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EL AQUILES

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Ulises. Lisandro, Principe.


Nicandro. Diomedes.
Telémaco, niño. Palamedes.
Quirón, viejo. Garbón, pastor.
HÉCTOR. Deidamia, Infanta.
Aquiles. Casandra.
Briseida. Nisiro, soldado.
Tetis, dama. Tebandro.
LlCOMEDEs. policena.
Peloro. Soldados.
Menelao, Rey. Un Criado.
Patroclo. Un Paje.

ACTO PRIMERO ó ya que de una osa


mamó el licor villano,
pues al monstruo cosario pagó pechos
nunca de él satisfechos,
ESCENA PRIMERA árbitro juez le hicieran
competidores ojos,
Saltn Ulises, Telémaco, niño, y Nicandro, griego. ocasionando enojos,
Ulises. que tal venganza esperan,
si yo llevo la pena,
Nunca al tálamo justo, la gloria Venus y la culpa Elena.
coyundas de Himeneo, ¡Ay Penélope bellal
de Peleo y de Tetis enlazaras ¡a y hijo amado mío!
con la cerviz el gusto; mitades de mi vida; en mi tormento,
ya que dió á Peleo estorbos atropella
la mano Tetis, nunca convidaras de amor el señorío
los dioses, ni injuriaras cuando á la honra obliga el juramento.
la discordia traviesa, Contra el pastor violento
cuya manzana de oro todos los griegos Reyes
ponzoña dió en tesoro juraron la venganza
é infausta sobremesa de Menelao, y alcanza
á la ocasión tirana el rigor de sus leyes
si hechiza á toda Grecia una manzana. á mi quietud sabrosa
Nunca fuera piadosa seguro con tal hijo y tal esposa.
con el pastor tirano El parche vengativo
la osa tributaria de sus pechos, á vuestro Ulises llama,
n6 EL AQUILES

detiene amor y el juramento aprieta, Pues si ella se me muere


si no me parto vivo y el padre se me ausenta,
con riesgo de mi fama huérfano de los dos, ¿de mí qué aguarda?
al qué dirán del vulgo vil sujeta; Quédese en casa, ¿quiere?
si me parto, es profeta Tendrála á ella contenta
el alma de los daños y á mí seguro en su amorosa guarda;
que en esta ausencia temo; advierta que si tarda
y entre uno y otro extremo, de asegurar temores
miedos y desengaños dos vidas atropella,
confusa traen mi vida pues muerto yo con ella,
partida entre el sosiego y la partida. aumentaré dolores
El honor me aconseja diciendo en la otra vida
que no pierdan los ojos que de su esposa é hijo fué homicida.
de vista esposa que apetecen tantos, Ulises.
y el mismo honor no deja
que, asegurando enojos, ¡Ay, Telémaco mío!
tímido quiebre juramentos santos; Persuasivo, elocuente,
encuéntranse los llantos anegarme en tu tierno llanto puedes;
de obligación y ausencia; cada perla es un río
aquélla me da prisa, que en líquida corriente
y ésta mi muerte avisa; á las del Nilo en eficacia excedes.
¿qué hará, pues, mi paciencia Ya viene Palamedes
sin una y otra joya, á llamarme perjuro
de tres almas en Grecia, un cuerpo en Troya? si el juramento santo
que al cielo hice quebranto;
Nicandro. no está mi amor seguro
De dos forzosos daños, si niego mi partida,
el menos peligroso ni si me parto lo estará mi vida.
escoge el sabio que el peligro mide; Pero si el amor fuerza
á tus maduros años, y el juramento obliga,
Ulises generoso, venza el amor, pues es mayor su exceso;
consultando el menor, consejos pide. ¿qué fuerza hay que á su fuerza
Si el alma se divide resista, sin que siga
partiéndote de Grecia yugo inmortal que á tanto dios ha preso?
en las prendas que adoras Quíteme amor el seso
y contando las horas y no me quite ahora
que la quietud desprecia, mi esposa por la ajena;
Penélope está enferma, robó Paris á Elena,
¿por qué querrás dejar tu patria yerma? si Menelao la adora,
Procure el injuriado réstame su hermosura,
vengar agravios suyos, que no hay obligación donde hay locura.
y de Elena castigue la mudanza, (Llévase el niño y vase.)
que no por su cuidado
es bien crecer los tuyos
y á tu esposa olvidar por su venganza. ESCENA II
Si tu experiencia alcanza
los daños que recuerdas, Salen Palamedes y Peloro.—Nicandro
¿será prudente cosa
por que él cobre á su esposa Palam. No queda en Grecia señor
que tú la tuya pierdas? que no parta contra Troya,
jy que en demanda ajena y esta acción sólo se apoya
a Penélope dejes por Elena? en el ingenio y valor
de Ulises, pues sus ardides,
Telémaco. si á sabios se ha de creer,
Padre, no se me ausente, de más provecho han de ser
que está mi madre mala que las hazañas de Alcides.
y se nos morirá si la desprecia; Juró defender á Elena
si mis suspiros siente con los demás en la ley,
y el tierno amor iguala que Tíndaro, griego Rey,
á la hermosura y caridad de Grecia, si no la cumplen, condena.
¿no será cosa recia Robóla Paris; si intenta
que tal esposa é hijo Ulises buscar ahora
por ausentarse olvide? excusas por ver que llora
Mi madre esto le pide, Penélope, de su afrenta
y si se va, me dijo serán los dioses testigos;
que no esperase, padre, pues sus aras menosprecia,
gozar una hora más viva á mi madre. y á los Príncipes de Grecia
ACTO PRIMERO ii7
tendrá por sus enemigos. tan discreto, ni quisiera
El ejército me envía su esposa en tanto exceso.
por él. Peloro. Deja la mayor belleza
Peloro. Amor, que es más fuerte, que enamoró al dios rapaz
y á las puertas de la muerte el reino que goza en paz
con Penélopc porfía, y un hijo de su riqueza
ó acabarla, ú obligar y discreción heredero;
á que su esposa se quede, pártese á ajenas venganzas,
en tal juramento puede el honor teme mudanzas
justamente dispensar. y amor desnudo el acero.
Nicandr. Dejar sola tal mujer Quien ama cuerdo, ama poco;
ni es amor ni es fortaleza, ama mucho y loco está.
tiraniza á la belleza, Palam. Cobarde temor será
ya la ausencia, ya el poder. y engaño el fingirse loco.
Y si uno y otro se junta Ya Grecia tiene experiencia
y tantos la han pretendido, de sus astucias, malicia
siendo madre del olvido es toda.
la ausencia, llore difunta Ulises. (Pregona y azótase.)
su honra, Ulises ausente. Esta es la justicia
Palam. Penélope es la más casta que manda hacer el ausencia
de toda Grecia. á un recién casado (dale;
Peloro. No basta ¡oh, cómo escuece el traidor!)
ese valor excelente que se ausenta de su honor,
para el recelo que lleva, y de su casa se sale.
ni puede discreto ser, ¡Qué indigenta está la penca!
siendo vidrio la mujer, Gran delito debe ser
quién con la ausencia la prueba. dejar á propia mujer
Según esto, no os espante, por otra mujer mostrenca.
viendo que á la muerte está, Libros hay de ejemplos llenos,
si Ulises con vos no va. donde leerá el que los trata
Palam. Menos valiente es que amante; que es un asno el que se mata
pero yo no he de ir sin él cual yo por duelos ajenos.
ó ha de quedar por perjuro, Por Dios que estábamos buenos
pues la victoria aventuro dejándonos en los nidos
que tengo cierta por él. los pajaricos perdidos
en uñas del gavilán.
El refrán
ESCENA III diga que á muertos y á idos
Sale Ulises medio desnudo y loco.—Dichos. no hay amigos, mas yo trueco
(perdóneme Dios si peco)
Ulises. Toquen las cajas aprisa, á estos versos los sentidos,
y pues Grecia á Troya pasa, y entendidos,
abrase Ulises su casa. rezan con causa mayor
¿Hércules está en camisa? que el honor
Deyanira le pegó canta, que á muertos y á idos
la ponzoña del Centauro. no hay maridos,
Creta encierre el Minotauro, no hay maridos, que es peor.
que Pasifé le parió; Pues si entre ausencias y olvidos
pobre Minos, ¿qué dolor de la honra no hay noticia,
de cabeza os atormenta? y de milicia á malicia
El marido que se ausenta va tan poco,
eche en remojo su honor. ¿quién se parte á la milicia?
Toro se llama la cama ¿Ausencia necia
del matrimonio en latín, á mí sacarme de Grecia?
etimología ruin ¡Malos años! no hay justicia.
sacará de ella la fama, Nicand. ¿Hay lástima semejante?
díganlo los adivinos, Ulises. ¿Yo, entre cajas y pendones,
mientras yo mi ausencia lloro, marido de comisiones?
¿la Pasifé con el toro Vaya la mujer delante,
y sin azotalla Minos? llore y cante
¡Oh, bellaco! ¿De malicia como cuerdo y como loco
qué laberintos trazáis quien tiene su honor en poco,
y á mí á Troya me enviáis? que yo, entre el llanto y la risa,
¡Malos años! ¿no hay justicia? ni tengo espacio ni prisa.
Palam. ¿Qué es esto? Menelao su enojo aplaque
Nicandr. Ulises sin seso, y vengue su badulaque,
que á no perderle, no fuera porque, cual dijo mi abuela,
n8 EL AQUILES

