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Prof.

Gustavo Ramírez Buchheister

Origen del pueblo hasta el establecimiento y caı́da del reino visigodo.


Considerada una “etapa de transición”, implica la caída del Imperio Romano de Occidente y la formación de
diversos grupos nacionales encabezados por distintos pueblos germánicos. Pero por otro lado, los mismos pue-
blos significaron la subsistencia, en cierta medida, de su cultura y derecho.

Aunque hasta hoy se discute su origen, se estima que los diversos pueblos germánicos que incursio-
naron hacia el siglo V dentro de los límites del Imperio, tenían un origen común: Götaland, en el
sur de Suecia, desde donde habrían emigrado en el siglo I a.C. hacia Polonia. Luego, hacia el
siglo II d.C. se desplazaron hacia el territorio de la actual Ucrania, terminando en las costas del
Mar Negro. En este punto se dividieron, quedando un gran grupo de ellos en la zona, que se-
rían conocidos como los godos del este (ostrogodos); los demás migraron al weste, hacia las
llanuras de Rumania y Hungría, por lo que se los conocería como godos del oeste (visigo-
dos) 1.

Hacia el 270 d.C., el emperador Aureliano se vio obligado


a retirarse de la Provincia de Dacia, al norte del río Danubio
y noroeste del Mar Negro. En su lugar, se establecen los visigodos gracias a
un foedus, que les obliga a prestar apoyo militar a Roma a cambio de las
tierras, alimentos y dinero.

Luego de haber permanecido durante aproximadamente 100 años en Dacia,


los visigodos se vieron obligados a desplazarse hacia el oeste, en dirección a
las fronteras del Imperio Romano, empujados por los ostrogodos que a su
vez se veían presionados por los hunos que provenían de las estepas rusas a
partir del 375 d.C. En el 376, los caudillos Fritigernio y Alavivo intentaron
cruzar con su pueblo la frontera del Danubio, lo que finalmente fue permitido por el emperador Valente. Sin
embargo, a partir de ahí las autoridades romanas se aprovecharon de la mala situación de los visigodos, come-
tiendo abusos, hasta que algunas personas cercanas a Fritigernio y Alavivo fueron asesinados.

Esto comenzó una rebelión en la que Valente debió intervenir, y que terminó en 378 con la derrota romana en
Adrianópolis y la muerte del emperador. Pero, al no poder tomar la
ciudad, se dirigieron contra Constantinopla, donde también fueron
rechazados y finalmente se quedaron en los Balcanes, que estuvo
expuesta a sus saqueos.

A la muerte de Valente, comenzó el gobierno de Teodosio, que se


destacó por dos motivos: la dictación del Edicto de Tesalónica (380
d.C.), por el que el cristianismo se convierte en la religión oficial del Im-
perio. En segundo lugar, decidió pactar, por medio de foedus, alianzas
con pueblos germanos. Esto permitió a los visigodos establecerse por

1
En las lenguas germánicas, el este se conoce como Osten (Ostgothen = Ostrogodos) y el weste como Westen (Westgothen
= visigodos).
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100 años en Mesia y Tracia, ambas al sur de Dacia y al oeste del Mar Negro. Se les permitía también tener sus
propios caudillos, a cambio de prestar colaboración militar cuando fuese necesario.

En 394, Teodosio debió enfrentarse a Eugenio, usurpador del trono, contando con la ayuda de los visigodos,
quienes eran dirigidos por el rey Alarico. Finalmente, Alarico y Teodosio lograron la victoria en la batalla del río
Frígido, hoy en la frontera de Italia y Eslovenia. Sin embargo, a pesar del apoyo de Alarico, el emperador nunca
le dio su completa confianza, ni lo premió con algún cargo militar importante. Todo resultó en un profundo ma-
lestar de los visigodos y en la sublevación de Alarico, devastando las regiones de Tracia y Macedonia.

