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"Todo trabajo honesto dignifica al hombre, además de facilitarle los medios honestos
para subsistir. Se puede decir que en la teleología de la existencia humana el trabajo
tiene un fin, que no es otro que el desarrollo del mismo hombre, el desarrollo de todas
sus facultades espirituales y corporales. La Tierra es para todos los hombres: para que
nazcan en ella, para que vivan en ella y para que mueran en ella: ‘Acuérdate de que
eres polvo y en polvo te convertirás’, sentenció el Génesis.
Sea remunerativo, o sin cargo, voluntario o involuntario, el trabajo extiende sus frutos
al contorno personal de la persona que trabaja. Si el trabajo es honesto, esos frutos
son un buien para la sociedad. En este contexto no es exacto sostener que cada
hombre trabaja porque lo necesita para subsistir: aunque no haya realmente
necesidad tiene que trabajar para darle algún sentido serio a la existencia.
El hecho de que sea inmensamente rico no lo exime de esta obligación, porque puede
trabajar sin percibir paga, gratuitamente. Y de ese modo se hace un bien a sí mismo y
hace bien a los demás. El trabajo humano es virtud y ayuda a las demás virtudes; la
ociosidad es un vicio y es ´la madre de todos los vicios’. El trabajo es útil para el
individuo, pero también es un ‘servicio social’. Estas consideraciones bastarían para
que muchas personas que creen ser inútiles, que se sienten frustradas, trabajen de
algún modo (y hay muchos) en beneficio de sus semejantes.
Por pequeño que sea el grupos social -con mayor razón, en una ciudad- se hace
indispensable la distribución de las tareas, necesarias unas, convenientes otras, que
satisfacen los objetivos de toda comunidad humana que ha alcanzado un grado
elemental de civilización. No todos pueden vender pan, no todos pueden ser maestros,
etc. Los oficios y las profesiones liberales son tanto más imprescindibles cuanto más
compleja y más densa es la estructura de una población.
Por consiguiente, la connotación ética de los actos realizados por un profesional (o por
un técnico en cualquier oficio) está marcada por una relación binaria en la que
intervienen el profesional y el que solicita los servicios del profesional; por esta razón,
si cualquier trabajo es -como lo dijimos- una función social, el ejercicio de una
profesión (o de un oficio) lo es ‘reduplicativamente’. Pero además lleva implícito un
‘contrato’, aunque no esté de por medio ningún acto jurídico, ningún documento
escrito: el que solicita la atención de un profesional -con honorarios o sin ellos-, ‘ipso
facto’ queda establecido un contrato, en el sentido en que lo hemos explicado, como
relación bilateral.
Quiero decir que el profesional que acepta atender al cliente, aun en forma gratuita, se
obliga con ello a hacer todo lo posible por dejarlo satisfecho. La ética Profesional, que
se denomina también 'deontología', es una aplicación de los principios generales de la
ética a la actividad específica de cada profesión u oficio. Esencialmente no constituye
una ciencia distinta de la Ética General: es sólo una derivación de ésta.
Vamos a numerar y comentar brevemente los requisitos que se exigen para ejercer
honestamente una profesión, y las cualidades morales que debe poseer el profesional
cuando ejerce la profesión.
Ciencia
Sin embargo, bien sabemos que no todos los profesionales egresan con el mismo
caudal de conocimientos; no todos acrecientan su saber después de su egreso; y si lo
acrecientan, no todos lo hacen con el mismo ritmo; mientras unos se actualizan con
cursos de perfeccionamiento, otros se anquilosan sin preocuparse de los
descubrimientos logrados por la ciencia o por la técnica.
El profesional debe saber y debe estar seguro de lo que sabe, para que el cliente pueda
creerle; cuando se sorprenda a sí mismo en un error o en ignorancia, debe subsanar el
defecto. Y si el defecto ha sido advertido por el cliente, el profesional debe admitir con
toda honestidad su error o su ignorancia, aun con el riesgo de perder al cliente. La
incompetencia profesional no es otra cosa que la falta del mínimum de ciencia;
matemáticamente no es mensurable este mínimum: no tiene sentido, por ejemplo,
establecer que cinco mil o seis mil conocimientos acreditan un saber suficiente.
Pues bien: la Ética exige que el profesional no traspase los límites de la especialidad a
la que se dedica, salvo en casos de emergencia, y advirtiendo al consultante que su
especialidad no contempla el problema sobre el que se lo consulta. Cuando se trata de
una emergencia (urgencia), la actitud ética que corresponde es aconsejar al cliente que
acuda a un especialista en la materia.
Idoneidad
Es la aptitud para ejercer la profesión. La ciencia, por muy vasta y profunda que sea, no
implica en quien la posee aptitud para el ejercicio de la profesión. Aunque
teóricamente el título es una habilitación profesional, es un aval de ciencia y de
idoneidad, puede ocurrir que haya en la persona, antes de obtener el título, o después
de obtenerlo, alguna falta de idoneidad que haga inmoral (no necesariamente ilegal) el
ejercicio de la profesión.La falta de idoneidad antes de obtener el título impide
obtenerlo, aunque se posea más que suficiente ciencia, por ejemplo; un tartamudeo
crónico, no importa que sea psíquico, o una semisordera, o la gangosidad son
deficiencias que el al profesor de Prácticas le impedirán aprobar a un alumno tanto en
los cursos del Magisterio como en los de Profesorado.
Vocación
La vocación, que es una inclinación del espíritu hacia una actividad que produce en el
sujeto satisfacción y gusto, generalmente supone ciencia e idoneidad, pero no siempre
es así. Hay personas que experimentan un llamado hacia la actividad docente, y cuesta
convencerlas de que no son aptas por alguna razón; otras quieren dedicarse al canto,
porque tienen un hermoso timbre de voz, pero no tienen oído musical. La ciencia a
veces origina la vocación; otras, la vocación lleva a la adquisición de la ciencia, sin la
cual el llamado no se convertirá en realidad.
Servir a los demás es un objetivo ético de la actividad de la persona; por ende, también
lo es de cualquier profesión. Cuanto más culto sea el profesional y cuanto más sepa
respecto de todo lo que de algún modo concierne a su profesión, cuanto mayor sea su
aptitud para la clase de trabajo que ha elegido, cuanto más clara e imperiosa sea su
vocación, mejor servirá a sus semejantes, mejor se realizará.
No se trata de elegir la profesión que dé más ingresos mensuales, sino la que satisfaga
la idoneidad y la vocación de la persona y la que, al mismo tiempo, proporcione
ingresos mensuales holgadamente suficientes para subsistir. Así, es éticamente más
aceptable, aplicada a los adolescentes de la Escuela Media, la Orientación Vocacional
que la Orientación Profesional: aquélla debe indicar el camino a ésta, no a la inversa.
Esta forma de pensar, esta concepción ética no se ajusta mucho a las concepciones
materialistas y positivistas de la actualidad, al afán de enriquecimiento rápido, al
principio de ‘trabajar muy poco, emplear poco tiempo y ganar muchísimo dinero’. Sin
embargo, esta concepción ética respecto de las profesiones humanas es la única que
ayuda a vivir en paz y a lograr la felicidad."
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http://www.consejogeneralcdl.es/codigo-deontologico-de-la-profesion-docente/