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Doltó:
El concepto de adolescencia: puntos de referencia, puntos de ruptura.
Doltó expresa que la adolescencia es un período de mutación. El
nacimiento es una mutación que permite dar el paso del feto al niño de
pecho. El adolescente por su parte, pasa por una muda respecto de la cual
nada puede decir.
El estado de adolescencia se prolonga según las proyecciones que los
jóvenes reciben de los adultos y según lo que la sociedad les impone.
Los padres dejan de ser valores de referencia. El papel de las personas
ajenas a la familia y que conocen a un adolescente que tienen relación con él
por causa de la escuela o por causa de la vida social, es muy importante por
algunos meses. Las personas secundarias juegan un papel muy importante
en la educación de los jóvenes durante este periodo. Aunque no estén
encargadas de dicha educación, todo lo que hacen puede favorecer la
confianza en sí mismos, al igual que el valor para superar sus impotencias o
al contrario, estimular el desaliento y la depresión. Muchos jóvenes a partir de
los 11 años conocen estados depresivos y estados paranoicos. En estas
crisis, el jóven se opone a todas las leyes porque le ha parecido que alguien
que representa la ley no le permitía ser ni vivir.
En este momento de extrema fragilidad se defienden contra los demás,
mediante la depresión o por medio de un estado de negativismo que agrava
aún más su debilidad.
No tienen aún vida sexual, si no es a través de la imaginación: masturbación.
En el momento en el que los jóvenes se sienten incómodos en la realidad de
los adultos por falta de confianza en sí mismos, se refugian en la
imaginación. La masturbación de ese modo, se convierte en un remedio para
su depresión. Los jóvenes están decididos a excitar la zona genital. La
masturbación es un sostén a la excitación de las pulsiones que le permiten
superar la depresión.
Desgraciadamente, como se satisface de una manera imaginaria, carece de
la fuerza para ir a buscar en la realidad, en otro ser humano.
Cuando un joven comienza a tener ideas propias y a mezclarse en la
conversación de los adultos, y estos no pierden un instante en desalentarlos,
cuando sería el momento de darles la palabra.
El padre quiere que su opinión prevalezca sobre la de su hijo. Como en casa
el joven se ve desvalorizado, queda marcado por una depresión y cree que
no tiene derecho a pensarlo.
Se trata de una edad frágil pero maravillosa, reacciona a todo lo positivo que
se hace por él. Solo que los adolescentes no lo manifiestan en el mismo
momento. De los 11 a los 13 años es la edad más frágil. Tienen rubores, se
tapan el rostro. La época difícil es el momento de la preparación de la
primera experiencia amorosa. El joven siente que hay un riesgo, lo desea y
teme al mismo tiempo. El riesgo del primer amor es experimentado como la
muerte de la infancia. La muerte de una época.
El hecho trascendental que marca la ruptura con el estado de infancia es la
posibilidad de disociar la vida imaginaria de la realidad; el sueño, de las
relaciones reales.
Tras la crisis edipiana, en el mejor de los casos los "fuegos se apagan" y el
niño llega a la edad que se llama latencia. Se resigna a esperar el futuro,
comprende que no puede encontrar el objeto de amor en la familia.
En el mejor de los casos, el niño del final de edipo, hacia los 8-9 años,
conserva una ternura idealizada por su madre y también por su padre aunque
con un sentimiento dividido entre la confianza y el temor de apartarse de la
ley que el padre quiere que guarde, y que el mismo padre también representa
y ejemplifica.
A los 11 años se ven los primeros indicios de una sexualidad que se anuncia
con, en el chico, las primeras emisiones involuntarias del esperma y en las
chicas, las primeras menstruaciones. Antes de que el cuerpo siga, los
jóvenes tienen una "fiebre psíquica" de amor imaginario por ídolos en masa.
Héroes e ídolos constituyen sus compañeros en el juego de papeles donde lo
imaginario desplaza a la realidad.
- Un aumento del buen juicio y una capacidad de hacerlo bien de acuerdo a sus
propios estándares y de los estándares de aquellos importantes para el sujeto.
Cada paso sucesivo es una crisis potencial debido a un cambio radical en cuanto a
perspectiva. <<CRISIS>> en un sentido relativo al desarrollo, para designar un
punto de giro, un periodo crucial de vulnerabilidad incrementada y de más alto
potencial.
Niño ansioso por realizar cosas junto con otros, por compartir construcciones y
proyectos. Los niños se vinculan ahora también a los profesores y a los padres de
otros niños y gustan de observar e imitar representantes de actividades que pueden
comprender (ej: bomberos, policías).
Cuando llegan a la edad escolar, reciben alguna instrucción sistemática. Los niños
aprenden mucho a partir de adultos y a partir de otros niños de más edad, los
conocimientos obtenidos se refieren a habilidades básicas correspondientes a
tecnología sencillas, que pueden entenderse en el momento en que el niño se halla
en disposición de poder manejar los utensilios, las herramientas usadas por las
personas mayores. Entre la infancia y la edad adulta, los niños van al colegio y la
experiencia escolar representa para muchos, en sí, un mundo con sus propias
metas y limitaciones, sus realizaciones y frustraciones.
Todos los niños precisan disponer de sus horas y días para jugar a lo que quieran,
todos ellos, más pronto o más tarde, se tornan insatisfechos y malhumorados si no
tienen la sensación de ser capaces de hacer cosas y de hacerlas bien e incluso
perfectamente: se trata del sentimiento de laboriosidad. Al ir surgir el periodo de
latencia, el niño, que va progresando, olvida o más bien <sublima> calladamente los
impulsos que le han hecho soñar y jugar.
La vida familiar puede no haberle preparado para la vida en el colegio, o bien la vida
en el colegio puede fallar.
En este punto adquiere importancia para el niño la sociedad más amplia, admitiendo
papeles preparatorios para las realidades de la tecnología y de la economía. El
deseo y voluntad de aprender son los factores que deciden su valía como alumno o
aprendiz.
Lo que está en juego es el desarrollo y mantenimiento en los niños de una
identificación positiva con aquellos que <saben cosas> y <saben cómo hacer
cosas>
Los niños, a esta edad, han de ser suave, pero firmemente obligados a emprender
la aventura de descubrir que se puede aprender a realizar cosas que jamás
hubiesen imaginado por sí mismos, cosas que deben su atracción al mero hecho de
que no son producto del juego y la fantasía, sino de la realidad, el sentido práctico y
la lógica; cosas que proporcionan así un demostrado sentimiento de participación en
el mundo real de los adultos.
· La temprana infancia y el deseo de ser uno mismo: “Yo soy lo que deseo ser” –
“yo soy aquello que puedo querer libremente”
· Infancia y anticipaciones de roles: “Yo soy lo que yo puedo imaginar que seré”
· Edad escolar e identificación con la tarea: “Yo soy lo que hago funcionar y hago
funcionar bien”
· Adolescencia
Freud: el yo y el superyó
Ideal del yo o superyó a un grado en el interior del yo, una diferenciación dentro de
él.
-Investiduras de objeto a partir de ello (que siente las aspiraciones eróticas como
necesidades).
-Proceso muy frecuente, sobre todo en fases muy tempranas del desarrollo.
