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Antonio José de

Sucre
militar y político venezolano

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sección.

Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá


(Cumaná, 3 de febrero de 1795-Berruecos,
4 de junio de 1830), conocido como el
Mariscal de Ayacucho, fue un político,
diplomático y estratega militar
venezolano, prócer de la independencia de
América del Sur.
Antonio José de Sucre

Retrato del Mariscal Antonio José de Sucre.


Óleo sobre tela de Martín Tovar y Tovar
(1827 - 1902).

Presidente de la República Boliviana


(Gobierno dictatorial vitalicio)
9 de diciembre de 1826-18 de abril/2 de
agosto de 1828
Nominado por Simón Bolívar[nota 1] ​
Designado por Congreso General
Constituyente
Constitución
Bolivariana
Primer ministro José María Pérez de
Urdininea (Presidente
del Consejo de
Ministros)
Predecesor Él mismo (como
encargado del Poder
Ejecutivo de Bolivia)
Sucesor José María Pérez de
Urdininea (como
presidente interino)

Encargado del Poder Ejecutivo de la


República Boliviana
[1] [nota
​ 2] ​

(Por delegación de Simón Bolívar)


28 de mayo de 1826[2] ​-9 de diciembre de
1826
Designado por Congreso General
Constituyente
Predecesor Él mismo
Sucesor Él mismo (como
presidente vitalicio
de Bolivia)

Encargado Supremo del Poder Ejecutivo de


la República de Bolívar[3] ​
(Por delegación de Simón Bolívar[4] ​)
29 de diciembre de 1825-27 de mayo de
1826
Designado por Simón Bolívar[5] ​
Predecesor Simón Bolívar (como
protector de Bolivia)
Sucesor Él mismo

Encargado Interino del Estado del Alto Perú


como General en Jefe del Ejército Unido
Libertador del Perú
11 de agosto-18 de agosto de 1825
Junto con Asamblea
Deliberante (desde el
11 al 18 de agosto)
Designado por Asamblea
Deliberante
Jefe de Gobierno Simón Bolívar
(designado el 11 de
agosto)
Predecesor Él mismo
Sucesor Simón Bolívar (como
protector de Bolivia,
ejerció el día 18 de
agosto)

Encargado de las Provincias del Alto Perú


como General en Jefe del Ejército Unido
Libertador del Perú
(Por ocupación militar)
Bajo el amparo del gobierno de la suprema
autoridad política y militar del Perú
• 16 de mayo[3] ​-11 de agosto de 1825
• De facto: 9 de febrero-16 de mayo de 1825
Junto con José Mariano
Serrano (como
presidente de la
Asamblea
Deliberante, desde el
6 al 11 de agosto)
Designado por Simón Bolívar el 16
de mayo
Predecesor José Miguel Lanza
(como presidente de
facto de las
provincias del Alto
Perú)
Sucesor Él mismo

Jefe Supremo Militar del Perú


23 de junio[6] ​-17 de julio de 1823
Junto con Francisco Valdivieso
y Prada
Designado por Congreso
Constituyente del
Perú
Predecesor José de la Riva
Agüero
Sucesor José Bernardo de
Torre Tagle
Jefe Superior del Distrito del Sur de la Gran
Colombia
1822-1823
Presidente Francisco de Paula
Santander
Predecesor Cargo Creado
Melchor de Aymerich
(jefe político superior
de la Provincia de
Quito)
Sucesor Vicente Aguirre

Información personal
Nombre de Juan José Francisco
nacimiento de Sucre y Alcalá
Apodo Mulei, Mulengue,
Zambo, Mulato,
Antoñito
Nacimiento 3 de febrero de 1795
Cumaná, Intendencia
de Caracas, Capitanía
General de
Venezuela, Imperio
español
Fallecimiento 4 de junio de 1830
(35 años)
Cerro La Jacoba
(paraje El Cabuyal de
la montañas de
Berruecos), Provincia
de Pasto,
Departamento del
Cauca, República de
Colombia
Causa de muerte Herida por arma de
fuego
Sepultura Catedral
Metropolitana de
Quito
Nacionalidad Venezolano
Grancolombiano
Español-venezolano
Familia
Padres Vicente Vitto Luis
Ramón de Sucre
Pardo y García de
Urbaneja
María Manuela Alcalá
y Sánchez
Cónyuge María Ana Carcelén
de Guevara y Larrea-
Zurbano, VII
marquesa de Solanda
Pareja Tomasa Bravo
Rosalía Cortés y
Silva
María Manuela
Rojas
Hijos Simona de Sucre
Bravo (1822-¿?)
José María Sucre
Cortés (1826-1882)
Pedro César de
Sucre Rojas (1828-¿?)
María Teresa
Sucre y Carcelén de
Guevara (1829-1831)
Educación
Educación Ingeniería militar
Educado en Escuela de José
Mires
Información profesional
Ocupación Militar, político
Años activo 1809-1830
Tratamiento Mariscal
General en jefe
Movimientos Independentista,
masonería
Seudónimo Mariscal de
Ayacucho
Rama militar Ejército de Nacional
de Bolivia
Ejército Unido
peruano colombiano
Libertador del Perú
Ejército del Sur de
Colombia
Ejército de Venezuela
Rango militar Mariscal
General en jefe del
Ejército Unido
Libertador del Perú
Comandante del
Ejército del Sur de
Colombia
Conflictos Guerras de
independencia
hispanoamericanas:
Venezuela, Colombia,
Ecuador, Perú
Título Gran Mariscal de
Ayacucho
Afiliaciones Libertadores de
Oriente
Miembro de Logia Luz del
Pichincha
Logia Hiram
Logias bolivianas
Perfecta Armonía
N.º.74
Perfecta Armonía
N.º.2
Distinciones Orden El Sol del
Perú
Firma

Se le otorgó el título de "Gran Mariscal de


Ayacucho" por el congreso peruano en
1824, tras comandar el Ejército Unido
Libertador del Perú, otorgando la victoria
en la batalla de Ayacucho al derrotar al
último virrey español en América; en 1821
realizó actividades diplomáticas que
permitieron la conformación del Ejército
Libertador del Sur de Colombia, al cual
Simón Bolívar le dio la responsabilidad de
comandar recibiendo el título de General
en Jefe,[7] [8]
​ [9]
​ [10] [11]
​ ​labor que realizó
venciendo con ayuda del ejército de la
Provincia Libre de Guayaquil al ejército
realista en la batalla de Pichincha, donde
obtuvo el grado de general.

Biografía
Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá
nació el 3 de febrero de 1795 en Cumaná,
Capitanía General de Venezuela en ese
entonces, de una familia cuyos
ascendientes eran originarios de Bélgica y
España. Fue hijo de Vicente de Sucre
Pardo y García de Urbaneja, militar y
político español y María Manuela Alcalá y
Sánchez. Perdió a su padre y a su madre a
los siete años de edad. Aún adolescente
fue enviado a Caracas al cuidado de su
padrino, el arcediano de la catedral,
presbítero Antonio Patricio de Alcalá, para
iniciar estudios de ingeniería militar en la
Escuela de José Mires. En 1809, con su
hermano Pedro y otros jóvenes, integró
como cadete la compañía de Húsares
Nobles de Fernando VII, en Cumaná,
unidad organizada por Juan Manuel
Cajigal y Niño, gobernador de la provincia
de Nueva Andalucía.
Escudo de armas de la familia Sucre.

En 1810, la Junta de Gobierno de Cumaná


le confiere el empleo de subteniente de
milicias regladas de infantería. Este grado
fue ratificado por la Junta Suprema de
Caracas el 6 de agosto de ese mismo año.
En 1811 desempeña en Margarita el cargo
de comandante de ingenieros. El 31 de
julio de ese año recibió el despacho de
teniente. En 1812 se halla en Barcelona, en
calidad de comandante de la artillería. Allí,
el 3 de julio del citado año, junto con otros
ciudadanos notables, firmó el acta de la
junta de guerra que se reunió aquel día
para resolver lo conducente a la seguridad
de la República, a raíz de los
acontecimientos en Caracas (ofensiva de
Domingo de Monteverde) y la ocupación
de Cúpira por un grupo de partidarios de
Fernando VII.

Tras la capitulación del general Francisco


de Miranda, Sucre, amnistiado por
Monteverde regresó a Cumaná, donde el
nuevo gobernador realista Emeterio Ureña
le extendió pasaporte para que se
trasladase a Trinidad; pero no consta que
hiciera uso de dicho documento. En 1813,
bajo las órdenes del general Santiago
Mariño, integra el grupo de republicanos
conocido como los libertadores de oriente
y participa en las operaciones para la
liberación de aquella parte de Venezuela.
Como edecán del general Mariño, en 1814,
asiste a la conjunción de las fuerzas de
oriente con las de occidente en los valles
de Aragua. Ese año, su hermano Pedro fue
fusilado en La Victoria por los realistas; y
víctimas de José Tomás Boves mueren en
Cumaná sus hermanos Vicente y
Magdalena. No menos de 14 parientes
inmediatos perecerán en la Guerra de
Independencia. En 1815, tras combatir
bajo las órdenes del general José
Francisco Bermúdez en Maturín, pasa a
Margarita y escapando del general Pablo
Morillo, sigue a las Antillas y Cartagena.
En esta plaza, con Lino de Pombo de jefe
inmediato, dirige los trabajos de
fortificación para la defensa de la ciudad
contra el asedio realista de Pablo Morillo.
En diciembre está en Haití. Cuando
regresaba después a Venezuela naufraga
en el golfo de Paria. En 1816, Mariño lo
nombra jefe de su Estado Mayor y lo
asciende a coronel. Este mismo jefe lo
designa en 1817 comandante de la
provincia de Cumaná. Ese año, después
del Congreso de Cariaco (8 de mayo)
desconoce la actuación de dicho cuerpo
colegiado y la autoridad de Mariño y se
traslada a Guayana, donde se pone bajo
las órdenes de Simón Bolívar. El 17 de
septiembre de ese mismo año recibió de
Bolívar la designación de gobernador de la
Antigua Guayana y comandante general
del Bajo Orinoco, y también el encargo de
organizar un batallón con el nombre
Orinoco.

