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PERSPECTIVAS HISTORIOGRÁFICAS

APORTES A LA HISTORIA CRÍTRICA DE LA PSICOLOGÍA

Autores:

Eduardo Barisonzi

María Laura Beccani

Candela López

Director:

Psic. Eduardo Barisonzi

Profesor titular a cargo

Cátedra: Historia de la Psicología

INSTITUTO UNIVERSITARIO ITALIANO DE ROSARIO

(IUNIR)

ROSARIO

2015

1
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 3
LA IDEA DE CIENCIA
La ciencia antigua .................................................................................................... 4
La ciencia moderna.................................................................................................. 6
El Positivismo.......................................................................................................... 7

LA IDA DE HISTORIA

La historia tradicional .............................................................................................. 9


La nueva historia ..................................................................................................... 11

LA DIMENSIÓN HISTÓRICO-SOCIAL DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

La epistemología moderna y otra mirada sobre la ciencia ...................................... 14


Obstáculo epistemológico y abstracción como derrotero del espíritu
científico. ................................................................................................................................. 15
Análisis arqueológico y episteme ............................................................................................ 16
Paradigmas y revoluciones científicas. El progreso de la ciencia. ........................................... 20
Estructuras epistemológicas .................................................................................................... 22
Epistemología de la complejidad .............................................................................. 23
Ciencia e Historia .................................................................................................... 23
El historiador de las ciencias ................................................................................... 26
PSICOLOGÍA E HISTORIA
Un poco de historia ............................................................................................... 28
Historiografía de la psicología .............................................................................. 30
Historia celebrante e historia crítica ...................................................................... 32
Sentido débil y sentido fuerte de la historia crítica........................................................ 32
La Historia celebratoria y la construcción del mito de origen ................................................. 33
Los orígenes de una nueva ciencia: la psicología desde la mirada de la
sociología positivista ............................................................................................................... 35
Una mirada desde la historia crítica de la psicología ..................................................... 38
Figura 1 ............................................................................................................... 46
Figura 2 ............................................................................................................... 47
Figura 3 ............................................................................................................... 48
Figura 4 ............................................................................................................... 49
Figura 5 ............................................................................................................... 50
Figura 6 ............................................................................................................... 51
Figura 7 ............................................................................................................... 52

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ........................................................................... 53

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PERSPECTIVAS HISTORIOGRÁFICAS

APORTES A LA HISTORIA CRÍTICA DE LA PSICOLOGÍA

“Escribir la historia de una disciplina


significa dejar sentado lo que la disciplina
es, y esto, en las Ciencias Sociales, es a
menudo altamente debatible”
John Burrow.

INTRODUCCIÓN

Actualmente, en el campo de la investigación historiográfica, se ha vuelto ineludible el


reconocimiento de la naturaleza histórico-social de todo conocimiento, inclusive aquel
cuyo carácter científico determina como objetivo, repetible de modo invariable y ajeno a
toda temporalidad.

En tiempos en que la autoridad del saber científico, estaba más allá de todo
cuestionamiento, la historia de la ciencia tenía poco que hacer, excepto dedicarse al
anticuarismo o a la celebración. Pero el surgimiento de cierto clima escéptico generó la
posibilidad de la pregunta por la dimensión histórica-social de la ciencia y con este
reconocimiento, la apertura de un nuevo espacio en el cuál, la historia podía contribuir
mediante su abordaje, a una ciencia ya no considerada como máxima fuente de
certidumbre, sino como un objeto de estudio como cualquier otro.

Realizar un recorrido sin fisuras por los diversos relatos históricos basados en el
estudio de determinado campo de saber constituiría una tarea inabordable, sobre todo si
consideramos que cada construcción discursiva es un producto histórico–social, pero
esencialmente resultado de un sujeto —histórico— En este sentido, como podría pensarse
en la clínica psicoanalítica, habría tantos discursos posibles como sujetos de la
enunciación.

Sin embargo, podemos trazar un recorrido por determinadas perspectivas


historiográficas que conforman diversos posicionamientos, llamados tradicionales, o bien
críticos.

La perspectiva tradicional historiográfica presenta la historia como un relato lineal,


homogéneo y caracterizado por una fuerte identidad sin fisuras. La misma se constituye

3
retrospectivamente, desde un pasado legitimo a un presente celebratorio. Mientras que los
enfoques históricos críticos irrumpen la linealidad tradicional y consideran que el devenir
de determinado campo de saber no puede omitir el análisis de su emergencia como un
proceso complejo de condiciones económicas, políticas, sociales y epistemológicas que
hicieron posible su acontecer en una cultura y en una época dada.

Robinson (1982), plantea que el historiador, ante la pregunta por la cientificidad de la


psicología, deberá ahondar en la historia de la ciencia, ya para buscar sus orígenes como
tal, o los motivos que han contribuido a crear dicha ilusión. Para establecer los criterios
que deben ser adoptados, el autor, considera que “(…) es preciso examinar dos amplias
ideas: la idea de la historia y la idea de la ciencia. ¿Qué tenemos en la mente cuando
consideramos la historia y qué queremos significar cuando nos referimos a la ciencia?” (p.
4).

En el presente trabajo, nos proponemos hacer un recorrido por estos “dos amplios
campos”: abordar las relaciones y tensiones entre la ciencia y la historia en general, y entre
la historia de la ciencia y la historiografía de la psicología en particular.

LA IDEA DE CIENCIA

La ciencia antigua

La ciencia actual, aquella que ha configurado tan profundamente la historia occidental,


tiene su origen en Grecia en torno al Siglo VI a.C., a partir de lo que Carpintero (1996),
señala como un triple fenómeno convergente: se conformará en torno a la pregunta por la
naturaleza, la cuál será abordada desde una actitud teórica, dando lugar a la razón (logos)
como un nuevo modo de configuración del pensamiento.

Es decir, surge determinada creencia en torno a la realidad, según la cuál los


fenómenos que integran el mundo de la experiencia no dependerán ya de las voluntades
personales de los dioses, sino que se busca la razón de los hechos en la “Physis”, en la
naturaleza misma de las cosas.

Asimismo, la aparición de “una actitud teórica” en el hombre, conforma un modo


contemplativo a partir del cual se procura no modificar los objetos, sino saber cómo son,
respetando las condiciones de objetividad de la realidad en la que se manifiestan. Este

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proceso posibilitará el descubrimiento de la razón, el cual constituye el tercer factor
correlacionado al surgimiento del pensamiento científico.

Podemos señalar que el hombre adquiere la convicción de que hay “una naturaleza” y
puede posicionarse ante ella con una actitud teórica, admitiendo cierta capacidad o facultad
—la razón (logos)— que le permitirá conocer la estructura objetiva de las cosas. El
surgimiento de este nuevo tipo de pensamiento, se conoce como el paso del mito al logos
y surge como resultado de una nueva actitud ante el universo.

El nacimiento de la razón, la ciencia y la filosofía occidental, pondrá en movimiento


una forma específica de racionalidad y de ciencia, que caracterizará al conocimiento
desarrollado en Egipto y Mesopotamia, como un saber práctico, sin demasiada
organización racional (Barisonzi, 2009).

Encontramos ya aquí, las primeras reflexiones filosófica respecto al conocimiento y la


pretensión de elaborar un conocimiento-juez de los otros conocimientos, característica
invariante a lo largo de la historia y que asumirá rasgos particulares en su devenir (Op.
Cit.). Al respecto y para este momento histórico, Díaz de Kóbila (1995) resalta esta doble
ruptura de la ciencia griega demostrativa con los saberes empíricos-técnicos y con los
saberes míticos-mágicos. Barisonzi (2009), refiere que:

Plantear la ruptura con los saberes preexistentes implica concebir la


historia del conocimiento no como un desarrollo unitario y continuo que
conduce al perfeccionamiento, sino como un proceso discontinuo que se
define contra los modelos de pensar establecidos. Creación de algo
nuevo pero que no responde exclusivamente a condiciones “internas” a
la razón, sino también a razones “externas” en que la razón también es
un producto históricamente determinado. (p. 198).

Inicialmente la ciencia será explicar el mundo mediante la razón humana, comprender


el universo despojándose de explicaciones míticas o saberes empíricos, pero la misma se
irá modificando con el transcurrir del tiempo. Carpintero (1996) señala que la aparición de
la física moderna marca dicho cambio y permite diferenciar una “ciencia antigua” frente a
una “ciencia moderna”.

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La ciencia moderna

Con el advenimiento de los siglos XV y XVI nos situamos en el primer período de los
tiempos modernos, el Renacimiento. Este período de renovación y nueva forma de
existencia se manifiesta esencialmente en el plano artístico, literario y de la vida inmediata;
pero la ciencia y la filosofía del siglo XVII representa la madurez de la Edad Moderna:
René Descartes (1596-1650), Francis Bacon (1561-1626), Galileo Galilei (1564-1642),
Johannes Kepler (1571-1630), Isaac Newton (1642-1727). La época critica y rechaza los
modos y el saber medieval, se los reemplaza en la vida activa y en las imágenes que el arte
elabora, pero no consigue llevar al plano del concepto la nueva intuición del mundo que se
agita. Época de transición, especie de preparación de la revolución científica del siglo
XVII que da origen a la ciencia moderna.

La modernidad sintió el problema fundamentalmente como cuestión del método de la


filosofía y de la ciencia. Su crítica al saber medieval la centran en el método de
conocimiento dominante en la Edad Media que consideran inútil e ineficaz. La nueva
época pretende proporcionar un método que supere los vicios de la metodología
escolástica, un método que permita ir a las cosas mismas, y de modo tal que cada individuo
pueda lograr el conocimiento por su propia cuenta y sin recurso a ninguna autoridad, como
no sea la que brota de la razón humana misma.

En esta crisis profunda de ruptura con la tradición cristiana existe una revalorización
del hombre concreto y una nueva actitud frente a la naturaleza. Hasta entonces la
cosmología vigente se había apoyado en el sistema aristotélico-ptolomeico, llamado
Almagesto en la Edad Media. El paso de un sistema geocéntrico y geoestático, a un
sistema heliocéntrico, ha sido considerado el punto de partida de la denominada revolución
científica, llevada a cabo, más de medio siglo después, por Galileo, Descartes, Kepler y
Newton, entre otros. Durante este período tiene lugar la aparición y constitución de la
denominada “ciencia moderna”, que se caracteriza sustancialmente por el interés centrado
en el conocimiento de la naturaleza, el recurso a las matemáticas como medio de
conocimiento y el uso de un método científico.

Con Galileo encontramos una profunda disyunción entre el mundo cualitativo, que se
ofrece a nuestros sentidos y el de la ciencia, ahora pensada como la matematización del
mismo: se concibe el mundo natural como un libro escrito en caracteres matemáticos. En
virtud del ideal matemático de la ciencia, lo real será para ella, por principio, aquello que
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se deja reducir a esquemas matemáticos, a esquemas cuantitativos, o sea, a fórmulas que
no contengan otra cosa que cantidades o magnitudes. La nueva física que surge entonces,
caracterizada a menudo como físico-matemática, hará declinar la física aristotélica y se
impondrá como modelo de ciencia.

El científico moderno renunciará a la búsqueda de esencias, quiere descubrir el orden


y sucesión con el que se presentan los fenómenos y las relaciones de dependencia que
median entre ellos (leyes). Tomando la física como modelo empleará símbolos
matemáticos frente a los fenómenos, construyendo hipótesis de la cuales se podrán inferir
determinados resultados, tendientes a la predicción, mediante el empleo de una técnica a
tal fin.

Siguiendo este modelo, las ciencias empíricas serán saberes conceptuales que se
ocupan del conocimiento de las leyes que rigen los cambios y las relaciones entre los
hechos de la experiencia. Precisamente por eso, su punto de partida se centrará en la
observación y el registro de los hechos concretos, teniendo como fin la formulación de una
hipótesis de carácter general que puedan verificarse o falsearse.

Esta nueva ciencia, con la física señalando el camino, consolidará su modelo con el
Positivismo, donde la experiencia es la única fuente de conocimiento. El método como
juez garantiza la cientificidad trazando una línea de demarcación entre ciencia y
metafísica. Propone un modo uniforme de razonar aplicable a todos los temas, cuyo
objetivo es la unidad metodológica de las ciencias (monismo metodológico): observar
hechos, establecer sus relaciones necesarias, realizar predicciones (Barisonzi, 2009).

El positivismo

El aporte de Augusto Comte entre 1830-1842 (quién retomará el pensamiento de


Francis Bacon) será decisivo en este nuevo modelo que adquiere el saber científico. Este
período refiere a la conformación del “positivismo”, movimiento que si bien se ha
transformado en el programa de su fundador, no estaba solo dirigido a organizar la
filosofía y a las ciencias, sino también a la sociedad, la moral y la religión, así lo señala
Gentile (2000) quién afirmará que Comte inicia una moderna sociología, pero a su vez
propone un nuevo orden religioso. La palabra “positiva” designará lo real, lo útil, la

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certeza, oponiéndose a todo aquello que se presente de modo “relativo”; considerándose
como “Ciencias positivas” aquellas que se presenten de modo sumiso a un método único.

Sostiene Comte (1982) que la humanidad y la sociedad (ley de la evolución intelectual


de la humanidad) han de pasar por la misma evolución que cada una de las ciencias y el
mismo entendimiento humano; toda ciencia (astronomía, física, química y biología), igual
que todo individuo y la especie humana pasa por tres estados, siendo el estado positivo o
real, el estado definitivo de positividad racional.

En el siglo XIX, la ciencia ha llegado a este estado positivo dejando atrás sus antiguas
pretensiones teológicas o metafísicas, la imaginación se subordina a la observación (única
base posible de los conocimientos verdaderamente accesibles) y el espíritu humano
renuncia a las indagaciones absolutas. La regla fundamental dice que toda proposición que
no es reducible a un hecho, no puede tener ningún sentido, por lo tanto, sustituir “en todo”,
la inaccesible determinación de las causas por la simple averiguación de las leyes, o sea las
relaciones constantes que existen entre los fenómenos observados. Pero la verdadera
ciencia, lejos de ser contemplativa y estar formada por simples observaciones, tiende a la
previsión racional: “De suerte que el verdadero espíritu positivo consiste, sobre todo, en
ver para prever, en estudiar lo que es para deducir lo que será, según el dogma general de
la invariabilidad de las leyes naturales”. (Comte, 1982, pp.115-116, destacado en el
original).

