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LITERATURA MEDIEVAL
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BLOQUE 1. LITERATURA MEDIEVAL
(1) Cronología. Cuando hablamos de la Edad Media o medievo nos referimos a un dilatado
periodo de tiempo que se extiende desde el siglo V de nuestra era hasta el final del siglo XV. El
momento inaugural coincidiría con la caída del Imperio Romano Occidental en el año 476;
mientras que los momentos finales se relacionan con acontecimientos como la invención de la
imprenta, la caída de Constantinopla en poder de los turcos (los restos del antiguo Imperio
Romano Oriental) o el descubrimiento de América en 1492. Sin embargo, cuando hablamos de
literatura castellana medieval lo limitamos a tres siglos, entre el XIII y el XV.
(2) Luces y sombras. A partir del siglo XIV algunos humanistas proyectaron una visión
negativa de la Edad Media. Fascinados con el esplendor de la cultura grecolatina, consideraban
estos siglos como una interrupción, una época oscura y atrasada. Por ejemplo, el poeta italiano
Petrarca hablaba de “tiempos bárbaros”, para referirse a ella.
Sin embargo, había algo simplificador en estas opiniones. Como sucede en todos los
momentos de la historia, hubo luces y sombras. El gran historiador francés Jacques Le Goff,
con afán didáctico, prefería hablar de una Edad Media “bonita” y otra “fea”.
La fea Edad Media haría referencia a diferentes aspectos negativos, muy alejados de nuestra
estimativa sobre la dignidad y justicia: (a) la opresión que padecían las capas más humildes y
mayoritarias de la sociedad, vinculadas a los señores mediante contratos feudales de vasallaje; (b)
la extrema precariedad de la vida siempre amenazada por guerras, hambrunas y pestes; (c) la
presencia de miedos y supersticiones en un mundo que creía en la influencia de lo trascendente en
la vida cotidiana; (d) el dogmatismo religioso que llevaba a la persecución de los considerados
herejes a través de instituciones como la Santa Inquisición; (e) una consideración misógina de la
mujer identificada con el mito bíblico de la Eva pecadora.
La bonita Edad Media nos permitiría reconocer diversos avances en el camino de la civilización:
(a) el nacimiento de la idea de Europa; (b) movimientos artísticos como el Románico y el Gótico;
(c) la creación de las primeras universidades; (d) la invención del camino de Santiago; (e) los
ideales de justicia caballerescos relacionados con el mito del santo grial; (f) frente a la misoginia,
la idealización de la mujer presente en la creación del mito de la Virgen María o en la poesía del
amor cortés.
La palabra literatura deriva de la forma latina litteratura, que más tarde, en romance,
evolucionó a letradura. En la Edad Media este término se refería a la producción escrita, en
latín o en romance, dominante en el mundo eclesiástico y en la burocracia de las cortes o
casas de nobleza. Así pues, cualquier documento escrito con cuidado estilístico, fuera o no de
ficción, se consideraba literatura. Por ejemplo los códigos de leyes promulgados por el rey
Alfonso X, las Partidas, eran consideradas obras literarias. Por otra parte, la literatura era una
actividad reservada a los estamentos privilegiados de la sociedad: la nobleza y el clero.
(4) El panorama lingüístico también era muy complejo. En la zona norte el latín vulgar se
había fragmentado en las distintas lenguas románicas o romances: gallego-portugués, el
astur-leonés, el castellano, el navarro, el aragonés y el catalán. En los territorios del sur,
poblaciones árabes y cristianas hablaban el mozárabe (o romance andalusí), lengua romance
con marcada influencia del árabe. Las personas de etnia judía hablaban hebreo y árabe. Lo
normal entonces era la convivencia entre las distintas lenguas y en algunas zonas limítrofes
el bilingüismo estaba arraigado. Se hablaba, por ejemplo, de cristianos algarabiados (que
sabían árabe) y de moros latinados (que sabían lenguas romances).
(5) Algunas precisiones para entender la literatura medieval.
(a) Una gran parte de la literatura medieval se sigue escribiendo en latín y, en caso de la
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(c) Ante la realidad de una mayoría analfabeta, era frecuente la transmisión oral de los
textos.
