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apropiada para indicar los fundamentos de la investigación, dado que se adapta a y/o respeta el marcado

individualismo que ha distinguido siempre al escritor norteamericano, que como Riis, “más que
participar en un movimiento colectivo o apoyar una determinada causa literaria, le ha interesado afirmar
su propia e intransferible experiencia de la vida”16.
La habilidad de Riis de unir lo viejo (la retórica del puritanismo americano y de la literatura
decimonónica) y lo nuevo (su manera de observar
14 VéaseAntonio Lastra (2004). “American Memory”, p. 57. En Michele C ometa (ed.). Dizionario degli studi culturali. Roma:
Meltemi editore. El ensayo ha sido publicado en castellano en Antonio Lastra (2004), Emerson trascendens. La
trascendencia de Emerson (pp. 13- 20). Valencia: Biblioteca Javier Coy d’estudis nord-americans. Universitat de
València.
15Véase R. W. B. Lewis (1989): “Las letras. Formación de la literatura norteamericana”, p. 395. En Daniel J. B oorstin (ed.),
Historia de las civilizaciones. Estados Unidos, vol. 12, trad. de José Mª Balil Giró et alii. Madrid: Alianza Editorial /
Labor.
16 Ibíd., p. 394.[ 44 ] los hechos e incluir documentos con fuerza probatoria sobre la investigación, como
las estadísticas oficiales y las fotografías) “ganó la confianza de su público y aseguró su éxito” 17.
Respecto a lo viejo, el discurso de Riis no está exento de la retórica del puritanismo que recorre la
tradición literaria americana. En las páginas de Cómo vive la otra mitad puede apreciarse el trasfondo
puritano de los documentos fundamentales, desde el discurso que John Winthrop pronunció ante los
peregrinos del Arvella, hasta la Declaración de Independencia de Thomas Jefferson, que no solo
dominan nuestra apreciación de Riis, sino que nos llevarán a tener en cuenta la relación ambivalente del
“intelectual contra la ciudad”, más aún en el contexto americano de la posguerra civil, cuando la
urbanización e industrialización coinciden con las nuevas responsabilidades del escritor en la vida
pública18. En otras palabras, Riis en sus textos apela al temple ético del cristianismo que hubiera podido
sobrevivir en el espíritu de sus lectores americanos, habituados a la ceguera que impone una sociedad
hedonista y capitalista.
Los grandes cambios a los que ha asistido América como civilización no afectan sustancialmente al
propósito de interpretar sus textos con la perspectiva de la crítica o mejora de las realidades conquistadas
o descubiertas por el experimento democrático. No podemos dejar de prestar atención, junto al sesgo
puritano del mensaje de Riis, al hecho de que su obra no conociera ningún tipo de censura o fuera fruto
de la libertad de expresión, que era un derecho refrendado constitucionalmente. Puritanismo y revo-
lución, o religión y política tienen una relación directa, como veremos, con una concepción de la
literatura americana que quiere hacer justicia
17 Véase Bonnie Yochelson y Daniel Czitrom (2007). Rediscovering Jacob Riis, op. cit., p. 16.
18A propósito de la influencia que los textos canónicos de la historia americana pudieran ejercer en la obra de Riis,
merece la pena destacar que hay historiadores, como Daniel J. Boorstin, que consideran entre los mismos la obra del autor
danés. En su Compendio histórico de los Estados Unidos. Un recorrido por sus documentos fundamentales Boorstin
incluye la “Introducción” de Riis a The Battle with the Slum (1902), que repasa los logros obtenidos en materia de reforma
desde la publicación de Cómo vive la otra mitad. De este modo, el texto de Riis figura compendiado junto a otros
canónicos, como el citado discurso de Winthrop y la Declaración de Independencia. Véase Daniel J. B oorstin (compilador),
Compendio histórico de los Estados Unidos. Un recorrido por sus documentos fundamentales, trad. de Carlos Ávila
Flores, pp. 519-524. México: Fondo de Cultura Económica.[ 45 ] a los textos en su contexto. Así pues, nuestro
estudio será de naturaleza interdisciplinar, en relación con las áreas de conocimiento que franquean la
obra de Riis (la historia, la literatura, el periodismo y la fotografía), con el fin de valorar una obra de por
sí transgenérica. Se entiende entonces que el trabajo fotográfico de Riis deberá someterse al mismo
cambio de paradigma que hemos señalado en el terreno literario. El caso de Riis como fotógrafo, según
veremos en el vol. II, resulta un tanto especial, dado que ejerció durante solo cinco años el oficio y, sin
embargo, fue precursor del uso del flash de magnesio, recientemente aparecido, que permitía por vez
primera tomar instantáneas en ambientes oscuros (carentes de luz natural), e inauguró una corriente
documentalista que, por sus características, difiere de lo que otros fotógrafos habían hecho hasta
entonces. Riis encontró en el flash una aplicación útil en sus tareas de denuncia fotografiando a altas
horas de la madrugada los lugares donde pernoctaba hacinada la población inmigrante. En principio, no
pensó en captar él mismo las imágenes, sino que se sirvió de un grupo dispuesto —con acompañamiento
policial— a salir en busca de las tomas deseadas. Encabezado por Riis en calidad de comisario, el grupo
lo formaban John T. Nagle, de la Agencia Demográfica del Departamento de Salud Pública de la ciudad
(Health Department’s Bureau of Vital Statistics), Richard Hoe Lawrence y Henry G. Piffard, dos
aficionados miembros activos de la Society of Amateur Photographers de Nueva York. Pero pronto los
barrios pobres y las horas insólitas desalentaron a los fotógrafos y Riis hubo de aprender a usar una
cámara.
Riis tomó fotografías por sí mismo durante los años previos a la evolución de la fotomecánica. A partir
de la publicación de Cómo vive la otra mitad en 1890, la posibilidad de imprimir fotografías junto al
texto —debido al rápido perfeccionamiento de los halftones— desarrolló un negocio en el que las
agencias fotográficas y de prensa comenzaron a contratar a fotógrafos para tomar instantáneas de temas
diversos, entre ellos los problemas que afectaban a los barrios bajos. Fueron años en los que la profesión
se asentó y expandió a un ritmo vertiginoso. Tras la aparición de su segundo libro, The Children of the
Poor, en 1892, se dio cuenta de que ya no tenía dificultades para adquirir imágenes con las que ilustrar
sus textos y conferencias, y abandonó paulatinamente la práctica fotográfica a medida que otros se
familiarizaron con la técnica de cuyo uso él había sido [ 46 ] pionero. De este modo, se convirtió en
coleccionista. Para Riis la fotografía fue un medio, nunca un fin en sí mismo, de ahí que solo tomara
fotografías cuando estuvo falto de ellas y no encontró a nadie para hacerlo.
Que Riis ejerciera de fotógrafo durante un breve periodo de tiempo y que las fotografías fueran captadas
para respaldar su discurso, sin perseguir con ello un objetivo estético, no nos puede llevar a exceptuar su
comparación —según llevaremos a cabo en el último capítulo del vol. II— con otros fotógrafos
contemporáneos que sí lo tuvieron. Los profesionales de la fotografía, como los de la literatura, están
sometidos a la apreciación o el juicio imparcial de un mundo de lectores o espectadores, en el que el
dictamen del amateur tiene una peculiar importancia desde el punto de vista de su condición ciudadana.