á quien le duele la muela, y no se me dañará


la muela, que se la saque; si aunque me ausente la salo.
ó si no yo iré á la guerra, (Siembra.)
como no quede en mi tierra ¿No es la sal sabiduría?
hombre que amando negocia; El sembrarla, pues, me importe,
que yo ausentarme no quiero que hay poca, y anda en la Corte
si no los llevan primero en coches la bobería;
á todos á Capadocia. hay notable carestía
¿Penelopica en Escocia, de doncellas recatadas;
y yo sin Penelopica? las más están decentadas,
(¡Fuego de Dios, cómo pical) por eso me ocupo en esto,
Ella hilando, otros urdiendo, que si se dañan tan presto
y amor la trama tejiendo es porque no están saladas.
en mohatras la avaricia Nicand. Rey, gran señor, vuelve en ti.
conquistando la codicia. Ulises. Bueno, ¿pues paréceos mal
¿Pasito abrazando al toro sembrar mi casa de sal
y Venus ai monstruo de oro? y esterilizarla así?
¡Malos añosl no hay justicia. El amor ¿no es fuego? Sí.
Peloro. ¡Desgracia, por Dios, extraña! ¿No es estopa la hermosura?
Nicand. Notable fuerza de amor. Pues si abrasarla procura
Ulises. De alfeñique es el honor el fuego del amor ciego,
y la mujer es de caña, saltar ha la sal del fuego
si á París Elena engaña y mi honra estará segura.
llévese él la penitencia; Ea, ya habemos sembrado;
¿comílo yo? ¿hay tal sentencia? démosle ahora una reja;
mandar pagar sus amores quien se va y su mujer deja
justos hoy por pecadores. no cogerá fruto honrado;
Donosa es, por Dios, la maula, ¿no entierra al grano el arado,
metiérala en una jaula, que con el tiempo batalla,
ó colgarásela al cuello, y después colmado se halla?
que yo (si quieren sabello), Pues quien quisiere coger
loco, mas no mentecato, fruto de honra en la mujer,
no dejo la carne al gato cuando se ausente, enterralla.
ni á los osos la colmena; La deshonra es, á mi cuenta,
si Elena es mala ó es buena mastín que á la fama ladra;
allá se lo haya; mirad si el nombre le cuadra,
si se fué á holgar á la playa pues muerde al pobre que afrenta;
tómese lo que la vino, luego si mi amor se ausenta
que el borracho junto al vino y da tras mí, (i)
dirá la jurispericia ¿no es bueno sembrar sal? Sí;
que es malicia; y no sembrarla, ¿no es malo?
lo que el Troyano comió sí; que al perro, si no hay palo,
¿quieren que lo escote yo? el remedio es «¡sal aquíl»
¡Malos añosl no hay justicia. Vosotros me serviréis
(Vase.) de guebras, poneos aquí.
Nicand. Id tras él, que está furioso; (Ara con ellos.)
no le suceda algún daño. Peloro. Si ha de sosegarse asi, '
Palam. Todo esto es ficción y engaño. sigamos su humor.
Ulises es cauteloso: Ulises. ¿No veis
yo probaré su locura que es justo que me ayudéis,
ó fingido frenesí pues cultivar mi honor quiero?
que no ha de excusar asi Are el cuidado primero
su miedo y nuestra ventura. (Vase.) lo que la opinión sembró;
mas con bueyes, eso no,
que en tal tierra es mal agüero,
ESCENA IV mejor es el azadón
(Toma el agadón y cava.)
Sale Ulises sembrando sal. — Dichos menos
Palamedbs.
y ahorraremos de molestias,
que no es bien fiar de bestias
Ulises. Fuera, que soy labrador; el honor y la opinión;
sal siembro en lugar de pan, quitemos toda ocasión,
porque así no picarán ningún terrón nos impida
avechuchos en mi honor; la cosecha en mi partida,
tienen á mi esposa amor que es tropezón la belleza,
muchos, y por Dios que es malo; y la mujer,
dadla también
si tropieza,
por caída.
la sal preserva al regalo,
mi esposa se queda acá, (i) Verso incompleto en el original.
ACtO PRIMERO ii9
ESCENA V á nadie dejas vivir;
de tus costumbres extrañas
Sale Palahedes con Telemaco en los brazos.—Dichos. todos procuran huir;
¿qué pastor por ti no está
Palom. Ea, Ulises, yo también señalado?; ¿qué pastora,
soy labrador como vos, cuando á su cabaña va,
sembremos juntos los dos. de ti no se queja y llora,
Ulises. Pardiez, vaya, decís bien. y mil querellas me da?
Palam. Porque buen año nos den No diferencias los brutos
frutos de esta sementera de los hombres, ni aun los frutos
grano es Telémaco, muera, de ti se pueden librar,
(Saca la daga.) pues, antes de madurar,
y os dará el tiempo oportuno ["orzados te dan tributos.
los hijos ciento por uno No sé yo de qué aprovecha
á la cosecha primera. lo mucho que te he enseñado,
Con su sangre es bien regar la ciencia está satisfecha
la tierra, pues que no llueve; con el natural templado
muera, y fruto el campo lleve. que el bárbaro ser desecha.
Telém. ¿Por qué me quiere matar? Hizo á la filosofía
Padre, llégueme á vengar. para moderar pasiones,
Palam. Yo seré el ejecutor, el Sol, que todo lo cria;
muera el fruto, aunque esté en flor, en ella te di lecciones,
y multiplique despojos. y en ti lograrse podría;
(Vale á dar. Tiénele Ulises.) la música, ya tu sabes
Telém. ¿Padre? que con agudos y graves,
Ulises. lAy hijo de mis ojos, ánimos silvestres templa,
tierno efecto de mi amorl y que el que en ella contempla
Si con prueba tan costosa le da del alma las llaves.
se ha de excusar mi partida, Tocas el arpa y la lira
Ulises pierda la vida y tus costumbres no tocas;
y auséntese de su esposa. quien te oye cantar se admira,
Mi locura cautelosa, y de tus costumbres locas
Palamedes, ya ha cesado; asombrado se retira.
obedezcamos al hado Debajo de tal belleza,
y no pierda yo opinión ¿es posible que se esconda
con vos, pues cualquier perdón tan cruel naturaleza?
merece el temor casado. En las fieras corresponda
Palam. Con la victoria presente al cuerpo la rustiqueza,
mi fama á ilustrar comienzo, pero no en ti, cuya suerte,
que, pues en ingenio os venzo, si tan bello quiso hacerte,
más que todos soy valiente. arrepentido repara
Vamos, Ulises prudente, que enamoras con la cara
á Troya, que la venganza y con los brazos das muerte.
tiene puesta su esperanza Aquiles. Tú tienes la culpa de eso;
sólo en vos, pues más efeto desde niño me criaste,
hace un capitán discreto Quirón, robusto y travieso;
que el arnés, la flecha y lanza. con leche me alimentaste
Consolad á vuestra esposa, de una onza, así profeso
y veréis que en esta ausencia, el natural heredado
si es casta por excelencia, de la leche que mamé.
os gana fama gloriosa. Carnes de fieras me has dado
Ulises. ¡Ay prenda del alma hermosa! á comer, nunca gusté
En fin, me parto y os pierdo; ni la liebre ni el venado.
honor, entrad en acuerdo, En éstos el temor crece *
y pues en el mal que toco que huyendo los envilece;
no bastó fingirme loco, imitando á esotros voy;
sed vos en mi ausencia cuerdo. bien haya, pues su hijo soy,
(Vanse.) quien á los suyos parece.
Tetis. ¿Hijo de las fieras?
ESCENA VI Aquiles. Si.
Tetis. ¿Y no mío?
Salen: Aquiles, que ha de hacer la mujer vestida de Aquiles. El ser primero
pieles con un birtón, y Quirón, viejo, también de te debo, pues que nací
pieles, y Tetis, bizarramente vestida de campo. de ti, pero no el postrero
que del sustento adquirí.
Quirón. Ya no te pueden sufrir, Ya sé que el Rey Peleo fué
Aquiles, estas montañas, mi padre y esposo tuyo;
i20 EL AQUILES

pero como me crié Deidam. ¡Aquí, cazadores míos,


entre estos montes, concluyo favor!
que en ellos me transformé. Aquiles. No huyáis, persuadios
A Quirón me encomendaste; que no soy mónstruo.
forma quejas, madre, de él Deidam. ¡Aquí, aquí!
si tan diverso me hallaste, Aquiles. Hechizo que el viento excedes,
que yo estimo ser cruel detén el curso y temor;
en más que ser tu hijo. hombre soy.
Quirón. Baste. Deidam. Dadme favor,
Aquiles. Voy á vengar en leones vasallos de Licomedes.
y tigres lo que no puedo Tetis. Este es mi Aquiles; procura
en vuestras reprehensiones. sosegarle.
Tetis. Hijo, espera. Quirón. El es de suerte
Aquiles. Escuche el miedo que ó los ha de dar la muerte
consejos y persuasiones. Wate.) ó hacer alguna locura. (Vanse.)

ESCENA VII
ESCENA VIII
Dichos, menos Aquiles.— Dentro Deidamia y Voces.

Tetis. ¡Ay hijo del alma mía! Sale Aquiles con Deidamia en los brazos, que vendrá
ese valor ha de ser vestida de caza bizarramente.—Luego Cazadores.
mi muerte, y yo he de perder,
perdiéndote, mi alegría. Aquiles. Desmayóseme en los brazos.
Quirón: un mortal asombro (Pénela en el suelo.)
ocasionó mi camino; Emboscado estoy seguro;
el oráculo divino aquí corre un cristal puro
y mil sabios que no nombro que el cuerpo divide en lazos.
me afirman que si se parte Cristal con cristal pretendo
con el ejército griego resucitar.
mi Aquiles á Troya, el fuego Deidam. ¡Ay de mil
que Venus ofrece á Marte ¿Dónde estoy?
ha de ser su perdición; Aquiles. Ya ha vuelto en sí.
muerte le han de dar cruel, Dos soles están lloviendo.
puesto que quede por él Sosegad, mi cazadora,
asolada la nación que si da gusto la presa
que en Troya á Paris ampara. á quien la caza profesa,
Esto profetiza Apolo; un alma que en vos adora
es hijo Aquiles, es solo tenéis á los pies rendida;
y es los ojos de esta cara. mas ¿qué mucho la rindáis
Si siempre que se me acuerda si con dos flechas tiráis
que su luz me ha de faltar que, dando muerte, dan vida?
excede mi llanto al mar, Deidam. Monstruo, mas no digo bien,
¿qué he de hacer cuando le pierda? que ofendo tu gentileza,
Tú, que su ayo y maestro aunque tan rara belleza
eres desde que salió monstruosidad es también.
al mundo, y de quien fió Deidad de este bosque umbroso,
mi fe el amor que le muestro, héroe, semidiós ú hombre,
aconséjame del modo que no hallo decente nombre
que podré librar su vida, que cuadre á tu rostro hermoso;
que á esto ha sido mi venida. mira que heredera soy
Quirón. Ya yo sé que el mundo todo hija del Rey Licomedes,
ha de registrar Ulises, y que si el límite excedes
que de buscarle se encarga, honesto y dos voces doy,
y á cuya prudencia larga tengo esta montaña llena
los más remotos países de monteros que podrán
no han de poder defenderle. darte muerte y mezclarán
Si su natural inquieto con mi venganza mi pena.
diera lugar al secreto, Aquiles. Princesa de mis ojos,
lo mejor fuera esconderle. que, pues en ellos tiene
Mas ¿cómo tendrá sosiego su origen mi esperanza
encerrada la inquietud, justo es que en ellos reines,
con grillos la juventud, recelos asegura,
y dentro la mina el fuego? que no osan atreverse
¿Pero qué es ello? á tu deidad hermosa
Tetis. ¡Ay de mil deseos descorteses.
(De dentro voces y ruido.) Efectos tan contrarios
ACTO PRIMERO i2i

en mí ha causado el verte, penetra con los ojos


que hielas por lo grave un alma, que entre pieles
y por lo hermoso enciendes. rendida te idolatra
Solía yo, y no ha mucho, y humilde te obedece.
matando entretenerme, Deidam. Discreto, persuasivo,
haciendo mal holgarme, ¿en qué escuelas aprendes
pacífico ofenderme, retórica amorosa
cazando día y noche, en montes elocuente?
huían igualmente Conclúyesme elegante,
de mí por esos campos hermoso me enterneces,
los brutos y las gentes. compuesto me aseguras
¿Qué rústico los pisa y sabio me convences.
que en viéndome no tiemble, Si como amante obligas,
de día no se esconda, mi rigurosa suerte
de noche no me sueñe? hubiera excepcionado
¿Qué serranilla simple mj gusto antes de verte,
me mira que dispense y no tuviera padres,
con ella la hermosura cuya obediencia prende
humilde por silvestre? en concertadas bodas
Los más robustos árboles el alma que suspendes,
de aquestas selvas verdes, ¿qué dicha como amarte?
temblándome en sus hojas ¿qué gloria como hacerte
dan muestras que me temen. del reino y alma mía
Los tigres y leones, señor eternamente?
sin que mi lucha esperen, Mí padre me da esposo,
huyendo con bramidos que ya por ti aborrecen
me aplauden más valiente. los ojos, que no ha un hora
Tú sola, victoriosa, lloraban hasta verle.
trofeos grabar puedes Soy hija, es Rey severo
en bronces inmortales, mi padre Licomedes;
pues sola tú me vences. ¿á quién no obligan padres?
Salí á buscar venganzas ¿á quién no fuerzan Reyes?
de agravios que reprenden Amante de imposibles
en canas venerables soy ya, véngate en verme
dictámenes crueles, imposibilitada
y cuando más furioso, del bien que mi alma pierde.
miréte en una fuente Nunca pluguiera al hado
copiando tu hermosura sacara al campo redes
cristales por pinceles, que en vez de fieras y aves
templado suspendíme, su cazadora prenden,
suspenso contempléte, pues volveré á mi Corte,
perdíme contemplándote, si loca por quererte,
contemplando adoréte. eternizando llantos
En agua me abrasaste, que tu memoria aumenten.
no sé si fué agua ardiente, Aquii.es. ¿Pues quién será bastante,
más sé que de ella forjas si tú, mi bien, me quieres,
rayos para vencerme. á violentar tu gusto?
Alzaste los dos soles, yo soy... (Voces y ruido de dentro.)
y apenas llegó á verme Caza. i. ° Aquí, aquí gente.
la luz que en ellos vive, Caza. 2.° Aquí, que el fiero monstruo
cuando á los vientos leves, nuestra Princesa ofende;
hurtándoles las alas cercad todo este bosque,
la fugitiva liebre, echadle los lebreles.
no osó cuando corrías Aquu.es. ¿Qué es esto?
correr más, por correrse.
Talares de Mercurio
me dió mi feliz suerte, ESCENA IX
pues te alcancé amoroso Sale Garbón, pastor.—Dichos.
y te detuve alegre.
Desmayos y temores, Garbón. Señor mío,
si frágiles, prudentes, huye, si no pretendes
al pecho retiraron que con tu muerte lloren
corales y claveles. los prados y las gentes;
Mas ya que restituyes con flechas y con dardos
á la animada nieve cercando el bosque vienen
la púrpura usurpada monteros atrevidos
que á darla esmaltes vuelve, de la Princesa y Reye;

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i22 EL AQUILES
asegurar la vida de un mozo ocasionado
por este atajo puedes; de amor y de años verdes.
¿qué harán, si aquí te matan, No aguardes cortesías
sin ti Quirón y Tetis? de quien á nadie teme,
Aquiles. ¡Oh estorbos envidiosos que pocas coyunturas
de los mayores bienes, de amor fueron corteses.
que en cifras de hermosuras Cebado en matar hombres,
los cielos comprehendenl lugar y tiempo ofrece
Sabréis quién es Aquiles. para que al Rey, tu padre
Hermoso Sol que enciendes y mi señor, te lleve.
un alma hasta hoy de bronce; Aquí tengo un caballo
si para detenerte que á los del sol excede
son ruegos poderosos y lleva pies de plumas
y, como afirmas, tienes con que ligera vueles.
amor á quien ya llora ¿Qué aguardas?
el verse de ti ausente, » Deidam. ¡Ay amor!,
espérame no más ¡ay honra!, indiferente
del tiempo y plazo breve estoy entre vosotros;
que tardo en quitar vidas pero si la honra vence
a los que nos ofenden. donde el valor se estima,
Garbón, sé tú mi Argos, perdone amor aleve,
y mientras mi amor vuelve que jura hasta que goza
á reiterar favores, y goza hasta que miente.
guárdame diligente (Vanse los dos.)
la prenda que te fío.
¡Ay cielos, si te duermes, ESCENA XII
para pagar descuidos
qué pocas vidas tienesl (Vase.) Garbón.