Empezaba su carrera de gobierno en la


cual desempeñaría todos los cargos de la
Administración civil hasta presidente de la
República en Bolivia. El 7 de octubre de
1817 recibió el nombramiento de jefe de
Estado Mayor de la división de la provincia
de Cumaná, bajo las órdenes del general
Bermúdez, nombrado comandante de la
citada gran unidad. Estos nombramientos
tenían, además, la finalidad de reducir la
disidencia que reinaba en Cumaná. «El
general Bermúdez y Vd. van a hacer cosas
grandes en Cumaná y quizás algún día
serán llamados los salvadores de su país»,
dijo Bolívar a Sucre en aquella ocasión. En
agosto de 1819 fue ascendido a general
de brigada por el vicepresidente de
Venezuela, Francisco Antonio Zea; grado
que será ratificado por Bolívar el 16 de
febrero de 1820. Viaja a las Antillas
comisionado para adquirir material de
guerra; misión que cumple con éxito. Ese
mismo año desempeña, interinamente, la
cartera de Guerra y Marina y es jefe titular
del Estado.
El Armisticio de Santa Ana

Monumento de Mariscal Sucre ubicado en la Av. 6 de Agosto de Cochabamba en Bolivia

Tras la liberación de la Nueva Granada y


creada la República de Colombia, Bolívar
firma con el general español Pablo Morillo,
el 26 de noviembre de 1820, un Armisticio,
así como un Tratado de Regularización de
la Guerra. Sucre redactó este Tratado de
Armisticio y Regularización de la Guerra,
considerado por Bolívar como "el más
bello monumento de la piedad aplicada a la
guerra". La importancia de los
documentos redactados por Sucre, en lo
que significó su primera actuación
diplomática, fue la paralización temporal
de las luchas entre los patriotas y los
realistas, y el fin de la guerra a muerte
iniciada en 1813. El Armisticio de Santa
Ana le permitió ganar tiempo a Bolívar
para preparar la estrategia de la Batalla de
Carabobo, que aseguró la independencia
venezolana. El documento, marcó un hito
en derecho internacional, pues Sucre, fijó
mundialmente el trato humanitario que
desde entonces empezaron a recibir los
vencidos por los vencedores en una
guerra.[12] ​De esta forma se convirtió en
pionero de los derechos humanos. Fue de
tal magnitud la proyección del tratado que
Bolívar en una de sus cartas escribió: "este
tratado es digno del alma de Sucre. El
Tratado de Armisticio tenía por objeto
suspender las hostilidades para facilitar las
conversaciones entre los dos bandos, con
miras a concertar la paz definitiva". El
Armisticio se firmó por seis meses y
obligaba a ambos ejércitos a permanecer
en las posiciones que ocupaban en el
momento de su firma "...Por el cual desde
ahora en adelante se hará la guerra entre
España y Colombia como la hacen los
pueblos civilizados".[13] ​

Emancipación de Ecuador,
Perú y Bolivia

Pampa de la Quinua.

Comenzó entonces la campaña de


liberación de Ecuador, que tuvo su
culminación en la batalla de Pichincha
librada el 24 de mayo de 1822. Con esta
victoria de Sucre se consolidó la
independencia de la Gran Colombia, se
consumó la de Ecuador y quedó el camino
listo para la batalla contra las últimas
fuerzas realistas que quedaban en el Perú.
Tras una reunión en Guayaquil entre Simón
Bolívar y San Martín, este último cede
parte de su ejército al primero, y se retira
definitivamente de las batallas de la
emancipación hispanoamericana. Así,
Sucre llegó y entró en Lima en 1823,
precediendo a Bolívar. El 1 de diciembre de
1823 llegó a Yungay, estableciéndose en él
por ser el punto céntrico del
acantonamiento. Acomodó en sus
inmediaciones a los batallones "Voltígeros
de la Guardia" y "Pichincha" a los que la
población avitualló y pertrechó hasta
ponerlos en condiciones de marchar el 25
de febrero hacia Huánuco. Participó junto
a Bolívar el 6 de agosto de 1824 en la
batalla de Junín y, el 9 de diciembre del
mismo año, venció al virrey José de la
Serna en Ayacucho, acción que significó el
fin del dominio español en el continente
sudamericano. El Parlamento peruano lo
nombró Gran Mariscal y General en Jefe
de los Ejércitos.[14] ​

Al frente de estos se marchó al Alto Perú,


donde, junto a los líderes libertarios, fundó
la República de Bolívar (después
denominada República de Bolivia) en
homenaje al Libertador, a quien encargó la
redacción de su Constitución, la cual fue
promulgada en 1826 bajo la premisa de
ser "la Constitución más liberal del
mundo." Al frente del Gobierno boliviano,
Sucre promulgó leyes progresistas;
ejecutó la división política del país de
acuerdo con la Constitución propuesta por
Simón Bolívar; impulsó la instrucción
pública; organizó el aparato
administrativo; y, encaminó ambiciosos
programas para la recuperación
económica. El 18 de abril de 1828, estalló
un motín en Chuquisaca.[15] ​El Mariscal
Sucre fue herido de dos balazos. Este
incidente ocasionó que el Mariscal tomara
la decisión de abandonar el cargo de
Presidente de Bolivia para evitar rencillas y
contribuir a la pacificación de la República.
La Asamblea local lo nombró presidente
vitalicio, pero dimitió en 1828 a raíz de los
motines y la presión de los peruanos
opuestos a la independencia boliviana. Se
retiró entonces a Ecuador acompañado de
su hija María Teresa y de su esposa,
Mariana Carcelén de Guevara y Larrea,
Marquesa de Solanda y de Villarocha.
Campaña del Ecuador

Antonio José de Sucre luchó en la Independencia de Quito.

El 11 de enero de 1821, en Bogotá, Sucre


fue nombrado por Bolívar comandante del
Ejército del Sur, en reemplazo del general
Manuel Valdés; era la fuerza que, desde
1820, operaba en Popayán y Pasto. Sucre
no recibió el cargo porque las razones de
índole estratégica y política hicieron que
Bolívar anulase tal designación y le diese
comisión para marchar a Guayaquil, donde
reemplazaría al general José Mires y
asumiría la misión que se le había
encomendado: la de hacer que dicha
provincia se incorporase a la República de
la Gran Colombia y tomar el mando de las
tropas que hubiese en Guayaquil, como
pasos previos para la liberación de Quito,
que era el propósito principal de las
operaciones que se ejecutasen. El 6 de
abril llegó Sucre a Guayaquil y al
presentarse ante la Junta de Gobierno,
expuso la razón de su presencia allí y de la
idea de una unión de la provincia con
Colombia. El 15 del mismo mes fue
celebrado un tratado entre Sucre (por
Colombia) y José Joaquín de Olmedo,
Francisco Roca y Rafael Jimena,
miembros de la Junta. El tratado
estipulaba que Guayaquil mantendría su
soberanía, pero bajo la protección de
Colombia. En aquella oportunidad Sucre
quedó facultado para abrir la campaña
contra los realistas, y con tal motivo,
Guayaquil le ofreció todos los recursos
disponibles para liberar a Quito. El 19 de
agosto de 1821 se da la batalla de
Yaguachi (o de Cone) entre tropas
independentistas guayaquileñas de la
División Protectora de Quito y refuerzos
grancolombianos, liderados por Sucre
contra las tropas realistas del coronel
Francisco González. Sucre vence a los
españoles y aseguró la independencia
definitiva de la Provincia Libre de
Guayaquil.