-Cuando el yo cobra rasgos del objeto se impone a él mismo como objeto de amor
al ello <“mira, puedes amarme también a mí, soy tan parecido al objeto..”>
El caso del niño varón simplificado, en una época tempranísima desarrolla una
investidura de objeto hacia la madre, del padre el varón se apodera por
identificación. Ambos vínculos marchan un tiempo uno junto al otro, hasta que por el
refuerzo de los deseos sexuales hacia la madre, y por la percepción de que el padre
es un obstáculo para esos deseos, nace el complejo de Edipo.
El carácter principal de esta organización infantil es que para ambos sexos solo
desempeña un papel un genital, el masculino. No hay un primado genital, sino, un
primado del falo (diferencia respecto a la organización genital definitiva del adulto).
El varón percibe la diferencia entre ambos sexos pero al comienzo no lo relaciona
con una diversidad de los genitales, sino que éste presume en todos los otros seres
vivos un genital parecido al que él mismo posee.
La fuerza pulsionante que esta parte viril desplegará más tarde en la pubertad se
exterioriza en aquella época de la vida como un esfuerzo de investigación, como
curiosidad sexual. En el curso de estas investigaciones el niño llega a descubrir que
el pene no es un patrimonio común de todos los seres semejantes a él.
La observación que por fin quiebra la incredulidad del niño es la de los genitales
femeninos. Alguna vez el varoncito, orgulloso de su posesión del pene, llega a ver la
región genital de una niñita, y no puede menos que convencerse de la falta de un
pene en un ser tan semejante a él. Pero con ello se ha vuelto representable la
pérdida del propio pene, y la amenaza de castración obtiene su efecto con
posterioridad. El complejo de Edipo ofrecía al niño dos posibilidades de satisfacción,
una activa y una pasiva. Pudo situarse de manera masculina en el lugar del padre y,
como él, mantener comercio con la madre, a raíz de lo cual el padre fue sentido
pronto como un obstáculo; o quiso sustituir a la madre y hacerse amar por el padre,
con lo cual la madre quedó sobrando. La aceptación de la posibilidad de la
castración, la intelección de que la mujer es castrada, puso fin a las dos
posibilidades de satisfacción derivadas del complejo de Edipo.
· Los órganos del cuerpo brindan excitación de dos clases, una de estas es la
excitación sexual y el órgano afectado <zona erógena> de la pulsión parcial que
arranca en él.
La sexualidad infantil
Amnesia infantil cubre los primeros años de la infancia, hasta el sexto u octavo año
de vida. En estos años:
- Mostrábamos amor, celos y otras pasiones que nos agitaban entonces con
violencia,
Esas mismas impresiones que hemos olvidado dejaron las más profundas huellas
en nuestra vida anímica y pasaron a ser determinantes para todo nuestro desarrollo
posterior.
La amnesia infantil:
Por eso suscita fuerzas anímicas contrarias (mociones reactivas) que constituyen,
para la eficaz sofocación de ese displacer los diques psíquicos al asco, vergüenza y
moral.
LA PULSIÓN DE SABER: a la par que la vida sexual del niño alcanza su primer
florecimiento, entre los 3 y los 5 años, se inicia en él también aquella actividad que
se adscribe a la pulsión de saber o de investigar. Su acción corresponde, por una
parte, a una manera sublimada del apoderamiento y, por la otra, trabaja con la
energía de la pulsión de ver.
Actividad investigadora del niño lo primero que le ocupa es el enigma ¿de dónde
vienen los niños?, no la diferencia entre los sexos. Para el varón es natural suponer
que todas las personas poseen un genital como el suyo. COMPLEJO DE
CASTRACIÓN Y ENVIDIA DEL PENE. El varoncito se aferra con energía a esta
convicción, la defiende obstinadamente frente a la contradicción que muy pronto la
realidad le opone, y la abandona sólo tras serias luchas interiores (complejo de
castración). La niña, no incurre en tales rechazos cuando ve los genitales del varón
con su conformación diversa.
TEORÍAS DEL NACIMIENTO: Los hijos se conciben por haber comido algo
determinado y se los da a luz por el intestino, como a la materia fecal.
CONCEPCIÓN SÁDICA DEL COMERCIO SEXUAL: Si a esa tierna edad los niños
son espectadores del comercio sexual entre adultos no puede menos que concebir
el acto sexual como una especie de maltrato o sojuzgamiento, vale decir, en sentido
sádico.
- sus pulsiones parciales singulares aspiran a conseguir placer cada una por su
cuenta, enteramente desconectadas entre sí.
La elección de objeto se realiza en dos tiempos. La primera se inicia entre los dos y
los cinco años, y el período de latencia la detiene o la hace retroceder; se
caracteriza por la naturaleza infantil de sus metas sexuales. La segunda sobreviene
con la pubertad y determina la conformación definitiva de la vida sexual.
Los resultados de la elección infantil de objeto se prolongan hasta una época tardía;
o bien se los conserva tal cual, o bien experimentan una renovación en la época de
la pubertad. Pero demuestran ser inaplicables, y ello a consecuencia del desarrollo
de la represión, que se sitúa entre ambas fases.
La metamorfosis de la pubertad
Pubertad introduce los cambios que llevan la vida sexual infantil a su conformación
normal definitiva. La pulsión sexual era hasta entonces predominantemente
autoerótica; ahora halla al objeto sexual. Hasta ese momento actuaba partiendo de
pulsiones y zonas erógenas singulares que, independientemente unas de otras,
buscaban un cierto placer en calidad de única meta sexual. Ahora es dada una
nueva meta sexual; para alcanzarla, todas las pulsiones parciales cooperan, al par
que las zonas erógenas se subordinan al primado de la zona genital.
Este aparato debe ser puesto en marcha mediante estímulos; los estímulos pueden
alcanzarlo por tres caminos: desde el mundo exterior, por excitación de las zonas
erógenas que ya sabemos; desde el interior del organismo, y desde la vida anímica,
que a su vez constituye un repositorio de impresiones externas y un receptor de
excitaciones internas. Por los tres caminos se provoca lo mismo: un estado que se
define como de «excitación sexual» y se da a conocer por dos clases de signos,
anímicos y somáticos. El signo anímico consiste en un peculiar sentimiento de
tensión, de carácter en extremo esforzarte; entre los múltiples signos corporales se
sitúa en primer término una serie de alteraciones en los genitales, que tienen un
sentido indubitable: la preparación, el apronte para el acto sexual. (La erección del
miembro masculino, la humectación de la vagina.)
Modo en que las zonas erógenas se insertan en el nuevo orden: Sobre ellas recae
un importante papel en la introducción de la excitación sexual. En su conjunto se
aplican para brindar, mediante su adecuada estimulación, un cierto monto de placer;
de este arranca el incremento de la tensión, la cual, a su vez, tiene que ofrecer la
energía motriz necesaria para llevar a su término el acto sexual. (las zonas
erógenas)
La fórmula para la nueva función de las zonas erógenas sería: Son empleadas para
posibilitar, por medio del placer previo que ellas ganan como en la vida infantil, la
producción del placer de satisfacción mayor. (Producido por el vaciamiento de las
sustancias sexuales y depende de condiciones que solo se instalan con la pubertad)
La teoría de la libido:
La libido narcisista o libido yoica se nos aparece como el gran reservorio desde el
cual son emitidas las investiduras de objeto y al cual vuelven a replegarse; y la
investidura libidinal narcisista del yo, como el estado originario realizado en la
primera infancia, que es sólo ocultado por los envíos posteriores de la libido, pero se
conserva en el fondo tras ellos.