Para Comte, el único auténtico conocimiento es el saber científico, y la filosofía


también ha de ser científica siguiendo ciertas leyes, como ser la regla del fenomenismo (la
realidad se manifiesta en los fenómenos, no hay esencia oculta más allá de estos), la regla
del nominalismo (el saber abstracto no es saber de las cosas en sí o universales, sino de
meras cosas individuales generalizadas), y la regla de la unidad del método de la ciencia
(un único ámbito del saber reductible a la observación y la experiencia) (Op. Cit.).

Así como el estado positivo es la meta del desarrollo de la historia y de las ciencias, de
igual modo la comprensión de las cosas mediante leyes (sustitutiva de las causas) es la
meta final de la mente humana. Para llegar a este estado positivo de la mente humana es
necesaria una reorganización del conjunto de las ciencias, o una clasificación del saber
humano, con miras a una síntesis final positiva. La síntesis la otorga la Sociología, o Física
Social, que no sólo es la última de las ciencias y, por lo mismo su culminación, sino

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también la auténtica interpretación y la madurez de las ciencias, su filosofía positiva, la
ciencia de las ciencias (Martínez Riu y Cortés Morató, s/f). La Filosofía de las ciencias se
transforma en una religión de la humanidad.

Progreso continuo, acumulativo e infinito, un yo sin límites capaz de transformar la


naturaleza y la construcción de una física Social que se ajustara a las Ciencias Naturales:
Homologar los hechos naturales a los sociales, ateniéndose al objeto dado en la
experiencia y la unidad del método. El método, es el vínculo que permite a la Sociología
formar parte del programa de las ciencias de la época, una Física Social como proyecto
político: concepción de una sociedad posible de ser leída anticipadamente; a la vez que
regula, normaliza y predice la acción, también lo hace con los modos intelectuales de
pensar. El método positivo garantiza y legitima la ciencia, no es un “artificio” filosófico,
sino que es un producto “natural” de la “evolución natural”, siendo el hombre mismo
una criatura “natural”. La idea de progreso es despolitizada y reducida a un proceso natural
de cambios graduales independientes de la voluntad humana (Botta, 2009).

LA IDEA DE HISTORIA

La Historia tradicional

Marc Bloch (1949), sostiene que a fin del siglo XIX y principio del siglo XX, se vivió
con una imagen demasiado restringida, una imagen verdaderamente comteana de las
ciencias del mundo físico: “Extendiendo a las adquisiciones del espíritu este sistema,
consideraban que no puede haber conocimiento auténtico que no pueda desembocar en
certidumbres formuladas bajo el aspecto de leyes universales por medio de
demostraciones irrefutables” (p. 16-17). Esto aplicado a los estudios históricos dio lugar a
dos tendencias opuestas: Unos creyeron posible una ciencia de la evolución humana
conforme con ese ideal pan-científico, dejando fuera de ese conocimiento muchas
realidades humanas rebeldes al saber racional. Este residuo era lo que llamaban
desdeñosamente el acontecimiento. Otros investigadores, no logrando insertar la historia en
los marcos del legalismo físico, extrajeron de la experiencia, ante todo, una lección de
humildad desengañada. La historia más que un conocimiento científico, es una especie de

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juego estético. A estos historiadores se los ha llamado “historiadores historizantes”1,
pues parecen considerar la esencia de la historia en la propia negación de sus posibilidades.

Para Edward Carr (1961), el Siglo XIX fue una gran época para los hechos. Los
positivistas, ansiosos por su defensa de la historia como ciencia, contribuyeron a este culto
de los hechos que ya en el cuarto decenio del siglo, Ranke (citado en Carr, 1961) había
asignado como tarea del historiador: “(…) sólo mostrar lo que realmente aconteció” (p.
11). Este fetichismo de los hechos se complementa con un fetichismo de los documentos.

Si bien desde la época de Herodoto, la historia se escribió en una variedad de géneros


(crónica monástica, la memoria política, el tratado sobre las antigüedades, etc.), la forma
dominante fue durante mucho tiempo la narración de sucesos políticos y militares. A
mediados del siglo XVIII, esta forma predominante ve surgir un nuevo género: numerosos
escritores comenzaron a ocuparse de lo que llamaban “Historia de la sociedad”, una
historia que no se limitaba a tratar la guerra y la política, sino que incluía las leyes y el
comercio, la moral, las costumbres, etc. (Burke, 1999).

Esta nueva historia sociocultural va a ser marginada por Leopold von Ranke y sus
discípulos, este nuevo paradigma socavó la “nueva historia” del siglo XVIII. La
importancia que otorgaba Ranke a las fuentes contenidas en los archivos hizo que los
historiadores que trabajaban en historia social y cultural parecieran poco profesionales. La
historia no política quedó excluida de la nueva disciplina académica (Op. Cit.).

Según este paradigma tradicional de la escuela rankeana, la historia es entendida como


historia política y diplomática, en particular historia nacional. Con una mirada desde arriba
y centrada en las grandes hazañas de los grandes hombres, la historia es una narración de
acontecimientos basados en documentos, especialmente oficiales y conservados en
archivos (Tenti, 2011). La historia es objetiva, por lo tanto la tarea del historiador es
ofrecer al lector los hechos “como ocurrieron realmente”. Hay una realidad histórica ya
hecha que se entrega espontáneamente al historiador, cuya tarea es recopilar datos y
sumirse pasivamente ante los hechos. Febvre (1999), sostiene que hay que desterrar este
realismo ingenuo que supone la posibilidad de conocer los hechos mismos (Cf. p. 11).

1
Un histotrizador historizante es un hombre que, trabajando sobre hechos particulares establecidos por él
mismo, se propone ligar estos hechos entre sí, coordinarlos, y después analizar los cambios políticos, sociales
y morales que los textos nos revelan en un momento determinado (Febvre, 1999).

10
En las dos últimas décadas del siglo XIX, de Alemania, surge el primer desafío a la
doctrina de la primacía y la autonomía de los hechos en la historia, Dilthey2 es uno de los
filósofos que dio pelea. Ya en el siglo XX, Croce (citado en Carr, 1961), declaro que toda
la historia es “historia contemporánea”, queriendo significar que “(…) la historia consiste
esencialmente en ver el pasado por los ojos del presente y a la luz de los problemas de
ahora, y que la tarea primordial del historiador no es recoger datos sino valorar” (p. 28).
Porque si el historiador no valora, ¿cómo puede saber lo que merece ser recogido? No
todos los datos del pasado son hechos históricos, la selección del historiador puede hacer
que un hecho del pasado sea un hecho histórico. Para L. Febvre (1999), esa es la función
social de la historia: “(…) organizar el pasado en función del presente”.

La nueva historia

La nouvelle historie, es la obra de un grupo de estudiosos vinculados con la revista


Annales, fundada en 1929. En el centro del grupo están Lucien Febvre, Marc Bloch,
Fernand Braudel, Georges Duby y Jaques Le Goff, llamados por algunos “escuela de
Annales”.

La publicación promovía un nuevo género de historia que Bruke (1999) resume de la


siguiente manera:

En primer lugar la sustitución de la tradicional narración de los


acontecimientos por una historia analítica orientada por un problema.
En segundo lugar, se propicia la historia de toda la gama de las
actividades humanas en lugar de una historia primordialmente política.
En tercer lugar —a fin de alcanzar los dos primeros objetivos— la
colaboración con otras disciplina, con la geografía, la sociología, la
psicología, la economía, la lingüística, la antropología social, etc. (p.11-
12).

2
El proyecto de “fundación de las Ciencias Espirituales” formulado por Dilthey (1945) estaba basado en que
los estados de conciencia (tema de conocimiento psicológico), continúan tomando formas expresivas que a su
vez son representadas por instituciones sociales y culturales, “y enfatizaba que es la tarea de la Historia
investigar las “conexiones” entre la conciencia y sus manifestaciones en un plano social y cultural”
(Massimi, 1996, p. 2).

11
Le Goff (s/f), comenta que cuando Lucien Febvre y Marc Bloch lanzaron en 1929 la
revista “Annales de historia económico y social”, las motivaciones eran de varios órdenes.
Por un lado, una lucha contra la historia política, que era una historia-relato y una historia
de acontecimientos, “(…) teatro de apariencias que escondía el verdadero juego de la
historia, que se desarrolla entre bastidores y entre las estructuras ocultas adonde hay que
ir para descubrirlo, analizarlo y explicarlo” (p. 2). Por otro lado, una crítica de la noción
de hecho histórico “No hay realidad histórica ya hecha que se entregue espontáneamente
al historiador” (p. 2). Como todo hombre de ciencia, éste debe hacer su opción, lo que no
significa “(…) ni arbitraria ni simple recopilación, sino construcción científica del
documento cuyo análisis debe permitir la reconstrucción y explicación del pasado”
(Bloch, citado en Le Goff, s/f, p. 2).

Ampliando lo expresado por Febvre (1999) en el apartado anterior (Cf. p. 9), respecto
al realismo ingenuo, el autor escribe: “Hay que desterrar de una vez para siempre el
ingenuo realismo de Rank imaginándose que podría conocer los hechos mismos “como
han ocurrido”. Tanto la “realidad histórica” como la realidad física se perciben a través
de las formas de nuestro espíritu” (p. 89). Para el autor, todo hecho científico es
“inventado” y no simplemente dado al “sabio”. La observación es una construcción y por
lo tanto la objeción que se hace al historiador de que no tiene derecho a elegir los hechos,
también corresponde para el científico en cualquier disciplina, elige siempre. Una teoría, es
una construcción del espíritu destinada a proporcionar una explicación de los hechos: “En
este sentido, la teoría es la expresión misma de la ciencia (…), cuyo objeto último no es el
descubrimiento de leyes, sino la comprensión de los fenómenos” (p. 90). Frente a la
inmensa y confusa realidad, el historiador se ve obligado a señalar el punto particular de
aplicación de sus útiles; en consecuencia a hacer en ella una elección (Bloch, 1949).
“Cuando no se sabe lo que se busca tampoco se sabe lo que se encuentra” (Febvre, 1999,
p. 90).

Para Le Goff (s/f), la nueva historia no se restringe solamente a los textos, sino que ha
ensanchado el campo del documento histórico: escritos de todas clases, documentos orales,
documentos con figuras, productos de excavaciones arqueológicas, etc. La nueva historia
rechaza “el ídolo de los orígenes”3, la explicación de lo más próximo por lo más lejano. La

3
Al respecto de esta obsesión de los orígenes, Bloch (1949) se pregunta si por orígenes debemos entender
simplemente “los principios”, o por el contrario “las causas”. Prosigue que, lamentablemente se toma a los
orígenes como un comienzo que basta para explicar; esto que en un análisis religioso podría llegar a tener su

12
larga duración, es una de sus ideas más fecundas, porque “La historia avanza más o menos
rápida, pero las fuerzas profundas de la historia sólo actúan y se dejan prender en el
tiempo largo. Un sistema económico y social sólo cambia lentamente” (p. 4). La larga
duración, a partir del concepto de modo de producción, había sido propuesta por Marx,
pero el autor sugiere otra medida de la historia: las costumbres o las mentalidades
(distinguir períodos según las técnicas, las formas energéticas, actitudes frente al trabajo,
etc.). La historia a corto plazo, es incapaz de captar y explicar las permanencias y los
cambios, lo que cambia lentamente y que la nueva historia llama estructuras.

El marxismo es una teoría de la larga duración, como referimos en el párrafo anterior,


y Le Goff (s/f) reconoce en Marx, uno de los maestros de una nueva historia, problemática,
interdisciplinar, anclada en la larga duración y de intención global. Si bien el autor se aleja
de las nociones de infraestructura y superestructura planteadas por Marx, reconoce en la
noción de estructura la tendencia fundamental de la nueva historia, pero se aleja de la
primacía de lo económico para explicar la historia, a favor de las mentalidades; como así
también, el autor es crítico a la idea marxista de una historia lineal que se desarrolla según
un modelo único de evolución, mientras la nueva historia insiste en las diferencias de las
expresiones históricas y la necesidad de una multiplicidad de enfoques.

Dijimos anteriormente que la nueva historia ha ampliado el campo del documento


histórico, pero también destaca Le Goff (s/f), hay una nueva concepción del documento. El
documento no es inocente, lo producen —consciente o inconscientemente— las sociedades
del pasado, tanto para imponer una imagen del pasado como para decir la “verdad”. Hay
que desestructurar el documento para descubrir sus condiciones de producción: “¿Quién
tenía en una sociedad del pasado la producción de los testigos que, voluntaria o
involuntariamente, se han convertido en los documentos de la historia?” (p. 9). El autor
propone investigar a partir de la noción de documentos monumento propuesta por Michel
Foucault4, y destaca que la historia se asienta tanto sobre los llenos que han sobrevivido,
como sobre los vacios, por lo tanto hay también que delimitar y explicar, las lagunas y los
silencios de la historia.

razón de ser (en el Cristianismo, sus dogmas primordiales descansan sobre acontecimientos), se extendió a
distintos campos de investigación donde se confunde una filiación con una explicación.
4
“En nuestros días, la historia es lo que transforma los documentos en monumentos (…) Hubo un tiempo en
que la arqueología, como disciplina de los monumentos mudos (…) tendía a la historia (…), en nuestros
días, la historia tiende a la arqueología, a la descripción intrínseca del monumento” (Foucault, 2010, p. 17,
destacado en original).

13
LA DIMENSIÓN HISTÓRICA-SOCIAL DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

La epistemología moderna y otra mirada sobre la ciencia.

