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ICODER

Dirección de Deportes
Departamento de Capacitación.

Manejo Inicial del Trauma Deportivo


Focalizado

Dr. Manuel Wong On


Especialista en Medicina Física y Rehabilitación
Instituto Costarricense del Deporte y Recreación
Correo: manuwongon@gmail.com

Introducción

El trauma constituye uno de los principales problemas dentro de la práctica deportiva


diaria, sobretodo en los deportes de contacto como el taekwondo, judo, y boxeo entre
otros; recordando que existen gran cantidad de problemas secundarios al trauma que
deben ser evaluados por personal médico. En el presente resumen abordaré el trauma
musculoesquelético apendicular y focalizado, dejando por fuera el trauma generalizado,
el politraumatizado y que pone en peligro la vida del paciente, haciendo conciencia por
supuesto que este debe ser manejado por personal capacitado para emergencias.

El manejo inicial del trauma deportivo nace desde la prevención de las lesiones y para
esto es necesario conocer cuáles son las lesiones más frecuentes a las que se ven
expuestos nuestro deportistas.

Principios de tratamiento

El manejo general de las lesiones deportivas se basa en 6 principios:

1. Minimizar la extensión del daño inicial.


2. Reducir el dolor y la inflamación.
3. Promover la curación del tejido dañado.
4. Mantener y restaurar la flexibilidad, fuerza, propiocepción y sobretodo el nivel de
acondicionamiento físico durante la fase de rehabilitación.
5. Rehabilitar funcionalmente al atleta lesionado para permitirle regresar a la
actividad deportiva.
6. Evaluar y corregir cualquier factor predisponente para reducir el riesgo de
recurrencia.
Tratamiento inicial

El tiempo más importante para el tratamiento de las lesiones de tejidos blandos son las
primeras 24 horas posterior a la lesión. Una vez que se produce una lesión de tejidos
blandos, usualmente también se lesionan vasos sanguíneos, por lo que se acumula sangre
alrededor de los tejidos, esto produce un efecto de compresión sobre los tejidos
adyacentes y causa una disminución del aporte de oxígeno a los tejidos y aumenta el
daño. La inflamación y el aumento de la presión pueden inhibir la curación del tejido
dañado, causar dolor y llevar a espasmos musculares y desuso.

En un esfuerzo por disminuir toda esta cascada de eventos, el manejo inicial del trauma lo
podemos sintetizar en:

P Protección

R Reposo

I Hielo (Ice)

C Compresión

E Elevación

Protección

La protección del tejido lesionado del


stress durante la fase inicial del proceso
de inflamación. Podemos usar botas
especiales, cabestrillos, férulas, muletas,
entre otros.

Reposo

Es importante que inmediatamente después de una lesión se guarde reposo de la actividad


deportiva dado que el aumento de la actividad puede llevar a un aumento de la
inflamación y consecuentemente a retrasar el proceso de curación y cicatrización. No
obstante, una vez evaluado por el médico se podrá retornar a la actividad modificada,
mientras se da el proceso de rehabilitación, por lo que el reposo se convierte en un reposo
relativo. Por ejemplo un atleta que practica natación y se lesiona un hombro, tiene que
seguir entrenando con bicicleta estacionaria y corriendo para no perder la condición
aeróbica y una vez rehabilitado el hombro le será más fácil y rápido volver al nivel de
entrenamiento y competición que tenía previo a la lesión.

Hielo

El uso del hielo inmediatamente posterior a la lesión resulta en una reducción del dolor y
produce una constricción de los vasos sanguíneos lo que reduce el sangrado y la
hinchazón. Se reduce la tasa metabólica del tejido, con lo que disminuye las demandas de
oxígeno y de nutrientes, además disminuye la inflamación y el espasmo muscular.
La utilización del hielo debe realizarse inmediatamente y mantenerse en la zona afectada
por un tiempo aproximado de 15 a 20 min máximo(posterior a este tiempo se ha descrito
daño nervioso); y repetir la aplicación cada hora durante las primeras 3 horas;
posteriormente utilizaremos el hielo cada 3 horas por los siguientes 3 días.
Está contraindicado el uso de calor en el trauma agudo pues aumenta las demandas
metabólicas del tejido, aumenta la hinchazón y retrasa el proceso de curación.

