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El misterio de Lauristen Gardens

Arthur Conan Doyle

PERSONAJES
Sherlock Holmes: Detective asesor de la policía de Londres, se caracteriza por ser misterioso.

John Watson: Doctor que comparte apartamento con Watson, se caracteriza por ser curioso.

Tobías Gregson y Lestrade: son los inspectores de Scotland Yard.

Watson. (De pie echa un vistazo a la carta y grita espantado). ¡Demonios!

Holmes. (A John Watson, que lee la carta). Parece salirse un tanto de los casos vulgares…

Watson. ¡Es espantoso!

Holmes. (Se levanta de la silla flematico y se dirige a Watson). ¿Tendria la bondad de leerme la
carta en voz alta?

Watson. Por supuesto. (Toma asiento, dando lectura a la carta). “Mi querido Sherlock Holmes…

Holmes. (Mirando hacia la ventana un tanto melancolico). Haberlo sabido antes, a mi nunca
nadie me ha querido.

Watson. ¿Puedo continuar?

Holmes. Si, continue porfavor.

Watson. Esta noche , en el numero tres de Louriston Gardens, según se va a Brixton, se nos ha
presentado un feo asunto…
Holmes. (Se rie mirando a Watson, como si no hubiese reido antes). Tan feo como usted, ¡Jajaja!

Watson. (Se levanta de la silla molesto, pasandole la carta a Holmes y se dirige hacia la
ventana). Señor Holmes leala usted porfavor, no me destaco por ser un hombre al que le gusten
las bromas.

Holmes. Disculpe Watson, no volvera a ocurrir. (Acerca la carta a sus ojos, murmullando). ¡Aja!
Con que hay huellas de sangre. (Recuerda su descubrimiento en el laboratorio y mira a Watson
sonriendo). Señor Watson, nosotros vamos a resolver este caso como de lugar.

Watson. ¿Desea usted que le acompañe?

Holmes. Si. (Señalando un sombrero que se encontraba en la mesa). No olvide su sombrero.

Watson. Pero Señor Holmes, primero me puede decir ¿Quién es Tobias Gregson?

Holmes. (Caminando desde la ventana hasta la silla moviendo las manos). Gregson es uno de los
inspectores de Scotland Yard, es el mas despierto y junto a Lestrade constituyen la flor y nata de
un peloton de torpes. Despliegan ambos rapidez y energia, mas son convencionales en grado
sorprendente, se tienen puesta mutuamente la proa. En cuanto a los celos no les va a la zaga la
damisela mas presumida, y como uno y otro decidan tirar de la manta, la cosa va a resultar
divertida, que divertida ¡divertidisima!

Watson. (Sorprendido por la calma negligente de Sherlock Holmes). ¡Desde luego no hay
momento que perder! (mirando la taza que se encontraba en la mesa). Señor Holmes ¿Cómo
aprendio usted a contener la angustia y el miedo en estos casos tan terribles?

Holmes. (Dirige su mano al hombro de Watson). No pienses en lo que aun no puedes ver,
piensa en lo que tienes y sabras que lo que no ha llegado no se debe temer.

Watson. (Sonriendole a Holmes). Muchas gracias por el consejo señor. (Mirando la carta). ¿Le
parece que llame ahora mismo un coche?

Holmes. Se lo agradeceria.

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