A comienzos del siglo XX se elaboran en Francia ciertas categorías fundamentales de


la epistemología moderna que se orienta hacia una racionalidad ampliada e histórica.
Siguiendo el texto de Díaz (2010), podemos destacar como principales representantes de
esta nueva mirada sobre la ciencia a Gaston Bachelard, Georges Canguilhem, Michel
Foucault, Thomas Kuhn y Alexander Koyré. Más allá de las diferencias teóricas que puede
haber entre ellos, coinciden en la concepción de fractura que niega el concepto de
continuidad racional del conocimiento, característica ésta, propia de la epistemología de la
concepción heredada que piensa el desarrollo de la ciencia como un proceso acumulativo o
progresivo en el que existe continuidad.
G. Bachelard, aporta la noción de obstáculo epistemológico: el mecanismo de
asimilación preconceptual de los objetos es un serio obstáculo para la producción del
conocimiento científico. A partir de esta noción, M. Foucault, ha elaborado su idea de
rupturas epistemológicas: la noción de episteme alude a las condiciones históricas que
posibilitan los modos de acceso al conocimiento de una época determinada. T. Kuhn
propondrá la idea de paradigmas y revoluciones científicas, entendiendo que en la
ciencia hay períodos de ciencia normal (acumulativa) y ciencia revolucionaria (salto
cualitativo), llevando esta última a un cambio de paradigma. A. Koyré, ha contribuido a
desarrollar las ideas de estructuras epistemológicas y de paradigma, que luego tuvieron
resonancia en Kuhn (Op. Cit.).

Todos estos desarrollos, teniendo en común, como anteriormente dijimos, la noción de


fractura en la producción del conocimiento científico, introdujeron la noción de historia en
el núcleo duro de la ciencia. Díaz (2010), lo expresa así:

La idea bachelardiana de corte epistemológico, así como la de


revoluciones científicas de Kuhn (1990) y su afirmación de que las
teorías no triunfan por su alto nivel de verdad o porque son mejores que
otras sino porque “tienen más fuerza”, introducen la noción de historia
en el núcleo duro de la ciencia y en la epistemología. De este modo se
desdibujan los rígidos límites entre: contexto de descubrimiento (historia
externa de la ciencia), y contexto de justificación (historia interna de la
ciencia). (p. 47-48, destacado en el original).

14
Considerando que las ideas de los autores anteriormente citados son gestoras de esta
epistemología moderna, estimamos que un desarrollo más profundo de sus aportes,
permitirá ahondar en esta nueva mirada sobre la ciencia y poner así de relieve la dimensión
histórica-social del conocimiento científico.

Obstáculo epistemológico y abstracción como derrotero del espíritu científico.

Gastón Bachelard (1884-1962), concibe el conocimiento como una relación dialéctica


entre razón y experiencia. La realidad no es la experiencia, de la misma forma que no hay
“conocimiento inmediato” y “no hay nada dado; todo es construido”. La ciencia no es
experiencia, sino experiencia instruida por la razón. La labor constructiva del pensamiento
consiste, en buena medida, en la superación de los obstáculos epistemológicos,
entendiéndolos como todo aquello que, en el espíritu o la razón humana, impide la
construcción racional del objeto: opiniones, prejuicios, meras percepciones sensibles del
objeto, el juzgar por las apariencias, o lo inmediato y no reflexivo.

Conocer supone rupturas o discontinuidades. En el plano del conocimiento, ruptura y


discontinuidad con lo inmediato y lo que es de sentido común. En el plano de la historia
de la ciencia, el progreso no es por acumulación de continuidades; sino por acumulación
de negaciones o de críticas sucesivas sobre aquello que, en un principio, se ha tomado
como punto de partida. Se conoce contra un conocimiento anterior. La “verdad” es un
punto de llegada, pero nunca es saber definitivo de algo; conocer es ir eliminando errores
progresivamente menores.

En La formación del espíritu científico, Bachelard (1995) escribe que la ciencia no se


conforma ya con el cómo fenomenológico: ella busca el porqué, y se pregunta, “¿por qué
no fijar la abstracción como el derrotero normal y fecundo del espíritu científico?”.
Propone distintas etapas de pensamiento científico, así tenemos primero un estado
concreto, luego un estado concreto abstracto, y por último un estado abstracto inherente al
pensamiento contemporáneo y que corresponde al nuevo espíritu científico:

(…) fijaríamos exactamente la era del nuevo espíritu científico en 1905,


en el momento en que la Relatividad einsteniana deforma conceptos
primordiales que se creían fijados para siempre. A partir de esta fecha,

15
la razón multiplica sus objeciones, disocia y reconfigura las nociones
fundamentales y ensaya las abstracciones más audaces. (p. 9, destacado
en el original).

Por estado abstracto, se refiere al que “(…) el espíritu emprende informaciones


voluntariamente substraídas a la intuición del espacio real, voluntariamente desligadas de
la experiencia inmediata y hasta polemizando abiertamente con la realidad básica,
siempre impura, siembre informe” (Op. Cit, p. 11).

En cuanto al progreso de la ciencia, cuando se investigan las condiciones psicológicas


del mismo, el autor afirma que se llega a la convicción de que hay que plantear el problema
del conocimiento científico en términos de obstáculos. Pero, no se trata de considerar los
obstáculos externos (complejidad de los fenómenos), ni la debilidad de los sentidos; sino
que es en el acto mismo de conocer, donde aparecen los entorpecimientos y las
confusiones. Las cusas del error, de esta resistencia del pensamiento, deben buscarse en la
propia subjetividad, por lo tanto, discernir los obstáculos epistemológicos es contribuir a
fundar los rudimentos de un psicoanálisis de la razón.

Análisis arqueológico y episteme.

Michel Fucault (1926-1984), en las primeras páginas de La arqueología del saber,


destaca los aportes de dos coterráneos a la Historia de las Ciencias, a partir de sus
postulaciones respecto a las interrupciones en las continuidades del pensamiento; al tiempo
que permiten vislumbrar la ascendencia o posibles influencias en la “noción paradójica” de
discontinuidad. Actos y umbrales epistemológicos, descriptos por G. Bachelard:

(…) suspenden el cúmulo indefinido de los conocimientos (…) los


escinden de su origen empírico y de sus motivaciones iniciales; (…)
prescriben así al análisis histórico, no ya la investigación de los
comienzos silenciosos, no ya el remontarse sin término hacia los
primeros precursores, sino el señalamiento de un tipo nuevo de
racionalidad y de sus efectos múltiples (Foucault, 2010, p. 13).

16
El otro pensamiento corresponde a G. Canguilhem, a quien el autor sucediera en el
Collège de France y según sus palabras pronunciadas en la lección inaugural el 2 de
diciembre de 1970, a él le debe

(…) haber comprendido que la historia de la ciencia no está prendida


forzosamente en la alternativa: crónica de los descubrimientos, o
descripciones de las ideas y opiniones que bordean la ciencia por el lado
de su génesis indecisa o por el lado de sus caídas exteriores; sino que se
podía, se debía, hacer la historia de la ciencia como un conjunto a la vez
coherente y transformable de modelos teóricos e instrumentos
conceptuales (Foucault, 1992, p. 24).

Los desplazamientos y transformaciones de los conceptos, propuestos por G.


Canguilhem, muestran que la historia de un concepto no es la depuración progresiva “(…)
de su racionalidad sin cesar creciente, de su gradiente de abstracción, sino la de sus
diversos campos de constitución y validez, la de sus reglas sucesivas de uso, de los medios
teóricos múltiples donde su elaboración se ha realizado y acabado” (Foucault, 2010, p.
13).

El método de análisis arqueológico, propuesto por Foucault, al partir de la crítica de


los grandes temas de la historia de las ideas (unidad, continuidad, totalidad, origen) y al
tratar los documentos como restos arqueológicos (monumentos)5, focaliza en la detección
de reglas de formación de los discursos y de sus discontinuidades, posibilitando así, la
descripción del espacio de dispersión de los saberes. Analizar los hechos de discurso en el
elemento general del archivo es considerarlos, no como documentos (de una significación
oculta, o de una regla de construcción), sino como monumentos; es hacer algo así como
una arqueología. La arqueología es un método descriptivo que pone de manifiesto la
discontinuidad (instrumento y objeto de investigación)6 como elemento de análisis,
discontinuidad celosamente custodiada/ocultada por la actividad sintética del sujeto
(Foucault, 2010).

5 “En nuestros días, la historia es lo que transforma los documentos en monumentos (…) Hubo un tiempo
en que la arqueología, como disciplina de los monumentos mudos (…) tendía a la historia (…), en nuestros
días, la historia tiende a la arqueología, a la descripción intrínseca del monumento” (Foucault, 2010, p. 17,
destacado en original).
6 “La de discontinuidad es una noción paradójica, ya que es a la vez instrumento y objeto de investigación”
(Op. Cit., p. 19)

17
Las formaciones discursivas son grupos de enunciados, los cuales se dejan ver en su
dispersión de acontecimiento cuando se rompe la unidad promovida por “(…) esas síntesis
fabricadas, esos agrupamientos que admiten de ordinario antes de todo examen (…)”
(Foucault, 2010, p. 34), siguiendo los rastros que pudieran dejar una serie de
acontecimientos continuos. Hay que liberarse de nociones que diversifican el tema de la
continuidad: tradición, influencias, desarrollo y evolución, mentalidad y espíritu;
inquietarse también ante esos cortes o agrupamientos a los cuales nos hemos
acostumbrado: “Con mayor razón cuando se trata de analizar conjuntos de enunciados
que, en la época de su formulación, estaban distribuidos, repartidos y caracterizados de
una manera totalmente distinta” (p. 35); pero, sobre todo, las unidades que hay que
mantener en suspenso son las que se imponen de la manera más inmediata: las del libro y
la obra. Lo que aquí se muestra lejos de toda unidad, es la dispersión, y por lo tanto es
tarea de la arqueología no reconstruir cadenas de inferencia o establecer tablas de
diferencia, sino, describir sistemas de dispersión; volver sobre los cuatro elementos
(objeto, carácter constante de la enunciación, conceptos, e identidades temáticas) para
descubrir las reglas de su formación. En el caso que se pudiera describir en tal sistema de
dispersión una regularidad, “(…) se dirá, por convención, que se trata de una formación
discursiva (Op. Cit., p. 55; destacado en original) y, “Se llamarán reglas de formación las
condiciones a que están sometidos los elementos de esa repartición (objetos, modalidad de
enunciación, conceptos, elecciones temáticas)” (Op. Cit., p. 55; el destacado es nuestro).

En síntesis, una formación discursiva será individualizada si se puede definir el


sistema de formación de las diferentes estrategias que en ella se despliegan, si se
puede mostrar cómo derivan todas ellas de un mismo juego de relaciones. Las
formaciones discursivas son complejas y la aparición de los enunciados depende del
complicado entretejido de las sucesivas reglas de formación de los objetos, de las
modalidades enunciativas, de la formación de conceptos y de la formación de estrategias.

Tomar la arqueología como método de investigación, implica privilegiar el discurso y


el análisis de la materialidad discursiva, el modo de existencia de los acontecimientos
discursivos en una cultura: describir las condiciones que rigen, en un momento dado y en
una sociedad determinada, la aparición de los enunciados, su conservación, la manera en
que se los agrupa, los principios según los cuales circulan, la impronta en prácticas o
conductas, si son reprimidos, olvidados o destruidos.

18
Rotos así los alambrados de la ciencia, liberada la historia del pensamiento de su
sujeción trascendental, se abre el dominio inmenso de todos los enunciados efectivos en su
dispersión de acontecimientos y en su neutralidad, operando un descentramiento que no
privilegia ningún centro; en síntesis, se trataría de poner de manifiesto el discurso
(conjunto de enunciados que dependen de un mismo sistema de formación) en su sistema
de institucionalización, describir sus reglas de formación.

Sacar a luz este sistema de diferencias y dispersiones que rige una formación
discursiva, mostrar con qué reglas puede formar grupos de objetos, conjuntos de
enunciados, juegos de conceptos, series de elecciones teóricas, es lo que Foucault llama
positividad. A estos elementos así formados, que no constituyen una ciencia pero que le
son indispensables a su constitución, los llamará saber. Existen saberes que son
independientes de las ciencias, pero no existe saber sin una práctica discursiva definida; y
toda práctica discursiva puede definirse por el saber que forma. La episteme, es el
conjunto de relaciones que pueden unir, en una época determinada, las prácticas
discursivas que dan lugar a unas ciencias, a unas figuras epistemológicas, unas
positividades; y permite aprehender el juego de las compulsiones y de las limitaciones que,
en un momento dado, se imponen al discurso. La episteme es lo que, en una positividad
de las prácticas discursivas, hace posible la existencia de las figuras epistemológicas y
de las ciencias, pero “Lo que la arqueología trata de describir no es la ciencia en su
estructura específica, sino el dominio, muy diferente, del saber.” (Op. Cit., p. 254).

Como síntesis de alguna de las nociones más salientes del pensamiento foucaultiano,
voy a utilizar un párrafo que la Dra. Esther Díaz de Kóbila (2008) escribe en “Doce
lecciones de epistemología”:

La “arqueología del saber” es el descubrimiento de las “epistemes”, o


conjunto de relaciones entre “prácticas discursivas” comunes a las
diversas ciencias que constituyen los modos de lenguaje propio de una
época, el “a priori histórico” de donde nace la manera de expresarse de
una época. El análisis de estas epistemes –propias para cada una de las
distintas épocas: Renacimiento, edad clásica y edad moderna– hace salir
a luz las leyes inconscientes de lo que el hombre dice de sí mismo. Tal es
el camino para investigar dominios del saber –psiquiatría, psicología,
pedagogía, etc.– y lo específico de sus formaciones discursivas. Pero la

19
historia arqueológica no sostiene la independencia soberana y solitaria
del discurso, no tiene como finalidad sacar a luz grandes continuidades
culturales, o aislar mecanismos de causalidad. Ella pone de manifiesto
las relaciones entre las formaciones discursivas y unos dominios no
discursivos: institucionales, acontecimientos políticos, prácticas y
procesos económicos, que forman parte de sus condiciones de
emergencia, de inserción y funcionamiento. (p. 74).

Paradigmas y revoluciones científicas. El progreso de la ciencia.