El trato del niño con la persona que lo cuida es para él una fuente continua de
excitación y de satisfacción sexuales a partir de las zonas erógenas, y tanto más por
el hecho de que esa persona —por regla general, la madre— dirige sobre el niño
sentimientos que brotan de su vida sexual, lo acaricia, lo besa y lo mece, y
claramente lo toma como sustituto de un objeto sexual de pleno derecho.
Importancia que tienen las pulsiones para toda la vida anímica, para todos los logros
éticos y psíquicos. Un exceso de ternura de parte de los padres resultará dañino,
pues apresurará su maduración sexual; y también «malcriar» al niño, lo hará
incapaz de renunciar temporalmente al amor en su vida posterior, o contentarse con
un grado menor de este.
Cuando la ternura que los padres vuelcan sobre el niño ha evitado despertarle la
pulsión sexual prematuramente —vale decir, antes que estén dadas las condiciones
corporales propias de la pubertad—, y despertarla con fuerza tal que la excitación
anímica se abra paso de manera inequívoca hasta el sistema genital, aquella
pulsión puede cumplir su cometido: conducir a este niño, llegado a la madurez,
hasta la elección del objeto sexual.
La inclinación infantil hacia los padres es sin duda la más importante, pero no la
única, de las sendas que, renovadas en la pubertad, marcan después el camino a la
elección de objeto.
Puesto que la disposición originaria no puede menos que ser compleja, nos pareció
que la pulsión sexual misma era algo compuesto por muchos factores.
La pulsión sexual del adulto engendra una aspiración con una única meta sexual
mediante la composición de múltiples emociones de la vida infantil en una unidad.
La excitación sexual del niño fluye de variadas fuentes. Sobre todo, produciría
satisfacción la apropiada excitación sensible de las llamadas zonas erógenas; al
parecer, pueden actuar en calidad de tales todo lugar de la piel y cualquier órgano
de los sentidos, no obstante, existen ciertas zonas erógenas privilegiadas cuya
excitación estaría asegurada desde el comienzo por ciertos dispositivos orgánicos.
Este temprano florecimiento de la vida sexual infantil (de los dos hasta los cinco
años) hace madurar también una elección de objeto.
Los otros actos sexuales autónomos, que van unidos a un placer y a una excitación,
pasan a ser actos preparatorios para la nueva meta sexual, el vaciamiento de los
productos genésicos; y el logro de esta meta, bajo un placer enorme, pone fin a la
excitación sexual.
Después de alcanzar su clímax alrededor de los cinco años, la relación del niño con
sus progenitores decrece en fuerza y la sexualidad infantil llega a un punto donde se
detiene. En lugar de seguir desarrollándose hasta que se alcanza la madurez sexual
(como ocurre en el mundo animal), las apetencias libidinales disminuyen y pasan,
esfumándose, a segundo plano.
El juego es una de las actividades más significativas del niño pequeño, tan
importante para sus instintos, emociones y fantasías como para el desarrollo de los
sentidos y el intelecto. Como lo han demostrado extensos estudios psicológicos, el
tipo de juego que un niño prefiere en las diversas edades cambia, no tan sólo de
acuerdo con el desarrollo de su estado mental, sino también de acuerdo con el
estadio al que corresponden los problemas emocionales que el juego descarga. En
el desarrollo que va del niño de dos años al de edad escolar, el papel de la
satisfacción del deseo va cambiando en forma gradual para dejar de ser directa e
inmediata y llegar a ser indirecta y sublimada, de manera tal que, al final, el niño
puede llevar a cabo con placer ocupaciones que no son en sí mismas placenteras,
sino que sirven indirectamente a un propósito placentero.
Una parte del niño mismo se moldeará según el patrón que los progenitores le
ofrecían. Este proceso de identificación conduce a la construcción gradual de un
nuevo agente crítico interior al niño que guarda relación sobre todo con las actitudes
morales y éticas, y ejerce la función de conciencia del niño (superyó).
La represión y la memoria
El niño no puede vivir en la realidad de acuerdo con las normas ideales que se han
establecido. Lo único que puede hacer es eliminar de su conciencia el conocimiento
de los deseos, fantasías, y pensamientos que le producen sentimientos de culpa. Es
mínimo lo que el niño en período de latencia sabe de su sexualidad todavía
subsistente y de su agresión.
Dado que todo su pasado está lleno de tendencias e incidentes que el niño crítica
ahora como vergonzosos y culpables, también rechaza de su conciencia los
recuerdos del pasado.
La preadolescencia
El muchachito que crece se siente horrorizado ante los impulsos similares que
experimenta hacia sus progenitores. Su masturbación no constituye ya una
descarga que alivie la tensión sexual, como ocurría en la temprana niñez; se hallan
ahora cargados de culpa y de ansiedades de la peor especie.
La conducta hostil hacia los progenitores y hermanas o hermanos del sexo opuesto
se explica por la necesidad de protegerse de las fantasías sexuales que a ellos se
refieren. La vida familiar durante este período es en extremo insoportable y el deseo
de aislarse de la familia, de ingresar en alguna forma de vida grupal, de sumarse a
actividades grupales, constituye por consiguiente un deseo saludable por parte del
niño preadolescente, que el medio debe estimular.
La adolescencia
Con los comienzos de la madurez física, se hace sentir una poderosa ola de
impulsos genitales que añade cambios cualitativos a los cambios cuantitativos
anteriores. El interés libidinal se liga a las tendencias genitales. Los deseos
genitales, así como las emociones, metas y objetos que con ellos se conectan,
asumen un papel prominente mientras que los impulsos libidinales pregenitales se
desdibujan y pasan a segundo plano. El resultado inmediato es el de una mejoría en
la apariencia del muchacho adolescente, en quien todo el síndrome de grosería,
agresividad y conducta perversa se desvanece para dejar lugar a actitudes
masculinas más adultas. Lo normal es que este aumento biológicamente
condicionado de la sexualidad genital sea lo suficientemente poderoso como para
establecer la organización sexual adulta normal, que se caracteriza por el hecho de
que el deseo de relación genital adquiere precedencia sobre todas las demás
apetencias, y por la consiguiente reducción de los impulsos pregenitales al papel de
elementos subsidiarios sin importancia.
Son múltiples las dificultades que surgen antes de que se alcance el funcionamiento
instintivo y emocional que es propio del adulto normal.
Blos-fases de la adolescencia.
De allí que sea capaz de desviar la energía instintiva a las estructuras físicas
diferenciadas y a diferentes actividades psicológicas, en lugar de experimentar esto
solamente como un aumento de la tensión sexual y agresiva.
La latencia puede ser descrita en términos de “reducción del uso expresivo del
cuerpo como un todo, aumentando la capacidad para expresión verbal,
independiente de la actividad motora”.
Los logros del periodo de latencia representan en verdad una precondición esencial
para avanzar hacia la adolescencia.
· El yo debe ser capaz de defender su integridad con menos ayuda del mundo
externo.
