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A S. M . L A R E I N A ( U - D . G . ) ^
m i m i LOS DIBUJAS MAS ELEGMTES DE LAS MODAS DE PARÍS, MODELOS DE TODA CLASE DE TRABAJOS DE AGUJA, INCLUSOS LOS DE TAPICERÍA ñ COLORES, CROCHETS, CANEVAS ETC.
S e p u b l i c a Tin n u m e r o t o d o s l o s D o m i n g o s .
PRECIO DE LA MODA ELEGANTE [LUSTRADA. PRECIO DE LA MODA ELEGANTE ILUSTRADA. PRECIO DE LA MODA ELEGANTE ILUSTRADA.
£ n E i p a ñ a , Canarias y PortugaL E n las Américas Españolas E n los demás estados de América.
EDiCLO^i ECOriÓMICA. EDICIÓN ECOfíOMlLA.
EDICIÓN ECONÓMICA.
ün aRo 95 reales,—Seis meses 50 reiilcs.—Tres meses 30 reales. Por un ailo 8 pesos fuertes,—Seis meses 5 pesos ruerles. Por nn aflo 10 pesos fucries.—Seis meses 6 pesos fuertes.
P r e c i o d e la edioion d e l u j o . P r e c i o d e la edición de lujo. P r e c i o d e la edición de lujo.
Un año líiO rs.—Seis meses80 rs.—Tres meses W rs. Por an aRo 12 ps. &.—Seis meses 7 ps. 1^. Por nn iiilo 15 ps. b.—Por seis meses 8 ps, Ts.
,N." ñ.—MAItliAlllT-A.
TnAOE DE cnESPON" Bt.ANCo, giianifcidu con cinco volantes fesionciíaos ile lanii iiialvii; so- con dos volantes {de 9 5 8 centímetros de alto), pnc-'ílos seguidos; sobre ellos cone un tercer
bre el i'iltinio volante (el (1(! [irriba) coire una lini ilu mso malva, ton adornos de cima riü li'r- volante que se levanta un poco iwr uno y otro lado, y cu el bueco i|ue fonna, se deja ver un
cio|iclQ negro. Coiiiiiío escolado, bcrUi coniiiucstn Ae iinu i)an(l¡i de raso malva, cniz.nila |ior pcdacilo de volante colocado en este sitio; otro volante ((¡uc es el cuarto), qne lleva encima una
dcUmti;, tei'miiiando en jiiinta bajo el brazn izquierdo, y continuando en d lado deieclio en- lira de lafelan azul, cubierta por seis cintas estrechas de terciopelo negro, descrihe una cispceie
sanchan ÜOSÜ liícia iil>ajo, Esla banda, adornada ilc terciopelo ncmo, lleva por orla un volante de delantal, que sube hasta el talle; este volante y sn tira continda jior los lados y por detrás,
tle crespón l)lanco, lesioneado d(! lana malva. Peinado con azaleas color malva. siguiendo siempre la forma del volante anienor. Corpino con dranerfa; coselete de tafetán a7.ni,
adamado con terciopelo negro; uiaugas muy corlas; rauíilleie del corpiílo y guirnalda de flor
VESTIDO DE SESORITA—^Tnigc de iarl;il:ina l,Ianra; lo bajo de l.i enagua csifl guarnecido de acerolo.
da por un crepé postizo, os bastante sólida para gos llamaban crdi/pfra, es tle tul, de crespón ó de esl su aconto aduerme al alma en májico desmayo.
sostener la milra, cuyos t;abos se vuelven adelante; seda bordada; se sujeta uno de sus cabos junto á Su mirada dcslumliranLe avasalla el corazón.
los dichos cabos 6 tiras se sujetan con un alfiler; la atadura de los cabellos; se dirige la lira adelan- Su apostura y valenlia convierten en inroriorcs á sus
se los dirige juntos hacia el bulo izquierdo , se les te de izquierda á derecha, después se trae la trenza iguales. Qué noble esf
vuelve á traer por encima, uno sobre o t r o , como hacia adelante ; se vuelve á tomar la tira, y para (;:uaiita donosura en su réjio ademan.
si hubiera una lira sola. Se ba pasado antes un hilo formar la segunda vuelta, se la despliega en lodo Su cuerpo escomo el templado acero, flexible y fuerte
ni rededor de la mitra, y se la ajusta sin formar íu an(;bo; por detrás se le añade un copo de cabe- á la vez.
pliegues aparentes. La castaña se termina por el llos rizados. Su grito de guerra es el rujido del león.
copo de bucles rizados de antemano, cuya arma- Su acento de amor, el gorjeo del ave azul de las
La trenza, que forma esterilla, se hace de cinco selvas.
zón ó montura se esconde en el buec<) de la coca. cabos; las griegas trenzaban su cabello lo mismo que ¡Qué hermoso es!
Se sacan las horquillas ondulalricesque rizan los se (ronzan los cabos de un látigo. Y ¿de qué vale su hermosura sin rival? De qué sn ga-
cabellos de delante, se forma con esios un crepé llardía?
por abajo en lodo su largo, se alisa un poco por el ¿Qué importa yá á los creyentes su grito de guerra?
lado, se enrolla el mechón de modo qi^e forme un
ruló hueco, y después ae le hace serpear al rede- BALADA. ;,Qiié sarracena escuchara ahora su acento de amor?
