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EN LAC “SIR ORFEO”: ONELUENCIA DE DOS MITOLOGIAS ew ao se snes a og y lant de Orfeo, y fuera capaz de embe- 0 anciones ala hija de Deméter 0 a su esposo y sacarte JalHades, descenderia allé, y ni el perro de Plutén, ni el conductor con su remo, lograrfan detenerme en rescatar tu Eurtripes, Alcestis, 357-362 «_ Figurado se via extensamente el osado marido que bajaba al triste reino de la oscura gente y la mujer perdida recobraba; y cémo, después de esto, él impaciente por mirarla de nuevo, la tornaba aperder otra vez, y del tirano se queja al monte solitario en vano.” GarciLaso DE LA VEGA, Egloga IIT [213] Figura extrafia y fascinante como ninguna ora es la del miti- co Orfeo, el cantor tracio que, al son de su lira y por la melo- diosa magia de sus tonadas, hacfa andar a los drboles, detenia ¢l soplar de los vientos, conmovia las duras pefias, convocaba uundnimes y mansas a las ieras del bosque, y, fiado en su pode- rosa miisica, bajé al mundo de los muertos para rescatar, sin otras armas que el hechizo poético de sus cantos, a su mujer, Furidice. Esa figura ha ejercido una seduccién singular en la tradicién mitica y en la literatura occidental, desde las pri- meras menciones en los poetas arcaicos griegos hasta nuestros dias, En su historia se exalta el prodigioso poder de la poesta y la miisica, que desafian y vencen los més terribles Ifmites de {a inercia, la ferocidad y la muerte misma. Convertido en un simbolo literario, Orfeo ha viajado por muchos siglos y ha ves- tido muy diversos trajes, desde aquella evocacién de Simé- rides de Ceos, en la que alude al poeta rodeado de los anima- les selvaticos que acuden a su voz: Sobre su cabeza infinitos los péjaros revoloteaban y los peces saltaban altos fuera del agua azul al son de su bella cancién (PMG, 565). Y seguramente alude también a él otro fragmento del mismo: Pues ni siquiera un soplo que agitara el follaje Jevantaron entonces los vientos, que impidiera que su voz avanzara, dulce como la miel, y se adentrara en los ofdos de los humanos (PMG, 590). [214] !N LA CONEFLUENCIA DE DOS MITOLOGIAS 215 y si ORF ‘ Orfeo retine una serie de episodios muy inte pale jajero € Ja Argo (como atestigua su primera represen- aunts Wea enol relieve de una metopa del siglo Via. C.),! win Ps nidice, héroe de una misteriosa Katdbass infer aan gino Iucgo, solicario y selvatico, adepto a Apolo, des- nal do por las mujeres enloquecidas, por ménades, como cat Five atl desgarramiento abe palante y Pane convertido més tarde en el patron de una secta mis- sie lade los éxficos. ero aqu no vamosa tarde oe fas variadas peripecias de Orfeo -sobre las que informan ton daridad algunos libros, como los ya clsicos de Linforth y Guthrie? nj tampoco a perseguir los ecos de su leyenda en la Cifidn literati clsica y en Ja literatura europea hasta hoy. Hay buenos ¥ amplios estudios sobre esto, ¢ incluso en espa- fol y en fecha no muy distante podemos sefialar algunas exce- 1 2 paginas sobre el mito y sus repercusiones literarias.? Ahora queremos detenernos en ¢l reflejo del episodio més famoso del mito, el del viaje de Orfeo al Hades para rescatar nda de e de 1 templo monéptero de Sicién en + Una de las metopas, procedente del resenta lx proa de una nave encua- Delfos, de mediados del siglo vt a. C. rep pede at los Dioscures a caballo y montada por otros tres personas, de los que uno lleva una ciara y estd expresamente designado como Orfeo. La meto- is basante mutilada, std reproducida en el libro de Guthrie, citado luego, ennota 2. we ién Pinparo, en la Pitica, IV, 177-178; cita a Orfeo como fameso expediionaro dela Arg: “Enviado por Apolo lleg6 al tafiedor de lira, el padre delos cantos, el muy alabado Orfeo”. . SM Linrontss, The Arts of Orpheus, Berkeley/Los Angeles, 1941, y W.K.G, Gurtiriz, Orfeo y la religién griega, traduc. espafiola, Buenos Aires, 1970, yel més reciente y amplio de R- BOHME, Orpheus der Singer und seine Zit, 1970. > Cf L, Diez, pet. Conrat, La firncién del mito clasico en la literatura con- tonparnc, 2 ed, Madi 1974, pp- 159-190 (a propésito de los Sonetos « Oren de Ra: J.S. Lasso De 1A VGA, “Una incerpretacién psicol6gica del ito de Orfeo: Eunice de Anouilh”, en Cuadernos Hispanoamericanos 28% Eu Bren, 1974, pp. 1-46; y L. Gil, “Orfeo y Buridice” en su Transmision mti- 1 Madrid, 1995, pp. 121-197. Antiguo, pero sti el esudio de BCA i : 4S sobre El ita de Orfeo en la literatura esparola, Madvid, 1948. 216 MITOS, VIAJES, HEROES a su esposa, tal como se cuenta en un breve poema inglés de| siglo xiv. Sir Orfeo da una versién medieval de ese Viaje al Mas Alld, una versién un tanto especial, por su lejania al prototipo originario clsico, por la ingenuidad con que el poeta narra de nuevo a vieja trama, esa trama donde la fuer- za de la poesia, el impetu del amor y la barrera del mundo de la muerte combinan sus prestigios. El relato sigue la pauta del mito antiguo hasta cierto punto. El intento de Orfeo tiene, en esta versién inglesa medieval, un final feliz. El happy end de la peregrinacién de Orfeo al mundo de los muertos es la diver- gencia més notable respecto del mito tradicional, o de la ver- sién tradicional y candnica del mito de Orfeo,* Otros detalles 4 GUTHRIE, op. cit, p. 33, admite que pudo haber una versién primitiva en la que Orfeo obtuviera éxito en su intento de rescatar a Eurfdice. “La refe- tencia en la Alcestis (357 y ss.) sugiere éxito mas bien que fracaso, y Herme- Sianacte lo afiema positivamente asi.” Creo, sin embargo, que no hay seguri- dad en las referencias citadas al final feliz. Los versos de Euripides, puestos en boca de Admeto, que ha dejado a Alcestis morir en su lugar y esté arrepenti- do, dejan un tanto ambiguo cl final; los de Hermesianacte dicen que