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PINTURA

A finales del siglo XVII surgió el retrato de aparato o retrato oficial. En este tipo de retrato todos
los elementos de la composición (fondos, ropajes, calidades y texturas) se utilizaban para
aumentar la impresión de poder de los personajes, ya fueran los reyes absolutos o la aristocracia
que quería asemejarse a ellos. Casi sin importar su dimensión humana, se pretendía conseguir una
grandiosidad que expresase la elevada posición de los gobernantes. La falta de naturalidad de las
poses de los retratados no es imputable sólo a sus modelos, sino al espíritu presuntuoso de toda la
época. Sus mejores representantes son Rigaud que trabajó para Luis XIV, y Van Loo , que lo hizo
para Felipe V de España y para Luis XV de Francia.

Rigaud. Detalle del famoso retrato de Luis XIV, el Rey Sol, con capa de 1701.

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Se observa también una transformación en la gran pintura. El tema religioso sigue realizándose,
pero el sentimiento es puramente teatral y con un componente sensual evidente. Cuando los
pintores se inspiran en el Antiguo Testamento buscan los momentos en los que pueden
representar desnudos femeninos y temas escabrosos como Lot con sus hijas o Susana en el baño.
La mitología se vuelve galante y los personajes se presentan en actitudes de danza y gestos
teatrales...

Santerre, Jean-Baptiste. Susana en el baño, 1704.


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Antoinne Watteau, o sea yo, soy el máximo representante del estilo Rococó. Y LA QUE PINTE. Soy
un pintor sobre todo de Fiestas galantes, género que resume a la perfección, el ambiente de la
corte y la diversión en parques, jardines y teatro de la aristocracia francesa decadente en mi
tiempo. A mi estilo le queda muy bien una expresión del Antiguo Régimen: todo es lícito siempre
que se haga con gracia.

Por ejemplo, en esta pintura que hice, el Embarque para la isla de Citera, parece que resonara la
música y mis personajes bailaran, mientras se hacen declaraciones de amor al pie de alguna
estatua de Cupido. Usé pinceladas rápidas para que la atmósfera se viera vaporosa.

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Bueno, como sé que quieren saber más sobre mi, nací en Valenciennes en 1684-Nogent-sur-
Marne; 18 de julio de 1721) fui uno de los grandes genios del último barroco francés y del primer
rococó. Se me atribuye la creación del género de las fiestas galantes como ya les había platicado:
escenas de cortejo amoroso y diversiones, con un encanto idílico y bucólico, bañadas en un aire de
teatralidad. Para algunos de mis temas más conocidos me inspiré en el mundo de la comedia
italiana o el ballet.

Mi padre era un artesano techador de mi ciudad, que dominaron los franceses. Comencé a
aprender a los once años con el pintor decorador Albert Guérin.

En la capital me uní a los pintores flamencos del barrio de Saint-Germain-des-Prés y ahí pues me
metí al taller de Claude Gillot, que me indujo a frecuentar los ambientes de la farándula y el teatro
que me sirvieron de inspiración, así como la sociedad elegante que pues yo veía que iba a esos
lugares.

En mis pinturas muestro las inquietudes que tanto yo como la gente teníamos y la pintura me
sirvió mucho como refugio, porque ahí pude como que escapar de mi realidad mediante una
ficción llena de gracias.

No soporté mucho la verdad, a los 37 años las di por tuberculosis, justo cuando mis temas galantes
empezaban a alcanzar el éxito. Pero yo ya había impuesto moda como diría nuestra querida
Belinda, varios artistas como Nicolas Lancret y Pater siguieron explotando los mismos temas que
yo hacía.

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Otros pintores rococós de la época son

François Boucher, mucho más sensual y atrevido que yo la verdad. Sus temas eran generalmente
mujeres desnudas en momentos de intimidad y la mitología relacionada con el amor.

J. H. Fragonard, que en obras como El columpio presenta un exquisito tema picante. Un hombre
mayor, posiblemente el marido, balancea el columpio a una joven dama mientras que otro
hombre (el amante) mira debajo de su falda.. Mientras la escultura de cupido pide silencio.

Fragonard. Detalle de El Columpio, 1767.

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En el polo opuesto de mi estilo Rococó, está Chardin, que le gusta más el género intimista y la
austeridad del color y del movimiento. Sus cuadros más populares son bodegones y los de la vida
cotidiana de las familias burguesas. Encuentra la poesía en los más humildes objetos. También es
un excelente retratista en la técnica al pastel.

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ESCULTURA

La dinastía de los Coustou y los Lemoyne, con otra familia de escultores, los Slodtz, llenan con sus
bustos la primera mitad del siglo; son retratos todavía enfáticos.. Mas se insinúa al propio tiempo
una reacción, en sentido clásico, que atenúa este énfasis.

De mucha mayor independencia de estilo, el escultor J.-B. Pigalle, fue retratista destacado de
personajes de la vida intelectual; su estatua de "Voltaire desnudo" denota un fuerte naturalismo
inspirado en procedimientos propios de la estatuaria antigua. Otros, como Jacques Caffieri y
Augustin Pajou-, encarnan una tradición del retrato amable que recuerda un poco la sensualidad
de las pinturas de Boucher.

Psiquis abandonada de Augustin Pajou (Musée du Louvre, París).

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Por su parte, Jean-Antoine Houdon es otro gran escultor del siglo. Habiendo obtenido el Premio de
Roma, en Italia completó su formación, no sólo copiando los ejemplares antiguos, sino atendiendo
directamente a los modelos naturales.

Su obra es de gran calado y es digno reconocerle que el retrato con él realizó un gran avance.
Ningún escultor de este tiempo logró, como él, poner tanta vivacidad en la mirada de sus bustos,
deseo constante de todos estos autores de retratos escultóricos que siempre se quedaban en el
intento. Su busto de Mirabeau, es representativo de esta preocupación.

Modeló otros muchos, de Gluck, Voltaire, Franklin, etc. Y hasta partió para Estados Unidos, a fin de
hacer el de Washington.

En pintura y escultura Francia se situaba, así, a la cabeza de las naciones europeas ya que en los
otros países del mismo continente, sí habían obras destacadas, pero no las suficientes como para
establecer una corriente, estilo o movimiento grande.

La inspiración general en la pintura de mi época salía de los gestos, de la luz, de los trajes de seda,
de las pieles nacaradas de las mujeres, del gesto caballeroso de los hombres, de los ramajes de los
árboles, de los cielos de ocaso, esas cosas que ahora se les llama estetiks.

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