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Este poema habla sobre una apasionada noche que un hombre pasó con una bella prostituta.
Hace referencias utilizando la metáfora, y también utilizando el lenguaje retórico, es decir,
es una forma elegante de referirse a lo que quiere decir en cada una de sus líneas de un
forma implícita. Es abordado en los comienzos de la civilización occidental, en el siglo XX,
pues alude también a términos religiosos así como a personajes de la misma índole. En ese
tiempo era muy polémico hablar sobre las prostitutas y lo religioso, no en conjunto, pero sí
se hablaba sobre ello.
Aquí se observa cómo es que le ofrece dinero a cambio de ir al otro Mundo, que es un tanto
ambigua la expresión, podemos tomarlo de varios significados. Y por otro lado está la
autonomía de cada estrofa. Cada una de ellas trata de exponer que se trata de otra idea pero
no, sigue siendo de la misma idea central del poema. De alguna forma se concibe la idea. Y
por último, está lo subjetivo, que si bien sabemos, se trata de emitir juicios con sentimiento,
es decir, el autor de dicho poema trató en un momento de transmitir el sentimiento del
personaje principal y en este caso sería cuando describe a la mujer, la describe con mucha
ternura y ahí está emitiendo dicho juicio.
En síntesis, la estructura del poema es así: está conformado por seis estrofas que
desembocan a tener cuatro octetos, un septeto y un catorceno. No está conformado por
rimas, cada verso está independiente por lo que se deduce a decir que se trata de un poema
libre. Cabe destacar, que en ese tiempo –siglo XX- era muy común este tipo de poemas.
Hermenéutica:
Este es un poema un tanto complejo como para entender a la primera leída y por ello, es
que se necesita revisarlo con detenimiento para así hacer un análisis hermenéutico, es
decir, interpretar un texto sagrado, filosófico y/o artístico.
QUEDESHÍM QUEDESHÓT
Tuvo mala suerte al involucrarse, en este caso lo expresa como acostarse en términos
sexuales, con fenicias, es decir, mujeres ardorosas de la Antigüedad. Hace referencia a que
se arrepiente de haberse acostado con una de ellas en la bella Cádiz (ciudad de España),
pero se percató de ello cuando por fin se le bajó su resaca cuando iba en el puerto del
Mediterráneo, pues este le empezó a “exigir” más y más resaca, es decir, a medida que iba
avanzando, iba recordando y comprendiendo lo sucedido y a partir de ahí, deducir que
hizo mal. Es un tanto redundante que mencione que estaba remando hacia atrás del
Mediterráneo, pues nadie puede hacer esto en ese tiempo que era narrada la anécdota.
Retomando la misma idea, que menciona que remando hacia atrás llegó casi exhausto al
“siglo doce”, y ahí todo era blanco, las aves, el océano, el amanecer era blanco. Aquí se
puede interpretar que entró a su pensamiento, donde es un tanto agotador como cálido,
pues hace referencia a una temática blanca. Todo es blanco porque le provoca sobriedad.
Para aclarar, templo se refiere a un lugar sagrado (lugar real o imaginario donde se
considera que reside algo noble, digno de ser venerado, o donde se cultiva con especial
devoción una ciencia, un arte o una virtud).
En esta segunda estrofa, la dama le comentó que ella pertenece al templo, pero
también, ella es templo, en ella se encuentra un sinfín de aspectos a ser venerado. Su
cuerpo es templo, algo que es puro, noble y algo de ser venerado. Él replicó
orgullosamente que no hay puta que diga esas palabras con son de complacencia a lo que
él ofrece cincuenta dólares por ir al otro Mundo. Aquí alude a que le está ofreciendo
dinero por sus servicios, en este caso de forma retórica, es decir, hacerla sentir placer. A
esto se le puede considerar como ir al otro mundo, pues está experimentando cosas desde
su interior “templo”. O bien, puede estar refiriéndose a la muerte por cincuenta dólares.
Éste pequeño diálogo es un tanto arrogante el posicionamiento del hombre, pues le recalca
“50 o nada”, pues está en la postura de “y si quieres” y por ende, es un tanto denigrante
hacia a la prostituta y cabe mencionar que, en líneas anteriores, la denominó “puta”.
Cuando dijo que recordara, volteó a verlo con sus grandes ojos llorosos de color turquesa.
La dama se dispuso a bailar un rito completo en la alfombra, a lo que puso un disco de
Babilonia. Y se abalanzó a la cama o como dice entre líneas, el catre que sonaba o
rechinaba al son de su baile por el ritmo de la música. Estaban teniendo sexo. Y de
repente aparecieron palomas. Se deduce que hacen referencia al clímax o éxtasis que sintió
él al llegar al otro Mundo, es decir, un orgasmo. (Es donde hace referencia, también, de
elementos mitológicos y antiguos a elementos contemporáneos: el catre, el disco)
De tanto pensar en ella de una forma tierna entró en un estado de introspección sobre lo
que estaba sintiendo le repercutió en su sentir en ese momento a lo que sintió “hombría”, a
su vez lujuria y algo en el escroto a lo que se dispuso a violarla en su éxtasis, dejando de
lado la alabanza hacia a ella, ya no la consideraba templo, sino un prostíbulo. Comenzó a
tocarla con violencia pero ella, un tanto, correspondiendo a esto. Se vieron satisfechos a
esto y como comenzaron, terminaron. Una llama repentina que se levanta del fuego y se
apaga pronto. Y por último resalta “si la imaginación de la imaginación alcanza”. Si es
que logra ser imaginado dicho acontecimiento.
Por último, al referirse con personaja, alude al templo, a lo despectivo en este caso. De
haberla recordado de una forma tierna y singular, terminó como de odio y
arrepentimiento.
Conclusión
El poema trata de un hombre al borde de la muerte que está confesando su pecado, pasó
una noche de pasión con una prostituta con el objetivo de “planear” su muerte.
Ella fue metida a la prostitución desde sus 15 años en los puertos del
Mediterráneo – se alude a lo mencionado a la primera estrofa- y él acabará detestándola
(por ello alude a la palabra “personaja”).
Sin embargo, refleja que la alaba como si fuera templo, pues la describe con tanta
ternura, con afecto a ese recuerdo.
Al final de cuentas, esta mujer traía consigo algún padecimiento mortal que
estaba al borde de la muerte y por ende, él se dispuso a involucrarse con ella. El hombre
se encontraba confesándose porque, tal vez, ya estaba en las últimas. Ya era hora de partir
pero no sin antes confesar lo satisfactorio y culpable que se sintió aquella vez.