Orfeo tuvo éxito en perstiadir a Perséfone, pero no que saliera del Hades levindose 2 Eurfdice. Tras ese éxito inicial es cuando Orteo falla, al violar el tabi que le han impuesto como condicién: no volverse a mirar a su mujer hasta abando- nar el Hades. Es curioso, sin embargo, que los comentaristas antiguos a Euri- pides no hayan advertido que deja sin mencionar el final de viaje de Orfeo, en la Alvests (la nota de DALE en su edicién anotada, Oxford, 1954, p. 80, no me convence). De todos modos, voy a copiar unas lineas de Guthrie, que siguen al parra- fo recién citado, porque me parecen muy agudas para la mejor interpretacién del episodio mitic “Platdn, en un didlogo Ileno de fantasfas que seria absurdo considerar como simplemente recogidas de una mitologia preexistente, habla del fracaso de Or- feo, pero no en la forma que nos es familiar. Dice que los dioses enviaron 2 Orfeo del Hades con las manos vacias, mostrindole sélo un fantasma de su esposa en vez de darle la mujer misma, por la razén de que él sélo era unm Co de dnimo flojo, que trataba de bajar al Hades vivo, sin rener el valor de unit se a su amada del modo propio, muriendo (Banguete, 179 d). Esta, al menos, tiene el mérito de ser una razén y no simplemente un tabi como lo es la pre” hibicién de mirar atris, que nos es familiar a todos. El elemenco de tabii podela a primera vista considerarse indicio de un origen primitivo para esta parte © OREO": EN LA CONFLUENCIA DE DOS MITOLOGIAS 217, sit ambien pintoresca y significativamente. Veamos, xo ciettO detalle, esta relectura mitica. pues jo eencia en mandamientos de exe tipo no slo nunca se adn vo ua vgorosrecrudscencia ens supers eal eicicay grecorromana, La historia de fac or mira Gos oat ea, bien puede st tna adicién no adopeada universal 2 cost ng hasta époc alsjnin, sino inventada por ls ale enc mado aod caso, cra un episodio muy apto para ser explotado ico y patico que Tos alejndrinos Aeron los primeros pt tT gata, como lo prueba ampliamente el atamien- mode fpacas subsiguientes. Una variante «sla de que el tab oa icin de hablar (Culex, 291). En la naraiém ovidi- aan de volver, pero encuentra el camino cerrado por pe ieu roma Caronte.” Ta alusi6 puds dela de de Plarén ~en el discurso de Fedro en el Banguete- es, des: Th Alcest's de Euripides, la mas clisica y antigua. Es muy curio- pad algal con In que Paén se efiere los poets, una ver més ‘outa andra de smo de Orfeo, eu cobain se explica por su condi- Aa Bardo (alhakicstha edike, hie on hsharads). bss blandura 0 tie ga dl cantor Orfeo fue In causa de que fllar en su intenco y ain see ose trevié a morir por amor como Alcests sino que maquina- isducirse vivo en el Hades. Por eso, ciertamente, (los dio: ba cos para intr we impuseron uma justa pena e hicieron que su muerte fuera a manos de mujeres ibid, 179 d). Tal ver esa delicadeza estd en la rafz de la variante mitica del afeminamien- toy la homosexualidad de Orfeo, tas su fracaso, de la que hablan el poeta Ieenisico Eanodles y Ovidio, motivo de que las mujeres tracias desdefiadas y dosas le dieran eruel muerte. (Ctra variante més antigua atribuye esa muer- teavenganza de Dioniso, a través de sus bacantes, que es lo que contaba Es- dul en una tragedia sobre el tema, las Basdrides.) Pero lo que me interesa destacar es que si Platén inventa ~sobre la pauta éelocontado por Estesicoro acerca del “fantasma’ e efdolon de Helena, hecho tor los dioses para engafio de Paris y los combatientes de Troya~ esa hisvoria ‘a supuesto “ble” de Euridice, es porque no conoce la otra versién del fra vivire allé pal y vivire all la selva gris (vv. 185-190), on fieras ageestes e0 Con habitos de peregrino abandona Orfeo su castillo, tro. jp cortesano por la soledad y el 4spero rigor de a vida selvitica. El poeta subraya los contrastes: de un lado, la vest. set noble con sus rcas piel y finas tlas de colores vivo, los abundantes manjares y cl rico lecho real; de otro, la ristica po- breza de la vida eremitica. Para consolarse, alli en el bosque, Orfeo entona con su arpa sus amables melodias, que atraen con extrafia alegria a todos Jos animales y alimafias del bosque, cuando el tiempo esté claro y radiante. (Cuando llueve, el prudente cantor guarda su ins trumento musical en el interior de un Arbol hueco. Como se tanto el bosque como el clima pertenecen al paisaje inglés.) Una de las singulares distracciones en este paraje solita- rio es ver pasar, algunas veces, al “rey de las hadas”, el King of fairy, con brillante escola, cabalgando de caceria. Otras veces Cruzan el misterioso bosque elegantes caballeros, en compafa de festivas damas, con esplendor de armas y estandartes 0 en galante y alegre tropel. Un dia la cabalgata que pasa es de impresionante suntuosi- dad. Sobre enjaezados corceles, con halcones sobre los pufios enguantados, unas sesenta damas pasan, junto a los margenes de un rio. Orfeo siente renacer su aficién por la cetrerfa y avanza tras el cortejo de las damas. En una de ellas cree reco- nocer a su propia esposa, la reina Herod{s, que también le diri- ge la mirada, Pero ni uno ni otro logran articular palabra. El grupo de las damas ya se aleja, cuando Orfeo toma su deci- sién. Se echa al hombro su esclavina y su arpa y las sigue, ¢ru- zando por el interior de una roca hueca, hasta un maravilloso pais. Alli el paisaje resplandeciente alberga en la verde lan castillo magnifico, “claro y brillante como el cristal, co! cando el | ve, da un n sus jaro” EN LA CONFLUENCIA DE DOS MITOLOGIAS 221 osiR¢ «alte jedor”. Por todos los detalles se deja ver que es «en worn court of Paradis (v. 352). Las damas penetran en él, we rt oneal ports yreclama la entada. las custo feo , or tun fiero POrteros responde: le acs por mi fe que soy un juglar ‘9 solazar a tu sefior Por ue quien