Está en la página 1de 13

Instituto No Gubernamental Pompilio Ortega

Asignación
Lengua y Literatura

Maestra
Nury Castillo

Alumna
Andrea Michel Melgar Reina

Grado
Undécimo

Informe sobre La Literatura Hondureña

30 de junio del 2020


Villanueva, Cortés
Introducción
La literatura hondureña

Desde que el hombre existe ha sentido la necesidad de comunicarse, de expresar sus

sentimientos, de cultivar su imaginación y lo ha hecho por medio de un don que lo

diferencia del resto de los seres vivos: la palabra, esta se puede utilizar de distintas

maneras:

 unas veces lo principal es transmitir ideas claras y exactas;

 otras se pretende crear belleza, impresionar al receptor a través de un mensaje

elaborado especialmente con tal finalidad.

Esto es el lenguaje literario, la forma de expresión propia de la literatura.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se destacan escritores que

fomentaron la literatura hondureña, sobresaliendo y quedando en la historia sus notables

obras.
La literatura hondureña

Al referirse al término literatura, se puede hacer desde diferentes perspectivas. Esto se

debe a que es una palabra cuyo sentido varía según el contexto donde se aplique.

En términos generales se entiende por literatura un tipo de expresión artística que hace

uso de la palabra, tanto escrita como oral, para transmitir una serie de sentimientos,

descripciones y conocimientos diversos. El origen del término deriva del latín littera,

que significa ‘letra’.

La literatura forma parte de las expresiones culturales de un determinado periodo,

región, país, idioma, contexto, así como, también puede referirse a un conjunto de obras

que tratan sobre un tema o área determinada.

En Honduras se cuenta con poetas, novelistas y narradores de notable calidad en

diferentes períodos de la historia de este país centroamericano.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, destacan escritores como Froylán

Turcios y el poeta modernista, Juan Ramón Molina. Lucila Gamero (1873-1964) es la

novelista más relevante del romanticismo en Honduras. En tanto que, Prisión Verde, de

Ramón Amaya Amador, es la novela por excelencia con la que se inaugura la literatura

del realismo social dentro del país. Los poetas Óscar Acosta, Roberto Sosa, Rigoberto

Paredes, José Adán Castelar, Alexis Ramírez y José Luis Quesada, junto a narradores

como Julio Escoto, Eduardo Bähr - libro de cuentos, El cuento de la guerra - y Ernesto

Bondy Reyes - "La mujer fea y el restaurador" - entre otros y también están los

escritores que abren nuevas perspectivas -literaria y generacionales- en el modo de

hacer y enfrentar el hecho literario nacional a partir de los años 60, 70 y la actualidad.
Es de resaltar a Helen Umaña que es una de las pocas escritoras hondureñas que ha

enfocado su labor literaria hacia el ensayo y la crítica literaria, aparte de la

historiadora Leticia de Oyuela, quien ha escrito ensayos sobre pintura y ha publicado

diferentes libros sobre la historia de Honduras.

En la literatura hondureña del presente se puede hablar de escritores que incursionan

tanto en la poesía como en la narrativa, Marta Susana Prieto (Melodía de

Silencios) cuento, (Animalario) novela histórica (Memoria de las Sombras) ésta

última merecedora de una distinción de Casa de las Américas de Cuba. Entre otros

autores César Lazo, Glenn Lardizábal Navarro (Tentando el Vació y La Voz en Off)

Felipe Rivera Burgos, Efraín López Nieto, Jorge Miralda, Elisa Logan, Rebeca Becerra,

Rubén Izaguirre, Mario Berríos, Alberto Destephen, Débora Ramos, Aleyda Romero,

Dorita Zapata Soledad Altamirano, Samuel Trigueros, Israel Serrano, Fabricio Estrada,

Heber Soto, Salvador Madrid, David Fortín, Melissa Merlo, Oscar Sierra, Gustavo

Campos, Giovanni Rodríguez, Marvin Andino Jiménez, Otoniel Natarén, entre otros,

y quienes además de su producción individual, figuran en importantes antologías

hondureñas y extranjeras.

Importantes escritores Hondureños

Lucila Gamero de Medina

Es una de las primeras mujeres escritoras hondureñas que alcanzan a producir una obra

literaria, sólida y vanguardista, para la sociedad y las mujeres de su tiempo, en el género

de novela.