Pobre Alíl Üné te vale lu poder? Vas á morir, y tu
dor de la cabeza, fijando cada buec(5"ó entrada por tumba será la arena de Sahara...
medio de una horqnülita doble que se pica en la Tu cuerpo jentil será juguele del simoun.
tira y en la mitra. Cuando los dos lados se han ter- No tendrás en tu sepulcro ñores, y alcuzcuz.
minado, se pone en la parte anterior de la cabeza El simoun ajila en su carrera las arenas del desierto
de Sabara. Tampoco taza de blanco mármol, donde beber las
africanas golondrinas.
118 LA MODA ELEGANTE. PEiiíODICO DE LAS FAMILUS.
>"o vendrán las luivios á refrescar el ambieiilc de íu para las sardinas, vino,
sepultura con su alüuiico forruudo de plumas de colibrí. FEmi@irST@ EMTMEILI^ Ai para el hombre, la mujer.»
IV. III.
I.
" Alí cruza los brazos sobre el pecho y con los ojos —Mal año para tus coplas
vueltos al oriente invoca al gran Alá. —Una, dos, li-es, cuatro, cinco, y tus nmchacbas l;uubíen,
Dice con voz quebninlada. ¡Oh Ui, Alá, padre de los seis, siete, ocho, imeve, diez. - se me vá á volveí- veneno
creyentes, torna lus ojos ánii! Anda, las diez de la noche lo que acabo de beber!
Mándanos lu lluvia safírada do cii;arras. y aun está ese l^ueifer —Conira veneno, triaca,
Nueslros odi-es están sin agua. Ñiiesfros camellos no de Periquito en... Dios sabe. y si no hay, moscatel.
pueden suminislrai'la porque ya están esplolados. Arriba, madre!
Dios sabe dónde estará él!
Nucsli'o aduar será bien pronlo dcslro^.ado por el —Clan, clan,
soplo del uh'il genio. Qué liaccr puesV Danos una mues- Si me ha de malar este hijo! clan, clan.. Este Lucifer
tra de tu poder. sí no le pueilo traer de chico me vá á achispar...
Ei (ieuipo, pasa, Alá no le escucha... á mandamiento! sí rabia líeudilo sea Noé;
Algunas horas mas y todos habrán perecido. por las nmchacbas! si es como me engatusa este hijo
de la misma piel del diablo!... con sus dedadas de rnicU
V. Pero ahí lo leñemos. ¿Quilín? Vaya, si es lo mus jii;iiio
—Abra usted, madre. que ha nacido de mujei-I
Alí, casi espirante sieulc que la sangre hierve en sus —Que te abra? Ya se vé, asi las ruucbachas
venas. En canal debiera ser! se prevarican por él.
Después su corazón se paraliza. Su lengua no puede Qué horiias de recogerse!
apenas arlicular. —Cá! por mí ]ireviiri(arse
Su i-azon se ofusca y le parece escuchar palabras Hijo, le portas nmy bien! las muchachas!... \o soy quien
uíisleriosüñ. l.'n ncrabre sublime so presenta á su me- Como hay Dios, te ha aprovechado me prevarico por elhis,'
moria. María! el sei'uioncito de ayerl y aun así no puedo hacer
Recuerda haberle rúiht cri los labios de una esclava jAh si viera estos desórdenes que me quieran.
nazarena aliinocarsu pairocíin'n. lu padi'c que en gloría estél — Es posible?
Alí, ama á l;i crisliana: involunlariaincnte se escapan —Mi padre cuaiulo era joven... Qué escucho, Dios tic Israel!
estas palabras de sus labios es¡iiraiiles. seria joven huubien. Con que no te quieren?
María, lu noiulire es bendiio según dicen los cristianos, —Cá!...
tú que escuchas al que le. llama, ven á mi. —Calla, condenado calla, —Las lontas, las... Mire usted
Ciücela dulcísima d(! los ojos suaves, \eu á mi. y no me hagas mas. perder las mocosas, las... Sin duda
Ilnsa blanca di; los nazarenos, ven á mí. ía pacienci;i! Cuarenta años buscarán algún mai-qués.
Paionia azul del quiuio Cielo, ven á mi. Si tu voz es casada estuve con él, Con uncamoen los hocicos
y nunca se reco ió se dieran poi'que una vez
tan poderosa intercede por mi. Si tus ojos son tan bri- las miraras tú á la cai-a...
llantes oscurezcan ei sol que me abrasa. Si lágrimas ílespnes del anochecer. —Pues las he mirado cien
vierles por e! que sufre, derrama una perla de tus ojos A la oración, á casita, y no se dan.
en mi boca sedienta. á cenar, poro después, —Vanidosas,
María, estrella de mi crisliana adorada, ven á nií. tras de la cena, li rosario que no lienen sobre qué
Dijo, y calló. y á la camita, á las diez. caerse nuierlas, ni valen
—Pues es claro, los casados dos cuartos, ni hartas se ven...
VI. —Pero qué está usté ahí hablando
tienen en casa su aquel, si no las conoce uslcd?