i ry mi arte, siasies st amable deseo! ‘ etrar en el castillo, y en el patio le sorprende endo espectaculo, “Y vio una muchedumbre que yacia puro, de gente que hasta alli habia sido arrastrada, den gue evan muertos y no eran mas nada. Algunos es eer cabeza y algunos estaban sin brazos.” Otros yacian etraos posiciones, heridos y locos, estrangulados y aho- 2 ox los habia también sumergidos por el agua y en el fuego, seujeres extendidas sobre sus lechos de parto. Y alli con- ‘empl, con asombro, a su esposa, tendida tal como quedara fornia bajo el Arbol del jardin, con los mismos vestidos que llvaba aquel dia infausto. Sin poder detenerse cruza Orfeo el patio migico, y avanza hasta la sala del trono, donde estén centados el soberano y la reina, hermosa y dulce sefiora, del misterioso pais. El rey manifiesta su sorpresa ante la Hegada de Orfeo, ya que, dice, a su reino no vienen sino aquellos que él envia a buscar. “Desde que yo aqut estableci mi reino ~exclama-, jamés encontré hombre tan loco y arriesgado” (vv. 401-2). Orfeo replica que él es sélo a power menstrel, es decir, “un hu- pie juglar”, que, segtin los usos de la tierra, visita la casas de nobles para “deleitarlos con su arte”. Aerede el rey a escucharlo, y sus melodias son tan de su e eed todos los presentes, que le promete darle el don Seg tes como premio. Entonces el juglae solicita, con 10, que le entreguen la dama que yace dormida Jo dejan pen ~ 1:8, HEROES 22 MITOS, VIATE 1. El monarea quiere volverse atras; pero el juglar He desdecirse honorablemente de todo el ptiblico de la corte, al piede un dbo! le recuerda que un rey no puce a promesa pronunciada ante EI rey cumple entonces Ia promesa, de forma que Orfeo toma de la mano a su mujer y abandona cl extrafto pats, sin obstaculos. . De modo que regresa luego el protagonista con su esposa a Winchester, sin ser reconocido, por su crecida barba y su agres- te aspecto. Se aloja en la casa de un pobre hospitalario, quien le informa de los acontecimientos del reino, ya conocidos del lector, Con las ropas del pobre y su arpa al hombro recorre Orfeo por la mafiana la ciudad, causando el asombro de los transetintes. En la calle se encuentra con su mayordomo y, a gritos, le suplica su mecenazgo, como para un cantor Iegado de lejanas tierras. Le invita el otto a cantar en palacio, El mayordomo teconoce el arpa de Orfeo y le pregunta entonces que dénde la consiguié. Orfeo inventa una falsa historia. Dice que la encontré junto a un cadé- ver, destrozado por los leones y los lobos. El buen mayordomo rompe en lamentos de dolor y cae desmayado. Queda asf paten- te su lealtad, y el rey, conmovido, se da a conocer. Con el gozo de todos termina, felizmente, el relato: Los arpistas de Bretafia, después de esto oyeron cémo acontecié tal maravilla ec hicieron de ella un lay de bello son, y lo llamaron segiin el nombre del rey: éte es el lay de Orfeo. Bueno es el lay, dulce su tonada! Asi como Sir Orfeo triunfé de sus pesares que Dios nos dé a todos un feliz viaje. Asi es y asf termina este poema de Sir Orfeo, de principios del siglo xv, en inglés medio, formado por 580 octosilabos pareados. “SIR ORFEO”: EN LA CONFLUENCIA DE DOS MrTOLOGIA: $ 3IAS . , 223 ql. LA SITUACION HISTORICA DEL LAY “sR O} a , IRFEO” ‘ir Orfeo is Orpheus, But this versi dice is not a translation from anything Orpheus and Bury- from any classical original thac even the very a i further “othic” rendering of Jason and Meden st the eget ce the old French tale of Troy. The story of Orpheus hac pe of through popular tradition before it turns into Sir a shows how readily folk-lore will rake a suggestion fom beok Jearning, and how easily i will make a lasia able neo the likeness of a Breton ley. ° Estas Iineas del gran medievalista W. P. Ker apuntan a lo esencial: un antiguo motivo clésico se ha traspasado a un ema que estd mds cerca de un lay bretén que de su fuente docta, el texto de Virgilio o de Ovidio. Se suele admitir que este trasvase del tema clésico se habria ina versién francesa, es decir, un poema que hecho a través deu habfa romanceado la breve historia de Orfeo, toméndola segu- ramente de Ovidio. Este perdido lay, como los otros que co- nocemos del siglo X11, 0 los episodios del Ovide moralisé, ya del xy, tratarfa el tema con una cierta libertad, como es lo nor- mal en estas versiones del Medievo. A su vez, nuestro poema en inglés medio, ha potenciado esa libertad de la version inter- media, (Tal vez esta mediacién de una versién francesa expli- aarfa algunos galicismos del texto, por ejemplo, el del verso 42: “Ino fond never so folehardi man’) Por otra part’ el autor de nuestro poema es extremadamente ignorante de la mitologta clésica. Sélo esa garrafal ignorancia, y una anecdé- tica confusién, explica que cite, como padres de Orfeo, a un ‘escendiente de Plutén (King Pluto)” y # “Juno (Quene Juno” Plnén'eg cl dios de los infiernos en Ja mitologe t+ SW. Ken, Medieval Englith Literature, Oxfords 1970>P- 66. MITOS, VIAJES, HEROES 204 oy na (es decir, ¢! equivalente a King ofity"y de juno, sa de Jiipiter y protectora del matrimonio, no se sabe que esposa ae. elacién pi tuviera ninguna aventura amorosa ni re Personal con Orfeo. (Frente a estas confusiones el que en algunas versiones de las Argonduticas se confunda a Pelias con Peleo, el padre de Aquiles, y argonauta de escaso relieve, resulta una minucia,)” Quien hizo la primera version, del latin al francés, bien pudo ser algin clérigo humanista, como Chrétien de Troyes o ¢| docto autor del Ovide moralisé, mientras que el readaptador inglés es un juglar, no un clérigo familiarizado con los textos clésicos. Es, sin embargo, un autor habil en versificar un lay, en componer, en ese sistema facil de los pareados de ocho sflabas, una leyenda simpatica, que