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EL ESPLENDOR DE UNA ATADURA DE 100 AÑOS

Xiuhmolpilli, en el mundo nahuatl representaba una atadura, un manojo de hiervas, pero también
era llamado así a un período de 52 años. Por lo tanto ya de entrada el autor está haciendo una
analogía poética con el nombre de este capítulo, un juego de palabras ingenioso.

Cada 52 años las culturas mesoamericanas llevaban a cabo una importante ceremonia, conocida
como “del fuego nuevo”, en el caso de los mexicas. En dicha ceremonia se celebraba un cambio de
ciclo, era el equivalente conceptual de lo que en la actualidad representa un siglo.

Este capítulo comienza con la introducción de lo que era el ambiente bélico de los mexicas, y de la
que sería la única derrota reconocida por los propios mexicas; se dice que es la única puesto que
no existe algún otro registro de una derrota en sus códices.

Ya durante el reinado de Axayacatl los mexicas impusieron su visión conquistadora a los pueblos
cercanos, teniendo un primer encuentro bélico con Tlatelolco, cuyo resultado, a favor de los
mexicas, fue la incorporación total de Tlatelolco a los dominios Aztecas.

Sin embargo, las victorias mexicas encontrarían una pared al encontrarse con los Tarascos. Según
la versión de Tezozomoc, los mexicas había conseguido que los Tarascos se replegaran en Charo,
dónde para su infortunio se encontraron con una contraofensiva de miles de guerreros. Según la
propia historia mexica los tarascos los superaban por más de 16,000 hombres, sin embargo está
cifra no ha podido comprobarse, lo que si es cierto es que derrotaron al ejército de Axayacatl.

En el libro se expresa incluso un viejo cantar en el que se alude a dicha derrota, aparentemente
traumática y que pesó ondamente en el orgullo Azteca. Tanto así que el cantar pareciese incluso
una excusa, una manera de justificar su pérdida. Además de un intento por consolar al rey
Axayacatl y al señor de Tlacaelel.

Axacayatl, fue sucedido por Tizoc, su hermano menor, pero su reinado duró poco tiempo, pues a
los 4 o 5 años murió. Durán en su Historia explica la muerte de Tizoc: “viéndolo los de su corte tan
para poco, ni deseoso de engrandecer y ensanchar la gloria mexicana, creen que le ayudaron con
algún bocado, de lo cual murió muy mozo y de poca edad”.

No es difícil interpretar dicha descripción de lo sucedido como un envenenamiento. Lo cual vuelve


a la cultura mexica y a sus regentes aún más pretensiosos, pues al parecer si un mandatario no
cumplía con las expectativas de la corte, de le desvanecía de la pirámide jerárquica.

Así pues, habiendo desaparecido del camino Tizoc en 1486 asciende al trono Ahuízotl, el hermano
menor de Axacayatl y Tizoc. Fue este quien brindó del esplendor anhelado por su corte a la ciudad
mexica, pues no solo concluyó con la edificación de dos templos, uno en honor a Huitzilopochtli y
otro a Tláloc y embelleció México-Tenochtitlan, sino que con sus victorias militares extendió el
poderío e influencia de su reinado hasta la provincia de Guatemala.

Todo iba muy bien hasta que su ambición lo llevó a querer traer agua de Coyoacán para poder
dotar de este preciado bien a su población, y a la vez poder regular el nivel del lago, pues eran
constantes las crecidas. La planificación no fue la óptima y dicho intento terminó por ser contra
producente, pues provocó no solo la inundación de la ciudad, sino que también produjo la muerte
de Ahuízotl pues según se dice, durante la evacuación de su palacio debido a la inundación, se
golpeó en la cabeza con el marco de la puerta al salir de su aposento, golpe que lo conduciría a los
umbrales del inframundo en 1502.

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