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FILO SO FÍA DE N IG R IN O
ris, 1938, pág. 122), Luciano ataca siem p re sin piedad. E'n cuanto
a la severa critica que éste hace de Rom a, ciu dad co rru p ta en
oposición a la v irtu o sa Atenas (cf. A. P k r e t t i , Luciano, un in tei-
let tuale greco contro R oma, Florencia, 1946), J. B o m p a i r e (L u d e n
écrivain: im itation et création, P aris, 1958, págs. 303 y sigs.) ve
en ello tópicos literario s y o p ortu nism o s de sofista.
P ara Schw artz, la o bra es a n te rio r a 157, año en que Luciano
ya se hallab a instalad o en Atenas, y se sitúa, con Acerca del ám -
bar o los cisnes, en los com ienzos m ism os de la prod u cción lite-
ra ria del au to r.
Una c arta de rem isió n de la o b ra fig ura al fren te de ésta.
Ello es in só lito en Luciano. E m pieza con la fórm ula platónica o
epicúrea del eû p ráttein («mis m ejo res deseos») y, m o destam ente,
se excusa de no escrib ir u n tra ta d o m ás de filosofía p a ra la bi-
b lioteca de N igrino, lim itánd ose a re fle ja r sus em ociones m ás
p ro fu nd as tras la e ntrev ista con éste. Los once p rim eros capí-
tulos de la o b ra p ro p iam en te dicha son una larguísim a introd uc-
ción al tem a fun dam en tal, que se inicia en el capítu lo doce y se
extiende h asta el penúltim o.
Es tam bién de a rd u a solución e] pro blem a de la relación del
Nigrino con o tras o bras del corpus lucianesco. Lo que parece
evidente es que fue escrito antes del «período menipeo» de su
actividad literaria.
A n u estro enten der, sin em bargo, se adv ierte ya en e sta obra
el leit-m otiv lucianesco y sem ita de la crítica de la h u m ana locu-
ra, las am biciones, el orgullo, la co rrup ción de las co stum bres,
lo que, en pu ridad , puede afirm arse que e stá en la m ejo r línea
satírica y m enipea del escrito r sam osatense. Ante esta realidad
innegable, ta n to la p erson alidad de Nigrino com o la preten did a
conversión del esc rito r p asan a u n segundo plano y q uedan rele-
gados al capítulo de la ficción lite ra ria, hilo con du cto r del sen-
tido p ro fu nd o de esta ob ra, que p a ra n o so tro s es el an teriorm en te
apuntado. Abundan, p o r lo dem ás, los palm etazos co ntra los
filósofos h istrio nes y p arásito s (cap ítu los 24 y 25), com o en el
resto de la o b ra lucianesca.
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prueban por vez prim era: siendo por naturaleza más ar-
dientes que nosotros, al tom ar una bebida tan fuerte de-
liran al punto y pierden doblem ente el juicio por el vino
puro. Ahí tienes la razón de que yo ande poseído y ebrio
por sus doctrinas.
—En realidad, esto no es embriaguez, sino sobriedad
y templanza. También yo querría, si fuera posible, escu-
char tales doctrinas, pues no es lícito en modo alguno
m ostrarse mezquino en esta m ateria, sobre todo si es un
amigo y comparte idénticos intereses quien desea oírlas.
—Confía en mí, buen amigo: como dice Homero,
«instigas a quien ya se apresura» 12 y, de no haberte tú
adelantado, yo mismo te habría instado a escuchar mi
relato, pues deseo presentarte ante la sociedad como tes-
tigo de que mi locura no carece de razón. Por lo demás,
es dulce para mí recordar sus pensam ientos con frecuen-
cia, y ya he hecho de ello un a práctica, toda vez que
—incluso sin haber nadie presente— repito sus palabras
para mí mismo dos o tres veces al día.
Al igual que los amantes, en ausencia de sus favori-
tos, suelen evocar algunos gestos o palabras suyas, y pla-
ticando con ellos burlan su m al de amor, cual si estuvie-
ran a su lado sus amados —algunos hasta creen charlar
con ellos, gozan con lo que tiempo atrás oyeron como si
se hubiera dicho en aquel m om ento y, vinculando su
alma al recuerdo del pasado, no tienen tiempo de afli-
girse por el presente inmediato—, del mismo modo yo,
aun en ausencia de la Filosofía, al reunir las palabras
que entonces escuché y evocarlas en mi interior, logro no
pequeño consuelo. En resum en, cual si anduviera a la
deriva en el m ar durante la oscuridad de la noche, pongo
mi mirada en ese hombre como en un faro, imaginando
que él presencia todos mis actos, cual si le oyera rep etir-
12 llíada V III 293. R esp u esta de Teucro a Agam enón. Cf., asi-
mism o, Odisea XXIV 487.
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11 É u p o l i s , f r . 94 K o c k , r e f i r i é n d o s e a P e ric le s .
FILOSOFÍA DE iNIGRINO 117
17 Odisea X I 93 ss.
11 Ilíada X I 163 ss.
FILOSOFÍA DE N IG R IN O 121
19 Odisea X II 47 ss.
20 E sta función la cum plía el esclavo llam ad o nom enclátor,
capaz de re c o rd a r los nom b res de to do s los ciudadan os, y que
acom pañaba a su señ or en sus reco rrido s p o r la urbe.
122 OBRAS
21 Sobre las hum illaciones de los clientes ante sus patron es,
cf. S é n e c a (De la brevedad de la vida XIV), J u v e n a l (Sátira V),
etcétera. El tem a es obsesivo en L u c ia n o (El sueño o E l gallo,
Sobre los que están a sueldo, etc.).
FILOSOFÍA DE N IGR IN O 123
27 Odisea X I 333 ss. Los feacios rep resen tan al pueblo aislado
e ingenuo, ávido de los m arav illosos relato s de Ulises.
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