respondfa a un esquema roméntico y que debia sonarle, seguramente, como familiar, como uno de esos “cuentos de aventura’, segtin la denominacién de J. Marx.8 Algunas modificaciones de la temitica, como por ejemplo, el transformar en reyes a las antiguas divinidades, por un pro- cedimiento evemerista, puede incluso remontar al clérigo cor- tés, que tales libertades con los azctores antiguos no son extra- fias en la infidelidad de las versiones medievales més doctas. Pero la prdctica total ignorancia del trasfondo clsico es un rasgo del juglar inglés. Seguin él, “Winchester se llamaba antes ‘Tracia’ y alli pasé el caso, la “maravilla” sobre la que “los arpis- tas de Britania” hicieron un buen lay. Este es el primer rasgo que hay que tomar en cuenta para iniciar nuestro andlisis: la Posicidn juglaresca e indocta de su autor, que desconoce las referencias a la mitologia clasica como la atmésfera originaria del relato. El ha heredado un esquema mitico y unos persona- jes con nombre propio antiguo: “King Orfeo” y su esposa, 7 Sobre la transmision d i é dice Ee Bonaanamiin de las leyendas antiguas a la época mediev: the medieval Argonautica, Pe 1979, cap. by ©. Garcn Ce Ingonautica, Potomac, 1979, bibhepate eet Primera novelas europeas, Madrid, 1974. cap. 5, con fa J. MARX, Nouvelles recherches sur la littérature archurienne, Parts, 1966 -s1 ORFEO": EN LA CONFLUENCIA DE DOS METOLOGIAS 225 rods” (Euridice). Pero inserta la historia en otro contexto ra. Solo en limitada medida depende de la herencia eld. gjcas y 0 arte estd al margen del humanismo medieval. Pero el smb que toma su poema esta determinado no sdlo por esa Iginla respecto ala tradicién clisica en que se originé el tema, ddemés por la aproximacién a fa literatura novelesca de de raigambre mitoldgica céltica, H cult sino 4 sa tiempos ; Quisiéramos advertir que, cuando nos referimos a las mo- dificaciones que en este breve poema inglés se han impuesto | mito que conocemos en su prototipo grecolatino, pensamos ante todo en los trazos de la estructura del relato y no a la me- dievalizacion de sus figuras y decorados. Los detalles de lo que podrlamos llamar “puesta al dia’, que al lector ingenuo tal vez potscandalizan como flagrantes anacronismos, son frecuentes en los textos medievales, y no son tanto una muestra de igno- cuanto de desinterés por el origen hist6rico y la anti- giiedad de los temas. Los autores del Medievo no deseaban marcar la distancia que les separaba de los antiguos, sino pre- sentar bajo una forma intemporal lo que contaban, y por ello Ip escenificaban en su propia época. La transformacién de Orfeo en un amante refinado, trova- dory avencurero, es una més en la larga carrera de sus varia- ciones literarias. En la tradicién cultural secular, el famoso chamén tracio pas6 por varios disfraces: fue un diestro psico- pompo, un maestro de iniciados para el Viaje de ultratumba, luego un tedlogo monoteista en Alejandria, precursor del Cristia- nismo, un simbolo pléstico de la figura de Cristo, versus Or- pheus, el Buen Pastor en el arte paleocristiano, una figura ale- g6rica del alma solicitada por la concupiscencia y el impulso a fa ascension espiritual, en el De Consolatione Philosophiae de Boecio, la imagen arqueripica del poeta inspirado, en la Alea Edad Media. Curiosamente, Orfeo fue uno de los personajes poses mejor conocidos, aunque un tanto disfrazado, en @ Edad Media, ya que su leyenda se encontraba en textos muy ranci MITOS, VIAJES, HEROES 226 lefdos en %, Jos de Virgilio y Ovidlio y el archico. nocido de Boecio. Su nueva transformacién en amante cortés, en un rey que sabe como nadie tocar el arpa bretona, es otra suestra mas de su capacidad para el disfraz, que es aprovecha- da por el autor de Sir Orfeo para darnos una versién del mito ala altura de sus tiempos.” Orfeo ahora empuiia el arpa céltica en lugar de la lira o la citara helénica. Cualquier reclaboracién del mito presupone una adaptacién a un nuevo contexto y los motivos de la trama han de traducirse a una nueva clave de simbolos y alusiones. Pero, incluso con el nuevo ropaje, que puede ser de sorpren- dente variedad, se hace posible conservar con cierta fidelidad la estructura y la intencién significativa originales, con inde- pendencia de los colores ambientales y del decorado de época. La pieza de teatro de Anouilh (1941), la pelicula de J. Cocteau (1949) o la de M. Camus (1958, basada en la obra de teatro de Vinicius Mello de Moraes) trasladan el esquema mitico a otros ambientes,!° pero la estructura mitica se mantiene. Poco importa que Orfeo aparezca como un violinista de cafetin, y Euridice como frivola cabaretera de un ambiente parisino de bulevar de fin de siglo XIX, o que sean ambos habitantes de los suburbios de Rio de Janeiro, 0 que, como en el poema medi val, vistan de reyes. Poco importa que Orfeo toque la lira grie- ga, el arpa bretona, la vihuela pastoril, la guitarra, el violin 0 la trompeta de jazz, como en Orfeo negro. Cabe una fidelidad ~o infidelidad— subyacente a esos detalles externos, una fide- lidad “profunda”, bajo la metamorfosis aparente. Esta trans- formacidén responde, unas veces, y en ciertos detalles, a la intencién consciente del recreador del tema; otras veces, y __? Sobre estas variaciones y el tratamiento del rema, véase el excelente est” dio de J. B. FRIEDMANN, Orpheus in the Middle Ages, Cambridge, Massacht- setts, 1970. "9 Sobre versiones del mito puede verse el articulo correspondiente @ Orfeo en el libro de E. FRENZ4L, Diccionario de arguomentos de a lieratunt wn versal, Madd, 1976 (trad. espaol), EN LA CONFLUENCIA DE. DOS MITOLOGEAS 227 calles, refleja referencias inconscientes a la citcunstan- 708 o © propia del ports» oo a ee sir Orfeo Ja indumentaria estd actualizada, como es fre- en todas las