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SOCIEDAD CONYUGAL.

TERMINA POR LA OCURRENCIA DE CUALQUIER


CAUSAL DE DISOLUCIÓN.
OCULTAMIENTO DE BIENES DE LA SOCIEDAD CONYUGAL
ARTÍCULO 180
ARTÍCULO 1820 DEL C.C.
DECRETO 2820 DE 1974, ARTÍCULO 23

TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL


DE BOGOTÁ D.C.
-SALA DE FAMILIA-

Bogotá, D.C., veintiséis (26) de abril del año dos mil cinco
(2.005).

Magistrado Sustanciador:
JAIME HUMBERTO ARAQUE GONZÁLEZ.

REF: ORDINARIO DE JORGE


ANTONIO RONCANCIO CASTILLO EN
CONTRA DE BLANCA MARÍA
VELANDIA DE RONCANCIO. 3902

Discutido y aprobado en sesión de Sala de fecha 15 de


febrero del año en curso, consignada en Acta No. 005.

Procede la Sala a decidir el recurso de apelación


interpuesto por la parte actora, contra la sentencia de 6 de
agosto de 2.004, proferida por el Juzgado Dieciocho de Familia
de esta ciudad, dentro del proceso de la referencia.

I. ANTECEDENTES:

1.- Por escrito repartido al Juzgado Dieciocho de Familia


de esta ciudad, el señor Jorge Antonio Roncancio Castillo
demandó a Blanca María Velandia de Roncancio, para que por
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el trámite del proceso ordinario se hicieran los siguientes


pronunciamientos:

1.1.- Se declarara que Blanca María Velandia de


Roncancio, ocultó un bien del haber de la sociedad conyugal
formada con Jorge Antonio Roncancio Castillo.
1.2.- Que como consecuencia, se condenara a la
demandada a perder el derecho que le corresponde en dicho
bien y a restituir el doble de su valor, que estimó en la suma de
$30.000.000.oo, o en la suma mayor que se probara en el
proceso.

1.3.- Se condenará a la demandada en los perjuicios


causados por haber actuado de mala fe.

2.- Las anteriores peticiones se hicieron con base en los


hechos que a continuación se resumen:

2.1.- Que las partes contrajeron matrimonio católico el día


3 de febrero de 1980 en la parroquia de las Angustias de
Bogotá, registrado en la Notaría Cuarta de la misma ciudad;
unión dentro de la cual nacieron 3 hijos: Henry Antonio, Tatiana
Indira y Yuri Leonardo, en la actualidad todos mayores de edad
y que aún siguen recibiendo alimentos por parte de su padre.

2.2.- Que los cónyuges adquirieron una casa de


habitación ubicada en la Cra. 32 A No. 160 – 69 de Bogotá, en
donde fijaron su residencia.

2.3.- Que debido a los problemas familiares que se


presentaron, los cónyuges se separaron de cuerpos – sin
separación de bienes – proceso que se adelantó en el Juzgado
Segundo de Familia de Bogotá; sin embargo los cónyuges
siguieron conviviendo bajo el mismo techo en la casa que
habían adquirido, corriendo por cuenta del demandante los
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gastos de manutención de su esposa e hijos, pues ella a pesar


de laborar no aportaba nada para el hogar.

2.4.- Que el demandante presentó demanda de


separación de bienes contra la señora Blanca María Velandia
de Roncancio, proceso que se finiquitó en el Juzgado Octavo de
Familia de Bogotá mediante sentencia del 20 de enero de 1993,
quedando disuelta la sociedad conyugal y procediéndose a su
liquidación.

2.5.- Que en el trabajo de liquidación, partición y


adjudicación de los bienes de la sociedad aprobado por el
Juzgado Octavo de Familia de Bogotá el 20 agosto de 1998
consta, que la sociedad sólo adquirió dos bienes, trabajo que
fue protocolizado en la Notaría Quince del Círculo de esta
ciudad, mediante escritura pública No. 141 de 2 de febrero de
1999.

2.6.- Que la demandada en lugar de trasladarse al


inmueble que le había dejado el demandante para que habitara
con sus hijos, se trasladó al inmueble ubicado en la calle 130 A
No. 90 – 20 Torre 6 Apto 222 de la urbanización Aracury,
inmueble identificado con el folio de matrícula inmobiliaria No.
50N-20283899, que había adquirido ella sin que lo supiera el
demandante.

