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Miguel Galiano Cervilla DNI: 77433921M


Pensamiento Político Español Grupo B

Ramiro Ledesma Ramos

“La Conquista del


Estado”
1. Introducción

La Conquista del Estado de Ramiro Ledesma no es una obra teórica al uso puesto que consta
de dos particularidades que la diferencian de otras: por un lado, fue un semanario político,
publicado en Madrid desde el 14 de marzo de 1931 hasta el 24 de octubre del mismo año; y
además, pretendía ser el germen de una organización política, que dará paso a la formación
de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas. Esta obra constituye el manifiesto
constituyente del nacional-sindicalismo, el cual es considerado como la versión española del
movimiento fascista nacido en Italia, por lo que es fundamental para el estudio de este
conocer las opiniones y tesis planteadas por el que podríamos considerar el ejemplo más puro
del fascismo en España.

Así, la importancia de esta obra estará marcada por estos dos hechos, ya que por un lado, el
semanario trata de primera mano en sus distintos artículos de la frenética vida política que
España experimentaba en los meses de su publicación, inmediatamente antes de la
proclamación de la Segunda República y durante el proceso constituyente emprendido por el
Gobierno provisional republicano-socialista. Esto resulta muy interesante ya que podemos
leer y entender sucesos escritos en el mismo momento en el que ocurrieron, destacando
numerosos detalles y anécdotas que de otra manera no sería fácil encontrar. Además, el
ideario político de esta obra se irá construyendo y evolucionando a raíz de los distintos
acontecimientos, por lo que es una obra muy dinámica y que refleja bien las inquietudes
políticas de la época.

Por otro lado, al estudiar esta obra, estamos estudiando al mismo tiempo la fundación de una
organización política clave en nuestra historia política como son las JONS, que como ya
sabemos, acabarían fusionándose con la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera,
que ya durante la Guerra y bajo el mandato de Francisco Franco, FET y de las JONS se
convertiría en el partido único de la Dictadura que azotó nuestro país durante casi cuarenta
años. Sin embargo, como veremos durante la obra, las tesis de Ramiro Ledesma difieren en
numerosos puntos de lo que muchas veces podemos entender como fascismo, debido en gran
parte a la tergiversación que Franco realizó de los planteamientos nacional-sindicalistas
(igual o más peligrosos que los franquistas) para adaptarlo a su nacional-catolicismo.

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En otra obra posterior del autor denominada ¿Fascismo en España?, Ledesma reflexionará
sobre la historia del semanario y la trayectoria de las JONS desde su fundación hasta el
momento en el que redactó la obra, a mediados de 1935 y tras un proceso de enfrentamientos
internos con la Falange. Resultará interesante tener esta última en cuenta a la hora de
enfrentarnos a La Conquista del Estado ya que podemos observar una evolución en la
concepción del fascismo o de las alianzas con Primo de Rivera, ya que la primera obra
contrapone las ideas nacional-sindicalistas con la posterior práctica que encontramos
recopilada en la segunda.

2. La obra

La obra consta de 23 números de unas 6 páginas cada uno y tratará principalmente de cinco
temas centrales: el ideario nacional-sindicalista y la necesidad de una revolución hispánica
que construya un Estado nacional imperial; la crítica a la vieja política, en la que incluye al
liberalismo burgués, el socialismo y el intelectualismo; la cuestión comunista, lo cual es
probablemente el tema más recurrente e interesante; el “problema” catalán y sus continuos
ataques a la Generalitat y Francesc Maciá; y por último, el análisis de las actuaciones del
Gobierno en su tarea constituyente así como de varios políticos de la época. Hemos de tener
en cuenta que, al ser un semanario, no está dividido en capítulos con una temática concreta
cada uno, sino que cada número tratará los distintos temas intercaladamente, dando más
importancia a unos u otros dependiendo de los acontecimientos políticos más destacados de
esa semana.

