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'
Buenos Aires
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A la mémoire de Feu mon pére.
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PRO-LOCO
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•
- ,
,
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de una imago. Por eso el ojo. El loco fracasa al llegar a la ·palabra.
Por eso el significante.
Agregaré que �s un ojo muy esp ecial el que habilita al sujeto
para la percepción de su universo. Es un ojo descentrado. Es un
ojo que debe desplazarse de la posición del falo. Es, en fin, lo
q�e nuestro ojo se propone, al proponerse como tema esta ''Fun
cion del falo en la locura''.
•
Curitiba, 26 de diciembre de 1978 .
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1 - LA EPISTEME
15
•
. . � •
bñ ,_ •
r
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.
tejido de las ideas latentes (l as que ª 51u vez son pasibles de agru-
parse en un nud o comun ) as im ism o a pr o blema'tica infantil ' a
' ' .
propósito del pene, encuentra su exp 1 icac1· ón en otra escena: la
circulación edípica.
, En esto, tendríamos . que ap e d mucho de la Antropolo-
gia Estructural �, en p articular'. d
� � �f
é
-strau ss, quien al �ornar las
º
r i e la in v e stigació n psicoana
el concepto de dram�t, 1zacion P f! .
lítica, a la :xplicac1on antro º º [ �C:
1 Haciendo ejemplos diga
mos que, as1, como la antropo ogia , busca la explicación acerca
· , ral de una est ªtui·lla cualquie
ra analizan-
del valor m�st1co Y .cultu
do las propiedades mtrinsecas Y P un . tuales de la misma, sino que
·mt ent ando ver las corre 1ac1ones que determinan , su ins-
.
1 o h ace ,
·un1s · mo e l psicoanal1s1s
. . .
cnpc1on en d eterm1na da cultura as
·
de-
hería abordar el problema de la es tª t uz·zza peneana ' sometiendo
'
comprender su valor.
. .
En el centro de la cuestión. psicoanal1 t1ca, �e sitúa el p:obl�
, ,
16
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cia con la teoría psicoanalítica ; la antropología atribuye a la re
petición el mismo valor que le atribuye el psicoanálisis, cuando
somete a estudio los productos de la compulsión repetitiva.
Continuando con esta línea de raciocinio llegaremos al im
portante descubrimiento que el mito es ante todo una tentativa
de confrontar dos o más tesis. Esto nos llevaría al conocimien
to y comprensión de su función, consistente en la tentativa de
mediar (creando las articulaciones necesarias) entre dos o más
opuestos. Es así como dos opuestos cualesquiera (por ejemplo :
vida y muerte) que aparecen a primera vista como inconcilia
bles al ser tratados por el discurso del mito, se disponen en un
relato que al proveer las articulaciones necesarias los torna pasi
bles de comparación. La· contradicción inicial queda así resuelta
ofreciéndose una salida al conflicto que ella suponía. En otras
palabras, el conflicto ha sido simbolizado y por lo tanto aparece
ahora en su lugar, una posiblidad de solución, una alternativa
de salida, una estrategia de resolución.
No es nuestra intención la de realizar aquí un estudio analíti
co de l a obra de Lévi-Strauss2 Pero sí nos interesa recuperar
•
2 �� s pr o � nd a de esta
Y
Al lector que estuviera int er esa do en un a lec tu má
os al ca pí tu lo V, de nu est ro Cu rso discurso de la
cuestión remitim
Obra de Jacques Lacan ''.
·
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fantil en rJerredor del problema peneli110 apunta a algo más
co m 1 1l ejo que tl tin mero jt1Pg<> d<' 'escon<Jidas' o una simple
ct1est.ión clr órgnno. t�n f'\Sf' t.rxto �"'rrud l la ma Ja atención sobre
e l l1r ho qt1c> ¡\Jlí ¡1ar€>l'C' tratnrsf> dP t1n (lilPma <le profundaCJ re
sonn11cias. F:. (]\1<1, ni nfirn1nr qtt(� (l) fal<J Ps u na organización,
paree a¡)tlntnr fll esturlic> clf' Jn PRl.rtt<'turn <111f?, Ritua<Ja más aJlá
d el corlt.rr1icic1 111R11if irstc>, le) rnglc>l)n A Ja pn.r que I<) cxr>lic.a.
En Sll11ln, " ' r'nl() {'()f)('trrtlP nl J>f'f)f' ( f'n la pr<1blPmática in
fant.11) �' \(>tl('i t>r11(> fl Ja orgar1i7.n iór1 inconscientP ( P n RU rJimen
sió11 111as f'St.rtt<.' f.\tral y si1nh()licn). Claro que, Ja cJuaJicJacJ en cues.
t.io11: c)rgarlo - orga11iza "iÓn, se pre sta a demasiacJos P<4uív<>cos
si no te11e1t,os <'n cuPnlA. las pertinentes correspondencias entre
an1t>os 11iveles. J.�s qtte se tra ta aqt1 í de un complejo (en el se ntido
fuertr del t érm ino ) 1-)uesto que se trata del co nj u nto de ar t j c ul a
ciones qt1e ligan Pl elem e11 to parcial (el pene) a la estructura (la
. ,
organ1zac1or1 n arc1 s1 ta ) . El riesgo reside -cuan do hablamos de
. . .
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que el punt o crucial, el eje y pivote de esta conjunción, será el
síntoma de la fobia. El caballo asumirá, en su circulación, la
función de significar estos circuitos que, oscilando entre el pene
y el falo, dibujan el campo de te11siones en las que la angustia
se cr istalizará·en fobia.
Decíamos que el caso del pequeño 1-Ians ilustra la doble di
mensión del problema y que esta bidimensionalidad puede ser
fijada en los términos de la dualidad falo/pene u órgano/organiza
ción. Diremos entonces, y con otras palabras, que a Juanito le·
preocupa el pene en la misma medida en que le preocupa com
prender la estructu1·a de las relaciones en el seno de su familia.
Lacan señala (en su seminario de las relaciones de objeto) la se
cuencia que co11ecta ambos polos: primero se desarrolla un juego .
de seducción con la madre; entra luego el pene (calificado por la
palabra materna: 'es una porquería') nace Hanna ... El caballo
entra en función luego de la aparición de la señal difusa de la
angustia. La fobia quedará en ese momento consagrada y con
solidada.
Un dato más: a la manera de toda fobia, la de Juanito s e de
sarrolla bajo el signo de los medios de transporte. No es por ca
sualidad. Hay algo intimamente ligado a la estructura del sín
toma que lo explicaría facilmente.
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primitivas', asimismo en la comunidad primitiva que conforman
el pequeño Hans y sus amiguitos, el caballo es un torem. Juanito
alimentará un sistema in ítico en el cual el caballo no es solamen
t� el tema Principal de los j11egos y el pJacer que ellos suscitan,
smo tambien , el peligro y la amenaza i mp l íci ta (caída y daño
de Federico, amP11aza de morder -y por rnde amputar- los de
dos d e Liza). Figura 11<.'ráldica de la mitoJogía infantil, el caba
llo representa ... ¿Qué? Un sistemn qu<? articula el placer con el
peligi·o, que vincula el deseo con e) castigo, comprometiendo aBÍ
al órgano de placet· con la organización de la prohibición .
les, ni tampoco un a os cu ra al te ra c1
?..
on fu nc io na l
�
sin o a �
par t1cu
. aJ
lar relación que se establece entre la zo�a, el sistem_
a idea n:cio
on es m en ta le s de l su jeto , Y la s circu ns tanc ias
de las representaci J
,
.
em os lo . Se trata
,
la c1 on . Su br ay
,
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de un co nc ep to qu e, acu ña do alr ed ed or de .18 8� ? an tic ipa con
a cla rid ad un en foq ue pr op ia m en te c1 en t1f1co de l proble
meridian
En foqu e en el qu e es ne ce sario te ne r en cuenta varios nive� es:
ma. .
na (n ive l de l cu er po ), las re pr � se nt �c1on es mentale� (n�vel
la zo _ t1v_ o de la
bó lico en do nd e in te rv ien e el ca ra ct er im 1ta hi steria),
sim
). He aquí una
y el estímulo (causa desencadenante de l ataque
a de sus partes
estructura. Es sobre toda ella -y no sobre un
aro está que
que hay que operar para llegar a vencer la crisis. Cl
a pesar de ello, Charcot no pudo ev
itar caer en la trampa del
cuerpo, y dejarse engañar por el os curo problema de la h�ren
cia. . . Pero lo cierto es que importa destacar estas cuestiones
parti cu lar me nte ho y, cu an do se rep ite n co n idé nti co s vici�s y
errores- las mismas ideas ahora referidas al problema de la psico
sis. Es que hay corrientes que nunca aprenden de su experiencia.
Claro que posiblemente ello se deba a que se trata de corrientes
de repetición.
Volviendo a Freud y volviendo al espíritu científico que lo
alimentó, agregaremos que en· esta escuela (que fue Charcot)
iban implícitos los gérmenes de una postura que se inclina más
por el análisis relacional y que pretende evitar las corresponden
cias unívocas a que era tan afín la medicina positivista.
Por su lado, la psicología de la época presenta un movimien
to de semejante tendencia en su seno; la for1nación que Freud
tuvo con Bretano también hubo de familiarizarlo con este
enfoque. Al introspeccionismo de Wundt (de no tiria ingenui
dad) sucedía una corriente innovadora: el asociacionismo. Este
orientaría su atención hacia el fenómeno del o)vido en particu
lar y del acto fallido en general, llegando a explicarlo como la ex
presión de una 'falla de asociación'. Así, una amnesia sería oca
siona.da por la desaparición de un elemento de la consciencia;
pero lo importante es que la desaparición en cuestión estaría
ocasionad�, no �a por la caída del elemento a causa de su parti
cular cualidad, smo a causa de una falla en la 'cadena asociativa'.
No es el elemento el que fracasa; es su asociación, es su capacidad
de ligarse. ..
La crítica que posteriormente for1nulará la Gestalt a esta
corriente, se inserta en la misma dirección conceptual. Más aún:
la críti�a surgirá como un� tentativ � de profundizar este aspecto.
A partir de ella, quedara estabec1do un concepto capital: 'no
se perciben elementos; se perciben relaciones'. La percepción
no lo es de las partes, sino del todo. Y el todo es obvio- conforma
un conjunto. También es claro: el conjunto es relacional.· Von
Ehrenfels e� explícito: se percibe una relación que es lo suficien
temente determinante como para organizar los elementos en una
estructura que como toda estructura- es distributiva, es decir�
distribuye lugares, que en la ocasión se denominarán: figura y
fondo. Agregará algo más de suma importancia. La estructura
conlleva un cierre, y este cierre incide en cuanto al sentido de
lo percibido. Importante por cuanto, luego después, y a este
•
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mismo respecto, Lacan dirá algo muy semejante: el cierre (aprés
coup) es causa del sentido.
La fecha en que todo esto es dicho, es también y a su vez
ilustrativa. . 1900 es el año en que Freud da a luz un texto ca
.
e= m • c2
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; en er gí a es el re sultado del producto
Forrnula que 1eeremos·
'L a
·
a d d e la lu z al c u a d r a d o ' . . . L a ene r
e lo c id ..
de una masa por la v . T am po co se trata d
; no es un dato primo ni m uc h o m en os
g 1a e
ll a , c o n ·
s1 s te e n u n a relación . Y no acab
fl g to ' puesto que e a
:í � :O
.
ul ar m en te si pe ns am os qu e la masa es a su Vez
l sa. Part ic
; ón ex ist en te en tr e el pe so Y el volumen
una re1ac1o · n (1a relaci· . de
un cuerpo) Y que el la es a su ve z el co pu esto de ot ra relac1 on. ,
�
. Cómo ignorar que el peso es la relac1on qu e est a b lece un cuer
¿ , .
o i gn orar por
.
ad ? ¿C om
.
de la le y de gr av ed
po en el contexto .,
� .
terv1e
-
u na re 1 c1 o n en 1 a qu e in
otro lado- que el volumen es nen
.
m ensio ne s: la rg o , an ch o , al to .
las tres di .
T ampoco el ot ro té rm in o de la _ f o
;
.
rm ul a es a1 en o �
.
pl�teo.
d n ec ua
La velocidad... ¿N 0 es acaso la velocida u � �,1on: distan.
cia _tiempo? ¿No es a su vez la distnacia la drm�ns1on �
(tam ién
relacional) existente entre dos pu�tos en e esp aci sido el tiem � o,
_
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n Ja conc�ptual1zación de la cuestión fálica ... En primer lugar
cuando se habJa del falo parece inevitable -pero también cohe
rente conectarlo con el problema de las fases libidinales en
general y con el de la fase llamada fálica en particular.Fase que,
al asumir expresión de acto, se manifiesta en la masturbación
la cual, como es obvio, se ejecuta a nivel del ·clítoris y del pene.
Es que el clítoris ·y el pene son órganos análogos por cumplir
idéntica función (la procura del placer) en la búsqueda de una sa-
lida para la tensión libidjnal. Por lo tanto la fase fálica se apoya
en el pene o en el clítoris ... De aquí, es fácil pasar a la idea que
Ja fase fálíca es una fase libidinal en la que se revela el pene (y
su homónimo: el clítoris). Revelación que se haría bajo el empuje
de la ''energía libidinal'', su.pone la aparición del placer de órga
no; por Jo tanto, la fase del falo es la fase del órgano...
Otro deslizamiento es el que se nos manüiesta en la aprecia
ción libidinal, desde que ésta suele ser considerada como una..
energía. Quien dice fase fálica estaría refiriéndose a la energía en
posición uretro-genit.aJ. Y , ob viamente, cualquiera con sentido
crítico puede observar que todo esto supone la manipulación
del organo.
Observamos mut uam ente. cómo, en todo esto, el concepto
de 'energía• es el pivote de una trampa...Ya hemos demostrado
en otro lugars que la energía es un efecto superdeterm inado de
una relación, y hemos demostrado que la libido es el concepto
que pretende dar cuenta de la red de articulaciones que conecta
y Jiga a los d iferentes repretentanta de zona. Ea por eso q ue
aquí nos hemoe de limitar a señalar el deslizamiento sin entrar
Pn el desmenuzamiento de su contenido.
Es que (y aqu i está el meollo del problema) pareciera que hay
una tendencia ampliamente divul¡ada en psicoanálisis, consisten·
te en la tentativa de suttanci&lir.ar loa conceptoe. Esta pretensión,
imagi nando que el concepto de falo ea excesivamente ambiguo,
propond ría una salida milagro•• al problema: siendo concretos,
lo positivo es el pene. Y ea uí como un concepto plenamente
com plejo y eatructu.raJ, ae tranifor111a en un 1ofi1n1a. El falo ter
mina siendo una sofllticada nominación para señalar al pene.
Hay veces en que el deseo de 1er concreto, transforma al sujeto
en pedante.
Si, siguiendo a Bachelard, quiaiéram<>1 defmir estOI obatácu·
loa, no tendríamos dificultad alguna en cluificarlos como pro-
duetos del ''impulso por 1111t'•neialiur''. . Loa conceptoe deben
sei\1l1r coea; COl'oCOIK:re .tu Panx:e impoeible aquí la acepta
.
'
ción de que la realidad del objeto científico o bedece a un orden
dé matAtri8lid1d que no supone al univeno fíaico,
·
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al mundo cósico. Parece en suma- imposible para esta postura
r real id ad de. la re la ci ón pu es to qu e no sie nd o tangible
admiti la
ella no puede se r re al . Y sin em bar go ,la ' ' Le y de la gr av ed.ad ' no: �
ns ta nt em en te de un a re ali da d qu e es ca pa al fis1calisrn0
habl coa
to . En la le y de la gr av ed ad se tr at a co ns tanteme nte
de lo concre
un a re la ci ón en tr e lo s cu e � po s abandonados a
de la realidad de
su p1·o pi o pe so y el ej e de la tie rr a. Y he aq u1 qu e, a pe sa r �e tra
tarse de cuestion es ta n ab stra ct as co m o lo s <? n la le �
y Y e :1e, na
di e du da de la ve rd ad de su en un ci ad o, ac ep ta nd os e sm. �1f1 cu l ta d
pr ue ba en el in ev it ab le ef ec to de la ca 1d a de los
que su efic ac ia se
cuerpos.
Y sin embargo la f ísica ( modelo por excelencia usado Por
u' !
estos autores) es q ien, mejor que riad e, estaría en � ondiciones de
asestar el golpe mortal a estas ideolog1as . Vea01os sin o el gas . . . se
trata de un elemento cuya característica es la de ser poc o denso,
liviano, etéreo. . . Y , sin embargo, la ciencia física nos ha probado
que es posible alterar su estado al punto que se habla de 'gas-lí
quido ' . . . ¿Un contrasentido? Pues basta ence nder la cocina de
cualquier ama de casa, para ver funcionar ese contrasentido. La
liquidificación de los gases, es un buen ejemplo de cómo es posi
ble alterar la densidad de un elemento mudan do con esto su
estado sin, por ello, alterar sus otras características . . . El gas li
quidificado no dej a, por eso, de ser un gas. Nuevamente nos en
contramos con la idea que el estado de un elemento (sólido, lí
quido, gaseoso) varía según las rela�iones de presión , densidad,
calor y frío a que se encuentra sometido. Nuevamente nos en
contramos con la idea 'princeps' : que la materialidad depe nde del
conjunto de relaciones a que se puede encontrar som etid a.
Y es aquí que, deteniéndonos para hacer bal anc e, nos sor
prendemos observando cómo otras ciencias incorporan com o ob
jeto central de sus estudios e) concepto de relación mientras
que algunos p�ico�alistas (q ue serían los más in di do s para �
reconocer su ef1cac1a, puesto que trabajan en relación -la relació
n
tr� ferencial-) l <;> omiten o , lo que es pe or , l o niegan en su
s
escn �os . ¿Por que ,n� estudiar al falo como una organiza
ción
relacional? ¿Por que intentar reduc;irlo al nivel de l órgano?
Sim·
plem� nte .por cuanto la formulación científica no está libre
, de
toda l.Dlag1ner1a.
¡Es tan c ó !'lo do , para la pereza intelectual, refugiarse
en �!
_
emp1nsmo, llainar a un hecho y vedarse la investi
gac1on de una ley ! . . . Es un empirismo no sól o evi
dente; es un 'empirismo coloreado' . ''6
Por ello es que el falo es · · · zable y de este modo
reductibl e al órgano. La imag
inería científi se compo � �
6
� · 8 AC1H7ELAR D : ''La formación del espírit u cient11ic o
..
' pag.
'' - Ca p. 1, par .
.
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r>rO(iUC!it 'l\U(> R t t l f < > tn tlS J'� J Í llt()lllll e l e tln })r<><•c• <J <Jt! C<>OC>Ci
n1 i 'ntl) <.ttlt\, t\ l l�(Ué\I < t tt<' t< >C I < > t í11t.c>t)1 t 1 , , _ X l >Yc'ilrt V< Ju d : 1 m c• n t \1
..
lat( t\tc <"ftl•' l() lf't('1·rn 1111•, y 'tt <' '' ff('f1 tj c l c > YJ<> Jlc,cl1•rnc>H cJ<'R•'Ati
•
ma1·l 1)( ro tiun pt>('f.l c l c · l>c•111c>s, Jl<>t <•lle>, L<>tr\str C'f>tno v•·rdo<l
· r1sttgrn(lt1, c;onll) c'lC'n1c•11f.c> el• f.t•r1r1 i111tt1t••, 1 1 1 c·f<•(:f.<> y 11 l <J cl <• i,(' r
.
min� (lo. J4� n st1n1n, t\<l 1 >c >c lc 1 1 l < > . tc >•t• 1 • • rll , f<'<'t'' <'<>1nc> RI S<! tr11 tr1R<'
de unn c:ttis:l.
• ,
' ' f.; tl ('} i1lstt\1\ t<' tnistnc ) c•11 <Jll<' ('flÍA' l ' Ú lllic:o c·rc·<' dP< l i .
l':l t�(' n o ,\.l l)itt•ic)t\C'H R ' l illS, f ><•ro1;tl )(\('(• frÍV<J)( ), J f1.ty CJU(ª
111u11t<'t1 r lc > i nt('r(1Rr1c l<> i l t tRlsa11< l <> <'l f •r1óm' 'T'<>. ' J-'<�Joa
<i<� ir O le> eS(\nc 'iUl HC' S \ l l ln t n t1 1<> f>lnt<> fOSCC> ' : R<• fijan
1
ttlatnl'>rc ct1 la C'Hf 'r(' ele) m 'cJ u l n e l(• s:tuc<' para ot>t(\ ncr
1
Jn ' aro.nt\ l\l' trien '. l•�s Hi,gtt icr1do tJn movi mirn t<> <�pist<'
mológi �o inVt'r so, volvi ndo hacía lo a bstracto, arran
cand o las patas d la orañ a eléc trica , com o Cou lomt >
ncon trará las l y s funda ment aJes de la elect rostá
tica''7 .
Pero así como existe el vicio de ' ' reducir' ' el falo al pene,
observa mos la posibilid ad de ejecució n del movimie nto opuesto,
�sto es : d e ' ' i n flaciona r'' el f al o hasta elevarlo a la categoría de
un valor supremo. La sustancialización del inconsciente y del falo
se liga a una noción d e sobrevaloración de l o ' profundo'.
111,
·
p,g,
1 G . BAC HEL ARD : ''La formación del e1p(ritu cientifico '' Ca p. VI, par.
11, P'I· 68.
·
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•
los q e luc1
..
a cnt1car� esta
· · ,
1 stas
�
form ulac ió n . Serán los a r op e u ar
g s , para qui ene s el in co
ns.
cien te es u na fru ta. E l falo ser ia un
car ozo . Carozo que bastará
plantar a su vez en tie r ra propicia como para que dé una nue va
fruta. y como a esta altura a nadie se le escapa que el útero es
una buena tierra, y que el carozo que en ella se suele plantar no
es otro que e l pene, no es necesario i r muy lejos como para esta
blec�r con el rigor de las evidencias, que el falo no es otra cosa
que un pene.
Dos posturas que divergen en lo aparente terminan coinci-
diendo en lo latente, puesto que al final , transformado en 'mate
ria óntica' o en 'hueco espiritual' el falo pierde en ambos casos
su materialidad específica de ser un concepto .
Es que el inconsciente es un sistema simbó lico cuyo pivote
se sitúa a nivel del símbo lo fálico. En suma, el inconsciente e8
un sistema de significantes, capaces de pivotear sobre un signi
ficante axial : el significante fálico . Y ya sea que lo deno minemos
sz'm bolo, o que lo denominemos significante , bueno es recordar
que tanto uno como otro suponen una relación . . .
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11 - EL FALO
1 .- La relación fálica
to, asume la cría, siendo que el hijo es 'significado ' antes de venir
al mundo y siendo que las pruebas de esta relación de signifi
cación se encuentran en el hechq material y concreto que, antes
mismo de nacer, el in fans ya tiene un nombre, un linaj e, en suma:
un lugar libidinal en la familia
29
'
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•
ica al ch ic o en
' ' N o se pu ed e co ns truir la icoría si se ub
en po sic ió r1 de fe to . Lo q � e o � vida n
d re
re
a
ad
m
la pa nz a de la m , 1
•
los fetalistas es qu e só lo pa ra un a
ps 1c ot ca su
hijo es feto ''.9
pr on to y, (\S iLt di ad o 'o jo de sn ud o' , con � is
r
E l deseo . . . Po lo �
az ón Pn tr e do s m IP m br os : el prei(\nd1 d<)
te (\n una particular lig
n só lo que si
sujeto deseante y el pretendido objeto de se ad o. T!1
er am os con la
en vez de leer la cuestión a 'ojo de sn ud o' la ley
ía y la ex pe rie nc i ª ªl ít ic as no s pr o �ee n, v�
'le nt e' que la teor � °
: cl uy en do una instanc ia
ríamos que los dos términos se am pl 1a n in
,
in ó 'lo sim bó lic o ' y qu e � os 11e va r1 � � nt e la
que Lacan de no m .
_ po r s1 m ism o s1 e st e o
ev id en cia qu e na di e de se a un ob ]e to �
,
ro . E n s1 ntes1s ,
es capaz, a su ve z, de suscitar el de se o de un ot
co n el pr o
al entrar en la cuestión de l deseo, no s en co ntramos
ma de la pre sen cia de un otr o en el suj eto y y co nv ien e des
ble
tacar que esta presencia es em ine nte me nte sim bó lica , sie nd o su
materialidad la de una inscripción . Se trata -por lo me nos - los
imagos parentales que dieron forma y mo del o al des eo infanti l,
cuya resolución habilitaal sujeto para la realización de la maternidad .
Es que, en térn1inos de la dialéctica del placer , la maternidad
es unicamente posible en la medida en que supone para la m ujer
la realización de un deseo que -no por casualidad- la teoría
denomina: 'deseo del pene', capaz de resumir la resolución del
complejo edípico.En resumidas cuentas, se trata d e la salida que
este complejo habría dado a la sexualidad d e la cual , l o menos
que se puede decir, es que es paradoja! . Paradoja que, a menudo,
invita a que la denominemos sesualidad con l o que se estaría
pretendiendo subrayar la determinación del seso ( a saber : el in
consciente) en todo lo que hace a la relaci ón del sujeto con el
sexo.
Sabido es desde ''Tres ensayos para un a teoría sex ua l''
que tal relación no es simp le ni fácil por l a muy senc illa razó�
que no es preforma!. La relación del sujeto con el sex o está de
ter1:11inada por esa franja problemática ( pero tam bién propicia
toria) que son las 'imagos' constitutivas del inco nsci ente . Es por
ello -y solo por ello- que la sexualidad no se define por la mera
anatom 1a.,
En sum a, el objeto sexual no con cue rda ( nun ca) con
lo que la anatom ía prescribe. De este mod o el sujeto pue de estar
programado com o qui en dice- para ejercer la fun ció n repro
ductora en posición de hem bra y, sin em bargo, tomar un objeto
plenamente discrepante con lo prescripto po r l a anatom ía: ho
mosexualidad.
Todo esto nos intr odu ce en dos aspectos bie n definidos en
80
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la cuestión que son, a saber: el pa¡1cl determinante de las imagos
en el ejercicio de la sexualidad, y e l carácter restrictivo que las
mismas ejercen sobre la función anatómica. Amb o s aspectos son
fáciles de aclarar en un simple ejem¡)lo, Isabel de R . La astasia
abasia de Isabel de R . está determinada por cierto orden sexual
que, realizándose sobre la pierna, amantiene siempre vivo el re
cuerdo del padre y de aquellas curas de las que tan ''vocacional
mente'' se hizo cargo. En este ejemplo es evidente que el objeto
sexual es un recuerdo inscripto en la l i teralidad del propio cuer
po. Pero por el otro lado es también evidente que esta sexuali
dad se ejerce determinando un minus en la función motora.
Dicho c11 buen romanc e, la pierna que tendría que servir para ca
minar ahora sólo sirve para recordar, e Isabel de R . tiene una
funció n de menq s, puesto que -como la cucaracha del maria
chis- ya n o puede caminar ( ' hacia su felicidad' -demuestra
bri llan tem ent e el pro fesor Freud- ) . .
Sab()mos que estas i m agos conducen al enunciado de u n a
0quivalenc i a : l a ecuación niñ o-pene, l a que a su vez no es otra
cosa que la apretada fórmula que rige <11 acceso de l a mujer al
sPxo y al hijo. Se puede decir entonces que esta fórmula -al
igual que toda fórmula- es la solución que produce al suj<'to
frente al enigma d e l a esfing<'. Claro qu<' si agregamos que 1�1
esfinge es ( tan1bién ) la madre, quedará · C'n claro que la fór1n ula
<'S l a rc>spuesta de l a niña a la madr0 y quc�dará, por lo tanto,
c>sclarecido que se trata de un r(\sultad<> del complejo de cas-
trac1on.
. ,
31
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puesto en múltiples escritos que enfocan la cuestión 1 0 Pero
lo que nos interesa resaltar aquí es quC' en todo esto de la sesuali
•
l l
·
82
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D ij e : nudo. Quiero agregar que no es de cuerda sino de re
cuerdos, siendo esa la razón por la que se define como un sím
bolo. Di1·é además , qt1e no es ésta una definición demasiado
noved osa, puesto qtte es y no otra coas lo que viene dicien
do Lacan desde sus escrit os, así como es eso y no otra cosa
lo que nos dice Freud desde los suyo s. Y si en el fondo éste
•
33
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•
. E sa p 1·e m a tu ra c ió n su p o11e un
nace la cr1a . d e tl o m b re a
con que
0 que es l o m ·
1 sm o , un a ca re nc ia qu e, en '' La fa
o, l
· ,
rls1o
-
n
·1 ·
inde fe sim ple que ser i a di fíci
,
m a n era tan l
''
Laca n ahor d a de , .
rt.i r de
m 1 ia , .
