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El Ánima del Candelero

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Durante la época de la guerra de independencia, mientras Valencia
estaba tomada por los realistas, el mariscal de campo, don Pablo Morillo, se
recuperaba en nuestra ciudad de una herida recibida en la batalla de La Puerta.
Durante su estadía realizó varias obras en beneficio de sus pobladores,
entre ellas ordenó la clausura del atestado cementerio al lado de la Iglesia
Matriz, actual Catedral, y construyó uno nuevo al oeste de la urbe, al lado de la
Fila de La Guacamaya.
Para 1870, ya el cementerio Morillo rebasaba su capacidad y el Padre
Pedro León Lovera gestionó la construcción de uno nuevo a su lado, que fue
usado hasta 1887. Ese año se inauguró el actual Cementerio Municipal.
En la década de los años 30s los camposantos Morillo y Lovera fueron
clausurados, sus terrenos progresivamente invadidos y muchas casas
levantadas sobre las sepulturas que no fueron reubicadas. La única lápida que
sobrevivió fue la del señor Jesús María Pariga, "el Ánima del Candelero".

Posteriormente se supo que el difunto era un militar, quien huyó enfermo de


prisión, se desconocen las causas, pero se cuenta que fue atado al árbol y allí
murió, siendo enterrado en ese mismo lugar el 25 de julio del año 1889. Pariga
fue un cristiano virtuoso y a su muerte, empezaron a hacerse notables sus
favores, su fama se extendió por la ciudad y sus pueblos vecinos. Se le
atribuyó haber curado milagrosamente a muchos enfermos.
La historia de la Capilla del Ánima del Candelero comienza a escribirse a
partir de 1933, gracias a la llegada de la señora Elena Polo de Sánchez, nativa
del municipio Miranda. Una vez, tras observar una olvidada tumba recostada a
un árbol y rodeada con unas cadenas y una cruz de metal, la señora Elena, por
ser devota de la cruz, le pidió como favor a ese difunto que le concediera tener
su propia casa. Favor que fue concedido y ella, en agradecimiento, construyó
con láminas de zinc una especie de capilla a la que se llamó desde entonces
“Capilla del Ánima del Candelero”, porque ese era el árbol que estaba rodeado
por aquellas cadenas.
. A partir de los años 30s, cada 3 de mayo, impulsados por la señorita
Elena Polo, su devota más connotada, salían en procesión con una cruz de
madera desde su lápida hasta la cumbre de El Calvario.
En 1950 un albañil de apellido Carrasquero le construyó su capilla en
forma de mausoleo, allí mismo, en una de las calles posteriores al Palacio de
Justicia.
Y así nació la fama de que esta ánima respondía a los favores pedidos
con mucha devoción, entre los cuales se cuenta también la historia de un
ganadero que, al verse a punto de la ruina, le pidió al ánima y ésta le concedió
el favor, y como pago este ganadero le realizó unas mejoras a la capilla.

Posteriormente llegó un general y, como agradecimiento al favor concedido,


construyó el altar principal. Pero fueron los propios vecinos quienes
construyeron la capilla tal cual es actualmente, con sus columnas al estilo del
arte románico.
Esta capilla fue ganando cada vez más devotos tras extenderse su fama
y permanecía alumbrada todos los días, adornada con diferentes ofrendas que
las personas en agradecimiento allí dejaban, tales como vestidos de novia,
flores y un sinnúmero de regalos provenientes de diferentes partes de
Venezuela.

Esta reubicación del antiguo Cementerio Morillo provocó que muchas fosas se
perdieran y se deterioraran, pero las que no se pudieron reubicar, tras la
construcción del urbanismo, quedaron enterradas bajo el concreto y el asfalto
de sus calles.
Esto significa que todas las casas, o en su mayoría, fueron construidas sobre
tumbas, estimándose que por cada casa hay varias parcelas de difuntos, pero
la única tumba conocida que quedó tras aquella reubicación y tras la
construcción del urbanismo fue La Capilla del Ánima del Candelero, custodiada
y resguardada por los primeros habitantes del lugar, por esta razón es el único
vestigio de lo que fue el antiguo Cementerio Morillo.

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