Las tropas de Sucre tras haber vencido en


Yaguachi avanzan hacia Quito, los
españoles al mando del mariscal de
campo Melchor de Aymerich los seguían
de cerca y tomaron posiciones en un
terreno llamado Huachi donde ya habían
derrotado a fuerzas guayaquileñas un año
atrás. El 12 de septiembre de 1821, tras un
breve contacto entre ambas fuerzas, los
realistas intentaron huir. El general José
Mires permitió a los batallones Albión y
Guayaquil perseguir a los realistas, pero
estos fueron atacados por la caballería e
infantería realista que dio vuelta y cercó a
los batallones patriotas. Con el ejército
patriota en desorden y Sucre herido y
salvado a duras penas de caer prisionero
por su edecán Manuel Jordán
Valdivieso,[16] [17]
​ ​los patriotas se
volvieron a Guayaquil, dejando en el
campo de batalla a muchos hombres y
pertrechos. Los realistas detuvieron el
avance hacia Quito de los
independentistas.
Batalla de Pichincha
La Batalla del Pichincha ocurrió el 24 de
mayo de 1822, en las faldas del volcán
Pichincha, a más de 3000 metros sobre el
nivel del mar, arriba de la ciudad de Quito,
en el Ecuador actual. El encuentro, que
ocurrió en el contexto de las Guerras de
Independencia Hispanoamericana,
enfrentó al ejército independentista bajo el
mando del General venezolano Antonio
José de Sucre y al realista, comandado
por el Mariscal de Campo Melchor de
Aymerich. La derrota de las fuerzas
realistas leales a España condujo a la
liberación de Quito y aseguró la
independencia de las provincias que
pertenecían a la Real Audiencia de Quito,
también conocida como la Presidencia de
Quito, la jurisdicción administrativa
colonial española de la que finalmente
emergió la República del Ecuador.[18] ​Al
amanecer, sin que Sucre lo supiera, los
centinelas apostados cerca de Quito
avistaron a las tropas independentistas
ascendiendo por las laderas del Pichincha.
Aymerich, entonces consciente de la
intención de Sucre de flanquearlo
mediante el ascenso al volcán, ordenó a
su ejército de 1894 hombres subir por la
montaña lo más pronto posible, para
oponerse ahí a Sucre.[19] ​
Al haberse encontrado en un campo de
batalla tan improbable, los dos
comandantes no tuvieron otra opción más
que enviar gradualmente sus tropas a la
batalla. Existía poco espacio para
maniobrar en las empinadas laderas del
Pichincha, entre profundos barrancos y
densos matorrales. Los hombres del Paya,
tras recuperarse de la conmoción inicial,
se reposicionaron bajo el fuego enemigo,
siendo reforzados con la llegada del
batallón peruano Trujillo. Sucre, que solo
esperaba que los españoles estuviesen
más cansados que sus propias tropas,
envió al batallón Yaguachi, conformado
por ecuatorianos. El batallón Alto
Magdalena trató de hacer un movimiento
de flanqueo, pero sin éxito, pues el terreno
no se lo permitió. Pronto, los batallones
Paya, Trujillo y Yaguachi, sufriendo muchas
bajas y con pocas municiones,
comenzaron a replegarse.[20] ​Para
entonces el destino de la batalla para los
Patriotas parecía depender del Albión, que
transportaba las municiones tan
necesarias; sin embargo, se desconocía
su paradero. A medida que pasaba el
tiempo, los Realistas parecían ganar el
control de la batalla. El otro batallón
peruano Piura fue obligado a retroceder.
En medio de la desesperación, a los
hombres de reserva del batallón Paya se
les ordenó cargar contra el enemigo con
sus bayonetas. Ambos bandos sufrieron
grandes bajas, pero la situación se
estabilizó más o menos para los Patriotas.
A pesar de esto, Aymerich, como parte de
su estrategia, durante el ascenso al
Pichincha separó de su fuerza principal al
batallón Aragón, ordenándole avanzar
hasta la cúspide del volcán, para así luego
atacar a los Patriotas por la retaguardia,
rompiendo sus líneas en el momento
adecuado.[21] ​El Aragón era el mejor
batallón del ejército realista; estaba
formado por veteranos españoles que
habían actuado tanto en la Guerra de la
Independencia Española como en otras
batallas en América del Sur, y en ese
momento estaba más arriba de los
Patriotas y listo para atacar.
Afortunadamente para los Patriotas,
cuando el Aragón iba a cargar sobre la
decaída línea Patriota, el Albión les detuvo
en seco, al entrar en la batalla de forma
imprevista. Así, el Albión consiguió
avanzar a una posición más alta que la de
los españoles. Pronto se unió a la batalla
el Magdalena, y el Aragón, tras sufrir
fuertes bajas, se deshizo. Entonces el
Magdalena avanzó hasta la línea Patriota
para reemplazar al Paya, y cargó contra la
línea Realista, que acabó por
romperse".[22] ​
Las consecuencias de la batalla fueron
bastante significativas. El 25 de mayo de
1822 Sucre entró con su ejército en la
ciudad de Quito, donde aceptó la rendición
de todas las tropas españolas
establecidas en el territorio que el
gobierno de Colombia llamaba
"Departamento de Quito", al considerarlo
como parte integral de la República de
Colombia desde su creación el 17 de
diciembre de 1819.

Cuando Sucre recapturó Cuenca el 21 de


febrero, obtuvo de su Consejo local un
decreto en el cual se proclamaba la
integración de su ciudad y provincia a la
República de Colombia. Entonces, con la
rendición de Quito, que a su vez puso fin a
la resistencia Realista en la provincia
norteña de Pasto, Bolívar pudo entrar en la
ciudad, cosa que finalmente hizo el 16 de
junio de 1822. Entre el entusiasmo general
de la población, la antigua Provincia de
Quito se incorporó a la República de
Colombia. Por su parte Guayaquil, que aún
no había decido su futuro, con la
presencia tanto de Bolívar como del
victorioso ejército Grancolombiano en su
territorio, proclamó la incorporación de
Guayaquil a la Gran Colombia el 13 de julio
de 1822.[23] ​
La Capitulación de Pichincha

La capitulación de la batalla de Pichincha, óleo sobre lienzo de Antonio Salas.

A las doce del día bajo un sol


resplandeciente, los soldados de la
libertad en la cima del Pichincha, a más de
3000 metros de altura, dieron el grito de
victoria. La victoria fue de Sucre, y se
completó con la capitulación que la
autoridad patriota concedió al Mariscal
Aymerich el 25 de mayo del mismo año.
Con las operaciones cuyas acciones
finales se produjeron en las faldas del
Pichincha y en la ciudad de Quito, Sucre
decidió a su favor la vacilante y delicada
situación de Guayaquil; dio libertad al
territorio que conforma hoy la República
de Ecuador, y facilitó su incorporación a la
Gran Colombia.[24] ​El 18 de junio de ese
año, Bolívar le asciende a general de
división y le nombra intendente del
departamento de Quito. Al frente de los
destinos de Ecuador desarrolla una
positiva obra de progreso: funda la Corte
de Justicia de Cuenca y en Quito el primer
periódico republicano de la época: "El
Monitor". Instala en esa ciudad la
Sociedad Económica. De su actividad
personal es buena prueba que, el 6 de
septiembre de 1822 expidió y firmó en
Quito 52 comunicaciones. Interesado por
la educación puede afirmar que halló en
Cuenca 7 escuelas y dejó 20.[25] [26]
​ ​

Perú solicita ayuda a la Gran


Colombia

Tras la retirada de José de San Martín, el


Congreso Constituyente nombró como
presidente de la Junta de Gobierno al
general José de La Mar. Este comprometió
buena parte del ejército en campañas
ambiciosas que fracasaron en las batallas
de Tarata y Moquegua, dejando al
gobierno peruano en una delicada
condición militar. Las derrotas militares y
las pugnas políticas entre los patriotas
peruanos debilitaron las fuerzas
independentistas peruanas. El gobierno de
Riva Agüero fue presionado por la opinión
pública para que solicitara la intervención
de Bolívar. El Libertador, que se
encontraba en Guayaquil vigilando los
acontecimientos en Perú, envió a las
primeras solicitudes peruanas los 6000
hombres que ya tenía preparados en
Ecuador en dos expediciones sucesivas de
3000 hombres, con el general Sucre al
mando de las fuerzas y encargado de
negociar con el Perú los términos en que
La Gran Colombia intervendría en la
guerra.

Navidad negra. Masacre de


civiles en Pasto
Durante la Campaña de Pasto, por orden
de Simón Bolívar, la ciudad de Pasto fue
tomada por las tropas comandadas por
Antonio José de Sucre el 24 de diciembre
de 1822. Durante tres días los soldados
patriotas del batallón Rifles saquearon la
ciudad, destruyeron archivos públicos,
libros parroquiales y asesinaron a más de
400 civiles hombres, mujeres, ancianos y
niños, una cuarta parte de la población. La
masacre es conocida en Colombia como
la Navidad Negra y recordada en el
Carnaval de Blancos y Negros”.[27] [28]
​ ​

La batalla de Junín

Batalla de Junín, óleo sobre lienzo.