Va no habla,- espera y una sonrisa amarga conlrae su y uno tiene que buscárselas —En donde encontrarán ellas
boca de clavel. _ * donde Dios le dá á entender. otro mas hombre de bien,
María lo escuchó. —Hijo, eres incorregible! ni mas hábil, ni mas guapo
Una caravana salvadora se columbra d lo lejos. Habrás estado también que mi cJiíco, aunque me esté
Los que poco antes parecían moribundos, por una esta noche de cortejo, mal el decirlo! Échalas
todas noramala!
fuerza galvánica se arrodillan en la arena y un grito no es verdad? ^^. Eso es
imnensu la saludd. , —Pues ya se vé y luego andaré por áhi
La cacaraña avanzaba, avanzaba. que he estado. hecho un Ionio, sin saber
Llegó. —Por las nmchachas con quien juntarme.
en presidio te has de ver, —i\'o tienes
VIL —Si hay muchachns en presidio, amigos?
bien haya el presidio amen! —Pues ya se vé
Un misionero eui-opeo recorría el desierto con el —Hijo, sienta esa cabeza. que los lengo, pero... madre,
auxilio de sus convertidos. —Madre, no se canse usted: pan con pan no sabe bien;
Llevafia la salvíicion al cuerpo, y al alma. Iníiuidad iicontra veneno, Iriaca, entre faldas he nacido
de camellos cargaban agua y alimentos. Continuamente agua fresca, cuando hay sed, y entre faldas moriré,
era la convei'sion el premio de sus alanés. para las sardiuíis, vino, con que así no hay que cansai-se...
para el hombre, la nmjer.n —¡Ah maldito de cocer!
Los árabes fueron conducidos en los camellos. til me has de quilar la vida!
El agua \'ohi(í sus fuerzas á Aií. IL
—Dónde lias estado esta noche? —Madre, no se canse usted;
Una lágrima hrillanle iTsl.-ala de sus ojos de fuego y para veneno, triaca,
humedeció la mano débil del misionero que le ayudaba —lista noche? Diré iisted:
Primero, á ver á la Pepa, agua fresca, cuando hay sed,
á incorpoiar y le señalaba al Cielo prenunciando el para la sardinas, vino,
-lanto nombre de Dios. luego, á ver á la Isabel,
después, á ver á la Antonia, para el hombre, la mujer.»
Se alejan, salvos están. después á ver á la Inés,
Vllf. después, á ver... IV.
—Al demontre
que cargue contigo, amen. —Madre, otro trago.
Poco tiempo después, tres personas visiian el santo se- Dios me perdone, que sois
pulcro. —Tú estás
capaces de hacer perder empecalado! No Ves
Uno es un misionero de cabellos blancos. la paciencia á un santol que he bebí-Jo cinco ya?
Otro es Alí el convertido de María. —Madre, —Con uno mas serán seis.
Lalorceía es una joven de semblante ideal, la divina para coufcnlarla á usted Sobre chispa mas ó monos.
nazarena. trigo aquí un moscatelíllo —Pues venga, no creas que es
(Jué bello grupo! que eslá diciendo bebed. desprecio. Clan, clan, clan, clan...
El anciano, símbolo de los niárlircs de la religión. —Anda, zalamero, anda, Como se {leja beber
Aii, el bello neófilo que doblega su arrojante cabeza que al cabo siempi"e has de liacer el picaro! Y que se sube
anic el altar de la fe. lu gusto! Cenemos, hijo. á la cabeza...
María, la tímida doncella que eleva sus ojos seiáficos —Pruebe usted el moscatel
para hacer boca. —Ande usted,
f al cielo y es la dulce mediadora entre Dios y '""i amor. que estando la cama cerca
QuÍL^rie dijera Al!, que al desprender el turbante —Clan, clan... la chispa no es de temer.
para orear tu frente dabas la señal de tu conversión? —Qué lal? —Calla, ha parido la gata?
Quilín le dijera ayer, que la que fué lu esclava seria —Un almíbar es! —La gata?
hoy lu dueña, lu com[iañera? —Muchas noches le (raería,
pero si no puede ser —Sí. Para qué
Quitan tt; dijera á ti, el moro mas aguerrido, elj(5vcn has encendido otra veía?
invencible que un ministro del Dios de los cristianos, venir á casa tíiuiprano
yendo tan lejos por él. —(Ya hizo efecto el moscatel.)
viejo, di'bil, faligado, seria el que le conduciría al camino Toma, para que usted vaya
espinoso y sublime de la verdadera religión? —Si no vienes á las nueve,
anda, vendrás á las diez... á acostarse.
Mai'ía te escuchó. —Pues me iré.
Sí. De las cosas regulares
yo nunca me apartaré. Con que... buenas noches, hijo.
Ella vela siempre lo mismo por el fiel cristiano que la —Si siempre está usted gruñendo... —íladre, que usled duerma bien.
invoca en su Irmplo que por el errante árabe que la —Gruño porque no eslá bien Qué es eso?
llama en el desierto. que un joven como Díos manda —Es que he tropezado..,
Ei Sol aiumiini toda la exlensíon del mundo. toda la noche se esté con esta infame pared.