Señor... ¡A esta otra puerta!


ESCENA X Llevósela; si vuelve
Garbón y Deidamia. Arquillas y no la halla,
¿que hará, Garbón probete?
Garbón. Par Dios bueno; ¿yo alcaide, El diabro que le aguarde,
en bosques, de mujeres mas hétele á dó viene;
que aprenden cantonadas, aquí hay un alcornoque,
si aún no sé guardar bueyes? su hueco ha de esconderme.
Sabrá, señora mía, No tengo, si me agarra,
que yo he sido sirviente para el primer puñete,
de Arquillas y Esquilón que así despacha tigres
un año y cuatro meses. como Garbón molletes.
Hame hecho este muchacho (Escóndese en el tronco de un árbol.)
mastín suyo; ¿qué quiere?
Par Dios, si se me escurre
que es diabro y me despierne. ESCENA XIII
Con ella ha de agarrarme Sale Aquiles.— Dicho.
para que no me deje,
seré siquiera un rato Aquiles. Huyeron, y sin seguillos
de tal hembra corchete. sólo he querido espantallos,
Deidam. ¡Ay confusiones míasl que son de mi bien vasallos
decid, ¿aguardaréle? y no es justo perseguillos.
Mas ¡ay! que si le aguardo Después que amo, traigo grillos,
mi honor ofensas teme. sino es para aquí, en los pies;
Pues ¿qué queréis? ¿que huya?; aquesta mi prisión es
mas si en el alma viene y aquí me aguarda mi hechizo.
al vivo retratado Mas ¡ay cielos!, ¿qué se hizo?
y en ella asiento tiene, Garbón. El alma traigo al revés.
¿quién huye de sí misma (Asomándose entre las ramas.)
que en sí misma no lleve, Temblando estoy.
si alas, también grillos Aquiles. ¿Mi señora?
que vuelan y detienen? ¿mi sol, mi gloria? ¡Ay de mí!
Garbón. Par Dios, si me encuentra aquí,
ESCENA XI que no vivo un cuarto de hora.
Aquii.es. ¡Garbón, Garbónl
Sale Quirón.—Dichos.
Garbón. Agora
Quirón. Huye, Princesa hermosa, topa conmigo, y si llega,
los ímpetus crueles por un pie me agarra y juega
ACTO PRIMERO i23
á la pelota y me arroja, Aquiles. ¿Qué disparales son éstos?
si por no hablarle se enoja, ¿quién hace burla de mí?
al cielo, y desde allí á Noruega. Desgajaréte, y así
Más vale antes que me toque veré engaños manifiestos.
hablarle, como que soy (Desgaja la mitad del árbol y sale
su dama, y por él estoy Garbón.)
convertida en alcornoque, Garbón. Señor, los hinojos puestos
Aquiles. Si no queréis que provoque, tiemblo y te pido perdón.
deidades, la religión Aquiles. ¿Quién eres?
que os da el mundo sin razón, Garbón. Yo soy Garbón.
volvedme la prenda mía. Aquiles. ¿Qué es de mi princesa bella?
Gabbón. Si á los dioses desafía, Garbón. Ocupada está, vo á vella.
¿qué no hará de vos, Garbón? Aquiles. ¿En qué?
Si á injuriar los dioses llega Garbón. Si he de hablar verdad,
con tal furor, ¿qué no hará en cierta necesidad
de quien destilando está, que él nt> puede hacer por ella.
de puro miedo, pez griega? Aquiles. ¡Ah traidor!
Aquiles, Si mi sol su luz me niega, Garbón. Ea, ya comienza.
¿dónde irá ciego quien ama? Aquiles. ¿Qué es de mi bien, hombre vil?
Mi bien, mi gloria.
Garbón. Fuese á atar un cenogil,
(Dentro del árbol, disimulando la vo$, que tuvo de mí vergüenza.
responde Garbón.) No sé si era orillo ó trenza;
Garbón. ¿Quién llama? pero presto volverá.
Aquiles. ¡Ay cielos! ¿quién eres? Aquiles. ¿Huyó de mi amor?
Garbón. Fui Garbón. Verá
quien te adoraba. cuál se la traigo.
Aquiles. ¡Ay de mil Aquii.es. Detente.
Garbón. Y ando ya de rama en rama; Garbón. Dando estoy diente con diente.
hazte allá, que quien me toca Espulgándose estará;
comete un grave pecado. luego viene, aguarde un poco.
Aquiles. ¿Hate algún Dios transformado? Aquiles. ¿Huyes, villano?
Garbón. ¡Y cómo! Garbón. Me escurro.
Aquiles. ¿En qué? Aquiles. Aguarda.
Garbón. En alcornoca. Garbón. Aguárdele un burro. (Vase.)
Aquiles. Si Apolo á Dafne provoca Aquiles. A qué furor me provoco.
hasta en laurel convertilla,
(Va tras él, sale al encuentro Tetis y
si Clecie á su luz se humilla
tiénele.)
la cabeza vuelta en flor
y Apolo le tuvo amor,
no es nuevo, aunque es maravilla. ESCENA XIV
¿Amábate Apolo? Tetis y Aquilbs.
Garbón. Sí.
Aquii.es. ¿Quísote gozar? Tetis. Hijo, detente.
Garbón. También. Aquiles Estoy loco.
Aquiles. ¿Y huíste de él? Tktis. Ya me ha contado Quirón
Garbón. Con desdén. la fuerza de tu afición;
Aquii.es. ¿Fuete siguiendo? por Deidamia estás perdido,
Garbón. Hasta aquí. a remediarte he venido;
Aquiles. ¡Que en tal ocasión me fuí! fin á tus pesares pon.
¿Llamaste algún dios? Aquiles ¿Quién es Deidamia?
Garbón. ¿Y cómo? Tetis. El espejo
Aquiles. ¿Y qué dios era? en que te miras.
Garbón. El dios Momo. Aquiles. ¿Y adónde
Aquiles. Por sus efectos lo veo; está? ¿Qué es della? Responde.
mas máteme mi deseo Tetis. Llevóla á su padre viejo,
si venganza de él no tomo. Quirón.
¡Ay amor siempre cruel! (ai árbol.) Aquiles. Pagará el consejo
mi planta serás divina, muriendo Quirón tirano. (Llora.)
como de Hércules la encina, Tetis. Refrena el enojo vano,
como de Apolo el laurel. que no eres hombre, pues lloras
Consagraréte como él, Aquiles Adórola.
ya que tuve tales fines. Tetis. Si la adoras
Garbón. No es bien que en eso imagines. yo te la pondré en la mano.
Aquilbs. ¿Porqué? Disponte tú á obedecerme
Garbón. Ya está consagrado y dispondréte á alcanzarla.
el alcornoque, abogado Aquiles. ¿Cómo podrás tu obligarla?
de corchos para chapines. Tetis. Todo es posible.
i24 EL AQUILES

Aquiles. Ofenderme por galas me acomodaba,


será, madre, el prometerme y en vez de triunfos me daba
cosas que no has de cumplirme. los brazos viéndome así
Tetis. Determínate seguirme, ¿Qué diría si me viese
hijo, y á no replicarme, de infame mujer vestido?
que tu amor sabrá enseñarme Tetis. Eso fuera, hijo querido,
y mi industria prevenirme. cuando Quirón lo entendiese;
Aquiles. ¿Qué me podrás tú mandar, mas sólo hemos de saberlo,
por imposible que sea después del cielo, los dos.
que, como á Deidamia vea, Aquiles. Pues ¿no sabrá que algún dios
dificulte ejecutar? en mi afrenta puede verlo?
Tetis. Tiéneslo de rehusar. Esta razón te convenza:
Aquiles, No tengas temor. que merece infames nombres
Tetis. Si así quien se esconde de los hombres
lo cumples, vente tras mí. y de Dios no se avergüenza.
Aquiles. Qué, ¿á Deidamia alcanzaré? Cuanto y más que, aunque pudiera
Tetis. Hijo, sí, y te libraré ser posible el ocultar
de los daños que temí. de los dioses el obrar
cosa que justa no fuera;
el que en valor se señala
no lo ha de dejar de hacer
porque ellos lo puedan ver,
ACTO SEGUNDO mas porque es de suyo malo.
Deidamia y su amor perdone,
que, aunque la adoro, no es justo
ESCENA PRIMERA que oprima á la honra el gusto
y tal infamia ocasione.
Salen Aquiles, de dama bizarramente vestida de ca ¡Vive Dios, que de afrentado
mino, y Tetis. de la vileza presente,
tengo de huir de la gente
Aquiles. ¡A extrañas cosas me obligas! y nunca entraren pobladol
Tetis. Transformaciones de amor ¿Yo joyas, sedas y rizos?
dan á los dioses valor. ¿chapines y tocas yo?
Aquiles. Es verdad; mas no me digas, Tetis. Siempre el amor inventó
madre, que no degenero galas, disfraces y hechizos;
con aquestos trajes viles mas, pues no quieres usallos,
de mi ser. Yo soy Aquiles procura olvidar, si puedes,
con gentil arnés de acero. á la hija de Licomedes
¿Para la guerra me ensayas que, aunque salen sus vasallos
que en Troya Grecia me ofrece? en su nombre á recibirnos,
¿Fama mi valor merece y él desea tanto vernos,
entre chapines y sayas? fácil nos será volvernos
Afuera pasiones locas, y de su corte encubrirnos.
que con cobardes cautelas Quien sus pasiones reprime
corchos viles por espuelas no tenga amor, pise estrellas;
y por la celada tocas Deidamia es de las más bellas
entorpecen mi valor. que honran su deidad sublime;
¡Vive Dios que he de rompellas, goce Lisandro las glorias
pues no es bien que infame en ellas que dejas tú, pues se casa
mi opinión un torpe amor! con ella, y tú el tiempo pasa
Tetis. Cuando á Hércules se iguale en atormentar memorias,
el que disfraza tu ser, de puro honrado, homicidas.
y en hábito de mujer Galas lascivas desnuda,
le contemples con Onfale, de opinión y traje muda,
dejarás de estar confuso; asalta las defendidas
pues no te aconsejo yo murallas que en Troya empieza
que, si Hércules hiló, á guarnecer el valor
juegues tú á la rueca y huso. mientras Lisandro al amor
Nunca mucho costó poco, ejecuta en la belleza
mucho si amas has de hacer. de Deidamia.
Aquiles. ¿Yo vestido de mujer Aquiles. ¿Quién es ese
y no me juzgas por loco? que á mi dueño ha de gozar?
Bien lograré de Quirón Tetis. Con quien la quiere casar
las lecciones y ejercicios su padre.
con que, refrenando vicios, Aquiles. Eso no, aunque fuese
pieles del tigre y león pública al mundo la infamia,
despedazados por mí de aquestos disfraces viles;
ACTO SEGUNDO i25