La batalla de Junín fue uno de los últimos


enfrentamientos que sostuvieron los
ejércitos realistas e independentistas en el
proceso de la independencia del Perú. La
batalla se desarrolló en la pampa de Junín
en el actual departamento de Junín, el 6
de agosto de 1824; la victoria de los
independentistas, aumentó la moral de
estos. En 1824 los realistas mantenían en
su poder la sierra central y el Alto Perú
(hoy Bolivia). Simón Bolívar, Libertador y
Presidente de la Gran Colombia continuó
la guerra de emancipación con el Perú.
Bolívar tenía un ejército de 8000 hombres,
equivalente en número al realista, pero las
fuerzas realistas estaban dispersas entre
el valle del Mantaro y Alto Perú. Esto fue
debido a la sublevación en el Alto Perú del
General realista Olañeta que fracturó la
defensa del virreinato y obligó al virrey a
mandar sobre el Alto Perú parte
importante de sus ejércitos, unos 5000
regulares, bajo el mando de Jerónimo
Valdez, que tenían su base en Puno.
Bolívar, conocedor de esta ventaja,
aprovechó la oportunidad para aislar a las
solitarias fuerzas realistas situadas en el
norte. En junio de 1824, Bolívar enfila su
ejército hacia la sierra central del Perú
para enfrentarse con el general realista
José de Canterac.[29] ​

El Ejército Libertador contaba con 6000


grancolombianos y 4000 peruanos que
tenían rumbo hacia el sur del continente.
En Junín, el 6 de agosto de 1824, chocan
ambos ejércitos. No se disparó un solo
tiro. La lucha fue con espadas y lanzas.
Junín se convirtió en una gran victoria
para el Libertador. Mientras las tropas
grancolombianas desembarcaban en el
puerto de El Callao bajo el mando del
general Antonio José de Sucre, el general
Andrés de Santa Cruz, que hasta poco
tiempo antes había luchado en las filas
realistas,fue enviado a engrosar las tropas
de Sucre, iniciando su marcha hacia el Alto
Perú. En agosto de 1823 ingresó en la
ciudad de La Paz, y forzado a librar
combate, Santa Cruz sale victorioso en la
batalla de Zepita contra una división del
general Valdez, el 25 de agosto de
1823.[30] ​

El panorama no podía ser más sombrío


para los patriotas. La independencia del
Perú no estaba consolidada, ya que el 29
de febrero de 1824 los realistas lograron
ocupar nuevamente Lima. Pero esta vez,
las conmociones políticas que vivía
España influyeron decididamente para el
fraccionamiento de las tropas españolas
en América. El general Pedro Antonio
Olañeta, absolutista recalcitrante, se
rebeló contra el virrey La Serna, que era de
tendencia liberal y constitucionalista,
porque le atribuía a este el deseo de
separarse de la monarquía para liberar a
Perú del absolutismo que quería imponer
Olañeta. Bolívar, encontró a los realistas
divididos y organizó prontamente un
ejército formado por colombianos. La
batalla de Junín del 6 de agosto de 1824
levantó la moral del ejército patriota y fue
decisiva en la siguiente batalla de
Ayacucho. El general Sucre, que marchaba
al frente de la infantería, cuando llegó al
campo de Junín, oyó los gritos de alegría
por el triunfo. Todo el enfrentamiento duró
aproximadamente cuarenta y cinco
minutos a una altura de 4100 metros
sobre el nivel del mar. El triunfo en la
Pampa de Junín haría renacer la moral
entre el ejército unido, gracias a las lanzas
de los llaneros grancolombianos
(Colombianos y Venezolanos), que brillaron
en los nevados Andes peruanos.[31] ​

"General Sucre... Diga


usted Libertador... La
oportunidad que yo
esperaba se ha
presentado. El general
español Pedro Olañeta y
su ejército de cuatro mil
hombres desconoce la
autoridad del Virrey.
Por mucho tiempo
Olañeta ha gobernado el
alto Perú y resiente la
autoridad de la Serna.
Ya el Virrey no tiene
doce mil soldados, como
tenía antes, sino apenas
ocho mil, que luchan
ahora contra los otros
cuatro. ¡Llegó la hora!."
(Diálogo de Bolívar con
Sucre antes de la
Batalla).

Sucre, jefe militar supremo

Al llegar la primera expedición


grancolombiana al puerto de El Callao,
Santa Cruz y Gamarra se encontraban en
una ofensiva cerca de La Paz con casi
todas las fuerzas peruanas. Lima había
sido dejada casi desguarnecida por el
ejército peruano, situación que aprovechó
el Brigadier Canterac para organizar un
ejército de 8000 hombres en Jauja con el
que marchó sobre la capital, entrando en
Lima el 18 de junio. El congreso nombró a
Sucre general en jefe, quien contando el
18 de junio con solo 3700 hombres,
evacuó la ciudad para El Callao. En los
días siguientes hubo varios encuentros
entre las avanzadas de ambas fuerzas,
incluyendo un sangriento combate en el
Carrizal y la Legua el 1 de julio. El 21 de
junio el congreso peruano proclamó a
Sucre Jefe Supremo Militar del Peru. En la
Batalla de Corpahuaico ocurrida el día 3
de diciembre las fuerzas de retaguardia
del Ejército Unido Libertador del Perú del
general Sucre son derrotadas por los
cuerpos avanzados del Ejército Realista al
mando de Jerónimo Valdés.

La batalla de Ayacucho

Batalla de Ayacucho, óleo sobre lienzo de Martín Tovar y Tovar.


La Batalla de Ayacucho fue el último gran
enfrentamiento dentro de las campañas
terrestres de las Guerras de
Independencia Hispanoamericana (1809-
1826). La batalla se desarrolló en la
Pampa de la Quinua en el departamento
de Ayacucho, Perú, el 9 de diciembre de
1824. La victoria de los independentistas,
significó la desaparición del último
virreinato que seguía en pie, el del Perú, y
puso fin al dominio colonial español en
Sudamérica; se cerraba la Independencia
del Perú . Así finalizaban las batallas de la
independencia del Perú, con una
capitulación militar que se transformaría
años más tarde en tratado diplomático
firmado en París el 14 de agosto de 1879.
Antes del inicio de la batalla, el general
Antonio José de Sucre arengaba a sus
tropas:

"¡Soldados!, de los
esfuerzos de hoy
depende la suerte de
América del Sur; otro
día de gloria va a
coronar vuestra
admirable constancia.
¡Soldados!: ¡Viva el
Libertador! ¡Viva
Bolívar, Salvador del
Perú!."
Antonio José de Sucre
El dispositivo organizado por Canterac
preveía que la división de vanguardia
rodease en solitario la agrupación
enemiga cruzando el río Pampas para
sujetarla, mientras el resto del ejército
realista descendía frontalmente desde el
cerro Condorcunca, abandonando sus
posiciones defensivas. Sucre se dio
cuenta inmediatamente de la arriesgada
maniobra, y con la división de Córdova
acometió directamente a la masa
desorganizada de tropas realistas, que sin
poder formarse para la batalla descendían
en hileras de las montañas. Los violentos
choques de las formaciones de línea
empujaron a los dispersos tiradores de la
división de Villalobos, quienes arrastraron
en su retirada a las masas de milicianos
sin que tampoco el grueso de la división
de Monet ni la división de Reserva, que
permanecían en la montaña, tuvieran
alguna oportunidad de participar en la
batalla. En el otro extremo, la segunda
división de José de La Mar más la tercera
división de Jacinto Lara detuvieron juntas
la acometida de los veteranos de la
división de vanguardia de Valdés. La
batalla estaba ganada para los
independentistas, el ejército Real del Perú
destruido, y el Virrey herido, fue hecho
prisionero. A la una de la tarde, la batalla
de Ayacucho había terminado con el
rotundo triunfo del ejército de la libertad.
El telón colonial había caído para siempre
en la pampa de la Quinua, escenario de
uno de los momentos estelares de la
humanidad. Pero siguieron sucediéndose
los duelos de cortesía y de humanidad".
Cuando el Virrey La Serna, herido y
apresado entregó su espada, el General
Sucre la rechazó diciéndole: "Honor al
vencido. Que continué en manos del
Valiente". Luego, los términos de la
Capitulación no pudieron ser más
generosos ni caballerosos. Así se mostró
que la nobleza y la hidalguía eran tan
sudamericanas como españolas.
Efigies de Sucre en el Panteón de los Próceres en Lima.

Bolívar convocaba desde Lima al


Congreso de Panamá, el 7 de diciembre,
para la unidad de los nuevos países
independientes. El proyecto fue ratificado
únicamente por la Gran Colombia. Cuatro
años más tarde la Gran Colombia a causa
de una escasa visión institucional y del
personalismo de Bolívar se desmembró
siguiendo el proceso desintegrador del
movimiento independentista. A raíz de la
victoria de Ayacucho, en la que
participaron 5.780 soldados,[32] ​el
Mariscal Sucre entra triunfante en el
Cuzco y liberta después las provincias del
Alto Perú. En 1825 convoca a los
representantes de dichas provincias para
reunirse en asamblea, y con la
aquiescencia de Bolívar ésta decide la
creación de Bolivia. Es significativa la obra
cumplida por el mariscal Sucre en Bolivia,
especialmente en la organización de la
Hacienda Pública y de la administración
general. Se empeñó en promover la
libertad de los esclavos y el reparto de
tierras a los indios, y sobre todo en
beneficio de la educación y la cultura. Ante
el Congreso fue categórico al declarar que:
"Persuadido de que un pueblo no puede
ser libre, si la sociedad que lo compone no
conoce sus deberes y sus derechos, he
consagrado un cuidado especial a la
educación pública". En el transcurso de las
13 semanas que van del 3 de febrero al 5
de mayo de 1826, dio a Bolivia 13 decretos
referentes a la creación de colegios de
ciencias y artes, más institutos para
huérfanos y huérfanas en todos los
departamentos, y a establecer escuelas
primarias en todos los cantones de la
República. La historia recoge la cuenta de
su orgullo: "La educación pública es lo que
ha hecho más progresos. Los colegios
quedan establecidos y marchan bien en
todas las capitales de los departamentos,
donde también se han abierto escuelas de
enseñanza mutua que adelantan
rápidamente. En 1829 la República
requiere sus servicios para mandar el
ejército que debe enfrentar la ofensiva
peruana en el sur del Ecuador. Triunfa en
la batalla del Portete de Tarqui y ofrece a
los vencidos una capitulación que es
modelo de generosa fraternidad
americanista, fiel a su lema que "Nuestra
justicia era la misma antes y después de la
batalla". Su hija Teresita, que vivirá solo 2
años, nació el 10 de julio de 1829. En La
Paz había nacido un hijo natural suyo y de
Rosalía Cortés, José María, el 13 de enero
de 1826. La provincia de Cumaná, de su
permanente afecto, lo escogió como su
representante al Congreso. En camino a
Bogotá tiene conocimiento de la agitación
separatista que José Antonio Páez
fomenta en Venezuela. En la difícil
circunstancia de 1830, se destaca en el
quehacer político por su consecuencia
hacia la persona y la obra de Bolívar. El
Congreso Admirable, reunido en Bogotá, lo
elige su presidente en enero de ese año;
en febrero, el mismo cuerpo le encarga
una misión conciliadora ante el Gobierno
de Venezuela que se reúne en Cúcuta.