Al morir Teodosio, se dividió definitivamente el Imperio, que-


dando Oriente para su hijo mayor (Arcadio) y Occidente para
el segundo (Honorio). Sin embargo, ambos eran aún muy jó-
venes, por lo que se nombraron regentes que aseso-
raban a los emperadores: Estilicón en Occidente, y
Rufino en Oriente. Las relaciones entre ambas partes
del imperio se mantuvieron tensas, lo que facilitó que
continuara la revuelta de Alarico. En 395, un ejército
compuesto por hombres de ambos imperios tenía cercados a
los visigodos, pero éstos pudieron escapar: Rufino, receloso de la
gloria que podía recibir Estilicón, aconsejó a Arcadio retirar las tropas de
Oriente. Cuando Alarico sigue saqueando ciudades en Grecia, Estilicón vuelve a
rodearlo, pero logra escapar y se dirige a Italia.

En un intento por calmar a Alarico, en el 400 d.C. se le ofrece el puesto de general del ejército en Iliria; pero él,
aprovechando que Estilicón se encuentra en el norte combatiendo a otras tribus germánicas (alanos, suevos y
vándalos), no acepta y continúa desolando ciudades y acercándose a Italia.

A su regreso, Estlicón trae un gran contingente conformado por hombres de los pueblos derrotados, junto a las
tropas de Galia y Britania, con el que se enfrenta y triunfa sobre Alarico en el año 402. Éste se vio obligado a huir
de regreso a Iliria. Sin embargo, los intentos de Estilicón por mantener las relaciones con Oriente lo hicieron
descuidar las fronteras; ello se sumó al malestar de algunos sectores de la sociedad romana, a quienes desagra-
daba la política de pactar con los bárbaros iniciada por Teodosio, que generó varios movimientos antibárbaros.

En 406, aprovechando que Estilicón tenía su ejército en Italia, se produjo una alianza entre los suevos, vándalos
y alanos para penetrar en la Galia, y Roma casi pierde la provincia. Ante la inacción de Estilicón, el general Cons-
tantino avanza desde Britania hacia el sur y es nombrado emperador por sus hombres. Esta situación significa
una gran oportunidad para Alarico: marcha hacia el norte de Italia para ofrecerse a luchar en la Galia, y de paso
intentar sacar algún provecho para su pueblo.

En 407 muere Arcadio, y Estilicón ve la posibilidad de reunificar el Imperio, por lo que pacta con Alarico para que
se dirija al norte contra Constantino, mientras él marcha a Oriente. Sin embargo, el nuevo pacto disgustó a sec-
tores romanistas del imperio, y finalmente Estilicón lo pagó con la vida. El sentimiento antibárbaro existente se
extendió y las relaciones con los visigodos empeoraron. Sin embargo, multitudes de bárbaros en las filas del
ejército romano se sintieron identificados y decidieron unirse al ejército de Alarico.
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El puesto de Estilicón fue ocupado por un político de la Corte: Olimpo, quien debió hacerse cargo de la rebelión
de Constantino y la amenaza visigoda. En 408, luego de que Alarico ofreciera retirarse a cambio de una fuerte
suma de dinero, y que Olimpo se negara, los visigodos atraviesan los Alpes y se apoderan en poco tiempo del
valle del río Po. Hábilmente, en vez de intentar tomar Roma, que se encontraba bien defendida, toma el puerto
de Ostia, con lo que cortó el suministro de grano proveniente de África. Luego de varios intentos de negociación,
y la caída del consejero Olimpo, el pánico se apoderó de la población en Roma y la ciudad fue abandonada; el
emperador se estableció en la nueva capital, Rávena, y el ejército entró en Roma, que fue saqueada por 3 días y
donde tomaron prisionera a la hermana de Honorio, Gala Placidia, que en el 410 tenía aproximadamente 19
años. Luego, Alarico se dirigió hacia el sur para tratar de llegar a África y apoderarse del suministro de granos,
pero el mal tiempo se lo impidió. Entonces, Alarico decidió dirigirse al norte a seguir con la guerra, pero repenti-
namente murió.