El primer número, lanzado el 14 de marzo de 1931, justo un mes antes de la proclamación de


la República, comienza con un manifiesto político en el que se establecen las bases
ideológicas de la organización. El número comienza con una retórica mística y heroica en la
que se nos relata cómo un grupo de jóvenes se han levantado frente a la podredumbre política
imperante en España causada por el Estado liberal burgués que debe ser sustituido por un
nuevo Estado que devuelva al país su gloria imperial y logre la justicia social, lo cual han de
conseguir mediante la violencia revolucionaria. Así, afirman que los pilares centrales de su
pensamiento son:
- Supremacía del Estado: La pretensión es la de un Estado totalitario que “suplantará a
los individuos y a los grupos, y la soberanía última residirá en él, y sólo en él ”

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(Ledesma, 1931), además proclaman que no deben existir libertades frente al Estado,
ya que este es el órgano generador de la vida política y social de la nación.
- Nacionalismo español: Declaran que la nación española cuenta con unos destinos
espirituales imperiales, además de unos valores católicos y sociales que son
fundamentales para la Humanidad, declarando que “el mundo necesita de nosotros”
(Ledesma, 1931).
- Exaltación universitaria: Reconocen que la mayoría de los integrantes del grupo son
universitarios, y que consideran a esta institución como el órgano supremo de los
valores culturales y científicos.
- Provincialismo y municipalismo: Defienden la autonomía de la provincia, la comarca
y el municipio como la base de la articulación del nuevo Estado, eso sí, siempre bajo
la autoridad indiscutible de este.
- Economía sindical: Reconocen que el marxismo acierta en su análisis económico, y
que la economía liberal ha generado injusticias sociales y oligarquías que deben ser
eliminadas. Por ello, defienden una articulación estatal de la economía en
corporaciones estatales y sindicatos verticales, además de la expropiación de las
tierras a los latifundistas.
- Superación del marxismo: Afirman que han de superar el materialismo,
internacionalismo y clasismo marxista, y que frente a la sociedad comunista oponen
“los valores jerárquicos, la idea nacional y la eficacia económica” (Ledesma, 1931).
- Acción directa: Rechazan la estrategia electoral y parlamentaria en contraposición a
una organización cívico-militar de jóvenes de entre 18 y 45 años que derroquen por
las armas al régimen liberal. Además, profesan un culto a la violencia como
herramienta de cambio y elemento purificador de la vieja sociedad.

Tras esto, ofrecen un breve análisis de la situación política española, comenzando por “el
fracaso de la formula constituyente”, en vistas a la caída de la Monarquía, expresando que el
Estado liberal constitucional representa una estructura anacrónica propia del liberalismo
decimonónico, el cual se encuentra obsoleto ante un nuevo siglo y unas nuevas ideas
representadas por el comunismo, el nazismo y el fascismo. Este tema será una de las piezas
centrales de la obra, en la que se atacará al liberalismo y la democracia burguesa como
formas políticas reaccionarias y traidoras a la nación. Por otro lado, habla del fracaso del
socialismo, representado por el PSOE, del cual dicen ha abandonado la esencia marxista y
forma parte de la política burguesa. Seguidamente, nos habla del manifiesto de intelectuales

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de Ortega y Gasset, el maestro del autor, y nos dice que los intelectuales han de mantenerse
fuera de la política por sus ideas desfasadas, así como atacar al Ateneo de Madrid por acoger
estas ideas. Y por último, esgrime una defensa de los planes quinquenales llevados a cabo por
el Gobierno de Stalin en la URSS.