Compresión

La compresión del área lesionada con un vendaje firme reduce el sangrado y por lo tanto
reduce la inflamación. La compresión debe realizarse durante y después de la aplicación
del hielo. El ancho del vendaje debe ser acorde con el área lesionada. Este, debe ser
aplicado firmemente pero no muy apretado pues causaría dolor. El vendaje debe iniciar
distal al sitio de la lesión y extenderse proximalmente a la lesión.

Elevación

La elevación de la zona afectada reduce el flujo sanguíneo del área y mejora el retorno
venoso y linfático. La elevación puede lograrse utilizando un cabestrillo para miembros
superiores y descansando las piernas sobre una silla en caso de miembros inferiores.

Deben de evitarse durante esta fase inicial:


• Calor
• Linimentos
• Alcohol
• Actividad de moderada/alta intensidad
• Masaje excesivo
Movilización temprana

Posterior a una lesión se van a producir una cascada de eventos que tienen como finalidad
la curación del tejido lesionado y que podemos dividir en tres fases:

1. Fase de respuesta inflamatoria


2. Fase de proliferación fibroblástica
3. Fase de remodelación/maduración

La respuesta inicial es la inflamación, por lo que sin que se presente la inflamación, la


curación normal no puede producirse, posterior a esto se van a producir una serie de
eventos que son parte de la cascada inflamatoria, que conlleva la liberación de sustancias
químicas como la histamina y bradiquinina(que son responsables de la hinchazón). Se
produce a la vez una reacción vascular que implica un espasmo vascular y capilar a nivel
de la lesión. Esta vasoconstricción durará aproximadamente 10 a 15 minutos. Luego se
produce una vasodilatación e hiperemia activa y regulada que dura aproximadamente
entre 24 a 36 horas, donde paralelamente se va formando un tapón fibroso producto de la
agregación plaquetaria y la conversión de fibrinógeno en fibrina, que se produce por la
acción de la tromboplastina derivada de las células lesionadas. Este tapón fibroso
obstruye el suministro de sangre a la zona de la lesión. Durando esta formación
aproximadamente 48 horas. Todo este proceso tiene como función proteger la zona
lesionada para limitar la extensión de la lesión, concretamente se trata de elementos de
defensa de la sangre y el tejido implicado.

Para efectos de este curso solo abordaré esta fase inicial, sin profundizar en las otras dos
(proliferación fibroblástica y de remodelación/maduración), pues es importante en el
manejo inicial que se entienda que está pasando en el organismo, y se comprenda que las
medidas iniciales en el trauma deportivo van a enfocarse en esta fase.

Si bien no se discuten los efectos de la inmovilización en los primeros momentos de la


fase inflamatoria, debida a su contribución en el control de la inflamación y la protección
del tejido lesionado durante esta fase, donde se encuentra especialmente expuesto, la
movilización precoz y controlada durante la fase proliferativa y en especial durante la
fase madurativa son de suma importancia.
Los efectos nocivos de la inmovilización pueden resumirse en:

• Atrofia muscular
• Disminución de la movilidad articular
• Anquilosis articular
• Aumento de la producción de colágeno vs destrucción
• Desorganización del colágeno del tejido cicatrizal
• Disminución de la capacidad de estabilización de ligamentos afectados
• Disminución de la nutrición y la lubricación del cartílago articular
• Desaferentización y disminución de los procesos neuromusculares de
estabilización.
Los efectos de la movilización progresiva controlada aplicada adecuadamente luego de
haber controlado y superado la fase de respuesta inflamatoria, que por termino general
dura entre 24 a 72 horas, son muchos y positivos. Sin embargo no debemos ser
excesivamente agresivos con la movilización, sino que hay que respeta y acompañar el
proceso de curación con medidas acordes y eficaces en especial durante las fases
proliferativas y de remodelación.