ª
vo co s. A h i, , co ns ide ran.
e e P a h í a l os eq u1
pr t n de r J U g r a
c o m 1) le JO
�
d e 1de stete co , mo sie nd o un a cr isi s, se ña la que en
a
d o a l
""
. to ..
se
_ suje
.
. u n
.
. ns h o za la 1 1 ar1 c 1 on de
esta cr1s1s
' ' ' l) t>r J)r t me 1..e\ v nz \ ' se m'tn t"I "
[ J a rre e u n a tf' ns1 o n v1ta l se
.
.
,
. A trave'S dp esta ln � n-
,
m
.
rc \S ll <' lv l t " \.
1 '
,
o nc i ó n e n t a l
(� n . 1 ' '' d
tc ' e s a c 0 p ta d o o re c h a z a o . .
c· ii>n rl (l r st r
b l 1�a h la ac an n o es u n m ís tico
·
qu e 11o s
i a . Y s1 a v e c e s ilu st1·amo s con
La le ns i n v i ta l de
1 51 0 0 L ca ren c
.
e íl t1 v1· 0 d f' se r, t n a
H r y a Pn
,
.
01e tá f or as e rra da s po r g e l d0 c
,
1m os qt 1e el er � �e ap oy
la nad a ' , n o de\ )em os ¡) o r ell o olv ida rno s q u e e n ter in os c on c re
m
es insL1fici ente habrá de ne c e s i tar de alguien que cubra esta fal ta.
Tan11)oco rs m l1 y descabellado señ a l a r que hay ah í un lugar que
-d0 \1echo- la madre ejerce. Coherentemente agregamos que
esa \)OSición pasa a ser d ram ática tan pronto como el destete
vuclvt' a lroner en cuestió n rl p ro ble m a de la 'carenc ia'.
· Le co m p'-
·
·�x- c d u sevrage. ' #
34
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�1a . ¡.��l'St o lcl qur 1�·rrucl 1>rctcn< l fa decirnos rt1ando dijo c1ue (lJ
inr<)11�<.' I<\11 t r 11cJ ·<>r1 c)C:<' lcl r11tt(•r u•. Sin <)tnl>étrg<,, y n<> y nd<, lan
,,
l<.'JOS lll) 1�1 111 \l3J)SÍC t>1<>gÍll , c J 1 g¡1fn<>f-; llf)T l o f>r<)nl <> <fll4l er1 cJ <Jc1sle
tC' S(\ J )< rfi } \ 11 Jns h1 rt1 ·t t1 r 1s 1n<1n t:llrs CJttc ltlf'g'> hn�>rán cJ0 mo
drlar 1t1s ttll cr1<ll c's <':XJ><' rtt'nc i�t.c;. f )1<.· ho <1<' otr<> m <> < lo , <: J r<1rhazcJ
' , ,
ci0l dt'st <'1 (' t i l't l < lr t• re sta blecer la inlago de la r<'larión nutr icia .
sol>1-t' In (' tl:tl s<' nrc1\ 1itC'ctn la JJOsterior construc ción ci<·I o hJ<·l<J
S1 lt.·� l'5f'll1 <.)� cc>n ci<'Lcrn imicn to Ja cx pC'rie nc.·in ¡1naJ íti<·a, n<J
t crld 1·í'"1111tl s di fic u ) ta d en obsPrvar que el valo r fund am,• ntaJ <JP
<.'�ta i111ago resid(\ e11 que tapona un cierto cao s. Su papPJ d<· ser
ta1)011 ( at1n que imag inar io) del mal estar que pretende rPeq u11 ¡.
brar , es l o q\te le con fier e su fuerza y perm ane ncia en PI j((t>aJ
neu roti co. Y 110 deja de ser u n hec ho que en el fon do del síntoma
neu roti co, se enc uen tra insc ript o aqu ello que los autores dad os a
la o bser vaci ón de los primeros meses de vida han den omi nad o:
'ton o pen oso de la vida orgá nica ', expresión que a su vez Lacan
recoge agregando que :
•
35
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. . su se x u a li d a d . D e a h í que Lac
d ia l d e a.n
tra un
av a n ce
o
la
bJ�
id
t o
e a :�:
pr
q sa tu ra ció n de la im
el
ag
am
o
am
es
ant
la
a
c ?ndició
n
previa de toda mate �, ª f11 .
1 d d y qu e en miento el
o' l a mujer re ci be y satisf�c
abra � o Y a
� . ? c %1 ��:
nte p
ª
de l niñ
des e o �. Ell o explicaría �demás la
e
0 la garant1 a de una
t los
el m as prun 1t1vo
o � �
lo r e a rt o E st ar ía en j ue go
8'
toleran c ia a l d
pr es erv ar ·además- al niñ o
0
y o e fe c el de
sa tisf ac c ió n c u
de un a�an do no 1�::��
qu e ; f tal
q � e la m ad re recibe � niñ o. Desde
�n fm, e� desde es presenc� de -por lo
!
_ co n re ci si ón la
aql11 es pos1b�e s�nalar· escena ' del cuidado
menos- un termino s
un bó li en la 'o tr a
materno :
IMAGO DEL
MADRE <
•
SENO
MATERNO
_,
NIRO I
36
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•
I
para restablecer el equilibrio. Simplemente por cuanto la célula
tiene un agujero que, localizado en la madre y el deseo materno,
abre el campo a la cuestión del padre. Y ese agujero puede ser
o bien tapado con el delirio, o bien canalizado por la elabora
ción del lugar paterno. El psicótico opta por la primera alterna
tiva, y es por ello que su locura tennina siendo una 'misión'
que además, pretende la redenc ión del mundo. Este mundo
es -al final de cuentas- una portentosa magnificación de la �lu
la narcisista quien sí está en jeugo y bajo amenaza.
Claro que para comprender la dimensión y eficacia de este
agujero, tendríamos que recordar que la niña entra al enigma de
edipo realizando un recorrido de desplazamientos. Y conviene
no equivocarse y subrayar: desplazamientos. No en vano Freud
alertó contra una lectura exceisvamente ingenua del edipo femé
nimo, al decir que no siempre el padre es el padre, puesto que es
harto común que él sea un mero desplazamiento de la madre.
active un sentimiento de
culpa.
Ser. movimiento: La culpa co nd uc e a la ins
tauración (consagración, di·
ríamos), de la imago del
padre muerto.
37
\
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u na in m ej o ra b le d em o s
E l Hombre de las ratas co ns tituye
v em o s, en el p ri m er m o vi
tración de todo esto, puesto que lo ve r) . Este
el de se o (d e
miento de la secuencia preocupado co n el padre un
ce r e n
deseo n o deja -a pesar de tod o - d e re co n o
y a h a te n id o . ti e m po y
obstáculo pues la experiencia del castigo p a liza que el
o s el e p is o d io d e la
lu g a r par a in sc ri b ir se ; re co rd em
ió n ag re si va e n la . que P.ro
sujeto recibiera del padre y su reacc e st a 1n te n on c 1 ,
b je to s c o n su p u
nw1cia e l nombre de diferentes o m ente, .la � bi
e a q u í q u e , ju sta
insultante (toalla, mesa . . . ) Mas h d o m o v ur uento.
o u n se g u n
valencia entra en escena habilitand re Y su c e d e , por
a m a a su p a d
Sucede que el pequeño Paul Lorenz a jo la fo rm a (aún
a in si n u a r se b
lo tanto, que la culpa comienza a a s11m e luego
d e l p a d r e ) . E st a id e
episódica de la idea de muerte se n ta su je to
ie n to n o s p re
ribetes obsesivos. El tercer movim
al
te n iñ o se rá u n gr an h o m bre o
preso de la palabra del padre '' es e su no-cri
an en te d em o st ra ci ó n d
un criminal'' y atado a la perm
co m p en sa ci ó n ob se si va , o ba jo la
minalidad bajo la forma de la
a.
for1na de la repetición de la historia patern
es
ac ió n ne ce sa ri a en es to . C ua nd o
Con todo una puntualiz
de l pa dr e' ', ha y qu e ac lar ar qu e se
decimos ''deseo de m ue rt e
re . Ju stamente,
trata de un de se o de ma tar lo en el de se o de la m ad
senc ia de est e av ata r, la au se nc ia de l pa dr e e n e l deseo ma
la au
sis. En
terno, es lo que se observa en la construcción de la psi co
rigor, la inex �stencia del padre (el llam ado padre-ausente sól o que
hay qu � decir que se traa de una ausencia desi derativa ), es lo
que esta en la .b� de la calusura psicótica, o e n todo caso está
como pre��ond�c � on de que tal clausura sea posible.
Tarnb1en d�e que el heeho que este deseo de muerte tenga
co�o referenc ia una .escena, es de suma importncia. Lo que el
SUJe �o pretende ma.tar es el lugar del otro e n el deseo m aterno.
Obviamente que esto lo toma en un impulso de difí'eil smo · 1m-
·
pos1·bl e re ai izac
· 1on, puesto que el lugar que el pad re ocupa e�
· ,
38
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padre'', �i1lo nom t)re-del-padrc, o t.nn1b1é11 111 tñfor11 (1ntt'r11n.
Al tern11no. de ta11 com plicn<Jo ()ro <:e5o, ln niña -si tod() eo·
rrió bien - está cn posicion d<' mujt�r y ¡)ot lo mis 1110 �s p."ls il)I< '
d ser mndre. Mnternidnd que nú11 ant.es ci l ndve?11in1ie nt.c> dC'l
l1ij o, stt1)o t1c una r'd el(\ relaciones qt1 Cijndt1, dnrtt1 el sigttic11t.
,
espectro.
matcr11idad
_1mago
•
•
39
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xpundo donde le espe ra un lug ar de suj eto :
� l rep ud io (veiwet
es trá gic o, po rqu e lo de Ja r_.a loc o.
la locura o
fung) de esa pa lab ra
la al te rn at iv a de l hu m an o es fe rr ea : o
Se ve , que
· la locución.
os ha bl an do de loc uc io ne s, di ga m os que la
Y ya que estam
locución es pa lab ra , y qu e la pa lab ra no es ot ra c �sa �� e � rela
dej a de ser alt am en � � gnif1cat1vo que
mficados a1 su1eto .
ció n sig nif ica nte . �o
sea la relación significante la que le otorga s1g
ue est o no s de vu elv e al pu nto de partida de
Sobre todo, porq
este capítulo, donde dij imos:
cr ía de ho m br e . . se preci pita
'' . . .sin relaqión la .
en el agujero ciego.
Claro que no se trata de re�ci ?� es �ualesquiera .
40
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nal. entre ambas sólo mediauna sutil diferencia significante; sin
embargo conviene tenerla· muy en cuenta. En principio, porque
(desde que en el falo se trata de una red o de una matriz de re
laciones) habría que ver si se trata de un lugar 'posible' , y mucho
más si es 'pasible de dueñ o'. En segundo lugar, porque la posesión
de esa difícil posición es lo suficientemente imposible como
para dejar loco a quien pretPnn:¡ la aventura. . .
Y a dentro del tema, comenzaré diciendo que la red de iela
ciones que acabamos de defin ir, no es una simple trama de inter
cambios fenoménicos, sino que se cristaliza en una estructura
c�paz de h acer de la cría de hombre un infans, y del recién na
cido un SUJe . to. Con
esto, volvemos a nuestra premisa: el sujeto
no nace sino que se hace. Mal podríamos suponerlo prefabricado
o premolde ado ; sobre todo si tenemos en cuenta que, al nacer,
es una pura materia prima cuya elaboración requiere el pasaje
por los talleres del Edipo, donde se lo dotará de una organiza
ción consistente en un sistema . de inscripciones o bien un con
junto de representaciones cuya mayor virtud es la de ser capaz
de producir efectos. Y si la llamamos organización es para dar
cuenta de su capacidad de estructurar el comportamiento del
individuo. Por esta razón es que, además, la denominamos
''organo-izaci ón'', pues se trata de un miembro simbólico capaz
de izar y erigir al sujeto.
E n suma, el falo se precipita en un complejo y se cristaliza
en una instancia. Es lo que permite que, de la indefensión, se
yerga un sujeto. He avanzado dos términos que no son casuales
puesto que, c onfrontados, dan una contradicción: indefensión
L sujeto. Sucede que la contradicción es familiar si· recordamos
haberla ya tratado como sist;ema opositivo ''naturaleza # cul
tura'', o también como dupla instancia ''biológico # erógeno''.
En ellas se pone de manifiesto un dualismo; el dualismo que -de
Freud en más- caracteriza al humno.
No es por casualidad (ya que estamos hablando de Freud)
que en ''La femineidad '' esboza la premisa fundante de todo
deseo. Hay una oposición a nivel de la €onstitución y de la
Función en la base del sujeto. Claro está que si por constitución
entendemos al orden de lo biológico (IJ) y que si por Función
sexual entendemos al orden de lo �rógeno (e) , llegaremos a la
!><>
idea que el Edipo deberá producir una ela ración en e nivel �
biológico capaz de producir la instancia erogena. Y esta instan
cia, es la instancia de la letra. Digo bie n: la letra y no las letras .
Se trata del sujeto ; no de la literatura. . .
o no es otra co sa , q9e lo hemos graficado (en otro
Este proces
texto y otra escena) como 'pasaje de lo biológico a lo erógeno ',
tJ -+ e
ha eo cupa do pu nt••aliz ar qu e existe u �a resistencia
(e }, Y
dond e no s pr
en lo biológico (IJ } para aceptar el orden de. lo erogen �
a la
que esa resistenc ia debe ser ve nc id a. Deno mi na mo s Ed ipo
41
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t.an
v e n c im ie n to e in tr o d u c e a la menciona
operación que realiza e la h e c h ra d el su je to
g en a . T o d o e st o si g n if ic a q u ':l
da instancia eró , q u e s1 e ll: d o � n
m is a la in sc ri p c ió n d e l fa l� . si s
tiene c o m o pre
p ri n ci p io d e e q u 1v a le n c 1a s, in sc n be al
tema relacional o un n o s d ic e F reu d
sí m b o lo . E s u n sí m b o lo -
n iñ o en el orden del lo q u e instaura al
st en ci a d el o rg an is m o Y
lo que vence a la resi
inconsciente. prende r
d ic h as , p er o lo q u e im p o rt a co m
Se trata de cosas ya q u e m a
ó n - es q u e h ay u n a in te rv en ci ó n ( lla da
-de ahí la repetici la ca rne con el
el cu er po co n la er og en ei da d,
edípica) articula
ia co n el si gn if ic an te . V eo , ta n só lo , ne ce sa ri o
símbolo , la m at er
pr ec is ió n en es to . C ua nd o de ci m os el cu er po y la
introduc ir un a
y el sí m bo lo , la m at er ia y el si gn ifi ca nt e, pa re
erogeneidad, la carne
ce qu e am ba s ex ist en ca da cu al po r su la do y qu e es
ciera qu e se di
es o qu e la s co st ur e, qu e la s un a y qu e la s pe gue.
necesario un proc
o. Se tr at a de qu e en el Ed ip o es ne ce sa rio ac ti
N o se trata de es
n óg en a en la an at om ía , la fu nc ió n · sir o bó lic a en
var la funció er
la carne, y la fu nc ión sig nif ica nt e en la ma te ria . En fin , se tra ta
de que hay qu e pr od uc ir! Ha y qu e pr od uc ir al inc on sci en te.
A esta producción la lla ma mo s: inscripción de l fal o. ¿Qué
se entiende con esto?.
Si nos remitimos a los conceptos poc o antes señalados y de
sarrollados, es fácil comprender que la posición fálica es funda
mentalmente una distribución de lugares asignados a los perso
najes 51�e p�ticipan de la escena. Cl<µ"o está que, según su función
dr�3:t1ca, estos n ? ��n lugares cu� esquiera:, s� trata d � 'lugares
,
narc1s1stas . La pos1c1on del falo sugiere una top1ca narcisISta.
Veam ?s: es fácil de ver que sin en la.maternidad la mujer rea-
.
liza un ansiado deseo, el hijo v�ene a ser en todo esto un sopor
te· · Soporte del deseo materno, o bien inscripción en lo real
·
. .
, . .
al espacio de la 'ilus1on
. ,
,
positivista') sino en la indefen 1on, 1a falta primor .
dial, la ca-
rencia originaria en fin ' la falt. a �e ser con que (s e ) nace
. '. . .
Pues bien, si lo propiamente fecundo no es ( com l t
�
·
42
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ltl l.{,pt 'iil1\, si110 •'l re.' •ht1zo <lt' ('Sn ftllln, P l t1ijo rs u11 orgt1r1\<\ n
t ti' ¡X' Y ttn l f r111 i l \l n i< rirll ctc.'l re� ·l1nzo , y t>Or l o tttn t.o (..s
t1n triun fo: ''el t rillll fo (ft'l tttl>Ór . �rtl�1ó11 por cu:\tt l.<> si· o J ctc�s00
pritn rdinl dt' l:\ t1\\tj;1· C's 1 dr·s <\o (i<\ ft•lo , on l<)ll<!(�A l\l hijo <\<1t 1i
''
vnl' .�t lt\ con 1 i ns� l()tl Qll c.� ·ol 11ll t <\s < 1 sc.'o, J4 itci l es An<·a.r q u r
..
el lllJ .:>n t rt\ ttq u t hit ic.' llti co l 1nn t11 ie1l to� . 1'amhi ',n (�S fácil
Stl ar Qtl<: nl1 í ' 1 lt1s bt\S\"'S qtl ' sust.011 Ln.rán é:tl u l ier jor suj e to .
t.t�
Se tra ta de un n ·c? lu l : t Y l tl d \110 1n i1lt\ tno s nt\r cis ist.n . Co me > ·totln
célt1l� s el g , rm en d alg o qu ' dcb \rn desttrro l l urso, aun que
e 11 v1e n t1clartl.t qu n su desarro l lo d b rá atrav •fiar por los
.m andt·os y po r los labc rit1tos d 1 'Ed ip o.
Esta pi dra angular qu) )s In e " l ula narcisista será la base
sobr- la qu s n.rqui ctarú .l sujeto. Esto ya lo ijim os, pero
� d
.
hern os � u rldo �cp ttrlo paril poder aclarar mejor que , si esta
mos d1c1 ndo sujeto, es porque él es preso o omarrado : esclavo
.
fugián
do se en el ni ño . E l am or parent �
afirrnación re
tan conmovedor y - inf an til fo n do , n o es mas
tan en el
una resur rec
c ió n de l nar ci si sm o de los pa-
5
que
. ''1
dres
•
. .
u o se am e, es am ad o . D ig am os que
Así, antes el individ
que
43
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el niño rs un1itclo \(\ sc Jr rJ (
' m f\) i1m c.> ' el(' lo a � tros. A esta estruc.
. nr 10 , c o r('lspon de
m t) 11a rc is is o pr 11n ! una
rf' a l1d a d por Parte
>n (l •(\ Jn os co �
Lt
itlru qtl<' c<
se gu11c1�1 ft\S(\ qtt<' c< >n Li c}1 1r lfl as r1c 1o �r
n si a
.
ll pu r( 'C <' n p f1 r t r 1 de es e> m o m en to dec ir :
•
co rr cc ió n de lo s m ét od os y la lim pi ez a, o el am or al Y� ·,
a de re la ci on es qu e int erv ie ne co n re la c1o n al hijo
El sistem
( y que he m os denominado falo ) , cr ea u n a
p r �
a tici ? de lug�res
cc 1on de objeto
en i·elación al 11arcisism o. Sa be mo s qu e to da ele
co sa qu e un res idu o de· la ele cc ión na rci sis ta , y por
no es otra
lo tanto si los padres ven en el hijo un obj eto de co lm am ien to,
lo es en función de aquella 'otra esc ena ' con for ma da po r el pro
pio narcisismo. En todo esto, el hij o no es él . . . . Es lo que 'uno
quisiera ser ', 'lo que uno fue ' . . Y para con clu ir, se ve que en el
.
\ NIÑO }
En resumen, el narcisismo es un lugar -un lugar libidinal
Y una particular posición de la identificación con referencia a
la realización del deseo, lo que también se prodría expresar dicien
do que el narcisismo es la posición identificatoria correlativa
a una realización del deseo. Analizando a fondo las peculiarida
des de esta identificación, observamos que en los padres se trata
de un colmamiento explicable en función de la historia; la ca
rencia del otrora, se cubre en el ahora. Mas, en el niño, ¿cómo se
estatuye esta dialéctica? ¿Cómo se inscribe esta posici ón si su
particularidad es al de carecer de historia?
Recordemos que el niño se halla en posición de inde fensión ,
tanto materi , al como sim,bólica. Material por cuanto carece. Inne- ·
.
que asuma el deseo del otro, siguiendo con ello la vía de una
44
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•
alien aci ón . Y esta par ti c 1:1 lar alienación no es otra cosa que lo que
oc
con emo s c mo 1 1 a rc 1s
. 1�m º .que al igual que en el mito, exige
e11 su co ntenido qtt e el ind 1v1 du o
� '
.
En el algori tm o, do s ni ve le s se en cu en tr an
este térn1ino; he dicho se en cu en tr an y no se f nd en . Es po rq u �
�
a s1
•
45
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•
•
ta m bi én es aq u í d on d e se insinúa
'f il os of ía del tapón ' . Pe ro
y al gú n ta pó n ca p az d e o b tu ra r p o r mu,
la lo cu ra p u es , ¿acaso ha
r d o n d e se d es pe ña el d es eo ? Tapón
ch o ti em p o el aguj er o po
d az o de so po rt e y u n resto de dese o .
roto . . . E s el loc o : un pe
la co n ex ió n ex is te n te en.tr e esta duaJ i-
V em o as m ás de cerca . ,
es tr uc tra du al de l n ar ci sism o oc u po a
dad y la lo cu ra . . . La od uc .
os al re sp ec to . E n '' In tr
F1·eud desde sus primeros escrit
o a pl an te ar la cu es ti ón ) , Freuc
ci ón al narcisism o ' ' ( pr im er te xt
re la ci ón co n el O tr o .
a
co lo ca al narcisismo in fantil en direct
en 1 9 1 9 ,
E sta reflexión asumirá fo 1·m a m ad u ra en ' ' L o si ni es tro' '.
nt o qu e ti en e co m o pr ot ag onista
L o siniestro es u n desdoblamie
exclusivo al pr op io sujeto. Por es o es qu e de ah í en m ás , el su je to
co in ci de nu nc a- ni co n su yo,
es do s, el sujeto es doble y no
ni con su conciencia pues m ás al l� de es os ha y un se nt id o pro
S("
qU f le s es ca pa . Sa be m os qu e el
fundamente inconsciente
sentido supone una articulaci
pe so y el
'' . . . Freud ha descuo1erto en el ho m br e el
ción
eje de una subjetividad ultrapasando la organiza
individual . . . Qs doy una definición po sib le de la sub
jetividad al formularla com o un sistema organizado
de símbolos que pretende cubrir la totalidad de la ex
darle su senti do . . ''1 6
perie ncia, animarla, .
Siendo que la locura consiste en una brutal 'caída ' del sen
tido, Y siendo que éste se constituye �n la dualidad de la es
tructura subjetiva, las locuras son hijas del fracaso en la cons
tru� ción del algoritmo. En efecto, en la hipocondría, en el
autismo, en las esquizofreJlias hay algo que falla ya sea a nivel
del d�seo, ya sea a nivel del soporte, o ya sea a nivel de la arti
,
culacion �e � bos. Tal vez el ejemplo más accesible sea el de la
,
madre P �1co�1��' cuyo deseo es incapaz de relac ionarse con el
sopor�e, im I?�d1endo as 1, la costura y prop ician do en cam bio la
J mp l o es util como
desart1culac1on del SUJe _ ,
., to Tam · bién el e,ie
para observar la cuestlon de la 'heredab ilidad , de la l ocu ra. Suce-
de que tal h e · .
que es el d :f ����fo :�: :: �
ar
fl .
t rse en esta �scena, e n este ám� ito
�
P Jo, pues all1 la madre pondra en
•
16
J. LACAN : LE SE MINA IR E
e! dana la techniq ue de la
Livre 11 •• 1:� mo 1. dans la therorie de Freud
tron materia liste du phéno
p� ch°cJnalyae � Con férence IV : 'ªUne défini·
Seu1l,
. rís,
Pa 19 7 8.
mlne e conac1ence , , - P� g. 56 . Ed iti on s du
46
•
Scanned by TapScanner
��J a a l ti v o Y pom poso c l e l e sq u i z o fré ico repite al automa
nd a r n
tón qu e la Pstatua consagra.
Es que hay aqt J í u !'l � ima gen (tal vez mejor : ima go) que , co
mo tod a im a� en ,.
11a b1 l i ta al m u n d o de l o imaginario ab
riendo
Ja pttcrta a la i l us1 c>n . U na u n 1c l a c l a 1 >are ce. La pluralidad ha que
, .
47
•
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•
Insc ript a la im ag en , el de ba te ed 1p � !1
ct o de la cu es tió n qu e es ta m as � la de el la . �e tra t a
una
cr ib ir un aspe
de la du alida d. Es qu e, cu an do un o m � a � � ge n, no s1e f!l pr e
sa lta a la vista si ella es re fle jo u ob je to , ex � t1e nd o ad em as el
riesgo de ser tomada ella misma co�o . �n objeto. De_ hecho lo
es. Pero es objeto ilusorio . Esto s1gruf1ca qu� no siempre la
imagen denuncia sus fuentes . . En el c.�º de la rmagen que e�ta
mos tratando sus fuentes son ·ya fam1l1ares. Las hemos localiza
do en un algo;itmo, y contiene un mínimo de do s niveles:
Deseo
Soporte
Se sabe que el doble tiene dos destinos: o no se elabora, en
cuyo caso sobreviene la muerte (o esas formas homónimas de
autismo), o bien se elabora en cuyo caso se constituye el sujeto.
Tan sólo que esta elaboración tiene además de todo- un estilo
y un sello. Hecha con pánico abrirá las puertas a la psicosis. He
cho con angustia introducirá a la neurosis.
La doble exigencia del narcisismo es la causa de este fantasma
del doble. Fanstasma que as11me proporciones trágicas en la para
noia, o detern1ina un fatal clivaje en la melancolía. Esta doble
exigencia también comentada en nuestro ''Curso y discurso . . . '',
exige al infans que para ser único (deseo específico de la tensión
narcis�sta), deba ser dos . . . Se trata de una paradoja, se trata de
un enigma, pero bueno es recordar que no otra cosa plantea la
esfinge al ambicioso Edipo. El enigma en cuestión se enuncia así:
''Si en función de la insaciabilidad de la libido el infans quiere
ser único, por la bifrontalidad de la estructura no le cabe otra
opción que la de ocupar dos lugares opuestos en simul
-'i1 �so es lo ue hac el aranoico. Esa es la
tánea''.
� � � practica del melan
•
colico. El su1eto es el mlsmo, y al mismo tiempo el objeto ; esta
es la clave de la melancolía El sujeto debe ser él mismo y al
mismo �empo el obje�o del deseo materno (el padre) , he aquí
la premlSa de la paranoia.
La tarea en rigor solamente es posible por medio de un
clivaje . Será necesaria una escisión y hacia eso conduce un desa
rrollo normal de la tensión narcisista. Claro que hay avatares.
El pánico que define a las psicosis, es la cal1sa de que el sujeto no
ingrese en la dialéctica edípica y, por lo tanto, la causa de que
•
48
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l a simbolización del tercero. No simbo
ante nga sin elaboración
� zado , el psicótico l o
delira, lo alucina, lo reconstruye en l o
imagina rio.
El tercero . .
.
Y a hemos hablado de su intervención estructu-
te, así como de la fo rma que esa inte rvención asume ( N om
ran
bre-del-Pad re, yJ:? cseo d e la madre) en términos de la organiza
ción fálica .Pero i�porta . al1o �a estable cer que ese engranaje de
se inscribe en el sujeto. Definen una po
inte rcam bios tamb1Pn
sició n. E11 princi pio porque el super yo ( heredero de la probl e-
111átic a edíp ic a, y forjado en l a imag o del padre) es emin ente men
te UJ1a instanci a narci sístic a. Y a hemos establecid o la idea que el
supe ryo concurre junto con e l Ello en l a produ cción d e un lugar
narci sista. A l pone1· en tela de juicio ese narcisis mo, la amenaz a
de castración obliga al sujeto a segregar una instancia de apoy o :
el superyo , que como ident ificac ión tendiente a suturar la falta,
viene a cicatrizai· l a herida de una ilusión quebrada. En fin,
viene a sutu1·ar la imago especu lar, a apuntalar -a m odo de mu
leta- el cuerpo n arc isis ta.
Pues bien, bastará que el tal cuerpo esté disgregado como
para que el superyo pase a ser una inútil columna, un pilar que
no sostiene n.ada, o que en todo caso derriba con su peso a la
precaria construcción qu e pretende sostener. Es lo que acon
tece en ciertas psicosis (en rigor: en l a paranoia y en la melan
colía). En Schreber, ese superyo es de tal peso y calibre que
ter1n in a aplastando al suj eto . En Schreber, el Nombre-del-Pa
dre es Flechsig, pero también Dios y también lo es el Sol. Las
salas y antesalas de este Nombre, se multiplicarán al infinito
como en el laberinto de:Minoatauro,. y Daniel Paul (desesperado
por ser precisamente un Schreber) no encontrará salida. Es e
lugar, es el delirio.