La adolescencia permite, de esta manera, una regresión pulsional que es más que
defensiva, adaptativa. Es a través de ella que se opera esta segunda oportunidad,
para resolver situaciones abrumadoras de peligro que aún se mantienen desde la
infancia (Blos, 1971). Esta regresión está al servicio del desarrollo: se regresa a lo
infantil con una dotación yoica con más recursos, más polifacética y estable de la
que tenía el niño pequeño. De esta manera, y a diferencia del niño, el adolescente
posee, junto al anhelo de gratificación pulsional y yoica, un Yo auto-observador y
ligado a la realidad que se mantiene intacto, lo que hace que pueda ir resolviendo
de manera reestructurante los conflictos y fijaciones pendientes. Al garantizarse el
mantenimiento de esta ligazón permanente con la realidad, se desvanece el peligro
de hundimiento en una regresión patologizante (Blos, 1993).
Entre los 10 y los 12 años, el niño deja de avenirse a los controles que les fijan los
adultos.
Freud: la identificación.
Se llama identificación a la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva
con otra persona. Desempeña un papel en la prehistoria del complejo de Edipo. El
varón toma al padre como su ideal (conducta masculina por excelencia), se concilia
muy bien con el complejo de Edipo, al que contribuye a preparar.
Ambos coexisten, sin influirse ni perturbarse entre sí. Pero la unificación de la vida
anímica avanza sin cesar, y a consecuencia de ella ambos lazos se confluyen (se
unen)al final, y debido a esta nace el complejo de Edipo normal. El pequeño nota
que el padre le significa un estorbo junto a la madre; su identificación con él toma
una tonalidad hostil y pasa a ser idéntica al deseo de sustituir al padre junto a la
madre. Desde el comienzo mismo la identificación es ambivalente; puede darse
vuelta hacia la expresión de la ternura o hacia el deseo de eliminación.
Puede ocurrir después que el complejo de Edipo experimente una inversión, que se
tome por objeto al padre en una actitud femenina, un objeto del cual las pulsiones
sexuales directas esperan su satisfacción; en tal caso, la identificación con el padre
se convierte en la precursora de la ligazón de objeto que recae sobre él.
La identificación es la forma primera, y la más originaria, del lazo afectivo, bajo las
constelaciones de la formación de síntomas.
- Pasa a sustituir a una ligazón libidinosa de objeto por la vía regresiva, mediante
introyección del objeto en el yo.
En una persona solo está presente sólo una clase de productos genésicos, pero,
aquello que constituye a la masculinidad o a la feminidad es un carácter
desconocido que la anatomía no puede aprehender.
Masculino: activo
Femenino: pasivo
La madre es en todo sentido activa hacia el hijo. Las mujeres pueden desplegar
gran actividad en diversas direcciones, y los varones no pueden convivir con sus
iguales si no desarrollan un alto grado de docilidad pasiva.
Todo lo que se halla en el vínculo con el padre pre existió en la ligazón-madre, y fue
transferido de ahí al padre.
Los vínculos libidinosos de la niña con la madre son muy diversos, atraviesan por
las tres fases de la sexualidad infantil, y cobran los caracteres de cada una de ellas,
se expresan mediante deseos orales, sádico-anales y fálicos. Son por completo
ambivalentes, tanto de naturaleza tierna como hostil-agresiva.
Hay muchos factores que suponemos podrían llevar al cambio de objeto (las
postergaciones, los desengaños de amor, los celos, la seducción con la prohibición
subsiguiente), pero estos también se dan en la relación del varón con la madre y no
lo enajenan del objeto-madre.
El complejo de castración de la niña comienza con la visión de los genitales del otro
sexo, ella nota la diferencia y su significación. Cae presa de la envidia del pene.
Al principio la niña se aferra por largo tiempo al deseo de tener un pene, cree en esa
posibilidad hasta una edad tardía, y aún en épocas en que su saber de la realidad
hace mucho desechó por inalcanzable el cumplimiento de ese deseo.
La niña pequeña hasta el momento había vivido como varón, sabía procurarse
placer por excitación de su clítoris y relacionaba este quehacer con sus deseos
sexuales, con frecuencia activos, referidos a la madre, ve estropearse el goce de
su sexualidad fálica por consecuencia de la envidia del pene. La comparación
con el varón, tanto mejor dotado, es una afrenta (deshonor/vergüenza) a su amor
propio; renuncia a la satisfacción masturbatoria en el clítoris, desestima su amor
por la madre y reprime una buena parte de sus propias aspiraciones sexuales.
En este lugar del desarrollo se evita la oleada de pasividad que inaugura el giro
hacia la feminidad. (Con el abandono de la masturbación clitorídea se renuncia a
una porción de actividad, ahora prevalece la pasividad – la vuelta hacia el padre se
consuma predominantemente con ayuda de mociones pulsionales pasivas).
- Feminidad normal
El deseo con que la niña se vuelve hacia el padre es sin dudas, originariamente, el
deseo del pene que la madre le ha denegado y ahora espera del padre. La situación
femenina solo se establece cuando el deseo del pene se sustituye por el deseo del
hijo, y entonces, el hijo aparece en lugar del pene (equivalencia simbólica).
LIBIDO: fuerza pulsional de la vida sexual. Existe solo una libido, que entra al
servicio de la función sexual tanto masculina como femenina.
El adolescente debe integrarse en ese mundo del adulto en donde tendrá que
aceptar su nueva configuración de ser humano, su morfología adulta y la capacidad
del ejercicio de su genitalidad para la procreación.
Las luchas y rebeldías externas del adolescente son reflejo de los conflictos de
dependencia infantil que íntimamente aún persisten. “Patología normal” del
adolescente a éste exterioriza sus conflictos de acuerdo con su estructura y sus
experiencias. El adolescente atraviesa por desequilibrios e inestabilidad extrema de
acuerdo con lo que conocemos de él como “síndrome normal de la
adolescencia”. La mayor o menor anormalidad de este síndrome normal se deberá
en gran parte a los procesos de identificación y de duelo que haya podido realizar el
adolescente. En la medida en que haya elaborado el duelo, que son en última
instancia los que llevan a la identificación, el adolescente verá su mundo interno
mejor fortificado y esta normal anormalidad será menos conflictiva y menos
perturbadora.
Aquí se inicia un duelo mucho más evidente y significativo (el del cuerpo infantil), al
cual acompañarán los duelos por el rol y la identidad infantiles y por esos padres de
la infancia a quienes tanto se los necesitaba y de los cuales se podía depender.
2) La tendencia grupal
5) La desubicación temporal
Son entonces las fantasías de penetrar o de ser penetrada el modelo de vínculo que
se va a mantener durante toda la vida ulterior del sujeto, como expresión de lo
masculino y lo femenino. Para ello, las figuras de la madre y del padre son
fundamentales y esenciales. La ausencia o déficit de la figura del padre va a ser la
que va a determinar la fijación en la madre, y por lo tanto, va a ser también el origen
de la homosexualidad, tanto del hombre como de la mujer.
La falta de la figura paterna hace que tanto el varón como la mujer queden fijados a
la madre. El varón, al no tener una figura masculina con quien identificarse por
déficit o ausencia de la figura paterna, tratará de buscar esa figura toda su vida
(búsqueda del pene que da potencia y masculinidad). La niña queda fijada a la
relación oral con la madre y en el contacto piel a piel, reprimiendo y negando las
posibilidades de una relación con un pene, por la inexistencia del mismo en sus
tempranas relaciones objetales.