A la muerte del rey, su primo y cuñado Ataúlfo es


elegido su sucesor y es nombrado rey sobre su
tumba, según la costumbre goda. Se tiene poca
información de los primeros años de su reinado,
pero se cree que igualmente intentó dirigirse a
África, siguiendo la idea de destruir el Imperio
Romano y crear un Imperio Godo. Sin embargo,
al fracasar el intento del cruce del Mediterráneo,
se dirige a la Galia.

En el 412 entra en contacto con Honorio y firma


un tratado de alianza, por el que Roma se com-
promete darles provisiones y cederles tierras en
la Galia, a cambio de devolver a Gala Placidia. Esto constituye el inicio de la formación del Estado visigodo.

Pero Autaúlfo incumplió su parte del tratado, y en 413 intenta invadir Marsella, pero falla; luego se dirigió hacia
las regiones de Galia Narbonense y Aquitania, donde se instala temporalmente. En 414 Ataúlfo contrae matri-
monio en secreto con Gala Placidia en Narbona, siguiendo el rito romano, lo que provoca la ira de Honorio.
Ataúlfo simula abdicar en Prisco Atalo (quien había usurpado el trono romano en 409), pero Honorio se da cuen-
ta del engaño y corta la provisión de víveres, obligando a los visigodos a abandonar la Galia en el 415, en direc-
ción a Hispania. Ésta ya había sido invadida 5 años antes por los suevos, vándalos y alanos.

Ataúlfo y Gala Placidia se instalaron en Barcino (hoy Barcelona), donde nació su hijo Teodosio, con quien se pre-
tendía unir a los godos y romanos; pero murió algunos meses después.

Hacia mediados del 415, Ataúlfo es asesinado por un hombre al servicio del general Sarus, a quien Ataúlfo había
mandado a matar previamente. Candidatos a sucederlo eran su hermano, Valia (o Walia) y el hermano de Sarus,
Sigerico. Finalmente, éste fue elegido, pero sólo reinó por 7 días, que le bastaron para asesinar a 6 de los hijos
de Ataúlfo para cortar su descendencia, y humillar a la viuda, Gala Placidia. Al séptimo día desde su elección, los
partidarios de Valia lo asesinaron.
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Al ser elegido Valia y asumir el poder, la situación de los visigodos era pésima: los romanos todavía tenían
bloqueados los puertos por el incumplimiento del tratado, y
estaban necesitados de alimentos. Ante estas circunstancias,
Valia decide llevar a su pueblo al norte de África y avanza
hacia el sur de la Península Ibérica, sin encontrar mayor
resistencia. Pero al alcanzar el Estrecho de Gibraltar, una
tormenta disipó las naves y los visigodos abandonaron la idea
de la navegación. Entonces, comienzan a vagar por el sur de
Hispania, sin un rumbo fijo, y aún sin alimentos.

Al mismo tiempo, el emperador Honorio ve una nueva opor-


tunidad de negociar con los visigodos: en 416 ofrece a Valia
firmar un foedus por el que Roma se obligaba a entregarles
asentamientos al sur de la Galia y 600.000 modios 2 de trigo, a
cambio de que Valia devuelva al emperador su hermana (condición que Valia cumplió) y los visigodos restaura-
ran el orden perdido en Hispania desde la invasión de vándalos, suevos y ala-
nos en el 409. Como Roma ya había firmado varios tratados con los pueblos
asentados, Valia recomendó no romperlos mientras él y su pueblo se hacían
cargo del “trabajo sucio”.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que Honorio era el enemigo más
odiado de los visigodos, por lo que Valia debió poner en práctica para con-
vencerlos a luchar por él. Así, pronunció un legendario discurso que hasta el
día de hoy se discute si realmente se pronunció o no, que no obstante ha
pasado a la historia:

