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Universidad Nacional de Colombia

Departamento de Filosofía
Profesor: Ciro Roldan
CFM: Marx
Estudiantes: Diego Alejandro Sanchez Alzate, Juan David Herrera Wilches
, Maria
Camila Mendoza Quintero

A propósito de la técnica: una aproximación

Este texto tiene la intención de reconstruir los argumentos que, para fines expositivos, se
consideran esenciales para la comprensión de los desarrollos que hace Marx alrededor de la
técnica. Aunque se reconoce que no se ahonda en todo el engranaje conceptual que conlleva,
se hará énfasis en puntos que se consideran esenciales para una buena comprensión, teniendo
en cuenta que este texto responde a una intención expositiva en el aula. En un primer
momento, acercándose, de alguna forma, desde un punto de vista histórico, se tiene la
intención de señalar el lugar de la técnica desde la antigüedad: dándole paso a una
aproximación desde los conceptos de mito y logos. Posteriormente, se define y aclara el
término Técnica desde Marx. Para, finalmente, darle paso a la consideración de la técnica en
relación con la subordinación del trabajo vivo al trabajo muerto. Sin más:

a) Mito y logos: La era técnica

¿Cómo podemos saber cuándo empezó el pensamiento técnico? Pues, aunque


podamos distinguir en la antigüedad una técnica que le permitía al ser humano realizarse en
su trabajo, en la era moderna la técnica no parece guardar mucho parecido con aquella técnica
artesana. En otras palabras, mientras que la esencia de la técnica antigua era un
desocultamiento del mundo, el dar-lugar-a mediante la ποίησις reveladora, la técnica moderna
en cierta medida nos oculta los objetos en cuanto cosas, para que se nos revelen como útiles.
Se nos muestran como energías que han de ser explotadas, utilizadas, transformadas y
acumuladas. Este es, pues, el espíritu de la ilustración. Lo que ella busca es poder dominar la
naturaleza y conocerla a partir de dicho dominio. En su afán de liberar al ser humano del mito
se aferra a la ciencia natural, exacta. La matematización del mundo pone a la naturaleza como
una conexión calculable de fuerzas que han de ser aprovechadas, incluidas las humanas.
Desde un principio la τέχνη ha estado relacionada con la ἐπιστήμη, ambas como formas de
conocimiento que en principio son opuestas al mito. Sin embargo, este último ya contiene el
germen de la ilustración. Los héroes mitológicos no son más que la representación de este
poder dominar a la naturaleza por medio de la razón, del λóγος. Este se apropia de los
conceptos metafísicos y míticos. El saber se convierte, por lo tanto, en poder esclavizante y
calculador, en razón instrumental. “Lo que importa no es aquella satisfacción que los
hombres llaman verdad, sino la operación, el procedimiento eficaz” (Adorno, Horkheimer,
1998). Es pues, en el lento camino que ha llevado al hombre a renunciar al concepto, que
buscaba desocultar al objeto en su verdad, como aquella forma de realización humana por
medio del trabajo; para aferrarse a la fórmula y la probabilidad, que disponen de la naturaleza
como constantes, que esté, el hombre, cae en la era técnica. En ella, el producto de su trabajo
ya no se le presenta como propio, si no es por medio de la propiedad. El hombre no es un
“sujeto” absoluto ni un objeto, sino lo subjetivamente-objetivo, en otras palabras, una
actividad sensible, al verse enfrentado ante su producción, todo le abandona tomando la
forma del haber. “El hacer con los demás se convierte, por consiguiente, en poseer y ser
poseído. El hombre se convierte así en un simple objeto, e igualmente evalúa los seres y las
cosas en cuanto objetos” (Axelos, 1969). Frente a un mundo desencantado y tecnificado,
determinado por la razón instrumental, es que se encuentra el hombre moderno, enfrentado a
la maquinaria que busca sustituirlo dentro del proceso de valorización del capital y como
soporte del proceso de trabajo. El valor ya no se encuentra en las cosas en sí mismas, ni en
cuanto productos, sino en la capacidad de aplicación productiva. En el mundo del capital, se
impone la técnica, como instrumento de dominio.

b) La técnica

La técnica es una herramienta, en términos simples podemos decir que la técnica es un


