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OBJETOS

propios y prestados sin bordes precisos


Colección de poesía argentina Astrolabio

Editorial detodoslosmares
Rivadavia 381 local 3
(5184) Capilla del Monte, Córdoba, Argentina
e-mail: detodoslosmares.editorial@gmail.com

© 2021 Jorge Accame


© 2021 Editorial detodoslosmares

Ilustración de tapa: María Licciardo


Diseño de tapa: Leda Rensin

ISBN: 9789874723697

Queda hecho el depósito que marca la Ley número 11.723


Impreso en la Argentina

LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA

Accame, Jorge
Objetos propios y prestados sin bordes precisos / Jorge Accame.
1a ed.- Capilla del Monte: Detodoslosmares, 2021.
68 p.; 20 x 14 cm. - (Astrolabio / Gerardo Coccio; 16)
ISBN 978-987-47236-9-7

1. Poesía Argentina. I. Título.

CDD A861
Jorge Accame

OBJETOS

propios y prestados sin bordes precisos


Jardín nublado


En el jardín
la lluvia crepita.
Los recuerdos arden.

9
Mate

Gota de selva 
en el centro 
de la siesta.

10
Elefantes

El sol blanquea
la vieja nave
que abandonaste.

11
Sin techo

Estatua tirada en la vereda, 


sobre la cabeza dormida, mechones grises
entre los cuales alguna vez 
alguien habrá enredado amorosamente sus dedos.

II

Duerme bajo un balcón 


apenas cubierto por un diario, 
imagina el calor. 

Como un león exiliado. 

Ya volveré, piensa.

12
El corazón frío
como la proa de un barco
avanza por las calles desiertas.

13
Se me ha permitido ver dos dioses en esta vida

Un caballo corriendo por la ruta


contra los autos,
entre la niebla del amanecer

El río Paraná, ensimismado y seguro,


derramando su silencio crepuscular
sobre los campos

14
Caminar por las calles.
Las copas de los árboles, 
el viento, 
el sol entre las hojas.
Las mismas calles, de noche, 
mis pasos, como quien pisa un sueño.
Mi único capital.

 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

15
Pasé por la vieja casa.
Las voces de mis hijos
seguían acurrucadas en el jardín.

16
Piensa en los instantes que dejaron sin estallar
como minas sembradas en un planeta vacío
al que nadie visitará ya nunca

17
Cada vez que la rozo, 
siento que vuelvo a casa.

18
Casi inmóvil, el hombre deja que la corzuela
se le acerque ondulando como una joya de fuego.
Sabe que, si hace un movimiento brusco,
se espantará y la perderá entre la maleza.

19
En un charco de piedras, 
las azucenas baten las hojas y enderezan su vara en flor
como flamencos a punto de levantar vuelo.

20
El vino se terminará
y seremos
ovillos de huesos
en odres secos y arrugados.

 
 
 

21
Un viento fuerte y parejo sopla                                                
sobre el basurero municipal.
Vuelan las bolsas de plástico
como una invasión de pilpintos.

  

  

 
 
 

22
Verano en las yungas.
En la parte más oscura del jardín nublado
pondré azucenas de 150 watts.
 
 

 
 
 

23
El césped crece
despacio camino
sobre murmullos

 
 
 

24
Polifonía
 

Llovizna sobre el cinc.


 
Se acopla el agua bullendo para el mate.
 
Entra la estática de la computadora
y gran finale.

25
Los espinillos, como nubes sólidas,
se deshilachan hacia el cielo en vapor.
En el jardín nublado se fabrica la nostalgia,
su escasa luz es la misma que ilumina los recuerdos.

26
Tarde sin brisa,
del grillo solo queda
un temblor de hierba.

27
Coplas a las damas de antaño

Qué se hicieron las damas


es un terrible verso
nos imagino
a toda nuestra estirpe
bebiéndolo
en la soledad
en un desierto
es un caballo verso a todo galope
transpirado
magnífico
en medio de un salón
mientras las damas de antaño
sonríen y lo beben también

31
II

las damas
las benditas

Ayer
mientras subía la calle
el aroma de una frutería
abrió una ventana en el aire
y las damas
allí estaban
bailando
con sus tocados, sus vestidos,
tan suaves
ayer
otra vez

32
III

es un verso destilado
veneno puro
porque las damas
que se fueron
no se irán
y te retuercen el alma
hasta que escurren la última gota

¿creíste que iban a perdonarte?


No conocen la piedad

33
IV

Queridas damas
de antaño
cómo hallarlas
se esconden en ese verso
que tanto amamos

34
V

Dios
este verso durante siglos
nos ha convertido en fantasmas
en polvo
en nada

35
VI

Lo que siempre quise


decir es la aurora
pero el verso vuelve
como la marea
y te alumbra con una luz
de resaca
y dónde están

36
VII

¿cuándo te has muerto?

¿qué te da el derecho
de preguntar por ellas?

