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1. Configuraciones
La historia del periodismo comienza en el siglo XVI con el auge de la noticia manuscrita, que
estaba al servicio del creciente mercantilismo comercial (Ford, 1987:220), y que luego pasaría
a difundirse en "hojas impresas". Estas hojas impresas "retomaban por un lado las formas
tradicionales de información sobre lo histórico o sobre lo extraordinario, cercanas a la de la
literatura medieval", pero por otro lado "respondían a una nueva necesidad cultural: la de
obtener información más precisa, más útil y más actual" (Ford, 1987:222).
Desde un principio, entonces, el periodismo establece una relación dialéctica con la literatura
y, simultáneamente, busca definir su propio perfil: la noticia. Asimismo, su inserción se
produce en el marco determinado por las condiciones económicas impuestas por el
capitalismo.
La literatura será entonces uno de los campos con los cuales debatirá esta nueva forma
cultural. El otro será la política.
a) Periodismo y literatura
Las interrelaciones y las mutuas determinaciones entre periodismo y literatura son lo bastante
conocidas como para ahondar en ellas en el plano histórico. Baste decir que la misma
aparición de una actividad periodística contribuye a definir el campo de lo literario y a
establecer delimitaciones, que después y en un movimiento pendular se irán modificando y
flexibilizando.
Ya en el siglo XVII, lo literario adquiere una fuerte importancia en el contenido de las
publicaciones de esa época, las gacetas, como una forma de sortear la censura existente. Con
el surgimiento de los diarios, las figuras más destacadas de la profesión son también las más
importantes de la literatura: Defoe y Swift, por ejemplo, cosa que también puede verse mucho
después, en las primeras décadas del siglo XX, con Ernest Hemingway y Jhon Dos Passos.
Algo parecido sucede en la Argentina por los años 30, cuando el diario Crítica, el de mayor
tirada en lengua española, albergaba a excelentes escritores, poetas y novelistas como Jorge
Luis Borges y Roberto Arlt (Entel).
Ambos campos se irán determinando simultáneamente: el periodismo se encargará de lo real,
de lo que ocurre efectivamente, para lo literario quedará el terreno de la ficción; pero a su vez
la literatura aportará formas y una dosis de creatividad al trabajo informativo y éste alimentará
nuevos estilos y géneros de ficción.
La profesionalidad para los periodistas, en este sentido, consistirá en el manejo de la lengua,
en ser "expertos" del lenguaje, y "expertos" en un determinado tipo de lenguaje que, a pesar
de sus relaciones conflictuales con el "arte verbal", irá delimitando su especificidad.
b) Periodismo y política
Desde las primeras publicaciones semanales del siglo XVII, los temas políticos y sociales
adquieren estatuto de "temas periodísticos". En la Francia de mediados del siglo XVII,
incluso, surge un periodismo clandestino de tipo panfletario; y en la Inglaterra del siglo XVII
"la relación entre el periodismo y las luchas políticas se hace más estrecha, ejercita nuevas
técnicas de discusión" (Ford, 1987: 224).
Pero es a principios de este siglo, y con Lenin, cuando la vinculación entre estos dos campos o
prácticas sociales se presenta más evidente. Son los bolcheviques quienes inauguran la
propaganda política moderna (Domenach, 1962: 31): la prensa es justamente un medio para
difundir las ideas revolucionarias y despertar la conciencia de clase.
El periódico de los comunistas tiene, entonces, una función propagandística; al denunciar las
injusticias de la sociedad burguesa intenta desenmascarar la opresión a que ésta somete a los
trabajadores.
Los medios de comunicación se convierten en instrumentos para la acción política. "Trotsky,
en una innovación sin precedentes, se dirigió por radio a las 'masas sufrientes', pasando por
sobre sus gobernantes" (Domenach, 1962: 31).
Con las diferencias del caso -no insignificantes, por cierto- ésa es la concepción de periodismo
que predomina en la primeros tiempos de la actividad en nuestro país. "Eran políticos que
escribían sus ideas y las intentaban divulgar", sostiene Alicia Entel. Y Juan Bautista Alberdi
dice en un periódico de 1838: "Es cierto que ("La moda") intentó seducir lectores, pero no
para sacarles su dinero, sino para hacerlos aceptar nuestras ideas" (Entel, 138).
La profesionalidad -si cabe llamarla así- no consiste en este caso en la especialización para el
ejercicio de un determinado oficio, sino en la eficacia de un discurso con fines políticos.
El modelo del "advocate" en los años '60 intenta retomar ciertos rasgos de esta perspectiva: el
periodista debe tomar partido ante la realidad social, debe comprometerse en favor de aquellos
que no tienen voz (Alsina, 1989: 153).
2. La profesionalidad hoy
a) Mundos de referencia
b) Conjunto de reglas
Conclusiones:
* Es por eso que el periodismo descarta la apelación y privilegia la denotación: sólo se trata de
"informar" lo que pasa y no de "prescribir" lo que hay que hacer.
* El "hacer saber" puede contener el germen de una determinada acción, pero sólo
eventualmente. El efecto más generalizado de esta práctica comunicativa es el de conformarse
con saber y no preocuparse por hacer.
* Si bien esta vocación por "informar" puede entenderse como una confirmación de la libertad
de acción del destinatario (concepto liberal del laissez-faire), también puede interpretarse que
el "hacer saber" es una de las formas del "hacer hacer", si bien lo es en sentido negativo.
Bibliografía
-DOMENACH, Jean-Marie, La propaganda política, Buenos Aires, Eudeba, 1968
-FORD, Aníbal, “Literatura, crónica y periodismo” en Ford, A., Rivera, J., Romano, E.,
Medios de comunicación y cultura popular, Buenos Aires, Legasa, 1987
RODRIGO ALSINA, Miquel. La construcción de la noticia, Paidós, Barcelona,1989