La capitulación de Ayacucho

Capitulación de Ayacucho, óleo de Daniel Hernández.

Es el tratado firmado por el jefe de estado


mayor José de Canterac y Sucre después
de la batalla de Ayacucho, el 9 de
diciembre de 1824. Sus principales
consecuencias fueron varias:

1.º La Capitulación únicamente del


Ejército bajo su mando.
2.º La permanencia Realista en el
Callao.
3.º Perú, nace a la vida independiente,
con una deuda económica a los países
que contribuyeron militarmente a su
independencia.

"Don José Canterac, teniente general de


los reales ejércitos de S. M. C., encargado
del mando superior del Perú por haber
sido herido y prisionero en la batalla de
este día el excelentísimo señor virrey don
José de La Serna, habiendo oído a los
señores generales y jefes que se reunieron
después que, el ejército español, llenando
en todos sentidos cuanto ha exigido la
reputación de sus armas en la sangrienta
jornada de Ayacucho y en toda la guerra
del Perú, ha tenido que ceder el campo a
las tropas independientes; y debiendo
conciliar a un tiempo el honor a los restos
de estas fuerzas, con la disminución de
los males del país, he creído conveniente
proponer y ajustar con el señor general de
división de la República de Colombia,
Antonio José de Sucre, comandante en
jefe del ejército unido libertador del Perú".
La Batalla de Ayacucho fue la última
batalla del proceso emancipador. Bajo las
órdenes de Sucre combatió una efectiva
representación de la unidad continental en
oficiales provenientes de Venezuela,
Colombia, Ecuador, Panamá, Argentina,
Perú, Bolivia, Paraguay, Chile, Uruguay,
Guatemala y México; además de otros
procedentes de distintas naciones de
Europa.
Reconocimientos por la victoria de
Ayacucho

El panteón de los héroes, óleo de Arturo Michelena.

Bolívar, quien redactó y publicó en 1825 su


"Resumen Sucinto de la Vida del General
Sucre", único trabajo en su género
realizado por el Padre de la Patria, no
escatimó elogios ante la hazaña
culminante de su fiel lugarteniente:
"La batalla de Ayacucho
es la cumbre de la gloria
americana, y la obra del
general Sucre. La
disposición de ella ha
sido perfecta, y su
ejecución divina". Las
generaciones venideras
esperan la victoria de
Ayacucho para
bendecirla y
contemplarla sentada
en el trono de la
libertad, dictando a los
americanos el ejercicio
de sus derechos, y el
imperio sagrado de la
naturaleza".

"Usted está llamado a


los más altos destinos, y
yo preveo que usted es
el rival de mi Gloria".

"El Congreso de
Colombia hizo entonces
a Sucre General en Jefe,
y el Congreso de Perú le
dio el grado de Gran
Mariscal de Ayacucho".
La creación de Bolivia

Entrada del Mariscal Sucre a la Real


Audiencia de Charcas

Fotografía del Palacio de Congresos de Bolivia.

Luego del triunfo de Ayacucho, y siguiendo


precisas instrucciones de Bolívar, el
general Sucre entró en territorio boliviano
el 25 de febrero de 1825.[33] ​Su papel se
limitó a dar visos de legalidad a un
proceso que los mismos bolivianos ya
habían puesto en marcha. El general Pedro
Antonio Olañeta permaneció en Potosí, en
donde recibió al batallón "Unión"
procedente de Puno al mando del coronel
José María Valdez, convocó a un Consejo
de Guerra que acordó continuar la
resistencia. Olañeta distribuyó sus tropas
entre la fortaleza de Cotagaita con el
batallón "Chichas" al mando de Carlos
Medinaceli Lizarazu, Valdez con el "Unión"
fue enviado a Chuquisaca y él marchó a
Vitichi, con 60 000 pesos de oro de la
Casa de la Moneda de Potosí. En
Cochabamba se sublevó, con el Primer
Batallón "Fernando VII" el coronel José
Martínez; Chayanta quedó en manos del
teniente coronel Pedro Arraya, con los
escuadrones "Santa Victoria" y "Dragones
Americanos" y en Chuquisaca el batallón
"Dragones de la Frontera" del coronel
Francisco López se pronunció por los
independentistas el 22 de febrero. El
coronel Medinacelli con trescientos
soldados se sublevó en contra de Olañeta
y el 2 de abril de 1825 se enfrentaron en la
Batalla del Tumusla que culminó con la
muerte de Olañeta. El 7 de abril, el general
José María Valdez se rindió en Chequelte,
ante el general Urdininea, poniendo fin a la
guerra en el Alto Perú.[34] [35]
​ ​
Congreso de Chuquisaca

Fachada de la Casa de la Libertad en (Sucre), donde se reunió 1825, la asamblea de diputados de las cinco provincias
altoperuanas convocadas por el mariscal Antonio José de Sucre, para deliberar sobre el destino del Alto Perú.

Casimiro Olañeta fue un abogado de


Chuquisaca y sobrino del mencionado
general, perteneciente a la masonería de la
logia y élite de Charcas (Chuquisaca).
Junto a José Mariano Serrano, Mariano
Enrique Calvo, Andrés de Santa Cruz y
allegados a estos, para no degradar la
importancia de las minas de Potosí y
Charcas con el cual terminarían perdiendo
sus intereses siendo parte del Río de la
Plata, decidieron que el Alto Perú sea una
nación independiente. Olañeta se dirigió a
Puno para reunirse con el mariscal Sucre
el 1 de febrero, en donde le comentó los
planes, de los cuales Sucre fue
convencido y aceptó. Casimiro Olañeta
convenció al mariscal Antonio José de
Sucre en convocar a todas las provincias
altoperuanas para reunirse en un congreso
que debía decidir el destino de la nación
para el 9 de febrero de 1825, mediante el
Decreto de Convocatoria.[36] ​
Abascal como resultado de la revolución
del 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, o
sostener con decisión la independencia
absoluta del Alto Perú, no solo con
relación a España, sino también con
referencia al Provincias Unidas del Río de
la Plata y al Perú. Tanto el gobierno de
Buenos Aires como el del Perú admitían
esta tercera alternativa, en cambio Bolívar,
si bien no desautorizó públicamente a
Sucre, le reprochó en carta privada esta
iniciativa, pues entendía que alentar en
ese momento un acto de soberanía de esa
naturaleza, conspiraba contra los
intereses de la Gran Colombia, ya que el
territorio de la Real Audiencia de Quito
podría pretender el mismo trato que la de
Charcas. El Congreso General
Constituyente de Buenos Aires, por
decreto de 9 de mayo de 1825, declaró
que "aunque las cuatro provincias del Alto
Perú, han pertenecido siempre a este
Estado, es la voluntad del congreso general
constituyente, que ellas queden en plena
libertad para disponer de su suerte, según
crean convenir a sus intereses y a su
felicidad", despejando el camino a la
independencia altoperuana.
Declaración de la emancipación de
Bolivia

Acta de la Independencia de Bolivia en la Casa de la Libertad, Sucre.

Convocada nuevamente la Asamblea


Deliberante en Chuquisaca por el Mariscal
Sucre, el 9 de julio y concluida el 3 de
agosto de 1825, se determinó la completa
independencia del Alto Perú, pero aún
faltaba la presencia de Bolívar para
concluir la fundación del estado el 3 de
agosto, pero ya que Bolívar estando en
Cochabamba, se negaba a ir porque no lo
habían convencido, se decidió recorrer la
fecha para el 6 de agosto, por el intento de
elogiarlo en honor al cumplimiento de un
año de Batalla de Junín ganada por
Bolívar. Aún sin la participación de Bolívar,
bajo la forma republicana, se fundó el
Estado del Alto Perú (República de Bolívar
el 11/13 de agosto), el presidente de la
Asamblea José Mariano Serrano, junto a
una comisión, redactó el "Acta de la
Independencia" que lleva fecha del 6 de
agosto de 1825, en honor a Simón
Bolívar.[37] ​La independencia fue
declarada por 7 representantes de
Charcas, 14 de Potosí, 12 por La Paz, 13
por Cochabamba y 2 por Santa Cruz
quienes asistieron, uno llegando horas
después del acto de fundación y con
completas irregularidades en sus
documentos y credenciales, y el otro
llegando el 9 de agosto con las mismas
irregularidades. El acta de independencia,
redactada por el presidente del Congreso,
José Mariano Serrano, en su parte
expositiva dice en tono vibrante:

El mundo sabe que el


Alto Perú ha sido en el
continente de América,
el ara donde vertió la
primera sangre de los
libres y la tierra donde
existe la tumba del
último de los tiranos.
Los departamentos del
Alto Perú, añade en su
parte resolutiva,
protestan a la faz de la
tierra entera, que sus
resolución irrevocable
es gobernarse por sí
mismos.[38] ​
El Mariscal Sucre es el redentor de los hijos del Sol.

