Está en la página 1de 1

Art Alv.

Guerassim era un mozo joven, fresco, rollizo, siempre alegre y de rostro claro; al principio, la presencia
de aquel hombre aseado y sano intimidaba a Iván Ilich. En cierta ocasión, al levantarse del orinal, sin
fuerza para vestirse, cayó sobre una butaca, mirando con terror sus pantorrillas descarnadas. En el
mismo instante entró Guerassim, calzado con gruesas botas, despidiendo un agradable olor a brea y a
aire fresco, con paso fuerte y seguro. Llevaba limpia camisa de percal, que había levantado sobre sus
brazos potentes y jóvenes, y conteniendo la alegría de vivir para que no apareciera en su claro rostro,
por no ofender a Iván Ilich, aproximóse al orinal. —¡Guerassim! —dijo con voz rendida el enfermo.
Guerassim se estremeció, temiendo haber cometido una torpeza, y con movimiento rápido volvió hacia
Iván Ilich su rostro fresco, bueno, sencillo, joven, apenas cubierto de vello. —¿Qué desea el señor? —
Creo que eso ha de serte desagradable. Perdóname, no puedo... —¡Qué dice el señor! Guerassim mostró
sus dientes blancos y jóvenes.

También podría gustarte