(e) Muchas obras nos han llegado como anónimas. Lo importante para los autores era ser
fieles a las fuentes que manejaban y no valoran demasiado la originalidad.
(f) el conjunto de textos (el corpus) que nos ha llegado es muy pequeño; hay que aceptar que
muchos de ellos se habrían perdido.
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Como se ha avanzado más arriba, durante la Edad Media siguió existiendo en toda Europa una
producción literaria en lengua latina. Los clásicos latinos (Virgilio, Horacio, Cicerón...) seguían
siendo considerados como modelos tanto por sus temas como por su estilo. Por eso no es de
extrañar que algunos de los principales escritores medievales, por ejemplo los italianos Dante
o Petrarca, escribieran indistintamente en latín y en lengua romance italiana.
En la literatura latina clásica tienen su origen los denominados tópicos. Se trata de ideas o
expresiones que vienen repitiéndose —y actualizándose— a lo largo de los siglos y que servían
a los escritores para componer los textos. Los tópicos forman parte de la tradición literaria, por
eso los encontraremos en todos los periodos literarios. Habitualmente se los nombra con las
palabras latinas. Estos son algunos de los más frecuentes en la literatura medieval:
Locus amoenus (“lugar agradable”). Procede de Teócrito y de Virgilio y tuvo un gran desarrollo en
la poesía bucólica grecolatina. Describe el paisaje de forma idealizada, marco para el amor: prados
verdes, sombras frescas, ríos cristalinos, pájaros cantando…
Aurea aetas (“edad dorada”). Evocación nostálgica de un periodo lejano en el que la humanidad
vivía en fraternidad sin sufrimiento ni conflictos.
Carpe diem ("aprovecha el día"). Incita a vivir el momento, porque en cada momento está todo lo
que la vida te puede dar. Procede del poeta latino Horacio (s. I) y lo podemos observar en poetas
renacentistas como Garcilaso de la Vega, especialmente en el Soneto XXIII.
Collige, virgo, rosa ("coge, doncella, la rosa"). Es una derivación del tema anterior que parte de
un verso de Ausonio, poeta latino: "Coge, virgen, la rosa" y que es también una incitación a gozar
del día, pero aplicado a una mujer.
Beatus ille (“dichoso aquel”). Recoge las palabras iniciales de un poema de Horacio. Expresa un
ideal de vida en la naturaleza, evitando las ausencia de pasiones humanas. Una variación de este
tópico es el llamado De vita beata (“sobre la vida feliz”).
Aurea mediocritas (“Dorada medianía”) Destaca las cualidades de las personas que se conforman
con lo que tienen, que no destacan demasiado y procuran no complicarse demasiado la vida.
Recordemos a Góngora: Hablen unos del gobierno / del mundo y sus monarquías / mientras
gobiernan mis días / mantequillas y pan tierno...
Vita flumen (“la vida como río”). La existencia humana fluye sin cesar como un río que
desemboca en el mar (muerte) de forma irremediable. Es el tópico central de la Coplas de Jorge
Manrique.
Tempus fugit (“el tiempo pasa”). El tiempo pasa irremediablemente, nada podemos hacer ante su
implacable avance.
Muerte igualitaria. La muerte nos iguala a todos. Aparece en las danzas de la muerte del S. XV y
también en las Coplas de Jorge Manrique...
Homo viator (“hombre peregrino”) La vida se concibe como un camino y el hombre como un
viajero o peregrino. La Odisea de Homero es una alegoría de la vida como un viaje; para el
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Vanitas o Contemptus mundi (“Todo es vanidad o menosprecio de las cosas mundanas”). Tópico
de origen cristiano. Invita a vivir la vida con desapego de los bienes materiales porque estos son
efímeros
Fortuna mutabile (“la fortuna mudable”). La fortuna es cambiante, puede favorecernos unas
veces y otras no; por eso, hay que aceptar con filosofía la suerte adversa, sabiendo que todo
puede cambiar.
Ubi sunt? (“¿dónde están?”). Pregunta retórica sobre el destino de personas y cosas: caballeros,
damas, amores, músicas…, todo desaparece, por ello es mejor no vincular nuestra vida a las
posesiones materiales.