Mediante un decreto de unos días


después se determinó que el nuevo estado
llevaría el nombre de "Bolívar", en
homenaje al Libertador, quien a la vez fue
designado "Padre de la República y Jefe
Supremo del Estado" y su capital Sucre en
honor al Mariscal de Ayacucho Antonio
José de Sucre. Bolívar agradeció estos
honores, pero declinó la aceptación de la
Presidencia de la República, para cuyo
cargo designó al Mariscal de Ayacucho
Antonio José de Sucre. Pasado un tiempo
se volvió a debatir el nombre de la joven
nación, y un diputado, anteriormente
presbítero, llamado Manuel Martín
Cruz,[39] ​dijo que lo siguiente:

"Si de Rómulo, Roma; de


Bolívar, Bolivia".

La Asamblea Deliberante de la República,


como cuerpo legislativo del nuevo país,
aprobó el cambio de denominación
sugerido por Cruz.[39] ​Bolívar al enterarse
de esta noticia se sintió halagado con la
joven nación. Bolívar hasta ese momento
seguía sin aceptar de buen grado la
independencia de Bolivia, debido a que le
preocupaba su futuro, debido a que la
situación geográfica de Bolivia la sitúa en
el centro América del Sur, y esto según
Bolívar supondría que sería una nación
acosada y que afrontaría futuras guerras.
Bolívar deseaba que Bolivia formara parte
de otra nación, preferentemente Perú, pero
lo que le convenció profundamente fue la
actitud de las masas populares. El 18 de
agosto, cuando se dirigió a La Paz hubo
una manifestación de regocijo popular. La
misma escena se repitió cuando el
Libertador llegó a Oruro, después a Potosí
y finalmente a Chuquisaca. Esta expresión
tan ferviente de la población, conmovió a
Bolívar, quien llamó su "Hija Predilecta" a
la nueva Nación.

Presidencia de Bolivia

El Mariscal Sucre asumió la Presidencia


de la República de Bolivia el 1 de enero de
1826,[40] ​año en que el país obtuvo su
primera Constitución Política. Ésta
organizó las instituciones estatales y
adoptó como sistema administrativo el
modelo de los departamentos en enero de
1826, que en ese tiempo eran solo cinco.
Debido a que el Ejército Libertador estaba
conformado una gran parte por
mercenarios ingleses, a los cuales no se
les había pagado, el 14 de noviembre los
mercenarios invaden Cochabamba y lo
saquean; al año siguiente del 24 de
diciembre, los mercenarios se rebelan y
secuestran autoridades de la Ciudad de La
Paz, pidiendo rescate por la libertad de las
mismas, ya que no se les había pagado
por los "servicios" de prestados a la "patria
boliviana". Sucre trabajó afanosamente en
el gobierno hasta en 1828, cuando por
descontentos por parte de la población
atentaron contra su vida con móviles
mezcla de desavenencias ideológicas y
administrativas en la que estaba Casimiro
Olañeta como cabecilla, junto a otros
pertenecientes a la masonería boliviana. El
18 de abril, la logia de la capital de Bolivia,
Sucre, organizaron un acto, enviando una
mujer (prometida de un antiguo consejero
de Sucre) a los aposentos de Sucre, en el
cual, de pronto aparece el prometido, los
encuentra y le dispara a José de Sucre,
herido, huye escapando por el techo de su
casa, esto seguido del motín organizado
por la élite sucrense, logra huir
estableciéndose en una hacienda, estando
convaleciente cura sus heridas, con su
vicepresidente ausente, sale de Bolivia
disfrazado de campesino y posteriormente
de cura, en el ínterin, asume el poder el 18
de abril el Gral. José María Pérez de
Urdininea, el 1 de agosto Sucre envía su
renuncia a los servicios de Bolivia. El 1 de
mayo de 1828 la invasión de tropas
peruanas en Bolivia que exigían el retiro de
oficiales y funcionarios grancolombianos
del gobierno boliviano, considerando
retirar el gobierno que estaba basada en
leyes de la constitución vitalicia de 1826,
la cual también se impuso en Perú donde
reemplazada días después. El 6 de julio de
1828 se logró el Tratado de Piquiza
mediante el cual Sucre se mantenía como
presidente hasta agosto de 1828 y podría
dirigirse al actual Ecuador. Cuando se
marchaba de la capital fue abucheado por
la población, incidente en el cual, se
cuenta, la Coronel Juana Azurduy de
Padilla escupió en la cara a uno de los
conspiradores, Casimiro Olañeta, para
significar su disgusto con el trato que le
daban.

Matrimonio y descendencia

El mariscal Sucre y su esposa, la marquesa quiteña Mariana Carcelén de Guevara.


En carta que dirigió el 11 de octubre de
1825 a su amigo, el coronel Vicente
Aguirre, el Mariscal Sucre le solicitó que
hiciera recoger y educar a la niña Simona
de Sucre Bravo, nacida el 16 de abril de
1822, quien era hija de Tomasa Bravo, una
pareja sentimental de Sucre, quien había
muerto en esa época y del propio
Mariscal, según afirmaba la madre. Los
gastos de crianza y educación de Simona
correrían por cuenta del prócer. No se
supo más del destino posterior de esta
hija de Sucre.[41] ​También el prócer
mantuvo una relación sentimental con
Rosalía Cortés Silva, de la cual nació en La
Paz el 15 de enero de 1826 su primer hijo,
José María Sucre Cortés.[42] ​

El 20 de abril de 1828, pocos días después


del incidente que casi acaba con su vida
en Bolivia, el Mariscal se casó por poder
con la quiteña Mariana Carcelén de
Guevara y Larrea, marquesa de Solanda y
Villarocha.[43] ​La ceremonia se llevó a
cabo en la iglesia de El Sagrario de la
ciudad de Quito, siendo Sucre
representado por su amigo el coronel
Vicente Aguirre, mientras que los padrinos
de la boda fueron los marqueses de San
José: Manuel de Larrea y Jijón y su
esposa Rosa de Carrión y Velasco, que
resultaban además tíos maternos de la
novia.[43] ​Ese mismo año, el 7 de junio, en
Chuquisaca, nació Pedro Ceśar de Sucre y
Rojas, fruto de otra relación de Sucre con
María Manuela Rojas.[42] ​

El primer encuentro de la pareja ya como


matrimonio se dio el domingo 28 de
septiembre en la Hacienda Chisinche,
propiedad rural de la Marquesa cerca de
Machachi, al sur de la capital, y que a
futuro se convertiría en una de las
favoritas del Gran Mariscal.[44] ​Al día
siguiente se dirigieron a la ciudad de Quito,
en donde Sucre había adquirido
previamente la Mansión Carcelén, que
había pertenecido a su difunto suegro y a
la que había ordenado varias
refacciones.[44] ​Desde entonces la
cotidianidad de la pareja transcurrió entre
la mansión de Quito y las estadías
temporales en el Palacio de El Deán, en
medio de un ambiente apacible y al
margen de las intrigas políticas.[45] ​

El 10 de junio nació la única hija de la


pareja, bautizada al día siguiente en la
iglesia de El Sagrario con el nombre de
Teresa en honor a sus dos abuelas, los
padrinos de la pequeña fueron el general
Juan José Flores y su esposa Mercedes
Jijón de Vivanco, esta última resultaba
además prima segunda de Mariana
Carcelén.[46] ​En una misiva posterior,
Simón Bolívar le expresó su descontento a
Sucre por no haberlo escogido a él como
padrino, por lo que se disculpó alegando
que se trataba de una promesa previa que
le había hecho a Flores en el campo de
batalla de Tarqui.[46] ​Lamentablemente la
niña no alcanzaría la edad adulta, pues
dos años y medio más tarde, ya cuando
Sucre había fallecido, la niña murió de
afecciones estomacales, una causa
común entre los niños de la época, aunque
existen versiones en las que se culpa
directamente de la muerte de la niña al
General Isidoro Barriga (segundo esposo
de la Marquesa posterior al fallecimiento
del Mariscal Sucre) quien jugando un día
con ella, la habría lanzado desde el primer
piso de la casa ubicada en el hoy Centro
Histórico de Quito (Mansión Carcelén) ,
muriendo ella de un traumatismo craneal,
aunque esta versión ha sido desmentida
por miembros de la familia Carcelén,
siempre quedaron dudas del
comportamiento de Barriga posterior a la
muerte de Sucre visitando continuamente
a su viuda, algo muy mal visto por la
sociedad de la época y por el hecho de
que al morir Teresa Sucre la fortuna de la
Marquesa quedaría en manos de él y sus
descendientes.[47] [48]
​ ​
Guerra de la Gran Colombia
con Perú
Véase también: Intervención peruana en Bolivia de 1828

La guerra grancolombo-peruana (1828–


1829) fue un conflicto armado que
enfrentó a la República de Gran Colombia
contra la República del Perú por el dominio
de Quito (hoy Ecuador) y otras zonas
reclamadas por Perú. Se inició con la
intervención peruana de Bolivia y culminó
con la batalla del Portete de Tarqui y el
Tratado de Guayaquil.[49] ​Las relaciones
con el Perú habían sido tirantes desde
principios de 1827 cuando una revuelta en
Lima derrocó al régimen establecido allí
por Simón Bolívar antes de su regreso a
casa.[50] ​