“Invencibles Godos, á todas partes donde habéis querido dirigir vuestros pasos, desde las fronteras del
norte á los límites mas remotos del sur, habéis sabido abriros camino con las armas en la mano, sin que
nada pudiese ser obstáculo á vuestra marcha vencedora. Distancias, diferencias de climas, montañas,
ríos, fieras, numerosas y aguerridas naciones, se han puesto en vano delante de vosotros; mas ahora los
Vándalos, los Alanos y los Suevos se atreven á atacarnos por la espalda, mientras los Romanos nos ame-
nazan por el frente. á vosotros, esforzados guerreros, toca escoger el enemigo á quien hemos de comba-
tir y sea cual fuere el partido que tomeis, vuestro valor es para mi segura prenda de victoria, en tanto
que mande á hombres que no conocen el temor, nada puedo yo temer, y si el partido que ha de abrazar-
se fuese confiado á mi sola decisión, me acordaría únicamente de que soy vuestro rey, no tomaría conse-
jo sino de mi propio valor, y elegiría al enemigo mas digno de vosotros. Los Romanos nos son ya bastante
conocidos; sus ciudades han experimentado mas de una vez el poder de vuestras armas, y hasta las puer-
tas de su capital se han abierto ante vosotros. ¿Por qué perder un tiempo precioso combatiendo con se-
mejantes hombres cuando es mas glorioso despreciarlos que vencerlos?” (sic.) 3

2
Unidad romana de medida de capacidad.
3
GEBHARDT, VÍCTOR, Historia general de España y de sus Indias desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, Librería
Española, Madrid, 1864, Tomo Segundo, pág. 13
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Ante este discurso, el pueblo decide atacar a los pueblos invasores de Hispania, derrotando en el 471 a los ván-
dalos de Bética y a casi todos los Alanos de Lusitania, y en el 418 sólo quedaban los suevos en Gallaecia (hoy
Galicia) y los vándalos asdigos que se habían refugiado con ellos. Pero, repentinamente, se produjo un cambio
en la política romana, y se permitió a estos pueblos quedarse en Hispania, por lo que se llamó a Valia y los visi-
godos a retirarse a las tierras galas que se les habían prometido. Valia se instaló ahí, donde gozaron de la hospi-
talitas romana, y pudieron instalar un nuevo reino que abarcaba la provincia de Aquitania y sus zonas limítrofes.

La capital del reino se instaló en Tolosa (actual Toulouse), y Valia fue distinguido con
la graduación de magister militum 4. Sin embargo, el primer rey visigodo de Tolosa no
pudo disfrutar por mucho tiempo de los beneficios del foedus, puesto que murió el
mismo año 418, para ser sucedido por su hijo Teodorico.

Durante el gobierno de Teodorico, el reino visigodo tenía el carácter de reino federado


del Imperio Romano, sin embargo en numerosas ocasiones Teodorico forzó los límites del
pacto firmado con Honorio, e incluso varias veces lo rompió, incursionando en Hispania (aun-
que algunas veces a solicitud del Imperio) y extendiendo sus fronteras más allá de Aquitania. Pero, en virtud de
la importancia que tenía el reino visigodo para el poder imperial en la Galia, el emperador dejó pasar muchos de
estos actos para no poner en peligro su alianza.

Cuando en 420 el Imperio manda tropas a apoyar a los suevos, que se veían asediados por los vándalos, Teodo-
rico concurrió con sus hombres al llamado. Sin embargo, en 423, el rey retira a sus tropas, debilitando a las filas
del ejército romano, lo que coincide con la muerte de Honorio; Teodorico se siente, por lo tanto, liberado de su
foedus. Aprovechando el caos que provocó el sangriento interregno del usurpador Juan, intentó conquistar Arlés
(en la Provenza), pero la intervención del magister militum Flavio Aecio se lo impidió.

En el 425, Juan fue derrocado y en su lugar ascendió al tono imperial Valentiniano III, hijo de Gala
Placidia, quien quedó como regente debido a la corta edad del emperador. Políticamente, Teo-
dorico ratificó en este año su foedus y apoyó a Gala Placidia en contra de
Aecio, quien a su vez lo derrotaría en varias ocasiones cuando, rompiendo
el tratado, intentó tomar Arlés y Narbona. En 451 acude al llamado de
Roma en contra de los hunos y su rey, Atila. Su intervención signifi-
có un fortalecimiento en la alianza entre Roma y los pueblos ger-
manos asentados en occidente, aunque murió en campaña,
en la batalla de Châlons o de los Campos Cataláunicos. Fue
sucedido por su hijo Tursimundo, quien fue elegido por los
soldados en el mismo campo de batalla, según la antigua
tradición goda: golpeando las espadas con los escudos ante el
cuerpo del rey muerto, mientras se le daban las honras fúnebres.