pues sólo merece Aquiles ESCENA II


la hermosura de Deidamia.
Acompañamiento: Licomedes, viejo; Deidamia, con
Vence, amor, vuestro poder,
otro vestido; Briseida, dama; Peloro y Lisandro. —
dioses, los que habéis amado.
Aquiles enamorado Dichos.
se disfrace de mujer. Licomed. Ya se me cumplió el deseo
No pierda yo mi opinión que de conocer tenía
con vosotros, que no es nuevo á quien, siendo sangre mía,
en Neptuno, Jove \ Febo es esposa de Peleo.
transformarse. Dioses son Dadme, señora, los brazos.
y hombre Aquiles, que hoy imita Tetis. Con ellos el alma os doy,
á Júpiter vuelto en toro, pues asegurando estoy
águila, cisne, nube, oro en ellos mortales lazos
con que mi amor acredita. que mi agravio pronostican,
Celsso estoy, mis desvelos no hallando en vos, gran señor,
fuerzan lo que amante dudo, el esperado favor
que lo que el amor no pudo que mis remedios publican.
siempre lo acaban los celos. Llegad á besar la mano,
Madre, al Rey vamos á hablar Nereida, al Rey vuestro tío.
y á dar á Lisandro muerte. Aquiles. gn ella el amparo fío
Tetis. Lo que te he enseñado advierte. que ha de hacer mi temor vano;
Aquiles. Sólo dificulto andar pues, fuera de ser mujer,
sobre estos corchos, no quepo soy, gran señor, deuda vuestra,
en ellos ni se reguíos; y vos espejo en quien muestra
fueran acerados grillos la clemencia su poder.
cadenas, prisiones, cepo, (Ap.) ¿Cuál de aquellos dos será
que con nacerlos pedazos que Deidamia trae al lado,
quedara libre después; el que á mi amor y cuidado,
mas con corchos á los pies veneno entre celos da?
y con puños en los brazos, Gana tengo, vive Dios,
terribles cosas me mandas, de dar tras todos.
¡que prender puedan á Aquiles Licomed. Admiro,
corchos y telas sutiles, de la belleza que miro,
y en vez de maromas, ran'das! hermosa sobrina, en vos,
Tetis. Todo es fácil á quien ama. de vuestros padres la suerte,
Cuando estés en la presencia pues que les dió su ventura
del Rey, haz la reverencia en vos toda la hermosura
que te he enseñado de dama; y en vuestro hermano el más fuerte
vuélvela á ensayar aquí. héroe que la guerra apoya;
AQUILEs. (Hace una reverencia de soldado.) pues, según dice la fama,
Si la errare no te asombre. su Marte, Grecia le llama,
Tetis. Esa es reverencia de hombre. y destrucción suya Troya.
Aquiles. Y esta de mujer. Caí. Aquiles. No quedará vuestra Alteza
(Cáese de los cliapines.) de esa dicha defraudado,
pues en mi prima ha cifrado
Juráralo madre yo su amor, armas y belleza.
que en haciéndome mujer Belleza con que enamora
había luego de caer. y armas con que quita vidas,
Mas ¿qué es esto? puesto que por bien perdidas
Tetis. El Rey salió se den por vos, gran señora.
de mi venida avisado, Deidam. No sé yo con qué pagar,
tu dama y competidor. prima, tan nuevos favores;
Aquiles. Sólo esta vez el temor mas salgan por mis fiadores
mi corazón ha usurpado; los brazos que os llego á dar.
los efectos del vestido Aquiles. (Ap.) ¡Ayl Quién en ellos pudiera
me pegan su liviandad. sosiego eterno tener.
Tetis. Hijo: en la dificultad Deseo de conocer,
tu ciego amor te ha metido; Princesa, á quien sea espero
ten con las acciones cuenta dueño de vuestra hermosura;
que te enseñé. causa de mi envidia ha sido
Aquiles. Harélo así. y mi camino.
Tetis. Si te conocen aquí Lisand. Elegido
caerás en mayor afrenta. para tan alta ventura
Mira no eches á perdello. espero ser, si llamado
Aquiles. Amor, ayudadme vos, soy por el Rey, mi señor.
porque sino, vive Dios, Aquiles. Yo sé cierto opositor
que habemos de revolvello. á quien celos habéis dado,
i26 EL AQUÍ LES

que podrá ser no consienta sin tenerle nadie envidia;


que malogréis su esperanza. porque tal vez cuando mozo
Lisand. Basta para mi venganza vi venderle agua del pozo
que él tanto mis dichas sienta; por de Mantea y de endivia;
que en las victorias de amor y porque no se muriera
son los triunfos más lustrosos un su amigo que enfermó,
que tienen más envidiosos; dos rábanos le vendió
mas ¿quién es mi opositor? por raíz de escorzonera.
Aquiles. Yo que basto, y yo que sobro. No le heredé, en fin, en esto.
Tetis. (a él, ap.) Hijo: ¿te quieres perder? Ulises. Pues ¿en qué estribo la herencia?
Lisand. Si de mujer á mujer Garbón. Al cabo de la dolencia,
hay celos, yo no los cobro, el pie en el estribo puesto,
Nereida hermosa, de vos; antes de expirar me dijo:
pues antes acrecentáis «Id á la guerra, Garbón,
el amor que en mi envidiáis. ganaréis más opinión •
Aquiles. (Ap.) Que esto sufro, ¡vive Dios, que en este oficio prolijo:
que estoy... que no van los boticarios
Tetis. (Ap.) Hijo: sé discreto. al cielo, ni yo allá iré;
Lisand. Ya por vos en más me estimo. armas, Garbón, os daré,
Aquiles. ¡Ay, si los corchos arrimo, que maten vuesos contrarios
qué mala boda os prometo! mijores que las saetas
Lisand. Descansad, prima querida, que el dios Marte inventó>;
porque quede satisfecho y luego sacar mandó
del favor que me habéis hecho; estas sartas de recetas.
¿sabré de vuestra venida (Saca debajo del vestido dos sartas de
la causa? recetas como las de los boticarios.)
Deidam. La imagen propia Diciéndome: «no os asombre
del monstruo hermoso a quien di con éstas miedo ó fortuna,
el alma retrata en sí que no hay receta aquí alguna
Nereida; basta ser copia que no haya enterrado su hombre.»
de tan bello original ¿Cuando empuñe la jineta
para adoralla. tendrá mi valor segundo
Tetis. (Ap.) ¡Hijo mío! si despacho al otro mundo
refrena el gallardo brío á troyano por receta?
de tu inquieto natural.
Aquiles. Pídeselo tú á los cielos; Diomed. No decís mal.
Garbón. Vo á buscar
que si libre de pasiones, á Arquillas, porque reparta
despedazaba leones con él destas la una sarta,
Aquiles, ¿qué hará con celos? y ambos podremos matar
Lisand. Peloro: hermosa mujer. troyanos que sea un joicio.
Peloro. Por extremo.
Lisand. Al lado de ella, Ulises. Pues ¿sabeis dónde está vos?
si fué sol Deidamia bella, Garbón.
sombra suya viene á ser.
Diomed. Impórtanos saber de él.
ESCENA III Garbón. Pues yo, que andaba con él
esta tarde, pienso hallalle.
Salen Ulises y Diomedes, de camino, y Garbón, Ulises. ¿Cómo?
de soldado gracioso. Mira: el otro día
Garbón.
Ulises. En fin: ¿vos fuisteis criado cazaba por esta sierra
de Aquiles y de Quirón? la señora de esta tierra,
Garbón. De Arquillas y de Esquilón que se llama...
los bueyes he apacentado; Ulises. Esa seria
mas como Arquillas se ha ido Deidamia.
y Esquilón llora por él, Garbón. Pienso que sí,
yo, que no me hallo sin él, hija del rey Nicomedes,
en busca suya he venido Nicenades.
de soldado, como veis. Ulises. Licomedes
Diomed. ¿Sois valiente? se llama el que reina aquí.
Garbón. Temerario; Garbón, De ésa, pues, se enquillotró
mi padre fué boticario nueso Arquillas de manera,
de mi pueblo, y le heredé, viéndola en una ribera,
no en tanto bote y redoma que con ella se emboscó
como dejó el pecador, por una alameda obscura;
que eso dió en un acreedor; quiso libralla su gente,
mas con su pan se lo coma, y el muchacho, que es valiente,
ACTO SEGUNDO i27

acometerlos procura he de comprar una joya


y á mí me encarga el guardalla. que tenga por precio á Troya.
Esquilón tiró con ella D^imed. ¡Tal varón en tal mujer! (Vanse.)
y á su padre fué á traella;
yo, luego que vi llevalla,
metíme en un alcornoque ESCENA V
de miedo de su amador; Aquiles, de mujer y Deidamia.
dió conmigo su furor,
mas primero que me toque Deidam. Ya, prima, que se partió
afufelas lindamente vuestra madre, y asegura
y entre matas me escondí; en mi corte la hermosura
él, que quiso dar tras mí, que, prudente, receló,
á su madre topó enfrente. en su reino, tendré yo
Diomed. La Reina Tetis es ésa. con vos entretenimiento
Garbón. Si la Reina Tetas fué, que dilate mi contento
yo, lo que le habró no sé, y haga sabrosos los días
que estaba la mata espesa que en tristes melancolías
y lejos; pero llevóle me daban antes tormento.
consigo; seguílos yo, Aquii.es. Yo en vuestra conversación,
que en fin Arquillas me dió prima hermosa, transformado
su pan, y luego vistióle como hombre, por Dios la he hallado
de mujer en la espesura; transformado el corazón,
el para qué, Dios lo sabe, perderé la inclinación
y vuelta una dama grave que á ejercicios varoniles
no vi más bella figura. tengo, juzgando por viles
Anocheció y acogióse los del femenil regalo,
con él del modo que digo, porque en cuanto esto me igualo
y yo, como veis, le sigo, y soy lo mismo que Aquiles.
sospechoso de que cose Cuando el parche ronco suene,
costuras de amor agora el estrado y la almohadilla
con su dama hecho mujer. por el ames y la silla
Malicias deben de ser, trocar mi valor ordena.
que es la malicia pastora; Como Paris robó á Elena
mas sea lo que se fuere, y vió en furor encenderme
á que me reciba voy mi madre, temió perderme,
por su dueña, que aunque estoy y en vos, para asegurarme,
tan barbado, quien me viere quiso, Princesa, emplearme,
así, dirá, si es persona, mejor diré suspenderme,
que es invención pelegrina que á no haberos visto á vos,
que á una dama masculina yo soy hombre...
sirve una dueña barbona. (Vase.) Deidam. ¿Cómo es eso?
Aquiles. En el valor que profeso
soy hombre.
ESCENA IV Deidam. Bien.
Dichos menos Garbón. Aquiles. Que á los dos
adúlteros, ¡vive Dios!
Ulises. Diomedes: este villano Aquiles. Pues, ¿juráis siendo mujer?
malicioso dió en lo cierto. Deidam. En llegándome á encender
Aquiles está encubierto tengo el corazón soldado;
ciego de un amor liviano. lo jurado sea jurado;
El oráculo, divino no me pude contener.
así lo significó; Tratemos en otras cosas
el cargo Grecia me dió más apacibles y blandas.
de buscarle; hoy determino Deidam. En labrar sedas y holandas
de mis astucias valerme las mujeres generosas
hasta descubrir á Aquiles; pasan las horas ociosas.
entre galas femeniles ¿Qué labor hacéis mejor?
vela Amor y Marte duerme. Aquiles. Cadeneta, con que amor
Diomed. Si no se puede ganar me prende, bordo y esmalto,
Troya, como pronostica y también haré punto alto,
Apolo, sin él, aplica si alcanzo vuestro favor.
marañas con que sacar Deidam. Lisonjera estáis: ¿sabéis
de tal afrenta al mejor bordar?
héroe que conoce Grecia. Aquiles. Lienzos de murallas,
Ulises. Puesto que Aquiles desprecia de escalas con que asaltallas.
torpemente su valor, Deidam. ¿A las armas os volvéis?
Ulises soy, mercader; Aquiles. Como vos no refrenéis
i28 EL AQUILES
mi bélica condición, Aragnes desafió
llévame mi inclinación á la diosa de la guerra.
á los marciales extremos. Señal de su semejanza,
Deidam. ¡Extraña cosa!, bordemos de telas la aguja gusta,
en buena conversación, y en la tela el valor justa
divertiréisos así. labrando hazañas la lanza.
Sacadnos los bastidores. De la celada es retrato
(Sacan dos bastidores de bardar.) el dedal, y siendo así,
Aquiles. (Ap.) Dos balas fueran mejores; bien puedo aprender aquí
ya llegó lo que temí. lo que entre las armas trato.
{Siéntanse á la labor.) Labrad vos, que de rodillas
Deidam. Sentaos, prima hermosa, aquí; tomaré lección más bien.
lo que el ingenio dibuja, (Hinca la rodilla al lado de Dcidamia.)
matice después la aguja. Aquiles. Nunca parecieron bien
Aquiles. (Ap.) ¡Cielos! ¿Hay afrenta igual? espadas entre almohadillas.
Mejor que aguja y dedal Quitaos, Lisandro, de ahí,
fuera la lanza en la cuja. ó si no quitaréos yo.
Deidam. No os asentáis como dama. Lisandr. ¿No ama Marte á Venus?
Aquiles. La culpa tienen los pies, Aquiles. No.
que no se doblan después Lisandr. Historias dicen que sí.
que toca parches la fama. Aquiles. Dejemos historias ya
Deidam. ¡Notable mujer! y tened en más estima
Aquiles. Quien ama, las armas.
poco, á la labor se aplica. Deidam. ¿Qué es esto, prima?
Deidam. Esta banda, es cosa rica, Aquiles. Desprecio de ver que está
bordadla. á los pies de un bastidor
Aquii.es. Bordadla vos; una espada afeminada;
que yo no sé, vive Dios, que estimo en más yo una espada
punto, labor ni vainica. que á toda vuestra labor.
Mas, ¿qué esto? ¿Vos sois hombre? Por los cielos,
que estoy... Dejad ese lado.
ESCENA VI Lisandr. ¿De esto os habéis alterado?
Aquiles. Tengo razón, tengo celos.
Salen esgrimiendo con espadas negras un Maestro de (Sah- un paje.)
esgrima y Lisandro.— Dichos. Paje. Gran señora...
Aquiles. Tengo celos.
Maestro. De la lanza Deidam. A ver lo que manda voy;
bien las lecciones sabéis; mientras que con él estoy
ahora ensayar podéis no sentiréis con tal dama
lo que en la esgrima se alcanza. mi dilación, prima mía;
Lisandr. Para cortar una pica sustituid vos por mí,
rebatiendo el bote as!. que al momento vuelvo aquí.
¡Oh señoras, rinda aquí Mas mirad que no querría
las armas que Marte aplica formar celos de los dos,
á las de vuestra belleza, que temo vuestra hermosura (Vase.)
(Suelta la espada negra, y vase el Maes
tro.)
pues siempre fué vencedor ESCENA VII
desnudo y ciego el amor (i)
Deidam. Tan bien, Lisandro, parece Quédanse, Aquiles labrandoy Lisanduo hinca la
en un Príncipe la espada, rodilla á su lado.
como la aguja ocupada
en la mujer que ennoblece. Aquiles. Andad, que menos segura
Ejercitad vos, señor, estáis de mi prima vos.
las armas y ejercitemos Lisandr. Agradecer debo á Apolo,
las nuestras, y cumpliremos mi Nereida, esta ocasión,
nuestra profesión. pues terciando en mi pasión
Lisandr. Mejor con vos me ha dejado solo.
es que goce quien os ama Antes que vuestra belleza
la ocasión que amor ofrece: nuestra corte y reino honrase
guerra la labor parece y en ella á vistas sacase
no menos digna de fama milagros naturaleza,
que la que Belona encierra; amaba á Deidamia yo;
en las telas que tegió mas, en viéndoos, mis deseos
mejoraron los empleos
del alma que se os rindió.
(i) Falta un verso. Y si no es que presunciones
ACTO SEGUNDO i29
mi amor loco desvanecen, los dos, y no es de provecho
yo sé que me favorecen % lo que sabe por tu vida.
vuestras imaginaciones; Deidam. ¿Luego con él reñido has?
pues los celos que mostráis Aquiles. Que no, prima; no fué más
porque amo á Deidamia bella, de echar una ida y venida.
siendo vos mujer como ella, Deidam. ¿Hay semejante mujer?
¿quién duda que los formáis Pues ni has de esgrimir.
por quererme bien á mi? Aquiles. ¿Qué quieres?
Y tan loco de esto estoy, También ha habido mujeres
que el alma rendida os doy belicosas; iba á hacer
olvidando desde aquí la naturaleza en mí
de la Princesa hasta el nombre, un varón, y arrepintióse,
que mis dichas violentaba. hizo medio hombre y quedóse
Aquiles. (Ap.) (¿Esto Aquiles os faltaba? lo que en mí faltaba, así
¿A mí me enamora un hombre? acabó lo que quedaba
A menos que esto vendremos; en mujer.
basta que debo de ser Deidam. Extraña estás.
hermosa para mujer. Aquiles. Como estaba hecho lo más
¿Hay amores más blasfemos? y el alma que me animaba
Lis and. Queréis, Nereida divina, fué varonil, no te asombre
admitir mi fe? que corresponda á mi ser:
Aquiles. (Ap.) ¡Oh, malhaya en la cara soy mujer
el disfraz é infame saya y en todo esotro soy hombre.
que me afrenta y afemina! Deidam. ¿Qué dices, prima? ¿qué es esto?
Lisand. Dadme una mano á besar Aquiles. Que, si me tienes amor,
y en mi vida os daré celos. sigas, Princesa, mi humor;
Aquiles. No puedo negarla. solas estamos, yo he puesto
(Dásela, y apriétale y da gritos Li- los ojos en ti de suerte
saadro.) que, como si varón fuera,
Lisand. ¡Ay cielos! no sufro que otro te quiera,
soltad, ¿queréisme matar? porque mi vida es quererte.
Aquiles No; más premiar el cuidado Supón que no soy mujer,
de vuestro amor. sino un hombre que te adora,
Lisand. No apretéis ama, cela, riñe, llora,
de esa suerte. podremos entretener
Aquiles. ¿Qué queréis? el tiempo así, y yo quedar
yo siempre quiero apretado. satisfecha en este empleo,
Mas para que no seáis que extrañamente deseo
mudable, cuando mi prima saber si sé enamorar.
por dueño suyo os estima, Finge que mi dama eres
y lecciones aprendáis y yo tu galán.
que os den nombre de valiente, Deidam. iQuimera
yo enseño de esta manera. donosa!
(Levántase y toma la espada de esgri Aquiles. De esta manera
ma, y échale á espaldarazos.) se entretienen las mujeres
Lisand. Señora, señora, espera. cuando apetecen casarse,
Aquiles ¡Ah cobarde! engañando el gusto asi
Lisand. Mujer, tente. unas con otras; yo vi
Aquiles Mirad si me sé tener muchas damas ensayarse
de aquesta suerte mejor cuando niñas, que amor ciego
que en corchos. travesea á todas horas.
Lisand. ¡Favor, favor, Los señores y señoras
que me mata esta mujer! (Vase.) llaman los niños á un juego
en que contentos imitan
lo que á sus padres oyeron
ESCENA VIII y en materia de amor vieron,
Sale Deidamia y vuélvese Aquiles á la labor. con que después facilitan
dificultades mayores
Deidam. ¿Qué es esto? ¿quién está dando que trae consigo el recato.
voces? ¿Quién alborotó Holguémonos así un rato,
el Palacio, prima? que aun de burlas, los amores
Aquiles. Yo entretienen, prima mía;
aquí me he estado bordando. si esto me niegas, me enojo.
Deidam. ¿Qué es de Lisandro? ¿qué has he- Deidam. Alto, cúmplase un antojo
¿qué fué? [cho? y acaba con tu porfía.
Aquiles. Que no ha sido nada; Aquiles, ¿No tengo yo la apariencia
ahí tomamos la espada para un galán extremada?
COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA.— TOMO II.
i 3o EL AQUILES

