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La transición energética en Colombia desde un punto

de vista legislativo.
Por: Dayanna Jiménez Barón.
La producción y el consumo de las energías fósiles tales como el petróleo, el gas y el
carbono, son el principal responsable de la problemática ambiental que está viviendo la
humanidad hoy en día, energías que según la ONU comprenden el 80% de la demanda
actual, lo cual ocasiona un contexto con daños medioambientales tales como el cambio
climático, la contaminación atmosférica, el deterioro de los recursos naturales, entre otros;
para remediar estos efectos, muchos países han venido implementando en sus economías el
concepto de energías “renovables”, es decir, energías que se dan a causa de fenómenos
naturales tales como el viento, el agua y el sol y cuya extracción, producción y consumo no
contaminan a gran escala el medio ambiente.
Reducir la dependencia de las energías fósiles es imprescindible para lograr los
objetivos y compromisos climáticos asumidos por los países miembros de la ONU,
entre ellos Colombia. A medida que los países continúan su progreso en la transición
hacia una energía limpia, es fundamental promover prácticas económicas, políticas y
sociales que garanticen que el progreso sea irreversible . Por lo anterior, vale la pena
preguntarse, ¿Cuáles son las principales acciones legislativas que ha realizado Colombia en
materia de energías renovables, y acaso son estas suficientes para una efectiva transición
energética?
Para responder esta pregunta es importante reconocer cuales fueron los primeros esfuerzos
legislativos que en materia Ambiental se realizaron en Colombia, y dieron lugar a la
implementación de energías limpias para la proyección y para el manejo adecuado del
ambiente en el país. El punto de partida ocurre con La Conferencia Científica de las Naciones
Unidas también conocida como la Primera Cumbre para la Tierra, celebrada en Estocolmo,
Suecia en 1972, la cual fue la primera gran conferencia que se organizó sobre cuestiones
medioambientales, y marcó un punto de inflexión en el desarrollo de la política
internacional en dicha tarea.
En esta cumbre se enunciaron los principios para la conservación y mejora del medio ambiente y
un plan de acción que contenía recomendaciones para la acción medioambiental internacional.
Además, se consagraron varios principios, entre ellos, el deber de los estados de adoptar un
enfoque coordinado para la planificación de su desarrollo de modo que se relacionen dichos
proyectos con la necesidad de proteger y mejorar el medio ambiente, y el principio de
fomentar en todos los países la investigación y el desenvolvimiento científico referente a
problemas ambientales.
Según el secretario general Adjunto de las Naciones Unidas de esa época, Maurice Strong,
el mensaje que prevaleció tras el evento fue: “La comprensión de que el hombre había
llegado a uno de esos puntos fundamentales en su historia donde sus actividades son los
principales determinantes de su propio futuro". Desde la Conferencia de Estocolmo de 1972
y la expedición de la constitución en 1991, se consagra el medio ambiente y el desarrollo
como derecho fundamental y se establecen mecanismos de protección ambiental ejercidos
directamente por los ciudadanos. Colombia empieza a adoptar políticas públicas en pro a la
conservación del medio ambiente y poco a poco crea las herramientas y acciones necesarias
para este fin.
El primer paso dentro del ordenamiento nacional encaminado hacia la producción de
energía sustentada en el uso de fuentes no convencionales y la implementación de
programas de uso racional y eficiente de la misma se dio con la ley 697 del 2001. Dentro de
esta ley se reconocieron las energías renovables de interés público y conveniencia nacional,
con lo cual adicionalmente se crea el programa PROURE “De Uso Racional y Eficiente de
la Energía y demás formas de energía no convencionales” y posteriormente, con el Decreto
3683 se estructuran los mecanismos y acciones dirigidas hacia la racionalización de la
conciencia en cuanto a la producción energética nacional. También, con las Leyes 693 del
2001 y la Ley 939 del 2004 se logra incentivar, promover o estimular la producción de
biocombustibles generadores de un menor impacto en cuanto a la generación de
contaminantes.
Gracias a la creación de este tipo de leyes, con el paso de los años se empiezan a
implementar en el país el uso de energías renovables, en especial la energía hidroeléctrica
debido a la gran oferta hidrográfica disponible en todo el territorio. Este tipo de energía se
convirtió en los últimos años la principal fuente de alimentación energética, incluso en el
año 2020, Colombia fue el 20º mayor productor de energía hidroeléctrica del mundo. Pese a