Tras la independencia definitiva del Perú,


el país estaba en buena parte bajo el
protectorado de la Gran Colombia por
órdenes de Simón Bolívar, que controlaba
estrechamente sus asuntos. Además,
todavía estaba acantonada en Lima la 3.ª
División del ejército grancolombiano que
había colaborado en la independencia.
Bolívar hubo de abandonar el Perú en
1826, para intentar solucionar los graves
problemas que se planteaban en la Gran
Colombia.[51] ​Este hecho fue aprovechado
por destacados miembros del gobierno y
el ejército peruano para liberarse de la
influencia colombiana, y poder incluir
dentro del territorio nacional a la nueva
República de Bolivia (el antiguo Alto Perú),
así como el departamento colombiano de
Azuay (correspondiente a la actual parte
meridional del Ecuador, con capital en
Cuenca), y la ciudad de Guayaquil, donde
una parte influyente de la burguesía
apoyaba su incorporación al Perú. En junio
de 1827 las elecciones legislativas
proclamaron presidente del Perú al
general José de La Mar.[52] ​
Monumento a Antonio José de Sucre en el Panteón Nacional de Venezuela.

Mientras tanto, Simón Bolívar estaba


convencido de que el Perú estaba
dispuesto a promover problemas, con el
preciso objetivo de anexarse la República
de Bolivia, Guayaquil y posiblemente, más
territorio grancolombiano. Existían
también desacuerdos concretos en cuanto
a cuestiones fronterizas entre los dos
países, el pago de 7 595 747 pesos, como
deuda por la guerra de la emancipación, y
la disputa por los territorios colombianos
de Tumbes, Jaén y Maynas. Las
negociaciones diplomáticas con Bolívar
fracasaron, y el 3 de julio de 1828 la Gran
Colombia le declaró la guerra al Perú. El 28
de noviembre de 1828 La Mar penetró en
territorio grancolombiano y ocupó gran
parte del departamento de Azuay, La Mar
ocupó también Guayaquil, evacuada por el
almirante general grancolombiano Juan
Illingworth Hunt a la espera de
refuerzos.[53] ​Tras el bloqueo de
Guayaquil, el Perú había ganado la guerra
en el mar.[54] ​
Ante la situación, el mariscal Sucre,
entonces ya de vuelta a Quito tras
renunciar a la presidencia boliviana,
concentró el ejército del sur de la Gran
Colombia cerca de Cuenca para presionar
a las tropas peruanas, que había sido
ocupada el 10 de febrero de 1829.
Después de un breve encuentro cerca de
la población de Saraguro, donde la
vanguardia grancolombiana derrotó a un
destacamento peruano, el 27 de febrero
tuvo lugar el encuentro principal entre los
dos ejércitos. Al ejército peruano lo
integraban 5000 soldados[55] ​y al
grancolombiano, 4200.[56] ​
La batalla de Tarqui
La batalla del Portete de Tarqui se libró el
27 de febrero de 1829 en el llamado
Portete de Tarqui, a pocos kilómetros de
Cuenca, entre tropas de la Gran Colombia,
comandadas por Antonio José de Sucre, y
tropas peruanas comandadas por José de
La Mar. El combate duró media hora,
donde el ejército colombiano batió a las
fuerzas peruanas.[57] ​La victoria
grancolombiana se debió en buena parte
al enfrentamiento por separado contra
cada batallón del ejército peruano, que en
ningún momento actuó de forma unitaria y
dejó sus batallones aislados los unos de
los otros. El resultado de la batalla hizo
que el general La Mar dispusiera el
repliegue del ejército hacia Girón.

Sucre, no satisfecho con este resultado,


envía a un oficial de Estado Mayor, con el
objeto de negociar con La Mar, siendo
aceptado por el presidente peruano y el 1
de marzo, en el campo de Girón, se firma
el convenio de Girón que es ratificado por
los generales Flores y O'Leary, por parte de
la Gran Colombia y Gamarra y Orbegoso,
por parte del Perú.[58] ​
El convenio de Girón y el tratado de
Guayaquil

De acuerdo con el convenio de Girón, las


fuerzas peruanas se habrían de retirar de
la provincia del Azuay y abandonar todas
las plazas ocupadas. Si bien las fuerzas
peruanas se retiraron La Mar se negó a
entregar Guayaquil y, de hecho, se
preparaba para iniciar una nueva ofensiva.
Sin embargo, la guerra acabó
inesperadamente con un golpe de Estado
por parte de Agustín Gamarra y otros jefes
peruanos en Lima que derrocó a La Mar. El
nuevo gobierno cesó las hostilidades y
entregó Guayaquil el 20 de julio. El 22 de
septiembre de 1829 se firmó un tratado de
paz en Guayaquil, donde se estableció:

Se reconocen por límites los mismos


que tenían antes de su independencia
los antiguos Virreinatos de Nueva
Granada y el Perú, con las variaciones
que juzguen convenientes acordar entre
sí.
Se debería nombrar una Comisión de
dos personas por cada República para
que recorrieran, rectificaran y fijasen la
línea divisoria, trabajos que se debían
iniciar 40 días más tarde de haber sido
ratificado el tratado por ambos países.
El trazo de la línea comenzaría en el río
Tumbes.[59] ​
El Perú pretendía apropiarse de Tumbes,
Jaén y Maynas, que eran
indiscutidamente de la Gran Colombia,
la cual conservaba Guayaquil.[60] ​

La Gran Colombia

Mapa de la Gran Colombia. El Mariscal Sucre compartía la visión política de Bolívar y la unidad de la América Hispana.

Después de que Sucre acudiera en ayuda


de la Gran Colombia, marchó a Bogotá en
un momento en que el país se encontraba
ya en proceso de desintegración,
fundamentalmente por movimientos
separatistas como el de la Cosiata en su
natal Venezuela.[61] ​En la reforma
constitucional de 1830 en la Gran
Colombia, sus enemigos logran poner la
norma que para ser presidente o
vicepresidente se debían tener 40 años
(Sucre tenía 35). Y también es muy
probable que esto haya sido la causa de
su asesinato. Con Sucre vivo, continuaría
la visión política de Bolívar y la unidad de
la Gran Colombia. Simón Bolívar, el cual
describió la grandeza de Sucre con una
biografía en la cual quedan plasmadas
citas como ésta:

La General Sucre es el
Padre de Ayacucho: es el
redentor de los hijos del
Sol; es el que ha roto las
cadenas con que
envolvió Pizarro el
imperio de los Incas. La
posteridad representará
a Sucre con un pie en el
Pichincha y el otro en el
Potosí, llevando en sus
manos la cuna de
Manco-Capac y
contemplando las
cadenas del Perú rotas
por su espada.[62] ​

Últimos días

La Muerte de Sucre en Berruecos (1895) obra de Arturo Michelena.


La quiteña Mariana Carcelén de Guevara, esposa del Mariscal Sucre.

Estatua de Sucre en la localidad bogotana de Chapinero, obra de Raoul Verlet.

Sucre era conocido en el ejército con los


apodos de “Mulei” o “Mulengue”, alusión
que hizo el general Luis Urdaneta, cuando
escribió a Juan José Flores desde
Tocaima 19 días antes del asesinato: “... A
García, el diputado por Cuenca, le instruí
de todo lo que debía decir a Ud. y ahora le
añado que es preciso que Ud. redoble su
vigilancia con el M...”. Tres días antes de
su muerte, el periódico "El Demócrata" de
Bogotá publicó un artículo en el que se
expresaba: “Acabamos de saber con
asombro, por cartas que hemos recibido
por el correo del Sur, que el general
Antonio José de Sucre ha salido de
Bogotá... Las Cartas del Sur aseguran
también que ya este general marchaba
sobre la provincia de Pasto para atacarla;
pero el valeroso general José María
Obando, amigo y sostenedor firme del
Gobierno y de la libertad, corría igualmente
al encuentro de aquel caudillo y en auxilio
de los invencibles pastusos. Puede que
Obando haga con Sucre lo que no hicimos
con Bolívar...”

De lo anterior, se deduce que el asesinato


del Mariscal Sucre fue planificado y
ejecutado en las montañas de Berruecos,
cerca de San Juan de Pasto. En el lugar
del crimen permaneció su cadáver por
más de 24 horas hasta que los pobladores
de las localidades cercanas le dieron
sepultura. Si el Mariscal Sucre se hubiese
ido por Buenaventura, allí lo esperaba el
general Pedro Murgueitio para darle
muerte; si optaba por la vía de Panamá lo
acechaba el general Tomás Herrera, y
desde Neiva lo vigilaba el general José
Hilario López. El Libertador, Simón Bolívar,
al saber del asesinato, expresó en una
carta: “...Yo pienso que la mira de este
crimen ha sido privar a la patria de un
sucesor mío...¡Santo Dios! ¡Se ha
derramado la sangre de Abel!... La bala
cruel que le hirió el corazón, mató a
Colombia (La Gran Colombia) y me quitó
la vida".