2.7.- Que según consta en la escritura pública No. 4150


de la Notaría 38 de este círculo, la demandada compró dicho
apartamento a la firma Inversiones y Construcciones Reina S.
A., por valor de $28.170.000.oo, escritura que se suscribió el 19
de diciembre de 1997, lo que significa que la negociación se
realizó con antelación a la materialización de la separación de
bienes, pues si bien la sentencia del Juzgado Octavo de Familia
fue dictada el 20 de enero de 1993, lo cierto es que el trabajo de
partición solo fue aprobado hasta el 20 de agosto de 1998 y se
protocolizó el 2 de febrero de 1999.
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2.8.- Que al momento de suscribirse la mencionada


escritura, la demandada manifestó que era casada con
sociedad conyugal disuelta, verdad a medias, pues para ese
momento no se había liquidado la sociedad, ni se había
aprobado el trabajo de partición y adjudicación, y menos se
había protocolizado el mismo.

2.9.- Que la promesa de venta del bien se suscribió el 6


de mayo de 1997, y su cuota inicial, según la escritura, fue de
$10.170.000.oo.

2.10.- Que el bien no fue incluido en la liquidación de la


sociedad conyugal por el ocultamiento que dolosamente hizo la
demandada, y siendo su intención quedarse con el bien.

2.11.- Que debe tenerse en cuenta, que dicho


apartamento fue comprado con dineros provenientes del haber
de la sociedad conyugal, pues desde 1993, el demandante le
había dado a su esposa la mitad de su sueldo y vivieron bajo el
mismo techo hasta el 27 de febrero de 1999, cuando ella se fue
a vivir al apartamento objeto de esta demanda.

2.12.- Que mediante sentencia del 28 de septiembre de


2001, el Juzgado once de Familia de esta ciudad, decretó la
cesación de efectos civiles del matrimonio contraído por las
partes.

3.- Presentó prueba documental y solicitó la práctica de


interrogatorio de parte, testimonios, prueba pericial y el decreto
de la inscripción de la demanda como medida cautelar.

II. TRÁMITE PROCEDIMENTAL:

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Admitida la demanda, el a quo ordenó correr traslado a la


demandada por el termino de ley, quien notificada
personalmente (folios 119 al 123 del cuaderno principal), la
contestó fuera del término legal por lo cual no fue tenida en
cuenta por el juez de conocimiento.

Fracasada la etapa de conciliación, se abrió a pruebas el


proceso y practicadas las decretadas a favor de las partes, se
corrió traslado para alegar, derecho del cual hicieron uso los
apoderados de las partes tal como consta a folios 217 a 226 del
cuaderno principal.

El Juzgado dictó sentencia en la que negó las


pretensiones de la demanda y condenó en costas a la parte
actora.

III. IMPUGNACIÓN:

Contra la decisión del juzgado, el apoderado de la parte


actora interpuso recurso de apelación, haciendo un resumen de
los hechos en los que basó su demanda y argumentando que el
fallo que negó las pretensiones se fundamenta única y
exclusivamente en el hecho de que cuando Blanca María
Velandia compró el apartamento objeto del litigio ya se había
disuelto la sociedad conyugal, pero no se dio cuenta el Juez que
ella compró, o por lo menos dio la cuota inicial del bien con
dineros provenientes del haber de la sociedad conyugal, pues
era él quien velaba por la manutención de toda la familia
aportando la mitad de su pensión, situación que perduró hasta
el 27 de febrero de 1999 fecha hasta la cual convivieron juntos y
bajo el mismo techo, es decir, que en el tiempo anterior a la
disolución de la sociedad conyugal Blanca María Velandia
trabajaba, recibía salario y lo ahorraba, sin que tuviera
obligación patrimonial ni moral de ninguna naturaleza con su
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hogar, por lo que el inmueble debe ingresar al haber de la


sociedad conyugal, como quiera que fue además ocultado por la
demandada.

IV. CONSIDERACIONES:

Como no existe nulidad que invalide lo actuado y los


llamados por la jurisprudencia y la doctrina presupuestos
procesales se hallan cumplidos, procede la Sala a decidir de
fondo el asunto.

Según el artículo 180 del C. Civil, “Por el hecho del


matrimonio se contrae sociedad de bienes entre los
cónyuges, según las reglas del título 22, libro IV, del Código
Civil”.

