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Clásicos gerenciales II Juan Carlos Caramés Paz

Líder vs. Liderazgo

Luis Rangel

En esta oportunidad, quiero referirme a un tema muy importante para el país, para las
empresas, para las universidades, para los empresarios. Quiero compartir con ustedes
mis investigaciones como consultor, en el área empresarial, sobre lo que en los últimos
quince meses he encontrado en el área del liderazgo y sobre el tema de los líderes
organizacionales.

Es casi imposible hablar de líder, organizacionalmente, sin cultura de liderazgo. Lo que


mayormente encontramos, en las empresas, son jefes, o supervisores. Es sencillo, su
sobre de pago lo indica.

La situación más indeseable que le puede suceder a una empresa es no poseer cultura
de liderazgo. Esto lo encuentro con mucha frecuencia en mis casos de estudio. La gente
se comunica como le da la gana, actúa con sus clientes según como se sientan, la
proactividad y el entusiasmo varían según la temperatura de las noticias o el estado de
ánimo colectivo, la prudencia depende de si la gente se levanta con el pie izquierdo o el
derecho, pocos son capaces de ser colaboradores y tener un sentido de compañero de
todos con todos. Dadas estas circunstancias, podemos concluir que la cultura
organizacional, de muchas empresas, está sujeta al estilo de cada individuo que la
conforma. Y esto puede no ser muy beneficioso para su productividad y estilo.

En mis talleres acostumbro a realizar a los propios trabajadores una pregunta que se
entiende muy bien en Venezuela: ¿Qué te saca la piedra de tu empresa?

El comportamiento que encuentro, casi siempre, es el mismo: 20 por ciento descargos


hacia la empresa y, sorpresa, 80 por ciento descargos relacionales (de los trabajadores
hacia sus propios compañeros y, por supuesto, a sus jefes).

De los descargos hacia le empresa no quiero escribir en esta oportunidad. Pero “Sí” de
los descargos relacionales. Algunos de los comentarios que hacen compañeros de sus
propios compañeros, los destaco a continuación:

.- Pocos se ofrecen a ayudar en algo.

.- Muchos se hacen la vista gorda ante problemas o soluciones.

.- La solidaridad brilla por su ausencia.


.- En cada departamento o sesión de trabajo, hay compañeros que tienen un nivel de
discordia o rivalidad que afecta negativamente las relaciones de todos con todos.

.- La falta de sinceridad y desconfianza abunda.

.- Ganar indulgencia con escapulario ajeno.

.- La práctica de compartir conocimiento y mejores prácticas se convierte en tabú o celo


profesional.

.- Falta de trato.

.- Cóctel diario de gritos, groserías, malas caras, mal humor, mal carácter y amarguras.
Con un poquito de irrespeto, insulto, burlas y falta de cortesía.

.- Falta de compromiso, desánimos, poco entusiasmo, apatía, flojera por trabajar,


excesivos “no puedo”.

Y cuando los compañeros se refieren a sus jefes (personas que tienen a su cargo
trabajadores), destacan, entre muuuuuchos otros, los siguientes comentarios:

.- Lentitud para resolver problemas, tomar decisiones o culpar a alguien por algo que no
debió suceder.

.- Decir y pedir las cosas de mala manera.

.- Maltratar a propósito como estímulo de acción.

.- Tratar a alguien como ser inferior o miserable.

.- Enseñar o compartir nada.

.- Cóctel de humillaciones, indiferencia, injusticias social, cara de gruñón, ignorancia


presencial y insensibilidad.

.- Demostrar que las ideas de otros no valen nada.

.- Contestar mal cuando alguien pregunta algo. El miedo se impone como método de
obedecer.

.- Falta de apretón de mano o palmadita en la espalda.

.- Manera de reclamar y resaltar siempre lo malo.


Como podemos observar, tanto lo que dicen los compañeros de los compañeros y de sus
jefes, todo se convierte en cultura, en un estilo a modelar y repetir por las actuales y
futuras generaciones. Esta situación se convierte en un estilo de comportamiento
colectivo inconsciente, que es repetido a diario y que, por supuesto, destruye cualquier
productividad.

Todo lo expuesto trae consigo algunas consecuencias y serias oportunidades. Quiero


destacar algunas, en el espacio que me queda.

Primero, ¿es el estilo que realmente quieren los dueños, accionistas y los propios
trabajadores? Por cierto este estilo causa más del 55 por ciento de las futuras
enfermedades que van a padecer dichos trabajadores.

Segundo, ¿es lo mejor para satisfacer a clientes cada vez más exigentes y que cambian
de marca o proveedor de servicio sin ningún remordimiento?

Tercero, ¿es acaso este panorama el perfecto caldo de cultivo para garantizar un pronto,
y seguro, conflicto social relacional productivo y una escalada de conflicto silencioso que
terminará por socavar cualquiera buena intención de un grupo empresarial o cooperativa
social?

Cuarto, ¿es la oportunidad para generar y sembrar un nuevo estilo organizacional?

Es muy fácil plantear en un artículo estos asuntos, pero de mi parte puedo garantizar que
sí se puede cosechar. No lleva mucho tiempo, pero se necesita que todos participen en la
conformación, y el entendimiento, de comportamientos y acciones que así lo garanticen.

Imagínese por unos segundos una empresa donde lo normal sea...

.- Todos tengan una disposición natural de ayudar a los demás.

.- El aprecio sea sincero y todos busquen lo mejor para todos.

.- Apoyar en los momentos de dificultad, producir armonía y calma en los momentos de


tensión clave.

.- Promover el compañerismo hasta la esencia de los propios familiares.

.- Afrontar con rapidez y soltura la solución de problemas, respetar las diferencias y actuar
tan pronto se presenta la ocasión.

.- Persistir, insistir, resistir y nunca desistir.


.- Transmitir energía positiva y proyectar la mejor imagen.

.- Apartar la amargura, el desánimo y siempre poner la mejor cara.

.- Siempre estar dispuesto a servir.

.- Abordar a la gente de forma amigable y amable.

Y además, los jefes se conviertan en líderes, donde todos los días...

.- Se saluda a cada compañero por su nombre.

.- Se hace del elogio un estímulo permanente y psicológico, según la personalidad de


cada trabajador.

.- Se hace presencia y contacto de manera oportuna.

.- Es el primero en enseñar algo productivo para la vida personal o técnica de cada


trabajador.

Queda de parte del lector hacer la reflexión y buscar la luz del túnel donde cohabita en su
organización.

La única manera en esta tierra de influenciar a otra persona es hablar de lo que ellos
quieren, y luego mostrarles cómo obtenerlo.

Dale Carnegie

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