37
VIII

Damas del camino


crecen en los bordes
como naranjas silvestres

38
IX

No me importan los nobles caballeros


ni sus brillantes armaduras
que se fueron
(que se vayan)
me importan las damas
con tetas espléndidas
aterrizando en el aire
mientras bailan en el salón

39
X

Damas que se ocultan


en el viento de una playa
al atardecer

Damas
bebería a mordiscones
su cuerpo salado

40
XI

Y el amigo del alba que siempre está conmigo


susurra:
las damas se van

las damas se van


no se puede ni se quiere evitar

y el verso de su ausencia
hace andar al mundo
para atrás

Ay, amadamas
con el verso
atravesado en los cuerpos
justo donde nos crecen las alas
parpadeamos un instante en la luz
apenas suficiente
para leer
el epitafio de nuestra tumba
al ras del suelo

41
Versiones


Blues de la Playa, de Neil Young
 
 
Hace equilibrio en la orilla
tratando de pisar sólo la espuma
Ella
se va
te deja un día nublado
a punto de llover
tu alma
 
 
 

45
Mañana en Carolina, de Edward Hopper 
 
 
El viento amarillo
que llega desde los pastos secos
y rueda entre los tablones desenclavados
de la galería
El viento no espera a nadie
y todos los días
se lleva un poco más
de tu cuerpo
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 

46
Egloga IV, de Virgilio
 
 
En los infiernos
un lenguaje me fue revelado
una música de nostalgia
pura y fresca como una cascada
 
 
 
 
 
 
 

 
 

 
 

47
Apocalipsis, la mañana de San Juan
 
  
Pájaros disparados por el fusil de Dios
Son obligados a besar las aguas
Peces a la deriva
quieren respirar el aire de tormenta
para tocar el estallido de la muerte
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

48
En el Monte Calvo, de M. Musorgskij
 
  
La noche está cargada de rayos
y de insectos
como violines perforan nerviosos
el aire gris
 
 
 

49
Osario en Auschwitz, de Adolf Hitler
 
 
Los huesos te encandilan
y te ciegan
No puedes ver
No quieres ver otra cosa
que el horror de tu alma
al pensar que podrías haber sido
uno de quienes dispararon
contra los cráneos de hombres
ahora rotos
 
 
 

 
 
 
 
 
 

50
Himno a la Alegría, de Schiller y Beethoven
 
 
No tenemos nada
 
Pero la luz se encabrita
y salta sobre la hiedra
y de ahí a tu pelo
y de ahí a las flores
y al chorro de agua
y a tu voz de lino
 
Y no cabe en nosotros tanto poder

El sol nos hace ricos

Una justa porción es demasiado


 
 
 

51
Brazil, de Terry Gilliam
 
  
Navegando entre los vientos
como el hombre muerto
Enamorado
Enamorado
Enamorado
 
 
 

52
La Cavatina di Fígaro, de G. A. Rossini
 
 
En el corazón del monte
En la panza del desierto
    Cuando nací chorreando agua bendita
    Cuando morí, curvo como un cartón al sol,
    Voy desde nunca hasta todo
  
Un tornado despeina al mundo
 
 
 
 
 

53
Floresta con sol al atardecer, de Henri Rousseau
 
 
Las corolas flotan
en un vuelo quieto y salvaje
todo pasa
Este día también
Los abuelos
Los padres
Y seguimos devorando
nuestro pedazo de carne
entre las ramas
 
 
 

54
El Grito, de E. Munch (1)
 
 
Puerta vieja
que ya no se puede cerrar
y todo lo absorbe
La casa muerde desesperada
bocanadas de recuerdos
 
 
 

55
Los asesinos, de E. Hemingway
 
 
No estás allí donde te busco
para matarte
 
 
 

56
La Maiastra, de Constantin Brancusi
 
  
Blanca opaca
como un cráneo del osario
a punto de levantar vuelo
Prefiere quedarse
para lastimarnos
sin cesar
con su aleteo inmóvil

 
 
 

57
Por un Bistec, de Jack London 
 
 
Nuestro pedazo de sol
resbaloso
Se escurre como el fuego
que unta los leños del hogar
Como el pez que roba el niño en el lago
quema
 
 
 

58
El Grito, de E. Munch (2)
 
 
El universo
corre desesperado
sin poder encontrar el abismo
 
 
 

59
Claro de Luna, de C. Debussy
 
 
La noche
despierta
se estira
entre los árboles
Abraza
a las criaturas que aguardan
y las estrecha
 
hasta quitarles el aire que las rodea
 
 
 

 
 

60
Improvisación 7, de Vassili Kandinsky
 
 
Los colores de la tarde
espesan el aire
como si un dios hubiese agitado la superficie del agua
con su mano abierta
 
Todo está unido otra vez
y los solitarios ya no sufren

61
Índice
Jardín nublado 7

Coplas a las damas de antaño 29

Versiones 43
Colofón

Por obra de conexiones y sedimentos aluvionales,


y acaso un rayo o un golpe de horno siempre insuficientes

estos objetos propios y prestados sin bordes precisos

se terminaron de imprimir en Gráfica Solsona S.R.L.


en el mes de diciembre de 2021
Córdoba - Argentina

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