Ella, Sol divino de la gloria, escucha y envía sus rayos por ahi haciendo carocas —Pues señor, viva la Pepa
á todas las criaturas si el labio que la llama es fer- á... sabe el Señor á quién! y vivan también la Inés,
voroso, y cual bálsamo divino envia la esperanza á —A unas chicas mas saladas y la Joaquina, y la Antonia,
nuestro corazón. que estas sai'dínas. La Inés y la Peira, y la Isabel,
tienes unos ojos... ¡qué oios! y la... todas las nuichachas
ViCTor.iNA H. y MAZZINI DE DOMÍNGUEZ. la Isabel un pié... ¡qué pié! por siempre jamás amen!
la Antonia un pelo... ¡qué pelo! Paj'a que yendo esas chicas
la Pepa, un aquel... ¡qué aquel! al baile de Lavapiés
—Calla, coiuleuado, calla! esta noche, Peiiquillo
—Madre, no se canse usted:
"Contra veneno, triaca,
agua fresca, cuando hay sed,
LA MODA ELEGANTE, PERIÓDICO DE LAS FAMILIAS. 119
no fticva ai liailo también! á mis ojos, y el pobre anciano, procurando velar su en el verano, cuando las parras están en la fuerza de su
Va cslá roncuiido In ahuelu dolor con una sonrisa, se apresuró á añadir: verdor ni un rayo de sol penetra en la solana.
y aiinciLii! Ir. arríiiiqiien la piel —(".ÜLié, lujo, eres tú lambíen de los que en papel son Allí, á aquella deliciosa sombra donde el viento de la
lie eslá (UiriniíMidíj la turca
liasla uiaitana á las diez. una cosa y en carne y hueso otra? Los Cuentos d>- color mar que empieza á levantarse anles de medio dia, so-
I'^a, ljus(]iiciiinft la llave da rosa que te han precedido nos han dicho que acep- piaba mansamente impregnándose del aroma de las flo-
y apreUiiiios á cnrrer, tabas ¡a vida tal como la ha liecho Dios, y uo es justo res y las fruías de la huerta, jionia Agustina ja mesa en
que me voy á divci'lir que vengas á dejarlos por emb usleros. los dias calorosos de \erano cuando me lenia de con-
i'sla noche á luiijileii. —¡Padre, tiene Vd. razón! conteslé; pero desde que á vidado.
;\le muiM'o prii' las miicliaclias.
y... canario es iiieiieslC!' esos cuentos confió lo que sentía mi corazón, muchos Después que comíamos y rcianios y charlábamos. Agus-
aer uno de pedernal doloi'es y muchos desengaños han Iraido el desengaño lina se dedicaba á los queliacercs de su casa para ter-
pai'a no qiien'i'las liien, á mi pedio y la li'isleza íi mí alma! minarlos antes de bajar á las tres al rosario, qne lodas
porque law iiiui'liarhaa licnon —¡Hijo, bicnaventuradüs los que creen, y bienaven- las lardes de los dias feslivos se reza en la ermila, y
niuciía sal, y nuiclio aquel
y por mas (¡ue me pi'ediquen turados los que lloran! Diego y yo bajábamos á la huerla por la escalerilla de
yo á la cop a me alendré: Desde el fondo de mi corazón di gracias á Dios por- la solana á pasear basla la hora del rosario, cogiendo
(icontra veneno, ti'iaea, que me habia colocado en id número de los que lloran aquí una ílor allá un ramo de guindas, mus allá una
agua i'resca, euíindo liay sed, y creen, y la resignación no volvió á desamparar mi ciruela, en el olro lado un melocotón.
para las sardinas, vino, alma. A mi me gustaba mucho pasear por la huerta, pero
para el honilire, la mujer."
Deseando esclarecer mis oscuros recuerdos de los valle^ á Diego le gustaba aun mucho mas, y mas de una vez
que recorrí en mi infancia, me senté al lado del an_ nolé que Agustina se sonreía maliciosamenle al verá su
ANTONIO DE TRUlilíA. hijo iinpacienic por bajar.
ciano, á quien empezó á interrogar.
—¿Ouién vive ahora en esa casa? le preguntó indican- Lu la casa grande vivia un caliullero llamado D. Rafael
do una grande y hermosa, aunque antigua, que eslá fren" Orliz, con su hija Ascensión, que tenia por entonces
te de la ermila. de quince á diez y seis años.
—Vive Diego de Salcedo. D. Rafael salió niño de las Encartaciones, y después
—¿Salcedo? lín mi niñez los de ese apellido vivían en de haber pasado mus de veinte años en Francia, ó no
G t T E . ü T ' X ' O HDIEl C O X i O S , I ^ I E I 2 . 0 S J L . en esla otra casa. sé dónde, volviendo aquí baslanle rico, diciendo que es-
La oira casa á que yo aludía existia aun al lado de taba decidido á pasar el resto de su vida eu la casa gran-
DONANTOMK) DE TRUEBA. la grande, de la que solo le separaba un cercado. de, que era la de sus padres, y en donde él habia na-
—Tiene Vd. razón, me contestó el anciano, y A fé cido.
que la mudanza de Diego á la casa grande es una his- Sus padres habían muerto hacia tiempo.
I. toria que conlada con pelos y señales vate tanto como Algunos meses después de su venida D. Rafael se casó
Todavía con los ojos luí nedos y el corazón agitado las que sacan Vds. los que componen libros, con una muchacha, aunque pobre, guapa y honrada;
I'oi' las emociones que tiabia experimentado al penetrar —¿V la sabe Vd? pero su mujer se murió de sobreparto y D. Rafael se
c» el hogai' paterno Iras una ausencia de mas de veinte —Como el padre nueslro. volvió á encontrar sin mas familia que una niña recien
'irtos, dejé la aldea nativa una tarde del mes de Seliembre —Cuanto le cslimaria á Vd. que me la conlase! nacida.
