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en Centroamérica y Panamá.
Fundación “La Santa Cruz” en Haití.
Un misionero, un hermano,
un innovador.
1 Vida cotidiana
Al atardecer y amanecer de cada día, los transeúntes por el frente del
convento de San Juan Nonualco podían ver la silueta de un fraile delgado
que por largos minutos caminaba de un extremo al otro, con su libro
de la liturgia de las horas entonando los salmos de los Laudes o de las
Vísperas, según fuera el amanecer o el anochecer, y de aquella atmosfera
de movimiento y silencio emanaba un ejemplo y una lección para cuantos
por allí pasaban de que el día se comienza y se termina orando.
Después de la liturgia de cada día con los feligreses, llegaba al comedor lleno
de entusiasmo y conversando temas de interés del área pastoral; de modo
particular su preocupación por los jóvenes: como atraerlos a la comunidad
para acompañarlos y que juntos hagan su camino de crecimiento y
desarrollo para sí mismos, para la ciudad y para el País.
Una de sus estrategias preferidas era que nosotros como jóvenes nos
involucráramos en los deportes de los jóvenes para tener la oportunidad
de anunciar el Reino a ellos.
Su solicitud pastoral era por igual por todos los sectores de la comunidad
parroquial: por los campesinos, los barrios, los niños, los jóvenes, los
movimientos; y junto con esto, su solicitud por la construcción física de
lugares para la educación y la religión. Él se sentía con la misión de llegar a
todos, que nadie de los habitantes de la ciudad se sintiera excluido.
2 Vida de trabajo
Sin perder un minuto, después de los momentos de la vida comunitaria,
ya lo podíamos ver con ropa de agricultor dedicando largas horas al cuidado
del viñedo que había hecho en el poco espacio de la tierra de que disponía
la casa parroquial. Era un trabajo minucioso y delicado manipulando una
por una las plantitas pequeñitas que luego trasplantaba a la tierra que ya
tenía preparada. Todos veíamos que era aun tipo de cultivo novedoso y
desconocido en la zona y en el País; su propósito era demostrar que el
cultivo de uva podía ser posible y exitoso en esa tierra y con ese clima
y que podría convertir en una alternativa de cultivo masificado entre los
agricultores y pronto lo logró, sacando dos cosechas al año con grandes
racimos de uva (de los cuales se conservan fotos), que luego también
produjo vino tinto de ellas.
Sin embargo, su vida se volvió corta para alcanzar tan altos fines, y por otra
parte, la mentalidad existentes y el apego a los cultivos tradicionales (maíz,
frijol…) no dieron lugar al cambio esperado sonado en la expansión de
este cultivo.
3 Compromiso pastoral
Esta área concentraba su mayor atención y energía, casi a diario lo
veíamos partir en su viejo auto rumbo a las comunidades distantes varios
kilómetros, por caminos más que difíciles y en ese tiempo peligroso por
la violencia que arreciaba. Solía regresar, a veces, por contratiempos
mecánicos, bajo tremendos aguaceros con barro por todas partes, cansado
pero contento de la misión cumplida.
6 Doctrina
En su práctica como maestro de la fe, en la que estaba concentrada
su vida, se caracterizó por la fidelidad a los principios aprendidos de
sus maestros, provenientes de las tradicionales escuelas de pensamiento
eclesial. A dicho marco teórico, él los enriqueció con el contexto del lugar
de trabajo o misión en que se encontraba. De este modo, siempre se vio
seguro en su quehacer pastoral. Esos eran tiempos de manifiestas pugnas
entre extremos de puntos de vista teológico-pastorales, los cuales él los
estudiaba y respetaba.
Claramente la Eucaristía mostraba que era el eje de su vida y quehacer. Era
lo que más importancia le daba, y desde ella parecía que sacaba toda su
fuerza e inspiración para el trabajo cotidiano. Siempre había un antes y un
después, bastante prolongados de oración, de preparación y de acción de
gracias. Era una práctica tan asimilada que no reflejaba esfuerzo alguno.
Personalmente encabezaba la oración matutina y vespertina de comunidad
parroquial durante 27 años.
La fuerza de su palabra era contundente; a todos les quedaba claro cuál era
su objetivo final: conducir a todos a la persona de Jesús.
7 Un hombre de paz.
A su llegada en 1953 a esta zona, él contaba cómo le impresionó los
altos niveles de pobreza en la zona de la Herradura, lugar costero y de
pescadores. De inmediato dicho impacto se convirtió en su compromiso
con dicha gente.
a) La coherencia
En personas como el P. Cosme no había un soble discurso. Más bien su afán
era manifiesto por demostrar coherencia entre lo que predicaba y lo que
vivía. Prácticamente no prefería palabra alguna que primero no estuviera
practicando con su vida en la cotidianidad. Cuantos querían podían leer en
su vida lo que decían con palabras.
b) Trabajo
La vida plenamente ocupada era otra de sus virtudes. Una distribución
minuciosa del tiempo diario, semanal y mensual, le permitía atender la
diversidad de tareas con método, dedicación y sentido de responsabilidad.
Su actuar era siempre metódico, planificado y pensado con anticipación.
Factores estos que se volvían claves para obtener los frutos esperados que
él se proponían.
c) La espiritualidad
La vida interior era su manantial permanente para el día a día, lleno de
actividades sociales y materiales. Se percibía como el sentido del quehacer
era impregnado por una intención espiritual. Y para él, este era el sello
propio y distintivo que le daba la identidad pastoral a su vida y trabajo.