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(3) La poesía heroica castellana. A diferencia de lo que sucede en otras lenguas, como la
francesa, por ejemplo, los textos de poesía épica castellana que han llegado hasta nuestros
días son muy escasos (algunos de ellos simples fragmentos). Sabemos que existieron porque
se pueden reconocer vestigios suyos en antiguas crónicas históricas y en el romancero. Quizá
por eso otorgamos tanto valor al Cantar de Mio Cid.
(4) El Cid entre la historia y la leyenda. Rodrigo Díaz de Vivar existió, es un personaje
histórico, un guerrero de frontera en tiempos de conflicto entre el poder musulmán y los
reinos cristianos. El sobrenombre de Cid deriva del árabe Sidi, que significa señor. Vivió
durante el siglo XI. Fue un miembro de la baja nobleza (un infanzón) al servicio del rey Sancho
II de Castilla, y, tras la muerte de este, de su hermano Alfonso VI. Con este mantuvo varios
desencuentros, por lo que fue desterrado en dos ocasiones. Trabajó al servicio del emir Al
Muqtadir, señor de la taifa zaragozana, y venció al Conde de Barcelona. Fue muy amigo de su
lugarteniente, Minaya Alvar Fáñez. Su mayor hazaña fue la conquista de Valencia en 1094,
que lo convirtió en señor de la comarca levantina.
El Cantar de Mio Cid se mantiene fiel a algunos aspectos históricos y se muestra muy preciso
en las referencias topográficas, pero introduce muchos elementos ficticios. Los episodios
referentes a sus hijas (su matrimonio con los infantes de Carrión y el ultraje a manos de sus
maridos en Corpes), las causas de su destierro, el episodio del león y otros son pura invención.
No podemos olvidar que se trata de un texto literario y no histórico.
(5) Datación y autoría del cantar. No podemos saber con certeza la fecha de composición
del Cantar, asunto que ha generado mucha controversia entre los eruditos, pero lo más
sensato es situarla en los comienzos del siglo XIII, unos cien años después de la muerte del
Cid histórico acaecida en 1099. El uso de algunos neologismos como fijodalgo o rico omne
refuerza la hipótesis del siglo XIII.
En cuanto a la autoría, los eruditos han suscrito diferentes propuestas sobre la procedencia
del autor o autores, pero lo único concluyente es su anonimia. Además, lo más plausible es
pensar que el Cantar sea el resultado de la aportación de diferentes voces. Sin embargo, debió
haber un compilador desconocido, pues la obra muestra una gran unidad; además, ese
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anónimo compilador debió ser un jurista o alguien versado en derecho. Son abundantes y
sutiles las referencias al entramado legal de su tiempo. Por cierto, el nombre de Per Abad que
figura el explicit del códice más antiguo que conservamos solo pudo ser un copista del siglo
XIII, no el autor.
(6) Estructura externa del texto. El Cantar lo componen 3778 versos irregulares de arte
mayor (entre las 12 y las 16 sílabas). Cada uno de ellos está dividido en dos hemistiquios, con
una pausa o cesura en el medio.
Tiradas. Los versos se agrupan formando tiradas. Una tirada está formada por un grupo de
versos cuyo contenido gira en torno a un mismo tema o una misma acción. Además, los
versos de una tirada son monorrimos en asonante. Cuando cambia la rima estamos en una
tirada diferente. En total el Cantar tiene 152 tiradas.
(7) La difusión oral y las fórmulas. El Cantar estaba concebido no para ser leído, sino para
ser recitado por los juglares de gesta. Por eso, en el poema se repiten diversas fórmulas orales
que captan la atención de la audiencia o facilitan la memorización:
(8) Estructura interna. Ramón Menéndez Pidal, un verdadero sabio, estudió con mucha
atención el contenido de la obra y propuso su división en tres apartados o cantares, cada uno
de los cuales abarcaría una sesión de recitado:
(a) cantar del destierro: narra la expulsión del Cid de Castilla; el acogimiento de su
mujer y sus hijas en el monasterio de San Pedro de Cardeña; episodio cómico de los
judíos Raquel y Vidas; primeras escaramuzas con los musulmanes (en el corredor del
Henares, la batalla de Alcocer); sus peripecias al servicio de la taifa zaragozana, su
enfrentamiento con el conde de Barcelona; la conquista de Valencia y la reconciliación
con el rey Alfonso.
