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Final intro: Tema a desarrollar: La historiografía cristiana y medieval.

Que es la historiografía: La historiografía, si bien tiene diversas definiciones según distintos


autores o escuelas (topolsky 3 significados – franceses), la podemos definir como el conjunto
de métodos y técnicas que son utilizados para la investigación y posterior escritura de la
historia, se trata de la actividad y la producción de los historiadores.

Antecedentes: Si bien podemos encontrarnos con antecedentes mas antiguos sobre la


escritura de la historia, como el caso de Egipto, Mesopotamia o china, la historiografía
occidental comienza su camino o “nace” en la cultura griega, en el medio de un gran
florecimiento cultura producto de diversos cambios políticos y económicos, podemos destacar
aquí a Heródoto (padre de la historia) y a Tucídides, ambos con deseos de buscar la verdad de
los acontecimientos humanos sin intervención sobrenatural. Esta tradición historiográfica
enlazaría con el Imperio Romano de la mano de Polibio y Plutarco, mas tarde teniendo otros
destacados autores como Cayo Salustio o Tito Livio (triple función). Es en el contexto del alba
de este gran imperio cuando surge una figura fundamental en este tema, Jesucristo quien a
través de sus enseñanzas y las interpretaciones y difusiones de sus seguidores (una vez
muerto) fueron conformando la religión que moldeara esta etapa, el cristianismo.

Etapa: (IV – XV) Edad media (polémica termino) o etapa de la cristiandad.

Esta tradición clásica tuvo una abrupta ruptura con el desmoronamiento del imperio romano y
el ascenso del cristianismo como religión oficial del imperio, ya que esto cambia la manera de
pensar y hacer historia.

Jesucristo y la expansión del cristianismo son coetáneos al alba de la Roma imperial, a la luz de
las enseñanzas de Cristo y la interpretación y difusión de sus seguidores se crea una doctrina
que es vida, ya en la antigüedad tardía (iv -v) el cristianismo además de una religión, ya tenía
una fecunda interpretación histórica, la cual era de carácter teológica y moral, era una visión
lineal y providencialista, los historiadores buscaban explicaciones teniendo como base la
existencia del plan divino y universal de Dios, que buscaba la salvación del hombre y era la
causa de todo (esto dio pie a relatos míticos sobre milagros, santos y demonios), se escribía
también sobre la acción del hombre ante este ser, la historia eclesiástica y la historia humana
de forma universal.

Sin embargo esto no es lo unció que podemos destacar de la historiografía cristiana, ya que
esta, si bien es y siempre fue bastante cuestionada por su “retroceso” respecto a la visión
secular, causal y racionalista de la historiografía clásica, e incluso, según Gueneé podría
considerada una ciencia auxiliar ( de la teología o el derecho) y que no tenía en cambio ciencias
auxiliares a su servicio, trajo importantes innovaciones, como una preocupación por el dominio
del tiempo y la cronología, esto lo podemos ver, por ejemplo, en el obispo Eusebio de Cesárea
(s. iii – iv), quien vivió en la época de “traspaso” entre la historiografía antigua y la medieval,
ante esta preocupación por dominar el tiempo, Eusebio combina la cronología pagana y la
datación de los grandes hitos judeo-cristianos para así elaborar su crónica o cronología
universal, que iba desde la época de Abraham hasta la consolidación del Cristianismo. Este tipo
de crónicas será muy utilizado por la historiografía cristiana. Aunque, con el surgimiento y
consolidación de los reinos medievales, también se dan crónicas partículas sobre estos, con
una concepción cristiana y providencialista. Un gran ejemplo es la historia de los francos de
Gregorio de Tours (S. VI) o la historia de la iglesia y el pueblo de Inglaterra de Beda. (S. VII). Ya
para el siglo XII y XIII se ven importantes avances cronográficos, por ejemplo, ya se toma como
referencia cronológica básica al nacimiento de Cristo de forma extendida por occidente,
también se logran establecer hechos bien fijados cronológicamente siguiendo la cronología
bíblica. En esta época podemos destacar a Otón, obispo de Freisign, quien busca hacer una
compilación clara y precisa de los hechos pasados, mediante una historia universal, desde
Roma hasta hasta los francos Teutonicos. También podemos mencionar la gran importancia
que algunos autores, como Beda el Venerable (S. vii y vii), le daban a la cuidadosa descripción
de las fuentes utilizadas, gracias a este dominio de las fuentes, también tenía la capacidad de
manejar distintos sistemas de datación. También podemos hacer mención del género
Hagiográfico, es decir, la vida de los santos, que tuvo gran importancia y difusión durante este
periodo, viendo una continuidad del gran interés que había en el mundo clásico sobre las
biografías. Sin embargo, hay que tomarlas con pinzas, ya que solo algunas salvedades pueden
incluirse en la historiografía, ya que se le daba mayor importancia a la exaltación de las
virtudes cristianas sobre la exactitud cronológica y documental, además se mezclaban las
leyendas con hechos reales. Algunos de los mayores exponentes de este género son Beda el
venerable y Gregorio de Tours (VI), este género siguió de la misma manera hasta el siglo XVII
(Bolandistas – discusion critica).

A partir del siglo XI podemos ver una gran expansión de la historia, por diversos motivos como
la querella de las investiduras, las escuelas eclesiásticas, el interés por el relato heroico y sobre
todo por el conocimiento del otro, interés que viene de las cruzadas, tema de floración para
gran cantidad de obras historiográficas.

Respecto al lenguaje utilizado para la escritura de la historia, hasta el siglo XII, ésta se
expresaba en latín, ya que era más accesible que el griego para la cristiandad occidental, sin
embargo, esto con el tiempo cambiaria y se comenzara a escribir en lenguas vernáculas, justo
en el momento en que “Clio” según Sánchez Marcos se traslada desde los monasterios hacia
las cortes y ciudades. Esto debido a que lentamente, en un clima de gran fermentación cultural
durante los siglos XIV y XV, por diversas novedades como la imprenta, la economía mercantil,
los grandes descubrimientos geográficos o la recuperación de textos clásicos tras la caída de
Constantinopla, el componente político comenzó a ser más importante que el religioso. Otra
novedad que podemos observar es que comenzaron a salir “crónicas” en espacios geográficos
más reducidos que las antiguas crónicas universales, que sin embargo siguen estando
presente. Algunos ejemplos de crónicas más particular o de ámbito nacional puede ser la
“Primer crónica general” sobre España, obra del taller historiográfico de Alfonso X, la más
temprana escrita en obra vernácula (castellano). Según el autor (SM) se podría hablar de un
embrionario nacionalismo, el cual se apoya conscientemente en una concepción del pasado
(aunque no exenta de mitificación), y es que la historiografía va dirigida cada vez más a la
búsqueda de argumentos para el poder los príncipes y a la genealogía o pasado común de
pueblos que quieren ser naciones. También podemos observar grandes avances respecto a
disciplinas auxiliares, como la cartografía. Con la invención de la imprenta se facilitan los
intercambios de ideas y además, surgen los primeros historiadores profesionales, los
“historiógrafos”, en Francia, España, Inglaterra y estados italianos. Se comienza a dejar de lado
las explicaciones divinas y se buscan explicaciones naturales.

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