'If lS;ifl y me diriji á un valle cercano, lleno para mi —Pues se la contaré ú Vd. como Dios me dé á en- Ascensión, que así se llamaba la niña, se crío muy
fie dnlccs memorias como lodos los de las nobilísimas tender, pero anles perniílame Vd. entrar á echar aceite hermosa, gracias á que Aguslina, que acallaba de des-
^encartaciones. á la lámpara de la Virgen, porque se está apagando, y tetar á su hijo Diego, la sirvió de aña. (1) criándola con
lin el \alle á donde me dirii^ia liay nna ermita con- si la señora mayordoma la viera apagada creería que tanto cariño y tanto cuidado como habia ci-iado á su
í^iígrada ú la Virgen de la Consolación, y aquella er- se iba á apagar también la lámpara de la dicha que hijo.
iiila encerraba para mí recncrJos nmy sanios, porque aluml)ra su casa. Don Rafael no era mal sujeto; pero en lo locante á re-
'iii madre encontral)a allí consuelo en sus grandes aflic- —¿Con que lanío se inicrcsa la mayordoma por la ligión lenia unas ideas muy picaras. Dios se lo haya per-
ciones, y mas de una vez me llevó asido de la mano ermila? donado. Vo creo que si Irülaba con dureza a los pobres,
'•*' pió del altar de la Virgen que yo, viéndola con un —Todo lo que se diga es poco, y á fé que uiolivos sí no le guslal)an los niños, si no se resignaba con los
'liño en brazos y m eompL'einlii'ndo aun los mislerios tiene para ello. trabajos que !e dalia Dios, si no se regocijaba al ver los
<le líi religión, amalja mas por lo que tenia de madre —¿Qué, tenemos otra hisloria? bosques cubrirse de hojas y á los campos cubrirse de
'l"e por lo que tenia de sant.i. —No señor; la hisloria de Diego y la de la mayor- flores, si en íin, no sentía en el corazón eito que yo
doma es una misma, como ahora verá Vd. no sé explicar, que todos los que somos como Dios
Uueria yo rejuvenecer aquellos santos recuerdos y
í'iir gracias en aquel ImniiUlj leftiplo á la Madre de El anciano entró á arreglar la lámpara, cerró la er- manda senlínios, y que consiste en arrasársenos los ojos
mita y volvió á sentarse ú mi lado. en lágrimas de alegría ó de dolor, ante la dicha ó la
Dios, á cuya intercesión creía deber el haber vuelto á
Sentarme en el hogar de mis padres, el haber rezado y Di un hermoso cigarro habano al que me iba á dar desdicha agena, era sin duda porque no creía en Dios.
una hisloria (generosidad que no tienen lodos los editores —;0h, qué desventurado era ese hombre! exclamó al
llorado sobre la sepultura de mi madre y el haber
Vuelto á postrarme en el lemplo donde recibí el de Madrid), encendí yo otro, y chupa que chupa narra- llegar aquí el anciano.
dor y oyi'nle, narni el primero y oyó el segundo lo que —Si, muy desvcninrado era, continuó éste.
liautismo.
á conlinuacion hallará el que leyere. Aquí le llamaban por mal nombre el Judío; pero los
No trataré de pintar aquí lo que sintió mi corazón judíos son mas dichosos que él era, porque al fin, aun-
«•Ruando penetré en la ermila y cuando dobló la rodilla que crean un error, creen algo, y el pobre D. Rafael
í^obre aquella misma grada donde mi madre la dobló II.
nadaci-eia.
'ilutas veces llorando de fe y de consuelo, porque lodas —,'.Pero era completamente ateo? ;No creía en Dios?
'^slas impresiones, todas eslas ilnlces y santas agitaciones Juan de Salcedo y su mujer Agustina eran nmy amigos
mi os. ¡Era materialista?
'ip mi alma están eserilas con ligrimas en un libro que —Déjeme V. c.onlarlcla conversación que un dia tuve
'iil vez nunca se publicará. Yo vivia en aquella casería que vó V. allá arriba, en
1.a ermita estaba mas blanca, mas limpia, mas enga- los rebollares, y cuando bajaba á misa los dias de fiesta, con él, y por sus pala!)ras coleiirá V. io que era.
Juan y su mujer me embargaban basla ¡a caída de la Celebrábase la fiesta de la Virgen de la Consolación, y
lanada, mas joven que yo la babia dejado.