Para Thomas S. Kuhn (1922-1996), la ciencia no es meramente un sistema teórico de


enunciados que se desarrollan en la mente de los individuos que se dedican a ella, sino que
es una actividad que lleva a cabo una comunidad de científicos, en una época determinada
de la historia y en condiciones sociales concretas. El desarrollo histórico de la ciencia
supone la existencia de un “paradigma”, al cual define como un conjunto de creencias,
valores y técnicas compartidos por una comunidad científica; es también una realización
modélica de la actividad científica, explicada en libros de texto científicos, conferencias o
trabajos de laboratorio. Las condiciones necesarias del paradigma son que la comunidad
científica lo comparta; y que sea capaz de asimilar anomalías, propiedad de la que proviene
el desarrollo acumulativo de la ciencia. El paradigma supone un acontecimiento científico
de envergadura, un gran descubrimiento, una teoría científica bien fundada, etc., que pueda
servir como fundamento de investigaciones sucesivas. El cambio de paradigma permite
diferenciar un período de ciencia normal y un período de ciencia revolucionaria.

La ciencia normal es la que desarrolla una comunidad científica durante el período de


tiempo en que investiga bajo un paradigma, o modelo de investigación, admitido por todos.
Este período supone el mantenimiento y el amparo de un paradigma. Esta investigación
científica bajo el amparo del paradigma científico se caracteriza por un desarrollo
científico acumulativo y pacífico, que no se altera hasta que hacen acto de presencia las
anomalías o problemas que la teoría paradigmática no es capaz de solucionar. Debido a
estas anomalías, se inicia un período de ruptura y crisis (ciencia revolucionaria), que lleva
a la constitución de nuevas teorías y, finalmente, a un nuevo paradigma. Es una época de
desarrollo científico de crecimiento rápido, y no acumulativo; supone una ruptura con el
desarrollo científico anterior, así como la sustitución de un paradigma por otro y la

20
incompatibilidad subsiguiente entre paradigmas (incomensurabilidad). Así como la ciencia
normal supone el mantenimiento y el amparo de un paradigma, la ciencia revolucionaria
supone la existencia de una revolución científica que lleva a una nueva forma de visión del
mundo. La ciencia progresa a través de revoluciones.

En La estructura de las revoluciones científicas, Khun (1971) se pregunta ¿por qué


debe progresar continuamente la ciencia, cuando el arte, la filosofía, no lo hacen? ¿Por qué
el progreso es una condición casi exclusivamente de la ciencia? Durante el período anterior
al paradigma, cuando hay múltiples escuelas en competencia, las pruebas de progreso,
excepto en el interior de las escuelas, son difíciles de encontrar, lo que hace ver que sólo
durante los períodos de ciencia normal el progreso parece ser evidente y estar asegurado;
pero el progreso es también un acompañante universal de las revoluciones científicas.
Ahora bien, quizá el progreso científico no es completamente lo que creíamos, dice el
autor, “(…) es posible que tengamos que renunciar a la noción explícita o implícita, de
que los cambios de paradigma llevan a los científicos, y a aquellos que de tales aprenden,
cada vez más cerca de la verdad” (p. 262). Estamos acostumbrados a considerar a la
ciencia como la empresa que se acerca cada vez más a alguna meta establecida de
antemano por la naturaleza, pero el progreso debe ser entendido como “una evolución
desde” y no como “una evolución hacia”; sustituir la-evolución-hacia-lo-que-deseamos-
conocer por la-evolución-a-partir-de-lo-que-conocemos. Esta evolución es entendida al
modo darwiniano de selección natural (no teleológica): “El proceso descrito como la
resolución de las revoluciones (…), constituye, dentro de la comunidad científica, la
selección, a través de la pugna, del mejor camino para la práctica de la ciencia futura” (p.
265). Los nuevos paradigmas no son mejores o más aproximados a la verdad que los
anteriores; en todo caso, se presentan como más efectivos.

Estructuras epistemológicas

Alexandre Koyré (1892-1964), es considerado el padre de los historiadores de la


ciencia, y su concepción de historia de la ciencia se cruza con M. Bloch y L. Febvre de la
“escuela de Annales”, ejercerá además, una gran influencia en el pensamiento de T. Kuhn.
Koyré (1994), señala que desde la interpretación positivista, se caracteriza a la ciencia
moderna como experimental, empirista y fenomenista. Para los historiadores y filósofos
positivistas, que argumentan por la autonomía de la ciencia, este aspecto legalista y

21
fenomenista (leyes sobre lo observable) es la esencia de la ciencia moderna y la oponen a
la ciencia realista de la Edad Media y Antigüedad. La renuncia de las causas en beneficio
de las leyes sacó a la ciencia de esa esterilidad producto de la influencia negativa de la
filosofía, la ciencia se rebeló contra la tiranía de la pretendida Reina de las Ciencias
(Regina Scientiarum) y su progreso coincidió justamente con su liberación progresiva y su
establecimiento sobre la base firme de la experiencia.

Para Koyré (1994), la historia muestra que el pensamiento científico nunca ha estado
enteramente separado del pensamiento filosófico, las grandes revoluciones científicas
siempre han sido determinadas por conmociones o cambios de concepciones filosóficas. El
pensamiento científico —las ciencias físicas— no se desarrolla in vacuo, sino que la
presencia de un ambiente y un marco filosófico es una condición indispensable de la
existencia misma de la ciencia. El nacimiento de la ciencia moderna es concomitante de
una transformación de la actitud filosófica, una inversión del valor atribuido al
conocimiento intelectual comparado con la experiencia sensible.

Durante los siglos XVI y XVII el pensamiento humano (europeo) sufrió una profunda
revolución espiritual que transformó no sólo el contenido sino los patrones mismos de
nuestro pensamiento (“estructuras epistemológicas”). Los cambios estructurales entre la
vieja y la nueva visión del mundo se podrían reducir a dos acciones fundamentales: la
destrucción del cosmos y la geometrización del espacio (Koyré, 1979). Hay que ubicar los
acontecimientos en el medio intelectual y espiritual (Zeitgeist) en que fueron producidos, e
interpretarlos en función de las costumbres mentales de los autores y costumbres de la
época.

Para Koyré, el pensamiento científico es una parte inseparable del sistema global de
representaciones de una época y, la Revolución científica —discontinuidad entre la ciencia
medioeval y moderna— no fue provocada por descubrimientos empíricos sino por una
mutación metafísica, de raíz platónica, que predicaba que el mundo era de esencia
geométrica y podía describirse en esos términos.

Epistemología de la complejidad

Edgar Morin, si bien no pertenece al grupo que Díaz (2010) cita como principales
representantes de la nueva epistemología a principios del siglo XX (Cf. p. 13), sus ideas,

22
más cercanas en el tiempo, aportan a esta “nueva mirada sobre la ciencia”; coincidiendo
con ella y privilegiando algunos conceptos —de autores que previamente hemos visto—
los hace “jugar” en lo que propone como “epistemología de la complejidad”. Morin
(2006), tomará la noción de paradigma de Kuhn de la segunda edición (donde adquiere un
sentido socializado y se convierte en “el conjunto de creencias, valores reconocidos y
técnicos que son comunes a los miembros de un grupo dado”), y lo pondrá en relación con
la noción de episteme de Foucault: “Lo que define las condiciones de posibilidades de un
saber”. Por lo cual, Como Foucault hiciera con episteme, dice “utilizaré el término de
paradigma no sólo para el saber científico, sino también para cualquier conocimiento,
cualquier pensamiento, cualquier sistema noológico” (p. 218).

Ciencia e Historia

Helio Carpintero (1996), sostendrá que los hechos a los que la ciencia se referirá son
considerados por la misma como hechos “actuales”; podrán repetirse y ser examinados una
y otra vez, motivo por el cual el conocimiento científico será en apariencia ajeno a todo
carácter histórico.

“Se suele considerar como histórico algo que está referido esencialmente a
un tiempo determinado, que ocurrió una vez y no puede volver a darse. En
consecuencia se opondrían la ciencia y la historia, al ser la primera un
saber de lo repetible, mientras que la segunda sería una descripción de lo
irrepetible” (Carpintero, 1996, p. 22).

En este sentido, K. Hübnert (citado en Danziger, 1993) sostiene que la mayoría de los
objetos con los que ha tratado la ciencia en el curso de su historia —objetos que
ostensiblemente parecen ser los mismos— en verdad comparten solo cierto aire familiar y
cuando investigamos un objeto científico, tanto en el presente como en su existencia
pasada, no estamos hablando necesariamente de la misma cosa.

Asimismo, Carpintero (1996) destacará que la Ciencia es Histórica, al menos en tres


sentidos: 1) Toda ciencia implica progreso de conocimiento al menos en relación a un
objeto, la ciencia con el transcurso del tiempo se enriquece por adición; 2) sustituye

23
explicaciones por otras, transformándose incluso de raíz la imagen que se posee de un
campo; y 3) en ella el pasado, condensado en formas de usos mentales, interpretaciones e
intereses entre otros aspectos que existen socialmente en la actualidad, determinan las
posibilidades rigurosamente científicas.

Si analizamos el carácter histórico señalado en el tercer sentido, es importante señalar,


como plantea el autor, que la elección de una construcción científica en lugar de otra no es
producto de una pura selección mecánica; así como las teorías no están completamente
determinadas por los datos puros, sino que entran en juego ciertos valores epistémicos que
están más allá de los datos mismos. De este modo, las observaciones están desde el inicio
influidas por determinadas líneas teóricas, valores, expectativas y cosmovisiones que sin
lugar a dudas moldearán el proceso de construcción del conocimiento científico.

Es relevante considerar el aporte que realiza Marc Angenot (2010) en relación a la


construcción del conocimiento, analizando “la producción social del sentido” y
considerando a todo discurso como hecho social; lo cual implicaría la existencia de
sistemas genéricos, repertorios tópicos, reglas de encadenamiento de enunciados que, en
una sociedad dada organizan lo decible —lo narrable y lo opinable— conformando todo lo
que en una coyuntura particular puede pensarse y escribirse.

En este sentido Angenot (2010) destaca que “todo discurso es ideológico”, por lo
cual, historizar los discursos, comprender dentro de qué límites se piensa y escribe en una
sociedad determinada, no solo es posible, también resulta un paso insoslayable (Cf. p. 15-
19, Análisis arqueológico y episteme).

Carpintero (1996) sostiene que en los últimos años, la condición histórica de la


ciencia, como la de todo lo que hace el hombre, se ha vuelto cada vez más notoria y este
movimiento se ha producido a partir de la incuestionable evidencia de la naturaleza social
del conocimiento. De este modo, las presiones sociales, la importancia de determinadas
aplicaciones para el poder político, la industria, o bien grupos sociales, interfieren y
condiciona su marcha. Tanto interna como externa, la ciencia es una realidad histórica.

Kurt Danziger (1993) también afirmará que los conceptos y métodos “objetivos”
empleados por el saber científico no pueden prescindir de carácter histórico, en tanto son
“productos” que cambian en el curso de la historia misma y que existen dentro de un
determinado marco y contexto más amplio. Asimismo, es importante destacar que si estos

24
objetos son productos históricos–sociales, lo son esencialmente como resultado de un
sujeto que los enuncia.

María Fernanda Fignoni (2012), se refiere a la “sujeción a las palabras” y sostiene


que estas no dicen sin sujeto, no existen las palabras por una parte y sujetos por otro.
Propone que “(…) las palabras son dichas por un sujeto y que, queriendo decir algo,
cuando dicen lo hacen a través de y por un sujeto; por lo que no hay palabras sin sujeto ni
sujeto sin palabras” (p. 30).

La autora analiza diversos modos de entender la relación del hombre con el mundo y
el lenguaje, uno de los cuales postula una posible relación directa y trasparente entre
lenguaje–mundo. Aquella concepción podría corresponderse con la concepción del
discurso científico según la cual, existe un mundo y el sujeto accede a él por medio de la
palabra en tanto ésta no representa al mundo sino que dice lo que es, fundada en una
supuesta “objetividad” donde regirá la lógica de lo verdadero–falso. Y agrega:

(…) el sujeto puede ubicarse ingenuamente creyendo que la significación es


posible, ilusionarse con que los sentidos —que solo funcionan
transitoriamente— son eternos y pensarlos como verdades cristalinas (…)
más aún, que no solo hay equivalencia lingüística sino que también hay
equivalencia subjetiva en la medida que cada sujeto está unificado y sin
fisuras (…) Pero hay quienes pueden soportar una dosis de incertidumbre y
asumir que el lenguaje que media entre las palabras y las cosas dice pero
por representaciones, desdibujando y que el mundo que es dicho es pura
figurabilidad (…) O quizás más radicalmente que no hay un mundo ni la
verdad y que solo hay versiones de versiones y que en definitiva el lenguaje
no dice al mundo (porque no existe como tal) sino que construye versiones.
(pp. 35-36).

El historiador de las ciencias

Kurt Danziger (1993) analiza el rol del historiador de la ciencia, señalando que al
abordar dicha tarea, uno se encuentra con una confrontación insoslayable del historiador
respecto al científico en actividad. Quizás, tanto los científicos como los historiadores
luchen por la verdad, pero en terrenos diferente.

25
La historia no es el terreno en el que los especialistas de las ciencias
naturales buscan la verdad; más bien, por el contrario, creen que no
puede encontrarse allí, sino en el laboratorio. Desde su punto de vista, la
historia, en el mejor de los casos, arribará a verdades obsoletas que ya
han sido superadas. (p. 3).

El autor sostiene que para quienes adoptan esta posición, la historia puede tener cuanto
mucho un rol decorativo, sin impacto alguno en las prácticas científicas vigentes y su lugar
en la vida de la disciplina no está en el área de la investigación o de la producción de
conocimiento, sino en el área de las relaciones públicas.

Muy por el contrario, es el papel que juega la historia en las ciencias sociales, la cual
es estudiada por gente vinculada con la disciplina y no con la historia. La historiografía,
como en el modelo de la economía, tiende a mostrar las discontinuidades históricas y a
destacar las alternativas conceptuales y lejos de tener un rol decorativo, como en las
ciencias naturales, los estudios históricos tiene relevancia contemporánea y promueven a
un diálogo constante con la disciplina. “Escribir la historia de una disciplina significa
dejar sentado lo que la disciplina es, y esto, en las Ciencias Sociales, es a menudo
altamente debatible” (John Burrow, citado en Smith, 1997, p. 11).