En la melancolía, la táctica difiere, a pesar de que la estra
tegia es idéntica. Siendo que el superyo es un lugar vac ío, el
melancólico lo llenará con el yo. Claro que la laguna que deja
esta 'promoción' del yo, obliga al sujeto a colmar el hueco,
con un objeto. De este modo, el · diálogo delirante del paranoico
se transforma en una desgarrada escisión monologada en el
melancólico.
Avanzando todavía un paso más -en este sentido, observare
m os que l� posición narcisista, no alude apenas a la instancia del
'yo especular ' . Su composición química ( digamos) nos demues
tra que esa posición alude a un mosaico del que también par
ticipan el Yo-Ideal, el Superyo, y el Ideal-del-Yo. Sabemos
que el Y o-ideal es determinante en el narcisismo infantil (causa
última de la megalomanía, egocentrismo, magia de la. palanca Y
�el contacto en el niño) . Habría que saber que en el sujeto (el su
Jet? es siempre edípico ) , la acción combinada del supe!Yo co!1
e� ide al-del-yo , definen una práctica que no en vano ha sido cal1-
f1cada de ''secundaria'' . El narcisismo secundario. Ciertamente
Puesto que el narcisismo secundario rige esas formaciones. Tan
49
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sólo que habría que com pletar que , al decir ''secundari o'', no
estamos introduciendo un orden secuencial o cronológico, (en
el sentido de qui en dice primero y segu ndo ) � i �o �ue estamo s
introduciendo un orden estructural . Las ide nt1 f1cac1 . one
. s secun-
darias, son secundarias porque sup on en un a organ1zac1on , a más .
Este más no es otra cosa que un a elaborac ión de la castració n,
del tercero, del Nombre-del-Padre.
En aquellos tipos de ps ico sis en qu e ha sid � po sib l � la inter
venc ión l
de de se o ma te rn o y, po r lo ta nt o, ha sid o po sib le la ar
ticulación del algoritmo (so po rte/deseo ) , o �servamos que el
sujeto se ''salva'' del autismo, de la h i po cond r 1 a Y de la esqui zo
frenia para ''p erd ers e'' en el ref ere nte de ese de seo mater no
'
(para ''perders e'' en los laq er int � s de l No m br e-d el - �ad re ), su
cumbiendo entonces a la Paranoia y a la Me lan co l1a . Por lo
tanto, si bien estos do s cuadros presentan un a estructura del
•
tipo Y o-Ideal Superyo e Ideal-del-Y o, estas estructuras , por
- carecer de referente, se constituyen en peli grosas ortopedias.
Es el mensaje de los cuentos de terror, en los que las criaturas
se vuelven contra su propio creador.
Que no se nos escape -dicho sea de paso- que en su mecá
nica, la melancolía se parece a una grotesca caricatura del
proceso dé construcción del Ideal-del-Y o, en tanto que la Para-
noia parece un burlesco sainete de imitación del proceso que
-en su decurso normal- habría desembocado en la c onstrucción
del Superyo.
Por lo tanto, cuando localizamos eil' la secuenc ia narcisista
la etiología de las psicosis, no nos estamos apenas refiriendo a
ese ''momento evolutivo'' de la organ ización del sujet o, sino que
nos estamos refiriendo -y en forma privilegiada- a la estructura
del mis � o. Que el � dipo es un gran deb ate, bus can do asignarle
un destino al narc1s1 _ smo , no es
cosa nue va, ni es cos a d·e hoy.
Pero tenerlo en cuent� !1 ºs ha de ser de sum a uti lid ad para
com �ren? er la problemat1ca qu e po ne en la me sa la cu est ión de
la ps1cos1S, ya que de lo contrario no s en te nd er em os na da de la
fabulosa genealogía, de la construcción fantástica de la funció
n
parental en el de lir io:
•
· ,,
50
•
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3.- La estructura fálica
�a estructura fá! �ca (t em a q ':1e ahora pretendemos abordar)
con � 1 � te en l a re un io n de . la grilla relacional co n la topología
pos1c1 o na l �sb o za d a por la intervención del falo . Esta estructu
ra
que -repet � <?s- es fruto del encuentro de la red con la topo
lo
g ía, de la u n io n de los lazos fálicos con el espacio falocéntrico
tie� e, c �m o sede Y l �ga r, al sujeto en persona. E n otras palabr
as,
se inscrib e e� e ! � UJ et o. �odavía más : es la estructura gracias
a la cu al el i � div1duo adviene a la posición del sujeto. Por lo
tanto , su espacio Y su materialidad son los de la subjetividad.
Esta estructura, que no está 'fu er a' del sujeto sino 'd
en tr o'
que l � .co m po ne Y lo de fin e al mi-smo tiempo qu e define a I�
subj, etivi da d, la he m os de fin id o en oportunidad de dar curso
a nuestro di sc ur so según un cuerpo de cuatro tesis relativas
al falo Y cu at ro tesis relativas a la castración 1 8 •
soportes.
3.- De todo s los soportes, hay uno que es sobreprivilegiado por
su dob le carácter placiente y diferencial. Es el pen e.
4.- El privil egio del soporte-peneano, se produce en el curso de
una coyuntura que es la de la separación de la imago del seno
materno y la concomitante práctica de la masturbación .
•
en fu nc io na m ien to en la pr od uc .
ur so . D isc ur so qu e, en su de s� l1e gu e
articularem os en u n disc
en te ) , no s da la di al éc tic a de � Ed 1p o en
(b ue no es te ne rlo pres ,
: a pr á� tic a de la m as tu rb ac io n su po ne
lo s siguientes tér1n in os ''L
Scanned by TapScanner
l ·l itJ LtJ lci<·íoi
1 d«• 111 1 <>rga 110 (e l p<' ne o el cl ít o ris) qu e
im
ª es
l
lJ. •
Porto
,e; 8U di
de pl ac er , pe ro ta m b ié ·
,
ll de• <>1·�a110
y
ti•J t• iz st <> n en
) <I<' 1<1 (a n ta
e 11 d
s ia .
1llde
d es d e que la fan tasila
.
l, �< >p o i· /<
,
l d
>
>t
,
llll 'llS l·c
1 11t< > (e1 1 la q u r se e s oz � el O t ro y se Q
'
1 111a d1·<' /1 b •
., t.0,1 ,,
e
i·c>qt i �
i. il<> pi1e sla n iz ad ore,
·
pre
• �tn (l ol o l<1 n, nos encontr
En ti r fi r 1 i t iv < \ , y
�
una
S('Clt ('tic ta de vttrios
11ive l<1s esca l ona do s con fluye ndo de m
,
anera
¡1c1·0 · b 1en en 1 o mas supe rfic i'
arti cula d a. Y s1 · '
erei 1c·inl
·
dif ., al e
de la obscr vac1o n 1 o que se nos pre
,
n
l o 01ús f cnom c'nico senta
un �1cto , una motr icida d, sabemos que ella no es autón oma, ni
explica por sí miasm a. Por l o pronto �� � r ue se trata de un
:
acto
que remite a u11 cuerpo capaz de sens1b1 l1dad y capaz de placer,
.
p ero tambien capaz de ser representado. Y Justamente por tra.
tarse de un representable y de un r� presentado, este cuerpo,
Scanned by TapScanner
¿N o es acaso que el placer
responde al deseo, y que el deseo
es -ante t?do- un significado?
De ah 1 qu e, cu and o la fa lla ª . n�vel
en cía
� el Otro es de gravedad,
la ''aus de sig ni ficado '' 11 v
autismo o a ' 'perdo r( se ) '' e e cu rpo.j � ª ª
�
su eto ª, '' l? erde
laber1nt1co Y fragmenta
r( se ) ' ' en el
río de la h ip o co n d rí a . Se v · l ps i osis
Una rc fractariedad sumam e e part
�t ª � es refractaria al E dipo .
. 1 c ular, pu esto que la teoría
Ja desig.r1 a con el nada acc1�den
. tal concepto de ''verwerfung''
Sie d . � , qu c lª verwerf�?g es una abolic
ión simbólica es u n�
� 1c .
abo 1o n de 1 a castrac1on co m o pe�cep t0 Y co
mo interpreta-
'
P or lo ta n to o b � d ec e al p ri n cip io
El falo es una organización.
cu al no p u ed e u contra sus pro-
de toda organización según el
53
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pias premisas. Quiere esto decir que, al enfrentru.:�� con la castra.
ción, el futuro psicótico adecuará la interp�etac1on � la percep.
ción a sus propias premisas . He ah í el repudio. �� ah1 la refracta
riedad para con el edipo, puesto que sin castracion ºº. hay Padre
( y por lo tanto tampoco hay madre puesto que no ha� diferencias )
ni hay Nombre-del-Padre, ni hay deseo, ni hay ley , n1 hay sentido .'
ta m os in tr od uc ien do la id ea qu e el ''r ep udio psicótico''
Es
ob ed ec e a un ob jet ivo . · · Im po rta n te idea
tiene una intención
desde que habilita �
pe ns ar la ps ic os is co m o sie n� o l� ..Prosecu.
ción de un objetiv o, el lo gr o de un a m et a, la re aliza c � <;>n de un
u1, es la co ns erva c1on de las
ideal. Efectivam en te lo bu sc ad o aq
isas, p·u es to qu � al igua l qu e to do bi ch o vivo el hum an o
prem .ra a
ni
ta m po co qu ier e bu sc a el sui cid io . Ta m po as pi pr ec ip itarse
en el abismo contradicién dose. ¡ Si hasta se sabe que el melan
cólico, al suicidarse , está cometiendo un crimen ! !
Como vemos nos estamos acercando po co a po co Y lenta
mente al conce to de muerte. La muerte . . . El psicoanálisis
�
la aisló como pulsión y no com o estado . ¿Q ué significa esto ?
En primer lugar que en el ámbito del hum ano no es posible
pensar el ''estado de la muerte''. En todo cas o, la muerte es un
impulso. Digámoslo claramente : un deseo . . . Pero entonces,
¿qué deseo es este que busca a la muerte como objeto? Diga
mos que no es así como se lee en psicoanálisis. No hay una
pulsión buscando y un objeto buscado que es la muerte. En
realidad se trata de una pulsión que, al buscar(se ) , encuentra
la muerte. En todo esto, la muerte no es un objetivo, es un acci
dente. El accidente mayor del deseo. Si la psicosis se da de cara
con ella no es por haberla buscado siguiendo un riguroso pro
g;a�a, smo . porque pretende evitarla . . . Curioso, pero es la
logica de todo proyecto; ya lo dice el refrá n: '' basta no querer
tomar caldo, como para tener que tomar tres tazas'' .
rlaJo el narcisismo yace ia muerte. O mejo r: la tensión narci
sista tiene a la muerte como desenlace. Pero es un desenlace
trági�o. Ante todo porque no es eso lo que el sujeto quiere
p�cr�ame�te. El deseo narcisista de perfecta sutura, de perfecta
co�c1denc1a con el deseo •del otro, de total supresión de las
exc1tac1ones, conduce al trágico de �ino de un � parálisis total,
�
mortal. Afortuna�amente la castrac1on· está ah í para introducir
una brecha, un hiato, una hendidura o una he
P0n� en m
rida El sujeto se
..
�ha aunque más no sea para buscar �n mágico Y
mitico �endaJe . E� es el capítulo que
la psicosis no conoce.
Pretendiendo esqwvar la herida, se pier
de la posibilidad de po
nerse en marcha. Y para esquivar la heri
da el psicótico desea
bo conocer, produce un repudio. Es
la ve�erfung Por eso al
ª
enfrentarse · con l castraci· on ' e1 futuro psic · ·
) , 0 se queda en el
.
s�·bles sa. lidas. o duda (e s el caso �el deliri�
sm_sentido (es el �aso de depresion Y la la confusión) o se muere'
( es el caso del autISm o) .
54
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En fin y re su m. ie,n d . o , 'r ep u d io , y 'm u er te ' son las marge nes ,
estru ctur al es d e l ps 1co t1c o.
e una
Es q u e a final d e cu en ta s, la psicosis es el resultado
part icula r n: � pu l 1o n de 1 na rc is is m o - pi vo te y eje del fenóm
n1 ac
· · ·
· d
e.
no de. de' l1r 10 -. No en va no , Freud la de no m in ó:
''neurOSIS ·
'
narc isista , pre ten - d �' en d o co n e ll o su bray ar y reconocer
que le cabe al na rc 1s1 sm o.
. el peso
Su ce de qu e .�l narcisismo es la i�st an cia del falo en e]
. sujeto.
Es la constr uc c1 on que (e n, el interior del suje to ) hereda mate.
rialn1 ent e . , a m �era de nuc leo de cr! stalización- al espacio y
a la re la c1o n fa l1c a. Esta co ns tr uc c1o _ n es
un a id en tificación
Como tal, ob ed ec e a la pr em isa fundamental de ser la 'transfor�
mació n de un suje to a im ag en y se m ejanza de un m od el o' Trans
forma ció n qu e, no sie.ndo ciega, re sp on de al objetivo definido
por Lacan en ténnin os de 'pa recerse para no aparearse '. Y este
parecer( se) ob ed ec e a un mé to do , obedece a un a lógica: las leyes
de la identificación.
Estas ley es (cu yo nú me ro se reduce a do s) fijan las líneas
mayores por las que circ ula el fen óm eno identificatorio .
Rec orda rem os que el enu ncia do de la primera sostiene que
'en el esp acio triangular edí pico , catexia e iden tificación oeu·
pan lugares pola res' . Por lo tanto, l o esencial de la misma es el
principio de exclu sión de la identificación y de la catexia, siendo
•
n to da ni ti �e z �a du n en s1 on de la 1d en t1f 1-
cación en la estructuración de la ps1cos1s. . ria�
es un a co ns tr uc c1 on
... 1
'd en 1
t� 1
r· ca to
Pues b ie n, el narcisiSino . .
..
no s ex p lic ar a
C Qm o tal la s le y es que
la legali�d q u e l o sopo rt
ac
a.
ab
T
am
an
o
só
s d
lo
e
qu
en
�
u nc
an �
iar
� de . ab
.. or: = ;:
aspecto e s b u en o recordar q u e en tr e la 1d en ti fi ca � io n Pf. . #
'
. co 1n c1'd e n ) y la 1d en t1 1c ac 1o n
(d o nd e catexia e identif1cac1on
�:�
·
. ,
. . ,
ed í pica (e n la que la catexía Y la id e ti. r e 1 en y
� ��:�a ���:x ió n .
diferen ci an ), ha y un ope!�d�r cap�z
Tal o p er a d o r es el narc111smo, de
cu :i
es b u e n o d e c ir q u e
55
Scanned by TapScanner
ad em ás , es la ba se pa ra la co n sti t� ció n del y o frent� .ª un a P osi.
. 1t1 va - cr ea la s co nd 1c 1o ne
ció n no -y oi ca lo qu e -e11 de f1n s m ate .
xu a l .
riales ¡)ru·a la a1)ari ci o11 d<'l ob je to se .
Po 1· lo ta1 1to , de fi11 ido t"' t1 tc11 - mi no s � e � ,
un cto
� , � l narc isism o
�s tm operador el<' ió 11 y cl< 'l cl 1v �
aJe . . : r1n 1d < ) e n té
se.
l�\ (i<' íl< 'x nni
ó · u' ""u'"ns <'S a r) la ap ar 1 1on de l ob .
J
' 1 })r e ' <'l) tlc lic ión n ra c eto
c r
no s s�.,
Cll l
'
· tla l. D r,fiilttlo
1 · 1o s es ¡ a b�� de
·
l <'t Jn i11 os i l 1 t1 f 1r at or ! la
y
. .
1 de f1n 1cl o en le r 1 f1:0S d1 na m i o
fu nc LC) Tl Ol <'n . fii ;a 111 e1 � 1 , n:i ; �,
i�1 it'l. i "'rv en cio n a1� t1c L1l ad � de do s m ov un 1e nt os ca �cct i
tlp01 10
qt tt"' lle in os de fin id o co m op r1m er a y se gu nd a ley de la i de n -
co
tif1 'tlCÍÓ11 . .
La aparición de la fu nc ión y� 1ca. respon de a un a for�m ula
·
· '
56
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•
i ón . ti en e l? º � e fec io el d e co nd uc ir a
cac un a desex ualización
de l obJ et o. L og 1c o, P1:1 es to qu e la ca te xi a abandona al 0 bJ" et o
para in s talar se en el SUJe t º · L og · o, puesto que la
' ic
·
catexía deja d
se r objetal para p as� a ser narcisista. H ay aq u í u n a m u erte e
J·uego. M uere un º? Je to . Y el proc eso de luto qu e esta m uerte
�
.
ge nera desem b o ca ra en u n a i'd ent1ficación que,
si es patológica-
me11 te ela bo ra da , co nd uc e a una severa m ela nc ol ía .
Co1n o se ve1 es po r es � a ví a que in gresa la muerte. C
om o se
ve , es P<?1· esta v1 a qu e la ps ic os is queda co m pr om et id a con ella.
.
Resumiendo:
� l na rc isi sm o e � un fe nó m en o de desexualización y en este
senti do es un a pa rt ic ul ar estrategia del sujeto frente a la muerte
del o bje to .
El na rc isi sm o es un op er ad or de la de fle xió n. Esta deflexión
se ma nif ies ta en los fan tas ma s de lo siniestro qu e, bien ela
bora
dos, con du cir án a la instalación de la estructura objeta! fija nd o
así el polo de la catexia. .
El nar cisi smo es l a base del establecimiento de la posición
yoic a. Posi ción que, por su parte, busca fijar el polo de la iden
tificación que qued ó libre a raíz de la deflexión .
Quie re decir esto que al final de cuentas en el narcisismo la
' '
'
57 •
Scanned by TapScanner
; y de la de pe nd en ci a qu e d e el la se de ri va,
de esta inde.fensión
1 pe rc ib ir á a la m ad re co m o un O tr o ab so l ut o,
es que e nl ño . .
c1 a 1 e in d ic a que basta
·
cx pe r1 en
·
om ní m od o, om ni pr es en te . Su
d co m o pa ra qu e es e O tr o, pr ov ea . Po r
sent ir un a ne ce sida ·
?
·
m ad re se co ns tit uy e en m od � lo d e
. un tr o �b solu to ;
esta vía, la
y nbsol ut o, no solament� C'n , t rm in os ? bi ol , ic os , si no fu dame
og � n
tru n1r c os s1 m bo l1c os . La m ad re es e � e ob je to qu e
nt en té rm in .
el ni ño 1 1 va rá sie m pr e a la bo ca ; si sa le ! ec he se ra bu en o; s1 ,no
se rá m al o; se rá m al a- le ch e; se ra el pe ch o m al o, se ra la
& '\le le ch e,
no-madre, será el vac ío . . . .
de re lac ió n co n el Ot ro ab so lu �o es el, al 1m..ento .
Y solo si
El modelo
E11 este sent ido dir em os qu e ''e l su jet o es su Jet o, s1
hay un Ot ro qu e lo ali me nt a co mo tal ''. Cl a ro es qu e � pitz nos
, en est -
1on ,
abre los ojo s al he ch o qu e el ali me nt o aq u 1 cu no es
el que circula por el estómago, sin o el que ? irc ula po r l a .organiza
ción libi din al. Y esto con duc e a la pre mis a que el sujeto sola
men te se insertará en una relación intersubjetiva (así sea que esta
relación intersubjetiva es el Edip o ) , bajo la cond ición ·de ser re
conocido .. Este recon ocim iento -anticipamos- supo ne una sus
pensión de la experiencia de castración. La Dema nda es un pe
dido. Es el pedido de ser reconoc ido, es el pedido de que no exis
ta la pérdida de objeto. Es el pedido de ''anulació n ' ' de la cas-
. tración. Dicho decreto de anulación varía según l a nosografía,
puesto que se sabe que el neurótico reprime, que el perverso
rechaza, en tanto que el psicótico repudia. La demanda es deman
da de amor, dicen los textos . Habría que agregar que es demanda
de reconocimiento y que por lo tanto instaura una ilusión. Por
otra parte, como toda ilusión imposib le de realizac ión . D e ahí, lo
inevitable del fracaso psicótico. De ahí lo estrepitoso del de rrl11n
be en el delirio.
De todos modos, la demanda estatuye u n lugar para el sujeto.
Ese lugar nos hab la del cuerpo del dem and ant e dad o que su con
tenido es : el placer de beber (el sen o) o la des esp era ción ante
la ausencia. Pero también nos hab la del significado del dem andan
te, para el Otro absoluto esbozado por la ma dre . Al fin al, Piera
Aulagnier nos invita a pensar la fór mu la de Lac an ''E l falo desea,
el sujeto dem and a'', e� los siguientes términos ' ' La ma dre desea,
:
� el niñ o demanda'' 1 .Todavía má s : ·,�la madre dese a, que el ni
no de � ande el seno , . Sim ple me nt e, porque e l sen o es un o de
los atributos de la realización de la ma tern ida d. Y es con forme
c on �ste deseo del Otro, que el sujeto dem and a con una avidez
_ .
sin fin, imputando a la madre un pod er tan infinit o cua nto su
propio pedid <>. Se ve ; aqu1 se prean uncia la tragedia, puesto
que al final el demand ante ( el sujeto) ter1nina borrándose en �
tiempo de mueru• de la demanda, o e n un tiempo de silenci o
d<�l deseo. •
7
1 9 P. A U J,JACJ N J J.: R : Revue
psychan alytique L•inconsc ient. Nro. Juillet/
Septemt>rf) 1 968 . Preases Univerailaires Fra n ai., s.
�
58
•
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/
• •
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111 - LA LOCURA
61
..
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ns aje . A l final, su ll
. tenc 1o n , care
in
· ,
ce de to da cu al
.id ad de m e
anto
e s re ac c i ón al t, o es qu e esta m or t 1 fera r
,
cs ím u l . Pe ro l o ci er to el a-
te $l 1 go ; � lo que es tnás,
.
o lir nc un
, 1. nsc n p to en
) co n 01 es tí m ul
r
ci ón del ni ñc
Ql lC C'S 1n ud o de sd e qu c1s ta el carnp o
t no
�� � l
s lig o
i)a lal )ra . Es la fu nc ió n m at er níl .
qu e, desde el un ive rs
o
a al lla 11l o �º � ? u n pe di do . Es la función
ad o Y c o n el lo trans fonn
sim bó lic o i11 t()1 -�>r ct
m a te rna e
qu in tr od uc e un s1g n1f 1c
la a
- qu e co m o ta l 1 ti c ne al c u e rpo- en un a palabra, en
e l llr u1t o co 1
un a de m ru 1d a.
•
62 •
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indivitluo 1>nrn cjc\rt\f\r J n AOl lOrtar1ci,1 d('l i· nco.nsct. c!n lc. S<! trata
de lo que nos v i < 1 1 c' n m n tc r i a l i z:ir C<) m O 'j crn p lo y cr>mo cas<J .
�
- '
"
0 , -,
n a
'J
. frén co por J ª se nc 1 l l a razo,_ n
•
de qu e es m ic roct' ín l o . . .
,
' n
En c l<..' fir1it iv¡1, l a lc>c·t 1rél c>s frulcJ <Jl' u n �� �� I> l LJ rtll < ' n �'1 r>asaje
.
de la ll€('C'Sicl �1d u Ir\ c l{'0lU l1({ft . l•, m r ln tc ) < < J "1 <>calJ�a r .esta
rt1p tw·n <\11 t.� l� n1i1 . '
1o s c Jt i hi sto r i a ? ; o r
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• 1c ·io n < 1J 0 l suj e t o y <le la s u hj c t j vi d
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qu e a fa l ta en el
·
�tro s � Lirad ucb1 ra1 .c o� o ausencia ert lo simbólico. Ji�s esta auscn-
" .
·
· "
r
2 1
pósito de las psi cos is
J
lÓ s factores en m at em át ica s (d on de .e s sa bi do qu e el •
en co m u n
�
co n
sumamen te particular q u e, si n em ba
las matemática s el h ec h o que to d a o m is ió n co n d u ce a er ro r. E n
�
•
c tu a li d ad P si c o l ica,
20 A. GO DI NO C A B A S : E l O tr o d e C lo v is el lo c o A
A
·
ct ua l dad
E l lo co d e C lo vi s el . o tr o 1
A br il d e 1 9 7 8 , A ñ o IV , Nro. 3 4 _ es,
·
E d. T r1eb, Bueno s A ir
P1icol6gi ca , J un io d e 1 9 7 8 . Año IV , N ro . 3 6 ·
1 97 8.
2 1 J . LACAN de la
a ir e á to u t traítment pouible
: o •u n e q u e s ti o n p r e li m in g. 5 3 1 /6 83 .
Pa ria , 1 96 6 · pá
P1ycho1e ECRITS. Ed . Du Se u i l ,
63 •
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1
el de
d finitiva, la loct1ra se1·ía un trágico error de cálculo a niv
la 'Ope1·nció11 del deseo. •
Es Lacan quie n 11os dice , para com pren der a las psico
-
sis-· •
' ' Inte nte mos con ceb ir aho ra una circunstancia de 1
�
posición st1bj tiva en la que , al ! amado del Nom bre-de t
Pad re, rest)o11 da , 110 ya l a au sen cia de l padre real . . . sin o
'' 2 2
. de 1 s1gn1. f. o .
.
la ca1·enc1a ican t
.e m is m
23
en él significado por su automatismo de repetición''
• • • •
22 J.
LACAN : Ibídem · pág. 5 67 .
2 3 J. LACAN : D'une que1
. . Ecrits,
i>'1. 657.
tlon prelimlnalre a tout traitement .
•
64
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)
•
• •
65
1
• •
\
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lg u n a v e z a 11 a r e c e r á la s o lu c ió n d él
de b a, forJ·a r una t r a m p a : '' a , s q u e reso 1v er a' e 1 d l· 1em a ' . Es por '
. . . '' v e n d r á u n n 1e s 1a
e n ig m a '' fr a z a t a n a � e n u d o d e p r o f e ta .
eso q u e e l J) a r a n o ic o se d is
c i t a d e L a c a n . ( la h t< 'n cl o fr a c a s o e � � u a c c es o
Volvamos a Ja
t ic o r e t r o t r a e t o d� la 1: ro l)le ma t1c� -co n
a l s ig n ific a n t e , e l J'>S ic ó 1
n <l d <' r e s o J v c rl a - a 1 1� s t a d 10 d (' e s p e j o . D o s ,
fi n a li d
la a ¡>arente
.
. d '-' un s1 g n 1 r·ican te p ri m or
e n to n c es la e st ru c tu ra : a ) la rU fJ iu ra q t1 e . te rm in a
notas de fl·n c n .
revelai1do el c s¡ )e jo , t) ) la c a re n c ia
. , d ial
a r t id a d e e s a r c g r c s 1o n .
con1o punto de ¡>
es a ru p tu ra . L o ¡J
.
r1 m er o q u e d
.
ir e m os
Veamos en p ri m er lu ga r
cl eb e p en sa r q u e e ll a se a e x c lu si v � d e l l o c o . Q u ie r o
es que no se , ic o ca m p o en q u e in tervie . ne esta
di
decir la locu ra no es el u n
mensi de la ru i1t u ra . P o r el co nt ra ri o , sa b em o s q u e el in co ns
ón : la de la si da
ciente se sit úa co nf or m e a un a tr ip Je es ci si ón ne ce d
y la de m an da � la de l si gn ifi ca nt e y el si gn if ic ad o, y la de l fa lo y
la castraci ón . . . Es to sig ni fic a - na da m ás , pe ro ta m bi én na da
me no s- qu e to do su jet o es tá re gi do po r las m ar ca de es ta s
spa ltu ng s. To do su jet o se de fin e po r la inc ide nc ia de esta tri ple
escisió n. De est a ma ne ra, el loc o dif ier e de l ne uró tic o, ap en as en
el modo de tratarlas, apenas en el mo do de en car ar la sol uc ión .
