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EN LA AMERICA COLONIAL
Introducción:
Junto con la conquista del nuevo continente se planteaba la asimilación de los pueblos nativos
a las pautas culturales de los colonizadores, proceso que en esa época se identificaba con la
adopción de la religión cristiana considerada la única verdadera.
La vocación misionera estaba presente, en mayor o menor medida, en las distintas cofradías
católicas. Los modelos de evangelización dominico y franciscano eran adaptaciones de
estrategias y esquemas provenientes de la estructura eclesiástica de la baja edad media. En
cambio el modelo jesuítico era una creación hija directa del período de la contra reforma y de
los principales desafíos que el cisma religioso del siglo XVI planteó al catolicismo.
Franciscanos:
Fundada en el siglo XIII por Juan de Bernardote (San Francisco de Asís), esta orden
promocionaba un ideal de pobreza evangélica en donde no habían estado ausentes elementos
de crítica al orden señorial y eclesiástico. En su religiosidad, se encuentran expresiones
milenaristas y de utopismo escatológico (inminente venida de Jesús, el inicio de la nueva era
regida por el espíritu santo, etc.) y su predicación en mundos culturales distintos al europeo
este modelo contó con aristas etnocéntricas difíciles de conciliar con el afán de convertir al
catolicismo en una religión universal.
Los franciscanos pretendían conversiones profundas en los neófitos aborígenes y propiciaban
la extinción de los restos de creencias no cristianas lo más pronto posible. Esto explica que su
nombre haya quedado ligado a algunos de los episodios más intolerantes en la historia de la
evangelización en América (la destrucción de los escritos mayas, o el proceso que dio
sentencia de muerte en la hoguera a caciques del centro de México sospechosos de cripto-
paganismo.
Nota:
Paradójicamente, muchos de sus hombres de letras que propiciaban la aculturación de los
indios, contribuyeron con su tarea de cronistas e historiadores al rescate de parte del acerbo
cultural de los pueblos precolombinos (Bernardo de Sahún, Jerónimo Mendieta, Toribio
Motolinia, Diego de Landa, etc.)
Dominicos:
Los dominicos eran una orden mendicante fundada a principios del siglo XIII por el español
Domingo de Guzmán. Templada en la lucha contra la herejía en el sur de Francia, luego se
destacaron en acciones misioneras predicando entre los campesinos semi-paganos del norte
de Escocia, los lapones de Escandinavia y los enclaves marroquíes ocupados por los
portugueses en el siglo XV.
En la Europa bajomedieval la orden dominica estuvo ligada a concepciones religiosas
intolerantes y fundamentalistas, y en la España de los Reyes Católicos controlaban el tribunal
de la Santa Inquisición, donde fueron sumamente agresivos con los cristianos nuevos (moros y
judíos conversos) y luego contra aquellos sospechados de profesar creencias protestantes.
Pero dentro del universo del catolicismo proponían un modelo de religiosidad popular más
flexible que el de los franciscanos. Era un modelo basado más en la devoción que en la
internalización de valores espirituales complejos.
La religión del pueblo debía ser piadosa y sencilla (por ejemplo, difundieron prácticas como el
rezo colectivo del rosario). En este modelo, se propusieron que los indios aprendieran las
creencias elementales del cristianismo (creencia en la trinidad: Dios Padre, Hijo y Espíritu
Santo; en la Virgen; los santos, los mandamientos, por ejemplo).
Los eruditos dominicos se destacaron en rescatar el pasado precolombino, tal como fue la
obra de Domingo de Santo Tomas que redactó un valioso diccionario de la lengua quechua.
Nota:
La línea de pensamiento escolástica racionalista, que por un lado impulsaba una visión muy
dogmática en cuestiones de alta teología, en lo social tenía el ideal de una igualdad básica
entre todos los fieles blancos o indios, y una valla contra las tendencias racistas más crudas.
Jesuitas:
La Compañía de Jesús fue fundada por Ignacio de Loyola, un veterano de guerra que decidió
hacerse sacerdote. Con un pequeño grupo de compañeros formó en 1528 el núcleo primigenio
de lo que sería una de las órdenes católicas más poderosas y también una de las más
polémicas.
Los jesuitas carecían de una historia larga y una tradición teológica frondosa como los
franciscanos y dominicos, y eran hijos de su tiempo. Fueron una organización verticalizada a la
manera de un cuerpo militar, y se concebían a sí mismos como un ejército espiritual que le
disputaba el terreno al protestantismo en Europa, y capaces de evangelizar a grandes
continentes de neófitos en los mundos que se estaban descubriendo.
