicidad y el
pecado traía consigo el castigo y el sufrimiento. Sin embargo, los hechos desmentían esa
afirmación: los justos sufrían y, en cambio, los malos prosperaban (Hab 1, 12-13).
126
él debe sufrir las consecuencias de la conducta de la comunidad a la que pertenece. Esta
solución no acabó con el problema: “los padres comieron los agraces y los hijos tienen
dentera” (Jer 31, 29-30).
Esta situación, que ponía en tela de juicio la justicia de Dios, llevó a los profetas a
descubrir la responsabilidad personal (Ez c. 18).
Ignorando la existencia del más allá ponían la solución a ese problema en el “día de
Yahvé”, cuando en el curso de la historia, las naciones que siguen viviendo descubrirán
claramente que Dios justifica a los buenos y castiga a los malvados (Mal 3,18).
Los profetas impugnan las estructuras sociales injustas que llevan a la opresión del
pobre. El “conocimiento de Yahvé” debe expresarse en relaciones justas entre los
hombres. Por eso los profetas condenan a quienes se enriquecen a costa de los débiles y
con todos los medios de poder los oprimen sin escrúpulos (Am 3, 9-10; 4, 1-3; 6, 1-8; 8, 4-
8; Os 7, 3-7; 8, 4; 12, 8-10; Is 1, 10-17; 1, 21-18; 5, 23; 1, 29-31; 5, 8-10; Miq 2, 1-3, 6, 9;
Jer 5, 26-29; 6, 13-15; 34, 8-22).
Los profetas ven una estrecha relación entre una estructura social viciada y
explotadora y una situación de condenación y de pecado. Se exige una conversión y una
nueva liberación a través del “juicio de Yahvé”, que actúa en la historia impugnando las
estructuras del poder y poniéndose de parte de los oprimidos.
También descubren los profetas una estrecha relación entre justicia social y liberación
salvífica de Yahvé y lo ponen de relieve en su predicación. La liberación de Yahvé debe
expresarse en la ausencia del egoísmo, de la injusticia, de la opresión del prójimo. Debe
existir una sociedad que se base en el derecho de Yahvé ([HEBREO]) y que lo manifieste
en la regulación de unas relaciones sociales justas ([HEBREO]) (Jer 21, 11 - 22, 4).
Los profetas no sólo censuran a los individuos que causaban los males sociales sino
también al sistema que los hacía posibles y que los sotenía por medio de leyes y el fallo
de los tribunales (Am 5, 15). “Ay de los que decretan decretos inicuos, y los escribientes
que escriben vejaciones, excluyendo del juicio a los débiles, atropellando el derecho de
los pobres de mi pueblo, haciendo de las viudas su botín, y despojando a los huérfanos”
(Is 10, 1-2). Se piden leyes y juicios que manifiesten consideración. Por los derechos y
necesidades de los más débiles de la sociedad.
Sin ser principalmente reformadores sociales, los profetas promueven la justicia social
como una exigencia de la verdadera religión. Sólo a través de esa justicia con los
hombres se podrán tener genuinas y profundas relaciones con Dios (Jer 22, 15-16; Ez 34,
2-4). El Mesías es presentado como el instaurador de ese gobierno justo que Yahvé exige
(Is 32, 1; 11, 4; 9, 7).
4. Dios y el mundo
a. Creación
“Yahvé es el creador del mundo” es una afirmación frecuente en los profetas (Am 4, 13;
5, 8-9; 9, 5-6; Jer 10, 6-16; Is 40, 21-26).
127
Los profetas oponen al Dios creador a los dioses que son nada (Jer 10, 1-5; Is 44, 9-
20; Am 4, 13; 5, 8-9; Jer 10, 6-16; Is 40, 21-26).
La potencia creadora de Dios está unida a su dominio en la historia. Por este motivo Él
puede escoger a quien quiere para realizar sus designios (Jer 27, 4-7; Is 45, 12-13). Los
acontecimientos Él los crea en cierta manera (Is 48, 6-7; 43, 1-7. 16-19).
En una perspectiva escatológica los profetas hablan de una nueva creación (Is 65, 17;
66, 22-23).
- De acuerdo a un plan o designio incomprensible al hombre (Is 55, 8-9; 5, 19; 14, 26;
19, 17; 28, 29).
- Sin permitir que nada escape a su acción y usando para sus fines justos aun a
aquellos que son injustos (Is 10, 12-13. 15; Jer c. 27).
- Llevándola a un juicio que hará llegar a los hombres y a las naciones las
consecuencias de sus acciones buenas o malas (Am 5, 18; Is 13, 6; Ez 7, 7; Sof 1,
7. 14). Ese juicio traerá una purificación permanente (Is 1, 25-26; 4, 3-4; Mal 3, 2).
