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Frank Gehry: Gehry considera que la arquitectura es Arte y que, una vez

acabado, un edificio debe ser considerado una obra de arte. Pese a ello, mantiene
los pies en el suelo con diseños funcionales que se integran en el entorno.

[Frank Gehry es un gran arquitecto de nuestra época. Es reconocido por obras


como El museo Guggenheim de Bilbao o la Filarmónica de Disney en Los
Ángeles. Para este gran arquitecto, los arquitectos deben ser ellos mismos y
buscar su propio camino en su arte, y de esta manera se darán cuenta que son
expertos en su trabajo, y que nadie más puede llegar a entenderlo como ellos
mismos.

Con esta frase deja clara su postura frente a la arquitectura y el arte. Dice que la
arquitectura es algo intrínseco e innato, así como lo es el arte. Esto es evidente en
su obra, pues este personaje se inspira en elementos cotidianos o en bocetos
personales, los cuales los transforma en arte, para después volverlos magníficos
edificios.

Los edificios de Frank Gehry tienen como componente principal la forma, y la


resolución técnica del edificio se subordina a esta. El resultado final es una
escultura habitable a escala urbana.

La razón por la cual utiliza formas, materiales y estilos poco convencionales es


con el propósito de hacer de la arquitectura el arte de la ciudad. Es una manera de
reemplazar la decoración y de darle pasión y sentimiento a los edificios. Le da un
valor estético al edificio en sí, sin necesidad de ornamentarlo.

Tadao Ando: "Construyo para el bienestar del alma"

Belleza estructura: Imposible dotarlos de un mobiliario que de inmediato no


adquiera un carácter provisional. Se lo digo. Me dice: "Construyo no sólo para la
confortabilidad del cuerpo, sino, sobre todo, para la confortabilidad del espíritu". La
belleza estructural de sus casas traduce el imperio de la congelación cúbica; aptas
para ser transitadas sin pasar la noche en ellas. Las ideas de Tadao Ando remiten
al alma escueta. No es extraño, por tanto, que su fama haya crecido unida a parte
de la filosofía o a poetas zen, y que, finalmente, fuera el responsable del Templo
del Agua de Honpukuji, cuyos fieles, de la secta shingon, son constreñidos a
celebrar sus rezos bajo un lago artificial de flores de loto, invirtiendo así el sentido
del acceso, bajando y no ascendiendo, como lo hacían toda su vida.

Norman Foster: Mi definición de arquitectura es más amplia: Se trata de cómo


mejorar la calidad de vida para aquellos que no tienen saneamiento, agua limpia,
energía para calentar, fuego para cocinar (...). La mayoría de los arquitectos no
diría que eso es la arquitectura, pero, entonces, ¿a quién le corresponde
preocuparse al respecto? Así que es un espectro muy amplio que va hacia la
esencia misma de la arquitectura, que es cómo abordar el problema de los
tugurios, que constituyen el 14 % de la humanidad. Esta es una definición más
bien laberíntica, no una precisa, si se quiere”.

Alejandro Aravena:

ARTE Y CIENCIA UNIFICADOS

“Hay que pensar, además, que era Chile en los ochenta, mitad de la dictadura, la
oferta educacional no era demasiado grande y era casi por descarte”, rememora y
explica que si no se escogía una ingeniería, medicina, periodismo o psicología, “la
única cosa que había que juntara arte y ciencia era la arquitectura”.

Sin precedentes en su familia y “sin saber en realidad de qué se trataba” comenzó


a estudiar en la universidad, donde “no necesariamente te enseñan el poder de la
arquitectura para transformar la sociedad”.

“Fue algo de un potencial del que nos dimos cuenta casi por vergüenza propia, así
como existe la vergüenza ajena; a mí me pasó siendo invitado el año 2000 (diez
años después de haberme titulado arquitecto) a dar clases en Harvard”.

Cuando Aravena llegó a la famosa universidad, reparó que estaba “rodeado de


premios Pritzker” y de inmediato pensó que él no podía ofrecer algo que el resto
no supiera ya.

“En ese momento me di cuenta de que venía de un país donde el 60% de lo que
se construye ocupa algún tipo de subsidio y yo no tenía ni idea de lo que era un
subsidio”, continúa.

Y fue con “ese nivel de vergüenza propia” que empezó “a usar rigurosamente” su
“propia ignorancia” para trabajar en temas que en ese momento le parecieron
“relevantes”.

“Sin siquiera saber si se iba a poder hacer alguna contribución, pero estaba claro
que la pregunta importaba. No sabía todavía si el conocimiento arquitectónico que
yo tenía podía contribuir a esa pregunta, pero lo único claro era que la pregunta
importaba”, reflexiona.

Oscar Niemeyer: "combinan la escultura, la funcionalidad y la ciencia con el


arte".

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