Así que recé y pasé una borit anie el aliar confun- larde, porque el mayor gusto que podia darles era que- todo esle campo estaba ya lleno de gente que venia á
darme á comei- con elhis y sn hijo Diego. la romería.
diendo en mi pensamiento la idea do Dios con los re- La ermila parecía un ascua de oro con las luces que
Cuerdos do mi infancia, salí al prÍi-lico de la ermila donde Cuando se murió el pobre Juan, su mujer y su hijo
senlado en un poyo do pieilra, se hallaba un anciano Diego tenian aun mas afán que antes por lenermc á su alunilii'aban. y un jiu'din con las flores que adornaban
*|iie me habia facilitado la eníradi en el lemplo. lado, porque ya salic V. que cuando uno eslá mas triste su pavimento y su altar.
tiene mas deseo de verse rodeado de verdaderos amigos. Yo, como de cosluinljre, me quedé a comer en casa
\-Aíin muy oscuros los recuerdos que yo conservaba de Agustina, y, como de costumbre, bajamos después
t'e la generalidad de las cosas y las personas del valle, Diego, cuando murió su padre, era un bigardo que
de comer Diego y yo á dar un paseo por la huerta.
y lenia verdadera ansia de esclm-ecerlos, porque nunca nunca liabia pensado mas que en diabluras, aunque
tenia ya diez y seis años; pero viendo que su madre á El terreno que meilia enlre la casa grande y la de
Kabié pintar, Dios mío, el dolor ([ue me causaba, al volver los Salcedos estaba dividiilo por una estacada, de modo
H los valles natales, el vern;e enlre genles desconocidas, quien quería mucho, no lenia ya mas amparo ni ayuda
que desconocidas eran ya para mi tas que poblaban que él, arrimó el hombro al trabajo y se hizo tan hom- que la pieza que daba al lado de la casa grande era la
'"'quelios sillos cuyo aspecto, fijo siempre en mi nie- bre de bien, que ni las cosechas disminuyeron ni en la huerta de Aguslina.
lamilia linlio un quílame allá esas pajas. D. Rafael y Ascensila, .que asi llamaban á su hija,
bioria duranle tantos años, en nada habían variado á hajalian como nosotros á dar un paseo por la huerta
niis ojos. La pobre Agustina estaba chocha con su hijo, y siem-
después de comer, y no habia tarde que Diego no re-
üuit larde, al llegar A nn aldisa, cuando me vi ro- pre que me veía me decia llorando de gozo:
gahise alguna fruía y alguna flor á su hermana de leche,
deado de gentes casi todas d._'sconocidas, mis ojos se —¡Ay, Aulonio, qué hijo lau l)neno me hadado Dios! Y la niña no le correspondiese con fineza parecida.
iirrasaron en lágrimas. Si mi difunto, que está en la gloria, levantara la cabeza
y viera como se porla mi Diego, Horaria de iiiegria como Por esto sin duda se sonreía maliciosamente Agustina
—¿Qué tienes, liijo niiu? m:^ preguntó mí ¡laili-e co- cuando Diego se mostraita impaciente por iiajar á la
nociendo que mis lágrimas eran tas ilel dolor mas bien yo. No en vano pedi á la Virgen Sanlisima de la Con-
que las del cnternecitnienlu. solación cuando Dios se llevó á Juan que hiciera á mi huerla. , , ., . „.,,
hijo tan hondirc de bien y tan trabajador como su D. Uafael traia riquísimo [abaco cuando iba a Bilbao
—¡Dónde están, Dios niiu, exclamé, lodos aquellos que á col)rar la mesada en la casa de comercio donde lenia
yo dejó aquí! padi e.
colocado su capital, y como saliia que yo soy fumador
Y mi padre indicándome con In visla el camposanto —¿Vé V. aquella hermosa solana (I) que líene la oasa de lev, asi que me veía en la linerla decía:
que estaba á cíen pasos de nosulros, bajo los fresnos que de los Salcedos sobre la huerta? Ahora ya se le va ca- —Antonio ¿no quieres una pipada?i Mira que en la
rodean ta iglesia, me dijo dei-r^amaudo una lásrinia sobre yendo la hoja á las parras qne esquilan (i2) i ella, pero abacería no hay^de esle [abaco.
nií cabeza, que oprimió conira su pecho:
—¡Allí cslán, liijo mío!
(1) lísiiücii! lie iiiirailof ó bulcon griiiiik'.
I.as lágrimas afluyeron enlonces con mas abundancia/ 1 Noiliír,!!,
(2) Treiiim,
120 LA MODA ELEGANTE, PERIOUICO DE LAS FAMILLi^.
—;Ño iie (le querer, señor D. Rafael? conleslalja yo. El csló apenas el trabajo de deshacer las maletas, y P R O B L E M A S DE A J E D R E Z .
español que íbniii y rehusa un tii^aiTo ó una pipuda, no por eso la mayor parte de las familias emigrantes
es español legítimo. conservan casa en Puerto Real. SOUTcrOX DEL í."."
Y mientras nosotros tratábamos de sí el tabaco era Se nos han ocurrido estas observaciones con mo-
Blanca.'.-. 1 l í 3" AR-. Negras. P T R 1 ]i-
asi 6 asao , Diego y Ascensíta seguían por la estacada tivo de la pasada Semana Sania, una de las épocas PTR 1 p.
de emigración mas abundante. Sevilla conserva, 2 A f. ca».
adelante hablando de la fruta y de las llores y riendo PCR- 1 !>•
aumenta y perfecciona sus procesiones, cuya fama 3 T G" CR. E 4- AR.
como locoí. 4 II 3" R".
es tradicional. Hace bien; pero falla saber si noso-
Kl (lia do, la (lonsolaciou D. Rafael no quiso limitar su tros haríamos bien en quererímitarla en este punto. 5 R í" R" jaijne-iiinte.
obsequio á una pipada de tabaco. Las copias no pueden llegar á ser lo que es el ori-
—Vais k subir á casa, nos dijo, á lomar una copila ginal, y es de temer que aunque Cádiz lograse va- TROBLEirA S . " 3 , POH PEDERICO DE E . ( D E B . . . )
de un vino generoso que sin duda Tur aquel cou que riar sus costumbres basta el punto de conseguir á
XEGUAS.