Sobre el tema la doctrina ha expresado, que “...siempre


que se realiza un matrimonio en Colombia, surge la
sociedad conyugal, en efecto el art. 180 del C. C. subrogado
por el 13 del decreto 2820 de 1974, establece sin excepción
de ninguna naturaleza que por el hecho del matrimonio
‘surge sociedad de bienes entre los cónyuges’, dicho de
otra manera, por el hecho del matrimonio surge la sociedad
conyugal, en nuestro derecho solo se contempla un caso
en que el matrimonio no da origen a sociedad conyugal: es
el consagrado en el inciso 2º del artículo 13 del mismo
decreto que dispone: ‘los que se hayan casado en país
extranjero y se domiciliaren en Colombia, se presumirán
separados de bienes, a menos que de conformidad a las
leyes bajo cuyo imperio se casaron se hallen sometidos a
un régimen patrimonial diferente’, presunción de carácter
legal consistente que quienes se casen en el extranjero y
luego se domiciliaren en Colombia, se presumen separados

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de bienes”. (Suárez Franco Roberto, Derecho de Familia,


Tomo I, Octava Edición, Ed. Temis).

Según lo anterior es claro, que en nuestro ordenamiento


jurídico el surgimiento de la sociedad conyugal siempre estará
sometido a la existencia de un vínculo matrimonial, y puede
terminar por el divorcio, separación de cuerpos o separación de
bienes, ésta última que puede ser de dos clases: judicial y
convencional.

Al hablar de la terminación de la Sociedad Conyugal la


Corte Suprema de Justicia ha precisado, que son 2 los
momentos que deben tenerse en cuenta, los cuales tienen
frente a la sociedad conyugal consecuencias distintas, estas
son la disolución y la liquidación; al respecto dice la Corte: “...
Puestas así las cosas, al pronto surge que la norma, al
llegar hasta exigir en tales eventos la liquidación de la
sociedad conyugal, sin ningún género de duda fue a dar
más allá de lo que era preciso para lograr la genuina
finalidad que se propuso; porque si el designio fue, como
viene de comprobarse a espacio, extirpar la eventual
concurrencia de sociedades, suficiente habría sido
reclamar que la sociedad conyugal hubiese llegado a su
término, para lo cual basta simplemente la disolución. Es
esta, que no la liquidación, la que le infiere la muerte a la
sociedad conyugal. Harto conocido es, en efecto, que tras
el matrimonio emerge, normalmente, una sociedad
conyugal dotada de características tan suyas, que, no
obstante la denominación de sociedad, los cónyuges se
comportan como si ella no existiera, pues cada uno por su
lado gobierna sus propios intereses económicos, por
efecto de todo lo cual, tan particular sociedad pasa
inadvertida por los terceros, y a veces hasta para los
mismos cónyuges; tanto, que su tangibilidad no aparece
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sino cuando termina, razón que ha llevado a decir


irónicamente que ella nace cuando muere. Ficciones o no,
lo destacable para el caso de ahora es que cuando ocurre
cualquiera de las causas legales de disolución, la sociedad
conyugal termina sin atenuantes. No requiere de nada más
para predicar que su vigencia expiró. En adelante ningún
signo de vida queda... la mera disolución es lo que a la
conyugal pone fin, lo dice el hecho de que justo es en ese
momento cuando queda fijado definitivamente el
patrimonio de ella, es decir, sus activos y pasivos, y entre
unos y otros se sigue una comunidad universal de bienes
sociales, administrados en adelante en igualdad de
condiciones por ambos cónyuges (o, en su caso, por el
sobreviviente y los herederos del difunto). En dicha
comunidad apenas sí tienen los cónyuges derechos de
cuotas indivisas, y se encuentran en estado de transición
hacia los derechos concretos y determinados; como en
toda indivisión, allí está latente la liquidación. Pero jamás
traduce esto que, en el interregno, la sociedad subsiste,
porque, como su nombre lo pone de relieve, la liquidación
consiste en simples operaciones numéricas sobre lo que
constituye gananciales, con el fin de establecer qué es lo
que se va distribuir, al cabo de lo cual se concreta en
especies ciertas los derechos abstractos de los cónyuges.
Es, en suma, traducir en números lo que hubo la sociedad
conyugal, desde el momento mismo en que inició (el hecho
del matrimonio) y hasta cuando feneció (disolución); ni más
ni menos. En términos más elípticos, liquidar lo que
acabado está”. (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación
Civil, sentencia de septiembre 10 de 2003, M. P. Manuel Isidro
Ardila Velásquez).
Ahora bien, el art. 1820 del Código Civil es claro al
determinar las causales de disolución de la sociedad conyugal,

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dentro de las que se encuentra “la sentencia de separación de


bienes”.

