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Zonas de alteridad

Inmersión en la sombra
Mauricio Molina

Así que hay que hablar de los raros. La lechuza ciega, considerada como una de los (el Infierno de Dante no está lejos) de-
Debemos al escritor iraní Sadeq Heda- las obras cumbres de la literatura iraní, y jando fuera cualquier posibilidad de inter-
yat (Teherán, 1903-París, 1951) algunos que dio a la imprenta en Bombay, lejos de pretación unívoca o directa. La novela ex-
milagros imprescindibles: una introduc- su país. No sería sino hasta 1950 cuando se plora todos los matices de la oscuridad y
ción del Rubaiyat, del clásico persa Omar publicó la traducción de Robert Lescot en de la noche, y no es improbable que relate
Khayyám, esa colección de poemas del si- París; la obra sería entonces aclamada por la inmersión de un hombre en su propia
glo XI que combinan diestramente el vino André Breton como una obra enraizada en sombra. Ese simbolismo barroco y aljamia-
y el erotismo; El enterrado vivo, una vuelta el espíritu surrealista. do (esa palabra lezamiana para el arabesco)
de tuerca a E. A. Poe; el ensayo El mensaje La relación entre la India y los iraníes contribuye a darle una originalidad irre-
de Kafka y, sobre todo, la espléndida nove- es profunda y debe observarse desde un pun- vocable, ajena a los vanguardismos de la
la La lechuza ciega. to de vista cultural y mitológico. Dado que época, con toques ligeramente anticuados,
Hedayat pertenece a la estirpe de los es- forman parte del universo indoeuropeo y lo que ayuda a enrarecer aún más la mate-
critores que navegan en la otra orilla de sus no del semítico, las influencias hindúes per- ria narrativa.
tradiciones, lejos de los cánones literarios mean el imaginario persa. Su vasta mitolo- El salto de tiempos es imprescindible
de su espacio y tiempo, en un lugar vacío gía se encuentra en daneses o griegos, en para entender el relato. Dividida en dos
(como quería Blanchot) donde impera la celtas o galeses. Confirman aquello que An- partes, La lechuza ciega es una novela muy
libertad de creación y rondan el silencio y tonio Alatorre afirmó en el sentido de que extraña a los cánones editoriales y mercan-
la locura. Se trata de un escritor visionario, iraníes, búlgaros, rusos, alemanes, hablá- tiles. En una época —los cincuenta— en
pleno de vislumbres, logros y atisbos. bamos indoeuropeo, y en este sentido, la que lo experimental se daba en la masa lin-
Nacido en el seno de una familia culta, narración de Hedayat nos presenta un orbe güística, aquí nos encontramos con una dis-
muy joven entabló contacto con la litera- perfectamente cercano, muy cercano a ese torsión del tiempo narrativo. La primera
tura occidental gracias a su educación fran- mestizaje entre lo pagano y lo sagrado que parte ocurre en un presente dudoso y la se-
cesa y a sus viajes por Europa. Hedayat se no es solo de nuestro continente. Definirse gunda parte se sumerge en un pasado re-
adentró en la obra de autores (hay que men- como persa hoy es distinto que definirse co- moto. Pero los hechos se repiten. Ahí está
cionar unos cuantos) como Rilke, Poe, Mau- mo iraní. El muro que los divide es el Corán. la veta hinduista o budista del relato. Ava-
passant, Chéjov y Kafka, estos dos últimos Pero un pintor asaltado por las pesadi- tares de un hecho trágico, los personajes se
traducidos por él. llas del opio. Su carácter onírico permite a repiten. Lo interesante es que lo hacen des-
Sus críticas a los poderes fácticos de su la narración moverse entre diversas líneas de el presente hacia el pasado. Hedayat hace
país —la monarquía y el clero— le valie- temporales, en un ambiente donde impe- hincapié en esto, y ahí se deslinda del mis-
ron un paulatino alejamiento de la reali- ran la imaginería hinduista y budista, y la ticismo de las repeticiones o de las reen-
dad, que lo llevaron a una suerte de locura. ardua concentración de lo sagrado y lo se- carnaciones. Como para Nietzsche, es el
Como Kafka, del que Hedayat es herma- xual, acaso proveniente del sufismo. presente lo que cuenta: el pasado y el futu-
no, fue testigo de la burocracia y fue testi- La metamorfosis de una mujer despe- ro solo existen hoy. Su rebelión es mística
go de las arbitrariedades del mundo de los dazada, de un rostro que se convierte en y literaria. Por eso su relato culmina en el
archivos, las cuentas, los expedientes. Como una sombra en la pared y esta en una le- pasado. Parece decirnos que lo que hace-
el autor de La metamorfosis, Hedayat perci- chuza son los motivos principales que re- mos hoy resuena no solo en el futuro, co-
bió el monstruo idiota que se ocultaba detrás corren la novela con extraña precisión frac- mo querían griegos y vikingos, sino tam-
de esos papeles, en el sentido literal y tea- tal. Un orbe de coincidencias y repeticiones bién en el pasado.
tral: los estados sordomudos pero siempre contribuyen a dar al relato una atmósfera Se trata sobre todo de una expresión de
dotados de un ojo terrible para la acusación. numinosa de una rareza incomparable. De un sueño, donde todo es drama porque en
En los años treinta Hedayat viajó a la una manera profunda y radical, la novela sueños siempre nos encontramos in media
India, lugar donde terminó la escritura de se interna en la selva salvaje de los símbo- res: en suspenso. No sabemos cómo llega-