este gran potencial energético, los veranos intensos que secaban los embalses pusieron en
alerta a las autoridades porque traían mayores dificultades para la generación de energía e
incluso se llegó a hablar de una crisis energética.
En una ocasión Carlos Alberto Yepes, director de la feria Expo Solar que se realiza cada
año en la ciudad de Medellín se pronunció sobre el tema y dijo que “El país descubrió que
esa matriz energética que creíamos tan eficiente, estaba corriendo grandes riesgos por los
cada vez más repetitivos fenómenos de El Niño y La Niña”.
Debido a esta problemática, el 13 de mayo del 2014 nació la Ley 1715 o ley sobre energías
renovables, que estimula el uso de la las fuentes no convencionales de energía al eliminar
cargas tributarias a emprendimientos energéticos. El objetivo de esta ley es:
“Promover el desarrollo y la utilización de las fuentes no convencionales de energía,
sistemas de almacenamiento de tales fuentes y uso eficiente de la energía,
principalmente aquellas de carácter renovable, en el sistema energético nacional,
mediante su integración al mercado eléctrico, su participación en las zonas no
interconectadas, en la prestación de servicios públicos domiciliarios, en la prestación
del servicio de alumbrado público y en otros usos energéticos como medio necesario
para el desarrollo económico sostenible, la reducción de emisiones de gases de
efecto invernadero y la seguridad de abastecimiento energético.” (Const.1991, ley
1715 del 2014)
La Ley 1715 de 2014 impulsa directamente a quienes quieren invertir en la generación de
energías renovables. Estos son algunos de los beneficios que ofrece (Hoyos, 2018): El
desarrollador del proyecto podrá deducir anualmente de su renta hasta un 50% del total de
la inversión por un periodo de 5 años, estarán excluidos del impuesto de IVA los equipos,
elementos, maquinaria y servicios que utilicen en el proyecto, no pagarán aranceles al
importar maquinaria, equipos e insumos y quienes inviertan en energía renovable entrarán a
un régimen de depreciación acelerada. Esta ley se considerada como una norma de alta
importancia y se entiende como esencial para el desarrollo de los programas energéticos
que pueda emprender el país en un futuro.
De hecho, con la Ley 2099 de 2021 se modifica y adicionan aspectos importantes a la Ley
1715 de 2014, estas modificaciones tienen como fin modernizar la legislación vigente
y acelerar el desarrollo sostenible a través de la adopción de nuevas fuentes de generación
de energía renovable no convencional y la búsqueda de la eficiencia energética
De la Ley 2099 se destacan aspectos como la producción y uso del hidrógeno, para ello en
el (art.21) se señala que: se deberán definir los mecanismos, condiciones e incentivos para
promover la innovación, investigación, producción, almacenamiento, distribución y uso de
hidrógeno destinado a la prestación del servicio público de energía eléctrica,
almacenamiento de energía, y descarbonización de sectores como transporte, industria,
hidrocarburos.
También, se establece que el gobierno nacional fomentará la autogeneración fotovoltaica en
edificaciones oficiales, especialmente, dedicadas a la prestación de servicios educativos y
de salud (art. 12). Se Promueve la producción y uso del hidrógeno, para ello señala que se
deberán definir los mecanismos, condiciones e incentivos para promover la innovación,
investigación, producción, almacenamiento, distribución y uso de hidrógeno destinado a la
prestación del servicio público de energía eléctrica, almacenamiento de energía, y
descarbonización de sectores como transporte, industria, hidrocarburos (art. 21).
y por último, se destaca el desarrollo de la reglamentación necesaria para la promoción y
desarrollo de las tecnologías de captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS)
(art. 22).
Pese a la normatividad vigente y a las políticas que incentivan el uso de energías
renovables, como la ley 1715, el país refleja una elevada inseguridad a la continuidad del
proceso de transición de energías renovables. Incluso muchos empresarios se sienten
identificados con el título de la obra de Daniel Giraldo (2017) “el marco normativo de las
energías alternativas en Colombia no garantiza su pleno desarrollo”. Giraldo, dentro de su
obra se ocupa de determinar si en efecto la normatividad vigente y las políticas adoptadas
por el gobierno, pueden ser suficientes para un acertado traslado de las energías
convencionales hacia las fuentes de energías renovables. En su obra, se destaca “la falta de
apoyo gubernamental, la falta de conocimiento que se tienen de ellas, el desequilibrio en
cuanto a precios competitivos respecto a las fuentes convencionales y el escaso marco
normativo que regule el desarrollo de las energías renovables” (Castro, 2020)

