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Reseña Índice de Jesús Martínez de Bujanda
Reseña Índice de Jesús Martínez de Bujanda
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RESEÑAS
trabajo de años, y expone a la luz del sol decoración de los brazos del crucero de la
una de las grandes entregas de asunto in- Iglesia del Monasterio; actualmente se ex-
quisitorial: el Index librorum prohibitorum. hiben en el Museo del Prado. Escabroso
Sobre la cubierta de papel cuché –que resulta ver a santo Domingo presidiendo
envuelve el tomo– se reproduce en lujoso un auto de Fe. Por eso, Íñiguez Angulo
colorido una tabla de las que pintó Pedro considera un alivio que se haya descubier-
Berruguete para el Real Monasterio de to al fin el verdadero asunto del cuadro, es
Santo Tomás de Ávila. Se había fundado decir: la liberación del «hereje Raymun-
dicho Real Monasterio de Santo Tomás do» de la pena del fuego, por decisión de
como iniciativa de Hernán Núñez de Ar- Santo Domingo. Vale la pena presentar la
nalte, secretario y tesorero de Doña Isabel versión auténtica de este relato que duran-
y, luego, de los Reyes Católicos. Decidida te siglos amparó la convicción del primus
su construcción en 1480, sólo en 1483 se inquisitor. Dice así:
puso su primera piedra. Núñez de Arnalte
otorgó poderes en favor de su esposa doña «Cómo él predijo la conversión del hermano
María Dávila –con Fray Tomás de Torque- Raymond, que había sido anteriormente herético.
mada como mentor– para que actuase en – En el curso de una predicación en la región de
Toulouse, sucedió que el hombre de Dios, Domin-
su nombre levantando un monasterio de
go, convenció de herejía a algunas personas que
dominicos en honor de Santo Tomás. De habían sido arrestadas y entregadas al juez secu-
Santo Tomás de Aquino, desde luego: por lar, porque rehusaban retornar a la Fe Católica:
ser sabio y, también, por ser dominico. Que estaban, por tanto, condenadas a la hoguera.
Tomás fue sabio no hace falta probarlo. En En medio de aquella gente, Domingo distin-
cuanto al carisma del Fundador de la Orden guió a un tal Raymond de Grossi y, como si des-
de Predicadores –es decir de los Dominicos, cubriese sobre él un rayo de predestinación divina,
por el nombre de su fundador–, la realidad dijo a los agentes de la corte: Ponedlo a un lado y,
sobre todo, no lo queméis con los otros. Y volvién-
se envuelve en leyenda que es preciso cepi-
dose hacia él le dirigió la palabra con bondad: Yo
llar de adherencias. Pronto lo veremos. El sé hijo mío..., yo sé que tú llegarás a ser, aunque
monasterio había de servir también como queda tiempo aún, un varón justo y santo.
residencia de verano de los Reyes. ¡Cosa admirable y digna de recuerdo! Porque,
Desde el siglo xiv se arraigó entre los una vez relajado, aquel hombre permaneció casi
mismos dominicos una tradición, según la veinte años en la ceguera de la herejía; pero al
cual el Santo Fundador de la Orden de los fin y pese a todo, la Gracia de Dios le iluminó.
Predicadores fue el primer inquisidor y legó Abandonó las tinieblas y vino a la luz; se hizo
a sus frailes el dudoso privilegio de perse- fraile Predicador y se comportó en la Orden con
una vida llena de todo elogio que concluyó con una
guir sin compasión a los herejes tratando
feliz muerte».
de extinguir con tan contundente maza la
herética pravedad. El cuadro del Auto de Fe
Estamos en la Edad Media y, dentro
presidido por Santo Domingo es uno de los
de aquella mentalidad llana y popular que
más divulgados en la fama del convento.
adorna en términos de sencillez un mi-
Las cinco tablas –dedicadas tres de ellas
lagro, la sustancia de lo afirmado es que
al Santo Fundador de la Predicación de Cristo
Domingo, con su mismo comportamiento,
(que así designaron a veces a la misión de
manifiesta tener certeza de la realización
los frailes Predicadores), y dos a San Pedro
futura de un hecho, fruto de la libertad hu-
Mártir–, debieron de tener su puesto como
mana. Estaríamos, pues, ante una profecía.