(b) cantar de las bodas: cuenta el casamiento de sus hijas, a propuesta del rey, con
los infantes de Carrión (D. Diego y D. Fernando, alta nobleza leonesa); cobardía de los
infantes con el león suelto; sentimiento de humillación y primeros deseos de
venganza.
(c) cantar de la afrenta de Corpes: relata la victoria contra el rey Búcar de Marruecos;
la petición de regreso a sus tierras de Carrión de sus yernos; el ultraje que padecen
sus hijas a manos de sus maridos en el robledal de Corpes; el sobrino del Cid, Fele
Muñoz, rescata a sus primas malheridas; el Cid evita la venganza y pide justicia al rey
ateniéndose a las leyes; se celebran las justas, pero antes pide que sus malvados
yernos le devuelvan sus espadas (Colada y Tizona); los caballeros del Cid derrotan a
los infantes y sus hombres; en reparación, las hijas del Cid, Doña Elvira y Doña Sol,
son desposadas con hijos de reyes, los infantes de Navarra y Aragón.
(9) Arco argumental del héroe: caída y redención. Si lees con interés la peripecia anterior
de darás cuenta de que el argumento de la obra se construye en torno a dos humillaciones
(caídas) que padece el Cid y la posterior restitución (redención) del honor en ambos casos. Al
final, el desterrado Rodrigo, un humilde infanzón, terminará emparentando con la realeza. Este
sería el proceso:
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(10) Estilo. Lo que diferencia nuestro Cantar de otros poemas heroicos en otras lenguas es
su realismo y el gusto por el detalle cotidiano. Prácticamente no hay presencia de lo
sobrenatural o lo fantástico (con la excepción, si se quiere, de un sueño premonitorio y el
episodio del león). Las referencias a la vida económica o jurídica permiten una reconstrucción
muy cabal de su época.
(a) Por una parte, el Cid es el modelo de héroe medieval cristiano. Sus virtudes son la
valentía, la fortaleza, la sabiduría y la prudencia. Sabe sobreponerse a situaciones
muy adversas y ser prudente en situaciones que reclamarían venganza. Sus
antagonistas, los malvados infantes y el conde García Ordóñez, representan los
antivalores de la cobardía y la traición.
(b) Por otra parte, desde una perspectiva histórico-política, la obra es una
reivindicación de la baja nobleza guerrera, que forja su destino en las luchas de la
frontera, frente a la nobleza cortesana.
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Mester de clerecía designa a la corriente literaria que agrupa las obras ―mayormente de
temática religiosa― creadas por los clérigos en el entorno de los monasterios, que eran
también centros culturales en esa época.
Atendiendo a la etimología, la palabra mester deriva de la palabra latina 'ministerium', que significa oficio
o escuela. En este sentido, 'mester de clerecía' haría referencia al conjunto de saberes y habilidades del
clérigo.
(2) Rasgos formales y poética del mester de clerecía. El rasgo formal que define a esta
escuela literaria es el uso de una estrofa conocida como “cuaderna vía” (de una manera más
técnica tetrástrofo monorrimo): cuatro versos alejandrinos (14 sílabas) de rima consonante y
monorrima.
El poeta anónimo manifiesta su orgullo al decir que su obra no es vulgar como la de los
juglares; la expresión 'sen pecado' tiene una doble interpretación: en relación con su contenido
religioso, pero también que no tiene errores en la versificación. En los versos tercero y cuarto
el poeta hace referencia a la dificultad de componer estrofas de cuatro versos ('cuaderna vía'),
con rima ('curso rimado') con la métrica exacta ('sílabas cuntadas'), las 14 sílabas divididas en
dos hemistiquios de 7+7 .
(3) Obras del mester de clerecía en el siglo XIII. Escritos de modo que se describe más
arriba, han llegado hasta nosotros el Libro de Apolonio, el Libro de Aleixandre y las obras
escritas por Gonzalo de Berceo, el más importante de los cuales el Los milagros de Nuestra
Señora.