Tursimundo instaló su corte en Tolosa y logró conquistar Orléans; comenzó a tratar a Roma como su igual,
en vez se someter su reino al Imperio. Esta política llevó a que Flavio Aecio conspirara con sus hermanos Teodo-
rico y Frederico y otros nobles visigodos para asesinarlo. Esto se concretó cuando, enfermo en cama, un hombre

4
General de altísimo rango para los ejércitos en campaña.
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de su confianza, Ascalerno, lo estranguló. A continuación, los conspiradores eligieron rey a su hermano, Teodori-
co II.

Teodorico II tuvo una política cercana a Roma, apoyándolo en la defensa de las fronteras del Imperio y luchando
en contra de las guerrillas de campesinos disidentes. Cuando en 455 el emperador Valentiniano III, y su sucesor
Petronio Máximo, fueron asesinados, el rey impuso a su propio candidato: Marco Mecilio Avito. A continuación,
los reinos en Hispania, al sur del reino visigodo, comenzaron a provocar revueltas, las que Teodorico tuvo que
aplacar, para luego tener que luchar en el norte cuando en 457 el emperador fue asesinado y el rey no recono-
ció a quien se puso en su lugar: Julio Mayoriano. Sin embargo, Teodorico fue derrotado y tuvo que firmar un
tratado de paz que duró 3 años. Pero cuando el general Egidio se autoproclamó rey de los francos y se enfrentó
a Teodorico, Egidio mandó a matar a su hermano Frederico, por lo que el rey visigodo se vio obligado a pactar
las fronteras norte con el reino franco. Este pacto también significó negociar el nombramiento de un nuevo em-
perador: Livio Severo, decisión que no le gustó a la nobleza visigoda. Fue así como Eurico, el único hermano de
Teodorico que quedaba vivo, buscó nobles que se aliaran con él para asesinar a Teodorico II y coronarse rey en
el 466.

Hacia el 468, Eurico intentó crear una coalición de reyes germánicos arrianos 5 en contra de Roma, pero fracasó,
por lo que se dirigió contra los suevos y el Imperio, completando la conquista de Aquitania; cuando sufrió derro-
tas por parte de las tropas romanas y francas se vio obligado a aceptar como frontera norte de su reino al río
Loira. A continuación, se dirigió hacia el sur, adquiriendo Lusitania y Tarraconense, y dejó cercados a los suevos
en Gallaecia.

En el 476, logró conquistar el bastión galorromano de Auvernia, con lo que logró posicionarse como rey de His-
pania y Galia hasta los ríos Loira y Ródano. El 4 de septiembre del mismo año, el emperador Rómulo Augústulo
fue depuesto por el rey de los hérulos, Odoacro, hecho que marcó la caída del Imperio Romano
de Occidente. Eurico se negó a reconocer a Odoacro y abolió la dependencia fede-
rada de su reino con Roma. Su política fue la de mejorar las condiciones de su tie-
rra, por lo que realizó diversas obras públicas, como la restauración de vías y puentes,
convirtiendo al reino visigodo en uno de los más poderosos de occidente.

En el 484, Eurico muere, sucediéndolo su hijo Alarico II. Si bien en His-


pania casi no se produjeron persecuciones en contra de la población
católica, Alarico emprendió fuertes acciones en la Galia en contra de los
galorromanos católicos. Hacia el 494, el reino franco inició un movi-
miento expansionista hacia el sur, lo que marcó el inicio de la migra-
ción visigoda desde Tolosa hacia Tarraconense. Esta situación se agra-
vó en 496, cuando Clodoveo, rey de los francos, se convirtió al catoli-
cismo y recibió el abrumador apoyo de la población galorromana católica.