El resto de números hasta el 18 supondrán una extensión de las ideas expresadas en el


primero, intercalando artículos dedicados a la crítica y análisis de personajes y sucesos
políticos del comienzo de la España republicana; ataques al liberalismo, el socialismo y el
comunismo; llamamientos continuos al fusilamiento de Macià y la destitución de la
Generalitat; así como estudios sobre la política y economía de la Italia fascista y la URSS, y
del Partido Nacionalsocialista Alemán. Además, durante la obra y mientras acontecen los
diversos sucesos políticos en la España de 1931, podremos ver los postulados del periodico-
organización, entre los que destacan un accidentalismo en la cuestión monarquía-república,
aún prefiriendo la república por ser más avanzada que la monarquía extranjera; su apoyo a las
huelgas y en especial a la de Telefónica, planteando incluso alianzas con la CNT; o la
reclamación al Estado Español de establecer relaciones diplomáticas con la URSS.

Durante el verano de 1931, La Conquista del Estado, dejó de editarse por diversos motivos,
creándose un vacío de casi tres meses entre el número 18, publicado el 11 de julio, y el
siguiente, publicado ya en octubre. Durante ese verano, Ramiro Ledesma y sus camaradas
habían constituido las JONS, por lo que los últimos artículos del periodico serán un órgano
comunicativo del Partido hasta la metamorfosis de ambos. Esto causa una diferencia
apreciable en la retórica y el tono de la obra, que al principio, pese a sus llamamientos a la
violencia y ataques a partidos y políticos, se mostraba más respetuoso y abierto al diálogo con
otras fuerzas que consideraban enemigas pero revolucionarias, como el PCE, el POUM o la
CNT. Sin embargo, tras la formación de las Juntas, se produce una deriva mucho más
agresiva y destructiva para con los comunistas y los sindicalistas, en la que podemos apreciar
una actitud más pragmática hacia la política así como un giro derechista y católico, motivado
también por los acontecimientos que llevan a la consolidación de la República y las
elecciones que dan la victoria a la conjunción republicano-socialista, así como al avance de la
ideología comunista.

En definitiva, podemos decir que la idea central de La Conquista del Estado es expandir las
ideas nacional-sindicalistas mediante la difusión de esta como semanario, pero no solo eso,

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sino también conformar progresivamente el ideario del fascismo español de una forma
dinámica y participativa de numerosos colaboradores y participando activamente en la vida
política a pie de calle mediante intervenciones en el Ateneo, manifestaciones y agitación
universitaria.

3. Análisis crítico de la obra

Ramiro Ledesma Ramos, al igual que la gran mayoría de fascistas, saben mostrar una retórica
atractiva y engañosa para algunos sectores de la población, en especial para los jóvenes, las
clases medias e incluso algunos pocos obreros. Para ello, se valen de un discurso
aparentemente revolucionario, renovador, social y antisistema, que en un contexto de crisis
económica y política tanto nacional como internacional: caída de la Monarquía y alzamiento
de la República, crack del 29, crisis del liberalismo y auge del comunismo y el fascismo etc.,
pueden calar de cierta forma y confundirse con otros discursos y movimientos realmente
renovadores y populares. Tras leer la obra, francamente he de decir que el autor me ha
resultado muy interesante y de seguro nos encontramos ante un intelectual y político brillante,
pudiendo entender que consiguiese (y aún hoy, de forma más residual, aún consigue)
engatusar a un número considerable de personas. Sin embargo, con una madurez política
suficiente y una lectura crítica de las tesis nacional-sindicalistas, resulta sencillo comprender
el carácter real de este movimiento.

De seguro, leyendo la obra, especialmente en la primera mitad, nos sorprenderá la forma en la


que un fascista habla del marxismo y el comunismo, pudiendo creer en un primer momento
que incluso podría existir una conexión entre ambos movimientos, algo que el propio autor
no tarda en negar rotundamente. Es cierto que existen las creencias, en mi opinión absurdas y
ridículas, de que el fascismo y el comunismo son dos caras de la misma moneda o incluso
que el fascismo es socialista en términos económicos, y, de hecho, haciendo una lectura
pobre de esta obra podríamos concluir que es así. Sin embargo, los aparentes elogios al
comunismo soviético o a los comunistas españoles, no se deben a las teorías de estos, sino a
su oposición común al liberalismo y a la voluntad de los comunistas de enfrentarse de forma
violenta al régimen burgués: “Nosotros somos enemigos de los comunistas, y los
combatiremos dondequiera que se hallen; pero jamás hemos de reprochar su apelación viril
y heroica a la violencia” (Ledesma, 1931), haciendo así guiños a muchos jóvenes comunistas
confusos, sirviendose además durante toda la obra de un lenguaje romántico e irracional, la

