Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sin duda, incluso las interacciones breves pueden ser bendición en nuestro
día. Sin embargo, Dios nos creó para propiciar algo más que lazos sociales
superficiales. Necesitamos amistades verdaderas. Amistades conforme a
los principios y actitudes sugeridos en la palabra de Dios.
“Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran” (Romanos 12:15).
Compartir el dolor de otra persona no es algo que la gente quiera hacer
normalmente, pero la primera mitad de este versículo puede ser igualmente
antinatural. Muchas veces en nuestro mundo de competencia feroz, las
personas se encuentran compitiendo incluso con sus amigos, hundiéndose
en la envidia si un compañero los supera. Esto es desafortunado y se da
aún entre el ministerio cristiano. En marcado contraste, los amigos
amorosos se regocijan en los logros, éxitos y bendiciones de los demás.
Cada uno quiere que al otro le vaya bien, incluso si eso significa ser
eclipsado por él o ella. Los amigos amorosos encuentran la verdadera
felicidad en la felicidad del otro, siempre animando al otro para que lo haga
lo mejor que pueda.
“Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su
compañero” (Malaquías 3:16). Los amigos piadosos participan en
conversaciones significativas para aclarar y profundizar su comprensión de
la Palabra de Dios. No es que todo lo que se diga tenga que ser profundo o
complejo. Pero con una verdadera amistad fundada en principios bíblicos,
nunca parece incómodo hablar sobre los propósitos de Dios y lo que está
haciendo en la vida de cada uno.
“Mejor es reprensión manifiesta, que amor oculto” (Proverbios 27:5). Los
amigos de fe nos dirán si estamos cometiendo un error grave en nuestras
vidas, incluso si nos duele un poco. Todos tenemos puntos ciegos y, a
veces, necesitamos otro par de ojos espirituales para ayudarnos a
mantenernos en el camino correcto. ¿Debemos señalar cada pequeño
defecto o idiosincrasia de nuestros amigos? No, claro que no. Por lo
general, nuestros amigos cercanos están dispuestos a pasar por alto
nuestros defectos, y eso es algo por lo que podemos estar agradecidos. Sin
embargo, cuando lo que estamos haciendo tiene un impacto negativo en
nuestra vida espiritual o en las personas que amamos, el asunto es
diferente. Los verdaderos amigos se enfrentarán a nosotros y nos instarán a
cambiar de dirección.
El ejemplo supremo de amistad es el de Jesús. Él es el máximo ejemplo de
amor incondicional pues, “no vino para ser servido, sino para servir y para
dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Él voluntariamente
entregó su vida en beneficio de la humanidad que no era digna de su amor
y conmiseración. Si queremos tener amistades bíblicas, debemos hacer lo
mismo. Debemos amar a los demás con abnegación, lo merezcamos o no y
sin esperar nada a cambio.
Juan 15:12-15 dice: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros,
como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su
vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os
mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su
señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi
Padre, os las he dado a conocer”. A la luz del ejemplo de Jesús podemos
extraer algunas enseñanzas inmediatas. Los amigos tienen ideas afines (el
amor). Se aman con amor sacrificado, como don de sí mismos. Comparten
el uno con el otro desde lo profundo del corazón. Los amigos se conocen
bien y promueven el bienestar de los demás.
Nosotros tenemos la bendición de haber sido adoptados en la familia de
Dios “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo” (Romanos 8:17) y de haber sido hechos amigos de Jesús. A cambio,
estamos llamados a ser buenos amigos unos de otros conforme a los
principios de la amistad que nos legó Jesús, primordialmente en su vida,
pero también en el resto de su revelación escrita.
Según la Biblia, la verdadera amistad se caracteriza por el amor. Los
Proverbios, el ejemplo de David y Jonatán, las instrucciones a la Iglesia y,
en última instancia, el ejemplo de Jesús representa la verdadera amistad.
Un verdadero amigo ama, da consejos sabios, permanece leal en toda
circunstancia, perdona y promueve el bienestar del otro. Llora y se goza
porque todo ello lo considera un don de gracia del creador.
Referencias
1
Becky Sweat, Six Characteristics of Biblical Friendship,
September/October 2018, Discern Magazine.
2
Christine Hoover, Messy Beautiful Friendship: Finding and Nurturing Deep
and Lasting Relationships. Baker books, Gran Rapids, Michigan, 2017.