5
Corriente cristiana, fundada por Arrio, presbítero de Alejandría. Postula que Cristo es hijo de Dios, pero no es dios sino
sólo hombre. La doctrina arriana fue declarada herejía en el primer Concilio ecuménico de Nicea el año 325. El pueblo visi-
godo había sido tradicionalmente arriano.
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Las reacciones de Alarico II contemplaron diversos tratos y acercamientos con la nobleza católica hispanorroma-
na, así como con la jerarquía de la Iglesia en Hispania. Sin embargo, estas acciones y la intervención de Teodori-
co el Grande, rey de los Ostrogodos en Italia, no lograron impedir el conflicto que terminó en la batalla de Voui-
llé en 507. Clodoveo derrotó a las tropas visigodas y Alarico II murió en batalla. Luego, los francos saquearon
Tolosa y los visigodos se replegaron en Narbona para posteriormente instalar su corte en Barcelona, entre el 508
y 511. Con posterioridad, la capital del reino se estableció en Toledo.

A la muerte de Alarico II, le sucede su hijo ilegítimo Gesaleico. El segundo candidato para ser nombrado rey era
el hijo legítimo de Alarico, Amalarico; pero éste era menor de edad, por lo que la regencia la debería asumir su
abuelo materno, el rey ostrogodo Teodorico el Grande.

Bajo el reinado de Gesaleico, los visigodos perdieron Narbona, Arlés y Marsella, entre otras ciudades, debiendo
establecerse finalmente la corte en Barcelona. Pero todas las derrotas supusieron una gran impopularidad en
contra del nuevo rey, tachado de “cobarde y cruel”. Mientras tanto, el rey Teodorico seguía insistiendo en el
derecho de su nieto, hasta que en 510 envía al duque de Ibbas, quien derrota a Gesaleico en combate cerca de
Barcelona. Éste logra escapar y se refugia en el reino vándalo establecido en el norte de África. Al año siguiente
regresó a Hispania tratando de recuperar el trono, pero en un nuevo enfrentamiento contra el duque de Ibbas
es derrotado, capturado y luego ejecutado.

Continuaron gobernando Amalarico y su abuelo como regente, hasta que éste murió cuando el rey tenía 15
años; se casó con una hija del rey Clodoveo, a quien intentó forzar a convertirse al arrianismo mediante la vio-
lencia y difamación. Esto provocó que los francos atacaran el reino, lo que llevó a su muerte en 531, desapare-
ciendo la línea del rey visigodo Teodorico I. El trono fue reclamado por un general enviado por Teodorico el
Grande, Teudis, quien gobernó hasta el 548. Su reinado se destaca por el traslado de la capital desde Barcelona
hasta Toledo, lo que marca este período de la historia de España, conocido como Reino Visigodo de Toledo.

Teudis tuvo que hacer frente a una nueva invasión franca desde el
norte, a quienes logró vencer; pero no tuvo el mismo éxito contra el
Imperio Bizantino6, que llegó al sur de la península luego de derrotar a
los vándalos del norte de África. Al ser asesinado Teudis en 548, Teudiselo
se encontró con la misma situación, que ni él, ni el que lo sucedería al ser ase-
sinado un año después, Agila I, pudieron resolver. Esta situación se avivó por
un gran desorden de poder que se produjo dentro del mismo reino, hasta que
Agila fue asesinado por sus partidarios, quienes elevaron al trono a Atanagildo en
555.

La situación territorial se mantuvo durante cerca de 75 años, sin que los sucesores de Atanagildo pudieran recu-
perar el sur de Hispania, convirtiéndose éste en los territorios más occidentales del emperador bizantino, Justi-
niano, que intentaba recuperar la unidad del antiguo Imperio Romano.