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cual será una táctica propia del fascismo no solo en España y no solo en aquellos tiempos.
Además, aunque en la primera mitad del libro encontramos estas alusiones e incluso
llamamientos a alianzas tácticas con los comunistas frente al enemigo común que supone el
liberalismo, en los últimos artículos Ledesma girará su discurso para decir que la prioridad es
luchar contra el comunismo como enemigo común conjunto al Estado liberal, a los cuales
servirá como fuerza paramilitar anticomunista: “El Estado vigente es incapaz de presentar
batalla a un enemigo así que juega con la táctica de llevar a sus últimas consecuencias las
timideces de aquél. De aquí que la tarea de abatir las líneas comunistas corresponda a
grupos adversarios, al margen de toda acción oficial, que posean firmeza y coraje suficiente
para responder en todos los terrenos a las provocaciones antinacionales de los rojos.” “Los
contenidos revolucionarios de las Juntas necesitan que su victoria vaya precedida por la
derrota del enemigo rojo” (Ledesma, 1931).

Por otro lado, si estudiamos detenidamente las propuestas económicas y políticas expuestas
en la obra , pronto nos daremos cuenta de que estas nada que ver tienen con el marxismo, el
socialismo o el comunismo. “Queremos y pedimos un nuevo régimen económico. [...] El
Estado hispánico se reservará el derecho a intervenir y encauzar las economías privadas.”
“No hay economías privadas, sino economías colectivas”. (Ledesma, 1931) Podemos
observar como el discurso no gira en torno a la toma del poder de la clase trabajadora, ya que
rechazan frontalmente la lucha de clases marxista, sino en un control del Estado de la
economía, no en un sentido social, sino nacional, es decir, no pretenden con ello la
emancipación de la clase obrera sino de España como imperio, ya que nunca han criticado el
imperialismo nacional, sino solo el extranjero en cuanto limita nuestra soberanía. Además,
cuando Ledesma habla positivamente de la construcción del Estado soviético lo hace en
vistas a que este se ha alejado del socialismo marxista y se ha centrado en la construcción de
un capitalismo de Estado en una forma nacional y en vistas a un proyecto imperialista (en lo
cual acertó): “Hoy Stalin asegura su Plan económico esgrimiendo la furia nacionalista rusa.
Identificando al extranjero con el enemigo.” “Hoy la Rusia soviética [...] se ha convertido
en un Estado nacional, atento a sus preocupaciones de orden interior, y nadie cree ya que a
los Soviets interese hoy otra cosa que el éxito nacionalista de su tarea. La Rusia actual
tiende a un tipo de Estado que se apartará cada día más del patrón comunista. Hay que
esperar en breve que surjan las aristocracias de la revolución” (Ledesma, 1931)

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Por otro lado, la concepción del Estado por el autor choca radicalmente con el análisis
marxista, que lo identifica con una herramienta de opresión de clase que, tras la revolución
socialista será utilizado como medio del proletariado para eliminar las contradicciones de
clase, tras lo cual se extinguirá (Lenin, 1917), es decir, el Estado socialista se plantea como
un medio, no como un fin, lo cual Ledesma crítica oponiendo el concepto totalitario del
Estado fascista, al cual considera el órgano fundador de la política y la sociedad,
identificandolo con el pueblo: “El Estado no es un marco externo que se le coloca a un
pueblo desde fuera, sino algo que nace de él, se nutre de él y sólo en él tiene sentido.”
“Pueblo y Estado son algo indisoluble” (Ledesma, 1931)