adaptaciones medievales. Tanto Orfeo y s cortesanos del pafs de las hadas visten ro- 0 en las contemporéneas novelas corteses hay 4 otorio gusto por resaltar los lujos cortesanos, por el esplen- dor de los cortejos, como ese inolvidable de las feéricas damas ye pasa de cetrerfa, elegantes fantasmas del bosque magico. sin embargo, como ya apuntdbamos antes, hay algo que ha jnfluido decisivamente en la reelaboracién de Sir Orfeo: la cer- ania @ 0tf0S relatos de origen céltico muy difundidos en la fireratura cortés desde el siglo xl y persistentes en el folk tale. El viaje al Mas Allé para rescatar a un ser querido, la propia esposa, 0 la amante raptada por el Seftor del Otro Mundo, es un tema bien tratado en otros famosos relatos del mundo bre- «én. En la “materia de Bretafia” hay multiples aventuras con se trasfondo de un mundo mégico, a donde s6lo el héroe ele- fio puede peregrinar con éxito, cruzando las barreras que niegan la entrada y Ja salida a los demds mortales. La represen- tain del Otro Mundo es muy frecuente en la literatura medieval, como puede verse en el excelente muestrario del libro de H. R. Patch." Bajo la imagen un tanto paradisfaca ese imbito magico que alberga a los muertos ¢s muy. diferente del Hades sombrio de los griegos y romanos, y cs diferente tam- bién del cielo y el infierno de la tradicién cristiana. Aqui, en dl Sir Orfeo, el lond offairy es un lugar idilico, pero envuelto en ‘manta ambigiiedad. Tan pronto Buridice se nos pres n- inn mo una gentil cazadora del maravilloso cortejo como wvilizada bajo el Arbol, en la misma pose €n que desapare- ct n epoca. Com sana medieval, ead. espaol jido estudio de Patch muestra as, junto a fos mi "HER Pay Mees _PAICH, Ee mando literat bat. 1956, en especial el cap. VII. El esplénd ina ye Persis * cog Pistencia de las representaciones anti mitologias, 28 MITOS, VIAJES, HEROES: Gig, en medio del patio donde los desaparecidos se hallan fg dos en su postrer posttra. El poeta juega con esa ambigiiedad, El patio que Orfeo cruza en el castillo del King ofairy es horri.. ble. Pero la corte destella de luces y es un mundo de hadas, Esa ambigiiedad esta en otros relatos. El Més All de los mitos celtas es distinto del Hades ligubre y espantoso. Pero, en sus prestigios idflicos, recela también algo siniestro. Creo que se podrfa pensar en mds de un ejemplo de un viaje al Mas Alld en la literatura medieval. Pero tal vez el ejem- plo més conocido de tal aventura sea el relato de Chrétien de Troyes Le Chevalier de la Charrette, donde se cuenta cémo Lanzarote fue a rescatar a Ja reina Ginebra “del pais de donde nadie retorna”.!? En la novela de Chrétien, un jinete extrafio ha logrado raptar ala reina Ginebra en las mismas narices del rey Arturo, quien no sale, curiosamente, en su persecucién. Puede pensarse que el rey considera suficiente el delegar tal empresa en su fiel sobrino Gauvain, o bien que el rey piensa que es un empefio imposible el de recuperar a la reina, teniendo en cuenta los mégicos pode- res del raptor. Pero aparece un misterioso caballero, que luego se sabré que es Lanzarote, que, impulsado por su amor, se lanza sin calcular los riesgos, a la terrible aventura. Cruza el terrible Puente de la Espada sobre el fiero rfo, tinica entrada al misterioso pais del raptor, y se enfrenta a él en duro combate. Como es un ele- gido, logra la victoria. (Hay motivos para pensar que en alguna versién anterior el rey Arturo fue el paladin de un rescate seme- jante, pero que los novelistas corteses han encontrado mds romdntico sustituir al rey por el amante esforzado.) “El pais de donde nadie retorna” es una manera discreta de designar el mundo de los muertos, (Ya en la literatura babilé- CFI uraduccién y el prél ance) 4 Prdlogo (de C. Garcta GuAL y L. A. DE CUENC! 3 Chrétien de Troyes. Lanzarote del Lago oel Caballero dela Caren, Barcel | sj ORFEOTEN LA CONFLUENCIA DEDOS MITOLOGIAS 299 | infierno ¢s llamado “Arallou’”, “tierra sin retorno”,) nic pign s¢ llama a ese pafs “Gorre” en Chrétien, y ese nom- Tam rece tener la significacién de “voirre” 0 “verre”, es el bre Pel “ayidrio” o del “cristal”, y el raptor Meleagante es sein? ado en otros relatos como “el Sefior de la Isla del yao” o macerial del mundo de los muertos. El castillo que ye Orfeo al sali de la roca por donde llega al mégico pafs “era “ao y brillante como el cristal” (v. 354). En el Caballero de la Carreta hay varios detalles que insintian el viaje al Mas Ald -el fo como frontera, los que esperan a Lanzarote como a un Redentor, etc.—. En cambio, en Sir Orfeo el paso al Mas Alld es muy facil: sélo hay que pasar a través de una misteriosa soca; y el mismo portero del castillo no es tan tremendo como suclen ser los porteros infernales. En las leyendas célticas el Otro Mundo suele estar cercano al mundo cotidiano. Un caballero puede perderse en el bosque y traspasar, sin darse cuenta, la invisible frontera entre ambos. Esa inmediatez de lo maravilloso es uno de los rasgos de esa mitologia. En los mapas de la Edad Media, como es bien sabido, figu- taba el Paraiso terrenal como un lugar geogrificamente defini- do. Pero en los relatos fantisticos de esta literatura céltica, de Iejanas rafces y de muy vastos ecos, el paraiso suele estar, como quien dice, a la vuelta de la esquina. Mas alld de las zonas frecuentadas del bosque pueden estar las hadas y los reinos ful- gurantes, con sus castillos de cristal. El héroe elegido se pone en biisqueda esforzada de ese Mas Alla. A veces la queste es larga, otras veces, como en el Sir Orfeo, los sefiuelos del Otro Mundo vienen, por asi decir, a tentar, como un espejismo del bosque, al anacoreta. ve . Parece muy claro que en esta versién del mito de Orfeo se han cruzado las dos influencias mitolégic: el esquema que Procede del mito griego, transmitido por Ovidio, y el esque- ma de ese “cuento de aventura’. Orfeo es aqui un rey, porque MITOS, VIAJES, HEROES. 