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Vida jonsista

La reorganización del Partido

Naturalmente, los primeros problemas a que han tenido que dar cara los dirigentes de las J.O.N.S.
es a reorganizar los cuadros del Partido.
Tenemos noticia de que ello se efectúa con pleno éxito y rapidez en los lugares donde ya de antiguo
el espíritu jonsista —y no sólo de nombre— predominaba en la organización antigua.
Parece que es norma de la Junta Central Ejecutiva dedicar primordialmente su actividad a lograr la
extensión inmediata de las J.O.N.S. en tres o cuatro focos vitales de España. Una gran población
industrial; un centro estratégico agrario, campesino; una gran ciudad hoy desorbitada de la unidad
nacional; y, por último, Madrid, que es, quiérase o no, el centro que más influye en la vida de
España.

* * *

Hoy, por falta de espacio, nos limitaremos a señalar el espíritu magnífico con que los jonsistas de
Valencia han hecho frente a la primera etapa de la reorganización. Maximiliano Lloret, con Gaspar
Bacigalupe, Juan Estrada, Pinedo, P. Cortes, Borrego, Calabuig y varios más, han desplegado tal
actividad que en pocos días se desmoronó la organización de F.E. y consiguieron que, tanto los
camaradas de Valencia como los de todos los pueblos de la región se enterasen de un modo
verdadero de lo acontecido en el Partido. Es decir, destruyeron la base calumniosa sobre la que los
dirigentes falangistas explicaban la escisión de las J.O.N.S.
Y es más de destacar este hecho triunfal de Valencia, si se tiene en cuenta que semanas antes el
mismo Primo de Rivera había nombrado al camarada Lloret para la Secretaría general de toda la
región valenciana, y a Bacigalupe para la organización sindical en la misma zona. Y que fueron
presionados y halagados por el mismo Primo, para que no abandonasen su disciplina. Estos dos
camaradas, sin embargo, sabiendo a lo que obligaba en aquel momento el carácter de jonsistas, no
vacilaron en acogerse a nuestras filas y maniobrar con la rapidez, la eficacia y el éxito que antes
dijimos.

* * *

En Madrid, donde inmediatamente fue nombrado un Comité o Junta local de reorganización,


bastaron dos o tres días para movilizar tras de las J.O.N.S. a casi todos los antiguos camaradas. No
han llegado a ocho o diez los vacilantes, y de ellos tan sólo dos o tres por espíritu verdadero de
traidores. Ya los señalaremos a la atención del Partido. Pero en Madrid se ha dado otro magnífico
fenómeno. Desde el primer día, el mayor número de adhesiones a las J.O.N.S. era de los antiguos de
F.E., los más jóvenes, revolucionarios y resueltos. Hasta el punto de que Primo se vio obligado a
disolver todos los organismos de la sección de Madrid y proceder con los pocos que quedaron a una
reorganización nueva.

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