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¿La búsqueda de la felicidad?

En la actualidad parece que todos nos movemos guiados por determinados ideales o
imperativos sociales que promulgan la idea de ser felices. Me parece que un ejemplo claro de
esto se vio en la llegada de la pandemia, donde las redes sociales, la televisión, y demás
medios de comunicación ejercían sobre nosotros ciertos imperativos para afrontar estos
momentos, camuflados de concejos saludables y proactivos.

Esto cuanto menos puede generarnos frustraciones, contradicciones internas, que nos
generen mayores obstáculos para alcanzar esa preciada felicidad. Porque vivimos en una
sociedad donde no deja de estar presente la inseguridad, injusticias, conflictos económicos
que pueden afectarnos a nivel colectivo, además de nuestras propias cuestiones personales y
subjetivas.

Freud, padre del psicoanálisis, en su escrito “El malestar en la cultura” puede ayudarnos para
comprender mejor esto.

“Tal como nos ha sido impuesta, la vida nos resulta gravosa, nos depara excesivos
sufrimientos, decepciones, empresas imposibles. Para soportarla, no podemos pasarnos sin
lenitivos («No se puede prescindir de las muletas», nos ha dicho Theodor Fontane). Los hay
quizá de tres especies: distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra
miseria; satisfacciones sustitutivas que la reducen; narcóticos que nos tornan insensibles a
ella”.

No es mi intención generar una visión pesimista de la vida, pero si poder generar un quiebre y
cuestionarnos sobre el imperativo de ser felices, tan de la mano con esta idea capitalista y
mercantilista de la sociedad actual ¿O acaso las publicidades no nos dicen que necesitamos
determinado objeto de consumo para ser felices, para alcanzar el bienestar? Entonces todo
esto, ¿Es postulado para defender nuestro bienestar, o en verdad responde a otros intereses
donde se necesita de nosotros para obtenerlos?

Freud mas adelante, en el mismo texto dirá respecto a esta concepción de felicidad:

“Lo que en el sentido más estricto se llama felicidad, surge de la satisfacción, casi siempre
instantánea, de necesidades acumuladas que han alcanzado elevada tensión, y de acuerdo con
esta índole sólo puede darse como fenómeno episódico”.

En otras palabras, Freud postula que nuestro organismo responde a lo que él llama el principio
del placer. Esto quiere decir, nuestro cuerpo acumula tensiones que generan displacer y
obturan el equilibrio que pretende conservar, entonces en determinado momento estas
tensiones deben descargarse para volver a aquella especie de homeostasis. La descarga alivia
tensiones y genera una sensación placentera la cual podríamos equiparar con la felicidad. Tal
como se expresa en la cita, esta sensación es un fenómeno episódico, podemos disfrutar de el
por un corto periodo de tiempo hasta que las tensiones vuelvan a acumularse, pero lo
podemos disfrutar, en fin. Otras veces el placer y la descarga inmediata no son posibles, hay
cuestiones externas que no lo permiten, entonces debemos esperar, extender esa sensación
placentera hasta poder sortear los rodeos que nos impone la realidad externa, a esto Freud lo
llamará principio de realidad, postulándolo como un método más adecuado, ya que podría
conllevar mayor tiempo, pero los resultados son mejores.

Un ejemplo un poco superfluo: tenemos hambre, se acumulan tensiones displacenteras en


nosotros. Vamos a un bar y pedimos una hamburguesa, satisfacción inmediata y sensación de
bienestar al comerla. Un obstáculo de la realidad que alargue su satisfacción podría ser, el bar
lleno o no tener nada en la heladera para comer.

Freud continua:

“El designio de ser felices que nos impone el principio del placer es irrealizable; mas no por ello
se debe -ni se puede- abandonar los esfuerzos por acercarse de cualquier modo a su realización
(…) Ninguna regla al respecto vale para todos; cada uno debe buscar por sí mismo la manera
en que pueda ser feliz”.

Con esto pretendo desterrar la idea de “ser felices todo el tiempo”. La felicidad eterna es
justamente un ideal, y como todo ideal no llegamos a el, y esto no tiene porqur ser algo malo.
Incluso ¿no es aliviante reconocer su finitud? Propongo ser felices siempre que podamos,
trabajando para ello y disfrutando de aquellos momentos agradables. Pero también dejar lugar
para escuchar nuestras angustias, y quizás desde esa perspectiva poder conocernos un poco
más, saber que nos hace felices y que no. Porque como dijimos, es una búsqueda interna que
ningún imperativo social puede resolver por nosotros.

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