230 ista de un buen relato ha de ser un Personaje de ilustre cuna y de elevada condicién social; pero, a la vez, cuida con el mayor caritto el arpa como instrumento personal, va con el arpaa la soledad selvatica y con el arpa se enfrenta al Otro Mundo. No mangja otras armas. No va a disputar con el Rey raptor de su amada en fiero duelo de lanzas y espadas, como hace Lanzarote. Lleva el arpa para obtener la victoria como Tristan, el amante de Isolda, que recurre a vestitse de juglar si le es preciso, porque la vestimenta de juglar es un buen disfraz para penetrar en el castillo- y con su mtsica alcanza lo que otro héroe habrfa intentado buscar con su espada. El tono no es de tragedia y el audaz intruso escapa del reino de la muerte con su botin. En el romance cortés es de rigor el happy end,!3 como sucede ahora en el relato de Sir Orfeo. el protagon III. ANALISIS DE LA ESTRUCTURA DEL RELATO Para atender de un modo més concreto a la construccién de este breve poema, podemos dividir la accién en cuatro secuencias: a) el rapto de Eurfdice; 2) el retiro de Orfeo al bosque; ¢) la visita al reino de los muertos; d) el retorno al palacio real. 4) El rapto de Herodts Como ya hemos dicho, Orfeo es aqui un rey (en Tracia-Win- chester). Esto es una condicién necesaria en el protagonista de un relato roméntico medieval. Pero es también un eco clésico, ya que ciertas versiones decfan que Orfeo habia sido en Tracia 1 Enel libro de J. STEVENS, Medieval romance, Londres, 1973, 381 com? en el ya citado Primeras “e c novelas europeas, rasgos de se 8 siya dad opeas, pueden verse los rasgos NLA CONELUENCIA DE DOS MITOLOGIAS 231 s inpes hijo del rey Eagro y de la ninfa C: perdido su aire de nin, que avers ene en (Es natural, gqué iba a hacer una ninfa en la del relato medieva En las versiones antiguas Euridice cundario. Su nombre es un tanto tardfo, pues- foquee? las primeras citas no tiene nombre propio, y luego reci- peal de Agriope (“Ta de mirada salvaje”), hasta que se queda con Ie elncvo de Buridice (la de la ancha justicia”). Aqui a reina, con sui suctio premonitorio, ocupa un primer plano. La presentacion de la reina se hace al modo cortés upico: version “slo og un persons “phe king hadde a quen of pris ‘That was y-clepped Dame Herodis “The fairest levedi, for the nones, ‘Thar might gon on bodi and bones, Ful of love and of gode Ac no man may celle hir fairnisse (vv 27-33). es en el mes de mayo, al con su comitiva brillante, puede conservar again pero su figura es la de fanetas ¥ SUS La escena del suefio de Herodis mediodfa. El rey que se le aparece, todos de blanco en blancos corceles, trazo del daemon meridianus biblico,"4 J, con sus buenas m un tipico monarca medieval gestos firmes. Es muy interesante que haya venido para ani dela reina. Al despedirse ha emplazado a la rei en el mismo lugar al dia siguiente: unciar el rapto na para la cita L. Gil, en sus estueie’ ; | mediodta son espec ligrosos. L- lo del Set Ha decorativo- ‘Tal vez 4 i sa, Tame Friedmann como ex caractersica, Los ensues Gilinsiste,ademds, en simbolism Bs elemento no me parece pertinente en ol fel) a fan = demento no n ‘ cio de Ia comiti Sune ignificativo el color blane MITOS, VIAJES, HEROES Mira, dama, que estés mafiana justo aqui bajo este Arbol, s con nosotros, y entonces ti parti ¥ con nosotros vivirds para siempre (wy. 141-144), Sus palabras, en la pesadilla del suefio, suscitan el horror, EI rey Orfeo recoge el desafio y allf estard también él con sus caballeros, pero no podra hacer nada. La reina desaparece de debajo del drbol, por arte de magia. A quien conozca algunas novelas corteses este desafio le suena auna escena familiar, Al comienzo de Le Chevalier de la Charrette se presenta en la corte del rey Arturo un misterioso caballero, que viene del reino “de donde nadie retorna” y desaffa a quien quiera a defender de su asalto a la reina Ginebra. Arturo se con- sidera incapaz de recoger el desafio. Es el senescal Kai, personaje fanfarrén, quien recoge el reto, y quien pierde ante el descono- cido que se lleva consigo a la reina. (El motivo del desafio pre- senta otras variantes. El rey Orfeo acude con sus mil caballeros sin lograr nada, porque no se trata de un rapto por la fuerza, sino una desaparicién magica de la reina.) Es un mago quien desafia al rey; es la Muerte quien se lleva a la reina.!5 En la versién cldsica Eurfdice muere por la picadura de una vibora. Aqui no se ha recurrido a ningun medio natural. Tras la desaparicién de Herodis viene la desesperacién del rey Orfeo (wy. 171 y ss.) y su decisién de retirarse a la soledad del bosque para expresar con este gesto su dolor. 4) El retiro del bosque Las lamentaciones y plantos de los cortesanos subrayan lo terrible de la determinacién regia, ese exilio tan sentido como 5 Otros ejemplos en J. MARKALE, Le roi Arthur et la societé celtique, Parts, 1976, pp dB roi Arthur et la soceté celtig sik ORF LA CONPLUENCIA DE DOS MrToI $ L0G . S233 emendo en la mentalidad de la €poca. El poeta de . ycia de la decisidn: diccinueye y; lestaca bien . ersos cian, otros VeINee (195-214) expresan In conma seracién or la partida del joven rey, veintiocho m4 (2 aluden 4 Jos rigores de la vida salvaje en contraste con dawn do cortesanno- Que una décima parte del poema esté dedicada ge 7 refleja bien su trascendencia, Desde la pur tre y ha comodidad y el lujo palaciegos el joven rey va a descend , hasta la nieve, el desamparo y el lecho sobre la hierba fria. . Es curioso notar que, en la leyenda clisica, Orfeo se retira qlamentar su desamparo y la irremediable pérdida de Euridice después de bajar al Hades y fracasar en su intento, Pero aqui Orfeo no toma la decisién de ir a rescatar a Euridice; no va en busqueda de su amada como Lanzarote en una denodada ueste. Sin embargo, el camino al Més Allé pasa por el bosque, como veremos. La oposicién entre el bosque salvaje, una verdadera selva, y la civilizacin, representada por la vida en la ciudad o en elcastillo, tiene unas connotaciones muy fuertes en la men- talidad medieval. El bosque medieval —todavia en la Francia del siglo xir y en la Inglaterra del siglo xui- es el dominio de a naturaleza indémita, peligrosa, donde las mayores aven- turas pueden acontecer. EI bosque, casi impenetrable, es lo opuesto a la civilidad, que se construye sobre terrenos rotu- rados y conquistados en los margenes de las florestas inex- ploradas. J. L, Goff y P. Vidal Naquet han glosado en un excelente articulo esos prestigios de la vida salvaje en el bos- que medieval. 