(4) Gonzalo de Berceo. Es el autor más relevante del mester de Clerecía del S. XIII y el
primer poeta conocido de nuestra lengua. Clérigo nacido en Berceo, La Rioja. Probablemente
estudió en la universidad de Palencia y después permaneció vinculado al monasterio de San
Millán, quizá como una especie de asesor legal. Fue autor de algunos poemas hagiográficos
(vidas de santos), como La vida de san Millán o La vida de santo Domingo de Silos. También
escribió obras marianas de exaltación de la virgen María, como Milagros de nuestra señora.
A pesar de ser un autor muy culto, se presenta como un simple juglar, como un autor muy
sencillo y humilde; por eso en ocasiones utiliza expresiones propias de los juglares. En
realidad, se trata de una estrategia para acercarse a los fieles y a los clérigos monos cultos.
En su obra, La vida de Stº Domingo se expresa de esta manera:
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En estos versos Berceo afirma que quiere escribir en roman paladino, es decir, en la lengua
romance que habla el pueblo. Recurre al tópico de la humildad y afirma que no está lo
suficientemente preparado para escribir en lengua latina (fer otro latino). En suma, su trabajo
tendría el humilde valor de un vaso de buen vino.
Además, como otros escritores medievales, Berceo no es un autor original. Sus historias están
inspiradas en fuentes latinas, pero su labor no es únicamente la de traducción, sino que recrea
su modelos para crear algo novedoso. Así sucede con los Milagros de nuestra señora, cuyos
historias están extraídas de una colección de milagros latina.
(5) Milagros de nuestra señora. Es un libro formado por una introducción y 25 milagros
atribuidos a la virgen María. La introducción es un apartado muy relevante y consta de una
alegoría y de la exégesis o interpretación del pasaje alegórico (recordemos que una alegoría es
una figura retórica que permite la interpretación literal y simbólica de un texto). Se cuenta
cómo el poeta como un peregrino llega a un hermoso jardín; se emplean lo tópicos del homo
viator y del locus amoenus.
De los 25 milagros, 24 de ellos proceden de la fuente latina y solo uno de ellos es original
(Iglesia robada). En todos ellos se repite la misma estructura: una presentación, el relato y un
epílogo. Los protagonistas son personas con defectos, que cometen errores, pero que como
buenos vasallos guardan una gran devoción a la virgen; esta como su señora los socorre
cuando tienen necesidad. En cierto modo, se reproducen las relaciones de vasallaje feudal.
Entre los milagros más destacados están El labrador avaro o El romero de Santiago.
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El mester de clerecía en el siglo XIV. De este siglo nos han llegado dos obras El rimado de
palacio de Pedro López de Ayala y El libro de buen amor de Juan Ruiz, el arcipreste de Hita.
Nos ocuparemos de este último.
Además del tema del amor, el libro tiene otros contenidos: sátiras contra el clero o el poder del
dinero, elogios de la mujer, fábulas sobre la incapacidad de los seres humanos de ser libres y
autónomos, oraciones de elogio a la virgen, etc.
Personajes. Además de la figura del narrador, destacan los personajes de D. Melón, Doña
Endrina, la monja Garoça, D. Carnal, que representa la sensualidad y la vida, y Doña
Cuaresma (símbolo del rigor religioso y del ascetismo). Otro de los personajes más relevntes
es el de Trotaconventos, una intermediaria de amores requerida por el arcipreste y que es el
antecedente literario de la protagonista de La Celestina, aparecida a finales del siglo XV.
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Aspectos formales. El libro de buen amor está escrito mayormente en cuaderna vía, pero
contiene también pasajes en prosa y poemas de otro tipo. Además, la obra es un compendio
de todas las formas de escritura de su tiempo: oraciones, sermones, fábulas, alabazas,
vituperios, refranes, alegorias, sentencias,poemas religiosos, poemas profanos, etc...