Danziger (1993), destaca que aquel historiador profesional de la ciencia, con una base
institucional por fuera de la disciplina abordada, no estará limitado por las restricciones
disciplinares y contará con sus propio criterios sobre lo que es históricamente significativo,
siendo estos posiblemente muy discordantes respecto con los que cuenta el científico en
actividad. Y cita a Paul Forman quién ha formulado de manera muy aguda la división que
separa al científico del historiador de la ciencia, planteando dos tipos de juicios, por
oposición al “historiador celebrante”, el “historiador crítico” comprende que el
conocimiento se construye socialmente, mientras que el otro toma la ciencia como
referente primario, acepta la autoridad moral de la comunidad científica e historiza
celebrando dicha autoridad. Los historiadores críticos se rehúsan a hacer eso y es por
ello que moralmente se ubican a sí mismos fuera de los límites de la comunidad
disciplinar.

Sin embargo este tipo de posicionamientos que hicieron posible la construcción de


lecturas de carácter más bien crítico respecto a la historia de las ciencias, tuvieron

26
lugar a partir de la Segunda Guerra Mundial, con un clima mucho más escéptico
respecto al período de positivismo rampante, en el cuál los historiadores de la ciencia y
los científicos en actividad compartían la misma fe en el progreso acumulativo y la
objetividad no problemática de la ciencia, considerado por el autor como una actitud algo
ingenua.

La autoridad supramundana de la ciencia estaba más allá de todo


cuestionamiento, y en este marco, la historia de la ciencia tenía poco que hacer, excepto
dedicarse al anticuarismo o a la celebración, pero a partir del escepticismo y el
reconocimiento de la ciencia como una empresa social, Danziger (1993) plantea la apertura
de un nuevo espacio, en el cuál la historia podía contribuir mediante estudios de una
ciencia ya no considerada como máxima fuente de certidumbre, sino como un objeto de
estudio como cualquier otro.

Al respecto, son muy ilustrativas las palabras de Bloch (1949), quien sostiene que hay
una nueva atmósfera mental. La mecánica einsteniana, la teoría de los quanta, han alterado
profundamente la idea que se tenía de ciencia. En muchos puntos, lo cierto fue sustituido
por lo infinitamente probable y lo rigurosamente mensurable por la noción de eterna
relatividad de la medida. Así un conocimiento puede pretender el nombre de científico
aunque no sea capaz de realizar demostraciones; y la certidumbre y el universalismo han
pasado a ser una cuestión de grados. No sentimos ya la obligación de tratar de imponer a
todos los objetos del saber un modelo intelectual uniforme, tomado de las ciencias de
naturaleza físicas, pues en las propias ciencias físicas ese modelo ya no se aplica por
completo.

Esta nueva atmósfera mental dibuja un nuevo contexto en el campo de las ciencias y
abre nuevos horizontes para las ciencias sociales en general y para la historia de la ciencia
en particular: “Aún no sabemos muy bien qué serán un día las ciencias del hombre.
Sabemos que para ser —obedeciendo siempre, por supuesto, a las leyes fundamentales de
la razón— no tendrán necesidad de renunciar a su originalidad ni de avergonzarse de
ello” (Bloch, 1949, p. 19).

PSICOLOGIA E HISTORIA

Un poco de historia.

27
Massimi (1996), comenta que cuando Dilthey hiszo la distinción entre las Ciencias
Naturales y del dominio de las Ciencias Espirituales, la especificidad de esltas últimas las
definió como la “estructura histórica del mundo humano”, “estableciendo así las premisas
para el diálogo y colaboración entre Historia y Psicología que han afectado
profundamente los enfoques ligados al movimiento de la Nueva Historia” (p. 2).

Kurt Danziger, en la entrevista realizada por Dagfal, Klappenbach & Keegan (1997)
en Montreal durante el mes de agosto de 1996, comenta que la gente en general se interesa
por la historia cuando atraviesa períodos históricos de cambio social, porque la historia está
ahí mismo. En los países más desarrollados, que son relativamente estables y de una
tremenda inercia cultural, no se aprecia la importancia de la historia. En el terreno del
saber “Cuando un campo está en un estado caótico, cuando un campo está cerca de un
“cambio de paradigma kuhniano (…) entonces aparece un interés en la historia. Mientras
parece estar desarrollándose un período de ciencia normal (…) la historia se deja de
lado” (p. 219). En lo que compete a la Psicología, Danziger va decir que hubo un período
en la historia de la psicología norteamericana en que aparecieron varios libros sobre
historia de la disciplina, uno de ello y tal vez el más conocido es La historia de la
psicología de Boring que apareció en 1929, momento en que el campo estaba en un estado
de cambio constante y en la búsqueda de alternativas, que llegó un año después con el
conductismo. Otro de los períodos, tuvo lugar alrededor de 1950, con la segunda edición
del libro de Boring; y en los años setenta el cambio hacia el cognitivismo y la intención de
presentar a Wundt como el primer cognitivista suscitó una renovada ola de interés que
también encontramos alrededor de 1980, pero: “En comparación con aquel momento,
mucho de este interés se ha evaporado, porque actualmente tenemos un período de ciencia
normal cognitivista, lo cual permite barrer muchos problemas debajo de la alfombra” (p.
221).

No obstante, Kurt Danziger (1993) destaca el crecimiento de la historia de la


Psicología como campo legítimo de saber y su aceptación gradual por parte de los
historiadores profesionales. Pero ya no se trata de una historia monolítica manejada desde
Washington (prácticamente única fuente de fondos para subsidiar estudios e
investigaciones), como sucedía en el pasado inmediato; sino que hoy tenemos que hablar
de una historia policéntrica (heterogeneidad, diversidad, conflicto).

28
Klappenbach (2002), comenta que hace treinta años que la historiografía de la
piscología ha consolidado la perspectiva crítica y dicha actitud crítica se ha acompañado de
una paulatina profesionalización de la disciplina, “(…) colocando a la historia de la
psicología en el dominio epistémico de la historia (Klappenbach, 2000)” (p. 5). En
relación a la temática que en párrafos anteriores Danziger considerara, el autor nos dice
que no podemos atribuir las causas de una mayor productividad, desarrollo e interés por la
historia de la psicología únicamente a la crisis disciplinaria “Al contrario, no podrían
desconocerse la incidencia de las políticas activas de las principales casas editoriales de
libros de texto destinados al uso de los Departamentos de Psicología en universidades de
los Estados Unidos, cuestión que ha señalado Danziger para el auge historiográfico de los
años treinta” (p. 5).

Hasta los años sesenta, en la historiografía de la psicología, la producción


historiográfica estuvo a cargo únicamente de psicólogos. A partir de dicha fecha, los
cambios se orientan principalmente hacia una mayor vinculación entre historia de la
psicología e historia, particularmente historia de las ciencias e historia de las ideas. El
impacto producido por la nueva filosofía de la ciencia, el interés en la historia de la
psicología por parte de historiadores profesionales y el camino marcado por la nueva
historia, hicieron que la renovada historiografía impactara en la naciente historia de la
psicología. (Klappenbach, 2002). “(…) el reconocimiento del carácter histórico de la
historia de la psicología, implicaba la incorporación de las metodologías y herramientas
propias del dominio histórico. Tal movimiento, entonces, alejaba la historia de la
psicología de la psicología, aproximándolo a la historia” (p. 6).

Historiografía de la psicología

Al reflexionar sobre el papel de la Historiografía en el campo de las ciencias sociales,


en particular de la Psicología, Helio Carpintero (1996) afirma que en los últimos años la
condición histórica de la ciencia, como de todo aquello que hace el hombre, se ha vuelto
cada vez más evidente para los investigadores y teóricos de la ciencia misma.

En este sentido, no se puede omitir la relevancia que adquieren los diversos abordajes
Historiográficos de la Psicología, en un campo de saber cuya dimensión histórica es
innegable.

29
“La materia de la psicología es tan vieja como la reflexión” dirá Robinson (1982),
quién afirma que el hombre, en cualquier período que se considere, no ha sido indiferente a
la validez de su conocimiento o a las causas de su comportamiento. Nuestros más lejanos
antecesores luchaban con los problemas de la organización social, la crianza de los niños,
la competencia, la autoridad, las diferencias individuales, la seguridad personal y resolver
estos problemas requerían una penetración (no importa lo inculta que fuera) en las
dimensiones psicológicas de la vida.

En este sentido, Danziger (1993), sostiene que si bien las ideas psicológicas habían
tenido existencia mucho antes del siglo presente; lo que ha cambiado es el contexto social
inmediato en el cual las mismas son desarrolladas. Antes del siglo actual, las ideas
psicológicas fueron producidas ampliamente entre filósofos, hombres de la medicina,
economistas, políticos, historiadores, artistas y otros. Lo que en la historia más reciente
resulta absolutamente novedoso es la aparición de grupos de especialistas realizando
reclamos, crecientemente exitosos, del monopolio de la verdad psicológica.

En el transcurrir del siglo XX la Psicología se configurará como ciencia en expansión,


en este contexto Carpintero (1996) se pregunta por los límites del cuerpo teórico de la
Psicología como disciplina y afirma que hay orientaciones teóricas y prácticas muy
diversas. La Psicología en la modernidad entra en distintos terrenos: el de la biología, la
fisiología o la bioquímica; por otro extremo enlazándose con la sociología, la antropología,
la lingüística, incluso actualmente muy relacionada con las ciencias de la computación. En
relación a esta apreciación, Hugo Vezzetti (s/f), refiere la permanente búsqueda de unidad
como ejercicio compensatorio al carácter heterogéneo en el campo de la Psicología. La
llamada “historia tradicional de la Psicología” apela a ciertos mitos familiares de
“origen” y construye una historia del tipo lineal, desde un pasado legítimo a un
presente celebrado. La obra de Boring (1978) “Historia de la Psicología experimental”
conforma un claro ejemplo de esta corriente.

Al respecto, Massimi (1996), plantea que si bajo la hegemonía positivista el modelo


natural llevo a la negación de la naturaleza histórica del tema de lo psíquico,

(…) la necesidad de conferir una identidad autónoma a la nueva Psicología basada en


una tradición científica, requería el uso de la Historia para realizar esta operación
epistemológica. Esto marcó el nacimiento de la “Historia de la Psicología”, al principio

30
casi como un instrumento accesorio y apologético de la joven y prometedora Ciencia del
fenómeno mental. (p. 3).

Sin embargo, Vezzetti (s/f) plantea que frente a una historia concebida como una
crónica de lo mismo, emerge una posición distinta del historiador que busca su autonomía
en la distancia que construye respecto de la función celebratoria y la confirmación de las
verdades establecidas. Asimismo el autor afirma que “no hay una historia de la psicología:
hay diversas psicologías y pluralidad de historias”.

Danziger (1993), desde una perspectiva crítica, considera que esta modalidad
historiográfica entiende que el conocimiento debe ser entendido como el resultado de un
proceso complejo de condiciones económicas, políticas, sociales y epistemológicas que
hicieron posible su devenir en una cultura y en una época dada.

En relación a los aportes de las perspectivas vigentes, Vezzetti (s/f) considera


relevante que la cuestión de la unidad ya no sea un requerimiento que debe ser cumplido
mediante una narrativa armonizadora y que la enseñanza de la historia en las currículas no
responde necesariamente a la trasmisión de un relato armado, sino como un amplio
horizonte para una investigación en marcha. Tratando que el alumno incorpore además de
información, algunas herramientas de análisis, y sobre todo cierta sensibilidad para los
problemas de la historia, reconociéndola como un saber capaz de iluminar cuestiones
presentes de la disciplina.

La relación entre la Historiografía de la Psicología, la Historiografía en General y la


Historiografía de las Ciencias, ofrece hoy, para la primera, una pluralidad de métodos,
opina Massimi (1996). Como lo señalan Hilard, Leary y Macguire (1991 citado en
Massimi, 1996), es tarea de los historiadores “(…) elegir los métodos más apropiados para
la investigación historiográfica par un tema dado, en período de tiempo dado, dentro de
un contexto determinado, en el área de investigación. A la inversa, el método no debe
imponer los temas de investigación.” (pp. 9-10).

Historia celebrante e historia crítica.

Sentido débil y sentido fuerte de la historia crítica

31
En el texto Hacia un marco conceptual para una historización crítica de la psicología,
Kurt Danziger (1984), plantea que ante la multiplicidad de significados que podría
atribuirse a la expresión historiografía crítica, podemos por lo menos distinguir entre dos
sentidos amplios, sentido débil y sentido fuerte. El primero, constituye un acuerdo
mínimo, en donde la actitud crítica se extienda no sólo a las autoridades y las fuentes
históricas tradicionales, sino también a los puntos de vista del historiador y a la disciplina
misma (esto significa que no se presupone que el desarrollo de la disciplina deba haber
sido necesariamente progresivo). En palabras de Harres (1980), “(…) el objetivo de una
historia crítica entraña un intento consciente de evitar dar por sentados los prejuicios
actuales y usarlos como parámetro ahistórico según el cual se debe juzgar el pasado”
(citado en Danziger, 1984, p. 3). El sentido fuerte implica compromisos teóricos que van
mucho más allá de ese nivel mínimo. En principio, la historia crítica diverge
fundamentalmente con el naturalismo ingenuo, para el cual la psicología simplemente
encuentra sus objetos en el mundo natural; por el contrario, un enfoque crítico considera
que el surgimiento histórico de los objetos psicológicos mismos, tanto los objetos
psicológicos (“sensaciones”, “comportamiento”, etc.), como los sujetos psicológicos
(“sujetos experimentales”, “clientes”), son el producto de una construcción humana. Desde
esta perspectiva, su historia es en último análisis la historia de su construcción. “En
consecuencia, los objetos de psicología históricamente constituidos deben analizarse en
relación con la actividad constructiva de la que son producto (…) actividades puramente
teórica que crean objetos conceptuales, actividades prácticas (…) y actividades
institucionales que definen objetos sociales como los terapeutas y los clientes” (p. 4).