El crítico y escritor Luis Mariñas Otero la llamó «la gran dama de las letras

hondureñas».
Perteneció a diversas asociaciones culturales tanto en Honduras como en otros países.

La Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) le otorgó, por suficiencia, el

título de médico.

Desde joven se dedica a escribir. Su primera novela fue Amalia Montiel, 1895, que

publica por capítulos en el semanal El Pensamiento, que dirigía en Tegucigalpa, Froylan

Turcios, el primer medio literario en dar espacio a las mujeres.

Lucila mantenía correspondencia con Turcios y con una hermana de éste, Rafaela, a

quien parecía unir una gran amistad. Gamero también tiene el honor de publicar la

primera novela del país, Adriana y Margarita, 1897, de un total de siete novelas y un

libro de cuentos.

No obstante a su persistencia y capacidad, en la publicación de Froylán Turcios,

Gamero aparece como una simple colaboradora y no se hace mención de sus novelas ni

crítica literaria alguna. Era una actitud mezquina en la que, sin duda, tenía que ver el

hecho de que ella fuera mujer.

Su visión feminista y avanzada la convirtieron en una mujer incomprendida, y también

tuvo que lidiar con la insatisfacción de su género. Ella quería ir a estudiar

a Guatemala junto a su hermano, pues tenía vocación de doctora, pero tuvo que

conformarse con ejercer empíricamente lo que leía en los libros.

El 2 de febrero de 1946 junto a un grupo de sufragistas organizaron la sociedad

femenina panamericana y el 5 de marzo de 1947 organizaron el comité femenino

hondureño, afiliado a la Comisión Interamericana de Mujeres con el objetivo de obtener

derechos políticos para las mujeres y luchó por el derecho de las mujeres al voto o

sufragio, hecho que pudo ver materializado en 1957.


Además publicó la revista "Mujer Americana", el tercer diario feminista del país,

después del diario Navasde Atlántida y el diario Atenea de Cristina Hernández de

Gómez impreso en el Progreso desde 1944.

La novela Blanca Olmedo es una de las más conocidas en Honduras, se le reconoce no

por su mérito literario, sino por lo que tiene de crítica social. Blanca Olmedo, una

novela romántica escrita a principios del siglo XX, resulta ya anacrónica para su época,

porque el período cultural del romanticismo ya se consideraba superado para ese

tiempo.

En Blanca Olmedo los protagonistas gozan de una exquisita educación que les permite

usar siempre un lenguaje refinado. En las tertulias a las que asisten estos personajes se

ejecutan piezas musicales famosas en Europa. El lugar de la acción aparece como una

ciudad indeterminada en algún país del continente americano. Es hasta la última página

del libro que nos damos cuenta que la acción se desarrolla en la ciudad de Danlí,

Honduras, de dónde también es originaria la autora, Lucila Gamero de Medina.

Su abundante producción literaria ocupa el período tardío del romanticismo de la novela

hispanoamericana; el amor y la familia, son los grandes temas que ocupan la mayor

parte de sus argumentos narrativos. Su novela más divulgada es Blanca Olmedo.

Es la primera de las novelas hondureñas que realmente merecen ese nombre. A más de

un siglo de haber sido escrita, gracias a la acertada distribución de los elementos

narrativos, la pulcritud del estilo y a señalamientos ideológicos que rompen el mortal

silencio respecto de cuestiones de conciencia, la obra posee vitalidad en los mensajes

que se formulan en confrontación directa con la realidad.

Obras principales

Lucila Gamero de Medina escribió, entre otras, las siguientes novelas:


 Amelia Montiel (1892)

 Adriana y Margarita (1893)

 Páginas del Corazón (1897)

 Blanca Olmedo (1908)

 Betina (1941)

 Aída, novela regional (1948)

 Amor Exótico (1954)

 La Secretaria (1954)

 El Dolor de Amar (1955)

Clementina Suárez

Poeta hondureña reconocida nacional e internacionalmente por su carácter fundacional

considerada "matriarca de la poesía hondureña”, promotora de la cultura y el arte de

Honduras y Centroamérica.