Durante mucho tiempo se corrió la noticia


de que fue el general Juan José Flores,
compatriota y compañero de gestas
independentistas, quien había ideado el
crimen, debido a la simpatía del pueblo
quiteño al Mariscal y la posibilidad de
este, al radicarse en Quito con su esposa y
su hija, de convertirse en el primer
presidente del Ecuador –como ocupó las
presidencias de Bolivia y Perú–, cargo que
ocupó Flores desde 1830. Simón Bolívar le
escribió una carta a la viuda de Sucre
agradeciéndole el ofrecimiento de
conservar la espada de su esposo, el 5 de
noviembre de 1830. De esta manera, ella
cumplió con una de las cláusulas del
testamento de Sucre; sin embargo Bolívar,
en el suyo, ordenó que la espada del
prócer le fuese devuelta a ella. Los restos
del Mariscal Sucre fueron llevados a Quito
por su esposa y mantenidos en secreto en
el Palacio de El Deán, una propiedad
familiar ubicada en el Valle de los Chillos,
en las afueras de Quito. En 1832 y
cumpliendo la voluntad de Sucre, que
deseaba ser enterrado en la capital
ecuatoriana, fueron depositados en
secreto en el Convento del Carmen Bajo.

En 1900, durante la presidencia del general


Eloy Alfaro, fueron llevados a la Catedral
Metropolitana de Quito, donde ocupan una
capilla. Una anciana religiosa, que había
escuchado de sus antecesoras la historia,
relató al arzobispo de Quito, Federico
González Suárez, que la Marquesa de
Solanda visitaba siempre el altar en donde
fueron colocados los restos. Alertado el
Gobierno de esto, solicitó a la Facultad de
Ciencias Médicas de la Universidad
Central del Ecuador se nombre una junta
médica forense la misma que reconoció el
esqueleto encontrado, y lo identificó por
las heridas de bala en el cráneo y en brazo,
producto del crimen de Berruecos y la
revuelta en Bolivia. Sin embargo no existe
consenso respecto al paradero de los
restos del Gran Mariscal ya que a inicios
del siglo xx, la primera mujer que ingresó a
la Academia de Historia de Venezuela,
Lucila Luciani afirmó en su texto
"Maravillosa historia de unos restos" la
imposibilidad de que los restos del gran
mariscal Antonio José Sucre estuvieran en
Ecuador y desglosó una serie de
argumentos para afirmar que los restos
aún estarían en Colombia, aunque esto no
pasa de ser simples elucubraciones.

El catafalco que contiene los restos del


Gran Mariscal, está hecho de andesita del
volcán Pichincha, y el mausoleo está
decorado con alegorías de la
Independencia, La Libertad y la Victoria. El
Gobierno venezolano donó una réplica de
la espada del Libertador, que se encuentra
en la pared del mausoleo. Periódicamente,
la Guardia de Granaderos de Tarqui, que
custodia el cercano Palacio de Gobierno,
rinde honores a los héroes.
Tumba del Mariscal Antonio José de Sucre en la Catedral Metropolitana de Quito

En su honor fue bautizada la capital del


departamento de Chuquisaca y de Bolivia,
el estado donde nació y varios municipios
en Venezuela, un departamento de
Colombia, el aeropuerto internacional y
varios barrios de la ciudad de Quito y la
moneda antigua del Ecuador. La Escuela
Militar de Ingeniería de Bolivia, que forma
ingenieros civiles y militares a nivel
universitario, porta su nombre igualmente.
Última carta a Bolívar

El día 8 de mayo de 1830, el Mariscal


Sucre envió desde Bogotá a Simón Bolívar,
una misiva con este texto:

Cuando he ido a casa de


Ud. para acompañarlo,
ya se había marchado.
Acaso es esto un bien,
pues me ha evitado el
dolor de la más penosa
despedida. No son
palabras las que pueden
fácilmente explicar los
sentimientos de mi alma
respecto a Ud.; Ud. los
conoce, pues me conoce
mucho tiempo y sabe
que no es su poder, sino
su amistad la que me ha
inspirado el más tierno
afecto a su persona. Lo
conservaré, cualquiera
que sea la suerte que
nos quepa, y me lisonjeo
que Ud. me conservará
siempre el aprecio que
me ha dispensado.
Sabré en todas
circunstancias
merecerlo. Adiós, mi
general, reciba Ud. por
gaje de mi amistad las
lágrimas que en este
momento me hace
verter la ausencia de
Ud. Sea Ud. feliz en
todas partes y en todas
partes cuente con los
servicios y con la
gratitud de su más fiel y
apasionado amigo.
A.J. de Sucre

Varios años después, el investigador


Jorge López Falcón encontró en la
Biblioteca Nacional de Venezuela, un
documento manuscrito escrito en Bogotá
el día 25 de mayo de 1830[41] ​que es otra
carta que, en apariencia, dirigió a modo de
despedida el Mariscal Sucre a Simón
Bolívar, cuyo texto es el siguiente:

Bogotá, Mayo 25 de
1830

Mi querido Bolívar:

De pronto partir para


Quito donde está el
reposo tan deseado y al
alejarme de todas las
luchas políticas, quiero
antes avisarle mi adiós
y mi eterno cariño. Dios
bien sabe cuánto hemos
luchado por la libertad
de todas estas tierras y
cuán mal nos han
pagado. Sé que al
alejarme no me guía
ningún síntoma de
cobardía y de traición,
sólo el gran amor y
cariño a mi esposa e
hija, las cuales hace
mucho tiempo que no
abrazo, me obligan a
ello y también para
dejar el puesto a todos
nuestros enemigos, que
con sus apetitos y sus
falacias llevan la
República al caos y a la
ruina.
Allá, en el remanso de
[palabra rota] da pu
[palabra rota] la, en la
belleza de mi [ilegible].
Sie[mpre roto] [ten]drá
usted, noble y viejo
amigo un puesto de
honor, y [palabra rota]
no de quien lo quiere de
veras.
A.J. de Sucre

Sin embargo, el historiador Tomás Straka


llamó la atención sobre tres aspectos de
esta misiva: en primer lugar, la confianza
con que Sucre trató a Simón Bolívar a
quien siempre llamó "Su Excelencia"; en
segundo, el estilo de redacción inusual y
en tercero, la propia fecha del documento
ya que, de haber sido escrito en la fecha
declarada, no hubiera podido llegar el 4 de
junio al sitio donde el prócer fue
asesinado, ya que solo se contaba con
traslado a caballo, como único medio de
transporte en esa época.
Sucesor:
Predecesor:
José María Pérez de
Simón Bolívar Presidente de Bolivia Urdininea
1825 - 1828

Sucesor:
Predecesor:
José Bernardo de Torre
José de la Riva Agüero
Tagle
Presidente de la República
Jefe Supremo Militar del Perú Presidente de la República
del Perú 1822 - 1823 del Perú

Sucesor:
Predecesor: Gran Mariscal de Ayacucho
Mariana Carcelén de
Cargo creado 1825 - 1830
Guevara y Larrea[63] ​

Véase también
Museo Gran Mariscal de Ayacucho

Referencias
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tps://www.lexivox.org/norms/BO-L-18
260526.xhtml)
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3. Bolivia | Decreto Supremo del 29 de
Diciembre de 1825 - 2 (https://www.vo
bolex.org/bolivia/decreto-supremo-29-
12-1825-2-del-29-diciembre-1825/)
4. Decreto del 29 de Diciembre
2º-Quedan en todo su vigor y fuerza
los artículos 3º y 5º del decreto
expedido en Arequipa, á 16 de mayo
último.
Url: Decreto de autorización para que
las Provincias del Alto Perú se reúnan
en Asamblea General (Arequipa, Mayo
16 de 1825) (https://sites.google.com/
site/grancol1819/docs/18250516#:~:t
ext=El%2016%20de%20mayo%20de,an
terior%2C%20expedido%20en%20La%
20Paz.)
5. Bolivia | Decreto Supremo del 29 de
Diciembre de 1825 - 2 (https://www.vo
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batallaron, no se toman las cifras
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1. Sucre es nominado por Bolívar para
que asuma el gobierno, este debía
obedecer a las órdenes básicas de
Bolívar redactadas en la Constitución,
aunque Sucre demostró cierta
disconformidad con algunas normas o
leyes de aquella.
2. Por Decreto del 19 de junio de 1826,
se le denominó —de manera
provisional y ocasional hasta la
promulgación de la Constitución— al
que ejercía el Poder Ejecutivo como
presidente.

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Legado
Misión Sucre
Satélite Sucre (VRSS-2)
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una
galería multimedia sobre Antonio José
de Sucre.
Antonio José de Sucre (http://iaiweb1.ia
i.spk-berlin.de/DB=1/SET=2/TTL=1/MA
T=/NOMAT=T/REL?PPN=398875871)
en el catálogo del Instituto Ibero-
Americano de Patrimonio Cultural
Prusiano.
Gran Mariscal de Ayacucho (https://we
b.archive.org/web/20061021011250/htt
p://www.edosucre.gov.ve/documentos/
pdf/antoniojosedesucre.pdf)
Los Restos del Mariscal Sucre (vídeo) (h
ttps://www.youtube.com/watch?v=sxIh_
yVDZ8Q)

Datos: Q189779
Multimedia: Antonio José de Sucre (ht
tps://commons.wikimedia.org/wiki/Cat
egory:Antonio_Jos%C3%A9_de_Sucre)
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mage&search=%22Q189779%22)

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