Deidam. A lo menos, retratada pues no se conoce el bien


miro en tu rostro y presencia como después de perdido.
la de un hombre cuya copia Aquiles. ¿Que tal merezco escuchar?
eres y me hechizó á mí pero claveles que amparan
no ha mucho. jazmines que á amor separan,
Aquiles. ¡Oh! pues siendo así, ¿qué han de brotar, sino azahar?
saldrá la fiesta más propia. Bien pueden dioses gozar
Veamos cómo se ensaya el néctar que consagrado
nuestro amor y mi ventura. su ser ha inmortalizado,
Deidam. ¿Yo, en fin, hago la figura que no iguala al que adquirí,
de dama? ni hay tal néctar para mí
Aquiles. Sí. como un favor sazonado.
Vaya. Deidam. ¿Qué llegó la suerte impía,
Deidam. después de tantos suspiros
Aquiles. Vaya. á transformar por oiros
(Hace que sale del vestuario.) mis penas en alegría?
En busca de un alma vengo Bien puede de su ambrosía
que en un monte me robaron gozar Jove regalado,
dos ojos que saltearon que aunque inmortal, no ha igualado
tesoros que en ella tengo; al que con vos adquirí,
de sus descuidos me vengo pues no hay gusto para mí
si el vengarlos es llorar. como un amor sazonado.
Deidam. Espera; ¿no has de tomar Aquiles. ¿Hay tal contraposición
nombre de hombre? de palabras y favores?
Aquiles. Prima, sí. Dioses, envidiad amores
Aquiles soy desde aquí. de tan sabrosa sazón;
Deidam. Vaya. labios, gozad la ocasión
Aquiles. Vuelvo á comenzar. de los cristales presentes;
En busca de un alma vengo manos, de quien manan fuentes
que en un bosque me robaron de eterna felicidad,
dos ojos, en quien cifraron mis labios comunicad
el sol que en el alma tengo; y admirarán elocuentes.
¡oh qué albricias os prevengo Brazos en que amor procura
si la vuelvo á hallar, amorl depositar su consuelo,
Sed vos su descubridor; Zodíaco sois del cielo,
pues siendo la luz efeto ceñid orbes de hermosura;
del fuego, no habrá secreto lengua que en tal coyuntura
contra vuestro resplandor. su intérprete el alma os llama,
Deidam. En un bosque, cazadora, pedid lenguas á la fama
me dió caza una belleza porque en hipérboles sabios
que de la naturaleza, alma, brazos, lengua y labios
siendo efecto, es vencedora; celebren á quien os ama.
en su ausencia el alma llora, (Besa la mano.)
y huyendo de ella la sigo: ¡Ay nieve, que helada abrasas!
¡ay doméstico enemigo! ¡ay fuego, que ardiendo hielas! '
qué mal su remedio prueba ¡ay mano, en fin, que consuelas
quien huye amando, si lleva cuando con flechas traspasas!
lo mismo que huye consigo. Por la boca al alma pasas;
Aquiles ¡Prenda mía! y cuando mis penas locas
Deidam. ¡Amado dueñol envidian penas que tocas,
Aquiles. No se huelga el que soñó todos mis miembros se holgaran,
que sus tesoros perdió porque todos te besaran,
viendo después falso el sueño, hacerse (i) un Argos de bocas.
ni cuando restaura el dueño Deidam. Paso, prima, que parece
el primogénito huido, que va esto de veras.
como yo restituido Aquiles. Pues,
al sol que mis ojos ven, ¿luego esto de burlas es?
pues no se conoce el bien Deidam. ¿No jugábamos?
como después de perdido. Aquiles. Ofrece
Deidam. No se regocija tanto amor, que entre juegos crece,
el que en el naufragio llora nuevo fuego á mis quimeras;
si ve que el tiempo mejora de burlas matarme esperas
y cesa'el mortal espanto, cuando de mi amor te burlas.
ni el que tras la pena y llanto Lleguéme al fuego de burlas
goza su gusto cumplido, v heme abrasado de veras;
como yo, dueño querido,
hoy que mis dichas os ven, (i) Así en el original. Parece deber leerse «á ser»
ACTO SEGUNDO l3l
¿mas di, prima, te pesara, Llegó mi hermano á adoraros,
ya que lo más hemos hecho, vióse en vuestros ojos bellos
si mi amor te ha satisfecho, retratado y admitido,
que en hombre me transformara? ¿quién creyera que tan presto
Deidam. Que estás perdida repara; como se ausentó borraran
¿eso, cómo puede ser? olvidos, en vos ligeros,
Aquiles. ¿Júpiter no puede hacer copias que amor ingenioso
que mi ser conforme al nombre? creyó eternizar con fuego?
Tiresias fué primero hombre No hacéis honrosa elección
y después se vió mujer. (porque el agua os presta ejemplos)
Haz cuenta, pues, que hombre soy. entre Lisandro y Aquiles;
Deidam. Esta es cuenta sin provecho. siendo éste un héroe no quiero
Aquiles. ¿Te holgaras, di, di. loárosle, que, en fin, es
Deidam. Sospecho mi hermano, aunque compitiendo
que en la ocasión en que estoy... se permite el alabanza
déjame, prima. que alegue de su derecho;
Aquiles. Y si hoy díganlo las fieras mismas
fuera yo hombre generoso, que tantas veces sirvieron
¿me admitieras por esposo? á sus brazos de despojos,
Deidam. Como padre no tuviera, á su valor de trofeos.
ó á Lisandro despidiera, Díganlo las inclemencias
mi amor fuera el venturoso. de un monte, pues no pudieron
Pero ¿de qué ha de servir defraudar á su hermosura
desvanecernos en esto? milagros que admira el cielo.
Ya yo al juego fin he puesto. Díganlo los dioses mismos,
Aquiles. Y yo tirano al vivir. pues, encerrado en desiertos,
En fin, ¿piensas admitir á sus oráculos hacen
á Lisandro? de su valor pregoneros.
Deidam. Si los cielos Díganlo sabios y reyes
quieren premiar sus desvelos, y hasta el injuriado Griego
¿qué he de hacer? que, sin más en su favor
Aquiles. Pues oye ahora, que en el que de tantos reinos
verás que como enamora vienen á vengar su agravio,
sabe Aquiles pedir celos. pues sin Aquiles es cierto
(Hace que vuelve á salir.) que no ha de ganarse Troya,
No creyera yo, Princesa, según vaticina Delfos.
de tan generoso pecho Dilo tú misma, que absorta,
y tan divina hermosura, en medio de un bosque espeso,
que las mudanzas del tiempo la caza hiperbolizaste
tuvieran jurisdicción de quien ya haces menosprecio
sobre vuestros pensamientos, por Lisandro, por un hombre
hoy mudables y olvidados, en quien, indigno de serlo,
ayer amantes y tiernos. sacó una espada de esgrima
Yo soy hermana de Aquiles, á vistas su infamia y miedo;
y Aquiles es á quien dieron huyendo le eché de aquí.
en un monte vuestros ojos Mira en que defensa has puesto
vida y muerte en un sujeto. tu honra. Si como á Elena
Contado me ha los amores te roba Paris, soberbio,
que en una fuente pudieron dirás que obedeces gustos
retratar en vuestra cara de tu padre, rey severo,
engaños y fingimientos; cuyo natural dominio
retratos en agua, en fin, te violenta á su respeto;
mudable y común espejo, pero engáñaste, Deidamia,
que cuantos llegan imita que sólo engendran los cuerpos
en aire, acciones y cuerpo, , los padres, las almas no,
y en apartándose de ella que Dios las infunde en ellos,
desaparece en el viento y no siendo el hombre causa
la imagen representada del alma, pues no es su efecto,
con todos lo mis mo haciendo. no tiene jurisdicción
Llega el hombre, el ave, el bruto, sobre ella, si no es el cielo.
y con líquidos refl ejos Amor de la voluntad
los imita sin saber es acto, cuando es perfecto;
distinguir merecimientos; la voluntad es potencia
fuente es vuestra voluntad, del alma, que es su sujeto.
pues con los mismos efectos El padre no engendra al alma,
sin hacer distinción ama, pues la crían dioses, luego
imita y olvida luego. fuera estará del dominio
i3a EL AQUILES

