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JEFATURA Y TERRITORIO: UNA VISIÓN CRÍTICA

Francisco Nocete Calvo


Estudiante: Samantsa Cinthya Yarlequé Javier
El concepto de Jefatura tiene su origen e la Antropología Americana, fue por primera vez usado
por K. Orberg en 1955 para definir un esquema de conducta territorial en el cual se encuentra
una estructura jerarquica entre un número de aldeas con un jefe subordinado en cada una.
Posteriormente el concepto ha sido trabajado por otros investigadores como Steward, Renfrew,
Milisauskas y Steponaitis, Sahlins, Carneiro y Servise. Este último, cuyo aporte es el más
conocido, caracteriza la formación y funcionamiento de la jefatura, relacionado con las
corrientes medioambientales de cultura y territorialidad, convirtiendo el término en una etapa
evolutiva necesaria para explicar el origen del Estado. Sin embargo, la implicancia del término,
al definirlo una etapa de transición, ha traído problemas al momento definir la diferencia entre
Jefatura y Estado, ya que la centralización económica y política es una característica presente en
ambos y no excluyente, siendo finalmente la diferencia entre ambos estadios la gradualidad
evolutiva. Otros autores como Renfrew y Carneiro han hecho aportes al concepto en cuanto a la
manera en que esta centralidad territorial jerarquizada se reflejaría materialmente, el primero
otorgándole importancia a los entierros, según los cuales divide las jefaturas en
“Individalizating” y “Group Oriented”, mientras que Carneiro indica que es fundamental para
poder identificar la escala de la jefatura, los recursos humanos y materiales con los que cuenta
para mantener la centralización, distribución y redistribución de esto recursos, asegurando sus
permanencia.
Con un escenario en el que la Antropología Americana seguía sin resolver los problemas
fundamentales sobre la jefatura, se inician las investigaciones arqueológicas en las que surgen
nuevos problemas al tratar de identificar en el registro arqueológico las correlaciones de
centralización económica y política que definen la jefatura. Se realizó un primer intento
valiéndose de el registro funerario, sin embargo, su validez fue rápidamente descartada ya con
su estudio se dejaban varios puntos débiles como la emergencia de áreas de almacenaje
centralizada y las diferencias en cada asentamiento entre agentes productores y consumidores.
Sin embargo, bajo el modelo de territorialidad centralizada defendido desde la antropología se
intentó sustentar las características de centralización y jerarquización por medio del análisis de
patrones de subsistencia para ´poder observar la relación hombre / medio ambiente a nivel
político y económico. Del mismo modo se recurrió a la teoría del lugar central y la correlación
extensión/ jerarquía o rango / tamaño para construir un modelo tipológico que permita observar
la jerarquización entre los sitios.
Pese a los errores metodológicos y teóricos al realizar estas investigaciones haciendo uso de las
teorías recientemente mencionadas, en síntesis se pudieron definir 7 rasgos de conducta
territorial: 1. Alto grado de intensificación económica reflejado en el crecimiento del área de
captación de recursos y producción, 2. Rápido aumento poblacional que se evidencia en la
extensión de los asentamientos, 3. Jerarquización del territorio expresado en el modelo de rango
/ tamaño, 4. Tipología de asentamientos relacionados con la especialización, 5. División
territorial del trabajo acompañada de una tipología jerarquizada que asume la presencia de un
centro el cual asume la centralización y redistribución de los recursos, 6. estructura jerarquizada
y posición centralizada de un asentamiento que controlaría la acumulación del excedente así
como la reproducción ideológica a partir de la acumulación de bienes de prestigio traídos del
exterior, reflejando un control sobre las relaciones comerciales en los límites del territorio y 7.
Delimitación del terreno que comprende la jefatura haciendo uso de recursos culturales y no de
los límites naturales.
Aún con esta lista de correlaciones y características necesarias para definir las jefaturas, el
modelo sigue dejando un vacío en la línea que diferencia el Estado de la Jefatura, pues las
características territoriales parecen seguir siendo las mismas no teniendo mayor brecha entre