RESEÑAS Y NOTAS | 103


Sadeq Hedayat

mos ahí ni cómo vamos a salir. El logro de concibe al hombre como una dualidad y al que vaga en harapos entre la realidad y la
Hedayat es conseguir una suerte de explo- mundo como un orden dividido en tres imaginación.
ración de lo onírico mediante una prosa reinos: el de la realidad concreta, un reino Los elementos gnósticos son también
prístina y perfectamente afinada. Por eso intermedio y crepuscular, y finalmente un muy patentes. Procedente de una tradición
los surrealistas lo aplaudieron tanto. Nin- reino absolutamente inaccesible y espiri- religiosa y cultural siempre crítica, es posible
guna obra surrealista había logrado el bu- tual. La dualidad del hombre se expresa en que Hedayat conociera la veta gnóstica de
ceo profundo y angustioso por los laberin- su alma terrenal y en su pareja, la Daena o las tradiciones del islam y del cristianismo.
tos de la pesadilla —ese género aparte diría alma gemela que habita en el reino inter- Es la idea de que el mundo fue creado por
Borges en sus Siete noches— del sueño. Tam- medio. Durante el rito de iniciación isma- un dios impostor, por el falso dios de los pro-
bién se trata de una novela sobre la vida elita el escogido se ayunta con su Daena, fetas y redactores de todos los libros sagra-
después de la muerte, a la manera de Pedro su opuesto femenino, para conformar un dos. Es la misma sensación que tuvieron
Páramo, o de esa otra obra maestra, muy ser único, el andrógino platónico (largas Kafka y Beckett. Si la literatura es nuestra
distante culturalmente, pero sin duda afín, serían las discusiones para discutir la in- forma de religión, es preciso comprender-
My Life in The Bush of Ghosts, del narrador fluencia de Platón en todas las filosofías la como una forma de acceder a lo sagrado
nigeriano Amos Tutuola (del que nos en- orientales). Este reino intermedio es de por otras formas. El sacrificio, el crimen, la
cargaremos en una próxima entrega), don- fundamental importancia ya que, según el muerte, el nacimiento, no son eventos lite-
de se nos presenta lo que sucede al otro lado ismaelismo, el iniciado debía acceder a una rales nunca. Ahí donde impera la metáfo-
de la vida. experiencia extática para conocer a su Daena ra y la imaginación nace la gran literatura.
Es más que posible que el autor de La y despertar a la conciencia en una especie Desde su publicación en Bombay, cuan-
lechuza ciega haya conocido algunas ideas de nuevo nacimiento, puesto que había do fue impresa en una edición muy limita-
del sufismo y del ismaelismo y compartie- accedido a un ámbito sagrado. da para evitar a la censura, hasta el día de
ra algunas de sus creencias. Aquí me mue- Desde esta perspectiva no resulta ex- hoy, La lechuza ciega sigue prohibida en su
vo en el territorio de la hipótesis. Destaca- traño que la mujer de La lechuza ciega sea país y en su lengua.
ría sobre todo una de ellas: la existencia de sufista, la prototípica Daena del ismaelis- Sadeq Hedayat se suicidó el 4 de abril
tres mundos, uno puramente espiritual, otro mo: el alma gemela que habita el mundo de 1951 en un pequeño departamento de
intermedio y el mundo real. intermedio entre el espíritu puro y la reali- París, clausurando puertas y ventanas para
El islamista francés Henry Corbin, en dad más literal. Es la Sophia del gnosticis- asfixiarse con gas.
su hermoso libro L’Homme et Son Ange nos mo y de los textos herméticos occidenta- Su obra siempre espera renovados lec-
ofrece una visión del ismaelismo donde se les: un ser desprendido de la Plenitud tores.

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