de tu padre; y según esto, Aquiles. ¡Ayl


no tienes obligación Oeidam. ¿Qué es eso?
de sujetar á decretos Aquiles. Tirana: tu ingratitud
humanos lo que al divino pide castigo á los cielos;
pertenece de derecho. tu desdén á Aquiles mata;
Di tú que la ingratitud más daños tu olvido ha hecho,
é inconstancia de tu pecho; pues tal capitán le quitas,
el ser mujer semejanza que el torpe Troyano al griego
del humo, la sombra, el viento, desdeñado de ti el pecho
te han inclinado á Lisandro, donde indignamente vives.
y por parecerte á Venus, Deidam. ¿Qué escucho? ¡Nereida! ¡ay cielos!
afeminados Adonis Aquiles. Abre esa puerta y verás
amas, no Martes de acero. espectáculos funestos
Que siendo así, si á mi Aquiles de una fe menospreciada.
no dan la muerte sus ce-Ios, Deidam. Triste de mi, si eso es cierto;
pues he venido á tu Corte mas, ¡válgame Apolo santo!
por dar á su amor remedio, ¿quién eres, hombre sin seso?
él es tal y tal amante, ¿qué desleal te dió ayuda?
que antes que lloren incendios ¿Por dónde entraste aquí dentro?
los troyanos robadores (Tira una cortina y halla á Aquiles de
asolará aqueste reino, hombre con calzas y jubón bizarro.)
dará la muerte á tu padre, Aquiles. Tu Aquiles soy, prenda cara.
pondrá á sus presidios fuego, Deidam. A tan grande atrevimiento
vestirá de tocas viles castiguen desdén y voces.
á su opositor molesto. Aquiles. Nereida soy, ten sosiego.
Y yo, que en fin soy su hermana, Deidam. Acaba, pues, de aclarar
y ya como propias siento estos confusos misterios,
injurias de tus olvidos, que en sola tu cara miro
pues obligarte no puedo, dos rostros, uno y diversos.
ministros de mi venganza ¿Eres Nereida ó Aquiles?
hará el agua, el aire, el fuego, Aquii.es. Uno y otro, que no quiero
tierra, brutos, peces, aves, con amorosos engaños
montes, prados, selvas, cielos, tener tu temor suspenso;
que á todos los injuria tu desprecio, disculpen llamas de amor
pues aborreces lo que adoran ellos. disfraces que han encubierto
(Vase.) con peligro de mi fama
Deidam. Oye, prima, escucha, aguarda. el valor que en tanto tengo;
Piadosos dioses, ¿qué es esto? y tú, agradecida y noble,
¿Son estas veras ó burlas? paga servicios y excesos
¿Es esto verdad ó juego? de quien su ser ha negado
Juego no, que es muy pesado; por dar á su amor sosiego;
verdad sí, que ha descubierto ¡Vive Dios, si eres ingrata...
amores que solos sabe Deidam. No acabes el juramento,
el monstruo elocuente y bello. que me vences atrevido
Si fué Aquiles; si es su hermana y que me enamoras tierno.
la que por tantos rodeos ¿Serás mi esposo?
segunda vez ha encendido Aquiles. Y tu esclavo.
amores ausentes muertos, Deidam. Si me olvidas...
¿qué mucho que al uno adore Aquiles. ¿Cómo puedo?
y á la otra pague el ingenio, Deidam. Mudándote.
para Aquiles favorable Aquiles. Soy Aquiles.
y para mi amor discreto? Deidam. Eres hombre.
Todo el mundo en su alabanza Aquiles. Y aun por eso.
se hace lenguas, los supremos Deidam. Búscate Grecia.
oráculos y los sabios, Aquiles. ¿Qué importa?
pues quien en plazas y templos Deidam. Llevaráte.
en vida está deificado Aquiles. No hayas miedo.
y solamente sujeto Deidam. Dejarásme.
a mi amor, más poderoso Aquiles. Es imposible.
que todos, pues que le ha preso. Deidam. Mataréme.
¿Qué mucho que el vencedor Aquiles. Forma ejemplo.
vencido goce trofeos Deidam. Promete amor.
de un alma que ya le adora, Aquiles. Es verdad.
de un corazón que le ofrezco? Deidam. Nunca cumple. .
Perdone mi padre el Rey Aquiles. El vil hace eso.
y perdóneme... Deidam. Goza y huye.
(De dentro Aquiles.) Aquiles El mal nacido.
ACTO SEGUNDO i33
Deidam. Jura y miente. que antes; cuando la veo,
Aquiles. El lisonjero. por no encontrarme, se esconde.
Deidam. ¿No lo eres tú? Todo su entretenimiento
Aquiles. Yo soy noble. es estar sola con ella,
Deidam. Vendrá Ulises. y con la misma querella
Aquiles. Sin efecto. que yo, muestran sentimiento.
Deidam. Hallaráte. Sus damas, pues, no hace caso,
Aquiles. No podrá. por Nereida, de ninguna;
Deidam. ¿Dónde estarás? la más sabia es importuna;
Aquiles. Encubierto. la más amiga, ni un paso
Deidam. ¿Como hasta aquí? con ella ha de dar que luego
Aquiles. Sí, mi bien. Nereida no se lo impida;
Deidam. ¿Qué tanto? llámala su bien, su vida;
Aquiles. Mide tú el tiempo. si no la ve no hay sosiego;
Deidam. Mientras durare... ella la viste, la toca,
Aquileí. Mi vida. la adorna, peina y regala
Deidam. No, esta guerra. en el estrado, en la sala;
Aquiles. Yo lo acepto. por manos, ojos y boca,
Deidam. Largo plazo. muestra el corazón la llama
Aquiles. Por ti es corto. en que Deidamia está presa,
Deidam. Jura. su lado ocupa en la mesa,
Aquiles. Por tus ojos bellos. su lado usurpa en la cama.
Deidam. ¡Ay perjuro! Siempre abrazadas, por Dios,
Aquiles. ¡Ay gloria mial que me atormenta el recelo
Deidam. Tu esposa soy. de verlas, sin ser del cielo,
Aquiles. Di, mi cielo. hechas Géminis las dos.
( Danse las manos.) Licomed. Es la Princesa su prima;
Deidam. Perdone el Rey, que por Aquiles dejo la sangre y la discreción
á Lisandro. vínculos del amor son
Aquiles. ¡Ay mi bien! que más la amistad estima.
Deidam. ¡Ay dulce dueño! (i) Necia sospecha os abrasa.
Lisandr. Necia ó loca debe ser;
mas de mujer á mujer
muchas veces amor pasa
He parentesco á...
ACTO TERCERO Licomed. Callad.
Lisandr. Yo sé algunas hahabido,
tran señor, que se han querido
lo malicioso.
ESCENA PRIMERA Licomed. Andad,
que lo estáis vos; prevenios,
Salen Licomedes y Lisandro.
que os tiene de dar la mano
Licomed. ¿Con tantas quejas y prisa mañana.
ayer, viendo que no os doy, Lisandr. ¡Ay amor tirano!
Lisandro, á Deidamia, y hoy, autor sois de desvarios;
con voluntad tan remisa por Nereida pierdo el seso
me proponéis dilaciones y de la Princesa estoy
de tan flaco entendimiento celoso; un sujeto soy
para vuestro casamiento? de disparates.
Lisandr. La princesa da ocasiones, Licomed. ¿Qué es eso?
gran señor, para pediros
que esta boda se dilate; ESCENA II
no quiera el cielo que trate
á costa de sus suspiros Salen Ulises y Diomedes de mercaderes.— Dichos.
cosa de que ella no gusta.
Después que á esta Corte vino Ulises. Yo, poderoso señor,
Nereida, a lo que imagino, soy un griego mercader,
* mi presencia le disgusta. que, sin mucho encarecer
Tibia me habla; no responde de mi caudal el valor,
con el amor y deseo tengo dentro de mi casa
cuanto apetece la gente,
pues no hay tesoro en Oriente
(i) Así este pasaje, que quizá escribiría el autor: que á mi poder no se pasa.
Deidam. Perdóneme el Rey, que dejo No tiene púrpuras Tiro,
pur Aquiles á Lisandro. ni exhala aromas Sabbá,
Aquiles. ¡Ay, mi bienl ni telas la Persia da
Deidam. ¡Ay, dulce dueño! que en mis riquezas no miro.
i 34 EL AQUILES