ellas que el grado de jerarquización. La crítica desde el materialismo histórico explica que el
fracaso de este modelo se debe principalmente a que se trata la jefatura como una categoría de
carácter económico en el cual se asume un control y centralidad económica de un asentamiento
sobre el resto, cuando su carga conceptual es más política que económica, por lo cual debiera
prestar más atención a los elementos de reproducción social e ideológica que usa para poder
mantener políticamente la centralidad.
Por otro lado, la aplicación de concepto de territorio político resulta también ineficiente para
poder definir la categoría de Jefatura, por lo cual, desde el materialismo histórico, se encuentra
más útil desarrollar el concepto desde la transición de un modo de producción de sociedades
segmentarias a un modo de producción para la explotación. Este modelo de transición que
reemplazaria la idea de un estadío evolutivio, consiste en el análisis de las coyunturas y
desplazamientos que se da de una un una sociedad económicamente segmentaria a otra
articulada. La idea fundamental de esto se encuentra en el control político centralizado ausente
en el primer caso y con una fuerte presencia y aparatos de reproducción ideológica y social en el
segundo caso. Así mismo, se indica que en esta transición pueden surgir mecanismos de
coerción como la utilización de un sistema de parenmtezco para justificar la explotación y la
ideología. De cualquier modo la idea es definir la transición del territorio horizontal o
segmentado al territorio vertical o político.
A manera de propuesta para identificar la transición al territorio vertical se usa el concepto de
Territorio cónico, el cual en reemplazo contempla una estructura segmentada económicamente,
pero con una figura política jerarquizada entre los asentamientos la cual sería receptora y
redistribuidora de los excedentes bajo las condiciones de la reproducción ideológica. Se
encuentran dos formas de territorio cónico, territorio cónico unilocal, en el cual uno de los
asentamientos, dentro del territorio en transición, refleja un potencial de centralidad y dominio
político y económico; y el territorio cónico plurilocal, en el cual mas de un asentamiento tiene
las condiciones de centralizar económicamente y políticamente a los demás. En el caso del
territorio cónico unilocal se encuentra una especialización de trabajo entre los asentamientos, en
el que el central o el principal no tiene una forma de producción de bienes, sino que se encarga
de la reproducción ideológica y social para mantener el sistema. Por otro lado, el territorio
cónico plurilocal al contemplar a varios asentamientos con el mismo potencial y dentro de una
coyuntura constante de dominio, se forman económicamente independientes y segmentadas.
Con este último modelo de territorio cónico plurilocal, se intenta explicar la etapa de transición
en La edad de Cobre en la campiña Occidental de Alto Guadalquivir, ya que muestra una
dinámica social jerarquizada y un territorio de matiz parental como se evidencia en las
necrópolis colectivas. Sin embargo, las evidencias de la Fase II en uno de los asentamientos,
puso en duda la aplicación de este modelo, ya que no solo presenta una capacidad de control
político e ideológico, sino que una independencia económica la cual terminaría retornando al
territorio segmentario.
Como muy bien lo ha desarrollado el autor, la categoría de Jefatura tiene un concepto que ha
sido bastante trabajado, el cual finalmente terminó por referirse a una etapa de previa al origen
del Estado. El concepto de territorio abordado va en referencia a esto, ya que se concptualiza el
territorio político y las características que debiera tener para alcanzra a ser considerado como
Jefatura. Así mismo se trabaja sobre la base económica y política que debería tener este
concepto y de que características materiales podrían definirlo haciendo uso de distintas teorías
de aplicación como es el caso de la Teoría de Rango/Tamaño. Sin embargo, pese a los esfuerzos
que se han realizado por diferenciar el territorio político que correspondería a la de una jefatura,
sigue sin encontrarse clara su diferencia con la del Estado. Los conceptos de territorio cónico
unilocal y plurilocal resuelven en cierta medida este vacío, pero con una serie de deficiencias.

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