Además, si diversos sectores empresariales desean implementar nuevas fuentes de energías


renovables, hay un gran problema a la hora de que las empresas consigan financiación para
la elaboración de estos proyectos debido a que no pueden demostrar sus ingresos por la
forma en la cual está estructurada el sector energético en Colombia. Esto se debe a que hay
un oligopolio existente en el mercado que es dueño de un 60% del mercado colombiano
que controlan qué energía se compra y a qué precios, y también debido a que las subastas
de energía en firme adjudicadas anteriormente suelen ser de a un plazo relativamente corto,
por lo cual los actores que quieren entrar al mercado no tienen fuentes confiables para
demostrar sus ingresos. (Caldas, 2020)
Con todos estos tropiezos, claramente el país aun no esta ni cerca de lograr una pronta
transición energética, por lo tanto, Colombia debería adoptar una hoja de ruta especifica en
el camino de la estructuración de una política transicional hacia el uso generalizado de
energías renovables, misma hoja de ruta que, por ejemplo, está siendo llevada a cabo por
países como Francia; donde a partir de la cumbre de parís del 2015, el país europeo ha
venido trabajando en la estructuración de un Código Único Energético y Sostenible
destinado a unificar el ordenamiento y garantizar un plan de acción concreto para la
materialización efectiva de los objetivos planteados en la mencionada cumbre del clima.
Dicha norma es concretamente la denominada Ley francesa de Transición Energética para
el Crecimiento Verde (LTE), en la cual se destacan objetivos como: Reducir las emisiones
de gas de efecto invernadero en un 40% entre 1990 y 2030 y dividir por cuatro las
emisiones de gas de efecto invernadero entre 1990 y 2050. Reducir en un 50% el consumo
energético final en 2050 respecto al año de referencia (2012) Reducir en un 30% el
consumo energético primario en energías fósiles en 2030 respecto a 2012. Aumentar hasta
el 32% el peso de las energías renovables respecto al consumo final de energía en 2030 y
que éstas representen en ese horizonte el 40% de la producción de electricidad. (Collin,
2017)

Finalmente, las energías renovables se han convertido en la solución a la crisis ambiental


por la que atraviesa la humanidad actualmente, este tipo de tecnologías generan un gran
atractivo para el mejoramiento de la capacidad de producción energética de varios países,
en especial aquellos con las condiciones adaptables a este modelo energético. Lo anterior,
ha llevado a realizar un programa mundial enfocado hacia la generación de energías limpias
que promueva el sostenimiento de la calidad de vida en la tierra como actualmente la
conocemos, a efectos de prevenir una catástrofe ambiental como consecuencia de la alta
producción de gases de efecto invernadero.
Colombia no puede ser indiferente a esta situación y tiene la responsabilidad de adoptar e
implementar normas positivas y de obligatorio cumplimiento en la materia. Aunque hasta la
fecha se han realizado avances en materia energética, al país aún le queda un largo camino
por recorrer, siendo necesario una proyección a largo plazo de manera consiente y
documentada para garantizar el éxito nacional y posicionar al país como un referente global
de la energía autosustentable. Por último, la adopción normativa actual no es suficiente y se
requiere de la implementación de programas concretos para que la efectividad de los mismo
sea certera y conlleve al mejoramiento del sistema energético nacional que vaya en pro a la
conservación del medio ambiente y al desarrollo de todos los colombianos.

Referencias
Caldas, M. (2020). ANÁLISIS DE LOS FACTORES QUE AFECTAN LA IMPLEMENTACIÓN DE
PROYECTOS DE ENERGIAS RENOVABLES. Bogotá.

Castro, M. (2020). Estudio al Respecto de la Reglamentación para el uso de Fuentes de Energía


Alternativa en. Bogotá.

constitucion politica. (s.f.). ley 1715 de 2014. Obtenido de


http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1715_2014.html

Fonseca, P. (18 de octubre de 2019). Esta es la línea de tiempo de la ley que promueve energías
renovables en Colombia.

soto, L. (3 de Noviembre de 2021). Ley 2099 de 2021 “Por medio de la cual se dictan disposiciones
para la transición energética, la dinamización del mercado energético, la reactivación
económica del país y se dictan otras disposiciones”.

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