Los beneficios de la movilización progresiva controlada son:

• Mantenimiento de la fuerza muscular


• Revascularización del tejido cicatrizal
• Remoción de los productos de desecho de la destrucción del tejido colágeno
• Mantenimiento de las características mecánicas del tejido implicado
• Reducción de los efectos de desaferentización sensitiva

Todo lo anterior nos sirve para comprender un poco más como se da el cuadro
inflamatorio ante una lesión, la importancia de la inmovilización y de la movilización
precoz de las lesiones; sin embargo hay que recordar que cada lesión es diferente y
aunque se recomienda una movilización temprana (72 horas post lesión) del área
lesionada la valoración médica adecuada es mandatoria para determinar en qué tipo de
lesión ameritará un tiempo menor de inmovilización o un tiempo prolongado (p.ej:
fracturas).
Tratamiento inicial de emergencia en caso de fracturas

FRACTURAS.

Abiertas. Cerradas.

Cubrir herida. Inmovilizar. Inmovilizar.

Durante la valoración primaria lo más importante con respecta a las fracturas es


reconocer la hemorragia de lesiones musculoesqueléticas y controlarla. Lesiones
profundas pueden llevar a comprometer grandes vasos que llevan a hemorragias
importantes. Se ha visto que el mejor control de la hemorragia se realiza mediante la
presión directa sobre la lesión.
Las fracturas de huesos largos pueden llevar a hemorragia importante; por
ejemplo ciertas fracturas femorales pueden llevar a la pérdida de hasta 3 o 4 unidades de
sangre dentro del muslo y llevando al shock.

Inmovilización

Lo que se busca en la realineación de la fractura lo más anatómicamente posible y


prevenir la movilización excesiva de la fractura. Lo que se debe hacer es tracción lineal
de la extremidad para realinearla y mantenerla inmóvil, evidentemente en la mayoría de
los casos no se logrará una reducción completa de la fractura ni se busca una
inmovilización permanente de la misma.
Conseguir una correcta inmovilización de la fractura es esencial por varias
razones:
1. Evita la movilización de los fragmentos óseos impidiendo la lesión de
estructuras vásculo-nerviosas,
2. Disminuye el dolor y facilita el tratamiento de la herida abierta, así como
su desbridamiento adecuado,
3. Al estimular la revascularización ósea fomenta la osteogénesis y
cicatrización de tejidos blandos.

Las luxaciones articulares requieren entablillarse, usualmente en la posición en


que se encuentran. Sin embargo la reducción de la luxación lo antes posible es
recomendable para el mejor pronóstico de la extremidad, su vez, entre más se tarde en
reducir la luxación, más difícil es reducirla manualmente, requiriendo que el paciente sea
levado a SOP para reducirla.
Posterior a la inmovilización es importante el control radiológico.

Para realizar las inmovilizaciones improvisadas se requieren:

• Piezas triangulares de tela, que llamaremos triángulos, de una medida aproximada


de 40x40x60 cm.
• Tiras rectangulares de tela, que llamaremos frondas de 10 cm. de ancho por 50
cm. de largo.
• Periódicos y revistas.Maderas acolchadas (con algodón, ropas, toallas, etc.)
• Hay que tener en cuenta que la inmovilización puede provocar malestar.
Inmovilización de la extremidad superior:

Las personas que presentan lesiones del esqueleto en el hombro, el brazo o la mano, no
tienen afectada su capacidad de desplazamiento. Sostienen la extremidad herida en la
posición más cómoda y menos dolorosa. Es en esta posición en la que se ha de preparar la
inmovilización.

Fractura de la clavícula: No podemos inmovilizar la clavícula porque no es accesible,


pero podemos inmovilizar todo el brazo, porque si el brazo no se mueve la clavícula no
trabaja. La combinación de un cabestrillo y una contracharpa hacen la función de
inmovilizar la extremidad. Así, un triángulo se disponga por fuera del brazo herido,
haciendo coincidir el vértice con el codo, y la hipotenusa con el lateral del cuerpo de la
víctima. El extremo inferior del triángulo se recoge por debajo del codo y, por la espalda
se anuda con el otro extremo sobre la clavícula sana. Finalmente una contracharpa fija el
montaje al cuerpo de la persona afectada.