A la muerte de Atanagildo, se produjo un conflicto en la sucesión: había quienes apoyaban a Liuva, y otros su
hermano, Leovigildo. La solución fue repartirse el poder: mientras Liuva se encargaba de la defensa del norte,

6
Imperio Romano de Oriente.
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nuevamente amenazado por los francos, Leovigildo se encargó de gobernar Hispania. El acuerdo duró hasta la
muerte de Liuva en el 572: Leovigildo quedó como único rey. Éste se dedicó a la restauración del reino, comen-
zando en 570 con el ataque a la provincia de los bizantinos en el sur, conocida como Spania. Por el norte incur-
sionó en el Regnum Suevorum 7, firmando posteriormente la paz con ellos, y se enfrentó a los cántabros y vasco-
nes. Así, Leovigildo logró gobernar el Regnum Visingothorum que se extendía a lo largo de toda la península,
exceptuado a los suevos, la Provincia Spaniae y a los cántabros y vascos, a quienes los godos nunca lograron
someter.

Leovigildo se dedicó a fortalecer el poder y la figura del rey, imitando ciertas costumbres bizantinas: se vistió con
ropaje real, adoptó el ceremonial de la corte de Bizancio (terminando con el fácil acceso al rey que tenían los
nobles) y acuñando monedas con su busto y nombre. Intentó hacer hereditaria la sucesión al trono, asociando a
éste a sus hijos Hermenegildo y Recaredo. Esta medida, sin embargo, no tuvo todo el éxito esperado.

En 579, Hermenegildo se casó con la princesa franca Ingunda, de religión católica. Esta condición provocó malas
relaciones con la reina Goswinta, que era arriana. Por ello, el rey envió a su hijo a gobernar Sevilla, donde cono-
ce al obispo Leandro de Sevilla. Éste y su mujer lo convierten al catolicismo; a continuación Hermenegildo se
rebela contra su padre y se autoproclama rey, provocando una guerra civil. Tras ser derrotados sus hombres en
diversos puntos del reino, Hermenegildo fue capturado por las tropas de Leovigildo, y trasladado hacia Tarrago-
na, donde murió asesinado. Al morir por ser católico, la Iglesia lo consideró mártir, aunque los cronistas hispanos
hablan de él como un tirano. Siglos después, fue canonizado como San Hermenegildo.

Si bien Leovigildo aplicó una política anticatólica en su reinado, se afirma que sólo fue en respuesta a la persecu-
ción de los arrianos que ordenó Hermenegildo. Más aun, poco antes de morir, Leovigildo se convirtió al catoli-
cismo. A continuación accedió al trono su hijo, Recaredo, quien adoptó como madre a Goswinta, que no era su
madre biológica, debido al poder que tenía.

Desde el comienzo de su reinado, Recaredo mostró intenciones de convertirse al catolicismo; en 587 reunió un
sínodo de obispos arrianos en Toledo, donde se concluyó que era mejor convertirse al catolicismo, que intentar
que lo hiciera todo el pueblo hacia el arrianismo. Sin embargo, esta decisión encontró resistencia en diversas
ciudades que intentaron rebelarse. Para encontrar solución al problema, el rey convocó el III Concilio de Toledo,
que demuestra la vinculación que se había creado entre el poder real y el de la Iglesia; esto es de gran relevancia
social, religiosa y jurídica. Terminado el Concilio, Recaredo envía un documento al Papa, en que le anuncia su
conversión al catolicismo.

A continuación, tres reyes se sucedieron, hasta que Sisebuto inició nuevamente la lucha contra los bizantinos, y
será su sucesor Suintila quien logra expulsarlos para extender su reinado por todo el sur de la península.

7
Reino de los suevos.
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Sucedieron al trono Sisenado, Chintila, Tulga; Chidasvinto (como único rey entre 642 y 649) y su hijo Recesvinto
(rey único desde la muerte de su padre en 653); Wamba, Ervigio, Égica, Witiza, y finalmente
Rodrigo, conocido como el último rey de los visigodos, al haber sido derrota-
do en el año 711 por el general árabe Táriq ibn Ziyad 8 en la Batalla de Gua-
dalete.

Guadalete (711)

8
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