ícsus resucit(5 á Lázaro. organizar muchas y muy suntuosas procesiones, no
A la yerdad no me gustó la comparación y menos en alcauzai'ia cou esto el result.ulo que se propusiera,
boca de I). Rafael, pero Diego y yo contestamos aiegre- ni se impediría que las personas que hoy van á
niente: aquella capital dejaran de hacerlo; porque, ya lo
—Pues vamos allá, que no vendrá mal para quitar el hemos dicho, el viajar, el salir de su pueblo, el
el agriccillo del cliacoli que hemos bebido en casa. variar de objetos, son para Cádiz alicientes pode-
rosísimos: esto está en su índole, en su costumbre,
Todos subimos á la casa grande por una escalerilla, esto es de moda. Se cnliende que no hablamos
como la de los Salcedos, tenia por el lado de la huer- aquí de la población entera, sino de aquella parte
ta. que puede hacer lo que quiere, porque la masa
Ascensila, muy contenta al vernos en su casa, se en- común, como en todas partes, no hace s!no lo que
cargfj de escanciarnos á cada uno su copa de vino ge- puede.
neroso, que en efecto era lo que liabia que beber, y en
seguida nos fuimos los cuatro al balcón para ver desde Decíamos que en Cádiz no hay procesiones sino
allí la romería. por escepcion, y en un pueblo al que no le duele
el gastar, y muy especialmenle en las solemnidades
Como el balcón de la casa grande esiá frente por del cuIlo;"en iln pueblo cuya masa es religiosa,
frenie de aquí, veiamos desde allí el altar lo mismo que esto debe indicar algo. Nosotros no vamos á com-
si estuvt(.H"amos dentro de la ei-mita. batir las opiniones de nadie en este punto, pero te-
Mujeres y hombres rezaban al piíí del altar de la nemos una, y es de que los cultos se dan siempre
Virgen y salían luego con la alegría y el consuelo en el mejor á las sagradas imágenes en los templos que
corazón y las Idgrimas en los ojos. en las calles. Vaya á ellos el que quiera, porque
Diego y yo contemplábamos con emoción la fí'; de por la misma razón que á nadie se le obliga á
aquellas gentes, y D. Rafael, aunque guardaba silencio, hacerlo, hay un derecho á exigirle que una vez
liLANCAS.
se mofaba de ellas y quizá también de nosotros con una q u e e n l r e e n ellos sea con espíritu de devoción, que
esté allí con ia compostura y recojimiento que re- M a t e en cuatro j u g a d a s .
sonrisa que yo comprendí al momento, porque sabia
clama el lugar sagrado, que no profane el recinto
muy bien de qu(í pi(: cojeaba D. Rafael- augusto con torpes escándalos, que se conduzca hajo
(SecontíiuiardO sus bóvedas como un verdadero cristiano, que respe- EsipHcacion del figurín iluminado.
te en fin lo que respetan los demás que allí concur-
ren.Tal es nuestro modo de ver: podremos estar equi- Vl£ST[DO DE SEÑOIUTA I'AIIA COXCIEIITO.—TWge dC talclUB
vocados, pero si aceptamos razones que en esle blanco, con rayilas rosa formando cuadros pequeños; 1"
sentido puedan invalidar las nuestras, no estamos bajo de la enagua está guarnecido con un volante enca-
dispuestos á discutir las que se refieran á ventajas ñonado á pliegues muy ^^rucsos, que tenga 8 cenlinic-
materiales que la localidad pudiera obtener de la
Iros de alio, sobre el cual corre una tira de fafelan rosa,
salida de nuevas procesiones. Respecto al sentido
religioso de la cuestión no creemos que esos ar- lisa, pespuntt:ada por cada lado cou seda blanca, y de
gumentos sean de los que puedan tener cabida en 6 cenlimetros de ancho, líl corpino, moderadamente es-
ella. colado, va adornado con liras de tafetán rosa, igualmen-
te pespunteadas con seda blanca, y dispuestas primero
Así durante la cuaresma como durante la Semana en forma de cliaquela l^ígnro, después en escalónos sobre
Santa los cultos que se han tributado en Cádiz á el delantero del coi'piño, y por último en corazón en el
los sagrados objetos de la veneración católica han borde superior de aquel, el cual se guarnece por dentro
sido numerosísimos, succediéndosesin inlerrupoion con un camisolín escolado, plegado, de muselina blan-
La población de Cádiz es muy dada ;i emigra- las novenas, triduos y selenarios, siempre con abun- ca, con borde atravesado por una cinta de lercíopcio
ciones, y quizá no hay pueblo en "toda l'^spaña que dante concurrencia de fieles. Todos han tenido lu- rosa. Mangas muy cortas, compuestas de un volante en-
con mas facilidad abandone sus lares. Para liacei-jo gar con el mayor decoro, y frecuentemente con
no necesita mas que un prtlesto, cualquiera que el suntuosidad. Ha sido esta una verdadera Semana cañonado, de tafetán rosa, pespunteado, por debajo del
sea. Llega la Semana Santa, y á Sevilla con todo el Sania, sin estrépito, sinbullicios mundanos, hecha cual pasan dos bullones de muselina.