Conclusión. El libro de buen amor es una obra adscrita a la escuela del mester de clerecía del
siblo XIV. Sin embargo, por su variedad de formas textuales se trata de una texto muy
heterogéneo y diferente de los otros. Por otra parte, su mensaje ambiguo no se ajustaba
estrictamente a la doctrina religiosa; en este sentido, podemos hablar de una obra más libre y
heterodoxa.
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(0) INTRODUCCIÓN
A grandes rasgos se puede afirmar que a partir del siglo XIII aparece la literatura en lengua
romance castellana: la poesía épica (cantares de gesta) y la obra de Gonzalo de Berceo,
adscrita a la escuela del 'mester de clerecía'. En ambos casos se trataba de creaciones
compuestas en verso. Sin embargo, habría que esperar hasta el siglo XIV para asistir al
nacimiento de prosa literaria en nuestra lengua. Hay que pensar que el verso se difunde
mejor oralmente, mientras que la prosa necesita la escritura y la existencia de lectores
capacitados para comprenderla. De ahí la tardanza. Antes de llegar a la maestría de D. Juan
Manuel en el siglo XIV, nuestra narrativa en prosa siguió un largo camino durante todo el siglo
XIII.
Estas historias contempladas desde nuestra perspectiva actual nos resultan inverosímiles. No
hay que olvidar que no surgen del análisis de documentos, sino de la mezcla de diversas
fuentes: sucesos reales, pasajes bíblicos, leyendas orales y personajes de obras literarias
clásicas (por ejemplo, la reina Dido, personaje de ficción de la Eneida, aparece en la 'Historia
de España', como la fundadora de Cartagena). En realidad, se estaba más cerca de la ficción
literaria que del rigor histórico.
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En gran parte gracias a la cultura árabe, fueron llegando a occidente textos desconocidos de
filosofía, medicina, matemáticas y también algunas maravillosas colecciones de cuentos
orientales.
'Calila e Dimna'. Siendo todavía infante, el futuro Alfonso X,
patrocinó la traducción del árabe al castellano de esta obra. En su
origen se trataba de una colección de cuentos hindú escrita en
sánscrito llamada 'Panchatantra' (300 dC.) que se difundió sufriendo
modificaciones y añadidos por Persia, Siria, hasta llegar a la
Península con los árabes.
El objetivo del libro es ilustrar con ejemplos de animales situaciones humanas que enseñen a
los gobernantes a conducirse con sabiduría y prudencia y les advierten de las intrigas y
traiciones de la corte. Por su intencionalidad, 'Calila e Dimna' forma parte de un género muy
extendido en la Edad Media, denominado 'espejo de príncipes'.
'Sendebar'. Su traducción desde el árabe fue ordenada por D. Fadrique, hermano de Alfonso X. A
grandes rasgos el argumento es el siguiente: un joven príncipe de un exótico reino es acusado
falsamente por una de las concubinas de su padre. Este lo condena a muerte. Pero la ejecución es
interrumpida por la intervención de siete consejeros que contarán dos cuentos cada día para modificar la
decisión del rey. También la malvada concubina intervendrá con relatos. Esta situación de partida forma
el 'marco narrativo'. Después de todos los cuentos, la intervención final del príncipe mostrará su
inocencia. La moraleja contiene una advertencia contra las intrigas de las mujeres y los malos
consejeros.
Durante el siglo XIII, las obras que salieron del escritorio alfonsí sirvieron para enriquecer la
prosa romance; por su parte, las traducciones de cuentos orientales introdujeron nuevas
técnicas narrativas, como la 'estructura marco' o la 'técnica de las cajas chinas'. Todo estaba
preparado para la aparición de un autor de talento que fuera capaz de crear una obra narrativa
literaria de altura en prosa romance. Ese autor se llamó D. Juan Manuel.
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Tradición y originalidad. El asunto de muchos de los relatos no es original, sino que derivan
de fuentes clásicas, orientales o de la tradición oral. Lo novedoso es la capacidad de D. Juan
Manuel para recrearlos magistralmente y ajustarlos a su particular visión nobiliaria del
mundo: la salvación se consigue con la vida activa dentro de los valores de cada estamento
social. Asímismo, destaca su capacidad de incorporar algunas técnicas narrativas aprendidas
en las colecciones de cuentos orientales, pero evitando la complejidad del sistema de 'cajas
chinas'.
