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El mercadillo de

la Avenida del
Cid

Grado en Periodismo

Redacción Periodística II Marian Moncho Borja

Luz verde a los mercadillos


Con las nuevas medidas, los ciudadanos de la Comunidad

Valenciana ya pueden volver al disfrute de los mercadillos

manteniendo unas normas de seguridad básicas

Miércoles, día de mercado. Después de mucho tiempo y desde

hace pocas semanas, podemos volver a gozar de los mercadillos

por los barrios de Valencia. Volver a ver las calles abarrotadas de

gente, con las manos llenas de bolsas, comprando y haciendo

uso de las terrazas es un placer que vuelve a nuestras vidas.

Mañana de mercadillo

Eran las 9, la gente esperaba en

el semáforo en mitad de la

Avenida del Cid, ansiosa de

empezar el recorrido. Entrando

por la calle José Maestre ya se

empezaban a escuchar a las

primeras gitanas cantando: ¡A

EURO, A EURO! La calle es

estrecha y larga, limitada por dos


carriles, uno de entrada y otro de salida, para mantener las

medidas de seguridad a causa de la pandemia.

Hacer mercado es toda una ceremonia. Antes de comprar, se

recorren todos los puestos preguntando precios y mirando dónde

se puede regatear. “¡Qué empiece el juego chiquilla!”, le decía

una señora a su amiga cuando ya habían hecho la vuelta de

reconocimiento. Los puestos intentan poner los precios más

competitivos, pero, todos lo son. Su objetivo es ganarse al cliente

y convencerle de que su producto es el mejor.

Venden objetos de todo tipo.

Vestidos de fiesta, sombreros,

gorras, bolsos. Utensilios de

cocina de toda clase, hasta

cafeteras. Los puestos de venta

de flores y plantas son de lo que

más abunda, y los que más éxito

tienen. Pero no habían puestos

de comida, cosa que me ha

sorprendido bastante.

Drina, una joven que vendía toallas para la playa me ha

confesado que echaba de menos volver a “hacer mercado”. Ahora

no era lo mismo, había menos gente que antes, y lo que solía

vender en un día, ahora le costaba venderlo en tres o en cuatro.


A mitad de la calle, el recorrido se divide en tres. Puedes seguir

recto, o girar a la derecha, o a la izquierda. Es más grande de lo

que me pensaba. Había un puesto gigante que vendía abanicos y

justo al lado, otro puesto de bisutería. La tradición es regatear,

pero no he visto a nadie realizando ese juego de palabras. He

caído en la tentación y me he comprado tres pares de pendientes.

Había un 3x2, no me he podido resistir. La calidad/precio era

He cambiado el recorrido y me he ido hacia la derecha, entrando

por la calle había dos puestos vacíos, uno vendía zapatos de niño

y el otro juguetes, las dueñas

hablaban de lo mal que estaban

las cosas. Me he acercado a

preguntarles cómo lo habían

pasado sin poder abrir durante la

pandemia. “¡Con mucha penuria

hija mía”! No ha dicho nada más,

pero se veía el sufrimiento en

sus ojos a pesar de las ayudas

que han recibido gracias al “Plan Resistir” apoyado por Joan Ribó,

alcalde de Valencia.

El miedo a contagiarse estaba en el ambiente, pero aún así se

podía respirar la vuelta a la normalidad que tanto tiempo llevamos

esperando. He escuchado a dos amigas hablar de las ganas que


tenían de poder volver a disfrutar de los mercadillos, pero a la

vez, les daba pánico encontrarse con mucha gente por temor al

contagio.

Llegando al final del recorrido, he comprendido la necesidad de la

gente de volver a salir a la calle. He visto a la gente feliz, gozando

otra vez de un paseo al sol por la calle. Se respiraba libertad, esa

que se nos lleva arrebatando

desde hace tanto tiempo y me he

dado cuenta de que nadie ha

perdido la esperanza de volver a

la normalidad más pronto que

tarde.

Destacado: ¡Qué empiece el juego chiquilla!

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