hato y todas las galas que hay en casa; los Irenes con el recogimiento y la devoción profunda que TnAGK ni; TA^K•^A^• XKGÍIO.—Enagua orlada por uua tii"'
se hinchen, las locomotoras no bastan á arrastrar debe distinguir á un pueblo católico y culto por de terciopelo negro de 20 centímetros de ancho; el cor-
tanta gente y laníos equipajes, ia empresa del Ierro- educación. JNo hemos echado de menos nada de lo piño es en forma de chaqueta F¡r¡aro, aiiolonado por el
carril sonríe de placer contando napoleones y cenlí- que según algunos haya podido faltar, porque, s e - cuello, separándose en ci pecho, redondeándose por de-
nes, laviaquc espióla es en tales días una verdadera gún nosotros, eso habría espuesto á irreverencias bajo del brazo, y mucho mas curto que el talle; este se
California. Pasa la Semana Santa y asoma en d los objetos sagrados que nuestra religión venera. sujeta con un cinluron ancho, con punta, orlado de
horizonte la fíÜria tle Sevilla: vuelta allá para que no terciopelo ncRro; la ehaqucla, el jockey, el borde de la
¿Querrá eslo decir que no hemos hallado nada
tengan que contarnos nada. Pero Mayo comienza á
qué hecesitase corregirse? No cierlamente; pero es- manga, y la faltriquera se orlan con una lira del dicho
levantar la cabeza: es preciso no ¡jerder la léría de
las cosas no son de aquellas que afectan á ia con- lercíopeloj bordado con lunares grandes de seda maíz,
Puerto Real. ¿Qué diria el pozo de Carretones si
ducta general de un pueblo, no son de aquellas que imitando botones dorados. Colla de gasa blanca cou cin-
viese que en las alamedas que preside faltaba al-
se rozan con los deberes de la autoridad. Si ha po- tas de gasa malva, bas mangas de la chaqueta apenas
guno de los miembros femeninos de la elegante so-
dido haber tal cual persona enlre la muchedumbre son mas anchas que las de un vestido de caballero; dejan
ciedad gaditana? Es forzoso ir á aquellos bailes, es
apiñada en los templos que menos prudente haya pasar un bullón de muselina blanca, terminado poi- uu
imprescindible el ponerse á riesgo de tropezar si-
perturbado con las exigencias de "su mala educación rizado de encagc blanco.
quiera sea con el testuz de un loro de cuerda, lo
el silencio y hasta la devoción de los demás, eso
demás fuera una desgracia, fuera despojarse del
entra en las condiciones del individuo; el pueblo
mejor atributo de la elegancia. La feria termina, y
enlero de Cádiz ha sido ahora lo que es siempre,
es de loda fí'>rnuila el quedarse de temporada en el
mismo Puerto Real, donde las familias permanecen
un modelo de cultura y de senlimienlos cristianos. GEROGLIFICO.
Concluida esta época han vuelto á abrirse los
loda la primavera cuando menos, mientras que los
espectáculos lodos, que dunmle la cuaresma apenas
hombres de ellas, imposibilitados de abandonar sus
han dado señales de vida; porque el pueblo de
negocios, vienen y van lodos los días, lo cual pro-
Cádiz, fiel á sus costumbres antiguas, no se ha
porciona una muy bonita entrida á la empresa del
prestado nunca á alterarlas concurriendo á los tea-
l'erro-carril, que por eso mismo ha suprimido los
tros en el tiempo en que la Iglesia lo llama á los
abonos mensuales aulorizados por ia anterior, de-
templos.
jando solo los bilieles de ¡da y vuelta en los dias
comunes, pero no en los extraordinarios. Por Cíjrpus No leñemos hoy espacio para ocuparnos de las
es de rigor volverse á Cádiz, aunque sea por algunos compañías que en los coliseos funcionan. Lo ha-
dias, pero al cabo se vuelve. Los que han vuelto, se remos con. mayor extensión, diciendo enlre tanto
marchan p o r lo común de nuevo allá á pasar el que la del P r i n c p a l se ha reforzado cou un artista
oloño; todo ello sifi perjuicio de que los que se de gran concepto en el mundo filarmónico, con el
fueron y los que se quetlaron hagan sus forzosas barítono Sr. Ferry, el cual ha satisfecho cumplida-
escursiones al Puerto en los dia de toros, y en es- menle á los aficionados; que el Balón se lanza á la
pecial por San Juan y San Pedro, a m e n ' d e sus arena con buenos ánimos, y que el Circo, que ha
entradas y .salidas en los dias de la feria de Agosto recobrado sus alas, se promete hacer frenie á sus
en este mismo punto. En noviembre es cuando dos ya citados rivales. A lodos deseamos prospe-
puede decirse que Cádiz se vuelve á Cádiz, donde ridad, pues Cádiz, si lo saben llamar, tiene para EDITOH BESPONSABLE: D . FÉLIX PBICIURD.
permanece tres ó cuatro meses por junto. No merece todos.
CADBI 1863.—lapREHTA y UTOGRAPÍA DE LA REVISTA MtDiCA.
FEANCISCO FJ-OUES ABENAS. Bomba n, 1,
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Cádiz