Poner de manifiesto esta actividad constructiva abre a nuevas preguntas del material
histórico, preguntas que no hallaran respuestas si se las busca en acciones e intenciones
específicas de individuos históricos concretos; el historiador crítico profundiza más allá del
nivel de autorrepresentación de los actores individuales, en un nivel de análisis de la
estructura de las actividades que generan conocimiento. Esto quiere decir que la historia
crítica en sentido fuerte, tiene que concebir, de alguna manera, a los “sujetos colectivos”, ir
más allá del nivel de los sujetos individuales hasta hallar la formación general de la que el
individuo es un caso. Danziger (1984), así lo expresa:

De tiempo en tiempo se han propuesto diferentes concepciones de tales


formaciones generales, que abarcan desde “epistemes” deshumanizadas

32
hasta clases sociales y comunidades intelectuales. Un compromiso con la
historia crítica no permite, por sí mismo, elegir entre estas alternativas,
pero sí incluir esta elección en la agenda. Ciertamente, la historia crítica
en sentido fuerte supone reconocer que la actividad constructiva
intencional de los individuos implica una estructura de problemas que
existe en un nivel transindividual, y que debe analizarse en este nivel.
Sigue habiendo, no obstante, un grado considerable de libertad respecto
de la forma en que se efectúa este análisis. (p. 7).

El individuo es una estructura abierta, por lo tanto no es simplemente un conjunto de


categorías cognitivas, sino siempre una expresión de intereses sociales. La historia crítica
en sentido fuerte, implica rechazar la idea de “cognición pura” y reconocer el papel que
desempeñan los “intereses constituyentes de conocimiento”. Estos intereses, son expresión
de condiciones más generales de la actividad humana, pero también de condiciones más
específicas que caracterizan diversas situaciones en que operan los sujetos que producen
conocimiento. En la historia más reciente que puede tener relevancia para el historiador de
la psicología, los intereses sociales tienen que ver con la posición social de los productores
de conocimiento en la estructura social como un todo: relación productores con
competidores, con consumidores y con quien controlan los recursos materiales de los que
depende su trabajo. (Op. Cit.).

La Historia celebratoria y la construcción del mito de origen

Klappenbach (2006), es de la opinión de que no obstante el florecimiento del campo


de la especialización en la historia de la psicología, todavía encontramos obituarios,
homenajes e historias militantes que nos acercan al antiguo modelo de historia
celebratoria o legitimante o whig7. A partir de dos estudios empíricos, puede estimar que
mientras la historia de la psicología marcha por un camino, la psicología general,
expresada en textos de carácter introductorio, o la cultura psi, marcha por otro8. Este tipo

7
“Historia Whig” remite al término Wigh history, que según Dagfal, en la traducción del texto de Danziger
(1993), aclara que ha sido tomado por Herber Butterfield de la historia constitucional inglesa. “Con esta
expresión se refiere al enfoque de la ciencia que impone al pasado los patrones del presente, evaluando la
ciencia de antaño en relación a la actual” (p. 17).
8
Los estudios corresponden a Zehr (2000) y a Brock (1993), tratándose este último estudio, de la manera en
que ha impactado en libros de textos de historia de la psicología, la nueva interpretación sobre Wundt. Brock
advierte que los hallazgos más interesantes son desconocidos o desacreditados, llegando a la conclusión de

33
de apreciación histórica, que se distancia de los estudios de los historiadores profesionales
de la psicología, son definidas como tradiciones historiográficas. Si bien existen
numerosas tradiciones historiográficas, el autor se referirá solamente a dos, y según los
objetivos de la presente investigación, avanzaremos con una de ellas: la tradición
historiográfica anglosajona:

Esta tradición fue esbozada por Titchener (1921) en ocasión de la


necrológica publicada a la muerte de Wundt, pero adquirió carta de
ciudadanía a partir de la “Historia de la Psicología experimental” de
Boring, cuya primera edición data de 1929 y la segunda, ampliamente
difundida de 1950. (p. 4).

Por tradiciones historiográficas, se entienden las distintas reconstrucciones históricas


de disciplinas fuertemente sesgadas destinadas a justificar y legitimar posiciones actuales
recurriendo a la historia. El objetivo es tamizar el conocimiento de la historia de la
psicología como estrategia institucional, comprometida con las posiciones institucionales
dominantes en la psicología anglosajona. La tradición, enfatiza un acontecimiento
mítico originario junto a una figura mítica, al mismo tiempo que la utilización de un
único método, son los “causas” por los cuales surgió la psicología.

Una de las características centrales de las tradiciones historiográficas, es brindar


identidad a los miembros de un determinado grupo profesional o académico. Pero además,
hay otras características de las tradiciones historiográficas que comparten la lógica de la
tradición inventada propuesta por Hobsbawn (2002a citado en Klappenbach, 2006). Ellas
son: establecer cohesión social o coherencia al grupo; establecer o legitimar instituciones o
relaciones de autoridad; socializar, inculcar creencias, sistema de valores o
comportamientos; utilizar la historia como legitimadora de la acción y cimiento de la
cohesión del grupo; y por último, incorporar las conmemoraciones de figuras notables del
pasado. “En ese sentido, la “Historia de la psicología experimental” de Boring (1950)
puede leerse, y en efecto, así ha sido leída, como una gran conmemoración a la creación
del Primer Laboratorio de Psicología experimental en Leipzig” (Klappenbach, 2006,
p.10).

que las interpretaciones clásicas sobre Wundt ya han adquirido un valor mítico y los mitos resultan esenciales
a la función socializadora de los manuales de texto. (Klappenbach, 2006).

34
Boring, no tenía formación como historiador, al contrario estaba fuertemente
comprometido con las instituciones de la psicología (primer director del Departamento de
Psicología de la Universidad de Harvard y Presidente de la APA), además de ser el autor
de reconocidos libros de textos en la enseñanza de la psicología norteamericana. Uno de
los psicólogos más influyentes del período de entreguerras y con un fuerte compromiso
hacia la psicología norteamericana que impuso la tradición historiográfica anglosajona a
partir de su famosa obra Historia de la psicología experimental. En relación con la historia
de Boring, Kelly (1981 citado en Klappenbach, 2006) señala:

La historia de la psicología, como ha sido escrita típicamente, es historia


“whig”; es decir, constituye un relato de los éxitos y fracasos de la
psicología escrita por aquellos con marcados intereses, deliberadamente
reconocidos o no, en la exaltación de determinados éxitos y en la
prudente exhibición de determinados fracasos (…) Gran parte de la
historia de la psicología debe ser entendida en estos términos. Un
importante caso al respecto es gran parte el trabajo del más influyente
historiador de la psicología de este siglo, E. G. Boring. (Kelly, 1981, p.
229: la traducción es mía). (p. 14).

Los orígenes de una nueva ciencia: la psicología desde la mirada de la sociología


positivista

Ben-David & Collins (1966), hacen un análisis del crecimiento de la psicología


medido por la cantidad de publicaciones, descubrimientos o número de investigaciones. En
lugar de buscar en la estructura interna de los cambios intelectuales (ideas fértiles o no
fértiles), se concentraran en los mecanismos ambientales que determinan la selección de
las mutaciones, entre los cuales destacamos “(…) 3) tal crecimiento ocurre siempre y
cuando una persona se interesa por la nueva idea, no sólo por su contenido intelectual
sino también como medio potencial para establecer una identidad intelectual y
particularmente un nuevo rol profesional (…)” (p. 2., el destacado es nuestro). Utilizando
las publicaciones en psicología experimental y fisiológica, encuentran que la aceleración
comenzó hacia 1870, y hacia 1890 se alcanza el período de rápido crecimiento. El
desarrollo principal ocurre en Alemania, para continuar en el siglo XX en EE.UU., con un
crecimiento mucho más modesto en Inglaterra y Francia. Hacia 1880 la filosofía

35
especulativa (psicología filosófica) es desacreditada por los “nuevos psicólogos”,
consientes de la existencia de un nuevo campo distintivo para la psicología. Si bien
usualmente se asume que la emergencia de un nuevo grupo dedicado a una nueva
especialidad es efecto del crecimiento intelectual, los autores intentaran mostrar que la
identidad científica puede preceder y hacer posible el crecimiento en la producción
científica.

Primero, los autores, tratan de determinar las personas que se identificaron a sí mismos
como practicantes de una nueva ciencia que investiga fenómenos mentales por medio de
método empíricos como la experimentación, observación y medición. Además, son
necesarias otras condiciones para que exista tal nueva identidad, como ser que no debe
tener otra identidad científica claramente establecida, y debe ser parte de un grupo activo.
Conforme a estas premisas, son excluidos los filósofos especulativos y los científicos
naturalistas. A partir de una distinción operacional, establecen un linaje de tres categorías
en la nueva disciplina psicológica: precursores, fundadores y seguidores. Los precursores
(científicos diletantes) son excluidos porque no se consideraban psicólogos ni así eran
identificados, por lo tanto solamente los fundadores (no estudiaron con psicólogos pero
formaron a sus propios discípulos como psicólogos) y seguidores (discípulos), son
considerados psicólogos.

Analizando los cuadros donde se muestran los linajes entre fundadores y seguidores en
Alemania, Inglaterra, Francia y EE. UU. (Op. Cit., pp. 15-16), puede observarse como W.
Wundt aparece destacado en todos ellos en calidad de fundador e innovador. A partir de
este análisis, Ben-David & Collins (1966), concluyen que es en Alemania donde hay que
buscar las condiciones cruciales para la innovación de la psicología científica:

Las figuras 1-4 indican que sólo en Alemania se desarrolló una red
autónoma para la transmisión y recepción regular de las nuevas ideas.
Subsecuentemente, los EE.UU. y más tarde Gran Bretaña se acoplaron a
esa red, y los EE.UU. eventualmente se convirtió en su centro. Francia
solo se acopló parcialmente y no desarrolló una red propia. En ausencia
de tal red, las innovaciones permanecieron como eventos aislados; sólo
la existencia de redes puede convertirlas en un proceso acumulativo. (p.
6)

36
Siendo Alemania considerado como el único caso positivo (Francia e Inglaterra
ejemplos negativos), cabe preguntarse por qué una red efectiva para la comunicación de
nuevas ideas se desarrolló solamente allí. Para los autores, la respuesta es que las
condiciones para el establecimiento de una nueva variedad del rol profesional
comprometida con el nuevo campo, sólo existían en Alemania, y tiene que ver con lo que
llaman hibridación del rol. La mudanza de los académicos de un campo a otro puede
ocurrir cuando las oportunidades de éxito en una disciplina son pobres, frecuentemente
como resultado de la superpoblación en un campo en el cual el número de cargos es estable
(conflicto de rol). Pero, hablamos de hibridación de rol, cuando las posibilidades de
innovación (nuevo rol) ocurren en una disciplina de gran mudanza —Filosofía— desde una
disciplina de más alto status —fisiología— (hibridación del rol en la cual los métodos
fisiológicos pueden ser aplicados al material de la filosofía en su punto más adyacente, la
psicología).

En las universidades alemanas del siglo XIX, la fisiología era una ciencia altamente
productiva y en expansión, teniendo entre 1850 y 1870 su mayor período de productividad,
pero a partir de 1860 la filosofía ofrecía condiciones competitivas mucho más favorables
que la fisiología; primera condición para la aparición de la hibridación de rol. La segunda
condición se relaciona con el conflicto de prestigio que se entablo durante el siglo XIX en
Alemania, entre la filosofía y las ciencias naturales. Las pretensiones del Idealismo de
hacer de la filosofía una super-ciencia, fueron destrozadas por la rápida expansión de las
ciencias naturales a partir de 1830, lo que trajo aparejado un gran desprecio por la filosofía
especulativa, que se sostuvo hasta el final del siglo. (Op. Cit.).

Wundt comenzó su carrera como fisiólogo en 1857, al calor de la competencia por las
nuevas cátedras que estaban creándose en fisiología. Luego de no haber sido tenido en
cuenta para la cátedra de fisiología en Heidelberg, en 1871, hizo la transición a filosofía en
1874. En base a su Psicología Fisiológica (Universidad de Zurich), ganó una cátedra en
Leipzig en 1875. La mudanza de Wundt a la filosofía debió ser una aguda crisis de
identidad para él, que podía ser resuelta con la innovación de un nuevo método filosófico:

Usando los métodos empíricos de Fechner para estudiar la percepción,


Wundt propuso construir métodos metafísicos sobre una base sólida,
haciendo así de la filosofía una ciencia. Para conservar su estatus
científico, fue forzado no sólo a llevar a cabo una revolución filosófica

37
reemplazando la especulación lógica con la investigación empírica, sino
a advertir ampliamente el hecho de que llevaba a cabo una empresa
diferente a las de los filósofos tradicionales. (Op. Cit., p. 9).

Una mirada desde la historia crítica de la psicología

El trabajo de Ben-David & Collins (1966), sobre el análisis de los factores sociales
que contribuyeron al surgimiento de una nueva ciencia como la psicología, es interpretado
por Danziger (s/f), como una aproximación positivista que lleva a la conclusión
tradicional de que la psicología moderna comenzó en Alemania, y posteriormente
traslado su centro a los Estados Unidos. Los mecanismos ambientales que determinan la
selección de las mutaciones llevan a una “genealogía” donde Wundt es la figura central.

Danziger (s/f), considera que esta suposición de que la psicología que floreció en
EE.UU. alrededor de 1915 era la misma que apareció en Alemania en los años 1880, es
consecuencia de categorías explicativas ahistóricas, que piensan el desarrollo de la ciencia
como un progreso acumulativo, lineal y continuo: las normas que rigen la actividad
científica han sido siempre las mismas y han existido como ideas; lo que cambia son los
roles sociales y cuando las ideas científicas son tomadas por individuos que ocupan el rol
social de científico profesional, ellas llevan a una tradición en investigación continua y
acumulativa. Por lo tanto el nacimiento de una disciplina nueva, como la psicología,
depende de la invención de un nuevo rol, lo cual es llamado “hibridación del rol” (de
fisiólogo a filósofo, pero un nuevo tipo de filósofo, el psicólogo experimental). “En esta
consideración, el rol del psicólogo moderno es, en esencia, la invención de un individuo
singular, Wihelm Wundt, respecto a quien, la mayor parte de la generación siguiente de
psicólogos está relacionada, por medio de un complejo árbol “genealógico”, basado en el
“discipulado” (p. 4).