Es que si consideráramos la historia de estas escisiones, ve
ríamos que la spaltung de la Necesidad y de la Demanda se
resuelve en la palabra. O sea, se resuelve en los signifi
cantes que la madre (dig amos- mejor el deseo mat erno , esto
es: el Otro) provee. Claro está que estos significantes están escin
didos del significado. Quiero decir, no contienen puntual, lineal,
unívocamente al significado. Se sabe que esa es la lógica del sig
nif�cante. Se sabe que el significado es siempre sistémico, que no
es inh�rente a un elemento particular, sino que es relativo a las
conexiones y ligazones en el interior del sistema. Para cerrar
entonces el circuito, el sujeto deberá acceder a las liga
zone� sistémicas, ? �e�, a la legalidad del conjunto. Sólo así
podra acceder al s1gn1f1cado. Y es ese el momento material en
q�e ,el Nombre-��l-padre interviene introduciendo al Falo, per
.
m1t1endol� al n1no el acceso al significado. La triple escisión
ere� u� ciclo cuya fonn , ula Lacan fija en el mism o texto que nos
está ocupando ''D' une question préliminaire a tout traitement
. de la psychose'':
poss1ble
(A
Nombre-del-padre Deseo de la madre l
Deseo de la madre • si g nific ado al sujeto -.. No m bre del padre �
La
falta del Nombre-del-padre, s pone l derrumbe de to�o
el ciclo. El deseo de la madr no rem�ite, r zo �
to no es significado E l fa�o que deber1a � n po r la qu e el suJe
lo está, y comienza � .dircul �1,1tre la ma es tar en el O tr o, no
na es circular. ''Tómalo vo� amelo � e � el su jet o. L� esc e
a m1 ' tomalo vos damelo
a m 1' '' · '
Al r·1na1 ' de tanto ir e1
eántaro a la fuente termina rom-
'
·
· •
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para na da . . . Re aliz ad o el pas aJ· e a
que
las res uel ve · r· la Dem an
no
da , el
en tra con s1gn 1 ican tes que no quieren
.
loc o se encu
• deci r
na da . pu nto se no s hace pa l pa bl e la totaJ im bri nca ció
En est e n de
m as, pue st o que a l tra �ar de l� rup tur a, nos enc ont ram o
}os te s
pro ble ma de la car enc ia del � 1gn i ficante . �ste
con el ,
for mu la lac an1 ana que aca bam os
sig nificante
ent rev er la
(lo deja de citar)
tiene q ue ve1 · c � n
.
el fal �
o. Para ac an , el Falo es un
signi ficante
.
s1gn 1f1car en s � c<;>�Junt o los efectos de sign ifica
des tin ado a do.
Se tr ata por lo tanto de un s1gn1f 1cant e altam ente particular:
2.
•
a la 'reali dad ' de su cue rpo . Es así como el del irio de Schreber
tiene com o pun to de .apo yo nada menos q u e a su propio cuerpo,
cuy o sign ificado (ha brí a que dec ir: cuy o sex o) se pierde y desdi
buja constanteme nte ob ligán do lo -por lo mi smo- al constante
ejercicio gimnástico de su búsqueda en el del irio . .
En cuanto al de lir io en sí, al fin al, Freud ya ha b1a demostra
do que co ns ist ía en un a tentativa de restitución. Se dispone en
' un discurso qu e, teniendo por objetivo final a la cuestión ?el
nom bre-del·padre y de l significado, tiene como punto de partida
y ae m ió ticas
D . M A LD A V SK Y : A pertura : sobre teo � aa a psicoanalíticas
25
en : Revista IM A G O , N ro . 3, Ed. Letra V av a, 81. As.
1 97 5.
•
67
•
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1 propio cucr1)0. r... n . ólo lltll' ("S \1<'1110 . nn fonología sin
gramnticn con10 lo st1gi0rr P . Zo1>k<'l 6
· ·
dis cttrso cu o r fC'r 1l t , (tlt i1n o (\s Ja po st t<Jn el '1 SltJ 'to . IJa cata
totlin 1, .. rtc r11t ot) C s 1n\ .. c1t1 ' u11ft rr1t ific; nci ón o tllt r nza a.
ri i\lttrls en t.'S Cll't·t.o dt.' t'Rn llO S1<· 1on .
. �
n e qu1 z<.)frt"'tl i�1 e11 ca1n bi , nl'l<' nlgo mit s. Rl ct1 rp<, es un
, -
,
terc a!D bios con el deseo de la madre; pero porque este deseo
no ttene referencias, lo pierde obligándolo a perderse. o e
trata entonces de l cuerpo anatóm ico , porque no estamos hablan
do del cuerpo muerto. Se trata de un cuerpo viv o, y po lo tanto
r
de un cuerpo marcado por la relación co n el Ot ro . Tan sólo que
en el loco, esa marca, ea la marca de l terror y de l pánico.
dre' e ist 1
'' . . · ��ando 'algo falla de l la do de l pa
po s1b 1l1 da d de la aparición de una 'id en tificación en
.
el pánico' co n el cuerpo de la madre, la que d ubre
88
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en la esquizofrenia, y don de el personaje principal no
es la madre com o ent idad ' sino la relación a esa ausen-
. ,, 2 7
c1a. . . .
Diremos en ont ce s qu e en el Es ta di o de l Es p � jo se tr at 8: de
ón , cu yo sa ld o es el de pr od uc ir en el s � Je t _?
una identificaci
ac ió n. E s co m o si el su je to fu er a r_n od el ado a i:ma
una tran sform
de se o. D e es te de se o, d 1;1:em os qu e ti � ne
gen y semejanza de un
sede en la madre. D el m od el o qu e de la op er ac 1o n re su l � '� di r� •
ha y qu e co nc e tu ar lo co m o un a �m ag o.
mos en cam bi o qu e l?
es o co nt 1e ne al gu as ar ad o1 as de s
Hay que agregar que el proc � .�
ra d a su po n e u n a f1 cc 1o n . E s q ':le al
de que la ' forma' así instau
a u n sa lt o : se ve en fu tu ro . L a . 1 r;isu
final de cuentas, el in fans d pa
or al es re su el ta en la an t1 c1
ficiencia y la desadecua�ión corp
•
ta s o p er ac . nes
io
ción de una síntesis. y aunque el referente de es
•
69
Scanned by TapScanner
•
su q P� reot1p 1as un
rP fe r �� pos1c �on �
di s 'tt rs o Cl\YO úl �im o la el BU Je to . I..1a cata
\n t(l
.
t l) tli n n o S(' \'Í n (\ t1i o1 1c s m as c1u e t1n a ra t1f 1c· ac 1o n a ultran za -ca-
. .
,
�
terc�b1os con e deseo de la m ad re ;
pero porque este deseo
no tiene referencias, l o pierde ob lig án
do lo a perderse. N o se
trata entonces del cuerpo anatómico, po
rque no estamos hablan
do del cuerpo muerto. Se trata de un
de un cuerpo marcado por la relación
cuerpo vivo, y por lo tanto
co n el O tr o. T an sólo que
en el loco, esa marca, es la marca d el
''
terror y d el p án ic o .
· · : � �an do a lgo falla del lado de l
'
padre' e iste la
d e u n a ' l' d en t ·1 r·1cac1on .a.n
,
pos1tJ 1l 1dad de la aparición
•
e l pan1co con el cuerpo
, ·
· ·
68
Scanned by TapScanner
en la esquizofrenia, y donde el personaje principal no
es la madre como entidad ' sino la relación a esa ausen-
cia . . ' '2 7
•
1o n re su lt a, d" rr e-
· ,
o d el o q u e d e la o p er ac
sede en la mad re . D el m
•
,
q u e co n ce tu ar 1o co m o u na � m ag o .
mos en ca m b io q u e h ay l:>
pr oc es o co nt 1e ne al gt 111:as � ar ad o1 as des-
Hay que agregar que el . n. Es que al
· staurada supone u n a f1 cc 1o
de que l a ' forma' as t' m · su-
fm. al d e cuentas , e1 m · fans da u n salto: se ue en fu tu ro . L a in
. . . ' rp o ra l es re su e 1 ta en 1 a an t'ic 1p
· a -
f1c1enc1a y 1 a d esad e c ua" ,...i· on co
•
. nes
c1on d e una sintesIS " . y
· ' ue el re fe re nt e de es tas operac io
,
au nq
� 7 o. ca ni an oa - ¡>A g. 33 . E d. Anagram a. B ar ce lo na .
MASOTAT : En•ayos la
' 197R
69
Scanned by TapScanner
re al , el cu er po im ag in ario ) , ha y que tener
es espacial (el cuerpo
n te d e n at u ra le za te m p o ra l, puesto que en
e n cuenta otro refere
la Imago, el futuro ap ar ec e re � iz ad o en el presen�� · Agregare
n d rí ac o es qu ie n n o s da las co n d 1c 10 � es de es
mos que si hipoco
paranoico Y su pas1on profé
. .
fo nd o es a es pa ci al id ad , el
tudiar a
y su s an tic ip ac io ne s fu tu ro ló gi cas, nos llaman
tica el paranoico
lui t en ci ón acer ca de l ni ve l te m po ra
ta
l .
de un mo jó n qu e al diferen-
Al final en el Es pe jo , se tra
cia rlo s, se p� a al bic ho de l hu m an Yo. a lo ha bí a dicho .Lévi
qu e de be ser realizado
Strauss con otros térm inos, hay un pasaje
tu ralez a a la Cu ltu ra . Di re mo s en to nc es : el espejo es
desde la Na
un tramp olí n. As í como Al ici a lo us a co mo para atravesarlo y
saltar al más allá, el humaño lo usa com o para catapultarse en
dirección a lo sim ból ico . En la psicosis, el problema parece ser
que este espejo no es trampol ín sino barrera. No está
puesto para catapultar a nadie, sino para sepultar al su
jeto.
Más allá de las metáforas que la cuestión evoca, diremos
que el espejo no da como saldo una 'forma ' ya constituida, sino
que se trata de una forma que se constituye en lo que el sujeto
organiza perceptivamente su fragmentariedad corporal. Por lo
tanto, la imago especular es un modelo de adecuación; desde
que su materialidad es la de la imagen, abre el problema a la'-'
cuestión del Yo-ideal, del cual, el Ideal-del-yo y el Superyo se
derivan: En la psicosis observamos que la falta del nombre
del-padre deja al sujeto sin la posibilidad de desarrollar las fun
ciones del Ideal-del-yo y del Superyo (capaces de asignar un des
tino social al contenido del Yo-ideal ) , y de ahí el estrépito social
que produce el 'brote' y la caída psicótica.
El estadio del espejo supone la existencia de una Función
por un lado, y la presencia de una forma por el otro. La Fun
ción en cuestión, es la Función del Je que definiremos como
siendo la estructura del sujeto. La forma en cuestión, es la ima
gen que el psicoanálisis estudia y a la que ha reservado el nombre
de: instancia del yo. En el Espejo, diremos que la Función del Je
asume una primera 'forma' (por lo tanto: material y sensible) .
Esta forma es el Moi (o Y o instancia). Si adoptáramos el modelo
freudiano del sueño, podríamos il ustrar pedagógicamente las
relaciones del Je con el Moi. Diríamos entonces que el Moi (o
Y o-instancia) es un contenido manifiesto, y por lo mismo un de
tenninado por el contenido latente. Por su lado, el contenido
latente en cuestión se definiría por la presencia -profundamente
simbólica- de la estructura dél sujeto (Je).
CONTENIDO MANI FIESTO - (registro imaginario: Yo ins
tancia )
CONTENIDO LATENTE (registro simbólico: instancia
o estructura del sujeto ) .
Este último desarrollo, así como esta última ilustración , tie·
70 •
Scanned by TapScanner
•
un a im pl an tac ió n de un y o. Se trata de un
'dc bc , co ns s1t 1r en
r1a
yo-sa no , de un y m ad u ro de un yo-adecuado-a-la-reaJd.ad. El
·
o
argt1 � E:�n�o no c a rec e de l ó gi c a si ate nd em os al hecho que en
,
-
71
Scanned by TapScanner
�
La alienac ón . de la cadena . significante asume r�betes espe
.
ciales e11 Ja ps1cos 1s. Quier o decir que el efecto de alienación
d
esta cadena (el Y?), se dispo ? e de. , manera harto particular
Es que la cade11a impon e su d11nen s1on al efecto yoico quie
�
pasa a presentru·, e:i sus distorsiones , los giros y mean dros
aquella. Lus carencias qttc inarcan a la cadena ( c arenc ia de un
d�
significa11te pri11101·dial) instauran una forma yoica obliterada
que excluye toda posibilid ad de acceso a 'lo simbólic o' y por
lo tanto, de acceso a l a estructura misma del sujeto. Concomi
t�\11teme11te, el Ideal-del-yo y el Superyo quedan impedidos de
ope1·ru.· y el psicótico pierde -con ello- toda posibilidad de ela
borm· la po sic ión .
Esta permanente distinción de los registros de lo Imaginario
y de lo Sin1bólico jugados en el Estadio del espejo, tiene por
sentido el de evitarnos una centración en el Y o. Sobre todo
cuando el objetivo es el de encontrarnos con un principio etio
lógico; sobre todo cuando el proyecto es el de operar a nivel
de las causas. . . Volvamos -no obstante- a las teorías que
centran toda l a explicación de la psicosis en la necesidad de
'reestructurar' al fenómeno yoico. Nos encontraremos con que
a menudo se interpreta el delirio como una 'pérdida de la noción
de realidad ' ; es ahí cuando la terapia se propone restablecer
ese vínculo perdido. En ese contexto. termina impon iéndose la
quimioterapia para reducir o eliminar el delirio , y la terapia
ocupacioQal para poner en contacto al paciente con una actividad
que lo ayudaría a conectarse con lo real . . . Los resultados de
tan bizarra concepción no podían sino ser bizarros .
•
de aprender. Aprende a
Como se ve , el Y o tiene capacidad
72
Scanned by TapScanner
S<? bre v�v ir . Ap r : nd e a relacionarse conforme las exigencias hos
p1ta1ar!as. Al f1n3:1 es pr�tdente actitud, pues evita el castigo y
garantiza el . premio. Al final, el Y o aprende a relacionarse con
forme lo quiere el deseo del Otro . Pero r10 deberíamos sobreesti
�na r est a c.�pa cid ad ya que al fi11al, csic ap1·endizaje supone una
1n�orporac1on que no resuelve la CLtC'sLión de qu é destino dar a
la idea rectora que engendra el delirio. Ya lo 11abía dicho Freud
en ''lnh! bi.c ión , síntoma Y angusti a'' . . . El Yo tiene la capacidad
de repr1n1i � , y co n ell? protegerse del impulso temido, mas no
�uede suprrm1rl� de ra! z ya que a pesar de la represión, indefec
tiblement� h�bra de verselas con el síntoma (producto del im
pulso reprim ido ). Por lo tanto, habrá de vérselas con la necesidad
de integrar ese síntoma con los restantes contenidos de concien
cia, aun. al precio de la inhibición de una función yoica.
Y sin �m bargo en todo abo1·daj e de la psicosis, el Yo aparece
puesto en Jueg o. Veamos si no el problema de la alucinación :
'' . . . el acto perceptivo. . . tiene una patología propia
cuyo síntoma más típico es la ''percepción sin objeto ''
es decir, la alucinación. En Tratado de las alucinaciones
uno de nosotros (Henri Ey) propóne y justifica el com
plemento que añade a la definición clásica: percepción
sin objeto a percibir. La expresión ''a percibir'' pone de
manifiesto la falsificación que implica toda alucinación
al hacer aparecer un objeto que escapa al control de la
consciencia, es decir del Yo . . . "2 9 •
73
•
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•
3 J
A . TYS oN : Homenaje a la Catatonia
- p6g. 24 • Jd em .
74
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las funci ones yo icas dc• pe nd <.> cfp una clcsarticulación en e) dis
curso del Otro, sed(\ Y gara ntía de Ja estatua imaginaria en la riu e
se .
f1J . a al capturar una forma mater1al
el yo
In sis t � os: más al lá del yo c)stá el SUJ<' �:
t Si bi<>n Ja im<1g<) es
la gara nt 1a de todo acceso al co nc> cim ie ni o, lo es en tant<J se la
pueda tra.nsgred1r ac cC' d1 cn clo <l lft ' fi"u nc 1ó n Si m hó l1c a' que
l � detcrm1r1a . . Es t,a . transgresión y Hu cc)rrclativo pasaje.A al ré·
gimen de lo s1m bo l1c o es la t<1rc;1 c1u e la Neurosis realiza <'n <!1
sen <:> del Co m pl PJ O de J�d ir> o, y que la Psicosis se ve im p<� di cla d<..
realizar . Es qu e, P) co mp lej o de Ed ipo se realiza a la luz de Jas
premisas Qlle fun da n la relación entre.? el ·inconsciente de ambos
padres y el lugar qu e el ni ño oc ur>a en ell a.
, De I � l � ago al Co mp lej o . . . D(�l Espejo a la Castrac ión : he
�
a�,1 un c1rcu1to po�· on de debe transitar el sujeto en la construc
c1o n de su subJet1v1dad. Circuito pe ligroso desde que lo tiene
todo com o para transform arse en el La ber int o de Creta en cuyos
recovecos ace cha la con stante amenaza de un terrorífico en
cue ntr o con el M ino tau ro. N o son solamente metáforas . . . En
todo caso pret end en ilustrar algo que sería lo siguiente: el Min o
tauro es a la Psico sis, l o que la Esfinge a la Neurosis. En ambos
casos fluc túa una ame naza ; en ambos casos se trata de un en
cuent ro del sujeto con un otro cuya sola presencia supone una
interrogación para el sujeto. Es obvio que toda interrogación
implica un. cierto cuestionamiento, dado que supone una suspen
sión de la Demanda. Tan luego de la Demanda que hemos defi
nido como 'un pedido de reconocimiento'. Suspensión que no
deja de ser trágica, como lo demuestra la crisis neurótica. Tan
solo que, por tratarse de una crisis que lleva las marcas de la
castraci ón, al neuró tico le es siempre permitida una salida; para
ello le bastará recor�ar l a vía señalada por el Nom bre-del-Padre.
Para el Psic ótic o la cos a es más grave. Más seria; y también más
trágica. La sus pen sió n de la Demanda lo subsume en la nada
puesto qu e, sin sal ida , el s1:'jeto. queda a merced del otro. Por
es o, pa ra él, la Es fin ge ter mi na �1en do un mo ns tru o, y ese mo ns
úa a l a im ag en de l M 1n ot au ro .
truo se ad ec '
D e l a Im ag o especular al Complej o e? ípico_ha� un camino.
a. e
Un a m uy precisa re d de -relaciones l o puntua y senal1z Claro qu
si ha y un pasaje desde la pr im era ha�ta �l segun <;) o, es por cuanto
pe rt en ec ie nt es a un te rn to r10 co � un . Au nq ue un a
son sitios
ci a lo s se pa re , pe rt en ec en a un m 1� m o ca m po . Ef ec
cierta distan
nt o la Im ag o c m o el c ?� pl eJ O pe rt en ec en ª1
tivamente, ta � . .
y ob ed e en al m is
m is m o or de n, resp on de n al mismo pr 1n c1 p1 0, �
m o objetiv o : en ambo s se tra � de un a � st ru ct ur a forja da co n la
ad de an ti ci pa rs e a un a d1 sc or da nc 1a .
finalid
¿Q ué discordancia es ésta?
Para Lévi-Strauss se tr at a de la di sc or da nc �a qu e se pa ra a la
Naturaleza de la C ul tu ra . Ba sá nd ? no s en e ! lo d1 re � os qu e el Es
ja ló n en un tr an sito ha ci a el un iv er so cu lt ur al,
pejo es u n primer
75
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que cu lm ina co n el Co mp lej o . : . Di re mo s e � to nc es qu; �n esta
l es pe .
Jo in sta ur a un s1s te a totem ��o en
perspectiv a, la fa se de �
tanto qu e el e �
ipo cor re spo
. nd e a� a fas�;
e
, ,
la 1nstaura c1on de
a de '' 111 te rc am b1 os ge ne ra li za d o s .
un sistem
Fre ud se tra ta de la dis cor da nci a e :r ist e n te entre el orden
Para
bio lóg ico ( B ) y el ord en de lo er ? ge no (e) .3 3 • E � esta
de lo
perspectiva ha y un pa saj e qu e de be ser rea l1z � do desde el prime ro
al segundo donde el Espejo supone ser el pruner paso en la cons..
�
trucción d una referencia subjetiva (es el Y o) . en tanto 4ue el
Complejo otorgaría al sujeto las claves necesarias para realiz ar
su relación con el Sexo.
·
76
•
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in1t1gir11\rio, dl'jn1tdo nl . suj to 11 J os bordes de una topología
cl t' le> t•f'Lll, do11<lt' lo S l('n 11lr mo nifi 1sto es un ngujero . . . El
u�rrf' g do lllt.<' ,1t: aL) nn1os d<' t•1ttl 1· ('R Sl1m11m<'nt úti l para evitarnos
t'nPr <.'n ll\ tlus 1 11 O<' qu C'l J)Si ·i>t ic·o es el pro cluc to de una
fijn rió 11 <.'t1 t'l St'11t icl l i 11c 11 l qt1<' it V<' f'S <'1 t;rinin o ti ne en cic:>r
t s nut <lt· 'S l)Stc on 11 n l 1 t 1 t <1s. "onc•r •ttt n1 11t , J o que qu ·remos
(lll <.' 1
·
<i 'r11·. <'S '1 ft1t <'1ts o ci <.'0 1n ¡J I j<' c•strtl)íl yu cont4>nido n el
t'Sl jo, 11 ln 1):\r qtt cstr tl)lC'cC'111os CJtl<' c1l (rdctlS<> dC'J c<Jm pJPjo
()�),0r,1 r<'t •·1)11<.· t 1v1ltt1C' 11te ( ¡>or n 1Jrcs cottp) sobr(' rl esp jo, rom-
1> 1 t'ttd<.) 1 . No se ti·�tn. pues dC' unn si111plc fijación en un pltn to
c t t:l lq l t 1 c\rn ti�, u11 <.'Je l111<' nl evo luti vo, sino qt1e se trata efe un re·
.
t r110 ( rcwes1 011 ) , f1�actut·a y rom pin1 ie11t o, y posterjor fijac ión .
De este 111od o, el spejo es el escenario , pero también Ja
e truc tura, en los cual s es posib le leer la causa de la locura.
Esce1uzrio po1·qu e es el spacio en el que se materializa una
u11ion, la del sujeto con el Otro. De esa unión nace el Yo. Pero
tan1bién estruc tura , por cuanto la unión tiene una cierta per1n a ·
n ncia así como una determi nancia. Una teoría a propósito de
esa w1ión y lo que ella supone, es el espacio fecundo como para
dar respuesta a los interrogantes que las psicosis promueven.
En resumidas cuentas, una teoría de la locura es posible en
la medidá en que sea factible pensar el espacio del loco. Un espa·
cio que es el especular y cuya virtud es la de objetivar un sistema
de relaciones en el que queda comprometido el niño con el deseo.
Es obligatorio, dar cuenta de ese deseo del cual el Yo es un
efecto o como quien dice- uno de sus accidentes, una de sus
vicisitude s. Al loco no solamente le falla el yo. En todo caso
eso sería lo meno s grave . Lo peor es que le falla el Otro y le falla
El Espejo . . . Por eso mism o, le falla el lugar que el complejo
edíp ico con stru ye como alternativa para el suje to.
Res 11mi end o la historia diremos, entonces, que el Otro
constituye a través de su discurso- al suje to del inconscien
77
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je tiv a dP l lo co se de riv a � e di ch a es tru ctu ra
dialéctica in te rs ub
ri va d c su re lac1on con el . otro . . .
. c1,u c e lo qu e taxat1v
¡)sicótica, y q u é lo q u P df\ ,
, d< lr .
1cl 1r en
E n ot ras p nJ ol)1·as , es cJ if ic il � � te
<? a la s lls ic os is y qu e lo in he re nt e al medi o en
r('sul ta inhere ilt
S<' in sc ril> <'. l la y ar gt 1m en to s de pe so en la teorí a
el qu el lo c'o
ar en el es
co m o �1ar a en d er lo ; si n em ha rg o, an te s el e e � t �
co m pr
te re sa de st ac ar qu e es ta d if ic ul tad para
t d1' d(' los n1 ismos in
� �
d s t i gu ir al lo co de l o tr o es tá pr es en te en to do s lo s ab or dajes
. , · ,
od e 1 o soc1ogen 1co en
clínicos y teóricos. ·
el
,
La post ur a de H en ri Ey al c1 t� ?1
ón de l fe nó m en o al c1 na to r1 0, � s un b�en � xpo nen
la interpreta ci �
1ar qu e la al uc n c1 ,
on no es
te de ello. Es que, despues . de af 1r11 � �
_ almente sensorial , el auto r
un fenómeno primitivo, n1 es en ci
agrega:
l
''S egún el 'modelo sociogéni co ' n � existe ,a alucinac��n
pues si la percepción de la re �1dad es tá en f� c1on
exclusiva del medio cultural, las di ferentes an om a11 as . . .
son sólo índice de factores culturales ''34 •
Más adelante al tratar elmismo pro ble ma de la alucina
ción y al citar l� postura de la con cep ció n ' organodinámica',
señala:
..
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IocLt ra no es ta n so lo un proceso ex cl us iv o de l sujeto sin o re la ti
vo a l m e d io .
La an t -psi 9 ui at rí a, Y R . La in g en particular, so qu
� n ie ne s
lle va ron mas le jo s este pl an te o. A l final (c as i-c as i) qu e la lo cu
ra
no � xi s�e co m o es tr u..ct ur a en esta co nc ep ci ón , pt1esto qu e termi
na r1 a si en do al go as 1 co m o ttn ep is od io crítico y un part
icular
n1odo de ser-:..n- el -m u nd ? � on todo lo qu e el lo sig ni fica
. en cu an
to a la i·e la c1 on de l in d1 v1 du o co n lo s otros. La im pr es ió n qu e
causa - pe rm an en te m en te- la lectura de R . La in g es qu
e la lo
cura es sie m ¡J1·e m ás de l otro qu e de l lo co . . Y si al final
el
es qu izo de li ra no es m ás qu e en respuesta a los m en sajes de de po
.
sitación del otro.
En re su m id as cu en ta s, el personaje del lo co apar
ece cons
ta nt em en te as oc iad o al ot ro , vin cu lad o con el medio . . . La ob
servación no es im pe rti ne nt e. Al fin y al ca bo , la antro po log ía
l évi-st1·aussiana no s ha he ch o a la idea qu e 'ni ng un a acción
con ven cio na l, así co mo nin gún sím bo lo tem áti co inserto en el
mi to o en el rit ua l, tie ne significado por sí mism o'.
Tam poc o ten dría mo s que ir tan lejos como para enc on
trar resp uest a a esto s interrogantes. Quie ro decir, no habría ne
cesid ad ning una de ir hast a la Antropología (salie ndo del psico
análi sis) para enco ntrar nos con -razones de peso que nos permi
tan compr ender esta observación . . . Lacan mismo invita a
pensar el fenómeno c,uando nos dice:
' ' . . . la dualidad etnográfica de la ,naturaleza y de la
cultura está en vías de ser substituida por una con
cepción terciaria -naturaleza, sociedad y cultura- de
l a condición humana, de la cual podría perfectamente
decirs e que e l último término se reduce al lenguaje,
0 sea ' a l o que distingue esencialmente la sociedad hu-
ma na de las soc 1e. dad es naturales ' ' 3 6 .
tic o
,
bl e al co nt ex to . A di fe re nc ia de 0.tros
es el sujeto m ás permea , s arbi tra-
( po r m '
e:
cu ad ros en lo s qu e la presencia de un código
6 pá g. tl9 6.
3 J . LA CA N : Ec rit s Ins ian ce d e la let tre cla ns L.i nc on sci en t
Ed . Du Seu il, Par ís, 1 966 .
·
79
-
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• •
-
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su ele a1Jc>Jc1 r al más efic10 n tf' de LOllos l<)S cu . , 1 m an" t0s co n J as si-
guie ntcs ¡)a la br as : ' ' D oñ a A . · s, i· ustrcJ ne) se
.
caJ m a Y no se
por ta hí cn v oy a ten er q u<• ! J a mar la a Il Y usted sa be b1. en
·
·
que ella sí que' 11 <> Lc11d r íit rc\pitros en a rra n ca rl e J os OJ. O -,1º de,
· · . ·
. ,,.
e
cuajo
� s es � e L�p o . 1
ue � im
d co m pl rm <1n ta rie cla d el
c n La todas
q
Jas inve st1 gac 1one s acr rca del })apcl deJ
e e i·
bo ra c i ón rl I d J 1 i o . y ci c rtam en e c1u
l � )
s1
.
q u .
1a�
;L
1 c o en l� ela-
I u-
Si n em ba rg o n o de be ría m os atribuir tanto peso a 1 a ins · t't
. ,
· ; n. Al fin · al e1 1a n o crea nin
c1o gu n co nte nid o , y apen as se i un1 · · ta a
rat1·r 1�ar
· y c� n f'irrn ar el d
. .
� lrr1 ? y� , prod� cid o por la suj eto . Por
e11 o, e � os e ver en 1 a inst ituc 1on ma s bien un 'interlocutor'
.
del delir io que u n prod ucto r del mism o, aunq ue aclarando
.
� ue e �te. pap el de inte rloc uto r no le resta ni desconoce su valor
iatroge n1 co .
Es� papel iatrogé nico reside preponderantemente en el valor
Y s! gn if� cado que (a priori) la institución otorga al sujeto; valor
. .