Las primeras identificaciones son las que se hacen con las figuras parentales, pero
no hay duda alguna de que el medio en que se vive determina nuevas posibilidades
de identificación, futuras aceptaciones de identificaciones parciales e incorporación
de una gran cantidad de pautas socioculturales y económicas. La ulterior aceptación
de la identidad está forzosamente determinada por un condicionamiento entre
individuo y medio que es preciso reconocer.
El comprender los patrones culturales puede ser sumamente importante para
determinar ciertas pautas exteriores de manejo de la adolescencia, pero el
comprender la adolescencia en sí misma es esencial para que estas pautas
culturales puedan ser modificadas y utilizadas adecuadamente cuando el
adolescente claudica en Ia patología. La adolescencia es recibida
predominantemente en forma hostil por el mundo de los adultos en virtud de las
situaciones conflictivas edípicas. Se crean "estereotipos" con los que se trata de
definir, caracterizar, señalar, aunque en realidad, se busca aislar físicamente a los
adolescentes del mundo de los adultos.
La conducta del adolescente está dominada por la acción, que constituye la forma
de expresión más típica en estos momentos de la vida, en que hasta el pensamiento
necesita hacerse acción para poder ser controlado.
Muchas veces los padres niegan el crecimiento de los hijos y viven con las
características persecutorias más acentuadas.
La presencia internalizada de buenas imágenes parentales, con roles bien definidos,
y una escena primaria amorosa y creativa, permitirá una buena separación de los
padres, un desprendimiento útil y facilita al adolescente el pasaje a la madurez, para
el ejercicio de la genitalidad en un plano adulto.
Figuras parentales no muy estables ni bien definidas en sus roles, pueden aparecer
ante el adolescente como desvalorizadas y obligarlo a buscar identificaciones con
personalidades más consistentes y firmes, en un sentido compensatorio o
idealizado.
Urribarri
El gran trabajo de la Latencia: Trabajo en el sentido del esfuerzo que realiza para
la organización, diferenciación, complejización y ampliación del aparato psíquico; y
también en cuanto a la exigencia de tramitar la pulsión en un nuevo ordenamiento
dinámico y estructural del aparato.
Sólo mediante la renuncia a la acción directa que evite la descarga inmediata puede
armonizar con el superyó. Esta capacidad se dirige, en principio, al control de la
motilidad, el poder "quedarse quieto", que es el punto de partida para que se acceda
(mediante la concentración y la atención) al aprendizaje por la vía sublimatoria. Este
"quedarse quieto", que inicialmente se instala para coartar la tendencia a la acción
masturbatoria (y, consecuentemente, las fantasías edípicas) y a la descarga
desorganizada, también favorece la neutralización libidinal y agresiva necesaria
para la sublimación requerida por la sociedad. El coartar la acción implica una
parcial vuelta hacia adentro del niño, que lo torna más reflexivo, incrementándose
paulatinamente el diálogo interiorizado y el fantasear; se nota la creciente
ampliación, enriquecimiento y jerarquización de lo verbal (preconciente) en el
funcionamiento psíquico, que constituye uno de los logros clave de este trabajo.
Este logro psíquico está basado en la interiorización de una figura aseguradora que
posibilita un acompañamiento de esa reflexividad, que se liga con la capacidad para
estar a solas de la que nos habla Winnicott.
Esos primeros años sumen al latente en el trabajo psíquico de tratar de lograr ese
delicado equilibrio entre lo prohibido y lo permitido, lo promovido y lo logrado, lo
ansiado y lo posible, lo placentero y lo displacentero, consciente de sus dificultades
y sufrimientos, y en estado de alerta continuo.
El camino exogámico
Relaciones intersubjetivas
Hay tres tipos de relaciones de los niños en latencia con los otros:
- Con los adultos: Con los padres predomina una distancia como evitamiento
de lo incestuoso-criminoso y salvaguarda ante lo castratorio.
La relación con otros adultos es similar a la de los padres. Los mismos pueden ir
discriminando a las personas más allá de su rol y permitirse acercamientos,
confidencias o búsquedas de apoyo que no realizan con sus padres, gestándose
vínculos diferenciados, que si bien se basan en características de los vínculos
primarios incluyen otros aspectos que los diferencian e incluso resultan
rectificadores y/o reparatorios de los mismos.
- Con los pares: Dado que las defensas acallan lo agresivo y erótico, se hace
posible el acercamiento objetal de manera menos conflictiva. Está el
beneficio de encontrar el reconocimiento en aquellos semejantes que se
convierten en significativos.
A los semejantes, con los que se integra en distintos grupos del mundo
extrafamiliar, se les demanda y se les ofrece confirmaciones de sí mismo. La
búsqueda de valoración parcialmente se basa en la necesidad de obtener
gratificaciones que permitan sostener la estima y el amor a sí mismo.
Junto a sus pares, aprende a realizar con otros utilizando los elementos y/o
recursos que el medio le ofrece, adentrándose en la tecnología y
organización social. Despliega así capacidades, y descubre limitaciones. En
la actividad grupal se desarrolla un primer sentido de división del trabajo, de
las diferencias de capacidades y modalidades de ejecución, y de los
liderazgos.
Y en tanto no son los mismos que los objetos originales (aunque en parte los
representen), posibilitan relaciones diferentes e interiorizaciones de vínculos,
pautas, normas y modalidades distintas de lo fraternal y parental, gestionando
una ampliación cuantitativa y cualitativa de la intersubjetividad.
El hermano/a, como más presente, más accesible, y más semejante a sí que los
padres, y a la vez igualmente dependiente, sufriente y amante de los mismos
padres, es objeto de intensos y mutuos investimentos que no son sólo
agresivos sino también libidinales. Esta intensidad catéctica y relacional
otorga al hermano un destacado papel en la estructuración psíquica y en el
proceso de subjetivación.
Identificaciones
No es mera repetición de las identificaciones previas, sino que incluye las
diferencias singulares de ese otro sujeto respecto del objeto primario, y las
diferencias del vínculo intersubjetivo con él respecto del vínculo primario.
El placer derivado del ver, unido a la representación del objeto, produce un efecto de
apoderamiento y dominación. Surge la posibilidad de "manipular" representaciones,
en lugar de la manipulación del objeto, y, posteriormente, la búsqueda de ideas que
implican relaciones causales y explicativas entre las representaciones, que dan
cuenta y organizan los hechos de su realidad (tanto externa como interna).
Caracteriza a este período, no sólo el cambio del objeto a conocer sino también, por
la operancia de los mecanismos obsesivos y la presión cultural (en especial a través
de las instituciones educativas), una organización sistemática que promueve los
rudimentos del accionar científico. En otros términos, pasa de la acción y lo concreto
(por ejemplo las manipulaciones corporales) a la utilización del pensamiento y el
lenguaje como herramientas para investigar este objeto más abstracto (alejado por
desplazamiento y simbolización).
El latente tiende cada vez más a atenerse a los "datos objetivos", a las reglas
demostrables de funcionamiento, a privilegiar la prueba de realidad, es decir, a un
progresivo predominio del proceso secundaria, con una notoria primacía de lo
objetivo-pragmático y un relativo acallamiento o apartamiento de la vida de fantasía.