+ El “día de Yahvé”: en el que Él, Señor de la historia, “sera rey sobre toda la tierra”
(Zac 14, 5-9; cf. Joel 2, 30-31; Zac 1, 14-16; Mal 3, 3-10).
+ Un “resto” no entendido sólo como una fracción que sobrevive a una calamidad
determinada, sino como el pueblo purificado de los tiempos mesiánicos,
convertido en una nación poderosa (Miq 4, 7; 5, 6-7; Sof 3, 12; Is 4, 4; 10, 22; 28,
5; Jer 23, 3; 31, 7).
+ Un rey ideal, el Mesías, que gobernará de acuerdo con las exigencias de Yahvé.
Él será el “Germen justo” (Jer 23, 5-6; Zac 3, 8; 6, 12), el “Siervo de Yahvé” (Is
49, 5-6; 53, 4-5).
128
sigamos sus senderos. Pues de Sión saldrá la Ley y de Jerusalem la palabra de Yahvé”
(Is 2, 2-4).
- Por la fidelidad a su misión para bien de los demás, en medio de las dificultades y
luchas.
Por todo esto −como escribíamos en la introducción− los profetas son siempre actuales
y su vida modelo para todo creyente que, de la vivencia personal de Dios debe pasar a
una praxis coherente con todas las implicaciones sociopolíticas que necesariamente se
derivan de ella.
129
esa experiencia de fe, de nuestra respuesta comprometida a los “signos de los tiempos”
hoy y aquí.
Desde el capítulo 12 del primer libro de los Reyes, hasta el final del segundo libro,
tenemos la descripción de los reyes y la narración de los sucesos más importantes de sus
reinados.
Pocas cosas tan difíciles en la Escritura como la cronología, en especial la de los reyes
de Israel y de Judá. San Jerónimo escribía: “Relee todos los libros del A. y del N.
Testamento y encontrarás tal discrepancia de años y de números entre Judá e Israel, es
decir, entre ambos reinos, que puede parecer que el detenerse en esas cuestiones no sea
trabajo de un estudioso, sino de un hombre ocioso” (Carta a Vital, PL XXII col. 676).
De hecho, muchas son las tentativas de solución de las dificultades cronológicas y esto
ha aumentado la confusión. El esquema cronológico que proponemos se basa en las
soluciones del P. V. Pavlovsky, S.I. Estas soluciones tienen presentes varios detaIIes:
+ El hecho de que entre los hebreos existía la práctica de la corregencia. Ahora bien,
esos años de corregencia del hijo del rey se contaban en los años de su reinado,
pero los años civiles únicamente por los del padre, hasta su muerte.
+ En el reino de Judá existía el sistema de posdatación: el último año del rey que
moría se le atribuía por completo a él. Para el sucesor era el año 0, es decir, el del
acceso al trono. En cambio, en Israel, hasta el reinado de Menajem (752), estaba
vigente el sistema de predatación: el último año del rey que moría era, al mismo
tiempo, el primero del nuevo rey.
+ En Judá el año civil comenzaba a partir del otoño; en Israel, a partir de la primavera.
- 2 Re 13, 10: aquí los sincronismos piden que sea el año 39 y no el 37. De hecho
en algunos manuscritos está esa corrección.
- 2 Re 16, 1: los sincronismos piden 6 años, no 16, para Ajaz. Podría, con todo,
corregirse si se tiene en cuenta una corregencia de 10 años.
La cronología sincrónica de los reyes de Judá y de Israel permite tener una visión clara
de lo que ambos reinos fueron y, sobre todo, guía la lectura de los capítulos de los libros
de los Reyes, en los que se nos describen los sucesos principales de cada reinado.
130
CRONOLOGÍA SINCRÓNICA
ISRAEL JUDÁ
(Predatación) (Posdatación)
915
17 16
914
18 17/0 ABIAM (3) 1 Re 15, 1-2
913
19 1
912
20 2
911
21 0/3 ASA (41) 1 Re 15, 9
910
NADAB (2) 1 Re 15, 25 1/22 1
909
BASA (24) 1 Re 15, 33 2/ 1 2
908
2 3
907
3 4
14
897
15 Año 35 del reino: 2 Cron 15, 19,
896 año 36 del reino, es decir,
desde la división
895 del reino: 2 Cron 16, 1
24
887
23 25
886
ELA (2) 1 Re 16, 8 1/24 26
885
ZIMRI/TIBNI+OMRI (12) 2/ 1 27
884
1 Re 16, 10-15 2 28
883
3 29
882
131
4 30
881
OMRI solo, 1 Re 16, 23 5 31
880
36
875
11 37
874
AJAB (22) 1 Re 16, 29 1/12 38 ASA se enferma (JOSAFAT
873 (3), 2 Cron 16, 12
2 39
872
3 40
871
4 41/0 JOSAFAT (3+22=25) 1 Re 22, 41
870
5
869
6
854
21 17
853
OCOZÍAS (2) 1 Re 22, 52 22/1 18
852
JORAM (12) 2 Re 3, 1 1/2 19
851
2 20
850
3 21
849
4 22/1 JORAM (8) 2 Re 8, 16
848
5 2
847
6 3
846
7 4
845
8 5
844
9 6
843
10 7
842
11 8/1 OCOZÍAS (1) 2 Re 8, 25
841
JEHU (28) 2 Re 10, 36 1/12 1 ATALIA (7) 2 Re 11, 3-4
840
2 2
839
3 3
838
4 4
837
5 5
836
835 6 6
7 7/1 JOAS (40) 2 Re 11, 4; 12, 1
132
834
8 2
833
9 3
832
10 4
831
823
19 13
822
22
814
JOACAZ (17) 2 Re 13, 1
1/28 23
813
2 24
812
3 25
81
39
797
JOAS (16) 2 Re 13, 10 17/1 0/40 AMASÍAS (29) 2 Re 14, 1
796
2 1
795
3 2
794
4 3
793
Corregencia JEROBOAM II (41) 5/1 4
792
6/2 5/0 AZARÍAS (52) 2 Re 14, 19-22.