Y
.
s1 � �ado que suelen apretarse condensadamente en un· juicio
ifi
previo disfrazado de 'diagnóstico '. Al final, ¿de dónde vendría
sino, la tozuda preocupación de la institución por los diagnós
ticos?
De cualq uier mane ra, qued a claro que por esta vía, el hospi
cio term ina opon iénd ose a la 'aparición ' del sujet o. El personaje
del loco . n o pue de revelarse desde que , antes de cualquier otra
cosa, él es l o que l a ide olo gía manicomial decide que sea. Para
revelarse el loc o deb erá rebelarse. Situación que el hospicio suele
recon oc er co mo 'cr isis de agr esi vid ad ' y qu e ·ind efe cti ble me nte
impli ca la ad mi nis tra ció n de sed ati vo s o la ref or mu lac ión de la
n di ca . Se ve : el pr esc rib o im po rta má s qu e el es
prescrip ció mé
pr es cr ib ir, el ps iq ui at ra co rre el rie sg o de
cucho . Se ve : po r
permanecer sordo . . .
n ep is od io -lí m it e de co nn ot ac io ne s tr ág icas pero que
Existe u
justam en te por su dram at ic id ad ej em pl if ic a so be rb ia m en te esta
sordera. ·
al -c ol on ia do nd e ci er ta pa ci en te qu e
A co nt ec ió en u n ho sp it
m en zó a m an if es ta r un extrañ o
iden tificaremos co m o M ., co
de lo s en fe rm er o s, ya qu e � e
compo rt am ie nt o según o p in ió n
al p u n to d e ra y ar c o n la abulia
carácter general m en te apacible , toma de ir . efrena
Y la in d if e re n c ia , p re se n tó u n . cuadro c o n � i � � !
d e l1 n o . S o l1 a d e c u , p re sa
ble agitac ió n c o m b in a d o c o n u n seve rQ
o ir (p re fe re n t em en te
de u n a ansiedad ciega a q u ie n fa, . q u is ie ra .
o s, e n fe nn e ra s, a si st en te s
a los agentes in st it u c io n a le s: med 1c
d e cu ar to y d e cru:n a , Y
o ci es e t ra p a c ie n te compa ñ er a
s al ) , q u o ro sujeto-
o y q u e e ll a - n u e st
que ll amaremos T .A ., h a b ía m u ert
81
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ha bí a visto su cadá ve r. La re ac ci �
n iri st � tu ci on al fu e de so rp re
si bi en un a ec lo s1 on d el te _es co sa de tod � s
sa pues to qu e. _ �
de r ho s¡)ital ar io , la in s1 te
s nc 1a po r partP d � 1a
lo s dí as en el suce .
ña la r un lu ga r l'r ec is o de la co lo ni a co no c icJ,o
paciente en se
e de 'lo s pa jo na le s' co m <;> el lu ga r do nd e estar 1a
con el no m br
us ua l y so rp re nd en te . Si n em ba rg o, no fue muy
el cadá\rer era in
r pa ra el ho sp ita l es ta bl e � 1e nd o qu � se trata?a
di fíc il de resol ve
io se ve ro co n se rio co m pr om iso � en so r1a1 de car:ac
de ''u n delir ,
1ta.nt te e ra pe ut1ca.
ter alucinatorio'' y prescribiendo la co nc o � _
de �os p1tal la
l
En cuanto a la referida paciente T . A . , . !as fichas
' ' fug ad a ''. Es la int erp reta c1o n qu e -a po ya nd os e en
dieron por
otros cas os- la ins tit uc ión se dio pa ra co mp ren de r la falta y
la ausencia de ell a. Po r su lad o, el cu er po clí nic o � � ar go de M.,
n o tuvo dif icu lta d alg un a en est ab lec er qu e e � de l rr10 era la res
. en do qu e, por
pu esta de la paciente ante la pérdida de la am iga s �
. arse
ign
la intensidad de esta pérdida, la sujeto no po d ia res a
admitir la fuga desde que ello significaría tener que 'ad mitir
un abandono'. •
82
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Fuera de eso, Y en cuanto a la complementariedad en sí
mism� sólo resta decir que ell a define a la transferencia y que
deber 1amos entender conforme a la cita lacanian a:
'' ? �sde hace tiempo vengo anticipándolo, poco a poco,
d1c1endo que los sentimientos son siempre recíprocos . ..
¿_Y entonces, Y entonces, y el amor, y
, el amor, es
s1emp�e reci proco? - Claro que sí, claro que sí. Es por
eso mismo que se inventó el inconsciente: para notifi
carnos del hecho que el deseo del hombre es el deseo
�el_ Otro, Y q�e si el amor es una pasión que puede de
f1n1rse como ignorancia del deseo, no por ello pierde
su alcance y dimensió n ' '3 7 •
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En cierta ocasión se me acercó un paciente A . J. ( 2 1 años )
y, alegando desear hablar conmigo se sentó agregando casi a
boca de jarro:
- D íga me do cto r. . . ¿c óm o es po sible qu e yo no tenga
AJ
novia? Y o quería tener una mujer co mo todo � l mundo
pero sucede que yo nunca tuve ni siquiera una·. N 1 u� a ��la
vez . . . Creo que el día que consiga tener una mu1er i:ie
ro del to do . . . ¿S abe que ni siq ui er a tuve no via?
cu
Sólo una vez en el trabajo hab ía una piba que �así , casi
salió conmigo; pero no fue posible. ¿Sabe por que? Yo la
r�chac� . . . (largo silencio). ,
¿Usted me haría un favor? Llámela por telefono y cuen
,
84
•
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quiero mucho, pero ahí es mi madre quien no deja. Siem
p;e me dice que no me acerque a ella para hacer tonte
r1 as . . .
( �.� bi � do de expr<.'sión) Bueno docto1·, me voy porque
s1 sigo as1 voy a hablar de mi padre y eso, mejor no.
No es difícil entrever cuánto y cómo el discurso de A.J. con
tiene al deseo pues basta tomarlo al pie de la letra como para
ve�lo aparecer (aunq ue en1bozado) en el pedido : ' ' llámela y
cuent le ' ' . . . Pero tampoco sería dificil entrever una historia que
está presente e hilvanada por el deseo. Al final, el drama de
.J . s el de no tener mujer ; curará tan pronto como consiga.
� l ¡1rob lema está en que esa cura no es cosa fácil, pues no se sabe
s1 debe actuar a nivel del resfrío o a nivel del deseo. Por lo demás
la causa de la internación es efectivamente -como él m ismo nos
cuenta- 'Mi1· iam ', tras la cual flota el deseo de la herrnana en
corto-circuito con la prohibición materna .
, Se ve, previ � � todo análisis, que el discurso es una combina
.
c �on � part1cular 1srma -es cierto-) de hechos y de imagos, de
h1stor1a Y de deseo que se incluyen imbrincadalnente. Al final A .
J . tiene razón. Es una razón que por responder a la gramática del
delirio �e aleja de la lógica éons�iente más, no por ello, pierde
su veracidad y su fuerza. .
A vanzando un poco más en el análisis de este discurso vemos
que el mismo se iriicia con una demanda en la que al terapeuta le
cabe el lugar del Otro. Al final, no otra cosa que el lugar de
una omnipotencia es lo que la demanda perfila, siendo precisa
mente ésa su diferencia más fundamental · con el deseo; en la de
manda, el otro no es objeto; es absoluto. El pedido de A.J. se
adécua a esa estruc tura. Es al terape uta a quien le pide una mujer.
Pero no .olvidaremos entonces que el pedido de una mujer encu
bre un desplazamiento en el sentido más fuerte del tér1nino. Se
trata de una metonimia. Es que el· problema de A.J. es el de ob
tener el reconocimiento de su deseo, cosa que se lesliza y
escapa en el pedido de una mujer. Una mujer que mal po dría
colmar (es el caso de todo objeto) el lugar que la hermana le
marca en los primordios de la relación del sujeto con el sexo. Es
el secreto de la sexualidad y de la diferencia de los sexos lo qu t
e
aq uí qu ed ó sepultado. El no mb re- de l-p ad re po r ha be � sid o e
ad o qu ed a fu er a . . . de l alc an ce .de la pa lab ra de l su 1e to . Que
chaz
ca pe el he ch o qu e, a fin de cu en ta s, es d � la ma dr e de
no se no s es
par te la pr oh ib ici ón . Pa ra A. �. la m ad re pr oh ib e las tonte-
donde
: 'm ej or n o '.
·
rías . E n c11 an to al p ad re
r de l c al .J . �, en
.
y aq uí un va cí o al re de do � A
Se perc ibe ; ha . en su pr óp 1a fo r1n ul ac 1o n,
círculos sin fin. La de m an da se pi er de
ad in te rn a. Lo pe or es qu e, c � en te de la alte rn a
en su imposibilid
stra ci ón , car en te de la al te rn at iv a que e�tatuye el
run
tiva de la ca
nombre-del-padr e, A .J . p ar ec e i e � en u� ca le sit a
.
en un
qu e gira , y so lo gi ra . A � !m al � l &UJ et � te � m1!1� vol
carroussel ,tiene miedo Lil1an es
viendo al punto de par ti da . Y si M tri am •
85
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,
86
•
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'
ne s an ter
·
.
cl 6 co m o af nt om a ce di en do entonces lugar a la
coh olfano que de..pare
actual ecloli6n delirante.
87
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•
e
De la reunión de am bo s asertos dc sc ub ri i:n os . qu el ot ro (el
te ) es de po r si pr ob l át ic o en la ps 1co s1s , pu es to que 0
semej an �n:
bien no existe o bien es terror 1fic o. .. . .
aJ1 or a qu e si el ot ro no es ta in sc rip to co � o tal , mu-
Diren1os
ob le m a ac er e de co m o .
ch o menos ¡1abrá de cstru·lo el pr � mte r
biru · co n él . La cu es tió n de la Le y (se en tie nd e : la ley de
cam
erc an i bio s) est á fal lad a y de fin e un fra ca so . Un fracaso
los int
so e � lo qu e hace
en lo i·elativo al in te rc am bi o sexual,, un fraca
da d de A .J .,
al principio de la ex ogarnia (d e ah 1 q� e la se xu ali
.
sig ue sal ir de los est rec ho s marc os
así co mo la de Gi·acilio no con
de la familia ) .
re la c1 on co n e 1 otro lo
· ,
Pe ro no es so la m en te el pr ob le m a de la
qu e el sín to ma de nu nc ia co mo va cío . To� av ía má s �ro f � damen
te ve1·emos co mp rom eti do con ese va c10 al p1·op10 sujeto. Es
qu e estas faltas suponen una marca de ausen�ia, una ma r.ca de
carencia. Puesto que la posición del suje to es siem pre relacional,
l a carencia de esa estructura relacional l o dej aGracilio sin po
sición de suje to. Para evitar ese vacío la únic a posi bilid ad que
le cabe es la de restituir esas relaciones . E s l a restitución que
pretende llevar a cabo el deliri o, y al final, el pe�ad o ultra
dilacerante con el gallo, la ratificación de la culpa según la
palabra del confesor, y l� prohibición sancionada de 'por vida'
vienen ·a definirle un lugar. Es el lugar del sujeto. Con la ayuda
de esos referentes, de esas muletas, de esos soportes construidos
en el delirio, Gracilio termina ocupando un espacio, un lugar;
puede ser alguien. 'Yo, soy el pecador del pecado ultradilace
rante y hábito los infiernos extemporáneos '. E n otras palabras,
el delirio le permite saber y comprender quién él es, y qué es
lo que está haciendo en l a vida y en e l man icom io.
El delirio es un regulador incorporado con l a finalidad de
· e� tabilizar la homeostasis sim bólica jaqueada en el brote psicó
tico y, en este aspecto, coincide con la fantasía de la cual había
dicho Freud que era una teoría. Una teoría construida para dar
cuenta de un enigm . a cuando la curiosidad in fantil co mi enza a
debatirse ante el dilema de la diferencia sexual anatóm
ica. Se
sabe entonces, que la fantasía es la teoría que respon
de al enigma
de la castración ; asimismo lo es el delirio.
Según esta def�!ción, el ?iscurso graciliano pretendería dar
cuenta de la ca�rac1on y es cierto . . . Es cierto qu e la diferencia
sexual anato , m1
ca parece borrarse en el panorama simbólico
cuando la gallina, el gallo y la yegua son recorridos po el sujeto
r
como quien recorre un laberinto sin encontrar la sal
ida. De nuevo
el psicótico nos parece semejarse con el Minotauro. De nue
vo nos encontramos ante la idea que el Laberin
to del Minotauro
es la forma ?tªte�� con que la mitología pretendió apresar Y
expresar la dunens1on del enigma psicótico, así como la Esfinge
e� la forma. en que h bría sido apresada y ex
, � prell!lda la dimen
s1on del en � gm a neuroti o. Edipo sería el se de su
. o � du eñ o y ño r
ceguera. �m otaur seria el dueño y señor de sus laberintos
&8
Scanned by TapScanner
sin salid a. 'Sin salida', porque si analizamos bajo lupa el discur
so de Gracilio veríamos que en el incesto se dibuja un no (aun
que <? racilio no sepa con exactitud cuál es la boca que lo ha pro
nunciado ) , que en la yegua se dibuja una ausencia de 'esper7t1a,
que en � l gallo � e dibuja un pecado . El 'si' , el goce y la gracia no
han po di do part1c1p.
ar del laberinto .
¿Qu é diferencia sexual será esta? En la serie de los objetos
apru:ece n, com o pertenecientes a la categoría común de objetos
elegibles, la hern1a na , la gallina, el gallo y la yegua . . . Al final
parece que Gracilio nos dice que no hay diferencia alguna entre
ello s. Au n� ue po dríamos decir que la pasión por los bichos es
una esp eci e de co nsu elo ; algo más o menos parecido co mo Jo
que no s alega el alc oh olista cuando dice que quiere olvidar y
que po r eso beb e. En ese caso, Gracilio pretendería ahogar su
P �na, la pen a de un imposible incesto, en una desesperada pa
las gallinas, los gallos y_ las ye guas . . .
. n po r
s1o
En su pasión bichológica se parece a Juanito. Ambos pro •
curan la 'cos ita de hacer pis' ; Gracilio en los gallos ' y Juanito
en las jirafas.
De hecho , el que la estructura delirante de Gracilio sea una
teor1a nos convida a pensar el contenido y los predicados que
,
89
Scanned by TapScanner
de l su pe ry o ), aq u í pa rec e es tar prohi bie nd
sujeto el aparato o
sa ' : se pr oh ibe la ca rn e de ga llo .
'o tra co
te m as (e l de la pa lab r 31 d e l a _hermana y la pal abra
En ambos
ob se rv am os qu e ad em as , el sujeto 110 aparece corn o
del confesor ),
y po r lo ta nt o co m o a��n te au nq u e sea
á a l uc l 1do <>n el predi cad o
suje to gramat ica l
. .
am ho s, G rac ilio rst
el 1n f1<:' rn o, en el segu ndo ,
im agi nar io -. En .
_ .
El J)r iin cr di sc ur so le as ign a
de l ot ro .
lid o co n un pa to do nd e le es pr oh �l 1 <lo : R.1 dP lirio
a for m ac 1o n un1ca pero
<?s com¡1ro me � ,
am bo s pr ed ica do s un ien do lo s en _ u �
sutura
, n tra ns ac cio na l : 'es to y en el in fie rn o po r causa de un
tan1 bi
; a] fi na l ,
tan . ple
es sim
¡)ecado ' . Claro está qu e este 'es to y' no
Gracilio habla de sí mismo en tercera pe rso na ' El Sr. Grac ílio
:
declara . . . , o también 'Yo , Gracili <? de S . !'f. � ui traído aq uí
,
¡1or su hermana satánica'. Esta alu s10 n a s 1 m.1s mo en terce ra
.
persona gramatical es un dato am plia me nte observado en el
discurso de las psicosis3 9 • Tan sól o que rem os recordar, cual
ingenuo sería suponer que se trata de un e fecto de la falta
del Y o, un efecto d e un Y o-débil, puesto que en rigor se trata
de una 'falta del lugar del sujeto '. . .
Pero hay más. Los sujetos gramaticales de estos discursos se
distribuyen en las figuras retóricas de la hermana y del confe
sor. No cederemos -en este punto- a la fáci l tentación de ver
en ellos a las personas del padre y de la madre, puesto que no
se trata de eso. De lo que sí se trata es de una imago masculina
y de una imago femenina que al hablar predican sobre el sujeto
del inconsciente. Entre ambos predicados, deter1ninado por
ellos, se encuentra Gracilio 'una criatura abandonada por el crea
dor' como sugiere Lacan que se denomine al psicótico en fun
ción de su falta de lugar en el registro sim bólico4 0 •
196 6 .
90
Scanned by TapScanner
l>ra.siJc no- a la pr os tit uta , en tanto qu e el verbo 'comer' alu de
aJ acto scxuaJ Si estas resonancias fueran efectivamente deter
min antes, Gr ac 1l10 nos estaría ha bla nd o del deseo de las prosti
tutas , y de la J? r,o � ibi c1ó n de 'coger carne de gallo '. y dig am os de
paso qu e es d1 f1c 1J su po ne r que estas expresiones no est�n inte
grand o de un a ma ne ra este di scurso. En todo caso lo que se nos
escapa -por carecer de da tos- es el có mo y cu án to de esa in
cide nc ia.
No quí sie -a dar po r terrn ina da la discusión del del irio de
Gra cilio s1n antes obs erva r un dato que considero de suma im
porta nc1a . Se trala d<.>l 'rit mo · y de la ' frec uen cia' de la pro duc
ción deli rante del suje to. Es que sabemos oue éste no es una pri
mera eclis ión delirante sino de un eslabón más en una cadena
de brote s. A nt s Grac ilio había presentado un discu rso diferente.
Cuand o alcoho lista, el tema princip al aludía a las ' m últiple s
formas' Que adoptab a Ja her1n ana satánica para persegui rlo. Es
tas formas eran siempre anim alescas, y se correspondían con las
zoopsias del alcoholismo. E l nuevo discurso, engloba ues al an
tcrior ,r explicándolo haio una nueva perspectiva.
Dijimos d este delirio actual, que su función es la de resol
ver el enigma del suj to y su papel en el manicomio. La solución
s lara desde qu deja a Graci lio en posición de pecador y
categoriza al manicomio como un in fierno extemporáneo. Pero
no se agota a h í la cuestión. na vez adentro, Gracilio quiere
salir. En ocorro de ste des o vendrá el Angel del Señor, quien
le in formará por tel m tria acerca del estado de cosas en. ese
sentido. EstR. nuevo d lirio -complementario y coincidente con
·
el a n t rior pr t.ende explicar y dar cuenta de un porqué: el
porque) de su perrnancncia en el ncierro.
Una cosa quisiér amos subrayar en todo esto. Es que si bien
este nuev o delir io es forjado en el curso de la internación y con
evid ente fina lidad de dar cuen ta de ella, la producción corres
pon de a la psic osis del sujeto. Con esto quisiera despejar defi
niti vam ente ciertos m i tos relativos al pap el del psiquiátrico
�
en la psic osis , segú n lqs cuales, la ? temación es cau�. del del irio .
d e es o. La int er na c1o n cre a las co nd 1c1 on es co m,o
No se trata
(lara qu e el su je to se ex pl iq ue un es ta do � e co sa s, � as no p � dr 1a
in el au xi lio de la pr od uc c1 on de l su je to) forjar el
por sí so la (s
de liri o en sí mi sm o. .
a G ra ci lio , no s pa rec e co nd en ad o a producir
En cu an to
En ot ra s pa la br as , a de fi ni r pe rrn anentem�n te
eternos de lir io s.
su l ugar y su po si ci ón de su je to , y de sd e qu e (l o he mos vt�to )
�
.
su car en ci a del N om br e- de l-P ad re t.a n se � �' � la m ente median
91
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•
IV - LA FUNCION
1. La función nosográfica
•
..
93
•
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l)ijirnos finalm�11te qtt así co1no la her�ncia <'Umplía un pa
pel de funditm(\ntal imporianc�in 'n laq h 1 póieRis de todos los
i11vestigadores ( l1<ltC(Ji, Kracp ' l i n , l�1c'\Jlf•r Y el 'joven' Freucl
e11t.r otros), asimismo, las 11sicosis se sospech a- son produc to
h r di�'\rio.
E 11 estas seme janza s vemos razó11 sufic iente como para sos
t 11�r qt1 el modelo frettdiano de aquel e n to n ces mani ienf' su
vigen in. llna vigencia que se torna cada vez más n ítida y clara
.. uand o observamos que, además, se trata de ��a propu esta para
salir del atolladero de las descripcion es nosol ogica s, al establece r
se una radical y taxativa postergación de la exige ncia nosográ
fica en pro de la preocupación e�ioló gica. En concr eto, Freud
p1·opone subordinar la cuestión de las clasiiicaciones al descu
brimiento de las causas específicas de toda sintomatología.
Veam os, sino, la descripción que él mism o expon e:
''De todas estas dudas me sacó por fin el propósito
de tratar todas las neurosis . . . como si de histerias
se tratase investigando en todas la etiología y la na
turaleza del mecanisrno psíquico, y hacer depender
de esta investigación la confirmación del diagnóstico
de histeria previamente sentado'' . .4 1 . •
19 73 .
- •
94
•
Scanned by TapScanner
Efectivamente Kraepelin describe. . . No es culpa; es un
límite . Límite por cuanto las descripciones ilustran mas no ex
plican y en ciencia, es perentorio dar razón por causa. 'También
convie ne destacar que si bien la descripción es necesaria para
fijar un fenóruen o, ella es -pese a todo- ciega . . . ¿Necesitare
mos recordar que la obse tvac ión según la cual · el sol se levanta
al Este y acuesta al Oeste, tiene com o causa al obse rvad or que e;
quien en rigor se levanta y se acuesla? Una nota crítica de
este tipo siempre es interesante, desde que nos obliga a pregun
tamos frente a toda observación : ' ' ;. De quién habla el discurso
de quien habla?'' .
Carente y a la par necesitada de una guía, la descripción psi
quiátrica termina alimentando una posición clasificadora y no ex
plicativa de la dolencia mental. En otras palabras, la psiquiatría clá
sica termina ordenando la psicosis aunque sin comprenderla:
''De lo que se trata entonces es de anudar un haz de
anomalías y deficiencias, siendo considerado cada
haz estadísticamente típico como caracte rístico de
deter111 inada enfen11edad''43 •
Sin embargo, la clasificación encarada de este modo se parece
mucho a aquel funcionario que, careciendo de una guía, clasifi
caba los libros de una biblioteca conforme al color de sus tapas.
No deja de ser un orden. Pero tampoco de.ia de ser un orden cie-
. go. La clasificación exige, por su misma naturaleza, subordinarse
a una categoría y a un sentido. Las bibliotecas se ordenan con
forme a un índice de materias. Del mismo modo, las psicosis
deberán clasificarse conforme a su trama y a su tema. Y el no
tener en cuenta este principio conduce a callejones sin salida.
Al final se tern1ina clasificando con la esperanza de que en el
futuro se demuestre la causa de lo que se está ordenando. I.as
causas quedan postergadas a la espera de un futuro venturoso
más incierto. Y con ello, la terapia que necesariamente debe
operar sobre las causas de una enfer1nedad, tambié11 queda
colocada entre paréntesis a la espera de un futuro igualmente
esperanz ado, má s igualmente incierto.
Que el delirio responde a un estilo no es idea nueva. ''El esti
lo es el hom bre' ' nos dice Lacan en la portada de su obra ; y es en
base a este frontispicio que ya hemos aventurado la idea que
Neurosis y Psicosis suponen dos universos estil ísticos diferentes .
. Lo que ahora pretendemos avanzar, es que también en el seno
de las psicosis nos hemos de encontrar con dos estilos cualitati
vamente y estructuralmente diferentes: la esquizofrenia y la psi
cosis propiamente dicha.
Es que al final- a pesar de que muchos autores las agrupan
como siendo formas diferentes de un cuadro común, el estilo no
•
95
•
Scanned by TapScanner
'
-1.
1enomenologi.ca y sintomalmen
a dros que resultan descrip tiva,
·
' .
· o que tam-
.
te d iferentes , sm
bien lo son en lo que se ref'iere a l .
. , . a naturaleza del respectivo me-
1 o)
canismo psiqu1co (s e a : en su
legalidad · in
· terna, en su est'l
ntes y a etioloe
puesto
. que respon den ª causas difere
aías diferen-
ciables.
Con la evidente intención de re
flejar. esa diferencia etiol ó-
96
Scanned by TapScanner
gi ca , h e m os d e d e n o m in arla
). .
•
Claro esta q u e n a d a h a b i· e m o s
ad�1a n tado s1 a h ora. se in ter-
p
pretase q u e la d en o m in ac ió n de .
es si n ó ni m a de Es qu i z o fre ni a en. tan �� os1s de Ausen.c 1a (�s 'O )
q u .
e la d e n o m 1n a c 1o n de
'P ) es s 1n o n 1m a de Ps
Psicosis de Presencia (Ps 'f7\ , .
icosis · · · D igo que
11 ad a h ab re m o s ad el an ta d o p o rq u e n o .,
, es 1 a sus t't 1 u c 1o n formal de
1 o s , ter
, 1n 1n o s 1 o q u e a q u 1 es tá e n J· uego . . .
·
tu1·d a p o r o tra d e fu nc 1o n co gn os ci bl e.
E s q� e es tarn os de acuerdo en qu e toda
psicosis supone una
falla a 111vel de l N om bre-del-Padre y por lo t
. an to supone un a
desart ic · , n a ni ve l de fa
' ul ac 1o � lo, pero lo que ha y qu e subrayar es
que a pesar de es� c �en� a, las Psicosis de Presencia (Ps
� '(/) ) pre
sentan. u n� clara mscr1p � 1on de la función materna en tanto que
las PSICOSIS de Au sen cia (Ps 'O) parecen carecer inc lusive de
aqu ello qu e esa ins tan cia inscribe com o función en �l sujeto. '
Al simbolizar las Psicosis de Ausencia con el significante
O ( que debe leerse como cero) estamos apuntandu a la noción
de cero matemático y al concepto de conjunto vacío. Con ello
queremos subrayar el vacío (la falta-de-ser) que las caracteriza.
Al simbolizar en cambio las Psicosis de Presencia (con el signifi
cante </J ) ( que de be leerse como 'marca' o bien como 'falo')
estamos apuntando al concepto de que el vacío -que el cero
expresa- se encuentra fij ado por una marca y esta marca consti
tuye u n a presencia . . .
Sin embargo, y antes de proseguir el estudio de estas dos es
tructuras de la psicosis, quisiera dejar establecido que, en el
mismo, no hemos de inclui1· un grupo nosológico cuyas determi
naciones orgánicas introducirían otros niveles en la discusión.
Efectivamente, la tarea .de establecer etiologías diferenciales
nos llevaría a una compleja discusión alejándonos (por el mo-
mento) del o.bjetivo que nos hemos trazado.
·
97
Scanned by TapScanner
vid a r que F reu d hab ía señ ala do al alc oho l is ta com o un caso
pa rticular de elección objetal ) , también es de ob serv ar que una
az de gene rar un
vez ins ta.l ad a l a adicción alc oh óli ca, ell a es cap
r
régimen de e fectos y dru1os fun cio nal es o neu ?lógicos debidos
al desequilibrio ho me ost áti co general del org� sm o, Y en algu
_ rtos tej ido s co mp r
nos casos debidos al dete rio ro de cie ome ti
do s po r l � ad icc ión . Claro qu e ell o 1:º. im pid e qu e s� ñal� mos
que en el estudio de los del irio s alc oh ol1 cos , es nec esa no disc ri
min ar los casos en que la adicción obedece a un a det er1n in ación
neurótica de aquellos c asos en los que la adi cci ón respon de a
una determinación psicótica ya qu e, si bie n la neu rosis no está
exenta de delirios (recordemos la lectura freud ian a del ''H om bre
de las Rat.a s'', en la que son sub raya das las ''de liria neurótic as''
del paciente) ella tíene una estructura estil ístic a y temática sus
tancialmente diferente de la que se esbo za en l a m otivación
psicótica.
Finalmente, también hemo s de dejar de lado a las oligofre-
nias. La idiotez, la imbec ilidad y la debilid ad m ental conforman
un grupo en el que la discrim inación del nivel orgánico nu nca
es ni ha sido realizada con toda precisió n, lo que nos obligaría
a un largo rodeo y deba� de la cuestión. La mayoría de los au
tores señalan causas intrauterinas (deficiencias de irrigación,
cierto tipo de sufr-imiento fetal, alcoholismo y sífilis parental)
así como sufrimientos ligados a la situación de parto y , finalmen
te, marcas y daños ligados a la vida extra-uterina en los primeros
meses de vida (en los que suelen computar ciertas enfermedades
infecciosas) . También nos inhibe el avanzar en esta l ínea la ob
seivación de la existencia de daños neurológicos en la mayoría
de los casos de idiotez y en algunos casos de imbec ilidad . Con
respecto al débil mental, tenemos sospechas de que sería posi
ble indagar el deseo materno y el deseo parental para rastrear la
etiología; sin embargo preferimos posponer esta discusión (así
como la discusión acerca del nivel siro bólico com pro metido en
las arterioesclerosis) .