Su estrategia era despojar del mensaje misionero buena parte de su carga etnocéntrica,
predicando una síntesis del cristianismo elemental como los dominicos pero con un grado
mayor de tolerancia tácita a las creencias y esquemas mentales heredados del paganismo. La
idea era permitir un grado importante de sincretismo, siempre y cuando no chocara con los
principios más básicos de la fe cristiana. Aquí radicó la clave de las conversiones masivas y del
alto grado de integración de los distintos espacios misioneros jesuíticos.
Nota:
Se debe señalar que pese al esfuerzo de comprensión de la cultura aborigen, la Compañía de
Jesús tuvo un protagonismo destacado en las campañas de “extirpación de idolatrías” en la
sierras del Perú en el siglo XVII.
Ordenes menores:
Junto a las tres grandes órdenes mencionadas vinieron otras cofradías que tendrían una
presencia menos importante en el conjunto del continente. Entre ellas los agustinos,
mercedarios, jerónimos y capuchinos. Pese a su menor difusión, algunas de estas órdenes
dejaron su huella en regiones específicas. Tal es el caso de los agustinos en Perú, los
mercedarios en Paraguay, y los capuchinos – primos de los franciscanos clásicos – en
Venezuela.
Indudable es que la Iglesia católica fue un instrumento para el apuntalamiento del sistema
colonial y de la aceptación por parte de los indígenas de un orden social asimétrico donde ellos
estaban en una situación subordinada. Pero este proceso estuvo atravesado por tensiones y
contradicciones de distinto tipo.
En el aparato eclesiástico, pero en particular en las órdenes misioneras surgieron voces críticas
de la explotación de los indios. Estas críticas fueron parte de una estrategia orgánica sostenida
a lo largo del tiempo y tendiente a abolir los aspectos más brutales del sistema de explotación
y a modificar las relaciones de poder en el que se cimentaban.
En la primera década de la conquista, los dominicos desarrollaron una lucha sistemática contra
el esquema de trabajos y prestaciones impuesto a los indios por los españoles. La mayoría de
los dominicos que llegaron a las Antillas a principios del siglo XVI provenían del seminario de
Salamanca (gran centro de la escolástica española), donde el Fray Antonio de Montesinos dio
el primer sermón contra la explotación de los indios por los encomenderos en la Isla Española
en 1511. Esta alocución fue el comienzo de una campaña continua por parte de esta cofradía,
acción que fue acompañada del otro lado del mar por los dominicos que integraban el Consejo
de Indias.
En Europa el teólogo dominico Francisco Victorio desarrolló una serie de tesis críticas al orden
colonial donde impugnaba la idea de inferioridad racial de los indios y del derecho de hacerles
la guerra para someterlos a la servidumbre, así como también a evangelizarlos pero sin
reconocerles la igualdad con el resto de los cristianos.
Esta filosofía fue desarrollada por el fraile Bartolomé de Las Casas quien llegó a América en
1502. Las Casas había conocido la crueldad de los encomenderos de las Antillas y de Tierra
Firme, él mismo había sido encomendero. En sus libros “Brevísima relación de la destrucción
de Indias” e “Historia de Indias”, reivindicó aspectos culturales de los pueblos prehispánicos y
hasta virtudes del sistema político de los imperios precolombinos. En sus trabajos también se
esboza la devolución de sus señoríos a los descendientes de los soberanos precolombinos,
reconocidos como vasallos del rey de España. Detrás de esta idea se perfila un proyecto de
alianza entre las órdenes religiosas y la nobleza indígena para formar un bloque de poder
frente a la elite señorial.
La gestión de Bartolomé de Las Casas y la orden dominica consiguió la limitación de la
encomienda en las zonas donde ellos misionaban, así como la aprobación de las Leyes Nuevas
(1542) donde se ponía límite a los derechos de los encomenderos dada la consecuente
desestructuración de las comunidades indígenas, leyes que provocaron la revuelta de los
encomenderos peruanos (1544-1548). Luego de este estallido, los dominicos adoptaron una
actitud zigzagueante para volcarse finalmente del lado de la Corona.
Haremos mención a las campañas llevadas a cabo en las Antillas, en Nueva España, los Andes y
el Altiplano, Yucatán y Paraguay.
Una vez que los dominicos controlan el obispado de Cuzco llegan otras órdenes, como los
agustinos y franciscanos que abren conventos en Quito, Trujillo y Cuzco.
Las órdenes religiosas no fueron ajenas a los peores aspectos de la formación del nuevo orden
social, todas las cofradías tuvieron encomiendas.
Los agustinos se ganaron la fama de manejar sus encomiendas y haciendas con criterios
crudamente mercantilistas.
En el Perú pacificado de la segunda mitad del siglo XVI se avanzó hacia la evangelización de los
indios serranos y del altiplano. El virrey Toledo trajo consigo a la Compañía de Jesús, quienes
fundaron misiones en la Amazonia peruana y en las tierras orientales del altiplano boliviano
(Moxos, Chiquitos).