791 Empieza a reinar
7/3 6/1 con su padre a los 16 años
790
8/4
782
Muere Joas. JEROBOAM II 16/12 15/10 Amasías vivió 15 años
reina solo: 2 Re 14, 23. 781 después de al muerte de
Comienza a reinar el 13 16/11 Joas: 2 Re 14, 17
año 15 Amasías 780
14
29/24 Muere Amasías. AZARÍAS
767 reina solo: 2 Re 15, 1.
27 25 Empieza a reinar en el
766 27 de Jeroboam II.
18 26
38
753
133
ZACARÍAS (6 meses) 2 Re 15, 8. 1/41 39
ZELUM (1 mes) 2 Re 15, 13. 752
MENAJEM (10) 2 Re 15, 17 0 40
(introdujo la posdatación). 751
PECAJ (20) 2 Re 15, 27 0 41
Primero influyó, después reinó 750
1 0/42
749
2/1 1/43 Corregencia JOTAM (16) 2 Re 15, 5.
748 Azarías leproso, entonces Jotam
3/2 2/44 que tenía 25 años.
747
4/3
7/49
742
PECAJYA (2) 1 Re 15, 23 9/10 8/50
741
10/1 9/51
740
11/2 10/52 JOTAM solo, 2 Re 15, 32.
739
PECAJ (reinó) 2 Re 15, 27 12 11 Muere Azarías
738
15
734
17 16/0 AJAZ (16 O 6?) 2 Re 16, 1
733
18 17/1
732
19 18/2
731
OSEAS (9) 2 Re 17, 1; 20/0 19/3
en el año 12 o 2 de 730
Ajaz, 2 Re 15, 30: 1 10/4
conjuro contra Pecaj en 729
el año 20 de Jotam, 2 5
hijo de Azarías o en 728
el 20 de Pecaj. 3 0/6 EZEQUÍAS (29) 2 Re 18, 1
727
4
3
724
2 Re 18, 9; año cuarto 7 4
de ExequÍas y séptimo 723
de Oseas, Salmanasar 8 5
atacó SAMARÍA. 2 Re 17, 6; 722
año sexto de ExequÍas 9 6
FIN DEL REINO DE ISRAEL 721
_______________________
134
2/0 JOSÍAS (31) 2 Re 22, 1
641
1
640
8 Se descubre el libro de la Ley.
Reforma religiosa
609
0/31 JOACAZ (3 meses) 2 Re 23, 32.
608 Fue deportado a Egipto.
0 JOAQUIM (II), hijo de Josías.
607 2 Re 23, 36.
1
606
2
135
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
I. El Problema de la hermenéutica
1. El punto de partida de la hermenéutica
2. Tres corrientes hermenéuticas modernas
3. La doctrina hermenéutica de la Constitución “Dei Verbum”
4. El estructuralismo y la exégesis bíblica
I. Terminología
II. El profetismo en el Antiguo Oriente
III. El profetismo en Israel
1. El profetismo antiguo
2. El profetismo nuevo
3. Los falsos profetas
1. Amós
2. Oseas
3. Isaías
A. El Primer Isaías (cc. 1-39)
B. El Segundo Isaías (cc. 40-55)
C. El Tercer Isaías (cc. 56-66)
4. Miqueas
5. Sofonías
6. Jeremías
7. Las Lamentaciones
8. Baruc
9. Habacuc
10. Nahum
11. Ezequiel
136
12. Ageo
13. Zacarías
A. El Primer Zacarías (cc. 1-8)
B. El Segundo Zacarías (cc. 9-14)
14. Malaquías
15. Abdías
16. Joel
17. Jonás
18. Daniel
ÍNDICE
137