Pero paralelamente vemos esta tendencia compensatoria de descarga y desmentida
en la ensoñación, con predominio del principio de placer, y que durante su
despliegue pareciera producirse como una suspensión de ese otro modo de
funcionamiento psíquico. Estas postulaciones no sólo enmarcan las ensoñaciones
desde otro ángulo, sino también aluden al enorme trabajo de complejización del
aparato psíquico que se despliega durante la latencia. La ampliación del
pensamiento y la imaginación se producen paralelamente a lo ya reseñado respecto
de las relaciones inter subjetivas y del inicio exogámico. Son procesos que se
interconectan e influyen mutuamente, favoreciendo su estabilización, ampliación y
enriquecimiento.
Preconsciente
Este adquiere notoria importancia. Es la verdadera artífice silenciosa de las
modificaciones manifiestas del yo.
Lenguaje
Una actividad peculiar de este período suele ser el realizar equilibrios y balancearse,
pareciera escenificar en el espacio, mediante lo corporal, ese riesgoso y precario
equilibrio intrapsíquico que el niño se empeña en dominar y estabilizar.
Expresión gráfica
La aparición en los dibujos del cuello, representa el lugar mediatizador que tiene lo
preconsciente entre lo pulsional-inconsciente representado por el cuerpo y lo
consciente representado por la cabeza.
Sentimientos
El sentimiento de vergüenza, tiene que ver con un otro que percibe una
inadecuación del niño frente a lo cual éste se siente como "descubierto" en algo que
no debería ser "visto", reaccionando con vergüenza. En este periodo adquiere
relevancia.
El pudor, es una formación reactiva frente a las tendencias exhibicionistas, mientras
que el sentimiento de vergüenza aparece ante una acción en la que se 'falla" (injuria
narcisista), es vivido como descontrol o incumplimiento de un ideal esperado.
La tendencia es ocultar la falla o el defecto, tratar de evitar ser visto. De ahí que, en
parte, los engaños, las tabulaciones, las mentiras y los ocultamientos sean
frecuentes en esta edad como intento de solventar la vergüenza, pues lo que la
produce es tomado como irreparable y necesita el soporte de la aceptación y el
reconocimiento de los otros.
Agresión
Sobre el trabajo
El Trabajo de la Latencia es creativo de un nuevo modo de funcionamiento del
aparato psíquico y del decurso pulsional, sirviéndose no de la condensación y otros
modos deformadores del material, sino del encubrimiento mediante el
desplazamiento, la simbolización y la sublimación que facilitan la descarga
mediatizada en vez de la satisfacción alucinatoria; se asemejan en tanto diferencian
dos niveles, uno latente (prohibido) y otro manifiesto (permitido).
La característica del trabajo del chiste está "destinado a proteger el placer para que
la crítica no lo cancele". En ambos trabajos el placer obtenido proviene no sólo de la
descarga, sino de un plus derivado de la satisfacción de haber "superado",
"sorteado", el bloqueo superyoico mediante los ardides utilizados en este trabajo.
El acto creativo significa para el adolescente una manera de tomar contacto con el
mundo y hacerse dueño, como de una secuencia de su vida pasada, presente o
futura.
Los escritos adolescentes suelen guardar relación con su propia vida, por eso
mismo son tan frecuentes los diarios íntimos. Como su self sufre un grado de
fragmentación, el escrito apunta a restablecer la continuidad evolutiva de sí mismo.
El mundo interno del adolescente explota en busca de una nueva organización. La
adolescencia es crisis, trauma y reconstitución. Las metáforas y signos alejan al
lector de la realidad fáctica pero lo acercan a la realidad psíquica. Además
comunican experiencias subjetivas.
Los escritos expresan los aspectos subjetivos de experiencias traumáticas y
transmiten tal comprensión de esas vivencias que alivian la sensación de
aislamiento emocional que distancia a las víctimas del medio que las rodea.
Freud dice que si la obra está bien lograda y ha anudado a ella la figuración de su
fantasía inconsciente doblegando la represión, también aquellos que son
espectadores extraen consuelo y alivio de las fuentes de placer de su propio
inconsciente que se habían tornado inaccesibles.
Los pacientes adolescentes solo llegan a mostrar sus escritos cuando hay un
vínculo profundo, una transferencia sobre un objeto confiable. El escrito puede
contener una forma de “deja vu”, donde la palabra escrita oculta revela el pasado.
El escrito, es una vía para acceder al inconsciente del adolescente, para el analista.
Si el adolescente es creativo y muestra sus escritos, se accede al inconsciente de
una manera más fácil que si fuera en una entrevista.
La visión analítica del escrito y de las configuraciones psicológicas que le subyacen
pasan a ser almacenadas en la mente del analista y amplían su perspectiva actual.
La realización del escrito suele ser la formulación plástica de un aspecto muy
privado de la vida interior del adolescente y ha llegado a ser conocido por el analista
luego de vencer resistencias narcisistas, pasando por encima las barreras de pudor
y vergüenza.
La fase adolescente confiere al psiquismo condiciones favorables para el despliegue
de la creatividad. La realización del escrito implica una construcción de la memoria.
Scalozub
Hay un cuerpo, que es el vinculado a la sensorialidad, al placer, al dolor, a la
sexualidad y a lo enigmático de su significado para el Psicoanálisis. Cuerpo para el
Psicoanálisis no es un dado, el ser corporal deberá constituirse y será por medio del
investimiento libidinal que sobre él ejerzan los objetos primarios y en un paso
posterior, el propio Yo.
Cristina Corea (1998) estudió la influencia mediática sobre la niñez, pero en esos
momentos todavía los padres pueden ser “mediadores”, mientras que en la salida al
afuera familiar, el adolescente y su búsqueda de pertenencia, la perentoria
necesidad de crear nuevos vínculos, lo dejarán más expuesto a los dictámenes del
medio y la época.
Tienen lugar los duelos por todo lo que deja de ser como era, el cuerpo, los padres
idealizados, los amigos que empiezan a cambiar su valor de amistad.
Adolescencia y marcas.
Marca en el diccionario de María Moliner, es la señal dibujada (la cursiva es mía)
pegada, hecha a fuego, etc. en una cosa, un animal o una persona, para distinguirla
y saber a quién pertenece (cursiva mía).
Pertenencia: vinculado a pertenecer, a propiedad... Cosa que pertenece a otra como
parte o accesorio.
El constituirse como sujeto implica ser marcado por el discurso vigente familiar,
social y cultural de una época. Estas son marcas ineludibles en el proceso de
constitución subjetiva.
La piel, zona erógena como ya lo planteaba Freud en “Tres ensayos para una teoría
sexual” (1905), es sede y fuente de excitaciones tanto placenteras como dolorosas,
es también “barrera protectora anti estímulos” (Freud, 1920), se torna en estos
casos, escenario de distintos actos, entre ellos el tatuaje, el piercing, las
escarificaciones, etc. Estos también tienen función erotizante y de seducción.
“El primer tatuaje posibilita una integración social y la inclusión en un grupo que
otorga un claro marco de referencia... ...se acompaña de una vivencia mágica de
cambio en el self (como un regulador de la autoestima)... la importancia de exhibirlo
como habiendo sido capaz de resistir el dolor”. En la bulimia, muchos autores
consideran su parentesco con las adicciones, llegándose a plantear como
paradigma de ellas. Diría que las tres comparten la presencia de un Superyó tiránico
que ubica al Yo en una posición masoquista.