Toda el Asia me tributa: las joyas de más valor


las minas con sus diamantes, y curiosidad, señor,
con marfil sus elefantes, me traen, quiero que despacio,
y el ámbar, que se disputa oyéndola Vuestra Alteza,
si es sudor de la ballena juzgue si es merecedora
ó de alguna planta goma, de que sirva á mi señora
con ser el mayor aroma, la Princesa.
mi casa cada año llena. Lisandr. En esta pieza
En fin: cuanta perla fina queda Deidamia.
en sus pesquerías dan Licomed. Primero
las riberas de Ceylán, que la vea gustaré
y cuanta piedra examina que la oiga.
la experiencia y el valor Ulises. (Ap.) Hoy, cielos, sabré
que sus quilates sublima, industrioso lo que espero.
no se tiene por de estima Traednos vos la cautiva.
no siendo yo su señor. Diomed. Si como dicen está
Como el mundo se alborota aquí Aquiles, hoy saldrá
con esta guerra que abrasa, de donde no es bien que viva
á Grecia y Europa pasa tal valor afeminado.
contra el Asia, la paz rota Licomed. Aquí viviréis seguro.
que tantos años duró, ¿Cómo os llamáis?
huir su rigor procuro, Ulises. Palinuro
que con Marte no hay seguro Licomed. Entrad.
mercader, ni lo estoy yo. Ulises. Bien lo hemos trazado.
Supe que este Rey, no sólo (Vanse.)
estaba libre y exento
del general juramento ESCENA III
que sobre altares de Apolo Salen Aquiles, de mujer, y Deidamia.
hizo Grecia, de vengar
la injuria del frigio amante, Deidam. ¡Sosiégate, por tus ojosl
la seguridad bastante Aquiles. Dame en ellos pesadumbre
que en Vuestra Alteza he de hallar, de que su luz bella alumbre
pues por el mundo la fama á quien á mí me da enojos.
vuela del Rey Licomedes, ¿Por qué con vanos antojos
sus favores y mercedes tiene de mirarse en ellos
que á los extranjeros llama; Lisandro, si poseellos
y asi, embarcando mi hacienda, solo Aquiles mereció,
siendo vuestro amor mi norte, y estando con vida yo
vengo á ser en vuestra Corte se ha de llamar dueño dellos?
vecino, á fin que pretenda Deidam. Si amor reciprocación
otra ganancia mayor de las almas nos ha unido
de la que en serviros muestro, y estás ya dueño querido
pues siendo vasallo vuestro, en la quieta posesión,
lo soy todo, gran señor. ¿qué importa que en pretensión
Licomed. A ocasión habéis venido te quiera hacer competencia
en que fuera de estimar quien provoca tu impaciencia?
el que os vengáis á amparar Pleitee perdidos bienes
de mí; seréis recibido y goza tú, pues que tienes
con gusto, porque se casa en tu favor la sentencia.
la Princesa, y le tendré, ¡Ojalá yo no tuviera
que vuestra riqueza dé más ocasión de temer
nuevas joyas á mi casa; que te tengo de perder
muchas os pienso comprar. y más segura viviera!
Ulises. Serviráse Vuestra Alteza Aquiles. Pues ¿de qué temes?
de las de mayor riqueza; Deidam. Te espera
y entre otras le quiero dar . Grecia contra Troya armada,
una cautiva que canta y mientras es deseada
como un ángel, tan hermosa la belleza, belleza es;
como diestra. mas no es belleza después
Lico.ued. Bella cosa. que se goza, pues enfada.
DlOMED. En cara y en voz encanta. Aquiles. Eso, cuando el apetito
Licomed Gustará Deidamia mucho satisfecho queda en cálma;
con ella, que es inclinada no amor, potencia del alma,
á la música. que ese crece en infinito;
Ulises. Elevada amarte más solicito
tengo el alma si la escucho, cuanto más llego á gozar,
y entre tanto que á palacio pues si es amor desear
ACTO TERCERO i35
sin que de! término exceda, Aquiles. ¡Qué enfadoso y triste tono!
cuanto más gozo me queda Deidam. ¡Qué claro metal de vozl
en ti mucho más que amar. Aquiles. Para mi voz de metal
Ya yo, mi bien, te he jurado, es, pues me incita á furor.
mientras durare esta guerra, ¿No ves cómo reprehende
guardar la prisión que encierra mi amujerado valor,
la gloria que amor me ha dado; y en nombre ajeno me injuria
si de mujer disfrazado su tácita reprensión?
vengo esposa á poseer Deidam. Anda, amores, que no es eso.
lo que de hombre he de perder, Aquiles. Pues ¿quién es la que cantó?
mujer mi dicha me nombre, Deidam. Alguna de mis doncellas
pues nunca he sido más hombre que estará haciendo labor;
que después que soy mujer. sosiégate, no te alteres,
Deidam. Pues si intentas parecerlo que no en balde digo yo,
y mi pena asegurar, mi bien, que para dejarme
siéntate aquí, que peinar buscas cualquiera ocasión.
quiero tu hermoso cabello. ¿Negarásme esta verdad?
[Siéntanse y peina y toca Deidamia á Aquiles. Para dejarte, eso no;
Aquiles.) más para enojarme, sí.
Aquiles. Tu amor oprime mi cuello; Deidam. Para tenerte en prisión
obedecerte es forzoso. he tejido yo estas trenzas.
Deidam. iQué dilatado y hermoso! Aquiles, Si por un cabello estoy
Aquiles. Los griegos siempre criaron preso, esposa, en tu hermosura,
largos cabellos. los demás supérfluos son.
Deidam. Causaron Deidam. Ya he acabado de tocarte
con tal uso mi reposo, oigamos, mi bien, los dos,
pues si tú no los tuvieras lo que cantando prosigue
así, nunca me engañaras, que me causa admiración.
ni mujer ocasionaras (Echase Aquiles en las faldas de Deida
tus amorosas quimeras. mia y ella con el peine le pule los cabellos.)
Aquiles. Pararon burlas en veras. (Canta.)
Deidam. Porque sueltos no me den Voz. «¿De qué sirvieron los triunfos
celos y á cuantos los ven del triforme Gerión,
en tales lazos no venzas, del aborto de la tierra,
de ellos he de hacer dos trenzas, del vaquero robador;
que yo sé que te están bien. si hazañas eternizando
Pon en mi falda el espejo después de tanto blasón,
y mira en él los despojos en cobrando buena fama
de tu cara. á dormir os echáis hoy?
Aquiles Si en tus ojos Júpiter es vuestro padre;
puedo verme, mal consejo pero no sois su hijo vos,
me das, por sus soles dejo pues degenera de serlo,
esa luna en que fingida vuelto hombre vil, tal varón.
mi imagen miro esculpida, Peinad cabellos lascivos
pues en ti vive en su centro que encrespados miré yo
mi amor. asombrar la esfera eterna
Deidau. Cantando están dentro. que vuestro hombro sustentó.»
(Canta dentro una mujer.) Aquiles Ya no se puede sufrir
tanta afrenta, vive Dios,
Aquiles . Oye, amores, por tu vida. que por mí lo dice todo,
(Cantan.) viendo que sufriendo estoy
Voz. «En el regazo de Omphale el vil peine en mis cabellos.
el Tebano vencedor ¡Afuera torpe afición;
de aquellos doce trabajos vengad injurias cantadas
que le intitularon Dios, y volved, honra, por vos!
afeminado infamaba Deidam. Mi bien, ¿quieres sosegarte?
la piel del Nemeo león, ¿en eso estimas mi honor?
que por imperial trofeo ¿en eso tus juramentos?
corona y se viste el sol. ¡Cielos, perjuro salió!
La rueca en vez de la clava ¡Aquiles, cielos, Aquiles,
que á Mercurio consagró, de Deidamia violador,
poblada de infame lino rompe la fe que me ha dado;
que hilaba torpe amador, mirad que satisfacción!
en traje vil de mujer Aquiles . No des voces, prenda mía.
dicen que le halló Jason, Deidam Voces y querellas doy
noble por su vellocino, al cielo de ti ofendido
y de esta suerte le habló:» á tu rota obligación;
i 36 EL AQUILES
yo, ingrato, me daré muerte Licomed, Hija, de industria he querido
á tus mismos ojos, yo... que hayas la música oído
Aquiles. Basta, no haya más, no llores; sin verla. Hermosa sobrina,
preso en tus brazos estoy; una esclava os he feriado,
cante ó no cante en mi ofensa cuya suave destreza
quien mi pecho alborotó. suspenda vuestra belleza.
Hércules hiló vestido Aquiles. Las dos la hemos escuchado
de mujer, mas no perdió y es digna de tal señor.
por eso la eterna fama (Sale Diomedes.)
que le da nombre de dios, Diomed. Ya están las joyas aqui,
ni yo perderé la mía (Saíe Ulises.;
si, como su imagen soy que mandas traer.
en el ánima y esfuerzo, Ulises. (Aparte.) (Salí
lo intento ser en su amor, con astucias vencedor
pues los dioses autorizan de engaños y de disfraces:
mi amante transformación. la turbación de la cara
(Canta.) de aquella mujer declara
Voz. «No se ganan los blasones que,¡entre afeminadas paces,
que de eterna fama son, encubre lo que pretendo;
entre afrentosos afeites el pecho le alborotó
el bélico son que oyó;
que la sangre es su color. toda el alma le estoy viendo.)
Echado en la áspera falda Gran señor, con tu licencia
de un monte, durmiendo os vió intenta ser liberal
despedazar entre sueños esta tarde mi caudal,
los tigres vuestro valor, pues estando en la presencia
mas no en las de una mujer de estas bellezas, no es justo
que nunca se levantó dejar de reconocer
de tan torpe y blanda cama, con tributos su poder.
si no es enfermo el honor. Elija paños el gusto
Al arma toca Marte, al arma amor;
el uno es apetito, el otro dios. de la Princesa y sus damas,
Al arma toca Marte, guerra, guerra, que esta tienda á saco doy.
lo que el valor infama, el valor venza.» (Descorre una cortina y descúbrese una
tienda de joyería con mucha riqueza, y á
(Tocan cajas y trompetas.) un lado un espejo grande, una rodela de
Deidamia. acero y una laniza.)
Mi bien, espera, aguarda, Licomed. Agradecido os estoy;
que sale el Rey. plumas dais á muchas famas.
Aquiles. Feriad joyas, hija mía;
¿No ves que toca al arma? sobrina, joyas tomad,
que el valor y cantidad
Deidamia. pagaré yo.
Sosiega que es fingido. Ulises. No sería
Aquiles. dar, señor, las ferias yo,
sino avariento vendellas;
Torpe afrenta, vuestras son el dueño y ellas;
lo que el amor infama, el valor venza. dadas, sí; vendidas, no.
Deidam. ¿No te quieres sosegar? Deidam. Alto, pues, yo quiero hacer
Aquii.es. ¡Ay, cielos! ¿en dónde estoy? principio. Esta banda tomo,
Deidam. Conmigo, tu esposa soy. este anillo y este pomo.
Aquiles. Déjame, amores, llevar Prima, ¿dónde vas?
del ímpetu belicoso Aquiles. A ver,
de la música. para verme en este espejo.
Deidam. ¡Maldiga (Mirase en el espejo, y afréntase de ver
el cielo la voz que obliga se mujer.)
á perturbar mi reposo! Deidam. No te enamores de ti.
Asegura mis temores Aquiles. ¡Ay, cielos, mi imagen vi
que viene el Rey, ¡ay de mí! afrentada á su reflejo!
Aquiles. ¿Cuándo saldremos de aquí,
¡Qué bien mi infamia declara!
traje vil, torpes temores? Aquiles torpe, ¿qué hará
todo el mundo cuando os da
ESCENA IV un cristal con él la cara?
¡Oh, quién pudiera arrancaros,
Salen Licomedes y Lisandro, después Ulises rizos infames, sin ser
y Diomedes. — Dichos. conocidol No oso ver
Licomed. Notable voz. en desengaños tan claros
Lisand. Peregrina. mi vileza; una rodela
ACTO TERCERO i 37

es aquella y una lanza. Ya con el traje rompí


Ulises. (Salió cierta mi esperanza, prisiones del amor tierno;
venció mi sutil cautela.) tu yerno soy, juzga eterno
Este es Aquiles, Diomedes, el blasón de tu valor,
de haberse visto en tal traje pues no puede ser mayor
se afrenta. que tenerme á mí por yerno.
Aquiles. ¿Con tal ultraje, Ulises. Ni más ilustre renombre
blando amor, vencerme puedes? que el que hoy mi industria ha adqui-
(Embraga la rodela y vibra la lanza.) pues hoy te ha restituido [rido,
Esta sí que es digna joya á tu primero ser de hombre.
del valor de que estoy falto. Ulises soy, no te asombre
¡Toca al asalto, al asaltol que á engaños venzan engaños;
(Tocan á guerra dentro cajas y clari
restaura pasados daños,
mancebo ilustre, y no ocultes
nes. Aquiles, detrás todos.)
tus hazañas ni sepultes
Unos. ¡Viva Grecia! las primicias de tus años.
Otros. ¡Muera Troya! ¿Será razón que consumas
Aquiles. Muera Troya y Grecia viva. en regalos de Cupido
Aquiles soy, ¿qué teméis? de tu edad lo más florido
la victoria alcanzaréis. y ganar fama presumas?
¡ Al asalto, arriba, arriba! Ya corta la infamia plumas
Licomed. ¿Qué es esto mujer? Detente, con que escriba á tu memoria
perdió el seso. satírica y torpe historia,
Lisand. Muerto soy. (Vase.) y en los brazos de Deidamia
Deidam. Perdí todo mi bien hoy. eternizando tu infamia
¿Qué has hecho esposo imprudente? ciegue el camino á tu gloria.
(Huyen todos.) Grecia te aguarda, mancebo,
y en ti funda su esperanza;
ESCENA V profética es la venganza
que en ti nos promete Febo;
Vuelven á salir Licomedes y Ulises. como el águila te pruebo
Licomed. Mujer loca, vuelve en ti. á los rayos de la fama
Ulises. No es mujer, aunque merece que contra Troya te llama.
del traje que le envilece, Afréntete aquí escondido,
que le intitulen así. Héctor de acero vestido
A Aquiles encubre aquí y tú de cobarde dama.
el disfraz de un torpe amor; El Troyano robador
mira el daño, gran señor, desde los muros responde
que á Grecia toda resulta, que el temor es quien te esconde
mientras con tocas oculta en vil mujer, no el amor;
su victoria tu favor. pues ¿será bien que el temor
blasone que te ha encerrado
Licomed. ¿Qué dices? cobarde y afeminado
Ulises. Que el cielo saca
de entre tímidas mujeres entre basquiñas y galas,
por plazas de armas las salas,
á Aquiles. por el caballo el estrado,
Licomed. Y tú, ¿quién eres?
Ulises. Ulises soy, Rey de haca. por los penachos las tocas,
Licomed. ¿Hay mayor traición? por los muros los tapices,
Ulises. Aplaca que delicado matices
seda que lascivo tocas?
el justo enojo. Todo el mundo se hace bocas
Licomed. Matad
contra ti.
ese traidor. No digas más,
Ulises. La beldad Aquiles.
de la Princesa ha podido que si así en cara me das
tener el héroe escondido con infamia ya tan clara,
más fuerte de nuestra edad. te ha de salir á la cara
y no sé si vivirás.
Ya con el infame traje
ESCENA VI los afectos desnudé
Sale Aquiles vestido de hombre, la espada desnuda
del torpe amor; ya olvidé " .
y la rodela, tendidos los cabellos; Deidamia y Dio
de amor el blando lenguaje;
yo satisfaré mi ultraje
medes.— Dichos. de mi valor represado,
Aquiles. ¿Quién ha de matarme á mi? cual río que violentado
Deidamia es esposa mía, estrecha canal encierra:
el que estorbarlo porfía guárdese de mí la tierra,
salga al campo si está en si. .pues las presas han quebrado.
i 38 EL AQU1LES