Descendiendo al caso en estudio y teniendo en cuenta la


jurisprudencia, la doctrina y las normas anteriormente
expuestas, observa la Sala que mediante sentencia de fecha 20
de enero de 1993, proferida por el Juzgado Octavo de Familia
de esta ciudad y que obra en el expediente a folios 29 a 36 del
cuaderno principal, se decretó la separación de bienes y como
consecuencia se declaró disuelta la sociedad conyugal, se
ordenó proceder a su liquidación, y oficiar al funcionario del
estado civil comunicándole lo dispuesto; posteriormente por
sentencia del mismo juzgado de fecha 20 de agosto de 1998, se
aprobó en todas y cada una de sus partes el trabajo de partición
y adjudicación, ordenándose su inscripción en la oficina de
Registro de Instrumentos Públicos (folio 72), y fue protocolizado
mediante escritura pública No. 141 de fecha febrero 02 de
1.999 en la Notaría Quince de Bogotá.

Analizando la situación presentada en el caso concreto


encuentra la Sala, que la sociedad conyugal formada por el
hecho del matrimonio de los señores Jorge Antonio Roncancio
Castillo y Blanca María Velandia, se encontraba debidamente
terminada mediante sentencia de fecha 20 de enero del año
1993 que decretó la separación de bienes entre los cónyuges,
momento a partir del cual las partes quedaron en libertad de
realizar actos jurídicos que no afectaban el patrimonio social, y
como así lo hizo la demandada en el presente asunto,
adquiriendo con posterioridad a esa fecha el inmueble que
pretende el demandante sea incluido en el haber social, será
confirmada la sentencia de primera instancia, pues no se
observa en el acto realizado por la señora Blanca María
Velandia, intención alguna de ocultamiento que permita la
prosperidad de las pretensiones.
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En efecto, en el caso en discusión no se está frente a un


ocultamiento o distracción de bienes, ya que si observamos la
fecha en que la demandada suscribió la escritura No. 4150 de la
Notaría 38 del Círculo de Bogotá, con la cual adquirió el bien
objeto del litigio, esto es, el 19 de diciembre de 1997, tal fecha
es posterior a la de la sentencia por medio de la cual se disolvió
la sociedad conyugal conformada por el hecho del matrimonio
(20 de enero de 1993) , momento para el cual es claro la sociedad
conyugal ya se encontraba disuelta y por lo tanto el bien
adquirido no es social.

El accionante manifiesta para fundamentar su oposición,


que si bien la sociedad estaba disuelta, aún no se había
liquidado, pero como se concluye de la jurisprudencia y la
doctrina expuestas en este fallo, el hecho que pone fin a la
sociedad conyugal es la disolución, en este caso, la sentencia
que decretó la separación de bienes, siendo la liquidación
simplemente la operación matemática que pone fin a esa
comunidad de bienes, y el hecho que los ex–cónyuges
hubieran convivido bajo el mismo techo, no revive dicha
sociedad pues estamos frente a un fenómeno eminentemente
patrimonial.

Queda claro entonces, que le asistió razón al juez de


primera instancia cuando negó las pretensiones de la demanda
y condenó en costas a la parte demandante, motivo por el cual
la sentencia apelada debe ser confirmada.

En mérito de lo expuesto, el Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Bogotá D.C., en Sala de Decisión de Familia,
administrando justicia en nombre de la República y por
autoridad de la Ley,

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IV. RESUELVE:

1.- CONFIRMAR la sentencia apelada de fecha 06 de


agosto del año 2.004, dictada por el Juzgado Dieciocho de
Familia de esta ciudad en el proceso de la referencia.

2.- CONDENAR en costas de esta instancia al apelante.

3.- DEVOLVER en su oportunidad la actuación al


despacho de origen.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

Los Magistrados,

JAIME HUMBERTO ARAQUE GONZÁLEZ

CARLOS ALEJO BARRERA ARIAS

JAIME OMAR CUÉLLAR ROMERO

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