Venid a ver el cuarto del poeta. Desde la calle hasta mi corazón hay cincuenta peldaños de pobreza. Subidlos. A la izquierda. Si encontráis a mi madre en el camino, cosiendo su ternura a mi tristeza, preguntadle por el amado cuarto del poeta. Si encontráis a Evelina contemplando morir la primavera, preguntadle por mi alma y también por el cuarto del poeta. Y si encontráis llorando a la alegría océanos y océanos de arena, preguntadle por todos y llegaréis al cuarto del poeta: una silla, una lámpara, un tintero de sangre, otro de ausencia, las arañas tejiendo sordos ruidos empolvados de lágrimas ajenas, y un papel donde el tiempo reclina tenazmente la cabeza. Venid a ver el cuarto del poeta. Salid a ver el cuarto del poeta. Desde mi corazón hasta los otros hay cincuenta peldaños de paciencia. ¡Voladlos, compañeros! (si no me halláis entonces preguntadme dónde estoy encendiendo las hogueras.