La motivación individual como motor del cambio histórico y la suposición de que


Wundt pasó a la filosofía para un progreso más fácil, esto último estimado desde un
cálculo de probabilidades y no establecido desde una investigación biográfica, son algunos
de los rasgos que Danziger (s/f) cuestiona. Además, Wundt resulta una figura inapropiada
para elegir como iniciador de la identidad profesional de psicólogo moderno, porque por
un lado, fue un fuerte opositor a la separación de la psicología de la filosofía, y por otro, el

38
trabajo experimental sistemático (parte de la definición del rol de psicólogo), era una parte
de su trabajo, y no la más importante para él. Fue la generación que sucedió a Wundt quien
concibió una identidad profesional (fines del siglo XIX y principios del siglo XX). Por su
carácter de advenedizos, tenían razones para tratar de brillar en el prestigio reflejado de
una figura establecida como Wundt. Ellos colocaron el fundamento, para aquello que, una
generación posterior, iba a transformar en un “mito de origen”. El sociólogo de la ciencia
positiva, a causa de su perspectiva básicamente ahistórica, se vuelve una víctima fácil de
las reconstrucciones históricas distorsionadas que las generaciones posteriores proyectan
hacia el pasado. Tratan la evidencia histórica como si fueran hechos objetivos, cuando
usualmente, consiste en reconstrucciones realizadas por partes altamente interesadas.
Más aun, a partir del linaje establecido, “(…) hace posible ocuparse del desarrollo
completo de la psicología moderna, a partir del supuesto acto de creación de Wundt, como
un proceso de desarrollo interno dentro de la disciplina, sin entender al rol crítico jugado
por factores extra disciplinarios” (p. 6, el destacado es nuestro).

Investigar los orígenes sociales de la psicología moderna desde una perspectiva crítica,
implica poner de relevancia estos factores externos, ya que resultan fundamentales para
cualquier consideración del contexto social de las ideas psicológicas. Sobre finales del
siglo XIX y principio del siglo XX se produce un cambio en el contexto social inmediato
donde las ideas psicológicas son desarrolladas e intercambiadas. La existencia de un nuevo
grupo profesional-académico de “psicólogos” que reclama el monopolio del conocimiento
psicológico validado (la verdad psicológica), influye decididamente sobre dichas ideas, de
ahí en mas, mediatizadas por la comunidad de especialistas. Son estos factores, más que el
uso del método experimental, lo que define la transición desde el largo pasado a su corta
historia9. La significación de las técnicas de experimentación (exentas en sí mismas de
mayor significación), deriva de la manera en que son usadas, por quien y para qué. Las
técnicas empíricas fueron aplicadas a problemas psicológicos (por filósofos, médicos,
naturalistas) muy extensamente en el siglo XIX; pero “(…) los cambios cruciales se dieron
cuando estas técnicas, fueron usadas para legitimar el reclamo del monopolio del
conocimiento psicológico verdadero, por parte de una comunidad de especialistas (…)”
(Op. Cit., p. 2).

9
Comenta Nikolas Rose (1996), que hay numerosos volúmenes que narran la historia de la Psicología,
diciendo que tiene un pasado extenso de una tradición ininterrumpida de especulación acerca del alma; pero,
una corta historia, que comienza con el abandono de la metafísica y la especulación, hecho que se produjo
con el despliegue del “método experimental” en el siglo XIX.

39
La psicología que surge en Alemania no es la misma psicología que se desarrolla en
los EEUU. Considerando el rol de los factores externos, el ámbito académico en que la
psicología se desarrolla tiene profunda diferencias entre ambos países; mientras que en
Alemania, la psicología tenía que tomar en consideración intereses muy bien atrincherados;
en EE.UU., la psicología centraba sus derechos en territorio virgen (ver figura 1). La
diferencia en el contexto social, determinó la naturaleza diferente de la nueva disciplina de
manera fundamental. Las distintas estructuras universitarias que se muestran en la figura 1,
determinan también distintos modos de legitimación. En Alemania, la nueva disciplina fue
reclamada por el establishment, pero opusieron fuerte resistencia a la separación de la
psicología de la filosofía (hermano mayor); y fue ante los “mandarines”, que la psicología
tuvo que legitimarse. En EE.UU. los psicólogos tuvieron que justificarse a sí mismos frente
a un tribunal muy diferente: hombres de negocios y políticos (ver figura 2).

Considerar el desarrollo de la piscología como un proceso de desarrollo interno


motorizado por las aspiraciones de estatus de un individuo (como lo piensan Ben-David &
Collins, 1966), es muy distinto a la propuesta de Danziger (s/f), para quien, el desarrollo de
una nueva especialidad involucra un cambio en la división del trabajo, de tal manera que la
producción de conocimiento se vuele prerrogativa de un grupo de identidad profesional
particular que debe legitimar sus actividades. Para legitimarse tiene que considerar los
grupos de poder establecidos para el control de la distribución de los recursos materiales,
de los cuales depende la producción de conocimiento.

Afirmar que el trabajo experimental en laboratorio, constituyo el suelo en común, es


otorgar una significación ritual a la experimentación; en Alemania, donde la psicología
experimental era sólo una parte de la psicología, el experimento estaba basado en la
introspección de un grupo de sujetos entrenados, en cambio, en EEUU, el experimento
consistía en la observación del movimiento de animales en ambientes artificiales, siendo la
psicología experimental la totalidad de la psicología10. Es un extravío, discutir una técnica
como la experimentación haciendo abstracción de los propósitos a los que ella pretende
servir. El interés intelectual de una disciplina define su rol y posición relativa con otras. En
el texto Hacia un marco conceptual para una historización crítica de la psicología,
Danziger (1984), así define los intereses intelectuales:
10
En Estructura social de la experimentación en psicología, Kurt Danziger (1990), hace un detallado análisis
de como la experimentación, guiada por distintos objetivos (interés intelectual), lleva, no sólo a distintos
programas de trabajo en Alemania, Inglaterra y Francia, sino también, a la distinción conceptual de la materia
sobre la cual habrá de ejecutarse dicho trabajo (ver figura 3).

40
Estos intereses implican la definición de los objetivos científicos que a la
vez expresan ciertos intereses sociales. Los productos cognitivos están
determinados, entre otras cosas, por los objetivos que se proponen sus
productores. Pero estos objetivos, o intereses intelectuales, son también
una expresión de los intereses involucrados por la situación social que
enfrentan los practicantes. Son objetivos que tienden a legitimar ciertas
clases de actividad en relación con los que controlan los recursos que
dichas actividades requieren”. (p.10).

El interés intelectual sirve tanto para legitimar las actividades de sus practicantes ante
los grupos significativos a los que se dirige; como hacia lo interior, establecer las normas
por las cuales resulta juzgado el trabajo de los practicantes. En Alemania, las técnicas de
experimentación son utilizadas para el análisis de los procesos mentales, siendo la
experiencia inmediata de conciencia su objeto de estudio; en EEUU, el objeto es la
conducta y la experimentación es usada para la predicción y control de la misma. J. B.
Watson en su obra de 1933, La psicología desde el punto de vista conductista, pone de
manifiesto el aspecto exteriormente dirigido del interés intelectual, ya que estableció a
la psicología “(…) como una ciencia administrativa, como una tecnología a ser manejada
por los gestores de la sociedad, con la finalidad de dirigir las acciones de aquellos a su
cargo, hacia los canales deseados.” Watson (1933 citado en Danziger, s/f, p. 12). Este
aspecto exteriormente dirigido del interés intelectual, que el autor destaca en Watson,
donde la psicología es entendida como una tecnología a ser manejada por los gestores de la
sociedad y la experiencia externa su foco de interés, podemos ponerlo en relación/tensión
con lo acontecido en Alemania, donde la psicología no es pensada como auxiliar de la
filosofía, y su interés se centra en la dimensión subjetiva, la experiencia interna (ver figura
4).

Watson considera a la psicología como una disciplina administrativa más que


humanística a partir del estatus relativo de la actividad externa y la experiencia subjetiva;
pero la relación de la psicología con las ciencias sociales, tiene un derrotero distinto en
Alemania, donde el rol asignado a la psicología social ocupa un lugar de preferencia (ver
figura 5). Los intereses intelectuales, no sólo definen los problemas de una disciplina, sino
que determinan la manera para resolverlos. Wundt consideraba imposible emplear el
método experimental en la investigación de los procesos psicológicos “superiores”, sin

41
embargo, en los Estados Unidos, donde no había la clase de filósofos “mandarines” 11 a ser
apaciguada, la veneración por el método experimental no conoció límites. La psicología
reclamo una posición superior entre las ciencias humanas, debido a la utilización del
método experimental. La psicología americana:

(…) considerándose a sí misma como la “ciencia maestra” (…) podía


permitirse ignorar los niveles históricos y culturales de la realidad. No
podía tolerar la existencia de un mundo social que obedeciera a sus
propias leyes, porque eso podía influir en la verdadera naturaleza de la
psicología individual. (Danziger, s/f, p. 13).

Mientras que en Alemania encontramos individuos activos en relación con su cultura,


en EEUU, la psicología social, devino del estudio de las respuestas al estímulo social de
los procesos de influencia social, concebidos unidireccionalmente. El individuo es, o bien,
el receptor final de estas influencias sociales, o el manipulador, siempre en una relación
“hallada” por él y no construida.

Los experimentos que involucran sujetos humanos, continúa Danziger (s/f), son
situaciones sociales, por lo tanto los conocimientos obtenidos están mediatizados por los
intereses intelectuales del psicólogo. Es a través de su efecto en la estructuración del
contexto de investigación, que los intereses intelectuales determinan la clase de
conocimiento que será válido para los practicantes de la disciplina. Existen diferencias
profundas en el contexto social de la investigación, establecidas por la psicología moderna
entendida como una disciplina filosófica y la psicología como una tecnología de
manipulación de la conducta. En Alemania, la experimentación se llevaba a cabo entre
científicos colaboradores que intercambiaban roles entre experimentador y sujeto, siendo el
“entrenamiento”12 del sujeto más importante que el del experimentador. En EE.UU., en

11
El historiador Fritz Ringer (1969 citado en Leahey, 2005) estableció un paralelismo entre los líderes
culturales de Alemania, los Bildungsbürger, y los Mandarines de la China de Confucio. Los Mandarines
eran una elite intelectual basada en una profunda formación en la cultura china. “Los mandarines valoraban
la formación académica en sí misma y se enorgullecían de trabajar sólo con la mente… menospreciando el
“trabajo manual” que también los Bildungsbürger despreciaban. Este énfasis de los Mandarines en la
formación académica frenó en China el desarrollo de la ciencia y la tecnología, igual que en Alemania frenó
el desarrollo de la psicología aplicada” (p. 214).
12
Danziger (1980), considera que el término “entrenamiento” es inapropiado y se ajustaría más la expresión
“observador experimentado”. Comenta que fue en el círculo de Titchener donde el énfasis en el “observador
entrenado” se convirtió en una cuestión de principio (para un saber completo sobre las sensaciones
elementales —de las que está compuesta toda experiencia compleja—, la percepción clara de los elementos
sensoriales podía ser alcanzada por aprendizaje —mente entrenada—). Por ello la exigencia fue expresada
en términos de entrenamiento, más que en la de simple experiencia del observador.

42
cambio, hay una diferenciación profunda de roles, donde el experimentador debía tener el
monopolio en entrenamiento e ilustración, y la fuente de datos, debía ser inexperta e
ingenua (ver figura 6).

La historia tradicional presenta las diferencias metodológicas que dividían a los


psicólogos de principio del siglo XX, como diferencias en torno al uso de la
“introspección”; esto para Danziger (s/f), es algo de mistificación,

(…) que tiene lugar en la socialización profesional del estudiante, pero


que no debería extraviar al erudito serio. Wundt argumentó contra el
introspeccionismo representado por el grupo de Wurzburg y Titchener,
tan vigorosa e incisivamente, como lo hizo contra el ahora olvidado
introspeccionismo del tercer cuarto de siglo pasado. (p. 15).

En La historia de la introspección revisada, Danziger (1980), advierte que Wundt


distingue entre “autoobservación” (Selbstbeobachtung) y “percepción interna” (innere
wahrnehmung). En inglés, Titchener y Boring no lo diferencian y aparecen ambos como
introspección. Para Wundt, la vieja psicología introspeccionista había tenido problemas a
causa de su identificación ingenua de la percepción de hechos subjetivos con su
observación —autoobservación— (coincidencia sujeto y objeto); y la percepción interna
también fracasa como método científico por ser casual y asistemática. Wundt piensa que
para una psicología científica será necesario manipular las condiciones de la percepción
interna de modo de aproximarlas a las condiciones de la percepción externa. Esta
manipulación se cumplía en el experimento psicológico (observador experimentado y
repetición del experimento). Pero los conductistas no podían tomarlo como aliado porque
existían concepciones diferentes sobre la naturaleza del experimento psicológico. Sin
embargo, para los autores de libros de textos, dice Danziger (s/f), tal diferencia es
amenazadora ante la pretensión de presentar a la psicología como ciencia natural y
justificar esa imagen, por la utilización del método experimental: “La suposición, crucial
aunque implícita, es que puede haber una sola metodología de la experimentación
científica. Si se revelara que la psicología moderna está marcada por diferencias
profundas sobre qué constituye experimentación válida, el argumento entero podría
perder plausibilidad” (p. 15, el destacado es nuestro).