1.3. Riis in the making. Antecedentes


Desde la publicación en 1890 de su primer libro, la obra de Riis ha sido considerada por los estudiosos
con perspectivas diversas y opiniones divergentes. Su estudio ha variado con el paso del tiempo. Tres
son las etapas o tramos temporales que podemos distinguir al respecto: 1890-1930, 1930- 1970 y 1970-
2010.

1.3.1. La etapa progresista.


El cambio en la consideración de Riis (1890-1930)
La primera de ellas, coetánea de Riis, se caracterizó por el juicio de los reformadores progresistas del
siglo XIX, que alabaron su incansable activismo en la mejora de la vida de los pobres. Así, Robert W.
DeForest y Lawrence Veiller en The Tenement House Problem señalaban que Riis “había hecho más por
educar al público general en el tema que los escritos de cualquier otra persona” 19. El aclamado periodista
muckraker Lincoln Steffens escribió en 1903: “La gente no se da cuenta, pero nunca un ciudadano de
Nueva York
19 Véase Robert W. DeForest y Lawrence Veiller(1905). The Tenement House Problem, vol. I, p. 105. Nueva York: Macmillan.
[ 47 ] se ha dedicado tan completamente al bienestar de la ciudad como Riis, y, francamente, nadie ha
logrado tanto —tantas reformas concretas, tangibles” 20. El éxito de la obra de Riis motivó la ayuda de
personas influyentes, como el futuro presidente de los Estados Unidos Theodore Roosevelt, a quien Riis
mostraría la realidad de los barrios bajos en 1895 —cuando Roosevelt dirigía el New York City Board of
Police Commissioners—, y por el que haría campaña como gobernador y presidente 21. El carácter
reformista de Riis sería aún destacado por Roosevelt con el paso de los años. En un artículo publicado a
propósito del cincuenta aniversario del fallecimiento del autor danés, que ha sido empleado como
introducción de las ediciones modernas de la autobiografía de Riis, The Making of an American, diría:
“Jacob Riis fue uno de esos varones que por medio de la pluma contribuyeron a elevar en mayor medida
en este país el nivel de altruismo, de desinterés, de civismo sano y bondadoso. Pero, además de ello, es
de los pocos grandes escritores que, a la par que abogaban a favor de viviendas limpias y decentes y de
una conducta recta, fueron también grandes realizadores… Fue, sin duda, un realizador de la palabra, y
no un oyente pasivo ni un mero predicador”22.
1.3.2. El redescubrimiento (1930-1970)

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