La pubertad y la adolescencia plantean tanto al sujeto que la transita como a los que
están vinculados con él, fundamentalmente los padres, la ineludible “tarea” de
enfrentar lo novedoso. Se pone en escena un nuevo modo de presentación de la
conflictiva edípica, de la sexualidad, de los vínculos familiares y sociales y de los
efectos que la cultura tiene sobre ellos en cuanto subjetividades de la época.
Wasserman
(Representó dos círculos en anillo)
El círculo interno representa lo puberal Núcleo de la pubertad, formado por impulsos
de fin no inhibido de lo sensual infantil y lo sensual puberal . El círculo externo
representa los adolescentes formado por impulsos de fin inhibido y los logros de la
latencia instalados en el ideal del yo. Ambos actúan en simultaneidad en el
transcurso adolescente.
Cuando hay un rechazo del otro hay algo en la subjetivización del cuerpo que no se
puede construir y tiene mucho que ver con la construcción del narcisismo eso, para
poder tener como una relación narcisisticamente tolerable con el propio cuerpo
alguien tiene que verlo, no alcanza con que uno se vea ni alcanza el espejo.
Cuando sucede que las escenas incestuosas de las escenas puberales se alejan
más y más del objeto incestuoso, que es el primer objeto que se tiene que presentar
porque no hay otra representación disponible para armar la sexualidad sino los
objetos de la infancia, cuando termina este proceso hay un fenómeno que se
produce en la relación con los padres como objetos de excitación: los padres pasan
a ser obsoletos, los padres dejan de ser el objeto que atrae sexualmente.
La locura puberal son los casos donde hay un convencimiento de que el partenaire
incestuoso está de acuerdo con el sujeto, es como una erotomanía convencida de
que la madre está excitada con él o que el padre está excitado con ella; entonces la
locura puberal es que el incesto es real. Desde ya que, como todo delirio, puede
haber un elemento que toma, a veces cierto enamoramiento de la madre con el hijo
o del padre con la hija, etc., pero es evidente que alguien que no tiene locura
puberal -primero- lo va a distinguir y después los miembros van a hacer la operación
necesaria para la separación. Pero cuando hay locura puberal hay ese
convencimiento.
Winnicott
La dinámica es el proceso de crecimiento que cada individuo hereda. Se da por
sentado un ambiente facilitador.
En esta base se encuentra la idea de independencia individual, siendo la
dependencia casi absoluta al principio; luego cambia, para convertirse en
dependencia relativa y orientarse hacia la independencia. Aunque, el individuo
nunca es independiente, existen formas gracias a las cuales en la madurez, puede
sentirse libre e independiente, tanto como haga falta para la felicidad y el
sentimiento de posesión de una identidad personal.
El término “paterno” aparece después que el materno. Esto se debe a que el padre,
como varón, se convierte poco a poco en un factor importante. Y luego viene la
familia, cuya base es la unión de la madre y el padre y la responsabilidad
compartida por lo que crearon juntos, un bebé.
La madurez sexual tiene que abarcar todas las fantasía inconsciente del sexo y en
definitiva el individuo necesita poder llegar a una aceptación de todo lo que
aparezca en la mente junto con la elección del objeto.
Puget
La adolescencia no tiene una edad cronológica, y puede ser adolescente quien
quiera serlo.
No toda marca es rescripción de una anterior, sino que la adolescencia es tal porque
se origina a partir de una marca a la cual es posible adjudicar como primitiva.
Se ubica a la adolescencia como un momento de la vida de un sujeto que inaugura
una historia basada en la puesta en acción de un cuerpo sexuado vincular, que es
diferente al cuerpo erógeno. Al cuerpo erógeno se lo llama intrasubjetivo.
Hay dos etapas que el adolescente debe recorrer: una en la que selecciona y
mantiene a resguardo el olvido de los materiales necesarios para la construcción de
ese fondo de memoria, garante de la permanencia identificatoria, y otra,
caracterizada por la organización del espacio relacional.
La adolescencia para ser tal debe realizar un doble trabajo de historización, el que
se construye a partir de una nueva marca que solo le pertenece y adquiere
significado en una vida vincular que la nueva marca inaugura y a partir de esto da
sentido a la familia de origen, por lo tanto algún sentido nuevo, y otro trabajo
simultáneo que sigue perteneciendo a una historia de la que es portador. O sea que
son dos historias.
Hay que pensar en una sexualidad de carácter endogámico, según la cual se intenta
reproducir la sexualidad de la estructura familiar.
Respecto a las actitudes del adolescente, desear que los padres comprendan, no
hablar, o irse son tres modalidades según las cuales se intenta ocupar un lugar que
va adquiriendo múltiples significados. Algunos de ellos, evitarán una ruptura y un
quiebre en la continuidad de la historia familiar.
Lo único que puede hacer la familia que se dio origen a ella misma es imaginar un
lugar para lo no anticipable, aunque si no es anticipable es imposible imaginarlo
previamente.
La práctica sexual se hace con un otro, por eso esta marca es tan importante,
porque determina la instauración de la adolescencia. En ese nuevo acto psíquico o
esa nueva marca actúa la represión primaria como para fundar un sistema actual en
el que crea inconscientemente en ese momento. Se produce una nueva
representación de lo icc como un mecanismo que es el primario. El mismo
mecanismo de represión primaria crea un nuevo icc, una inscripción de nuevas
marcas.
Rodulfo
En la sociedad actual, las pantallas están tomando lugar en lo que respecta a la
subjetivación de las personas. Todo este nuevo mundo digital atraviesa al ser humano y
afecta el mundo de lo íntimo. Este concepto de intimidad muta constantemente, teniendo en
cuenta las diferentes sociedades. Lo que se consideraba íntimo en un momento, hoy puede
que un joven lo publique en sus redes con total libertad y sin vergüenza alguna.
1. En el complejo de edipo hay dos o tres factores que en gran medida permanecen
inconscientes en la teoría. Primero cuando se dice que Freud descubre el Edipo. Lo que
hace Freud es ubicarlo en el lugar central del sistema psíquico.
2. Luego, distintos autores pusieron algo diferente en el centro. Lacan la falta, Melanie Klein
la posición depresiva. Esto genera una posición en donde se abarca todo a partir de esto
que se encuentra en el centro, volviéndose una posición un tanto reduccionista.
La segunda operación política que hace Freud es una división entre lo primario y lo
secundario, siendo lo primario lo familiar y lo secundario el resto del mundo ( lo social, lo
cultural, lo político). Esto fue desafortunado porque por mucho tiempo hizo que fuera difícil
al psicoanálisis acercarse a los fenómenos sociales de una manera que no fuera
conservadora, reaccionaria o reduccionista.
Hay un tercer término que es el sustituto o “representante”. Con esto, cualquier relación del
chico con un adulto coloca al adulto en posición de sustituto paterno
Tres hechos actuales ponen en jaque también la supremacía de lo edípico. Estas son las
nuevas técnicas de reproducción, las transformaciones en cuanto a las políticas de género y
los distintos tipos de familia que conocemos hoy día, las familias ensambladas.
SIMPOSIO
Es decir que la imagen sería el medio privilegiado donde se desenvuelve el intercambio con
el otro sin que pueda mediar una selección personal de aquello que se recibe, y a su vez
esa imagen estaría mediatizada por lo que el otro quiere mostrar de sí. En este marco,
podemos pensar, que el juego está condicionado por estas nuevas demandas sociales,
donde la psique cobra relevancia apuntalándose en lo digital y ya no en lo corporal, como
en los juegos de antaño. Así, las generaciones como muestra Prensky, quedarían
delimitadas entre lo digital y lo analógico; lo virtual y lo real; lo perpetuo y lo fugaz.