43
Al respecto, Pierre Thuiller (1990), plantea que la ciencia, en contraste con el arte, la
religión y la filosofía, es considerada una actividad seria que gracias a procedimientos
eficaces nos conduce a certezas o verdades. Pero el problema, es cuando se glorifica con
exceso la certeza, la objetividad y neutralidad del método experimental. A pesar de los
trabajos hechos por muchos notables historiadores de la ciencia, siempre están en boga
numerosos “mitos”. “Mitos que presentan el “Método Experimental” como el único que
garantiza casi automáticamente el valor de los resultados obtenidos o, peor aún, que
hacen creer en la inmaculada concepción de las teorías…” (p. 3). Para P. Feyerabend
(citado en Thuiller, 1990), el Método ideal no tiene la transparencia ni la evidencia que se
concede. El Método no existe, todo puede valer. La “Racionalidad científica” no es la
única forma de racionalidad, hay a lo sumo una diferencia de grado entre conocimientos
científicos y conocimientos míticos. Para dominar y manipular la naturaleza en el estilo
activista tan caro a occidente, resulta bastante claro que la “ciencia experimental” sea en
principio un instrumento idóneo. Otros métodos pueden convenir a sociedades que se
hacen otra imagen del mundo. En Tratado contra el método, Feyerabend (1992), expresa
“(…) la idea de un método fijo, o la idea de una teoría fija de la racionalidad, descansa
sobre una concepción excesivamente ingenua del hombre y de su contorno social” (p. 12).

Geymonant (1970), plantea que la búsqueda de una garantía de cientificidad ha tenido


siempre a tender a rebasar la particular disciplina para enlazarla a algo superior, y que es
ilusorio buscar la garantía de la ciencia por encima de las ciencias mismas. La búsqueda de
un criterio “seguro” de cientificidad ha tenido dos aspectos: uno positivo, que introduce
orden y rigor en las investigaciones de una época (y suministra instrumentos de particular
importancia); otro negativo, que transforma la metodología hallada en un dogma infalible,
con exclusión de cualquier otro. Tenemos derecho a preferir un criterio de cientificidad a
otro, pero no a transformarlo en un dogma infalible, la historicidad de la ciencia, implica
también los criterios de cientificidad: “(…) las ciencias reciben su “cientificidad” no de un
imaginario fundamento metahistórico, sino de una garantía interna, seriamente atendible,
aunque sometida ella misma a continuas variaciones con el fluir de la historia” (p. 20).

La sociología positivista presupone que la naturaleza de la ciencia (conocimiento,


experimentación) es siempre la misma y vislumbra el cambio histórico en términos
cuantitativos, lo cual la hace víctima de los “mitos de origen” que las disciplinas
construyen:

44
Tales mitos, exageran el elemento de continuidad en el desarrollo de la
disciplina, y tergiversan aquellos aspectos del pasado, que ponen en
duda los intereses intelectuales predominantes en la disciplina. En el
caso de la psicología moderna, ellos adoptan la forma de datar su origen
en la fundación del laboratorio de Wundt, debido a que la
experimentación tiene el es status de un fetiche. Lo que la sociología
positivista trata como “datos” históricos, son en realidad,
reconstrucciones históricas de las generaciones posteriores. El rol que
se le asigna a Wundt, por ejemplo, fue creado en la historiografía
interna de la disciplina, altamente interesada, y tergiversa su significado
real. (Danziger, s/f, p. 16).

En este último apartado, desde una visión crítica de la historia de la psicología


tradicional, guiados principalmente por dos escritos de Danziger, Estructura social de la
experimentación en psicología y Los orígenes sociales de la psicología moderna, se ponen
de manifiesto las profundas diferencias entre la psicología que surgió en Alemania y la que
“floreció” en los Estados Unidos. Los factores externos, el contexto social y los intereses
intelectuales entre otros, han sido trabajados en el cuerpo del escrito, pero una visión
holística y resumida de los mismos, más allá que se repitan algunas apreciaciones,
consideramos que son de relevancia en función de los objetivos de la presente
investigación (ver figura 7).

45
Figura 1
Fuente: Danziger (s/f).
ÁMBITO ACADÉMICO
ALEMANIA EEUU
Nivel de profesionalización elevado de los Ausencia general de profesionalización en la
académicos alemanes. educación superior.
La psicología fue muy lenta en desarrollarse. Estaban proliferando los Departamentos de
psicología y existía un pequeño ejército de
La mayoría que investigaba en psicología tenían psicólogos profesionales, sin lazos con filosofía.
nombramiento en filosofía.
La psicología como disciplina autónoma es una
invención Norteamericana.
Los filósofos gozaban de gran prestigio, tenían Los filósofos profesionales eran escasos.
gran tradición y ocupaban posiciones académicas
de poder. La psicología era la disciplina mayor.
Escuelas médicas de gran prestigio en el mundo. Escuelas médicas lamentables, sin consolidación
profesional de la medicina.
La psicología tenía que tomar en consideración La psicología centraba sus derechos en
intereses muy bien atrincherados. territorio virgen.
EXPANCIÓN UNIVERSITARIA POSTERIOR A 1870
La expansión tuvo lugar sobre una estructura bien La creación de estructuras apropiadas fue
establecida. coincidente con la expansión de la misma.
La psicología recién llegada al sistema, debió La psicología ingresó desde el inicio en el sistema
tomar el lugar asignado por el mismo sistema. universitario moderno.

46
Figura 2
Fuente: Danziger (s/f).
LEGITIMACIÓN Y ESTABLISHMENT PROFESIONAL Y ACADÉMICO
ALEMANIA EEUU
La materia potencial de una nueva disciplina fue Los psicólogos tuvieron que justificarse a sí
reclamada por establishment  extensión para mismos frente a un tribunal muy diferente:
trabajar en problemas psicológicos sin llegar a hombres de negocios o políticos (tenían control
ruptura con afiliaciones disciplinarias existentes  de nombramientos en Universidad, fondos para
investigación y poder sobre oportunidades
La necesidad de una identidad disciplinaria profesionales).
separada, no fue muy fuerte.
Estos hombres con poder social estaban
Fuerte resistencia de establishment a separación de interesados en técnicas de control social y
psicología (había que persuadir a establishment). desempeño tangible (distinta imagen del hombre
que la del filósofo contemplativo).
La psicología no se limitada al método
experimental. El hombre tenía que ser hecho para la adaptación
de un sistema industrial.
La psicología dominada por preocupaciones de la
filosofía (Hermano Mayor). La psicología experimental debía proporcionar las
leyes fundamentales de gobierno de toda actividad
humana, independiente de contexto.

“Ciencia maestra” de los asuntos humanos… que


proporciona principios fundamentales de ciencias
humanas (problemas económicos, sociales… son
básicamente psicológicos),

Ciencia general de la conducta, cuyas leyes


habrían de ser tan abstractas y ahistóricas como
las leyes de la física.

El propósito no es el control y la predicción. Objetivo: predicción y control de la conducta.

47
Figura 3
Fuente: Danziger (1990).
EL INTERÉS INTELECUTAL DETERMINA EL PROGRAMA DE TRABAJO Y
LA DISTINCIÓN CNCEPTUAL
Alemania Francia Inglaterra
Objeto de Procesos mentales Mostrar efectos de un Conjunto de patrones
conocimiento “elementales”, estado anormal para normales de desempeño con
considerados objetos información del respecto a los cuales se podía
naturales, característico de investigador ilustrado. comparar a las personas.
la mente humana normal y
madura.
Interés de Conocimiento de los Conocimiento de los Conocimiento del
conocimiento procesos elementales de la estados patológicos. desempeño comparado de
mente humana normal. individuos.
Fuente de datos Científicos Sujeto Solicitante
colaboradores
Sujeto individual Ejemplares Casos Dato estadístico
Estatus sujeto Científicos Mujeres legas en ciencia Público que paga honorarios
colaboradores, (histéricas) por servicio.
ejemplares de ciertas
características humanas
comunes.
Estatus Científicos Hombres científicos Investigador con
experimentador colaboradores (médicos) conocimiento
Situación Intercambio de roles. No hay intercambio de Diferencia estatus
experimental roles. Gran diferencia de público/investigador
estatus.
Tradición / Institutos de investigación Investigación médica Exámenes académicos
costumbre de las Universidades científica competitivos y, la evaluación
alemanas del siglo XIX. de los frenólogos.
Contexto social Wundt no estaba Interesada en sugestión Separación tajante entre
conforme con aislar al entre individuos, desempeño individual y
individuo, por eso lo condición para aparición contexto social, porque
limitó a procesos simples de estados anormales. desempeño es expresión de
factores biológicos innatos.
Problemática No hay malentendido, Rígido diferencial de Intereses contrapuestos entre
social pero el estrecho estatus entre sujeto e investigador, más lo
(perturbaciones). entendimiento mutuo investigadores y sujetos superficial del contacto
Rasgos inevitables hacía que las (sugestión mutua entre llevaba a malentendidos.
y no deseados observaciones de un Charcot, colaboradores y
equipo de investigación, pacientes)
sean imposible de
verificar por otro
laboratorio (derivado del
contexto psicosocial en el
cual se empleaba la
introspección).

48
Figura 4
Fuente: Danziger (s/f).
INTERÉS INTELECTUAL EXTERIORMENTE DIRIGIDO
ALEMANIA EEUU
Psicología como auxiliar de la filosofía. Psicología como ciencia administrativa, como
tecnología a ser manejada por los gestores de la
sociedad, con la finalidad de dirigir a aquellos a su
cargo.
La actividad externa sólo tiene interés en la Para tal propósito se ocupará de acciones
medida que arroja luz sobre lo subjetivo. manifiestas.

Lo subjetivo sólo presenta interés para poder


manipular actividad externa.

Foco de interés: experiencia interna, lo externo Foco de interés: experiencia externa, lo interno
es un medio. es un medio.

49
Figura 5
Fuente: Danziger (s/f).
RELACIÓN DE LA PSICOLOGÍA CON LAS CIENCIAS SOCIALES
ALEMANIA EEUU
Psicología: disciplina humanística. Psicología: disciplina administrativa.
Psicología fisiológica (experimental) y psicología Total olvido de la psicología de los pueblos de
social con métodos no-experimentales. Wundt.

Relación asimétrica: no se puede predecir los Conductismo “ciencia maestra” (principio de


resultados de la interacción social a partir de otras ciencias sociales) que podía ignorar los
psicología individual, pero si es posible extraer niveles históricos y culturales de la realidad.
conclusiones sobre psicología individual del
estudio de productos sociales. No podía tolerar la existencia de un mundo social
que obedeciera a sus propias leyes, porque eso
Psicología experimental y psicología social son podía influir en la verdadera naturaleza de la
complementarias. psicología individual.

En su lugar desarrolló leyes abstractas de la


Psicología experimental: Leyes psicológicas conducta individual, de las del tipo que Wundt
“metafísicas”, independientes de tiempo y denominara “metafísicas”.
espacio.
Despoja la acción humana de sus contenidos
Leyes psicológicas en desarrollo, lo cual quiere sociales a favor de la “conducta”, mientras que la
decir que las leyes de la psicología social se realidad social  “estímulo”… “estímulo social”.
volverán esencialmente históricas.

50
Figura 6
Fuente: Danziger (s/f).
CONTEXTO SOCIAL DEL EXPERIMENTO
ALEMANIA EEUU
Intercambio entre experimentador y sujeto. Diferenciación profunda de los roles de
experimentador y sujeto.
El entrenamiento psicológico del sujeto era más
importante que el del experimentador. El experimentador debía tener el monopolio en
entrenamiento e ilustración, el sujeto debía ser
inexperto e ingenuo.

Asimetría fundamental que influenciaba la clase


de conocimiento que podía emerger.

Clase de conocimiento que debía ser útil para


quienes estaban en posición de controlar y
manipular la conducta de otros.

La división entre controladores y controlados,


estaba construida dentro de la misma fábrica de la
fuente generadora de conocimiento.

Los datos sobre respuestas en situaciones donde la


autonomía había sido cedida, podían ser aplicados
a otras situaciones no-experimentales, donde la
autonomía y discernimiento estaban ausentes de
la misma manera, aunque probablemente, no por el
consentimiento voluntario.

51
Figura 7

Fuente: Danziger (s/f), Danziger (1990).

ALEMANIA EEUU

Introspección de observadores sofisticados y Observación de los movimientos de animales en


altamente entrenados. ambientes artificiales.

La psicología experimental es sólo una pequeña La psicología experimental es la totalidad de la


parte de la psicología. psicología.

Intercambio entre experimentador y sujeto Diferenciación profunda de los roles de


experimentador y sujeto.

El conocimiento demuestra procesos universales que El conocimiento es útil para quien está en posición
caracterizan a toda mente normal, y cuyo sentido, de controlar y manipular.
estaba al alcance de todos.
Psicología dominada por la filosofía (hermana Escasos filósofos. La psicología era la disciplina
mayor). mayor.

La psicología fue una recién llegada al sistema La psicología logró ingresar desde el inicio en el
universitario. sistema universitario moderno.

La psicología tuvo que legitimarse en su propio La psicología tuvo que legitimarse ante los hombres
terreno ante el establishment tradicional académico de poder, que estaban interesados en técnicas de
(filosófico). control social y desempeño.
La actividad externa sólo tiene interés en la medida La psicología debía proporcionar las leyes de
que arroja luz sobre la experiencia subjetiva. gobierno de toda actividad externa humana
(adaptación). Lo subjetivo secundario.

La predicción y control de la conducta nunca fue un La psicología como ciencia general de la conducta
objetivo. cuyas leyes habrán de ser tan abstractas y ahistóricas
como las de la física (Thorndike).
 El negocio de la disciplina era producir datos
para ser utilizados “de manera práctica” por
educadores, hombres de negocio…
 Es una disciplina administrativa más que
humanística.
 Psicología como tecnología.
La psicología social es la más importante porque es Desconoce la psicología de los pueblos de Wundt.
posible extraer conclusiones sobre psicología No puede tolerar la existencia de un mundo social
individual del estudio de los productos sociales (y no con sus propias leyes que influya en la psicología
a la inversa). individual.
Los individuos son activos en relación con su Despoja la acción humana de contenidos sociales,
ambiente sociocultural. Construcción de productos solo conducta. La realidad social y cultural son sólo
culturales por interacción de los individuos. estímulos.

Wundt no estaba conforme con el método En EEUU veneración por el método experimental
experimental que aislaba al individuo del contexto, que no conoció límites. La psicología reclama una
por eso lo limitó a procesos simples. posición superior entre las ciencias humanas, debido,
a la utilización del método experimental.

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