Por lo tanto, pretendemos operar con un grupo limitado de
psicosis, constituido por las Esquizofrenias (con sus man ifesta
ciones ''Sim ple' ', ''Hebefrénica '1 , ''Catató nica '' así como la fa
ceta paranoide que a .v eces asume en el del o ) . Las Psicosis
iri
.
,
Ma n1a co- Depres1vas (en las que hemos de inc lui r a la Melanc o
lía la melancolía involutiva, y las psicosis seniles) y a la Para
�
noia (co n sus variantes ''hipo co nd ría ca '' ' 'parafrénic
' a'' y ''s ín-
dromes paranoides ' ').
de esta estruc
Una primer aproximación a la comprensión
tura nos la ofrece el mismo Freud cuando
, al investigar la etio-
98
Scanned by TapScanner
logía de la angu stia, aborda la cuestión de la ' 'ausencia ma
terna , , .
En su con fere ncia XXV ( 1 9 1 6 / 1 7 ) Freud intenta sistematizar
una defi nici ón de la angustia luego de haber despejado en la
metapsicol ogí a el problema relativo al 'status' teórico de los afec
tos. Efectivamente, en ' ' Lo inco nsc ient e'' ( 1 9 1 5 ) ya hab ía
demostrado que el afecto es una descarga y por lo tanto se sitúa
en la esfera de los fenómenos conscientes, con lo que -al mis mo
tiemp o- se deínu �stra la impropiedad conceptuaJ de cierta
teor1 � ( � a po r aquel ent ?nces floreciendo) que hablaba y hab la
en termmos de afectos inconscientes (amor inc ons cie nte , od io
inco nsci ente , etc . ) . A partir de aqu í , el afecto en general y la an
gustia en particular pasan a gozar del mismo status que el sín
toma o la crisis histérica, sien do como ellos el residuo conscien
te de una remin iscen cia. Y claro está que si bien esto resuelve
la cuest ión tópic a de la angustia, con ello se levanta un nuevo
proble ma: el de su etiología, el de establecer la reminiscencia
causal capaz de provocarla.
E l rodeo que hace Freud antes de dar respuesta. no deja de
ser interesante. En principio por cuanto comienz a estableciendo
queen el acto de nacer estaría el prototipo fisiol ógico de la
angustia, puesto que ambos tendrían en común el ser un conjun
to de efectos de displacer, de tendencias de descarga y sensacio
nes físicas relativas a la pérdida de un equilibrio homeoestático
y a la proximidad de un grave peligro. La comparación no deja
de ser interesante dado que pennitiría explicar el c9mpromiso
de la angusia c on ciertas reacciones fisiológicas que reiterati
vamente se le presentaban a Freud en la observación, llevándolo
constantemente a separar la Neurosis de angustia de las restan
tes neurosis.
De todos modos la lectura debe ser cuidadosa y prolija. Su
cede que Freud no puede dejar de reconocer que el estado de
nacer es u n acont ecimiento y que lo importante no es (a los fi
nes del incon scien te) lo que acontece sino su inscripción en el
sujeto . . . El acto de nacer sería entonces un prototipo fisioló
gico de una inscripción que debe ser hecha; en otras palabras el
estado de na ce r debe ser simbolizado :
------.
Nacimiento X A ngustia
Acto • Símbolo ---+• Afecto
.
, ,
.
En 1 926 , en el interior de ''ln hib ic1o n, s1ntoma y angust ia'' ,
Freud se formula este mismo interrogante, llegando a la demos
tración que el símbolo en cuestión es el de la Castrac ión . Sucede
que , ant e l� percepción de la ca�ración el sujeto reacciona C ?n
a su vez - com o sen _ a!
un estado afectivo capaz de funcio nar
de alarma activadora de la represión. As í, el miedo que la angus
tia escenifica no es otra cosa que el miedo a la castración, quién
sería de esta manera el símbolo nodal del sujeto .
•
99
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•
100
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es por ello que Lacan define al complejo como : ''la huella de una
relación biológica que se interrumpe' ' , conduciendo -como
resultado- al hecho siguiente: ·
suelo?
En el autismo, en la catatonia, ·en la desagregación esquizo
frénica se trata de una ausencia radical. Digamos �i ello es
posible que el sujeto es identificado con un agujero. No es la
madre, es la no-madre su precario e incipiente motivador simbó
lico. Por eso el autista no entra al Edipo ni se encuentra regido
?r �
po r él. Faltó l a Ma e seduct<?ra de la Fantas � origi�aria.
Es que , si la formula segun la cual el rec1en nac1d� puede ad
venir a un lugar de sujeto es la que se resume en la diada Madre/ •
niño bastará que rio haya madre para que desaparezca el niñ o.
Al fÍnal sól o es , hijo quien ha sido catectizado como tal e inves·
�
tido co ese lugar por un cierto deseo materno. Al faltar ese
deseo y aunque exista un cuerpo de niño y de recién nacido,
ese cuerpo será un sin-sentido. Debería cristalizarse como su
jeto, m ás no habiendo un p �cipio _ cap1!2 de hacerlo, �rá un
cuerpo-sin-rumbo., 110 cuerpo-sm-preh1stor1a, un cuerpo-sm-ante
cedencia, un cuerpo-sin-valor . . .
101
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Repe tiré: desde que cabe al incon scient e materno la direc
ción de la dialéctica por la cual el niño deviene hum ano al devenir
sujeto, la ausencia de ese lugar inco� sci� nte en el registro ma
,
terno, dejará a la dialéctica en sus pe ns1 on .
El necesario y oblig ado pról ogo al Esta dio del espejo, consti
tuid o por esa relación fundamental y fundante que es la relación
del niño con la madre, cuan do no realizado, deja al sujeto del
lado de acá del espejo no perm itién dole pro yectarse en una
imagen, realizarse en un reflejo. E l salto del sujeto a la imago
es marcado por la angustia en la Neu rosis , en la psicosis , no hay
angustia, pues no habiendo nada del otro lado, el salto será un
salto al vacío . Por eso es que el esqui zofré nico le tiene pavor a
los espejos puesto que ninguna imagen es posib le. Al igual que
los fantasmas del medioevo que no aparecían en los espejos,
el esquizo nunca aparecerá en la imagen. Esa imagen será otro. Y
ese otro es indiferente en el autismo, o peligroso ; cuando es
visto como un peligro, el sujeto desarrollará ese delirio paranoi
de que a veces se insinúa y articula en las esquizofrenias. Es la
esquizofrenia paranoide.
La carencia de esta imago, y la carencia de ese Otro, no deja
rá de mani festarse en el síntoma. Se sabe que el síntoma es una
tentativa de restitución. La 'máquina de influenciar', el 'sistema'
aterrorizador de ciertas esquizofrenias no son sino las formas
que el Otro asume en el discurso psicótico. En su delirio, el
psicótico restituye al Otro. Tan solo que una vez reconstruido,
vuelve a acechar el pánico de perderlo, o el miedo a entrar en
contacto con ese ser desconocido.
En las Psicosis de Ausencia, lo ausente es el falo. Un falo
que hemos definido como una estructura relacional, como
un complejo de relaciones y ligazones capaces de habilitar un
sentido : el signi ficado del hijo. Carente de este nudo, mal po
dría hacer frente el esquizofrénico a la separación que el com
plejo de castración supone. Toda separación habrá de ser nece
sariamente trágica. Al final, ¿cómo podría separar(se) si ni
siquiera ha sido apresado en el deseo del Otro?
Se ve: el drama del esquizofrénico va mucho más allá del
mero delirio. En éste, lo que está en juego es una tentativa de ,
dar cuenta de un enigma. Tan sólo que este enigma es trágico:
'' ¿Cómo expl icar mi existencia si está. probado -por la elisión
del falo- que yo no existo ? '' . . . La elisión del falo . . . Ya hem�
visto cómo, para Lacan, se trata de uno de los pivotes de la
estructura p�icótica y del fenómeno psicótico. Su ausencia, en ·
lugar de introducir al sujeto (como normalmente debiera hacer
lo ) , lo introduce en un punto ciego, en una hendidura . Basta
leer ' ' D 'une question préliminaire á tout traitemente possible
de la psychose'', como para observar que en l a elisión del falo
se encuentra uno de los ejes psicóticos, siendo que el otro reside
en la ausencia del Nombre-del-Padre.
Pues bien ; las Psicosis de Ausencia no tendrían al Nombre-del·
1 02
•
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Padre con10 elemento de peso. Parecen fijadas en una problemá
tic� estructura lme �te ru1terior (he mo s dicho estructural y no evo
lutiva ), la problematica de la elisión del falo en el deseo materno .
Por esta elisión se de1nuestra que en Jas Psicosis de Ausencia,
lo ausente no es precisamente la persona de la madre sino un
inter1nediario sim ból ico que la habilita para funcionar �orn o tal
e n l.� rela ció n con su cr� a. Sin falo no hay nudo capaz de ligar
al l11J<;> co11 la ma dre y a esta con sus imagos constitutivas capaces
dP orientarla en la maternidad. Se trata de un eslabón simbólico
que falta. La cadena generacional se rompe por lo tanto. Más
aún : se pulveriza. El estallido del esquizo es el ruido de esa
secuencia al desgarrarse.
D� est.a man era , las Psicosis de Ausencia serían un grupo de
.
ps1cos1s en las que la marca de la carencia no podrá inscribirse
en lo simb ólic o. La relación biológica que se interrumpe no se
resolverá. ,en intención mental, como suele acontecer según la
obseivacion de J . Lacan en ''La famille ''. Por eso, en el esquizo,
el estado de nacimiento es nada más que eso, un estado ; y lo
que es mas, un estado sin salida. Es por eso que P. Zopke puede
,
pág. 66 .
•
103 '
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Pero , ¿l1uc e lo qt1c e · ( tan1 11tc qt1ccln si11 ser 11 cl10 ? Ln
nrticulnciot1 d l ctlC'fl)() co11 ln crogcnt'idud, de' la cn1·nc con
el sin1l1olo. d \a 11\,\t ria\ con l sigl1ificante. Fnltando esa ar •
104
'
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n1 ar( se ) co mr o· referente de su experienci·a · Bus eara 1 a m 1sm · d
· 'd
1 a
,
Preten dera l]ar un marco que se le mueve dem asi�d º des rt· �
,
. oduce a la
din1ens1o.n fal1ca, cuya primera objetivación en el orden de 1 o
1n1a ar10 .se 1:1ªten·aiiza ·
. gin . e� el estadio del espejo . En otras pala-
bras , las �s1 co s1s de Au� en c1a parecen patinar en vacío alrededor
del nar .
c1s 1sm o. Es que s1 �l narcisismo se define por un algoritmo:
deseo/soporte, la carencia del deseo dejará al soporte sin cosa
al�na para soportar. De este mo do, no hay existencia. El esquizo
existe no obst ante ; no es la metafísica nuestro fuerte ni nues
tro proyecto. Pero lo ciert� es que existe en tanto cuerpo, en
tanto c�ne, �n t.anto 1?1ater1a. La tarea del esquizo es, pues, la de
co.nst:r:i1r un �iverso en el que estos movimientos tengan in�-
cr1pc1on y sentido. Se trata de la 'otra escena'. ·
Cu an do es te O tr o in gr es a, ro m pi en do el es bo zo pr ec ar io de
una imago forzada, pu es to qu e fu e for j �da en el de lir io , el es qu i � o
se pierde. Es que, faltándol� el espejo , le falta u�a refe�enc1a
que le perinita situarse en el ti em po y en el es pa ci o. L a im � go
tiene es o· será una al ie na ci ón , pe ro en el la ac on te ce la co nq ui st a
de un c�drante cartesiano ti em p o -e sp ac io . E � d e � í q u e el es
at em p o ra l y a- es p ac ia l, si n o q u e ta m
quizo no solamente sea
bién -y fundamentalmente se a a- h is �ó ri co . E s el ca
m
so
.b
.
te
�
n
e
Gracilio , víctima d e una ve n ga n za p o � vi da et e� na . . E s ta
en m u Je r ll� va m il en io s ? e t1e �
Schreber, cuya transformación u se n ci a es tá n
p o para completarse . Por e so , la s P si co sJ S d e A
105
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CJiempre al borde, en las m árg r? nc s d<.! Ja �1Jaturlu. <;¿lJiui,•r(t ;y!Jatttr
todav ía más: están en Jas márgcnt:s dP Ja ti i1JL<>ri.u f J ,.,,, ,1,, J l 1W<J tJ,,
a fu era Nunca del l ad o de aclcniro.
Pero, ¿cóm o e n t rar r•ní d<: m u n P rct rr1:1 rf{ír 1 :1 J , ,,¡ n1l J);Jy rl•.-
.
'�f,<t''i?.tJ
111>
,
.t mft•
bien de que l o atrav eRa sin i ngr<!Har <Jn Ju
i diu lf;f; ticftHírr1 hlJJlt:a
que el Edi po sup one . Esa trav(!sía H n <J1 t.t �Jor a<; i <Jn
i '��' ' ' <.JU< ! ól
con � c pio de ve r wP r fu ng ( r'rc �c; J u8í i)rl ) r>r' ' !A•n cJr· � J,1f 1 n 1 r. J4;H <.f Ul',
lé�fi _ <; Js11� C11m '-J urJa etJ-.
o tr a op ció n ser ía l a de c�ar act críz ar a f:>�J �
iructura qu e se fijaron e n c i,· rla fa H< (!VC JJ u t,1v a cJ,•J Ó'! B:-•r roJ Jo
ps íqu ico . El ps i c óti c o ser ia en ton ces aJ<� u j '' º CfU l! qu r;c16 �staclr�
·
�
El p im er paso en la construcción de esa ve rwe r fu n g s<,r fá la 'cJ1
.
r
sión del falo ' esto es la om is i ó n de una ím ago q ·u e sirv e n 'Jrmal
..
...
rÍi ;
men te de b jula pa a poder ser. Traea imp osib le ; nun ca po<lrá
ser, pues está muerto. Mue rto dese.le ntes de nace r; mue rto en
el deseo materno.
''Ya he muerto dos veces. La primera íu í al infierno
número u n o , y la segunda al in fierno núm ero d os ' '. .
Quien así habla es Gracilío, y en esto nos dice l a más csctricta
.
�
i co en que a la frag1nentaci6n
corporal se está correspondiendo la fragcnentación de la
.
�
palabra
y del discurso del sujeto.
A bor ndo el primero de estos eatiloa, el del auti11110 y eJ de
�
la catatonia, queremos comenzar por la diatinción que en c••mto
que el autiamo tiene expresi�n precoz en fUjetoa Ja WanW.,
•
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•
1 07
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io na ) en su ex ist ir y fu nc io na r co nt ra di ce ? El autista
qu e fu nc
r es ta co nt ra di cc ió n bá sic a. Y es lo qu e se prete nde
de be resolve
en l a estereotipia. .
te re ot ip ia de l au tis ta ti en e un do bl e se nt � d � : ab r� al
La es
el ot ro , e in st au ra un a c� rt ez 3: su bJ et 1v a . Ci te
intercambi o co n .
os ) un a de cu ya s es te re ot 1p 1a � � as re cu rr en tes es
mos a J R ( 8 añ
-c as i en po si ci ón fe ta l- � 1m 1e nd o . Ante este
la de ovillarse
cuad ro , la m ad re re ac ci on a in va _;ia � le m en te in te rp re ta � d ? el ges
to de hil jo co m o un es pa sm o gas tr 1c o y re sp on � e s � 1n 1s�rando
un an tie sp as mó di co : un su po sit or io . E n el su po �
s1t or 10 , e cic lo d�
conducta se ci er ra . La es te re ot ip ia te rm . a
in
:
� l an o ha s �d � se nsi
. Pa rec e qu e ése hu bie ra sid o el ob jet ivo . Un o b } et1vo del
bilizado
tipo ''siento, luego existo ''. O, co mp lic� do :i n P?,co ma s nuestra
formulación co mo para dar ca bid a a la interven c1o n ma ter na , (lo
que parece ser una de las intenciones del . sujeto ) , ' 'El otr o, siento,
luego existo''. .
Por otro lado existe un cierto gru po de estereot1p1as que no
.
108
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lo tanto, l � deja com ? ún ica pos �bilidad de lugar un vacío, es que
el cata to � 1�0 es un tip ? de esq uiz ofrenia que se espantó, que en
tró en paruco al tran.s1tar por los laberintos del significante. El
l1orro� es lo qu.e . decide � este �� quizof1·énico a adoptar una es
trategia para m1 t �gar esa 1mpres1on : el rigor. La rigidez muscu
lar de l� catat? nia es la re�J? uesta a un sendero que al sujeto le
resulta int1·:m s1t�ble . Tam �1en es una tozuda negativa a cami
nar. Ademas ¿co mo podr 1a caminar sin tensión ni parál isis, si
a cada re� oveco de l send.�ro acecha el vacío? As í pues, el su
jeto reacci on a. Est a i·eaccion es la rigidez. Se trata de una reac
c! �n que supo!1e. -al mismo tiempo- un tipo particular de bene
f1c10; el cataton1co (en esto se parece al autista) siente su pro
pio c �erpo. A la � anera de ciertas neurosis que se del ician
arrancandg,se la cut 1cu la de las uñas bebiendo fumando to
mando rapé, el catatónico se delicia e�timulándo�e por vía de la
rigidizac ión muscular. Así pues, el catatónico permanece horas
enteras sin señal ningu na de cansancio- asentado sobre una
sola pierna en el medi o de ·un patio. Se trata de sentir el propio
cuerpo sintiendo � us bordes y sus fron teras, para lo cual el sujeto
lo fuerza hasta el último límite de sus posibilidades.
La ventaja así obtenida es la de una certeza que ya hemos
mencionado y que parece obedecer a una fórmula del tipo:
''siento, luego existo ''. Es el caso de Gracilio . . . (Aunque de
bemos reconocer que Gracilio no obed�ce a un caso de catatonia
pura, sino a una particular derivación de una esquizofrenia juve
nil que adoptó esa salida por fuerza de las circunstancias de la
cronificación) . El hecho es que Gracilio calla. Es del propio
cuerpo que vendrá la certeza de que esto es un infierno extem
poráne o. Los pinchazos de la cotidiana inyección, los medica
mentos, la comid a, en fin, el cuerpo en marcha son su· única
garantía. E n c11anto al 'otro ', es absolutamente innecesario
entrar en contacto con él. Y a fue todo dicho y está resumido
en las palabras de la 'Hermana satánica' y en la 'Prohibición
del confesor'.
Comenzamos esta descripción esbozando la hipótesis de una
frontera en el interior de las. Psicosis de Ausencia la cual, par
tiendo de un a etiología común, definiría dos estilos distintos.
Si en el primer grupo incluimos al autismo y a la catatonía, en
el segundo grupo hemos de encontrar a las esquizofrenias propia-
mente dichas.
A diferencia de las anteriores, las esquizofrenias se caracteri-
zan por la recurre nt e em er ge nc ia de un 'b ! ot e', po r u � a est ru ctu
ra discursiva en la que se presentan fenomenos de fragmenta
ción del discurso y 'de la palabra', imagos del '.cue�o disloc;ad� ',
fenómen os de 'al uc in ac ió n' , y el co ns ta nt e eJe rc 1c1 0 y pr ac tica
de 'la demanda '. Las formas típicas de estas psicosis se concen
izo fre ni a pr ec oz (o ju ve ni l, � he be fré ni ca ) Y en
tran en la es qu .
la esquizofrenia paranoide. En ellas la ag re s1V 1dad ocupa un lugar
..
1 09
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so la m en te en su � id ad de ir:t ! en ci ón agresiva,
Y ataqu � pro-
de destaque, no �
cu al id ad de ac c1 on de ag re s1 on
sino tambic11 en su
pia.m ente dicl1os. , . .
t in L<' S
u 11l1 d<' ca es so la m
la s c lc r1 s 1 s as sa l1e n no � nt e la
,
ca 1·a
tic la \)r<'S<'t1c in ele ln agrl'Sivicla
d si no su l� ga r. E s qu e la ag re s . í
1v
Cl ' c' o tn o co n1 1)l <'n 1c nL o n<' r< 's ar 10 y� o � zo so de l a De-
cl< \d t'\\)f\ tl'
l10 ot ro Y 1·e� 1v 1d ad co nfo rm an
1n�l11d,1. 11ic de m od o: de n1 ar 1d a ag
.
1a
ic lo s de es ta es tr uc tu ra . La �� qu 1z o fr en es pa � tí
lo s .
c. ios l1<'m ic
l y u1 1a pa ra tir n ia ci 1�c ul ar en fu nc 1� n de la cu al el S�J(>to
Y de esta a
m ic a. la . a
.1
p<1sa de la po sic ió n de de m an da a l a tc ns �� ,
ag re siv
?
am en te , en ci clo s de re pe t1c 1o n su ce siv a.
la de m an da nu ev
· S uc de qu el esqui zo frénico parece h a be r av an za do un
pa so n1á s qu e l au tis ta. Se tra ta de un av an ce est ru ctu ral ( y no
simplemente evolutivo) , en función � el c � al �ª!' un esb? zo
del 'ot ro' y de la ' alteridad ' . Ha cia este otro se dir ige el esq t11_zo
frénico y en este tránsito, se aferra a la dema nda como quien se
agarra de una tabla salvadora. Es por eso que el esqui zofrénico
pide sin límite ni cansanc io; l o que pide es que se anule su
n1uerte. ''Pido, luego existo '', es la fórmula . . . Y entonces, suce
de que el esquizofrénico pide nacer, pide ser. Y sin embargo, en
el mismo pedidÓ se encierra un drama letal porque (desde que el
demandante se borra en toda demanda convirtiéndose en mero
objeto a merced del Otro), la muerte, aquella temida e indeseada
muerte, termi.{.la realizándose en el mismo discurso del sujeto.
La imposibilidad material de la demanda y de lo demandado lo
reintroduc� en su fragmentariedad corporal, desde donde la
agresividad es l a única alternativa.
agresividad. Por
eso, la paratunia circular de las esquizofrenias se
define comun-
110
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111c nte (cf . K . Ab rah am ) por el cic lo: ''Fantasía de la destrucción
del mu nd o / Fantasía de l a reconstrucción del mu nd o'' .
�a iteración y reiteración de la demanda, nos revela qu e el
esqu �z o es alg uie n queriendo pro du cir una cad ena sig nif
ica nte .
Alg uie n qu e qu ier e int rod uci r algún orden en la palabr
brote Y e ? su de liri o (qu e a diferencia de l catatónic es ha
a. En su
. o bla do )
las P�1co s1s de Au sen cia tie ne n razón : su pr ob lem a es el sis
tema .
U n si st em a al qu e le s es im po si bl e in gresar
.
En ton ces , el sistema ter min a sie ndo un int rus o. Int rus o en el
,
mas fuerte de todos los sen tid os. Es el fantasma de la intrus
ión
q�e s � en la neu ros is his térica se presenta com o fantasma de
,
v1o lac 1 <? n, en las esq uiz ofrenias se presenta co mo fantasma de des
g� am 1en to Y de pedazamiento del cuerpo. El tema de la intru
s1 �n Y l �s fan tas 1as intrusivas, se presentan com o la temática
_ �
,
mas bas1ca del deli rio esquizofrénico. Es el pun to de articula
ció n en la cl ínic a, desde que se sitúa en el centro de un complejo
cuy os cap 1tul _
os son el cuerpo despedazado, la aluc inac ión, la
De ma nd a y el discurso del sujeto en el brote.
E l ciclo parece desarrollarse del siguiente modo: el fantasma
de la intrusió n rompe el cuerpo. La ruptura es alucinad a. La
reacción del sujeto es la Demanda. La demanda, en tanto pedido
de amor, es pedido de reunión y sutura. La imposíbilidad material
de la demanda conduce al sujeto a los um brales de la agresividad.
El brote (así como la agresividad en él articulada) es la expresión
de esa imposibilidad.
Pero además, qui�ro agregar que si ese brote es mudo en la
catatonia, en la esquizofrenia propiamente dicha no lo es; se trata
de un brote hablado. Tan sólo que la palabra no es aquí un signi
fic ante que el sujeto intercam bia, sino cosas que interpone ante
el intruso . Son palabras-cosas y se parecen una barrera que,
como toda barera, lo delimita frente a los 'otros', le restituyen
la unidad y lo preservar del otro-intru so y de la ruptura. Una
ruptura que puede desgarrarlo y que suele desexuarlo. Así,
el esquizofre.óico siente -y así lo afirma- que su cuerpo se
transfor1na en un cuerpo femen ino. Claro que se trata de una
femeneidad 'sui generis' pue.sto que el sujeto se coloca en los
primordios de la Diferencia Sexual . � natóm ica, en �n punto níti-
-
111
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•
J .T.
otro con un rev ól ve r y le tiro un tiro y lo mató. El
pobre se quedó ahí en el piso chorreando sangre con
todo el estómago abierto y vino todo el mundo y
todos preguntaban 'cómo fue' y 'cóm o es posible' . . .
¿D ígame doctor, cómo es posible eso?
Terapeuta: No lo sé . . . ¿Se le ocurre alguna idea?
J.T.: No. Yo estaba en Madrid en un 5to. piso y comenzó
todo a arder y había llamas por todos lados y me t�e
que tirar desde ahí encima hasta el suelo. Y me caí.
Por eso no lo sé . . .
En el discurso de JT nos encontramos con un nódulo que
persiste y por lo mismo insiste en la repetición. JT pretende
dar cuenta con sus múltiples definiciones de un cierto estado
del cuerpo que se define por la constante amenaza y por el fatal
e inevitable desenlace ; Como se- ve, el problema no es aquí el
perseguidor. .A diferencia del delirio paranoico típico, no se
trata de inqutrir acerca de la identidad y de . las intenciones del
perseguidor, sino que se trata apenas- de dar cuenta de un
desgarramiento. Un . desgarramiento que se subraya de manera
inevitable ; ea el estómago. Yo recordaría que, en ''Curso y
Discurso'', me interesó siguiendo a Lacan- situar en el estómago
?
el rgMl:o del· amor. Rec�erd� ha�r dic�o
. ah�
que el estómago
es ll1Sac1able como lo es la 11b1do mfantil y siempre pide y de
manda: más, más . . . Demanda que a lo me1or podría leerse
desde el lado materno como un: má(s)má(s). . .
·
112
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•
co n1 en tru 1 vru· ias sit ua cio ne s difere nte s en las qu e ese malestar
se ha m an i fes ta do . Pues bi en , en JT la din ám ica pa re
ce ser
la mi sm a. No s hab la de un estómago qu e co me y de un vien tre
que qu ed a pr eso . Nos ha bla de un a libertación por el an o en
la que el suj eto todo realiza una fuga, huy end o por el cul en ¿
el acto de defe ;ar. Des pué s, y com o para complementar, nos
habla de un estomago atacado y desangrándose ante la sorpresa
general y la sorpresa del mis mo suje to, y finalmente nos habla
de una caída desd e un quin to piso, en una ciudad extraña o ale
jada . . , Es aquí dond e se man ifiesta más n ítidamente el impulso
intelectual que atrib uimo s a esta esquizofrenia. Se trata de al
guien que quier e y pretende definir una situación del cuerpo, un
estado de la imago corporal . . .
· ·
' .
· .
113
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•
5o S. PREUD: lbldem.
·
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114 ;
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' :O. ' • ' ' �t' � \ \ l \ \ \ l \ t \\' t \ lt \
¡,, .\ \ t
l '\ \' \' t N '! '' ¡ , ¡) t �'l' l\ l, \t
l \ lt l (\ t' l l t'J 'l l< ll (l
ll \ l \:1tt� •f it 'l \, ' '
\
t!f'l
,\ \'\l t' l i'' �, l' lt't\lt \ ' r \ .. (\ t l , t'�
l'\ 1r r1 1( ) y l)(.lr l t-ltnt�l� n l l)(
t lttttto ta rn·t.<\n ('S i C' n ('I rtl
'fCl<'r
l s 1 • �'t\ �'S'' l'l\t'r\ ) lll lt' l Otl1<' t'. i)vj t"'t·
iamo , t' r Ot'jn t'n t\l t'Sf>•
'\' ,t l\t' l' ''- � ,· ist"' st 1 ti \t ,, ll l\ it�t, y stt d in l ·t lrn, (' O ffi Jl r
jo .
hando qt1o <\l
i s..,' ' l\)�\ t\'\'ll\) \.)i>t'l�\ '\t\V i�t lt'l\ (l l t l)i ii 11 o l1 l\ C' ll f.(' C\ l ., uj to
t\'\' t l t tt'tl \.l t ' l t' \'t\ t'l)l\$t..' '\lt 'I\c in
1, p r•
l ('011strttc \" n o{' ttn n
1,,·ltt lt'\'l\\f\S t"l \t \)1 1 ' t s C'(\\t' l�1s l\si osis d<' A u nr
im ng o.
