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Siempre es emocionante iniciar algo: existe una gran ilusión, sueños y esperanzas. Ese
"algo" puede ser un nuevo trabajo, vivir en una nueva ciudad, conocer a una persona que
potencialmente puede ser nuestra pareja, un nuevo proyecto de trabajo. Sin embargo,
fácilmente comenzarán a existir resistencia y problemas. En el nuevo trabajo,
comenzaremos a conocer gente que no nos agrada, o las exigencias podrán ser
agotadoras, al vivir en una nueva ciudad tal vez la gente no nos acepte fácilmente por
nuestro acento o nuestra costumbres, tras el "enamoramiento" inicial, comenzamos a
descubrir que esa persona ideal no lo es tanto y que en su personalidad hay aspectos que
pueden rayar en lo insoportable. Si una persona abandona un trabajo porque su jefe no le
agrada, tras cambiarse de ciudad decide regresar a su lugar de origen porque el hicieron
el feo por su acento, si abandonamos a la pareja porque "no es perfecta", entonces
estamos ante la falta de perseverancia, y en el fondo siempre existe un sentimiento en el
corazón: el de haber sido derrotado, vencido y el no haber luchado por algo que valía la
pena.
La lista de año nuevo, y cualquier propósito que emprendamos (una relación afectiva,
un trabajo, un cambio de residencia), debería estar acompañado de un recuento de los
medios con los que vamos a lograr ese trabajo. Si queremos arreglar una cañería rota,
necesitaremos herramientas, y sería muy bobo desalentarnos porque no pudimos llegar
hasta la cañería por el muro con las uñas ¡Hacen falta herramientas! Esas herramientas
son nuestras habilidades, circunstancias, posibilidades y conocimientos. ¿Cómo aplico
mis habilidades, circunstancias, posibilidades y conocimientos para que mi relación de
pareja sea estable?
¿Cómo intervienen mis posibilidades en ese nuevo trabajo? ¿Qué se hacer bien y mal?
A veces nos olvidamos de la sabiduría popular, pero no sería mala idea reflexionar
solo un momento el viejo refrán El que persevera alcanza.
“Compromiso y Responsabilidad es
Participación”
Participar es tomar parte, hacer parte del todo. En las cosas de las personas y de la
sociedad, participar es
no excluirse, es comprometerse con las decisiones que influyen en la vida de todos.
En nuestro país, para muchos no resulta interesante participar: son grandes y frecuentes
que hemos vivido, tal vez nos queda un recuerdo en nuestra memoria.
Tenemos poder para decidir, para cambiar las cosas, entonces, nuestro poder como
ciudadanos tiene sentido, fuerza, vitalidad. Pero participar no es solo posible ni
necesario; es indispensable, si no participamos decidirán por nosotros.