El arzobispado de la ciudad de La Plata a cargo del dominico Fray Domingo de Santo Tomás
será el epicentro de la evangelización de los aymaras. Allí la red eclesiástica se extendió
rápidamente, y en 1580 había 150 parroquias.
Pronto los aymaras diferenciaron a los dominicos como Hanko Padre (padres blancos), a los
agustinos como Charaa Padre (padres negros) y a los franciscanos como Chakchi padre (padres
del sayal).
Nota:
El catolicismo quechua y más aún el aymara conservaron una fuerte identidad andina
sobreviviente del rico sustrato cultural prehispánico, proyectado en un sincretismo ramificado
de rituales, devociones locales, arte religioso, etc.
Nota:
Una muestra de la raíz militarizada de la Compañía de Jesús y de su concepción como un brazo
armado de la fe, fueron las milicias guaraníes dirigidas por los clérigos que repelieron los
continuos ataques de los bandeirantes portugueses que atacaban las misiones para capturar a
los indios como esclavos; y cuando los gobernadores de Buenos Aires reclamaron el auxilio de
estas tropas en la lucha contra los portugueses, donde los franciscanos se enfrentaron
militarmente con los jesuitas en 1640.
Proponemos pensar a la orden religiosa como una RED que transmite saberes y prácticas de
forma homogénea desde el centro hacia sus terminaciones capilares de acuerdo a un patrón
general adaptado a los distintos contextos.
Los mecanismos de las cofradías para crear redes de poder abarcaban desde la ocupación y
control de la zona a evangelizar, hasta el entretejido de alianzas entre las elites locales, la
burocracia colonial, el clero, los matrimonios de parientes de ciertos dignatarios de algunas
órdenes con conquistadores o miembros de la nobleza indígena, y de miembros adscriptos
que no tomaban los votos pero realizaban donaciones a los monasterios (entrega de
capellanías, provisión de velas, etc.)
A su vez, las órdenes reclamaban apoyo político, económico y a veces hasta militar.
Indudablemente la Compañía de Jesús representa el caso más típico de una orden/red que
actuaba con un alto grado de homogeneidad en el mundo.
La administración colonial los consideraba como los más aptos para las zonas de frontera
colonial o frontera abierta (PARAGUAY, Chiquitos, Amazonia peruana, Guayra, Baja California,
frontera sur del Río de la Plata, etc.), donde la orden tendió a crear espacios de poder con muy
poca interferencia de la red eclesiástica general o del estado colonial, lo cual explica su
creciente peso político desde mediados del siglo XVI hasta principios del siglo XVIII.
Los dominicos no se cimentaban en el aislamiento respecto de la red eclesiástica e
institucional, pero su acción anti-encomienda se representa como una red muy sólida que
atravesaba los océanos y era capaz de presionar dentro de la red del estado colonial.
Los franciscanos provenían de una tradición bajomedieval poco centralista, y donde las
relaciones de poder tuvieron relaciones más centrífugas. Fuertemente galvanizada en Lima y
México, pero más laxa en la sede de Madrid para América.
Desplazados de su predominio original por los jesuitas hacia fines del siglo XVI, supieron
mantener fluidas relaciones con las elites de conquistadores del Paraguay, Río de la Plata, Alto
Perú, y otros.
Nota:
A principios del siglo XVIII estas alianzas regionales seguían en pie. Los encomenderos
paraguayos mantenían sus acuerdos con los franciscanos que ocupaban un espacio comercial
altoperuano donde se comercializaba la producción local, la yerba mate.
Por su parte los jesuitas tenían una fuerte alianza con una fracción de criollos vinculados al
contrabando y con fuertes lazos con la burguesía de Buenos Aires, donde se trazaba un
circuito comercial clandestino alterno al de Perú.
Sobre esta trama de intereses se produjeron las revueltas comuneras del Paraguay (1720-
1735).
Las órdenes se nos presentan como espacios de poder sólidos y con continuidad de objetivos,
con una fuerte capacidad de proyectarse sobre la sociedad civil y de presionar ante el estado
colonial. Incluso en el terreno de la lucha económica las elites locales buscaban formar
alianzas duraderas con ellas, elemento éste que pudo haber actuado como una cuña en las
cofradías donde se producían importantes luchas de poder.
La orden/red fue una pieza clave en el entramado de coaliciones de intereses.
En lo concerniente a la relación con el estado de centralización de los últimos cien años del
período colonial las pondría parcialmente en entredicho, pero no es posible pensar en el
entramado de poder colonial en sus primeros doscientos cincuenta años sin la acción de las
cofradías, que extendían su accionar a lo largo de un continente no hecho a escala humana.
Fuentes y bibliografía: