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Laura Cobos Marín

Alejandro Benítez Guzmán


Alexis Jiménez Uribe

BARRERAS FÍSICAS, BIOLÓGICAS Y QUÍMICAS RELACIONADAS CON LA


RESPUESTA INMUNE INNATA:

Los mecanismos de la respuesta inmune innata controlan efectivamente la mayoría


de los microorganismos patógenos y solamente aquellos capaces de traspasar y
evadir estas barreras podrán iniciar un proceso infeccioso. Para su estudio podemos
dividir a los mecanismos de la respuesta innata en barreras: físicas, biológicas,
moleculares y celulares (Cuadro 2).

Cuadro 2. Mecanismos de la respuesta Inmune Innata

Físicos y Piel, mucosas, inflamación*


fisiológicos

Biológicos microbiota normal

Moleculares Citocinas*, quimiocinas*, péptidos antimicrobianos, lisozima, proteínas


fijadoras de hierro, interferones tipo I*, complemento* e inflamación*

Celulares Fagocitosis* y citotoxicidad por NK*

*Estos temas se revisarán en lecturas posteriores

Barreras físicas y fisiológicas: los epitelios representan un primer mecanismo de


defensa sumamente eficiente para el control de infecciones debido a que poseen
una permeabilidad selectiva debido a las uniones intercelulares, presenta varias
capas de células que continuamente se recambian y secretan diversas sustancias
que controlan el crecimiento o la entrada de distintos microorganismos.
La piel está recubierta por pelo, plumas o lana que dificultan la llegada de
microorganismos; además, contiene un gran número de glándulas sebáceas que
producen ácidos grasos (como el caprílico, el araquidónico o la lanolina) que evitan
el crecimiento de hongos y bacterias, tiene un pH ácido y un grado muy bajo de
humedad. El sudor, además de su acción mecánica de barrido, posee altas
concentraciones de NaCl que interfiere con el crecimiento bacteriano. La estructura
de la piel presenta varias capas de células que continuamente se descaman;
además, la epidermis que es la capa más externa, está formada por queratina que
le confiere una estructura difícilmente penetrable por la mayoría de los
microorganismos, a menos que exista una lesión, picadura o mordedura que rompa
su integridad.
Las mucosas representan otra barrera que impide en forma muy efectiva la
colonización de microorganismos. Su principal componente, el moco, funciona como
aglutinante y contiene componentes químicos con propiedades bacteriostáticas o
bactericidas. Algunas mucosas como la del tracto respiratorio se encuentran
recubiertas por cilios, los cuales arrastran los microorganismos y los expulsan al
exterior. Los cambios de pH que existen en el tracto digestivo por la producción
secreciones, como la bilis, el jugo gástrico y las enzimas pancreáticas también
impiden el crecimiento de microorganismos.
Algunos mecanismos mecánicos como la tos, el estornudo, la diarrea, el vómito y la
propia micción son efectivos para el arrastre y desecho de agentes infecciosos o sus
toxinas.
Si la barrera epitelial logra ser traspasadas entrarán en acción una serie de
moléculas y células que además de actuar en forma directa sobre los agentes
extraños, desencadenan una serie de señales que permiten iniciar el proceso
inflamatorio, clave en la respuesta inmune.

Barreras biológicas: la mayoría de los epitelios expuestos se encuentran


colonizados por microorganismos no patógenos denominados en conjunto
microbiota (o comensales). Estos guardan una relación simbiótica con el
hospedero, ya que además de contribuir con funciones metabólicas (ej. síntesis de
cofactores), impiden la colonización de microorganismos patógenos por
competencia de nutrientes. Además, regulan la función del sistema inmune,
participando en la formación de órganos linfoides secundarios, entrenamiento del
sistema inmune y la inducción de tolerancia.

Barreras moleculares: existen una gran variedad de péptidos y proteínas cuya


función será actuar directamente sobre los microorganismos o bien activar cascadas
de señalización para potenciar la función del sistema inmune. Dentro de los primeros
encontramos a los péptidos antimicrobianos y a proteínas bactericidas o
bacteriostáticas.
Los péptidos antimicrobianos representan una de las formas más arcaicas de
defensa ante infecciones conservadas en la mayoría de los eucariotes
multicelulares, existen tres grupos principales de estos: 1) defensinas, 2)
catelicidinas e 3) histatinas.
Las defensinas son péptidos catiónicos de aproximadamente 30-40 residuos de
aminoácidos con puentes disulfuro que estabilizan una estructura anfipática, una
región cargada positivamente separada de una región hidrofóbica, su principal
función es insertarse en la membrana de bacterias u hongos para generar poros y
causar daño osmótico en estos. Existen 3 subfamilias de defensinas: alfa, beta y
theta, las cuáles se distinguen por la secuencia de residuos de aminoácidos que
contienen, generalmente se sintetizan como pro-péptido que será procesado por
proteasas para generar su forma activa.
Las catelicidinas a diferencia de las defensinas, carecen de puentes disulfuro,
además de ser producidas por epitelios, son constitutivamente producidas por
macrófagos y neutrófilos, de igual manera se producen como pro-péptidos y su
función además de generar poros en la membrana, es impedir la replicación del
DNA.
Las histatinas son producidas constitutivamente en la cavidad oral, son péptidos
catiónicos ricos en histidina y son importantes contra hongos como candida, además
de su efecto antimicrobiano, se han relacionadoLa con la reparación tisular.

La lisozima es otra proteína bactericida. Tiene actividad enzimática de glicosidasa o


muramidasa, ya que rompe el enlace glicosídico entre N acetilglucosamina y el ácido
N-acetilmurámico, componentes del peptidoglicano de las bacterias Gram +. Esta
proteína se encuentra en la mayoría de las secreciones.

Existen otras proteínas bacteriostáticas como la lactorferrina, transferrina,


lactoperoxidasa o la espermina funcionan secuestrando componentes esenciales
como el hierro para el crecimiento de los microorganismos.

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