El 'Conde Lucanor' forma parte de las grandes colecciones de cuentos del occidente medieval
compuestas durante el siglo XIV. Las otras que han llegado hasta nosotros son 'Los cuentos de
Canterbury' escritos por G. Chaucer en inglés y el 'Decamerón' de G. Boccaccio, escrito en
italiano. Sin olvidar que, en oriente, durante este periodo medieval se elaboró esa gran
colección de cuentos titulada La mil y una noches.
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(1) Definición. La lírica es la poesía que habla de los sentimientos del autor, mayormente de
índole amorosa, pero también medita sobre la fugacidad del tiempo, la importancia del
instante o de la conmoción que produce la muerte. En este sentido, la poesía lírica era una
expresión diferente de la poesía heroica, que se ocupaba, como se ha visto en un tema
anterior, de narrar las hazañas de algunos héroes, lo que conocemos como cantares de gesta.
A lo largo de la Edad Media, la poesía lírica tiene dos formas de expresión diferentes: la
popular y la culta. En este tema nos ocuparemos de la primera de ella.
(2) Lírica popular. Definición y características. Con este nombre nos referimos a la poesía
del pueblo llano. Son composiciones anónimas, en las que habla una voz femenina y fueron
transmitidas oralmente de madres a hijas. Son composiciones que transmiten naturalidad y
esencialidad, sin artificio ni detalles innecesarios. Se sugiere más de lo que se expresa.
Por otra parte, tenían un valor social muy relevante, pues se recitaban o cantaban en
momentos de sociabilidad : en las celebraciones, en los momentos de ocio y también en el
trabajo.
Se han podido conservar porque los autores cultos las apreciaron mucho y las fijaron por
escrito (a veces las incluían en sus propias obras, como es el caso de Lope de Vega). Los
primeros poemas de lírica popular conocidos gracias a la escritura datan de finales del siglo
XIV, aunque su composición seguramente es mucho más antigua.
Ritos y cristianismo. Estos ritos de fertilidad se hacían en los momentos astrológicos más importantes
del año: los solsticios de invierno y verano (22 de diciembre y 22 de junio) y los equinoccios de
primavera y otoño (21 de marzo y 21 de septiembre). Posteriormente, con la hegemonía del cristianismo
estos ritos paganos serán asimilados, pero su espíritu no
desaparecerá del todo. Por ejemplo, la fiesta del solsticio de invierno
se convirtió en la Navidad; el equinoccio de primavera en las fiestas
de Pascua; y los ritos de purificación en torno al agua y el fuego del
solsticio de verano en la fiesta de San Juan.
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(a) Leixa-pren (deja y toma): consiste en repetir el verso final de una estrofa en el inicio de la
estrofa o glosa siguiente.
(b) Paralelismo: se trata de la repetición de uno o varios versos modificando el orden de las
palabras o el final de esos versos.
(c) Estribillo: es la repetición de un verso o un conjunto de versos tras cada estrofa o glosa.
Cuando se repite solo de manera parcial se denomina represa.
Además, hay una forma muy específica de villancico denominado zéjel, que está formado por
un estribillo y una glosa. La glosa consta a su vez de una mudanza, formada por tres versos
monorrimos, y uno o varios versos de unión, llamados de enlace y vuelta.
(7) Vigencia de la lírica popular. Estos poemas del pueblo, sencillos y naturales, transmiten
algo muy genuino que nos habla de lo que somos como seres humanos. Por eso siguen
causando fascinación. A lo largo de la historia literaria, muchos escritores se han inspirado en
ellos y han tratado de reproducir su estilo. Así sucedió con los grandes autores de nuestros
siglos de oro (Lope de Vega, Góngora, Cervantes…) o grandes poetas del siglo XX como Juan
Ramón Jiménez, Antonio Machado o Rafael Alberti..
Además, la lírica popular sigue presente en las canciones de nuestro folklore, en las jotas o en
las canciones flamencas, por ejemplo. Incluso en muchas canciones pop podemos reconocer la
misma función social que en las sociedades antiguas cumplía la lírica popular.
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