Inundará mi furor por no perder al cobrar


á Troya, no en agua, en fuego, la deuda con el amigo.
vengaré el agravio griego; Y por ahorrar de contienda,
Héctor sabrá mi valor. sino el amigo el deudor,
¡Afuera liviano amor; sobre prendas doy mejor
afuera prisión prolija, cuando más vale la prenda.
Belona trofeos me erija, Guardar dineros ajenos
y tú, Rey, guarda el decoro es en mí cosa vedada,
á la Princesa que adoro porque dinero y cebada
como á mi esposa y tu hija! (.Vanse.) á más contar se halla menos.
Licomed. Si Aquiles me ha de dar nietos Contra injurias tengo olvido,
de eterna fama, ya estoy sólo no he podido hallar
satisfecho. armas que puedan bastar
Deidam. A llorar voy, contra un necio presumido.
mudanzas, vuestros efetos. Aunque huir su menosprecio
Rompió disfraz y secretos diz que es remedio gallardo,
el artificio y engaño: y así las espaldas guardo
¡Ay costoso desengaño, para la guerra y el necio.
nunca el Asia á Tro)a viera, Nisiro. Bien armado está el modorro.
porque nunca padeciera Garbón. Con esto quito ocasiones.
ella el castigo y yo el daño! (V«e.) que entre espadas y picones
cuando no corro, me corro.
ESCENA VII
Salen Nisiuo y Peloro, soldados, y Garbón, sin ESCENA VIII
armas, graciosamente vestido.
Tebandro, soldados y Deidamia de hombre.
Peloro. En fin, para nuestra guerra,
¿te alistaste por soldado? Deidam. Esto es hecho, ya yo estoy
Garbón. En mi vida fui quebrado, en el griego campo; excusa
ciclán sí; nací en la tierra, persuasiones.
que engendra, por ser tan fría Teband. De ellas usa
de cuando en cuando capones. la fe con que te las doy;
Nisiro. ¿Qué armas ó municiones que no sé si ha de llevar
traes, pues? bien tu esposo el verte aquí.
Garbón. ¡Gentil bobería! Deidam. ¿Hame llevado tras sí
Armado de aqueste modo el alma y no se ha de holgar
salga un gigante al encuentro. que el cuerpo sus pasos siga?
Peloro. ¿Pues qué armas llevas? Teband. Primero que él has llegado.
Garbón. Van dentro Deidam. Celos las alas me han dado,
y son contra el mundo todo. vuela amor, la ausencia instiga;
Contra enemigo casero, todo deseo es lijero
mujer que gruñendo abrasa y toda ausencia pesada.
son armas, en yendo á casa, Teband. Entre tanta gente armada,
entrar riñendo primero. tanta lanza, tanto acero,
Contra celos, si excusallos ¿cómo has de hallarte?
no puede ser, por no oíllos, Deidam. Mejor
traigo armas de no pedillos, que entre escuadras de desvelos,
que es dar licencia de dallos. entre ejércitos de celos
Contra una suegra emperrada y entre muros de temor.
doy cuñada á mi mujer, No tendré yo gusto igual
porque tengan siempre que her si á Aquiles mis ojos ven;
la suegra con la cuñada. que en presencia, el mal es bien,
Contra el amor tengo ausencia; y en ausencia el bien es mal.
contra desvergüenza, un palo; ¡Bravos muros!
contra flaqueza, regalo; Teband. Son de Troya,
contra la muerte, paciencia. á quien el Asia obedece.
Contra la pobreza, maña, Deidam. ¡Brava gente los guarnece!
que la industria siempre medra; Teband. La honra es la mejor joya,
á un testimonio, una piedra; todos compiten por ella
á un «vos mentís», una caña. en el campo y la muralla,
A la ambición, paja y heno; los unos por restauralla,
á la pretensión, espuelas; los otros por defendella.
dos trampas á dos cautelas; Treguas gozan por diez días
á la prosperidad, freno. los dos campos enemigos.
A amigo que pide, digo: Deidam. En ellas serán testigos
«Daros quiero y no emprestar;» de galas y bizarrías,
ACTO TERCERO i3q
que saca la ostentación que muestra, dichosa Troya
para recibir mi esposo. á tenerle por caudillo.
Teband.^ Con su venida orgulloso Policen . No nos hace Aquiles falta
está el griego. mientras Héctor esté vivo;
Deidam. Y con razón. puesto que tras sí me lleva
Teband. Y el troyano, con mayor el alma con el sentido.
ánimo, á lo que parece, Garbón. ¡Oh, Arquillas de mis entrañas,
que en el noble pecho crece no quepo de regocijo
a más riesgo más valor. por ambos dos carcañales
Deidam. Escucha, que llega ya en somo de mis hocicos!
al campo el esposo mío. Garbón soy, ¿no me conoces?
Teband. Majestuoso señorío, Aquiles . ¡Oh, Garbón!
miedo y gusto á un tiempo da. Garbón. Fui vaquerizo;
Deidam. Y las troyanas murallas mas dejelo por la guerra;
están de hermosuras llenas. busquéte un mes, y aborrido
Teband. Si son damas sus almenas de no hallarte, di en soldado.
suba amerá conquistallas. Garbón. Huélgomede haberte visto.
Deidam. En fe de las treguas gozan Aquiles. Esquilón llora por ti,
la paz que el derecho encierra. con ser viejo, como un niño.
Teband. ¿Treguas dices? Llama guerra Aquiles. Téngole en lugar de padre.
bellezas que almas destrozan. Garbón. Bravamente te han vestido.
Deidam. Lleguémonos á esta parte, ¿Dónde compraste ese sayo,
veremosle entrar mejor. que tan al justo te vino?
Teband. Con tal guarnición, amor, Ni tien costuras, ni pliegues,
no asaltará Troya á Marte. pardiez, que está bien tejido;
(Música de chirimías.) de vidrio pensara que es,
si hubiera sastres de vidrio.
ESCENA IX Nicand. Donoso está el ignorante.
Garbón. Si, cual dicen, has venido
Salen á los muros Policena y Casandra, y otras á ser nuestro General,
damas muy bizarras. también yo tengo mi oficio.
Policen. ¡Qué gallarda ostentación, Aquiles, Y ¿cuál es?
si no fuera de enemigos! Garbón. Cabo de escuadra
Casandr. El valor no desmerece me ha de ser prometido.
por esta causa, si es digno El capitán que nos trujo
de alabanza. por un hecho peregrino
Policen. Ni yo quiero que me vió hacer en un pueblo,
disminuirle, aunque envidio y merece estar escrito
á los contrarios la gloria y aun guardarle en los archeros.
que con él se han prometido. Palam. Mentecato, en los archivos.
Casandr. Si es cierto lo que encarecen Garbón. Eso de chivos es pulla.
oráculos y adivinos, Aquiles. Es tan donoso y sencillo,
á Troya ha de conquistar. que el oirle me entretiene.
Policen. ¡Qué soñados desatinos! Ulises. Ya le conozco.
A Hércules le comparan Garbón. Es mi amigo.
elogios ponderativos; Aquiles. Hermosa coronación
mas no es tan fuerte el león de muros; si guarnecidas
como le pintan. de tales armas están,
Casandr. Vestido ¿quién no teme su presidio?
de mujer, dice la fama, Ulises. La Princesa Policena,
que Ulises le halló, y colijo de la hermosura prodigio,
por la causa los efectos es aquella con sus damas
de este ensalzado prodigio. que á verte entrar han salido;
Policen. Si amor, absoluto en todo, treguas hay; si verla quieres,
y no el temor, como he oído, acércate más.
le disfrazó, no me espanto Aquiles. ¡Divino,
que es invencible, aunque niño. milagro; belleza rara!
Si tal tesoro conquisto
¡qué hazañas más bien premiadas!
ESCENA X De nuevo ánimo infundido
Con cajas y trompetas marchando, Ulises, un page siento, Ulises, mi valor
de jineta y otro con una celada en una fuente, y con la hermosura que miro.
Aquiles armado con sombrero y bastón, todos (Hdcele Policena señas con un lienzo.)
muy bizarros y Garbón.—Dichos. Ulises. Señal te hace con un lienzo
para hablarte.
Casandr. El tiene bizarro talle, Deidam. Celos míos,
si al cuerpo conforma el brío ¿qué escucháis? ¿qué es lo que veis?
i40 EL AQUILES

¿Ayer ausencia, hoy olvidos? ESCENA XI


Casand. Escucha, que ya se acerca.
Aquiles. Ardid debe de haber sido, Cajas y trompetas. Soldados marchando, Patroclo,
puesto, señora, que nuevo, y detrás Menelao, viejo, con bastón.— Dichos.
el mostrar al enemigo, Aquiles Deme vuestra Majestad
en fe de que no le temen, los pies.
los despojos más lucidos; Menel. Brazos apercibo
y no sé si es discreción, para coronar los hombros
que yo, después que os he visto, en que ha de tener alivio
por la dicha del ganaros (i) el peso de mi venganza.
pienso atrepellar peligros. Vos seáis tan bien venido
POlICEN, Si en fe de ser tan galán, como en Grecia deseado,
Príncipe, lo que habéis dicho, gloria y sol de nuestro siglo.
es cortesía amorosa, Patrocl. Abrazad vuestro Patroclo
á gozar hemos venido si os acordáis de él.
vuestra gallarda presencia; Aquiles. ¡Oh, amigo!
pero si habláis presumido, ¿cómo pueden olvidarse
sabed que son cazadores amistades desde niños?
nuestros troyanos invictos, Juntos nos hemos criado;
y que os ponen el reclamo y ahora el veros estimo
porque con él divertidos, en lo que ganará Troya.
os entendemos coger Patrocl. Dándoos los brazos, confirmo
en las redes de Cupido. de nuevo nuestra amistad.
Aquiles. Poderoso estratagema;
discreto y sutil arbitrio.
Diera yo por verme preso ESCENA XII
en vuestros lazos divinos
el alma, que ya no es mía; Sobre tos muros, Héctor armado—Dichos.
ya me parecen prolijos
los términos de esta tregua, Héctor. Príncipe, que en vaticinios,
pues dilatar han podido profecías y esperanzas,
conquista de estima tanta, si no mienten adivinos,
y á poderla hacer suspiros, conquistador os blasonan
fueran de poco provecho de nuestra ciudad, dominio
máquinas, flechas y tiros. del Asia, corte y cabeza
Policen. ¡Ay! si vos fuérades nuestro, del célebre reino frigio;
diéraos yo... después de daros alegre
Casand. ¡Qué desvarios, y cortés el bien venido,
señora, el respeto ofenden pues venciendo os esperamos
á tu recato y juiciol fama que eternizan libros;
Policen. ¿Qué he de hacer? No puedo más; para que no dilatéis
aunque la lengua reprimo, los triunfos que prevenidos
es móvil primero el alma os tiene Grecia, fiada
de las palabras que digo. en vuestro valor invicto,
Deidam. ¿Que esto escucho y no me vengo? con permisión de las treguas,
Celos, ¿á esto hemos venido? cuerpo á cuerpo, os desafío
Teband. iSeñora! para mañana.
Deidam. Estoy por dar voces. Aquiles. ¿Quién sois,
¡Ay, esposo fementidol confiado comedido,
Ulises. Despídete, que se acerca vos, que me desafiáis?
nuestro campo, que ha sabido Héctor. Héctor, mayor de los hijos
nuestra venida, y el Rey de Príamo, Rey troyano.
sale á él á recibirnos. Aquiles. Mostráis, Príncipe, cuán digno
Aquiles. Despide tú, si es que puedes, sois de la fama que os honra,
la luz del sol; saca el Nilo y aceptando el desafío
de su madre; quita al fuego os retorno parabienes
el calor, que es su principio, que, por ser vuestros, estimo.
y será posible entonces (Echale un guante Héctor y otro Police-
despedirme del hechizo na, coge éste Dcídamia y el otro Patroclo,
que he bebido por los ojos. y entrambos Aquiles.)
Partiréme de mí mismo. Héctor. Recibid, pues, ese guante.
Policen. Y éste también, por ser mío,
que si el de mi hermano os reta,
(i) Así en el original; pero Tirso habrá escrito «de ése os favorece.
ganarlos», pues habla de los despojos. Aquiles. Admito
el uno y el otro ufano.
Patrocl. Estando Patroclo vivo,
ACTO TERCERO i4i
desafiado primero, Deidam. Yo he de matarme contigo
mi derecho es más antiguo, antes que el guante te dé.
y así este guante me toca. Aquiles. ¿Quién eres, hombre atrevido?
(Con banda al rostro, Deidamia.) Deidam. Sabráslo si me buscares.
Deioam. Y éste á mí, pues, ofendido, Aquiles. ¿Dónde?
si para vos de favor, Deidam. ¡Traidor,en ti mismo! (Vase.)
de guerra para mí ha sido. Aquiles. Tenedle; ¿qué es esto, cielos?
Héctor. Si estás, Patroclo, ofendido,
Aquiles. Suelta Patroclo, si intentas hagamos nuestra batalla
no ser de hoy más mi enemigo, luego los dos.
suelta tú, si no pretendes Patrocl. Eso pido.
dar á mis celos principio. Héctor. Pues espera que ya bajo.
Patrocl. Yo he de pelear con Héctor Ulises. Dar fin á esta parte quiso
primero, Aquiles, que he sido nuestro autor; con la segunda
primero desafiado. mañana os convida Tirso.

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