6 _ Desterrarse al bosque es, para un he dia, convertirse en un ser salvaje, en se No aspecto, que abunda en las narraciones Y FPF de”, aparecido en Ci lectivo sobre Claude 265-319. ombre de la Edad Me- homo silvester, de feri- esentaciones tive fae! arvulo titulado “Lévi-Strauss en Brocélian: “ [i junio de 1974 y recogido ahora en el volumen Léa, ed, por R. Bellour y C. Cement, atls, 1979. PP- MITOS, VIAJES, HEROES 234 spoca.'? Puede ser efecto de un acto de locura, caso de Merlin (en Geoffrey de Monmouth) oen oie Wain (en la novela de Chrétien) 0 en el de Lanzarote (més de una vez en la Valgata areca 1 . “Para la Edad Media el salvajismo yla ocura eran términos casi intercambiale (R. Bernier). El bosque e el ref gio de quienes renuncian al mundo, como los anacoretas 0 los proscritos, esos out-law, que nosotros vem on aire ro- méntico, como a Robin Hood en los bosques de § herwood ° ‘Tristan ¢ Isolda en la floresta de Morrois. Como a vain, lo que impulsa a Orfeo a la soledad del bosque es la pérdida de la amada, sin Ja cual nada le importa la vida en sociedad. Pero el bosque es también el lugar de los encuentros con lo maravilloso. En el enfrentamiento del mundo de los vivos y el misterioso mundo de los muertos el bosque es el lindero de los posibles roces. Por él circulan los amantes y los cazadores, pero también lo cruzan los demonios y las hadas. Es, para Sit Or- feo, una etapa previa para franquear la distancia que le separa de su querida Buridice. El bosque y la conversién en homme sauvage, topas de la novelistica cortés, es el elemento de me- diacién entre los dos Ambitos: Winchester y el lond ofairy Ya dijimos que uno de los trazos caracteristicos de ese Mas Alli imaginado segiin las pautas de la mitologia céltica es su cercanfa y su aire fantasmal. En una aventura cualquiera, al vadear un rfo -més 0 menos peligroso— o al atravesar una gruta, como en este caso, el héroe puede encontrarse en el maravillo- so paisaje de ese otro reino. El intercambio de objetos y de visitas es un motivo generosamente tratado en esos relatos. No hay catdbasis hacia una profundidad sombria; el Otro Mundo esté lleno de luz y color, con su castillo cristalino y su lujo cor- tesano. A veces se presenta como un reino islefio, poblado por YR. BERHEIMER, Wild men in i i“ on dong 2 Na a Me A in as LA CONELI «gi ORFE CIA DE DOS MrToLoctas 235 ps hadas, otras veces como un castillo que puede desay dat on cualquier momento. Es fascinante Y provocador, On era visto @ Herodis entre las damas del bosque, soo » avan- feo F ‘ido hacia el castillo donde esta apresada y hechizada, a dec o) El castillo de los muertos orfeo golpea la puerta de entrada del castillo. No son temeto- «as U5 defensas, no hay un foso ferozmente custodiado niel rrero amedrenta alos visitantes. No hay un monstruo como Cerbero ni un barquero como Caronte. El portero responde 1 la llamada del caminante y, al identificarse éste como un bardo, le deja entrar. EI salvoconducto utilizado por Orfeo es su condicién de juglar. Elerrabundo juglar, con sus ribetes de bufén y de loco, Jogra paso franco hacia la sala de los nobles sefiores del casti- Ilo, De la misma manera logra Tristan, disfrazado, deslizarse en la corte del rey Mark hasta su amada Isolda, en la Folie Tristan. (También san Francisco, juglar de Dios, logra discurrir entre los {rabes, respetuosos con los locos y los iluminados, con un dis- fizz parecido.) El juglar oftece alegrfa al sefior castellano de este mundo mégico, y el King ofairy gusta de la miisica y las cancio- res, como tantos otros sefiores feudales. El castillo de los muer- tos no es un Ambito Iigubre, aunque el patio que atraviesa Tristén presenta un aspecto més bien desolador, con sus decapi- tados y sus figuras rigidas en poses diversas. Alli ve a Herodis bajo el arbol. Lleva las mismas ropas que aquel lejano dia, hace diez afios, cuando desaparecié de su ledo, Seguro que ni ella ni el pafio de su traje han envejecido. wt tiempo no rige en el Mas Alla, como advinten num tebe Es curioso este contraste entre el orn a tWosa one del Patio, y dl espléndido pase oxen ihubieran cnuzad orte del interior del castillo, Parece que S€ Wo lo dos versiones del Otro Mundo: el infierno sombs® MITOS, VIAJES. HEROES 236 argados, pettificados, silentes, y ys difuntos alet ién del rey de las hadas, esplén. donde yacen lo ilar de la manst la imagen pop" ida y luminosa. / dia King ofairy 8 fia de la presencia de Orfeo. Antes nunea habia Ilegado hasta d ningdin intruso, nadie que no enviara él a buscar. Pero Orfeo insiste en que va errante como los juglares y visita Jas moradas de los nobles para deleitarlos u tocar su arpa y a cantar con el mayor con su arte. Y comienza a ) 0 gozo de los cortesanos, el rey y la gentil y dulce reina. Qué canta Orfeo? Probablemente algunas tonadas senti- mentales, En el poema gtiego de Apolonio, al zarpar la Argo, canta Orfeo un poema sobre el origen