En "un hecho notable en la Honduras de las primeras décadas del siglo XX" Clementina

Suárez, después del fallecimiento de su padre, dejó la casa familiar en 1923, a los

veintiún años. Se trasladó a más de 600 kilómetros de su pueblo natal, a Olanchito,

departamento de Yoro; luego, al puerto de Trujillo. Después se trasladó a Tegucigalpa,

donde se ganó la vida trabajando como dependienta de tienda.

En 1930, viajó a México, si me gusta meca de los intelectuales de la época, de

Centroamérica y otras regiones del mundo, debido al auspicio que recibían las artes y

las auspicio. Para ello, según anécdotas, reunió dinero trabajando como mesera en el

icónico restaurante de Tegucigalpa Jardín de Italia , ya desaparecido. Esa visita la

inspiró para escribir su primer poemario, Corazón sangrante, publicado en Tegucigalpa


en 1930. A raíz de este primer libro comenzó a dar recitales de poesía en Tegucigalpa.

Su biógrafa Janet Gold describe así este período: "Empezó entonces a viajar por toda

Centroamérica, dándose a conocer y participando en la vida cultural de Panamá, Costa

Rica, El Salvador y Guatemala". Volvió a México, donde publicó, en 1931, tres

poemarios: Iniciales, en coautoría con Lamberto Alarcón y Emilio Cisneros, ambos

poetas mexicanos, y Martín Paz, poeta hondureño residente en México; Los templos de

fuego y De mis sábados el último.

El crítico Salinas Paguada (1991) escribe: "Clementina Suárez se convierte en una

viajera incansable en busca de nuevos derroteros y experiencias culturales. Sale

nuevamente del país para residir en Nueva York y Cuba, donde publica su libro Veleros,

con el cual inicia un nuevo estilo en su producción poética. De regreso a Centroamérica

se instala en Costa Rica. Aquí edita Engranajes, y en 1957, residiendo en El Salvador, el

Ministerio de Cultura le publica Creciendo con la hierba".

Obras publicadas

 Corazón sangrante. Tegucigalpa: Tipografía Nacional, 1930.

 Iniciales. México: Libros Mexicanos, 1931.

 De mis sábados el último. México: Libros Mexicanos, 1931.

 Los templos de fuego. México: Libros Mexicanos, 1931.

 Engranajes. San José, Costa Rica: Borrasé, 1935.

 Veleros. La Habana: Editorial Hermes, 1937.

 De la desilusión a la esperanza. Tegucigalpa: Tipografía Nacional, 1944.

 Creciendo con la hierba. San Salvador: Ministerio de Cultura, 1957.

 Canto a la encontrada patria y su héroe. Tegucigalpa: s.e., 1958.


 El poeta y sus señales. Tegucigalpa: Universidad Nacional Autónoma de

Honduras, 1969.

 Antología poética. Tegucigalpa: Secretaría de Cultura y Turismo, 1984.

 Con mis versos saludo a las generaciones futuras. Tegucigalpa:

Ediciones Paradiso, 1988.

 Poesía completa (edición de María Eugenia Ramos). Tegucigalpa:

Editorial Universitaria, 2012.

Muerte
Clementina Suárez fue encontrada el sábado 7 de diciembre de 1991, golpeada e

inconsciente, en su casa del barrio La Hoya de Tegucigalpa. Fue trasladada a un centro

asistencial, donde falleció el 9 de diciembre sin haber recobrado el conocimiento. Tenía

89 años de edad. El crimen nunca fue esclarecido, por lo cual permanece en la

impunidad, y se cita como uno de los casos más emblemáticos de homicidios cometidos

en Honduras.
Conclusión:

Es importante conocer tanto sus autores como sus obras literarias, ya que a través de

estos escritos conocemos la realidad social que vivieron o viven estos autores, se puede

tener el punto de vista de otras personas especializadas en estos temas.

Se adquiere un enorme conocimiento tanto de nuestro idioma, como acontecimientos

importantes narrados en diferentes épocas, y distintos escenarios políticos, económicos

y sociales.
Anexos
Obras literarias por escritores hondureños

Obra de Lucila Gamero de Medina (Blanca Olmedo)

Obra de Ramón Amaya Amador (Prisión Verde)


Obra de Roberto Sosa (Los Pobres)

También podría gustarte