Los recursos literarios son tan ingenuos catarismo. El corazón del Pontífice botaba
que componen un núcleo de afirmación de gozo. Los herejes ya habían saltado los
apenas creíble. Si no fuera por la tradición Alpes y estaban asentándose en Lombar-
que lo recoge y por la reverencia con que día. Era patente que no había tiempo que
lo tratan historiadores tan serios como el perder: el Obispo tenía anhelos misioneros
P. Vicaire y otros, como el obispo Cons- y se sentía liberado –pese a algunos remor-
tantin d’Orvieto o la misma liturgia domi- dimientos– de la residencia en El Burgo;
nicana –que lo lee año tras año–, quedaría tanto más que, puesto que era consejero
todo reducido a un mero relato literario- del Rey castellano, ello le obligaba a au-
medieval. La teología que subyace a tal re- sencias frecuentes. ¿No estaba claro que lo
lato es: cuando hubiere alguna razonable mejor era renunciar de una vez a la mitra
esperanza sobre las decisiones futuras de la y zambullirse en las misiones del Langue-
persona, lo acertado es dar lugar a que se doc? Ahora, tenía oportunidad de consul-
produzca el fruto de la gracia. La muerte tarlo con aquel Papa joven y dinámico.
como solución no sirve. Todo tiene arreglo Pero Inocencio no le animó a dejar la dió-
menos la muerte. Sólo por esto, la pena de cesis, donde podía hacer tanto bien entre
muerte se nos muestra como una interfe- sus hermanos los Obispos y, con sus con-
rencia totalmente excesiva, en la historia sejos, al Monarca de Castilla. Eso sí –dijo
de un hombre. El valor doctrinal de este con animoso acento–, que viajase cuando
milagro, por lo tanto, es contrario a la pena lo viese oportuno. Lo mejor era, pues, lle-
de muerte. gar a todo: pero también, atenerse a los cá-
Comentado el cuadro central y más fa- nones y al buen propósito de la residencia
moso de los de Berruguete en el crucero entre su grey. Al Canónigo le quemaba el
de la Iglesia Santo Tomás, vengamos ya afán misionero, porque le dolía el obligado
al cuadro que se exhibe en la cubierta del otoño de la perdición cátara y albigense. El
libro que reseñamos: la ordalía libresca del joven Papa confirmó a Domingo en todas
año 1207. Lo dicho anteriormente sirva sus prebendas, pero con el mandato de la
para declarar a los lectores el interés de los Santa Predicación. Inocencio sentía la no-
estudiosos de la Inquisición, que no con- vedad del Espíritu. No se trataba tanto de
siste de ninguna manera en defender un dar mandobles de batalla a los enemigos de
sistema de penas Dios, cuanto de permitir brillar al Espíritu
Corría el mes más frío del año 1206, y al Verbo Eterno para que expandiesen su
cuando llegaron a Roma D. Diego de Ace- primaveral aliento.
bes, Obispo de Osma, y Domingo de Guz- Domingo disfrutaba debatiendo. Pro-
mán, canónigo de la catedral de El Bur- ponía los temas, anunciaba a sus con-
go. Se presentaron ante Inocencio iii. El trincantes la celebración de la trinca y, al
Papa los acogió con franca simpatía. Los cabo de una semana o diez días, en espa-
«romeros» eran ambos gente excepcional. cio abierto y a ser posible bajo la luz del
Se ponían a disposición del Santo Padre sol –sub Dio– los herejes y los misioneros
para trabajar donde se les enviara; y ¿dón- se verían las caras. Domingo era sereno, re-
de había de ser, sino entre Toulouse y los flexivo, prevenido y cauto (José M. Macías,
Pirineos, entre la costa del golfo de León Santo Domingo de Guzmán, Madrid 1979,
y a lo largo y ancho de las riberas del Sao- 133). El obispo era un santazo: pero a veces
na y del Ródano? Allí estaba el núcleo del imprudente. Muchas veces, imprudente e
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indómito, aunque virtuoso y lleno de celo. reunidos en torno al fuego. Hacía frío.
Los monjes eran entre cuarenta y cin- Uno de ellos propuso el disparate de hacer
cuenta, divididos en cuatro secciones para una ordalía: echémoslo al fuego y si el folio
sembrar la palabra sin perdonar dificulta- se quema nos libramos de él; y si no, cree-
des. Había un cisterciense Dom Raoul de remos lo que en él se defiende. Pero sin
Fontfroide que era excepcional: amable, tardar mucho el folio de pergamino saltó
dulce, sacrificado y generoso. No se separaba fuera del fuego. Lo volvieron a tirar en el
de Domingo. centro con buen cuidado de que no se sa-
Así llegaron a predicar en la Narbonen- liese; pero saltó igualmente. A la tercera, la
se. Y dentro de la Narbonense en Mon- intención se formalizó concienzudamente
treal. Corría ya el 1207. A los misioneros y lo echaron al fuego asegurándose de que
se les oponía el belicoso diácono Arnaud caía en el centro. El pergamino aun enton-
Othon. Su predicación no era lógica prin- ces saltó afuera de la hoguera. El pasmo
cipalmente, sino llena de invectivas. «La sobrecogió a todos.