del mundo y de los dio- ses (y algunos de los llamados himnos brficos le atribuyen ese tipo de composiciones sabias), en Ovidio es més la elocuencia y el sentimiento de su patética queja lo que conmueve a Pro- verpina y Plucén, aqui ¢s la seduccién del arte juglatesco lo que provoca la admiracién y la un tanto impremeditada ofer- ta del rey, generoso y solemne. e extral Menstrel, me liketh wele thy gle, Now aske of me what it be, Largelich ich wil thee pay. Now speke, and tow might asay (vv. 425-428). [Juglar, mucho me gusta tu arte. Ahora pide lo que quieras, que generosamente te recompensaré, Habla ahora y podrés comprobarlo] Claro esté que Orfeo pide que le entreguen a la bella dama que duerme bajo el Arbol. El rey, sorprendido, intenta negat- se, alegando que harfa desigual pareja, el juglar, tosco y sucio, y ladama de fina tez y delicada. Pero Orfeo le replica que des- decirse de la palabra dada no es conveniente al honor de un fa sefior. Y el rey tiene que concederlo. Que Orfeo tome ja dama de la mano y se la lleve consigo. "KO" A CONFLUENCIA DE, oRrEO": EN I CIA DE DOS M " MOLoGtas “sik a7 jeoneltye Mi de Sir Orfeo al mistetioso castil oa ile ibrar a su mada, ene poe Ne en nfs impedimentos ni ningtin taby que ma inglés on aida de Ia feiz pareja, EI Hades helene i olvidado del todo, a trama se encamina hacia y end hap ora Cl fan ervey Ip manera como Orfeo consigue la devolucién de H ner > de la novelist | del don contraignant, la promesa de un te n lo ofrece a sujetarse a mos un motivo bien conocido lis ine gieval: ¢t O° k galo que obliga 2 quien a peticidn del otro,!# Eldon contrafgnant es wna muestra méxima de liberalidad y nagnanimidad por parte de quien lo concede, pero es tam- pign un grave Tiesgo, ya que no se sabe qué va a pedir el soli- citante. A veces el que lo otorga, generalmente un rey, se pone en guardia, con algunas limitaciones. Asf, el rey Arturo en la rarracion galesa Kulhwch y Olwen, antes de acceder, pone esta reiceién: “cualquier cosa, menos mi nave, mi manto, mi espadas mi lanza, mi escudo, mi cuchillo y mi esposa”, En cambio, en Le Chevalier de la Charrette el mismo Arturo cede de antemano a la peticién de Kai, confiando en dl, y éste le pide que le deje escoltar y evar hasta el lugar del reto en el bosque a la reina Ginebra; el rey se queda abatido, porque prevé, como asf ser, que Kai perderd el duelo y él a la reina, peo cumple su palabra, entre las lamentaciones de la corte. Un caso parecido -y muy similar al de Sir Orfeo- aparece en un episodio de la leyenda de Tristdn e Isolda en la versién de Gottfried de Estrasburgo: cuando ya Isolda esté casada con el ty Mark, llega a su corte un irlandés, que se presenta como tvcador de arpa; el rey le ruega que toque para él, y el irlandés consiente, a condicién de que el rey le dé lo que reclame como Peo. Mark accede sin recelar nada, y ast pierde a Isolda, que "BL J rangi tet Social de este uso cortesano hi trgg Paty Ottos medievalistas; pero aqui me interest "erado motivo novelesco. Cf. J. MARKALE, op: &» Pl fo estudiado por E. Kahler, lestacar solo su caréc- p. 42 ys (TOS, VIAJES, HEROES. 238 MITOS, VIAJ sg reclamada y obtenida por el itlandés. (Luego Tristin la recy. perard.) El tema aparece también en la leyenda irlandesa de Fraine, en que el rey del Otro Mundo, Mider, obtiene el don tras la victoria en una partida de ajedrez, y asi Fecupera.a su mujer y la reconduce consigo. (J. Markale sostiene el origen céltico de este uso).!? d) El retorno al ‘palacio real Es bien claro que esta tiltima secuencia no tiene precedente ninguno en el mito clasico, sino que es un afiadido novelisti- co. Esté elaborado sobre un motivo tfpico: el rey, que se exilié antafio, vuelve disfrazado de mendigo, barbado y andrajoso, y, tras una escena de intriga, el fel servidor a quien encomend su trono lo reconoce y lo reconduce a su anterior estado, entre la admiracién general.2° La base de tal episodio puede encontrarse en un motivo de {folktale casi universal, del que como ejemplo clésico podemos citar el regreso de Ulises en la parte final de la Odisea. En el Medievo un ejemplo, también de raigambre clisica, era el fi nal de la Historia Apollonii regis Tyri, romanceada en nuestro Libro de Apolonio. Con esto concluimos la lectura de Sir Orfeo. El happy end esté merecido por el héroe redentor que, si no bajé al Hades, s{ que supo retirarse al bosque y ensayar sus cantos, y luego con astucia obtener, mediante el don contraignant, la recupe- racién de su amada. El final feliz es de rigor en los relatos 1 J. MarKALe, Lépopée celtique d'Irlande, Paris, 1971, pp. 43 y ss 2 Se trata de un topos moralizante, ya que en a realidad la vuelta de un gran sefior que partfa para un viaje Iejano y arriesgado, como alguna Cruzada, podia verse perturbada con miiltiples obstéculos. La imagen de ese buen ma yordomo oftece una escena tipica y conmovedora para el lector medieval. Fl if FI esi ORF IN LA CONFLUENCIA DE DOs Mr S MITOLOGI, LOGIAS oan 2 iL pmet y la mtisica logran, una ol arrera ‘ ; werte. La conclusién ~oj vex més, ven- ‘ess clisica lel mito— no es trdgica, come aladela so mantic Pv con toda su distancia, ya advertimos, i" Mgesvidad pottica del viejo relato, vesticl a version reitera agornado con los ecos de otras histori: ofa con nueva de otra musica y otra mitologl legendarias, con 239 0! 10) oe los prestigios 1 en una época past- del cema de la heren- nente definidos: etioso lond offi " 4 mnd offairy, como un fabuloso pals. indeterminado, cdrian los oyentes del 1 Ingenuid: Saco mmtnn id del narador medial si el relat Sibling N ano mitio, como cera el lugar clisico = ade i yy dioses ni mundo de los muertos claram Cuegtg/* Sxistencia real no sab emos qué opinién tent

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