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Señor:
Dr. Luis Encinas Ponce
Director de carrera de Bioquímica y Farmacia
Universidad privada del Valle
Presente.-
Tengo dos hijos que ingresan y salen en diferentes horarios a sus escuelas
respectivamente de esta manera:
Atentamente:
Señor:
Dr. Luis Encinas Ponce
Director de carrera de Bioquímica y Farmacia
Universidad privada del Valle
Presente.-
Adjunto nota del doctor que me atendió el viernes 10 de marzo y la libreta nueva con fecha
del 14 de marzo.
Atentamente:
Sydney brenner
Brenner era un joven genio: a pesar de nacer en una familia pobre, con padres analfabetos,
aprendió solo a leer y para los 15 años ya había obtenido una beca para asistir a la
universidad en Johannesburgo.
En 1952, a los 25 años, ganó otra beca, esta vez para realizar un doctorado en genética en la
Universidad de Oxford, en el Reino Unido.
Un año después tuvo acceso a algo histórico, que le cambió la vida: fue una de las primeras
personas que pudo conocer el famoso modelo de "doble hélice" de la estructura molecular
del ADN -la materia de la que están hechos los genes- diseñado por Francis Crick y Jim
Watson, de la Universidad de Cambridge.
La invitación especial que recibió Brenner para tener la primicia de ese trabajo lo llevó a
enfocarse de allí en más en resolver esas preguntas.
Además marcó el inicio de una larga y fructífera relación laboral con Francis Crick, que
llevaría a importantísimos avances en el naciente campo de la biología molecular.
Fue durante una de estas "sesiones locas"(reuniones en las que decían lo primero que se les
ocurría, así fueran bobadas) que Brenner y Crick de pronto lograron entender cómo los
genes funcionan.
A esa altura ya se sabía que los genes producen proteínas usando moléculas de ácido
ribonucleico (ARN) y unas pequeñas estructuras llamadas ribosomas, que forman parte de
toda célula.
Pero nadie sabía cómo ocurría el proceso
Un buen día, en abril de 1960, Brenner, Crick y otros colegas estaban teniendo uno de sus
habituales charloteos sobre unos hallazgos recientes relacionados con el ARN y la posibilidad
de que hubiera moléculas desconocidas que funcionan como mensajeras entre los genes y
las proteínas.
Habiendo alcanzado esta teoría a través de su peculiar sistema, Brenner y Crick también
fueron poco ortodoxos a la hora de comprobar su hipótesis.
Eso podemos concluir del un tanto peligroso experimento que idearon para confirmar su
teoría.
Lo diseñaron esa misma noche, durante una fiesta en casa de Crick.
El complicado experimento involucró el uso de bacterias, virus e isótopos radiactivos.
Los científicos querían demostrar que una forma de ARN que llamaron ARN mensajera
llevaba un código del gen al ribosoma, que "leía" esa información y generaba la proteína,
siguiendo esas instrucciones.
Para comprobarlo, decidieron infectar una célula con un virus bacteriano y ver si el ARN
creado a partir de esa infección estaba presente en los ribosomas viejos, demostrando la
teoría de que funciona como mensajero.
La clave era poder distinguir los ribosomas viejos, creados antes de la infección, de aquellos
nuevos que ya estaban infectados desde el principio. Para esto usaron los isótopos
radiactivos, que sirven para marcar las células.
A pesar de su peligrosidad, los científicos no tomaron demasiados recaudos con estos
materiales.
Meta cumplida
Lo cierto es que todos estos métodos poco ortodoxos cumplieron su función. Entre 1960 y
1961 Brenner y Crick lograron no solo entender cómo el ADN produce proteína sino que
también pudieron descifrar que había tres "letras" en cada "palabra" del código genético.
Otros expertos en biología molecular agregaron sus avances y fue así como en, en muy poco
tiempo, el ser humano logró develar el misterioso código genético, abriendo una nueva era
en la que vivimos hoy.
Tras esa revelación, tanto Brenner como Crick decidieron dejar de lado la biología molecular
y dedicarse a estudiar el desarrollo de organismos vivos, aunque tomando caminos
separados.