instrumento para hacer un trabajo de la mejor forma posible, en menos tiempo y con una
mayor facilidad. En un contexto donde el tiempo se traduce en trabajo y el trabajo a su vez en
ganancias la técnica es esencial para la mayor productividad laboral, pero aunque esto en
principio pueda parecer una maravilla, la verdad es que no suele serlo para el trabajador, solo
para el “jefe” o el capitalista, mientras que para el obrero puede ser una pérdida de sentido y
de sus sentidos. La especialización provocada por el capitalista al implementar la técnica le
quita al obrero (de forma no tan literal, sino más bien en pos de su trabajo) los sentidos no
utilizados dentro del mismo trabajo. Tenemos que pensar en una línea de producción de
zapatos y en un zapatero, en la línea de producción hay más ganancias en menos tiempo,
estas ganancias van hacia un mismo lado, a pesar de que toda la maquinaria esté distribuida y
hagan un trabajo más eficiente. Aparte de esto, los trabajadores al tener solo una función
dentro de la gran maquinaria que se desarrolla para la producción de de un zapato terminan
enfocando sus capacidades o sus sentidos en pos de una sola tarea, desenfocando los demás y
perdiendo sus capacidades. Por otro lado está el zapatero, el cual trabaja todo el par de
zapatos directamente, dejando de lado las ganancias en relación con el tiempo, el zapatero ha
comprendido su trabajo, ha agudizado sus sentidos en pos de todos los trabajos individuales
que requiere el fabricar dichos zapatos, a diferencia de los obreros en la línea de producción
los cuales han enfocado sus sentidos en un solo trabajo y así enfocando unos más que otro y
perdiendo de forma parcial los demás. En este caso la técnica es un instrumento para ganar
dinero a costa de los empleados, los cuales pueden sufrir las consecuencias de ser sometidos
bajo dicha técnica a la simplificación de ellos mismos como trabajadores. Relacionando esto
con la tecnología la cual es la misma técnica hecha máquina, no solo conserva los problemas
ya antes mencionados, sino que además puede ser causante de la ausencia del trabajo para los
trabajadores. En su momento, los obreros destruían las máquinas con el pensamiento de que
estas le quitaban su laburo, sin darse cuenta de la ironía de la gran industria, y es que, los que
tienen el poder sobre las máquinas son los trabajadores, y no al revés; Y así mismo, los que
deben aprovechar la técnica y la tecnología deben ser los trabajadores a su favor y no un solo
individuo. Pero en síntesis, la técnica no es más que una forma de valorizar el trabajo.

c) Subsunción trabajo vivo al trabajo muerto

El desarrollo de la tecnología y su posterior inclusión en las industrias trajo consigo el


desplazamiento del ser humano a una condición inferior a la que se le otorgó a la máquina.
Dándole a esta última un lugar central en el proceso de producción, se consideró al ser
humano y el respectivo trabajo que este realiza un algo que es reemplazable y no esencial
para la realización del trabajo en las fábricas. Así, para que el obrero ocupará un lugar dentro
de la industria, y de alguna forma asegurara su estadía en ella, acabó por especializarse en
una determinada máquina, o, incluso, en alguna función específica en relación con ella, de
modo que terminó por entregar su vida y su trabajo a un solo aspecto. Si se considera que los
obreros “como sus relaciones sociales se transforman junto con su trabajo” (Harvey, 214) se
verá, de manera más clara, la dificultad que esto trae: el ser humano ha quedado replegado a
una máquina y sus relaciones sociales se ven deterioradas por ello.

En términos específicos, Marx explica este proceso en relación con los términos de trabajo
objetivado y trabajo no-objetivado, que también se puede ver como trabajo muerto y trabajo
vivo, respectivamente. Introduce estos términos refiriéndose al trabajo objetivado como el
trabajo pasado, aquel trabajo que ya está hecho y se ve como “trabajo existente en el espacio”
(Marx, 2007, 213); y considerando al trabajo no-objetivado o trabajo vivo como aquel
trabajo que considerado temporalmente se está realizando. Así, de la mano con lo dicho en el
párrafo anterior, se podría interpretar el trabajo vivo como el trabajador y el trabajo muerto u
objetivado como los medios de producción.

Teniendo esto en mente se puede ver como el obrero ya no se relaciona con el trabajo de
manera tal que vea en el producto una realización de su trabajo, su proyecto ya no se realiza.
El trabajo vivo se entrega al trabajo muerto de forma tal que este último es el que determina
al primero. El trabajador, que coloca su fuerza vital, que entrega su vida para la realización de
un producto a través de la máquina, ya no se ve realmente involucrado en la producción del
objeto del trabajo, es la máquina la que le dicta al obrero la forma en la que éste se ha de
involucrar: el ser humano se ve replegado a la máquina, el trabajo vivo se ve subsumido
sobre el trabajo muerto. Se ve, pues, en cierto sentido, que aunque es el obrero quien da la
posibilidad de movimiento a la máquina, esta se vuelve contra él: determina y deteriora sus
relaciones sociales, desligándolo de la condición espiritual o ideal que el ser humano, en
principio, pondría sobre el trabajo.

Bibliografía

Harvey, David. Guía de El capital de Marx. Traducido por Juanmari Madariaga, Akal, 2014.
Marx, Karl. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse).
Traducido por Pedro Scaron, Siglo veintiuno editores, 2007.

Heidegger, Martin. La pregunta por la técnica. Filosofía, ciencia y técnica. Editorial


Universitaria, 1997.

Axelos, Kostas. El ser, el hacer y el haber. Marx, el pensador de la técnica. Traducido por
Enrique Molina, Editorial Fontanella, 1969.

Horkheimer, Max y Adorno, Theodor W.. Dialéctica de la ilustración. Traducido por Juan
José Sánchez, Editorial Trotta, 1998.

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