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Nada más oportuno en un momento en que la entidad Unión Europea se debate

entre sus propias contradicciones surgidas de la confrontación diaria entre la


legislación emanada de los Tratados –que estipulan la libre circulación de
personas y bienes- y la realidad de comunidades enteras de migrantes a las que
no miran con buenos ojos los ciudadanos de los países a los que llegan; entre el
borrado de las fronteras internas y la supuesta necesidad de hacer cada vez más
resistentes y menos porosas las externas, con el objetivo de rechazar al “otro” e
impedirle la entrada para evitar tener que verle.Nada más actual que este par de
ensayos en los que Richard Sennett visita dos enclaves de grandes ciudades
europeas en momentos cruciales de su historia, y medita sobre la condición del
exilio, tanto geográfica como psicológica: el barrio judío de Venecia en el
Renacimiento, donde el ghetto judío impuesto por el estado se tradujo en una rica
identidad de esa comunidad que pudo así volverse hacia sí misma y preservar
valores y cultura, y el París de las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del
XX, un imán para refugiados políticos de otras naciones europea que aportaron a
la cultura de la ciudad la experiencia propia del desplazamiento y el nomadismo
que les había trasladado de un país a otro, en busca de la seguridad.
Situaciones como las descritas podrían repetirse en cualquier momento ahora que
la crisis está obligando a plantear que, en los países occidentales, quedan pocos
empleos para tanta mano de obra como la que inunda el mercado. Ya ha
comenzado a generarse a una migración en sentido inverso a las conocidas hasta
ahora: los jóvenes –y algunos no tan jóvenes- europeos de los países del sur más
pobre y más tocado por los vaivenes financieros y la inepcia de sus gobernantes
(España, Francia, Italia, Portugal, Grecia) vuelven a desplazarse hacia el siempre
próspero norte (Alemania, Holanda, países nórdicos) en busca del puesto de
trabajo que ya no existe en los suyos pero también, y cada vez más, emigran
hacia lo que de momento se conoce como “países emergentes” (Brasil, Qatar,
Emiratos Arabes, China…).

El resultado será como volver a empezar la historia: de nuevo, la aportación de


creencias, costumbres y culturas diversas, creará sociedades y ciudades mejores,
más ricas, más mestizas, a las que podrán aplicarse las tesis sobre la identidad
nacional, la pertenencia a una comunidad cultural y –esperemos que no- también
las consecuencias, positivas y negativas, de la segregación, del sociólogo Sennett,
que vive y trabaja a caballo entre Nueva York y Londres, impartiendo cursos en los
muy selectos Massachusetts Institute of Technology (MIT), Universidad de NY y
London School of Econocmics.

Richar Sennett, sociólogo y escritor estadounidense de 71 años está especializado


en las relaciones humanas en los contextos urbanos y los efectos de la
convivencia en el individuo. Ha recibido prestigiosos premios como el “Friedrich
Ebert” de sociología, el Hegel y el Premio Europeo de Sociología y Ciencias
Sociales 1998, por su primera obra que obtuvo reconocimiento internacional, La
corrosión del carácter. Es autor de ensayos tan fundamentales como La cultura del
nuevo capitalismo y El declive del hombre público.

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