'
ia S(' s i tt.i nn r1
l�l �lt \tt � tl.\ lit' \'Sf\ t ll \ '� ) l 1 t ce 11qt1 ts1.n flt' ln m Js m n, ,
río et ohj(_)
,
t\,· ' l�t'l''l) \�' fttlliti c..' , ,1)01· l'i rt.a) l'11 llt ri"id z entnt6
t
l\l\t \$,t\\t) d\'l \tt t\� t tt, t'tl ln fl�·t si v\ dn ct d<' ln C's qu iz of
nica y l
)' \.i(' ltl s.ltl\l'lt'. t'tl t.'l (\l'li t·io o t.'Sb t . de df\lirio
r ni n ju ve ni l
�pctitivo d In
;,�q\ ti ._1 f'rt.\tl in I \l't:U' idl'. n1 ya dijin1os� l espncio dl'l osqu
s'-' �it tt�l :t ll\ tt�lll d
izo
·
'
i.�S l' .-\ 1t� 11'1 N l4� R;\ lt JO
(fl' l:lS
l')SI )SI S l ) �� 1\ll S��N CIA
•
�
las esquiz ofrenias. Al final, aquí se trata de una pre�nc1a que
'
• 47 ·
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1 16 •
•
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renciruldo al sujeto. No se trata ya del abandono fundamental,
ni d l v cío cnracterístico de las Psicosis de Ausencia. Más no
113�., lugar ni condicioi1es como para metabolizar y comprende r
el lugar y la fu11ción de tercero. Por esta razón, el 'tercero' ter
n1inn iendo una an1enaza. Una amenaza cuya solución tiene co
n1o µrototi po n ln paranoia. Es pues e11 este grupo donde mejor
,,c111os op rnr esa carencia que las tesis lacanianas definen como
'au (\tl iu d 1 ombre-del-Padre'.
i11 embargo. me parece sumamente importante definir este
t:)rc >r ¡1u�sto que después de todo, no cualquiera puede esgri-
111ir los t1tulos necesarios c?mo para ocupar ese lugar. Dicho
dt"' otro modo. solamente quien conrnueb a la posición del sujeto
se co11Stituirá en ttercero', y para ello será necesario que pueda
situarse eri referencia al deseo materno. El tercero debe manifes
tarse capaz de ocupar el deseo materno; con esta ocupación,
dc�'OCl!pa al i11fans. La dialéctica prefigura entonces un abandono
que, cuando tl.o elaborado, define un estado de pánico (isomór
fico al 'vacío' de las Psic osis de Ausencia, e isomófrico a la 'an
gustia' de las Neurosis) en cuyo seno aparecen inmejorables
condiciones como para conducir a la cristalización de una psicosis
paranoica o melancólica.
Diré todavía más: desde que la elaboración, de este tercero
supone la elaboración deseo materno (cosa que tiene como ám
bito al Edipo), estableceré que las Psicosis son refrac�arias al
Edipo. Se trata de una particular estructura de la negación que
denominarem os ''abolición sirobólica de la situación edípica''.
Esta abolición (que Freud se preocupó en distinguir de la repre
sióp neurótica y de la renegación perversa llamándola verwerfung,
y que traduciremos como repudio, rechazo o preclusión) obedece
a 11na intención. Responde a un propósito. Propósito que hemos
de fij ar estableciendo que el psicótico es un avaro de tal modo
que, para conservar el falo rechaza al Edipo evitándose así el
enfrentamiento con el problema del tercero. Sin tercero no
hay Nombre-del-Padre. Es lo que la escuela inglesa se empeñó
en llamar ''padre ausente''. Es ,lo que nosotros ·pretendem os
recuperar awique aclarando que esta orfandad n9 es literal sino
sirobólica. Se trataría de un padre que no ha podido esgrimir los
títulos com o para ocupar Wl lugar en el deseo materno . Conclui
remos entonces que, si el futuro psicótico lo ·rechaza como ter
cero y com o padre, no es solamente por avaricia sino también
por el hecho que no hay nada que ligue ese padre con la estruc
tura narcisista.
En cierto sentido las Psicosis de Presencia se nos present.an
como 11na personificación del rechazo . Pero no ter1i11 na ahí la
cosa. Se sabe que no es por mucho repudiar que desaparece el
zado
tercero. Quiere esto decir que, ese tercero que fue recha
¿por
en lo simbólico retornará entonces desde lo real. Al final,
e
qué no habría de retornar si está y existe? Es ahí cuando florec
el brote. Ese retorno es la primavera del delirio . Es ahí c11an do
117
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las Psicosis de Presencia pasan a ser no solamente un personif
i
cación del rechazo. sino también una � rsonificación de la imp
o.
sibilidad sin1bóli?l del rech� zo. Y el � 1�curso que da cuen ta
de
esa personificacion, lo constituye el del ir10 en persona.
Ya dijin1os que (>l delirio debe ser e � �endido corno una
duda. Nos resta decir que es lo qu� se 1nan� f�e�ta de i:nanera in
n1ejorablemente clara en lt1s .
ps1cos1s. El ps1cot1co quiere saber.
Hay u11n cierta pulsión intelectual que lo lleva a desear saber.
Dt'jaremos para más luego la idea que todo deseo de saber con
cierne un saber sobre la castración, como lo enunció Freud en
los ''Tres ensayos sobre u11a teoría sexual'' . . . Pero lo que no de
jaremos para después es . el interrogante: ¿cómo saber si lo que
debería ser compre11dido ha sido -excluido, eludido, del campo
subjetivoJ El retorno de lo excluido (o de lo precluido) ofrece
entonces la n1ateria prima necesaria para llevar a cabo esa elabo
ración faltante. La elaboración se completa: es el delirio. Un de
lirio que, de�tlliiendo de su forma, asume el estilo deliberativo
y lit.igante de ltl Paranoia, o el repliegue aparen�mente silencioso
de la Melancol Í¡\.
Sucede qut.� el falo es una organización que, en su calidad de
tal, es base del sujeto. Jugando entonces con las palabras (aun
que aclarru1do que quizás no se trata de un mero j uego) diré ")
a) o bien rechaza
(es el
al Br. \Veber cuan_do éste le pregunta acerca
'
,
1 18 •
•
•
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Dios solarn ('nt cnliC'n d<' a los muert os, lo
qLl<' <'Xif.{ st1 })ro 1)ia muc rLc . .) .
J l'Lo .Y. s11 1 s 1c tl J rtt l<t so 1nL )rt t <le l o l )jc to , el me lan có lic o e n L ra
l
�
'
.
< ' 1 1 c.· r 1s1s < la¡ ) rt�� tv� t. 1.Ja clr 1 )r< 'si(>11 es u
nt 1 Lc1 1si ó11 l iga cla a la m t 1 e r te
y :1 ve) 't'S <l<' ('l Ci< ' l l<'va.r l1asta st1 s (1 lti m<1s co 11s C'r uc nc
,
ias esa m uc r
l t' Y })�),� l l o se' su ici da . E n el sui ci c l i o S(' tr:.tla apc nt1s (le ru l) r i car
Y � ·<.'r t 1J 1c·� 1r u n u mu ert e. Se ru br ica la 1)é rcJ icl< 1 fun da me nta l d e l
<> l>J< 'lo . N o l1¡1 y qt l ) olv idar c1u , si al f i nal e
l mc l < t nc ó l i c o se ma ta ,
('� J >or J >Lt r o Y mrro [\Caso. Lo q t 1 c él qtt iC'r e e fect i va m e n te es rati
f1ca 1� c�1 l? r< t \ l una m t1 cr tc qt1e 110 l1n si c l o pos ible i nsc r i b ir en
lo s 1 111 l>o l ico . El St t ici dio n1c la1,cfico S(' a c l cc u a a la fór mu la de l
'
q t1e salva a las neur osis, esa castr ación no insc1· ipia es lo que des
ga r r a a las ¡1sicos is. El desgarrón no es una mera herida fenom e
nológica. QLtiero decir que no se trata de tina cierta tensión vital,
o una herida del ser. Tendrá y tiene expresión e11 el sujeto. Lo
qtte se desgarra es la identificación, puesto que al final el psicó
tico termina por ocupar el polo objetal así como el polo subjetivo
e.le toda dialéctica.
Con ot1·as palabras, el psicótico es aquél que ocupa a la vez
el polo de la catexia y el polo de la identifi cación. Mas, bajo '
-y a pesar- de la aparente intenc ión de ser uno
el psicót ico es
tamb ién dos. En la mela ncol ía será él y su objeto; su supe ryo
y su y o . En la paranoia, será él mism o y su persegui dor; su ego y
su alte r ego . Es que la ause ncia de la castración en general y del
Nom bre -de l-Pa dre en par ticu lar, deja al futuro psicótico sin la
po sib ilid ad de rea liza r el necesario clivaje en tre el polo de la ide n
e bil ita
tifica ció n y el polo de la catex ia; se trata de l clivaje qu ha
o pa ra la ins cri pc iói:t en la d ial éc tic a ed ípi c� . Por eso es
al su jet
ra ct eriza n po r un a fa lta de objeto. No son
que las ps ico sis se ca
o bjeta le s . Por es o es qu e la pluma de
Freud las describió como
''neurosis n arc i s istas ' . '
a e n
.
lo d e m an d a d o e s u n su sp
E n las Psicosis de Presencia
11 9
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\
•
-
•
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rn
c i1 tt ( ' �< ' c 1 t 1 t <
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. r( l (. l· {;>n M· l t(\ t n,(l 1 ¡ n 9
•
C'l'lC I U
t' Sél
' · ·
'
'.,
n� 1s1 11u
.'
ción de ese espac io corpo ral en un tiemp o futuro deja al psicó ti
co huér fano de referencias témp ora-espaciales. Ento nces sobr e
vien en los ·laberint os a los que la Psicosis es tan afín ; son los la
ber into s de Dio s en los que el Presidente Schreber se pier de. Sa
las y ant esa las , hu.e cos y recovecos. Ah í se pierde, del mis mo
mo d o qu e se pie rde en � 'otro laberinto ' ' : el del sig nificante.
El ps icó tic o es aquel que habiendo inscripto la imago que lo
es qu izo fr en ia le fa lta no ob sta nt e un a cla ve y po r
salva de l a
ello se co nd en a al de lir io . . .
is M an ía co -D ep re siv as co ns ti tu ye n un o de lo s
La s Ps ic os
pl ia m en te de sc ri pt s en la ps i:i ui at rí a clásica, �n
cuadros m ás am ?
qu e m as o
. bs er v� c1 on es fe no m en ol <:>
el se nt id o qu e qu iz ás sea el
ú n e en la ac tu al 1 d a� . Si n em ba rg o, un ana
gicas y si n tó m al es re . ci on es n s revelan en las
i
cr p
lisis co m p ar at iv o d e to d as esta� des �
. todas ellas se
sm gu la r 1m p o rt an c1 a.
m is m as u n carácter co m ú n de
a o ss ible d e l a
:
n t p
N
e
s 3 J. L A C A
e to u t tr a it m
D 'u n c q u e st io n p ré li m in a ir
ps yc ho se E cr it s,
·
p ág . 55 7 .
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- -·--
5 4 The National A
'
ssoc ''Handbook Ior psy-
.
Inc.
chiatric aides'', New York, 1972.
iation for mental health -
122
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•
Toda vía más. Yend o más lejos aún . Abraham observa que el
brote melanc ólico es la mani festació n sintom al y evident e de la
Psicosis Man íaco-Depresiva cuya fase man íaca suele pas3:r desa
percibida -quizás por el hecho que el existismo que las carac
teriza, a pesar de estar notoriamente exacerbado, nunca es factor .
de q u eja-. De este modo se cerraría el ciclo de 1a repetición : l�
man ía y la m elancolía serían las antípodas del carroussel parat1-
mico y circula r. Al final, es fácil de observar que ambos estados
-ta nto el man íaco com o el mela ncól ico- están regidos por los
mis mo s com ple jos : en el estado depresivo el sujeto aparece a?ru
nia, co el sujeto
ma do po r ello s en tan to qu e en el estado ma
' s
pa rec e ne ga rlo s po r co mp let ó. E1.1 sín te�� ' . d iremos . qu e am ba
no so n sin o do s ac tit ud es op ue stas y _ant1tet1cas rela�1vas a la cas
m a n ía el tri un fo co rr po nd e al re pu di o (la ve rw er
traci ón . E n Ja �� . l p on e desde lo real
se lll
fu ng ); en l a m el an co l ía la castrac1on
an ula nd o al suj eto . . .
vu el ve a co ns id er ar es ta s te s � s m te !1t an do
E n 1 92 4, A br ah am
la es tr uc tu ra y m ec an is m o �nt er no ,
est ud ·iar 1 a J?ªr ti cu la , ri d ad d e
.
d e l a p si co si s m a n 1a co -d ep re s1 .
v , E .� a h , cu an do lev an ta ra co mo
I
�: ,,
'' f13 ac1 on or 1 Claro
}
co n c ep to p ri nc ip a l e l d e la al d e ª l º bid o
esta, q u e e n este p u n to h e m o s d e l e v a n ta r u na cr ti ca
'
� elativa
al po co va lor Y pe so q u e A b ra h am le d ie ra a l co m p le jo d e cas-
d es ar ro 1 1 o s d e la li b id o as umen u n a
traci ó n ra zó n p o r l a cu al lo s ·
q u e a l rina l'
cierta �
in e x p Ji c a b le a p a ri e n c ia d e li n e a li d a d , p u e st o
1 23
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•
qu é es lo qu e ca us a la s re gr es io nes y fijacio-
n o sabíamos explicar
nes de la libido. .
m os tr ad o qu e : en pr un er lugar, los movimien-
Ya hemos de
a la c st ac c o m o ca us � ; Y en segund o
tos de la libido ti en en a r i ón
lu ga r, la lib id o no es s i n o un a es tr uc tu �
ra de re ac.1o ne s en el inte
y o i lo � an to su m a ter 1al 1 d ad es la de ser
ri or del complejo qu e p ·
t
n. antes-repres�p
·
r � n t es re p re se
u na gr ill a relacional e l s d 1 f e
c 1 a en tr e I o � m i s m o s . Tam bien
en tr
a
�
q u v le � .
tativos, u11 pr itl ci pi o de e 1
qu e la eu o/ uc 16 11 de la .
lib id o e.s co nc o m itan
henl o s detnostr ad o
y
te y c o r a t. v
l la eu ol uc ió 11 de l Y o a la �� ol uc ió n de l obje to,
a m an era
r r i a a ,
C'tl
�, llU E' la i nf ra es tru ct ur a de es �a ev ol uc 1o n es t�
En ,la de l papel
,
de m e l
. on
o l o el na rc isi sm o y su s de st 111 os . o m 1s1
ha br 1a lleva do a K . A bra
de est e l
-
sis rn o ve m os a ca us a qu e
e rac i ó n la d i m e n s ión del
N ar ci
l1a 111 a rx ac erb a1· c 'o n un a rel ati va e x a g
e; "
o bJe
. t o·
Estas críticas 11os pe1·mi te n situar en una v1a fecunda los desa-
· .
,
lía
el suj e t? introyecta a la M �dre i ?ea l que, en su calidad de supe
r:
yo �ca1c � , ataca al Padr ideal introy e ctad o a ni
vel de la organi
z ac1o n y o1 d� . De de un cierto pu nt o de vis a
�
� t po de m os decir que
l a melanc ?l 1 a er 1a entonces un a particular es
� trategia relativa a Ja
Escena Pnmana . . . Pe o observando más
: de cerca, veríamos que
lo fundament �
en dicha estrategia es la posición de pa
l dre.
Atacado y as�d1ado, se trata de un pa
. dre que ingresa m al . E n fin,
que no ingresa. Hay una verwerfung
del Nom bre-del-Padre que,
•
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'
pad �e. A sabe r: t' l C'S C'l o·Lro. A l t0 rid ad ma l ins cr i1)t .o. M< 1l, p< >r( ll'�
al f111nl !ª J)alnbra de la t� adrC' <'S cxrluyc11lc resp<!<� l<> el<· Jft in·
� Al � 1na l el sujeto quC'da mn rcn
cc1 . 011 de l pa d 1 .
tro ye
d1·s en la b ?ca , Y le faltara la marca . de l padre a niv el d<' l pc• n<• . IJ<·
�
< l o p<> r 1,1 ms1-
se cu nd ar io y , po r o m is m o,
cri bi rse en el registro
a nivel de l a id en tificación narcisista. . . .
Ya h e m o s d e m ostrado q u e h a b la r d e n ar c1 s1 sri: º ex 1�� h a b l�
re u d e n , L o s1 n 1e stro '
del d o b le , c u y o fantasma aislado p o r F
125
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•
enfrenta al
. fans
con
tn la bi fi· on ta lid ad de la es tr uctura , esto es,
ps 1c os ·s
1 man íaco -dep resivas supo nen
tos: el �1110 e pe ne La s
· -
'! l � e el in fa ns re su el ve el di le m a oc up a nd o
f �. 1ª i
una estlategia
o y el de l pc 11e ) cl au su ra nd o de este m od o
. posible , 3 110 ser a costa de un desga-
ambos pol os ( e e ni
.
la escena con u n c1er1.e im .
r1·runie nto . . .
lo co t1s tit uy e la cr isi s depresiva
años) a la qtte e l casa-
El testigo de tal m1 po .bi
si lid ad
1 ª
de estas ps1cos1s .. E 5 e
ca d la S . J ( 5 2
el so
.
. ·
.
·
.
, .
v , '
d ·
·
· ta de l sUJ·eto Es el caso de la Sr a T . ( 4 4 a n o s ) in
c1on
·,
·
narc1s1s · ter-
·
genc1a
.
-
e ?Jº
�
l · 1z qu 1e· rdo .
·
ad el an te pa só a vivir jun
to co n el matrimo�io. Como vemos ha
y un cierto valor y signifi
cado realizados en la hermana y es
te valor es heredero directo
de la crisis melancólica de los 20 años
. . cosa que el m ar id o per- -
.
ci bí a al calificar -e n la entrev
ista- esa relación de ''a m ista
enfen11 i za '' aunque si n ver -por d
otra parte-: i·a z{> n alguna como
para oponerse a ella.
El hecho es que u n o s 4 años atrá
s apareció una verraga en el
pár ado d
� erecho que � 'me inquietó much , ,
o -según nos d.ij o la
paciente-. Luego de discutr_r
a fondo la cuestión .con Ja her
y a pesar de que ésta era contr mana
aria a una deeisión en ese se
la Sra T . decidió enfrentar u ntido
na cirugía plástica de la
que no sal1iá ·
126
•
•
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confo rme en absoluto. Por esia razón y siempre contrariam e 11 t(l
al parecer de la l1ermana, se decidió a consultar a otro médico
y a acatar la indicación de éste de someters<> a una n t1eva int <>r
venció n . Lamentablemente tampoco los resultados de esta cirttgía
la dejaron satisfecha ya que persistía un pequeño lunar en el lu
gar de la verruga. De esta manera, la paciente decidióse a interve
ni1· con sus propios medios y munida de una pinza de cejas 'debí
damente esterilizad a ' , procedió a la 'supresión de ese resto' . Tam
poco esta operaci ó11 tuvo el éxito deseado pues, aunque suprimió
el resto en cuestión, dejó una 11erida abierta que no cicatrizaba,
pero que la paciente se negó a tratar pues ''ya se había demostra
do la inutilidad de los médicos' ' .
Es aquí donde la hermana intervino activamente en la fase
final que nos tocó conocer de este delirio, ofreciéndose para
realizar curaciones con hierbas, que la propia paciente elogiaba
como el único remedio capaz de calmarle el intenso dolor que a
partir de ahí empezó a sufrir. El remedio en cuestión era la savia
de un cactus ampliamente conocida como ' ' babosa''. Un análisis
posteriormente realizado en laboratorio reveló que efectivamen
te, contenía propiedades anestésicas. Pero sucedió que este
tratamiento, al n o re.solver el problema de la herida y apenas
aquietar el dolor que ella provocaba, dejó florecer una afección
de carácter gangrenoso que tomó todo el párpado primero y
afectando al ojo después, sin parar ahí, puesto que avanzaba de
manera significativa en dirección al ojo izquierdo.
La actitud de la paciente ante la internación fue la misma
que la observada con los ''médicos '' reclamando de manera in
sistente la presencia de su hermana y las curaciones que aquélla
le hacía, inhibiendo así toda intervención. A l final, mal pod-ría
la terapia constituirse en una alternativa a la demanda fálica si
-al final- la iniciativa no había partido de la paciente sino del
marido asustado con la posible consecuencia y faltal desenlace
que podía tener la renuente ftCtitud de su esposa para con ' 'la
medicina y los médicos''.
En resumen, y mirando de cerca la cuestión, pareciera como
que el hijo para la Sra. J . y la herma°:ª para.1�
Sra. T. subrro�an
tes taxativos e insustituibles de un obJeto onginalmente pe.rdido .
Se trata en ambos casos de la ''som bra del objeto''.
La mención del hijo -y de su papel- en el caso de la Sra J . ,
nos habilita como para tocar otra referencia de estas psicosis.
Es el ' ' brote puerperal '', o llamada ''psicosis de puerperio''. De
hecho el nacimiento del hijo supone una alteración en la econo
�
mía d las identificaciones, y por lo tanto exige un reordenamien
to por parte del sistema identificatorio del sujeto. Una falla �n
este sentido es lo que nos parece operar en el brote del puerperio,
cuyos síntomas (anorexia, apatía, abatimiento, � rechazo ) re
medan un núcleo depresivo de grandes proporciones. Aunque
hemos observado que algunas psicosis de puerperio cronifican
127
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o de un a fo rm ac ió n pa ra no id e, . so sp ec hamos que
en el sentid el
co rt e m el an có lic o. Es es ta m ism a sospec ha la qu
11ódulo es de e
ar qu e la ' ' fol ie á de ux ' ' ª pes�r . de su 'ap arien
nos lleva a pens
cia' hi stérica pa rti cip a de la estru ctur a r:i
.. el an co lic a. �s t�mbié
n
s ar ec e al ab or da r la cu es t1o n de las Ps1cos 1s histé
lo que se no ap
al , en to da s ell as , el so po rt� es el cu er p? (se a: el cuer
ricás. Al fin
jo ) y la es tr,a te gia es la m ism a, te nt ativa de resolver
po del espe
d en la dem an da .
la fragment ari eda .
ar es ta s cu es t1o i: cs que lo que
.
No debe rí am os ol vi dr u· al tr at .
lía est á en ju eg o, es un a pa rti cu lar sa lid a del estadio
en la melanco
.
Sucede que el descubrimiento de la unagen I d. eal esta esta-
del espej o . ,.
·
ego. .
128
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Esta pn "i o 11 E.' In que n1ns i1itidn 111 nte rt't1ejn ll:l d i f<'t•t"\11r ttl
e11t1·t' l� Para noia j. la E ql1izofr i1i11 paranoide puesto q ue uquC'-
1 1�1 \. n1u 110 1nñs l jos qt1 éstn, 11 el 111 ido ne oislo.r, dcs1 �jur
�' defiI1i1· ln id�11tidnd. las it)te 11t'io nes y las mot ivnc io11 s del J) i·�
t'gttid r . E n co11so11a11ri l co11 esto el pnnt noic o es siste1nátic o.
Qttie ro d "- ir, p1·0 se1\tu t111 111()todo n1t1c l10 más riguroso qttC' el
,
q z t1�t'll .ltl
p:ur1. 11<.)id C', de nl1i qltC Slt dE'lir io s n J)rcciso .
� .
dL' la Es t11
.-\ dif('re11cin d � lo qu a '011t ce co11 Jn Psico sis dr Ausc 11cio ,
la Par \11 it\ 11 n cesi1.n multi 11l icn1· sus de1n·i os e11 S('rics si11 f1n
.Lr l):.1st a llt'� r n t111n t:lu 'ida ción de 'su' prob le1nu y pct1·n llo
•
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sf6 ·
1 30
•
'
/
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I
•
va ró n p� rt ?
ad or el ap el l id o� el pr es id en te de l tr
, ib un al de Dresden
se ve 1a co m pe lid o. - po r el de s; o fa m ili ar
,
, a tener hijos para
pe rpe tuar el ap � ll1 do . M as , ¿c om o po dr ía si la es po sa ha bí a
? �
a or �ad es po n �an ea m en te t:rntas ve ce s sin po de r lle gar a bu en
term in o · Y al fi na l,_ parece r1 a qu e Sc hr eb er no s di ce : ' ' El de se o
de m i pa dr e m_e ob liga a te ne r hi jo� , en ta nt o qu e parece qu e es
. �
im po si bl e. U � ic am � nt e ; an sf or m an do m e en m uj er po dr ía sa
tisfacer el pe di do pa te rn o . . .
T a � bi én. ha � q� e no tar qu e esta transformac •
no es r u ar bi tr ar ia r u ca � l . El padre de Schreber se ha bí a ma ni
ión de l cuerp o •
�
parafer na lia pe diá tri ca co n respecto a có m ex igi r de l niñ o una
''perfecta po stu ra' ' co rpo ral , y qu e le valieron la entrada a la in-
mortalid ad. . . .
que def ine a la par ano ia es la dial écti ca que se establece entre
el perseguidor y el perseguido.
La prim er cosa que se pue de dec ir de dicha dial éct ica es que
ella se apoy a sobre una 'intrusión ', pero lo cierto es que esto
no basta para comp rende rla en cuanto a su dime n$iÓn v alcan ce.
La segun da cosa que se pued e decir sobre dicha dialéctica ya ofre
ce una vía más cierta y certera para la compre nsión. Es que, re
montánd onos a la estructura narcisista ( que tan importante papel
suele cumplir en estas psicosis) es posible adelantar -que este
perseguidor es ante todo el incómodo rival cuya presencia altera
el equilibrio fálico del infans con la madre. Y a sea que este rival
esté representado por el padre o por los herrnanos (según docu
menta Freud en '' Femine idad'') lo cierto es que el futuro paranoi
co percibe esas prese ncias como una intrusión , causa a su vez de •
final, pod ríam os con clui r que el suj .eto es �u perseguidor . . . Pa
rece com o si con frontado con la bifrontal1dad de la estructura
(esto es la d � pla referencia del deseo materno) el sujeto preten
diera oc up ar am bo s po los de esa dialéctica. Pero el h ��ho es qu e
la paranoia y la pe rse cu ció n no son apenas responsabil �dades de l
suj et o. Hay algo a n!vel de ·la madre del futuro pa�a:ioico y �lgo
de su m a im porta nc ia a ser dest�cado en este s�nt íd o. En_ La
eid ad '' , Fr eu d da alg un as lin ea s qu e pe rm ite n de sp eja r el
fe m in
•
enigma. .
N os di ce , en pr im er lu ga r, qu e e l en ig m a d e 1 a !1 �
1 dr e se d l:1 c-
de lo s fa nt asm as pr ot ot ip ic os de l i
a traves
tora '' ad em ás de ser un o ?
en la re li da d qu e es la m a �r e .
consciente, se ap oy a � . -
131
•
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•
ada y tam bié n est ruc tur ant e) suc um be ant e otro fantasm
tur a:
''el fantasma de la ma dre devorado ra' '. Est e fantasma , fruto de
las pro hib icio nes que la madre deb e imp one r en nom bre de un a
inevitable edu cac ión , termina resum iend o tod a agresividad del
suje to, y tiñendo con matices agresiv os la mis ma célu la narci sista.
En esta duplicidad de la función ma·terna, Freud ve las condicio
nes para comprender la génesis de la am biv ale nci a que -contra
riamente a lo sostenido por Melanie Kle in- no ser ía original , sino
p1·o duc ida. Finalmente, esta amb ival enc ia culm ina por estropear
y apodrecer el paraíso narcisista de la rela ció n madre-niño. Al
mism o tiem po, el transitivismo infantil ( y la con com itante capa
cidad de proyección -ligada esta última al fantasma del otro en
el espej o--) serían los responsables de que el sujeto termine
sintiendo que es del otro que provienen l o s impul sos agresivos
que él mismo siente y dirige contra la madre. . . .
·
••
132
1
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Solon : El sonido es un instrumento de dominación , útil para
controlar a la gente . . . Lo produce un apru·ato de ele
vada tecnología. Es un aparato de electrónica que tie
nen los poderosos y lo administran para dominar, u
sándolo en todo el mundo . . .
Preguntado acerca de estos ' ' poderosos'', nos dice:
Solon : Son maffia . . . Exactamente: marginales. Esa es la pa
labra exacta : marginales porque viven de matanzas y
de robos.