Iglesia Romana no es santa; tampoco es la Conviene anotar que el celo de Sto.
esposa de Cristo. Al contrario es la iglesia Domingo generaba una actividad intensa y
del diablo y su doctrina es demoníaca; es la serena. Perseguía a los herejes con amor,
Babilonia que Juan en el Apocalipsis llama con argumentos teológicos y con oratoria
madre de las fornicaciones y de las abomi- brotada de su corazón ardiente. Entender
naciones, ebria de la sangre de los santos persecución como se entiende en nuestra
y de los mártires de Jesucristo. Su disci- lengua hoy, significaría no sólo una exage-
plina no es santa ni buena, ni instituida ración, sino sobre todo un error. Remiti-
por el Señor Jesucristo: jamás ni Cristo ni mos al lector a La prédication nouvelle des
los Apóstoles han celebrado la Eucaristía prêcheurs mériridionaux au xiiie siècle. An-
tal como ella existe actualmente» (ibidem, nexe nº 2: «Persequutor Hereticorum» ou les
215). «Persécutions» de Saint Dominique.
El obispo D. Diego argüía desde la parte La tradición dominicana más auténtica
católica. Todo el pueblo estaba apasionado. habla de un pergamino; mas posterior-
Había que tener siempre en cuenta que los mente la tradición se divide en dos relatos:
cátaros no admitían más que el evangelio de uno habla de un libro de tesis dominicanas;
S. Mateo Por eso Domingo serenamente otro, más fiel a la primera noticia, sigue
traía su pergamino que contenía in nuce to- hablando de un pergamino. Los pintores,
dos los principales puntos de la discusión tal vez porque lo consideran más expresi-
y muy principalmente las auctoritates a ci- vo, se acomodan a la tradición del libro y
tar claramente –bien copiadas– tanto del esta interpretación –la del libro– la vemos
Evangelio como de los Santos Padres. El transmitida por pintores como Berruguete
debate duró quince días y Domingo, tras o Fra Angelico.
las intervenciones brillantes que habían Pero –tras estos preámbulos saludables–
dado la victoria a los católicos, les entregó pasemos a comentar brevemente la quin-
a los cátaros amablemente el pergamino taesencia del libro de Bujanda. En la pre-
que le había servido de pauta. Los cátaros sentación, el autor cumple con las alusiones
contrincantes se quedaron con él, aunque obligadas a los autores afines a su ardua
su posesión les excitaba y el enfado crecía. labor. Siguen las fuentes: del Archivo His-
Era ya de noche y los herejes se hallaban tórico Nacional, del Histórico General de
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Isidoro Miguel García, canónigo archive- no coincidió con el auge del poder español
ro-bibliotecario del Cabildo Metropolita- en el mundo y con el desarrollo del Con-
no de Zaragoza y profesor del Centro de cilio de Trento. Su personalidad desborda
Estudios Teológicos de Aragón, obtuvo el campo eclesial, como muestra su labor
el doctorado en Historia de la Iglesia por política como virrey de Aragón y su mece-
la Universidad Gregoriana en 1991 con nazgo cultural (por ejemplo, con la Lonja
una tesis sobre el arzobispo Hernando de de Zaragoza) pero el autor se preocupa en
Aragón. Esta obra, en dos volúmenes, es especial su labor episcopal, con una clara
un resumen de la misma, de la que ya dio orientación pastoral y reformadora que
cuenta anteriormente en diferentes artí- se manifestó en diferentes aspectos: fue
culos y comunicaciones, y destaca por la un hombre con vocación y un pastor pre-
amplitud de fuentes y bibliografía utilizada ocupado por sus ovejas, que reside en su
(que ocupa cuarenta páginas). sede y que realizó varias visitas pastorales,
El autor nos presenta una biografía mo- a su diócesis; defensor de los intereses de
derna sobre el último miembro de la Casa la sede cesaraugustana ante los cambios en
Real de Aragón que fue arzobispo de Za- la geografía diocesana, preocupado por la
ragoza y el prelado que ha ocupado más salud espiritual de sus diocesanos y un re-
años la sede de San Valero y de San Braulio formador moderado, al que le toca aplicar
(1539-1575). Nieto de Fernando el Católi- las disposiciones tridentinas en el Concilio
co, hijo y hermano de otros arzobispos za- Provincial de 1565-1566. Religioso cister-
ragozanos, sus orígenes le relacionan con ciense, trabajó por la reforma de las órde-
los reyes de España (Carlos i y Felipe ii) y nes religiosas, lo que se contrapone con su
con la alta nobleza de la época. Su gobier- feroz oposición al establecimiento de los