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P. PRESTON, La República asediada. Hostilidad internacional y conflictos internos durante la guerra civil, Barcelona,
Península, 1999, pp. 11-12.
El inicio de la guerra fomenta aún más, como señala Preston, la división entre
los defensores de la República, y esta será una de las causas de su derrota: el papel
esencial de los milicianos los primeros meses del conflicto ha potenciado la idea de que
a la guerra hay que acompañarla de una revolución paralela (colectivización, por
ejemplo), una idea defendida por anarquistas y el POUM (partido trotskista). El
gobierno republicano, apoyado por los comunistas, defenderá la prioridad absoluta de
en primer lugar ganar la guerra. El enfrentamiento se hace evidente en “los hechos de
mayo” de Barcelona de 1937, y una de sus consecuencias será el importante papel que
jugarán los comunistas a partir de entonces, hecho muy discutido entre otros sectores
republicanos (golpe de Casado, por ejemplo).
La importancia de los comunistas también tiene mucho que ver con otro de los
aspectos fundamentales de la guerra que cita Preston, su vertiente internacional. La
URSS, de la que dependen el PCE y el PSUC catalán, temerosa del avance fascista en
Europa, es el principal apoyo militar al bando republicano (venta de armas, Brigadas
internacionales). Frente a esto, las democracias han optado por un vergonzante “Comité
de no intervención” que niega su apoyo a ambos bandos, no distinguiendo entre un
poder legítimo y un bando sublevado, un planteamiento parecido a la “política de
apaciguamiento” que se está realizando frente al expansionismo nazi.. Las potencias
fascistas, por su parte, han mostrado un claro apoyo al bando nacional desde el inicio de
la guerra (Legión Cóndor, Cuerpo de Tropas Voluntarias italiano, material militar). Todo
esto será decisivo para el curso de la guerra y para su desenlace final.
Como conclusión, podemos resaltar de nuevo las ideas planteadas por el
autor: aunque la Guerra Civil española fue un enfrentamiento originado a partir de
problemas internos españoles, básicamente la respuesta de los diferentes grupos sociales
y políticos a las reformas planteadas en la Segunda República, su desarrollo y final
tienen mucho que ver con el contexto internacional que Preston denomina como “Gran
Guerra civil europea”, y que algunos historiadores describen como el período
comprendido entre la Primera Guerra Mundial (1914) y el final de la Segunda (1945),
una época de violencia, crisis pero también compromiso.