133
•
Scanned by TapScanner
N o p odr íam os invoc ar m ej or eje m p l o que el del i ) rop i o presid e n
te Scl1re ber, del .se sabe qttc al re d e d or (ir J 902 ( tr as 9 año s
. de inter nació 11) c o n s i gu i ó ti n cqu i 1 i l)ri <) <t1 J )ll n lo <le dccid i r al
su p 1· e1n o 1,1·i bu11al de la r0gi ón n con c� cdr rlP l a rein teg ració n de
sus ' ' i11vcst.idu1·as ju r í d i c a s t \ s tó C'S, < t J J<\rm i Li r l<' l a rcl1 al1i l i tac·ió n
legal c o m o i1 arn qttc } )U l l i r ra rjr rcc r su 1 > r o fcs if> t 1 d� � t t )og ado .
''
aun que el ¡)aciente se mu e stra int clig <\nt c, a m e n < J , de <�on v E•rsa
ció n agrada ble , cortés . y res pet uos o co1 1 las c l a m < 1 s , pre oc u pa q o
¡)or el arte la literatura y la pol í l i ca , hay u n pu n to ¡ > s icó t i c o
qt1e , si a c t i�a d o en el cu rso de tin a cc)n ver sac ión d a pie� ª u na re �
d e as del 1-
.
parició11 del deli rio. ' ' E l pac ient e es nor ma l , salv o sus i
58
A . d e WAELH ENS : La psicosis, pág.-16 � Y stes. Loe ci t.
.
136
•
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•
137
•
'
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'
138
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bié� que �º debo acusar a nadíe, pero lo cierto es que
salte Y bai le desenfrenadamente como si yo no fuera
..
lo es actualmente''.
�s.� breve historia nos explica ev.olutivamente la progresiva
aparicion ?el dolo r en la espalda, punto importantísimo de apoyo
de l � q��J a �ctual . Resta por decir que su aparición no deja de
ser significativa, dado que el relacionamiento del paciente con su
•
esposa estuvo siempre marcado por la crítica. Sea: la acusación .
Resta por notar que las circunstancias del casamiento de la hija
no dejan lugar para la duda; al final el dolor parecer ser una crí
tica, una acusación relativa a un abandono.
Debo agregar que este dolor en la espalda es el punto ten11inal
de una serie, cuyo inicio, el propio paciente sitúa en la aparición
-a la edad de 25 años- de un misterioso dolor en el estómago.
si n lle gar a n in gu n a o lu ci o n .
Consulté infinidad de médicos ia li st a en N n (c
�
iu � a� p ro , x 1-
nalmente decidí consultar u n es p ec
n ti em p o co n ci. er ta m e1 o r1 a � a �ta
ma) y así continué durante u opor
tan
rn ó in s ta ble q u e e l m edi co
que finalmente el dolor se to
decidió operar''. ·
139
•
Scanned by TapScanner
' ' \F 0 n1(\ t\i-i· pir11to 11, t't\ dt' l\ t\l lt' l' l\t ' t
� J> t.nc <'�11
lo Ol �
l<� rr\ (' Ól'\',
111 \t�' jo ve 11 y ·0 1·t "'
"t t\ <.1\ll<'t1
c.l( 11t c �t11nR�
� 0r ) 011 ln 01 )() n )ro t.'rt1
� 1 t t' ' ' . l.An 01 1t rl\ ('i Ót 1 s rt' ttl iz ó. C or \H iR t.1 6�r '. lt\ fltl\P\�
l<'
rs11 ri t t1rll111e1
yo Ql.
t
t.�\t'i <)t'\ tit.' u1 1t\ ¡1n 1·t o d l i1t t.<' st. i11 0 g1 ·tt l ' o, <.'1 n\ '
<. � l1c o t rm 1-
(lU <' ll l'�ll\tl l
('l i·tn ('} ll\ Sf' f St nl>n , ln
l\
t1c) a tr i l) \\\' €' tld
cnt1sn de ios 111 tll es tru. ·t�s d
ir1·
1
\t. nc
pn
\Ó
ci
t1
c1 1t, C' . .� e re 'tl l)t �l'" �)t�'t
l . l
. y Jltts < e 111 co n11 os s1
1�un q�c
,,0lver ,, ln n1 sn de op er ac io ne s, \
)tt es . �l do lo r co r� t111tl abn . A los
..
�(\f!\J l'l
.
de su organización.
El historial también confirma la idea de que la parafrenia
es una clasüicación relativa a una psicosis antigua, con firmando
al mismo ti:mpo la idea que la hipocondría es un tipo particular
de parafrerua, en la que los s1n,
tomas paranoides remitieron al
encapsularse en la 'zona' delimitada en el delirio.
.
Tambi n en � F_r
eud, e�contramos claves co m o para profun
dizar este isomorfismo · existente entre la paranoia
y la hipocon
dría. Ya hemos visto como para él el fantasma de
�
ra ora c11mpl� un papel P
� ordi
la madre devo
}rn
en la estructuraci ón para �
noide . Pues bien, es tamb1en en , Femin .
eidad '' do nd e no s en
contramos con los conceptos necesarios como
para relacionar
el fantasma relativo· a la función materna, con la
hipocondría . . .
.
. . . el miedo a ser
''Con el destete se relaciona ta m bién
•
140
•
Scanned by TapScanner
mar. Quizá el st1jeto infantil refie1·e a la privación del
seno mater110 sus primeras enfermedades'' 5 9
·
. .
'
•
•
141 •
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mente una transformación a . nivel del torso, del tórax . . . Para
el presidente Schreber, la femineidad se limita a un atribu to: loa
pechos . . . Hasta aquí, no vemos nada de particul ar, pues es al
tamen te congruente con la estructura de un delirio, pero lo que
quisiera subrayar más allá del delirio mismo, es que esa región
torácica tiene doble inscripción : se inscribe en el discurso per0
también se inscribe en el cuerpo.
Veamos sino el informe clínica del Hospicio de Leipzig-DO
•
el diario médico:
•
6 2 F. BAUMEYE R
•
142 •
..
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''Por lo tanto, cuando F reud en frenta el problema de
l� angt1stia (cuyos indicios <)rgánicos son preci..qa menLe :
la alteración deJ ritmo respiratorio en c1 ahogo histéri
co la alteración del ritmo cardíaco en Ja hipert.Rnsión
neurótica, etc. . . ) , intenta un abordaje no fisioJ ógico,
no Pºr puro acaso sino porque el descarte de las de
.
terminan tes funcionales y a ha sido producid o . . . ''6 3
1 978.
143
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•
144 '
1
,
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•
145
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I
•
ESPACIO ITINERARIO
.
e
/
'
de las
PSICOSIS DE PRESENCIA >
(Ps (/) ) /
•
/
/
-- - � --
146
. ..
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• •
l o n
r 11 1gi
e t o activo �ntelectuaJ y factico de la Paranoia, pa
ra discern ir
al otro . . .
��
��n�·�'!'��)
. __
,,. . �-_
.1•ec a
!11--
1 al - "hl-
q e podremQfl de&cu&r&-- Ias baaei d� ·fá ps1C01•,
·
a:;,11:� �
�
.
ables qu e de e se denv
l1!L ·· � � .
diar los observ clínicos m. - .
ese •
-
ese
�
e .
Jal on, qu e m- o1 011 , -
que
Pero también sucede qu
•
..
•
•
•
•
.
---�- .
•
• .
•
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•
Cireuito de Ju
Psicosis de Preaen·
\)o \ Ps' O
•
Pa' 0
Cla
* AUTISMO •
. -+
*
Simple
·ESQUIZOFRENIA
1 •
Precoz
•
148
•
•
..
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•
P S IC O S IS D E P R E S E N C IA (P s' </) )
Melancolía involutiva/ �
t
Melancolía Psicosis senil
. *
\.
•
•
Manía Folie á deux
Síndromes paranoides
*
t
'
PARANOIA Paranoia \.
Parafrenia � Hipocondría
149
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•
'
1 50
•
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la forma de un pacto ; es la Folie á dewc . Un pacto en el qu � los
parten aires de la situación están comprometidos de hecho en la
negac 1o n .
. ,
-
,
)
•
'
151 .
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•
V - LA CLIN·ICA
'
1 53
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•
154
•
•
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Por otro lado la clínic a �1mbien nos demuestra la existencia
de otro tipo de psicosis (qu e por nuestra parte estan1os den omj
nando ' 'Psic osis de Presencia "')qu e parece situada a nivel de lo
que en nuestro gráfico se define com o a-a· . De esta relación -qu e
en esencia es relación del yo con sus objetos con su semejante
.
Lacan nos dice que es s.ede del espejismo narcisista . . . Cierta
mente tod o espej ism o se define en la relación del yo con sus
ob1e . tos .Jo cua l
habilita a una cierta novela o trama así sea del
tipo deliran te. Suc ede que aun que el delirio es comÍ1n a amb os.
tipo s d � psic osis , las �e ''Presencia' presentan una capacidad dé
cons�nur tram�s tematicas y sucede que esta capacidad le es
p_rop1 a �1 espe c � 1ca desde que no es compartida por las ' ' Psico
.
.
!
sis de A:is� nc1a - No podría ser de otro modo puesto que si he
mos definido al yo como la sust itución en el sujeto de objetos
pasados Y perdidos , hay en las Psicosis de Presencia una tarea a
,
mas que en las de Ausencia no ha sido realizada y que por lo
tanto falta. El dram a de las Psicosis de Presencia reside en la ten
tativa ( po1· otra pru:te impos ible) de conservar hic et nunc el
, . .
para 1so narc1stSta.
Dicho con otros términos adelantaré la idea que en tanto las
Psicosis de Ausenci a buscan a�ceder al paraíso narcisista aspiran-
do a la presencia (en lo real) del objeto, las Psicosis de Presencia
buscan conservar el paraíso narcisista aspirando a la confirn1a
ción permanente de la existencia del mismo y para lo cual les es
necesario y perentorio evitar la presencia y producir la ausencia
de todo tercero capaz de representar la castración . Sabemos que
la presencia exigida por las Psicosis de Ausencia es obtenida por
medio de la alucinación y del delirio de lo demandado, en tanto
que la ausencia del tercero exigida por las Psicosis de Presencia
es obtenida por medio del recurso del rechazo (que debe leerse:
verwerfung).
Coher entem ente con esto la posición del analista difiere en
uno y otro caso, puesto que ella se inscribirá en calidad de Otro
de la dema nda (en lo real) o bien en calidad de Otro de la cas
trac ión (en lo imaginario) según que se trate de uno o de otro
tipo de psi cos is.
Al con siderar el problema desde esta perspectiva nos esta
mo s acercando a la cuestión de la transferencia. Una transferencia
que -ju sta me nte- Freud _definió com o la ma11ifes��ci n ester�o �
tipada d e u n cl is é del sujeto _? Perando en la relac,1on. intersub1e
tiva6 s . Claro está qu e, al considerarlo desde esta opt1ca, nos en
co nt ram os en franca contradicción. con el presupuesto fre udiano
.
de la inexistencia de capacidad de transferencia en las ps ico sis
y sin e mbai·go no podría ser de otro mo
do . Sobre todo si tene
mos en cu en t; qu e po r tra nsf ere nc ia se en tie nd e ( ate nié nd on os
a su asp ect o dia léc tico ) al con jun to de exp ect ativ as, es dec ir, al
1 55
Scanned by TapScanner
'
ci en te qu e le ca be a la es fin ge (a � ot ro , al an al ist a)
luga r in co ns
en la dialéctica de la cu1·a.
no s ensen_a . �a-
, _
pr e te ni en do en cu en ta es ta di m e � si on ,
Siem
sf er en ci a es un su pu es to . Le as e: un a su � os 1c 1? n. .
ca n qu e la tr an
e. Y s1 entrar.a
.
a pr em is a de la cu al el � ac 1e nt e pa rt
Se ti·ata de un
o de su co nt en id o, ve r am �� qu e el m is m o co nsis
mos en el es tu di � .
ót ic o ve en su an al ist a . el. �� Je to . su pu es to sa
te en qu e
bei·'' . . . Pu
el
es
ne
bi
ur
en , pa ra fi·as ea nd o. es ta de f1 n1 c1 on �� re m os qu e el
en su an al ist a ''e l su 1e to s � pu es to se r Se r el O tr o
psicótico ve
.
.
de la demanda. Ser el Otro de la castrac1 on .
· Cómo operar con y desde esta posición? ¿Cúal es la posibi ..
lida que -a los efectos de la cura- tal lugar permite Y habilita?
cÍ
Para mejor comprender el problema y para poder respon�e! ,
� .
•
66
J . LACAN : ''La direction de la cure e t les principes de son pouvoir''
Ecrits, pág. 598.
,
·
•
1 56
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•
157
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•
da baño s, en fin, propo rcion a cuida dos. ¿Cóm o enten der esta
práctica?
La entende1·emos pe11sai1do que la inter pret ación en las Psi
cosi s de Aus enci a ocupa el luga1· conc reto Y mat erial de u n estí
mulo , de una sensa ción . . . ¿Paradoja!? N o tant o. E n princ ip io
por que nada le imp ide a un acto el con tene r una prop ieda d sim
boliz ante que es en defi11itiva el objetivo de toda elabora ción
analítica.
' ' . . . en particular si se t1·ata de un act o rea liza do direc
tamente com o cuid ado corp oral ofre cido al enfe rino
-por ejemp lo: masaj es, baños , fome ntos-. . . desde el
punto de vista analí tico no se trata com o piensa la
\
158 •
Scanned by TapScanner
tante no es el ham bre ni el com er, sino el tener madre. Lo im
portante de esa madre es su función . Una función de interpre
tar . . . Interpretar el deseo en el nivel que la lengua lo torna pasi
ble de ser no mbrad o, distinguido y diferenciado.
N o se trata de calmar las ansiedades del paciente abrazánd o
l o . Se trata de nom brarlo al ceñirlo con el abraz o. El problema
está situado a nivel del nom bre, y la misma Renée nos lo e�p lica :
''Me puse muy contenta cuando al final del primer año
'mamá ' cambi ó su manera de actuar. En el comie nzo
ana liza ba todo lo que yo dec ía: mi mie do, mi culp a, y
esas investigaciones m e parecían un jui cio ''7 0 •
m un do de la irrealidad '' 7 2 •
a er ción,
A nalizemos má s de cerca la eficacia de est ! nt i:>reta
m em os en pr im er ll 1gar el to n_ o ?firm at ivo . . . �
y para ello to :
.a 1va de rest1tu1r al
de lir io es un a te nt ! � !1ª fu nc 1o n
he m os qu e el
lo tan to , es un a bu sq ue da . Pe ro ta m b1 en sa be m os
faltante, y por
•
7 º . M . SE C H E H A Y E : Ibid, pág. 58 .
•
pá g. 59 Lo e. c i t .
7 1 M . A. SE CH EH A Y E : M em or ias d e un a es qu izo frénica - -
7 2 M . A . SECHEHA Y E : Ib id .
•
1 59
•
1
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nd n d al fracaso Por l o tanto la pre
que es una búsqueda c
gunta indagator
.
ia d e f ª ,
�
in v s ��
igació n ps icoan al ítica ( cuand o
ca no nc s . m od el os he re da do s de la cl í
aplicada conform � ª lo s
t l
� Y re do bla r el sentido y el rit
nica de las neurosis) parece re pr
mo de la dud.a delirante.
Lé rm in os de J o sim bó lic o ) es más
La necesidad de Il e� ec (
·
·· una prop1e
fiJe
·
' '
e nieve Y que e 1
· ·
· ,
· 11'f'icante 'ni'cve' permita fiJ. ar una relac1on · con ¡a ' mama '
s1gi ..
de fondo ' d a suJe· to .
'
16 0
Scanned by TapScanner
te Y el ana!ista se e �cuentran entonces para dialogar sobre un
,
ter�er termin o : la his toria, el deseo, y la his toria del deseo del
•
pac1entf' . . .
�n las Psicosis de Ausencia, la p ostura permite no solamente
aludir a ese lugar (co mo es el caso co n las neurosis) sin o inscribir
lo de he ch o Y de derecho en la relación mi sm a. As í pues la ter
ce1·a persona de la intcpretación fu.nciona co mo un comentarista
que, aco mp añ an do la secuencia de los hechos los fuera articulan
do en su nar1�ac ión . Introduce de hecho las articulacíones del
significante.
E l di álogo en tercera persona introduce un desdoblam nto
ie
en la esc en a. Ad em ás de incluir el sistema terciario en el discur
so, Y además de permitir el ingreso del sím bo lo com o realidad
ple na, permite des do bla r la escena en dos tiempos: el tiempo
del hec ho Y del acontecimiento por un lad o, y el tiempo del
.
regist�� por el otr o, distinguiéndolos y diferenciándolos pero
tam bt� n cr�and o los lazos necesarios, perottambién creando
l�s art1culac1ones requeridas, para pasar de una a otra esce na. Al
final del proceso -para Ren ée- Alicia es Alicia y también Alicia
salta con un salto que da miedo a la sujeto . El miedo es el nudo
que enlaza la amiga conocida y familiar con el león desconocido
y temido. ·
161
1
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•
162
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curso el único que nos puede entregar la clave del código -del
que dijimos que es subjetivo y particula�- a través de sus shifters.
En esta línea el modelado y el dibujo son excelentes metáforas
Y meton imias de un registro inconsciente. Constituyen excelen
tes documentos inconscientes.
Pero no son los únicos. Hemos trabajado -incluso con una
cierta insistencia- la idea que el Ello sería una instancia con ex
presión discursiva y no un oscuro-fondo-de-escena-biológico.
Hemos dem ostrado que esa expresión discursiva se asemeja a
la estructura de los mitos, pero que no es el mito su única posibi
lidad de documentación. El mito familiar, el discurso del deseo
en el seno de una familia, tiene importantes referencias docu
mentadas: es e l álbu1n fotográfico familiar.
Hemos trabajado en algunos casos utilizando precisamente
el álbum fotográfico familiar, solicitando al paciente traer en el
orden y la secuencia deseada- toda una serie de fotos. Claro
está que lo importante no es la foto ni la imagen que en ella se
,
163
Scanned by TapScanner
tiene que ver 9on eso. Al modelar, al dibujar, al comentar produc •
S -------..., a (otro)
a '......___
______ A (Otro )
Esto quiere decir que, así como por detrás del yo está la con
dición del sujeto, por detrás del otro (semejante) está la estruc
tura que lo soporta. Así como el sujeto está desdoblado confor
me a un algoritmo del tipo a' /S (yo - condición del sujeto), �-
·
•
mismo lo está el otro con forme a un algoritmo del tipo a/A
(otro - Otro ). Pero entonces, esto significa que la posición del
•
a eatruc ..
tura de alteridad.
�s que, ;y en caso ·contrario, la única, otra opción que cabe.al
diálogo ae lituana
analista es la d� ser el otro, el semejante. El
. ,
e�tonces en el eJ e a - a (o sea, del yo con el se
rilej ante ) • Tan
solo que sabemos que es en ese eje que se sitú
• •
a el delirio �icó.i
tico y el espejismo narcisista . ·
164
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�
p osibilid �d al po sib litar la relación a ' - A (del yo con el Otro ) ,
introduc �e !ld o al sujeto en una dimensión
. qu e le falta pero qu e
en su d el 1r 10 requiere.
Es en este sentido que he mo s de reivindica
r el uso de la in
�
t�rp1·etaci n ell: tercera pe rso na gi·amatical, co mo
, si se tratara de
situar la d1s cu s1o n en derredo1· de una 'otra' ins tan cia , la instancia
de �? �ro , el No 1nb re-del-Padre. Es que la alteridad del discurso
ps1 co,t1c o es sospechosa. El 'ot ro' del delirio es el 'yo del suj
eto '.
La formula es de F1·eud y fue lanzada en un artículo de 19 01
�
intitula o ''S obre los sueño s'', en el que nos dic e qu e tod os lo �
personajes de un sueño no son sino formas imaginarias que adop
ta el yo del soña11te.
Al i·econocer ese tercero por medio de la interpretaci ón, no
se trata de negarle su realidad, sino de reconocerle su materiali
dad desidert.tiva .
2. - La analizabilidad de la locura
N o podrí amos dar por concluido este estudio sobre e proble
ma de las psico sis, sin considerar previamente la cuestión de la
analizabilidad d e l as mismas . . . Después de todo, la mayoría
de lbs enfoques clásicos son altamente reticentes con re pecto
a las posibil idades terapéuticas de la.s mismas. Levantar el proble
ma es pues no solamente una exigencia de nuestro enfoque, sino
tambie n un desafío inherente al campo que estamos trabajan do.
Freud mismo desconfiaba de las posibilidades terapéuticas
de las psicosis, o en todo caso ponía en duda la analizabilidad de
las mismas apoyándose en su incapacidad de transferencia. . . Y a
hemos comentado el acierto y el desacierto del juicio freudiano.
Solo nos queda por decir que durante mucho tiempo la cuestión
•
de la analizabilidad quedó enteramente sometida a la evaluación
de las posibilidades transferenciales, como si ambos conceptos
(de analizabilidad y transferencia) se hubieran fundido en \1no
solo , al punto de quedar confundidos . . . Sin embargo sabemos
que no se trata de un único concepto. Es cierto que hay una es
trecha ligazón entre ambos, pero de ningún modo ella autoriza a
que los to me mo s como una sola y única cosa.
Com enzaremos diciendo que la analiZabilidad está directa
mente referida a la capacidad de desplazamiento.
Es que la analizabilidad no es otra cos� q� e la capacidad
de descentración. Se trata en suma de un mov1m1ento por el cual
es posible la transición desde una cierta posición de s�jeto hacia
y es en est e sen tid o qu e ha bla mo s , de de splaz am ien to y de
otra,
cid ad de de sp laz ar (se ). Cl ar o es �a qu e co m o pa ra qu e un
la capa
desp laz am ie nt o en tr e en la ca te go rí� de se r indi cado r de � al�za
c1e nc . sea capaz de ob1et1var
1a
bilidad será necesario que la co ns
y regis rart m at er ia lm en te d ic h o p ro
ida
ce
d
so .
tam bién podría definirse
As í pla nt ea da , la an ali za bil
165
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· d e la s fo rm a c io n e s im a g in a ri as , en deñ -
co m o u n a c1erta la b '
i li d a d ·
c io n e s q u e el su 1e �? se h a ce d e s1
,
m ·
is m o .
nitiva, de las re p re se n ta
e n to n c e s e l d ia lo g o fe c u n d o , puesto
Dich a l a bi'li'd ad permitiría
.
· to d e 1 a ex per1enc 1a
·
le se rí a po si bl e a 1 su 1e
·
su sf er en ci· a. E s q u e s1 e1 ego es la
·
r en d u d a tr an
analítica pone .
qu e as u m e la es tr u � tu ra d � l su 1e to en el s��o
forma imaginaria
ns ci en te , la tr an sf er en c1 � co ns is te en la operac1on
del discurso co
h o d is cu rs o as ig n a u n ci er to lu ga r al o tr o .
según la cual dic
m o ve m os , an ali za bi lid ad y tr an sf erencia se en cu en�ran
Co
mas no coinciden.
Al mi sm o tie mp o, y de ac ue rd o co n lo qu e est am os vie nd o ,
la ina na liz ab ilid ad fre cu en tem en te atr ibu ida a las ps ico sis debe
ría ser revisada . . . En pr inc ipi o, po rqu e co nv ien e dis tinguir
cuándo una psicosis no es tratable, po r c onstituir un á forma
ción refractaria a todo abordaje terapéutico y cuándo no
es tratable, por consistir en un discurso cuya � omprensión
escapa a la capacidad de inteligir y de traducir de nuestra
disciplina. Es que, si definimos la analizabilidad como una labi
lidad de las formaciones imaginarias, es también necesario agregar
que no es una peculiaridad exclusiva de las neurosis. Por el con
trario, sabemos ( ¿quién no?) de la existencia de innúmeras es
tructuras obsesivas en las que la perrnl:'" 'ilidad es nula al punto
de inhibir toda posibilidad de cUogo analítico. Es el caso de las
u ..
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tencias' lo qu e n o puede interpretarse de otra manera
qu e co mo un ? realizaci ón hic et nu nc , en la situación
y co n el an alista, de la imagen o las imágenes qu e son
las de la experiencia pre co z. . . ''7 3
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Pod emo s ento nces llegar a una imp ortante conclusión relativa
a este problema de la analizabilidad, diciendo que , la misma alu
de, en la experiencia clíni ca a la labilidad de las formaciones ima
ginarias y, conc omitantemente, a la capacidad de incop orar una
dime nsión terciaria. Esta dime nsión es la única opción para salir
del impasse y dilema que plantea toda relación dual . ·
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oscilar entre un valor de persegui dor, (otro de la castració n ) y un
valor -digamos- de apoyo (otro de la dema11da ) .
Como podemos apreciar, las alteracior1es no alrar1zan a inci�
dir en la estructura misma de la relación al pu nt0 de obl igélrnos a
alterar el concepto de analizabilidad. Si bien baj o citcunstanci<l<;
y condiciones particulares, la analizabilidad continúa sie'1do u n a
capacidad de inscribir a nivel terciario, una capacidad de labilidad
de las formaciones duales, y por lo tanto, una capacidad de
sim bolizar.
Las limitaciones más importantes a la sección anal ítica no
derivan de la estructura de la psicosis misma, sino de ciertas con
diciones partic\llares. Así como en ' 'Psicoterapia de la histeria•'
Freud encuentra razones que explican la inaplicabilidad del mé
todo analítico en ciertas manifestaciones histéricas, sin por ello
establecer que la histeria en sí misma es innalizable, del mismo
modo encontramos en las psicosis ciertas circunstancias que
inhiben taxativamente ( o en el m ejor de los casos, limitan seria
mente) la acción clínica.
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Al reseñar estas limitacion<>s no estamos sino definiendo los
obstáculos que suelen presentarse en el proceso analítico de ma·
nera de articttla.r un método capaz de abordarlos. Con esto pre·
tendo decir quP ningun o ele lns tres circu nstancias constit uyen
sitt1acio nes en los qtt<' e l m6ioclc> anulític!o s con traindíca<J o . Se:>
t1·nt a, ll\lÍS \)iC'n, ele ltt1n el<' finición y comprensié>n de los escollos
en los qlt<1 el dr�eo lrrn¡ ><'tt tico Rt1el<> nau fraga r.
Cierto t'S qt1 si nntllizáscmos estos escollos podríamos muy
bie11 sitttarlos en el se110 de la crisis psicótica o en su aurca d
c1·onifica ción. Es conocido el supuesto Kraepcli niano de que
la i·epetición del brote es un factor de agravamiento y, aJ mismo
tiempo, una condició n que torna al delirio impermeable a toda
forma de terapia . . . Pues IJicn, efectivamente, las repeticionE>s
del brote conducen a sucesivas reorganizaciones y reacom oda·
c� o�es del delirio, fraguando y forjando de manera cada vez más
frrme Y sólida, la estructura psicótica. No obstante conviene
estipular que la repetición del brote no depende de otra cosa
sino de la estructura psicótica ; es una exigencia de la locura; es
uno de sus efectos de constancia . . . Lo planteamos así desde
que existe un supuesto ampliamente divulgado que sostiene
que el brote es el resultado del encuentro --conflictivo por cier·
to- del psicótico con su medio . . . Al pensar así, si bien desta
camos una importante verdad, omitimos una importantísima
realidad. La realidad de una exigencia de repetición en la estruc
tura loca.
Y es justamente en este sentido estructural donde nos intere
saría destacar ciertas diferencias existentes también aquí, en
lo relativo a la analizabilidad- entre las Psicosis de Ausencia y
las Psicosis de Presencia.
D iremos entonces que las Psicosis de Ausencia se presen tan
como más permeables al contacto con el analista, lo que no puede
ni debe asombrarnos si tenemos en cuenta el papel entrañable
mente fundamental que en ellas cabe a la Demanda. D e este
modo, el psicótico de ausencia es de fácil contacto. Tan sólo qut.
es un contacto que tiene sus límites, puesto que el objetivo es
siempre la puesta en j uego de un pedido, una queja . . . He aquí
e l talón de Aquiles del diálogo analítico, puestas estas psicosis se
presentan como más impermeables a la interpretación, lo que
tampoco puede extrañarnos si tenemos en cuenta que la com
pulsión a la repetición opera en ellas de modo de realizar en el
diálogo ana líti co, la relación de demanda.
E n oposición a esto, observamos que las Psicosis de Presen
cia parecen ser de más difícil contacto. Es que aquí, la figura del
analista está precedi<:la por un valor imaginario que suele ser
constante (rep resentante de un duel o, representante de una
persecució n), dificultándose así el inicio del proceso. Ello n o
impide que estas psicosis son más accesibles a la interpretació n,
cosa que debe mos atribuir al hecho que, en estas psicosis, la
posición del suj eto está arquitectada sobre la base de la tentativa
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de resolver el enigma del otro . . . N o en vano hemos calificado
a la paranoia com o siendo una organización intelectual.
Pues bien en dicha organización la curiosidad ejerce un
' . ,
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(;ole«'ión ''LO INCONSCJ J-;NTE''
dirigida por Ro b rto 11orari
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Este li bro se terminó de Impri m i r
en l'os talleres gráficos de l a calle
Atenclo 1 443 , Lanús, en el mes de abril de 11 980
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