En Freud encontramos tres grandes ideas del autor con respecto al juego: una es el juego
como expresión de cumplimiento de deseo, a la manera de un síntoma o un sueño. Otra
noción tiene que ver con investir la acción (el jugar) como un medio de transformar la
realidad. Dentro de esta concepción estaría implicada la idea de trabajo psíquico del Yo que
diferencia Principio de Realidad y Principio de Placer. Por último la idea del juego como
medio elaborativo, como un intento de ligadura más allá del principio placer. Melanie Klein
entiende al juego como una manera de expresión simbólica de las fantasías inconscientes,
como: “un proceso de descargas de fantasías de masturbación, operando en la forma de un
continuo impulso a jugar”. Le da importancia a la personificación y la simbolización que el
juego permite. Otro autor que pone de relieve al juego es Winnicott. Para el autor la
transicionalidad posibilita pasar del Principio de Placer al Principio de Realidad y para ello
necesita de la ausencia del objeto, dando comienzo a la primera separación yo – no yo. Es
allí donde plantea la importancia de la ausencia (en un lapso en que el niño pueda tolerar) ,
del registro de esa ausencia, para que el bebe tenga la ilusión, necesaria para crear al
objeto. Es desde ese lugar en que el niño podrá empujar desde su gesto espontáneo, desde
la motilidad, desde la agresividad primaria hacia la búsqueda del objeto externo, del no yo.
Ese es el primer logro imaginativo que sienta las bases del juego creativo. Si pensamos el
juego asociado al sueño como modos de elaboración del mundo interno, como expresiones
simbólicas de deseos inconscientes de la sexualidad infantil en términos freudianos,
consideramos que está relacionado con el proceso secundario.
Si equiparamos lo anteriormente dicho con los dos tipos de juego que venimos hablando
vemos que, en el juego digital, prevalece el proceso primario a diferencia del jugar
propiamente dicho. El juego virtual se puede asociar más a una manera de descarga
pulsional- masturbatoria, a un exceso que a un intento elaborativo del mundo interno como
señalan y coinciden los autores antes mencionados. En estos tiempos el cuerpo y la
simbolización no intervienen de manera significativa como mediadores del juego creativo.
Aparecen así una serie de imágenes que son un exceso de estímulos en la mente. Hoy los
niños, desde la cuna están muchas veces sometidos a la captación pasiva de imágenes
externas. De estímulos que no pueden metabolizar. Sabemos de la importancia de las
imágenes mentales internas, productos de la vivencia subjetiva del infante, de la necesidad
de experimentar, manipular los objetos, el mundo externo, para la constitución del psiquismo
temprano, que posibilitará más adelante la creación, la atención y el aprendizaje. Si nos
detenemos en la capacidad de simbolización del jugar como punto de convergencia entre
los psicoanalistas que conceptualizan el juego, es a través de ella, que se puede poner de
manifiesto el mundo interno.
PIAGET
Piaget comienza por interrogarse acerca de la génesis del pensamiento. Abandonó el
adultomorfismo para poder estudiar a los niños. Interrogarse acerca de lo que parece obvio.
En un principio observó como conceptos que son contradictorios, para el niño no lo son y no
reciben un cuestionamiento por parte del mismo. Allí concluye que estas ideas proceden de
lugares diferentes dentro de su mente, por lo que es posible que considere ambas opciones
como válidas, a pesar de su contradicción. Con esto también afirma que la educación no es
el único factor que influye sobre lo que un niño aprende. También influye la edad y la
sociedad.
Piaget toma el concepto de adaptación, un acto complejo que interjuegan los mecanismos
de asimilación (la acción que tiene el sujeto sobre el objeto externo para incorporarlo en su
aparato mental) y la acomodación (la acción del objeto sobre el sujeto). Hacia el final del
primer año de vida, comienza la constitución del objeto permanente. Que el niño sea
capaz de identificar que eso que desaparece de su vista igual sigue existiendo, por más que
él no lo vea. Es donde da inicio la relación sujeto-objeto. El punto de partida sobre esto es la
relación que existe entre el sujeto y el objeto. Dice Piaget que la inteligencia nace de la
interacción y se orienta simultáneamente hacia los dos polos de esta organización (sujeto y
objeto) la inteligencia organiza el mundo, organizándose a sí misma.
Piaget manifestó el desarrollo intelectual como una serie de estadios que el chico atraviesa
durante su infancia y adolescencia. La inteligencia es, ante todo, adaptación.
Es la forma de equilibrio hacia la cual tienden todas las estructuras.
- Primer estadio: la inteligencia sensorio-motriz. Un pensamiento en actos, que no
puede actuar sino sobre lo inmediatamente presente porque carece de instrumentos
de representación. (hasta los 2 años)
- Segundo estadio: la inteligencia representativa preoperatoria. Cuando una serie de
conductas diversas indican la posibilidad de reemplazar, en el pensamiento, un
objeto por una representación simbólica. (de 2 a 7 años)
- Tercer estadio: operaciones concretas. La operación designa una acción
interiorizada. También aparece la reversibilidad del pensamiento. Pensamiento se
origina con las cosas delante, necesario el contacto con las cosas para poder
resolver. (de 7 a 11)
- Cuarto estadio: operaciones formales. Aparece el pensamiento abstracto. La
capacidad de razonar sobre hipótesis, de desprenderse de los datos inmediatos. (11
en adelante)
Gutton
El niño conoció la sexualidad adulta por aquello que se describe como experiencia
de seducción: sexualización del niño por el objeto, en particular parental, trauma,
desvío y perversión. El cambio introducido por la pubertad debe ser situado en
relación con el concepto de seducción, si se tiene a este por uno de los
fundamentos del psicoanálisis.
Laplanche define 3 seducciones:
1. La seducción restringida fija la factualidad de la teoría. Se trata de la experiencia
sexual prematura que el psicoanálisis vuelve a descubrir, por otra parte rememorada
teñida por etiológica en la historia infantil donde ocupa el lugar del trauma.
2.La seducción generalizada remite de manera prioritaria a la seducción materna
inherente o incluida en los cuidados maternos. Las relaciones del niño con las
personas que le prestan sus cuidados son para él una fuente continúa de excitación
sexual que parten de las zonas erógenas. Y ello más aún cuando la persona en
cuestión, generalmente la madre, considera al niño con sentimientos que derivan de
su propia vida sexual, lo acaricia, lo besa, lo acuna y lo considera sin ninguna duda
como sustituto de un objeto sexual completo. La madre imprime su libido sobre el
cuerpo biológico de su recién nacido. Ella inscribe una erogeneidad cuantitativa y
cualitativa al crear una excitabilidad en todos los lugares del cuerpo del niño. La
topografía de las zonas erógenas se sitúa en los lugares de intercambio entre lo
somático del lactante y el deseo materno.
El pecho trae de afuera lo que pasará a ser en gran parte el "ello" del niño.
Escenas en la pubertad:
Lo puberal impone una reactivación del conflicto edípico que pone en crisis a las
organizaciones edípicas.