Otra de las ideas más presentes durante la obra es el supuesto carácter revolucionario y/o
renovador de la organización frente al viejo mundo que representa el Estado liberal y el
parlamentarismo burgués, lo cual es mencionado en numerosas ocasiones: “Ahí está Rusia,
loca y triunfadora, ensayando con genialidad el mundo nuevo. Ahí está Italia, en pie,
viviendo horas igualmente triunfales [..] Ahí está la Germania hitleriana y comunista [...]
con los ojos en las afirmaciones de estos tiempos.” (Ledesma, 1931). Sin embargo, como
vemos, lejos de antisistemas, finalmente se prestan a ser una fuerza de choque paraestatal que
sirva a los intereses de la burguesía que dicen querer destruir, además de reivindicar valores
tradicionales, el pasado imperial de la nación, y, en uno de los últimos artículos, buscar sus
apoyos en los tradicionalistas carlistas: “les pedimos (a los carlistas) la reintegración
inmediata al puesto de lucha que requiere la gravedad del minuto español. A nuestro lado y
aceptando nuestras consignas.” (Ledesma, 1931). Esto se repetirá en la obra ya mencionada
¿Fascismo en España?, donde realiza un análisis de los conservadores fascistizados, a los
que considera sus aliados por excelencia (Ledesma, 1935). Otro de los ejemplos de esto es la
postura que toma el autor ante el anticlericalismo y la quema de iglesias, lo cual acabará
calificando de uno de los grandes problemas del momento, defendiendo el carácter católico
de la sociedad española, es decir, anteponiendo valores tradicionales ante una respuesta
espontánea de muchos españoles ante el poder de la Iglesia, uno de los mayores pilares de la
vieja sociedad a la que Ledesma dice enfrentarse. ¿Cómo pueden pretender ser
revolucionarios si su revolución mantiene intactas (o incluso refuerza) las principales
estructuras del poder vigente?

Y es que, aunque la obra esta plagada de alusiones al pueblo y a los desposeídos como fuerza
motriz de su supuesta revolución: “Las revoluciones las hacen los pueblos.” (Ledesma,

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1931), lo cierto es que el proyecto político de las JONS es tremendamente elitista, impopular
y antidemocrático, lo cual deja ver en numerosas ocasiones cuando habla de los grandes
hombres de acción como Miguel Primo de Rivera o Ramón Franco, los cuales considera que
son los que deben ejercer el mando de la dictadura que plantean. Además, son también
muchas las veces que repite que su programa es la voz del pueblo español: “somos la verdad
española”, cuando la realidad es que, ni en ese momento ni en ninguno, han representado la
voluntad de la mayoría social, sin embargo identifican en sí mismos, una minoria absoluta,
esa voluntad, se consideran la voz de un pueblo al que no conocen y del cual rechazan sus
reivindicaciones progresistas y democráticas.

Es por todos los motivos expuestos que, pese a haber dicho en un primer momento que
cuando leemos esta obra nos encontramos con una teoría que dista de lo que popularmente se
suele denominar fascismo, una vez indagamos y destapamos la realidad tras sus palabras
aparentemente revolucionarias y sociales, nos topamos con el discurso reaccionario,
ultranacionalista y totalitario al que sí que estamos acostumbrados, sirviendo como última
reserva del poder político y económico capitalista cuando este se ve amenazado por las crisis,
la competencia interimperialista y los avances progresistas, en especial de la clase obrera

4. Bibliografía

- Ledesma, R. (1931). La Conquista del Estado.


- Ledesma, R. (1935). ¿Fascismo en España?
- Lenin, V. (1917). El Estado y la Revolución.

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Este trabajo ha sido realizado íntegramente por el alumno, sin recurrir a ningún tipo de copia
o plagio.

Fco. Miguel Galiano Cervilla.

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