Fractura del brazo y antebrazo: Hay que sustituir el efecto que la propia persona
accidentada hace al sostenerse el brazo herido, ángulo de noventa grados. Esto se
consigue con un triángulo en cabestrillo, un triángulo que se interpone entre el cuerpo y
el brazo herido de manera que la hipotenusa o lado largo, quede en paralelo al lateral del
tronco de la víctima, a la vez que el vértice del triángulo se hace coincidir con el codo de
la extremidad herida. Al doblar el triángulo hacia arriba, cada una de las dos puntas
pasará por un lado del cuello, y con un nudo a uno u otro lado de la nuca quedará el brazo
suspendido, aunque aún no está inmovilizado. Faltará anudar la punta del triángulo a la
altura del codo, llenar el espacio anatómico bajo el codo y fijar el montaje al propio
cuerpo del herido. Esto último se consigue con otro triángulo que, abrazando el húmero
del brazo herido por una zona central, se anuda al otro lado del cuerpo, a nivel de la axila.

Inmovilización de la extremidad inferior:

Al contrario que en los casos anteriores, la mayoría de las personas que presentan
lesiones esqueléticas en la pierna o el pie no pueden andar y permanecen tumbadas. Es en
esta posición en la que debemos realizar la inmovilización. La inmovilización de esta
extremidad requiere el uso de material rígido. Se empleará una férula, herramienta que se
emplea para inmovilizar posibles fracturas que generalmente son improvisadas como
maderas.

La técnica del ocho consiste en pasar la fronda por detrás del tobillo, cruzarla sobre el pie
y girarla hasta hacer el nudo en la planta del pie.
La inmovilización con material improvisado solamente se ha de hacer cuando la víctima
no puede ser atendida por los servicios de socorro (montaña, bosque, acampada, etc.)

Fractura del fémur, tibia y/o peroné: Antes de nada hay que localizar el foco de la
fractura. En el caso de tibia -peroné, a partir de dicho punto se deben prever cuatro
ataduras con frondas, una para situarla por encima de la articulación superior al foco, otra
para colocarla por debajo de la rodilla y alejada del lugar de la fractura, otra más abajo
del foco de la fractura y una última que se colocará en ocho. Las cuatro frondas se
colocan si necesidad de mover la pierna herida. En el caso del fémur, preparar al menos
las siguientes ataduras: articulación superior, es decir, la cadera, dos equidistantes a la
altura de la rodilla, y una en ocho a la altura del tobillo. Las frondas se colocan en su sitio
sin mover la pierna herida. Seguidamente, dos férulas acolchadas adecuadamente, que se
colocan paralelas a la pierna y se hacen las ataduras de la pierna, comenzando por la más
lejana al cuerpo hasta llegar a la más próxima. Finalmente se anuda la cuarta fronda, con
la técnica en ocho con el nudo en la planta del pie, lo que nos permitirá tensarla.
Fractura del tobillo: La actuación más recomendada pasa por liberar el tobillo del calzado
que lo oprima y preparar dos frondas para efectuar ataduras y una manta. La parte herida
se protege con esta manta, que se dispone en forma de u alrededor del pie, el tobillo y la
pantorrilla. Con las frondas se hacen dos ataduras para fijar el montaje. Mientras se
espera el traslado, la pierna herida puede mantenerse en poco alzada, aplicando frío.

Este es un pequeño resumen de lo que será abordado en el taller, en el mismo veremos


también puntos importantes a tener en cuenta en lo que respecta a emergencias que ponen
en peligro la vida de nuestros atletas.

“Cualquier duda o comentario desde antes del inicio del taller me lo pueden hacer llegar
a mi dirección de correo electrónico.”

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